miércoles, 30 de diciembre de 2015

Bailando con Jesús María Cormán: "El mejor abono para la poesía es la vida, en toda su dimensión".



Baile del Sol- Los poemas que aparecen en La leña helada nos hacen pensar en escenas descritas desde un observador que contempla el paso del tiempo y también la complejidad de las relaciones, ¿es esa tu intención?

Jesús María Cormán.- Sin duda. Son dos de los elementos que más me interesan a la hora de acercarme al texto: el tiempo y la manera en que lo utilizamos para relacionarnos. Pienso en el poema como en una atalaya, un punto privilegiado de observación desde el que certificar lo que les ocurre a los individuos en su afán de relacionarse, o por qué no, en su rechazo a hacerlo.
Me gusta pensar en mis poemas como pequeñas ficciones. Poemas escritos por personajes independientes, con libertad de movimientos, ajenos a mí, que por momentos se detienen ante la cámara, interaccionan entre ellos durante un instante –incluso con su autor- para luego disolverse.

BdS.- Encontramos despedidas y desencuentros relatados incluso antes de que se produzcan, ¿estamos condenados al adiós?

JMC.- El adiós es parte del encuentro. Relacionarse en pareja, o no en pareja, es una despedida anunciada. La muerte, en el caso más extremo, se encargará de ello. Las relaciones no son circunferencias, son segmentos con principio y final, con dos extremos concretos, aunque de distancias variables. A veces, esos extremos se hallan muy separados, otras, no tanto. Relacionarse jamás es un bucle.


"Pienso en el poema como en una atalaya, un punto privilegiado de observación desde el que certificar lo que les ocurre a los individuos en su afán de relacionarse, o por qué no, en su rechazo a hacerlo".


BdS- Son poemas muy narrativos, alguno incluso con descripciones curiosas, como en el caso del poema Agua dulce, en el que se describe a un pez de modo enciclopédico para finalizar con una conclusión poética. ¿Está la poesía en la mirada del poeta?

JMC.-Pienso que la poesía –pero también un cuadro o una película- comienza en la mirada del poeta pero termina en la mirada del lector; con lo que cada poema es uno, pero también es un número indefinido de poemas. Un poema es un recorrido entre el poeta y el lector.
La construcción del poema al que te refieres –Agua dulce- es un caso curioso. Vi un documental en televisión sobre estas criaturas que viven en el Amazonas, y me impresionó muchísimo. Se mostraban imágenes reales de la actividad de estos pequeños peces que pueden devorar a seres vivos que multiplican su tamaño –entre ellos el ser humano- incluso sin que hayan muerto, con sólo bañarse en sus aguas. Es sólo una cuestión de tiempo.
Aquello era, sin duda, una gran metáfora de la vida, de muchas relaciones que parten descompensadas, pero que avanzan, se desarrollan y, fatalmente, se depredan desde el interior.
Quise que el poema tuviese un arranque, sí, de corte enciclopédico, aséptico, para desembocar en esos personajes, tan cercanos, reconocibles, que por un momento son pura sensualidad y están únicamente entregados a su presente inmediato, sin cuestionarse lo que acecha en el futuro.
  
BdS.- ¿Es posible, o útil, hacer arder la leña helada?

JMC.- Es posible, útil, e incluso necesario hacer que la leña arda, aunque requiera  mayor esfuerzo que el que se necesita para hacer arder unas ramas secas. El esfuerzo tiene un plus en la recompensa. ¡Qué sería de nosotros si todo en la vida nos viniera dado con un chasquear de dedos! En cualquier caso, hay leña que –seca o helada- no arderá jamás por falta de lumbre.

BdS.- ¿Qué abono es mejor para la poesía el amor o la soledad?

JMC.- El mejor abono para la poesía es la vida, en toda su dimensión. La vida con la muerte, claro. Como el amor con el desamor, o con el odio. Como la soledad con la compañía, o incluso con lo inconcreto de la multitud. La verdad con la mentira. El fuego con el hielo. Todo aquello  que configura nuestra condición humana, abona un poema. 

BdS.- Utilizas imágenes muy sugerentes y hasta arriesgadas en los poemas, ¿de dónde surgen?

JMC.-No soy consciente de ello. Pero intento que la imagen sea honesta: poderosa y honesta; no me cuestiono si es “poéticamente correcta”. A veces es una situación observada en la calle, en un bar, en el periódico, o en la sección de congelados de un supermercado. Da igual. Es posible construir un poema con cualquier imagen: hasta con un pececillo que invade las vísceras de un hombre, introduciéndose en ellas a través de su uretra. Toda estrategia es válida con tal de hacer el recorrido hasta el lector y lograr que no sienta indiferencia por lo que ha leído.



BdS- Eres un artista que trabaja en muchos ámbitos: pintura, narrativa, letras de canciones..., ¿qué supone para ti la poesía como espacio expresivo?

