lunes, 20 de septiembre de 2010

Los que vendrán: ENTRE ORIENTALES Y ATLANTES. Antología de relatos uruguayo-canaria

M-118. Narrativa, Relatos. 2010. 208 páginas. ISBN: 978-84-15019-29-9. 14 €.

Tejer con mano serena pero decidida, puede lograr que el hilo se entrecruce. No es más que el remoto antecedente de las estampas y dibujos elaborados por el artista M.C. Escher, y entonces surge el literario amanecer de dos coincidencias, la de Uruguay y Canarias, duras pieles curtidas por hábiles manos. Quienes se entregaron al viejo oficio de escribir fueron conscientes de un inevitable tránsito: del campo a la ciudad. Realidad que Entre Orientales y Atlantes. Antología de relatos uruguayo-canaria reúne relatos de escritores uruguayos y canarios, y en los que se aborda el amor, el sexo y la muerte, el boxeo, la frialdad contradictoria de quienes pretenden controlar, los aborígenes y conquistadores, intemperies marginales, negros relatos estremecedores o el alienante absurdo urbano, entre otros. Si el cuento encontró en Uruguay a excelentes valedores como Horacio Quiroga, Felisberto Hernández y Juan Carlos Onetti, exponiendo el primero su Decálogo del buen cuentista, en Canarias, invertebrada comarca, pujante en cuanto a imaginar literarias anticipaciones con respecto a otros próximos rincones del idioma, han existido y existen magníficos tejedores de letras como Benito Pérez Galdós, Luis y Agustín Millares Cubas, Alonso Quesada, Isaac de Vega, Antonio Bermejo o Luis Alemany, quienes concibieron ayer y hoy atrevidos soportes de lo imaginario. En éste libro, Claudia Amengual, Jorge Majfud, Hugo Fontana, Lauro Marauda, Luis Marcelo Pérez, Carlos Montero, Leonardo Cabrera, Sergio Capurro, Nedy Varela, Gustavo Esmoris, José Rivero Vivas, José Manuel Hernández, Gabriel Cruz Barreto, Javier Hernández Velázquez, Juan Royo Iranzo, Eduardo Delgado Montelongo, Ángeles Jurado, Antonio Lozano, Víctor Ramírez y Agustín Díaz Pacheco, parecen simbolizar estampas y dibujos ideados por M. C. Escher, osado compositor de geometrías, y toda una serie de crónicas permanentemente insomnes que palpitan para vencer distancias y tender sugerentes y siempre necesarios retos al lector.



Una orilla de esta antología

La narrativa uruguaya tiene una gran tradición en lo que se refiere al cuento. Aproximadamente hasta la década de los 50 del siglo pasado, el cuento predominó sobre la novela, algo que comenzó a cambiar a partir de los años 60, pese a lo cual, el cuento continuó teniendo un lugar central dentro del panorama literario del Uruguay. El predominio de las temáticas camperas dejó su lugar, ya entrado el siglo XX, a nuevas líneas estéticas que corrieron el escenario hacia la ciudad —un dato para nada menor—, siendo su principal impulsor Juan Carlos Onetti, que si bien es reconocido como el más grande novelista uruguayo, no perdía el pulso a la hora de escribir cuentos. Este tránsito no fue, obviamente, ni casual ni ajeno al contexto socio
económico y político que vivía la región, en su interrelación con las grandes metrópolis. En el Uruguay de principios del siglo XX, como en el resto de América Latina, la rápida expansión del capitalismo fue terminando con formas de producción que aún convivían con la nueva economía. Así, el capitalismo pasa de forma de producción «a dominante» —donde debe convivir con otras formas arcaicas, que actuaban como freno al nivel productivo de las nuevas tecnologías— «a hegemónico», constituyéndose en la única forma de producción. El poder económico, y por consecuencia el político, se trasladan desde el campo a la capital. Montevideo, crecida en torno a uno de los mejores puertos naturales de la región, se constituye rápidamente
en el corazón económico y financiero del Uruguay. Ante estos cambios, la literatura no podía permanecer por fuera de esa nueva realidad, la cual de todas maneras no se traslada mecánicamente y en forma inmediata a nuestras letras sino que demora algunos años en comenzar a ejercer una influencia visible, siendo la denominada «generación del 45» quien tiene el papel histórico de impulsar este cambio de escenario, siendo el cuento su principal herramienta. (De hecho, El pozo, una de las obras más célebres de Onetti, considerada como ese punto de inflexión donde la narrativa uruguaya pasa de campesina a urbana, sigue siendo difícil de clasificar para la crítica, que no logra ponerse de acuerdo en si se trata de una novela corta o un cuento largo.) Había sido Onetti, justamente, desde el semanario Marcha, quien atacara esa forma de realismo campesino hasta entonces predominante en nuestra literatura. Se puede afirmar que a partir de esa  transformación el cuento uruguayo alcanza una madurez que lo trae hasta nuestros días, siendo sus principales referentes históricos tres escritores, en especial: Horacio Quiroga, Felisberto Hernández y el propio Onetti. (Quiroga, incluso, fue un estudioso de esta forma de relato, sobre el que dejó un pequeño ensayo que
aún hoy mantiene su frescura y vigencia, al que llamó «Decálogo del perfecto cuentista»). A partir de allí numerosos y muy talentosos escritores han nutrido el panorama nacional del cuento, entre los que podemos destacar, además de los antes mencionados, los nombres ya conocidos de Juan José Morosoli, Julio Da Rosa, Mario Arregui, Carlos Martínez Moreno, Armonía Sommers, L.S. Garini, Selva Márquez, José Pedro Díaz, Cristina Peri Rossi, Sylvia Lago, Héctor Galmés, Mario Levrero, Miguel Ángel Campodónico, Julio César Castro y Mario Benedetti, hasta llegar a los más recientes, como es el caso de Ruben D´Alba, Hugo Fontana, Rafael Courtousie, Lauro Marauda, Jorge Majfud, Leonardo Cabrera, Claudia Amengual, y Horacio Cavallo, algunos de los cuales integran esta antología. Los autores seleccionados para la misma lo han sido de una forma subjetiva, como siempre sucede, de manera inevitable, cuando se hace este tipo de trabajos. Pero dentro de esa elección caprichosa, se ha tratado de dar un panorama variado del cuento actual en Uruguay, que como se sabe está muy ligado a los canarios por la fuerte emigración de éstos hacia nuestro país; en esta nómina de escritores hay mujeres y hombres, jóvenes y no tanto, autores muy conocidos y otros que hacen sus primeras armas. Con oficio y probada eficacia, estos creadores diversos en temática y estilo pueden dar un panorama, al menos parcial, del cuento uruguayo de hoy. Los invitamos a leerlos y sacar sus propias conclusiones.

Gustavo Esmoris



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