JMC.-Siempre he pensado que la poesía es el ámbito en el que mayor libertad tengo. No le pido nada. No quiero ninguna recompensa: ella es la recompensa. Yo entiendo que la publicación de un libro de poesía es una celebración; algo parecido a un intercambio de deseos: el de querer ser escuchado, y el deseo  de quien busca una voz que escuchar, y la encuentra.
Pintar en cambio, cuando formas parte del engranaje del mercado, te obliga a desarrollar una mentalidad que rara vez logra el grado de libertad que, en mi caso, me proporciona la poesía. No quiere decir que sea un deshumanizado  trabajador a sueldo como pintor, pero me auto impongo ciertas disciplinas, para que las cosas funcionen. Y es preciso decir que me siento más pintor que otra cosa… Aunque esto también sea relativo: Jorge Oteiza es mundialmente conocido como escultor, pero él se sintió, sobre todo, poeta. Y su poética está a la altura de su obra plástica, aunque gran parte de los que veneran su escultura la hayan leído alguna vez.
Y como escritor letras de las canciones, qué decir…! Aquí sí que hay demasiados condicionantes para los que no siempre tienes capacidad de maniobra. Siendo un poco jocoso, diría que trabajas con las palabras, pero que pocas veces tienes voz ni voto. Pero no sería justo decir que no he disfrutado con ello. Es más, en este momento –después de cuatros años alejado de la música- estoy envuelto en un proyecto musical en el que estoy disfrutando mucho… aunque de momento no voy a decir más.

BdS- Tormentas, huracanes, naufragios, lluvias violentas, hasta el hundimiento del Titanic... ¿así ves las relaciones de pareja?

JMC.- ¡No, claro! No todas las parejas son iguales, afortunadamente. Pero aunque es cierto que hay muchos poemas en los que aparecen parejas en crisis absolutas –crisis algunas, incluso en estado de congelación- también es verdad que hay poemas en este libro que son apuestas decididas por el amor, como Equilibrio o Caronte.

BdS- ¿El arte, la poesía, se ocupan de cuidar espejismos?


El arte y la poesía deben aspirar a regar desiertos con el agua de sus propios espejismos.


Puedes comprarlo con descuento AQUÍ

lunes, 28 de diciembre de 2015

Reseña de PARA VER NACER EL CATACLISMO de Francisco L. Pozo en el Diario de Aragón

POESÍA

Amor por las palabras inservibles

Para ver nacer el cataclismo Francisco L. Pozo Baile del Sol, Tenerife, 2015. 104 páginas.
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ 27/12/2015
Francisco L. Pozo, berciano de Igüeña, publicó en 1990 un libro juvenil, Espeluncas, y tras largo silencio, nos llega Para ver nacer el cataclismo, un poemario en el que uno entra como en un bosque desconocido, sin saber qué aventura le depara. Y el lance ha sido provechoso.
Circundan el libro dos poemas, El nublo 1 y El nublo2, principio y final que pueden entenderse como clave del conjunto: «Ya nadie lee el nublo, / todo es pose, pústula, víspera de sótano», dice el primero; «Ya nadie lee el nublo, / todo ha de ser último minuto», apunta el segundo, deplorando la atención única al presente, desechando lo esencial. Por eso el poeta pronuncia «las palabras inservibles», las que nombraron, y las pronuncia con amor a su contextura física y a lo que significaron y debieran seguir significando: «límaco» o «típula», para llamar a la babosa y al mosquito zancudo respectivamente. Las viejas palabras nuevamente pronunciadas, las que escribe el libro de la naturaleza, que es el que el poeta insta a leer en los charcos, en las siluetas de los pájaros o en el nublo. Por otro lado, los poemas no terminan en punto final, sino en una simple coma, y empiezan con minúscula, lo que parece indicar una continuidad, es decir, que los textos son fragmentos del poema mayor que es el libro, por más que conste de buen número de secciones, entre las que la primera confirma lo antedicho: el saboreo de palabras que remiten a labores ancestrales en las que hay cuelmos, trébedes y pregancias, cuando era «tan desnuda la vida / tan sencilla la muerte». Pero el poemario es mucho más que eso, y en él hay personalidad, la necesaria para que en el poemario, Para ver nacer el cataclismo, intuyamos un poeta con recursos para construir un mundo lírico propio y diferente.
Tal vez la temática general sea la vaciedad del mundo, la crítica a lo superficial y el simulacro frente a lo auténtico; el tono de fracaso lo salva acaso el amor, capaz de desmentir incluso el título perturbador del libro: «y te espero a ti, solamente a ti, / para (NO) ver nacer el cataclismo». Pero sobresale el juego de vocablos nunca gratuito, el paladeo de los mismos que se dibuja en frases y versos: «las vacías noches de luna hiena», «quemas, quieres, / ¿qué más quieres?», sin contar los poemas espejo, los versos en eco y hasta un ingenioso palíndromo: «rezo al revés oración, no Ícaro». Estamos, pues, ante un buen libro y ante un poeta con el camino ya expedito.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Bailando con Itzíar Mínguez Arnáiz: "Este libro es más directo, la palabra aparece más afilada, más rabiosa".



Baile del Sol.- Cambio de rasante es tu sexto poemario, en él nos acercas a una poesía muy pegada a la realidad, ¿crees que en todo hay poesía, hasta en lo más prosaico?

Itzíar Mínguez Arnáiz.- Sí, de hecho no concibo la poesía si ésta no forma parte de lo que me rodea, de lo que vivo, de lo cotidiano. Ese es el material con el que construyo cada uno de mis poemas. Uno de mis objetivos, como poeta, es que el lector pierda el miedo a la poesía, acercar la poesía a la calle, al asfalto, hacer que baje del pedestal en el que algunos la han puesto.

BdS.- En Cambio de rasante los poemas se persiguen como escenas de una misma película, una forma muy singular de conformar un poemario y que impele a seguir leyendo...

I.M.A.- Es uno de los elementos que caracteriza mi poesía, desde el primer libro, La vida me persigue, puede que tenga que ver el hecho de que soy guionista de TV de profesión, desde hace 16 años, y ese componente visual también está presente en mis libros. En Cambio de Rasante la continuidad entre poemas está concebida de otra manera, con poemas que funcionan como dípticos y trípticos y también a lo largo de un poema que de forma intermitente atraviesa todo el poemario.



BdS.- Las breves escenas que describes en algunos poemas están plagadas de sugerencias, ¿le toca al lector, a la lectora, terminar el relato haciéndolo suyo?

I.M.A.- Sí, me gusta hacer cómplice al lector, es más, busco su complicidad. Otro de los elementos que suele estar presente en alguno de los poemarios es el metaliterario, metapoético en este caso y me gusta que el lector sienta que tiene algo que aportar al poema, algo que añadir con su lectura, con su interpretación, que se siente parte de esta historia. De hecho una de las cosas más bonitas es cuando te llega una opinión de un lector que ha dado su propio sentido al poema, muy alejado del que yo pretendía, eso lo enriquece.




"Uno de mis objetivos, como poeta, es que el lector pierda el miedo a la poesía, acercar la poesía a la calle, al asfalto, hacer que baje del pedestal en el que algunos la han puesto".



BdS.- ¿Qué ha supuesto este cambio de rasante en tu recorrido poético?

I.M.A.- Desde el título quiero dar a entender que este libro marca un cambio en mi trayectoria y se parece mucho a uno de esos cambios que motivan pero dan vértigo a la vez; me recuerda a esa sensación de cuando ibas en coche y el estómago reaccionaba ante un cambio de rasante con un hormigueo. Este libro es más directo, la palabra aparece más afilada, más rabiosa, es la búsqueda de una voz que pueda empatizar más con el lector, pero no porque haya habido un despojamiento de la lírica, sino porque quiero hacer poesía desde el desprendimiento absoluto, desde la ausencia total de artificios.

Itzíar Mínguez Arnáiz


BdS.- Háblanos de tu experiencia en las presentaciones que han hecho de este nuevo libro.

I.M.A.- En esta primera fase de contacto con el público me he sorprendido mucho y positivamente. Tenía miedo a que Cambio de rasante al separarse bastante de los anteriores libros no encontrara la misma aceptación; pero está siendo todo lo contrario, el lector que ya era fiel, ha dado ese paso conmigo, se ha lanzado a esta aventura de decirlo todo y decirlo claro, sin florituras; y me estoy encontrando con lectores nuevos, que no me conocían y que han empatizado a la primera. Se da la curiosidad que es un libro que admite varias lecturas y esto me lo han hecho saber los propios lectores en las presentaciones.

BdS.- ¿Cuáles son tus referentes literarios?

I.M.A.- Si te los digo todos no acabamos hasta mañana, así que voy a hacer una selección, aunque me dejaré algunos por el camino. Un referente fundamental es Karmelo C. Iribarren, a quien está dedicado el libro. Chantal Mallard, Tomás Segovia, Eloy Sánchez Rosillo, Alfonso Brezmes, Amalia Bautista, Emily Dickinson, Gloria Fuertes, Rosario Castellanos, Isabel Bono, Alejandro Céspedes, Inma Luna, Pablo Casares… uf, es que son muchos. Y menos mal que no se acaban.

BdS.- ¿En qué estás trabajando, literariamente hablando, en estos momentos?

I.M.A.- Hace muy poco he terminado el guión de una serie de TV que se estrenará en enero, así que ahora estoy dedicando más tiempo a la literatura. Estoy a punto de terminar un libro de aforismos y también en la recta final de mi segunda novela. 2016 me gustaría que fuera el año en el que por fin me anime a publicar narrativa –editor mediante, por supuesto- ya que tengo una primera novela terminada que fue finalista en el certamen de novela negra de Getafe pero no ha sido publicado y me gustaría darle ese impulso. En cuanto a la poesía, es lo que siempre me acompaña, mi hábitat, Estos días estoy revisando los tres poemarios que he escrito en los dos últimos años para darles el visto bueno y empezar la verdadera odisea del escritor: publicar. 


Puedes comprarlo con descuento AQUÍ


martes, 22 de diciembre de 2015

Reseña de JAMBALAYA en la República Cultural.es

Jambalaya, de Cristina Redondo Alonso
Relaciones de acantilados en un mundo mágico
Publicado el Martes 22 de diciembre de 2015, a las 00:36h
Portada de la novela de Cristina Redondo en editorial Baile del Sol.

DATOS RELACIONADOS
Título: Jambalaya
Autora: Cristina Redondo Alonso
Editorial: Baile del Sol (2015)
Formato: encuadernación en tapa blanda con solapas; 281 pág.
ISBN: 978-84-16320-66-0

Julio Castro – La República Cultural.es
Un lugar de paisaje imaginario, casi recreado de nuestra geografía gallega, acerca al l@s lector@s al mundo de Viariñas que construye la escritora Cristina Redondo, donde sugiere un trazo del Macondo de don Gabo para dejar esos retazos de lo imposible convertido en realidad, a través de la imaginación o del sueño.
Desde los avatares del protagonista, Hank, una retrospectiva de infancia, adolescencia y juventud, sirven de efecto sanador, no sólo para él, sino para el resto de los personajes de la novela que, como no podría ser de otra manera, él mismo ve enredados en la tela de su propia vida, como ese núcleo que cada ser humano cree ser para el resto de su entorno.
La autora nos sumerge en un mundo de magia que fluye de manera natural, no como la sensación artificiosa de los relatos de brujas, sino, más bien, a la manera del fruto de los dones que algunos seres poseen de nacimiento o, más tarde, en su desarrollo.
Se presenta como una novela cuajada de relatos imposibles y entrañables, que acercará en sus párrafos a lo más íntimo de los diferentes protagonistas que por ella desfilan. Hank, el principal que puede hablar en primera persona su historia, la familia, una estirpe de mujeres (madre y abuela) de las que heredará sus dones, el tío Aristónteles, hermano de la madre, aparentemente loco debido a la manera de manifestar sus dotes para las lecturas adivinatorias, un extraño padre desaparecido… Pero la familia solo sirve para la creación de ese bastión del que surge, en el que se desarrolla, del que huye, y al que regresa para saber aprendida su propia vida.
Fuera de ese pequeño núcleo especial, Manuela, otra adolescente, formará el centro e hilo conductor de la narrativa, no sólo por el adolescente (lógicamente absurdo) enamoramiento de Hank, sino porque es la pieza que acaba conectando a todos los personajes del entorno, en el pasado, en el presente y en lo que devenga del futuro del protagonista.
El regalo inesperado de un bloc de cartulinas de dibujo por parte de Manuela, que espera que Hank sea un gran artista, desenvuelve el símil del amor de él hacia la muchacha: “Conocía su anatomía, sus rincones, sus poros, sus marcas, todo de ella lo había aprendido de memoria a través de ese ejercicio de intuición del púber enamorado que era yo. Pero con el paso de los años empezaron a quedarme solo unos cuantos fragmentos desdibujados que nunca pudieron resolver su cuerpo. Esas fueron mis páginas en blanco. Las incapaces, las imposibles. Efectivamente no terminé los dibujos de mi primer y único regalo destinado a convertirme en genio. Suelo repasar las láminas que aún me quedan y pienso que cuando me decida a pintar de nuevo será por algo importante. Los amores adolescentes no se olvidan, solo pierden definición y se convierten en otra cosa. Son caprichosos”. Así aprovecha la metáfora de las imágenes inacabadas para la situación de pausa en el aire que deja, mientras que la de la pérdida de definición de los amores en el tiempo, se reflejará en las imágenes difusas que aguardan a un desenlace.
Cristina Redondo juega la novela progresiva e intencionadamente de forma ambigua, como si se debatiera entre el sueño, el recuerdo, la invención de la lejana imaginativa infantil y, sin duda, en medio de un mundo surrealista, que extraído de sus raíces, y comparado con la lejana realidad de este Madrid, pueda hacer creer que nuestro entorno es el irreal, mientras que aquella nube de magia al borde de los acantilados es lo más auténtico y justificable. “Ahora que lo he soñado todo, quizás sea el tiempo de despertar”, dice expresamente el personaje en un momento dado, que sabe que ha vivido lo que relata y que está haciendo un viaje de retorno para comprender, pero que aún así sabe que todo ello es contiene algo de sueño.
La escritora aprovecha para exponer como algo natural, aunque sea de manera “retrospectiva”, las preferencias sexuales del tío Aristóteles, que desde la adolescencia pelea a muerte su derecho a elegir “A lo que se refería mi madre con otros cambios era a su bisexualidad. Desde aquel episodio de las fiebres y el tic en la ceja, Aristóteles podía enamorarse igualmente de hombres que de mujeres. Llegaron tiempos complicados para mi tío”, narra Hank. Pensando en varias décadas hacia atrás, sería inimaginable lo que la autora muestra sencilla y claramente, pero en este mundo mágico, parece que lo justo es natural: “A los 15 años le tiraron piedras en el acantilado. A los 16 le dieron una brutal paliza y lo dejaron tendido en el callejón del Bar el Ancla. A los 18 le pincharon las ruedas de su primer coche. A los 21 le tiraron huevos por la calle. A los 22 le insultaron en la carnicería y a los 23 Aristóteles decidió mandarlos a todos a la mierda y encadenarse desnudo en la base del faro pidiendo que le mataran”. Tras yacer con una joven meiga, emocionada por el encadenamiento de Aristo, y quedar ella embarazada esa misma noche, todo cambia en su entorno “Como todos en el pueblo empezaran a considerar el acto de mi tío una gesta propia de los héroes clásicos, los chavales que habían sido verdugos de su causa durante aquellos años, prometieron dejarle en paz para siempre”. Todo se defiende en la novela en esta sociedad de Viraiñas, salvo la violencia, que quedará siempre al margen y con el rechazo del pueblo
Sin embargo, y aunque el tratamiento especial se le otorga en la novela al entorno de la muerte y los muertos, así como su relación directa con los que quedan, la novela se dirige con gran peso hacia la temática de la vida, del encuentro con los propios conflictos, el paso del tiempo, la comprensión de uno mismo, y la contemplación de aquello que puede parecernos extraño, para que no sea rechazado.
Todo el “mundo Hank” discurre entorno al faro del pueblo, señal del camino de retorno, desde el momento en que recibe las cartulinas hasta desvelar cada uno de los secretos del pueblo, de su gente y de los motivos del propio protagonista “Regreso al faro. Vuelvo recurrente como un boomerang al faro”. Los secretos de Manuela y de Elvira no se reencontrarán con el presenta hasta que todo lo demás haya regresado al presente del protagonista, pero sólo para descubrir que el pasado de Hank ha dejado descansar a su pasado en Viariñas.
La manera de aparecer de Serena, que parece la última oportunidad de Hank en su desarreglada vida, “Miro a Serena a través del cristal de la tienda […]Tengo 35 años y todavía no sé qué decirles a las mujeres que me importan en la vida. Me regresa un nudo terrible. Es el mismo nudo que me tragué con dieciséis años cuando mi madre me preguntó si me gustaba Manuela”. Y la autora no desaprovecha la ocasión de meter los espacios del teatro madrileño por medio “He acabado mi libro. Me gustaría celebrarlo contigo esta noche, ¿me dejas invitarte a una copa en el Parnasillo?”, que para eso es autora para teatro y además está vinculada a él. Pero esta es la parte de la historia en que el protagonista alcanza fondo y no le queda otra que nadar hacia arriba, de manera que cada lector tendrá que llegar hasta allí por su cuenta.

Una extraña novela, la que nos ofrece Cristina Redondo Alonso (la autora, de la que hablábamos recientemente) en la que todos los relatos que la componen, giran entorno a la narración principal, describiendo a un pueblo que se pierde en la niebla de los acantilados marinos, que se muestra tan anclado a la tierra, como inevitable ve perder a sus pescadores en la mar, y que acaba por descubrir miserias y bellezas de la mente humana a través de la magia de su imaginación.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Bailando con Rubén Don: "Me interesan los hechos que en el acontecer diario de una persona marcan y bifurcan su destino"

Baile del Sol.- Perder es cuestión de tiempo contiene nueve relatos, ¿cuál dirías que es su denominador común?

Rubén Don.- Yo diría que tiene diversos denominadores comunes. Por un lado está la ciudad como un escenario universal en estos relatos. Sí, la ciudad de México básicamente. Pero también otras ciudades como Buenos Aires, Santiago de Chile o Acapulco. La Habana a través del recuerdo. O la misma Barcelona a través de un cuadro en el cuento que abre esta colección titulado "Cerca del Damm".  Y por otro está la condición humana de los protagonistas. Ellos enfrentados a ellos mismos y a su entorno a través de la soledad, del miedo, del sinsentido de la vida e inclusive de la esperanza de que aquello a lo que se ven enfrentados cambie para mejor. 

BdS- Encontramos personajes que nos resultan en cierto modo familiares, cercanos, ¿proceden te tu observación de la realidad o de dónde salen?

R.D.-Sí, una de mis aficiones principales es recorrer las calles de las ciudades que tengo la oportunidad de visitar y a partir de ahí creo que salieron estas nueve historias. También está lo que leo en los periódicos, lo que escucho de oídas en las cantinas, lo que me cuentan los amigos... Ya se sabe cuan peligrosos podemos ser los escritores a la hora de escuchar información. Pero desde luego siempre todo se cruza en esa delgada linea que separa la verdad y la ficción. 


BdS- Además de las vicisitudes de los personajes, en la mayoría de los relatos se aprecia un fondo social, se ve bien el marco en el que se desenvuelven las historias, ¿es ese otro de tus intereses?

R.D.- Cierto. Siempre me ha interesado estéticamente el marco social en lo que escribo. Tengo una cierta obsesión por plasmar eso que llamamos "realidad" cotidiana. Y digo realidad entre comillas porque la literatura, la buena literatura, tiene la oportunidad de crear diversos mundos, diversas realidades a través de la escritura. Pero en lo particular me gusta mucho el retrato de la cotidianidad humana. De esos sucesos que en el acontecer diario de una persona marcan y bifurcan su destino. A veces pueden ser cosas insignificantes del diario acontecer: una pelea, una enfermedad en el dedo gordo del pie, un viaje, un accidente, etc. 

BdS.- El lenguaje de tus relatos es muy preciso y rico. ¿Qué importancia le das a la herramienta de la palabra en tus historias?

R.D.- Ahora que lo mencionas, sí, hay una intención muy precisa en el lenguaje de estos relatos. Busqué alejarme del gariboleo narrativo que pertenece para mí más al ámbito de las novelas y acercarme a un estilo más minimalista. Aquí quiero precisar que básicamente me considero novelista. Hasta el momento tengo ocho novelas escritas, de las cuales cuatro ya han sido editadas y cuatro permanecen en espera de una casa editorial, y Perder es cuestión de tiempo es el único libro de relatos que hasta la fecha he escrito y publicado. Nunca me propuse hacer un libro de relatos como tal sino que la necesidad de hacer bocetos de historias que me iban surgiendo y que quizá desde un principio tuve claro que no serían historias para una novela, dieron luz a estos nueve cuentos. Inclusive, si el lector se da la oportunidad de leer el libro, una de las características de los nueve relatos es que están seccionados por pequeños o medianos párrafos como si a la vez fueran capítulos de una novela. Pero para mi eran eso: instantes minimalistas, fotografias, flashazos... Puedo decirte que estéticamente a los editores en México esa fragmentación de los relatos no les agradó y entonces me proponían estructurar mi narrativa de otra forma. Hasta que el libro llegó a Baile del Sol y decidieron apostar por él en su forma original.


   
BdS.- ¿Qué temas te interesan literariamente hablando?

R.D.-Soy un pésimo lector de géneros fantásticos y afines. Yo tengo una fascinación por eso que llaman realismo. He transitado por un montón de enamoramientos literarios. Desde la crudeza de William Faulkner hasta toda la obra de Philip Roth. Me gustan mucho los libros de Javier Marías porque casi todas sus historias parten de una particularidad cotidiana que en el universo de cada hombre se vuelven complejas, arrastrando con ellos sus diversas consecuencias. En este momento estoy encantado con Orhan Pamuk a raíz de que descubrí su novela Museo de la inocencia. Me encantan todas las novelas o relatos que puedan contener su centro en un conflicto cotidiano de la naturaleza humana. Baile del Sol ha publicado una maravillosa novela: Stoner, de John Williams. El sencillo pero maravilloso relato de una vida en su más amplia cotidianidad en donde el amor o el fracaso o la ignorancia son los verdaderos héroes de la narrativa. 

BdS.- ¿Qué ventajas e inconvenientes encuentras en el relato breve con relación a la novela?

R.D.- Como ya he mencionado soy novelista, entonces le tengo mucho respeto al relato. Sí creo que el relato tiene que tener cierto mecanismo de relojería para que funcione. Precisión en el lenguaje y en la historia. Desde mi punto de vista si no cuenta con estos dos factores un relato se te cae o no lo entienden los lectores. La novela es vasta, juguetona, irreverente. Es menos probable que a la novela se le vean las costuras si algo anda mal en ella. 




"Siempre me ha interesado estéticamente el marco social en lo que escribo. Tengo una cierta obsesión por plasmar eso que llamamos "realidad" cotidiana."

BdS.- ¿Cuáles son tus referentes literarios?

R.D.-Me he ido enamorando de muchísimos escritores. Yo no tengo la clásica historia romántica de que quería ser escritor desde niño y de que empecé a leer en pañales. No. Por desgracia en mi casa los únicos libros que había eran religiosos y fue hasta la universidad cuando descubrí la novela y el relato como un par de géneros que me cambiarían la vida. Por lo mismo tengo muchos pendientes con lo que se refiere a los clásicos. Les rehuyo. Algunos me resultan aburridos. Por ejemplo novelas del siglo XIX me cuestan mucho trabajo por esa obsesión modernista que tenían por describirlo absolutamente todo. Y lo atribuyo a que pertenezco a una generación visual y auditiva. Por ello me he fascinado con la literatura contemporánea. Uno de los que más me ha marcado es el chileno Alberto Fuguet. Otro el estadounidense Philip Roth. Apenas llamó mucho mi atención el sueco Karl Oven por la crudeza con que novela su vida, independientemente de cuanta realidad  o mentira exista en ella. Un escritor que me parece enorme pero muy difícil es Antonio Lobo Antunes. He vivido mis encantamientos con Henry Miller, con Fernando Pessoa, con Carlos Fuentes, con Mario Vargas Llosa, con Juan Carlos Onetti. Y la poesia, de la cual francamente no entiendo mucho, la tengo como  hobbie: Gil de Biedma, Cesar Vallejo, Jorge Cuesta, Pablo Neruda. Regresando a la narrativa apenas me gustó mucho el Proyecto Nocilla, de Agustín Fernández Mallo. 


BdS.- ¿Perder es cuestión de tiempo?

R.D.- Si pensamos que somos seres mortales y que el día menos pensado vamos a morir, diría que sí, que perder sólo es cuestión de tiempo. Parece que en este mundo postmoderno vivimos vilipendiando la ley de Murphy: si algo puede salir mal, puede salir peor. Pero a la vez creo que el estar pendientes de cuándo nos van a salir mal las cosas es esperanzador y que ello nos da la oportunidad de encontrarle el último de los sentidos a la vida, como bien sugería Albert Camus.  


Puedes comprarlo con descuento AQUÍ

martes, 8 de diciembre de 2015

Bailando con Luis Ramos de la Torre: "Me hubiera gustado que libros como este no se hubieran tenido que escribir nunca".

Baile del Sol.- ¿Cuál dirías que es el objetivo poético de Entre cunetas?

Luis Ramos de la Torre.- He querido reivindicar, desde los versos, la memoria de los olvidados por una estrategia de acoso, desaparición y demolición política, social y cultural, adoptada por un régimen político que aún perdura en sus acciones e intenciones, y que se definió a partir de aquellas tristes y terribles palabras pronunciadas por uno de los generales golpistas contra la legalidad de la 2ª República, basadas en la decidida extinción total del contrario, que han terminado sustanciándose en esta falta de justicia y de memoria aplicada a los asesinados en las cunetas de toda España.
De igual modo, con este libro y desde la poesía, se pretende luchar  contra la negación del duelo necesario y urgente que se les debe a las familias de los asesinados. Duelo sustraído por un régimen que, a pesar de las edulcoraciones supuestamente democráticas de una transición falseada, aun está por cesar.

"Con este libro y desde la poesía, se pretende luchar  contra la negación del duelo necesario y urgente que se les debe a las familias de los asesinados." 

BdS.- ¿Cómo entiendes la función social de la poesía?

L.R.T.- Considero, con el querido Claudio Rodríguez, que la poesía es una “participación con el mundo” y una necesaria implicación ética con la vida y la sociedad que nos ha tocado vivir (“ahora que estamos en derrota, nunca en doma”), entiendo que la poesía debe ser no solo social, sino política y militante con el ser y los derechos humanos.
         Escribir es no mirar hacia otro lado, es mirar ahí, y “el ahí”, en este caso, son las cunetas y zanjas por abrir. “La preposición entre y el adverbio ahí”, explica Jorge Riechman, “con estas partículas se puede articular la concepción del mundo”, y cercano, por supuesto, a esas palabras está el titulo de este libro Entre cunetas.

BdS.- La memoria y la muerte han sido a lo largo del tiempo dos temas universales de la poesía, ¿cómo decidiste enfrentarte a ellos?

L.R.T.-Como seguramente mucha gente en este país, tengo amigos cercanos y queridos con familiares desaparecidos en las cunetas, que además de colaborar y pertenecer a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, han necesitado desde siempre cumplir el objetivo del duelo y conseguir a su vez la justicia necesaria y obligada que todos debemos a estos muertos, porque los muertos son de todos.
Por otra parte, a los jóvenes, a las chicas y chicos como mis alumnos, este régimen culpable e inacabable, -al menos hasta ahora-, les ha sustraído no solo los hechos de la historia, sino lo significativo y simbólico de una Memoria clara, ajustada y objetiva, fundamental para entender nuestra sociedad actual y descartar posibles venganzas, vengan de donde vengan.
Por ello, estos universales poéticos, muerte y memoria, necesitaba hacerlos tangibles y concretos, desde una realidad histórica centrada en algunos descarnados momentos posibles, que aparecieran, por supuesto, cargados de poesía.

Luis Ramos de la Torre


BdS.- ¿Qué respuesta estás recibiendo a estos comprometidos poemas?

L.R.T.- Dado que, “la herida, tristemente, sigue estando abierta”, las respuestas que nos llegan, tanto de las recitaciones públicas como de las lecturas personales de la gente, son buenas e interesantes. Pienso en su dolor, y me imagino a muchos lectores, -según me cuentan-, leyendo los versos y recibiendo el peso y la melancolía de su propia historia, así como la amarga descarga del olvido ejercido contra sus familiares.
Me hubiera gustado que libros como este no se hubieran tenido que escribir nunca, así las cosas habrían sucedido afortunadamente de otra manera. Pero vuelvo a la idea de la poesía involucrada y definida como una participación necesaria en el mundo, más que como un compromiso meramente ideológico, esto me recuerda dos conceptos diferentes sobre la libertad de acción.

BdS.- El lenguaje de tus versos parece también en sí mismo una zanja, tajante y sin demasiadas concesiones líricas, ¿qué importancia le das a la palabra, cómo la eliges?

L.R.T.- Dice Emilio Lledó que “la poesía es indagación y ha de estar involucrada en el mundo donde se vive”; se trataría, pues, de un intermedio que se alza, un entre alzando la forma de ver el mundo; por eso en esta metaxú, en esta zanja tajante, en este “ENTRE-paréntesis”, que aparece tan magistralmente captado y dibujado  por el diseñador en la portada del libro, las palabras están llamadas y obligadas a “sangrar por la herida”, y su elección debe de estar ajustada y ser lo más justas posible con esa “justicia necesaria” que se reivindica en la propia dedicatoria de Entre cunetas.
   Como recuerda Rafael Chirles hablando desde Cesare Pavese “la poesía no se enuncia, se intenta”; y ese ha sido el objetivo que he pretendido llevar a cabo.

BdS.- ¿Cuáles son tus referentes literarios?

L.R.T.-Desde hace muchos años, además de las referencias literarias relacionadas con la Música –mi otra parte vital-, la poesía de Claudio Rodríguez, sobre todo los versos de Alianza y condena y Casi una leyenda (que habla de la muerte); la lírica y la palabra de Agustín García Calvo y, en la actualidad, la poesía de Chantal Maillard, Miguel Ángel Velasco y Olvido García Valdés, entre otros, se han convertido en pilares importantes para mi.
Si con ellos recordamos a novelistas como Max Aub, Rafael Chirbes, Belén Gopegui o Vila-Matas por citar autores españoles, parece que el mundo literario y la vida en general a su lado, cobra más fuerza e interés.




Puedes comprarlo con descuento AQUÍ

sábado, 5 de diciembre de 2015

Entrevista a Cristina Redondo en La República Cultural.es

Cristina Redondo: “es un error pensar que el tiempo pasado regresa tal y como lo dejamos
Entrevista a la autora de Jambalaya, y de La virtud de la torpeza

Publicado el Jueves 3 de diciembre de 2015, a las 00:15h


Julio Castro – La República Cultural.es

Era el Fringe Madrid del año 2013, y en Matadero se mostraba un trabajo dirigido por Fernando Soto, con Paula Quintana como protagonista. La sorpresa del formato, señalaba claramente a la idea desde un texto en el que su autora, Cristina Redondo, ya dejaba claro que no había un concepto formal de dramaturgia, desde el que nacía el trabajo teatral y coreográfico en el que se basaba la idea que podíamos ver. Apenas intercambiamos muchas palabras la autora y yo, pero afortunadamente existe el correo electrónico, y eso sirvió para que me sugiriera leer el comienzo de una novela en ciernes, Jambalaya, que entonces estaban leyendo en una editorial.

Pocas semanas después estaba pidiéndole el resto para, que todo desembocara en la sugerencia de contactar con la editorial Baile del Sol, y proponer su publicación. Hablar del contenido deJambalaya en profanidad, queda para otro momento, igual que ya tuve ocasión de escribir sobre la puesta en pie de La virtud de la torpeza, obra de la que hablaba antes. Sí que me parece interesante la comparación de los espacios que crecen a partir de la mente de esta autora, que en aquel estreno de Fernando Soto eran muy evidentes desde lo visual y desde el movimiento, y que redescubro más tarde en la literatura de Cristina. Uno nunca sabe dónde comienza el acto del diseño escénico, o dónde termina la autora, especialmente cuando ella participa del proyecto, pero aquí es patente que sin el movimiento escrito, no existe el movimiento escénico.

Cuando abordo el mundo mágico de este Jambalaya, descubro también que me traslada al cine más que al teatro, y que construye secuencias que de otra manera no pueden recrearse. Pero también, el faro del que habla, me conduce al dibujo de los libros de Paco Roca, porque sus ambientes, en lenguajes tan diferentes, conectan como líneas paralelas cercanas. Los personajes son todo un lujo de análisis individual, a la vez que los paralelismos de las ideas, el sueño, las realidades imaginadas, el mundo de los vivos y los muertos, o la duda de lo que es y lo que sus participantes desean que sea, componen un extraño ambiente que, aún en un lugar inexistente, sitúan al lector en las costas gallegas a la vez que en su interior montañoso, pero siempre entre brumas matinales y nocturnas, que sólo Manuela convoca o despeja de la realidad de Hank. Cristina describe a mujeres muy libres, con pensamientos propios que no se tamizan por parte de los hombres, pero que a veces quieren acompañarse de ellos, pero todo tiene su contexto y es interesante descubrirlo.
He querido hacer una breve entrevista a Cristina que, como en ocasiones anteriores, se produce a distancia, pero que recoge pinceladas muy elementales de conjunto, y que creo básicas para una primera aproximación. A medida que haya ocasión de ir escribiendo sobre su trabajo, y que el público pueda aproximarse a la dualidad de sus formatos hechos desde la literatura, se enriquecerá el perfil de la autora, pero sea en el formato que sea, sus textos son diferentes y ofrecen propuestas originales para envolver al lector.

¿Por qué esa influencia del realismo mágico en tus textos?
Siempre me ha gustado la literatura inesperada. Bien sea por la forma o por el contenido. Ese tipo de textos que te sorprenden en sus derivas. He intentando escribir textos hiperrealistas y siempre he acabado disparando hacia arriba. Es una tendencia. No sólo existe lo obvio, muchas veces es más intenteresante dejarse llevar por aquello que no lo es.

Eliges el paisaje gallego de Viraiñas ¿se pierde esa magia del territorio al sur del Bierzo?
Pues es curioso que me preguntes esto, Julio, porque Viariañas no existe, pero sí existe la bella Galicia. No es el Bierzo, no es nada, pero lo es todo. Quería crear un entorno lo suficientemente importante como para que fuera imposible no querer regresar. En Jambalaya, Viariñas tiene su propio latido. Algún día encontraremos esas geografías. Todos tenemos la nuestra.

El crecimiento personal para descubrirse uno mismo es un viaje que puede durar toda una vida y a Hank le lleva la mitad saberlo ¿es necesario despedir a tus fantasmas para llegar ahí?
Es necesario saber que los tienes. Creo que hay personas que lo tapan todo demasiado y se pierden en esas búsquedas. Es cierto que la infancia de Hank le abrió horizontes insospechados. Qué suerte tan tremenda, ¿verdad? y a la vez, qué fatalidad poder verlo todo, sentirlo todo con la intensidad con la que él lo sentía. Todas las emociones en sus extremos son encantadoras. Pero también insoportables.

Dice Hank “ahora que lo he soñado todo, quizás sea el tiempo de despertar” ¿Crees que el pasado es como un sueño?
Me encantaría pensar eso. Supongo que porque siempre digo que no tengo memoria y al final de los sueños nos quedan solo impresiones. Son cuadros impresionistas, de hecho. Hay que entornar los ojos para verlo todo con claridad. Hank está abriendo los ojos del todo. Y cuando uno hace eso, se encuentra con el presente.

Veo diversas influencias en este texto, pero en la Elvira que renuncia a Julián tras su confesión, parece que hay trazos de la Yerma de Lorca ahogando a Juan
Si seguimos hablando de las emociones en sus extremos tenemos que hablar siempre de Lorca. Están la noche, la mar, está el dolor, la tierra seca, y mujeres como titanes, hombres valientes, hombres cobardes, y un silencio perpetuado como si fuera un maldito virus. La venganza callada. ¿Por qué nos cuesta tanto hablar? y decirnos las cosas a la cara. Elvira es sin duda uno de los personajes más complejos de la novela. Haría falta otro libro para explicar sus motivaciones. Puedo oir su voz, la escucho cuando canta ópera.

Te apoyas en García Márquez en el texto “de Macondo comprendí que al lugar donde fueras feliz no debieras tratar de volver” sin embargo hay un retorno necesario en tu historia.
Es que es un error pensar que el tiempo pasado regresa tal y como lo dejamos. No hay imágenes congeladas esperando a que las revivamos. Cuántas veces no hemos revisitado ciudades, lugares, olido los mismos aromas y nos hemos sorprendido porque no hemos sentido lo mismo que sentimos entonces. Hay algo de decepción entonces. El desencanto, supongo. Nos parecemos al agua de un río que pasa. Tenemos que asumir que esta vida es un camino hacia delante. Hank tenía que volver. Lo que no sabemos es qué se encontró en Viariñas al regresar. Yo creo que se equivoca, pero ¿cómo decirle a alguien que está convecido lo que tiene que hacer? es libre. Eso es bueno.

Has escrito textos que se han llevado al teatro ¿construyes tus trabajos desde lo puramente literario o te suponen una forma de pensar diferente en cada caso?
Mi oficio es escribir. Pero sí, pienso de manera diferente si escribo para teatro o para novela. No sé cómo pienso, pero sé que es diferente. Hay un tipo de sufrimiento en la escritura que también es diferente. En ambos casos siempre busco algo que a veces no encuentro. No sé cómo explicarlo. Por eso sigo escribiendo.

Si tienes que escoger entre la literatura para el teatro o la novela ¿por qué camino te decantas?

La novela. El teatro.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Bailando con Elvira Rebollo: "Pretendo transcribir anécdotas de la vida y a veces se ríe y otras se llora"


Baile del Sol.- En Loca novelife 2 volvemos a encontrarnos con Eugenia, la protagonista de la primera parte, ¿qué nos viene a contar ahora?
Elvira Rebollo.- En esta segunda parte Eugenia aparca las anécdotas troteras por los diferentes países en los que ha estado y se centra en Madrid, que es donde vive actualmente. Narra su lucha constante por recuperar la ilusión y la confianza en la vida. Aun así sigue habiendo episodios muy divertidos.


BdS.- Esta novela también resulta muy visual, muy cinematográfica, ¿es esa tu intención cuando escribes?

E.R.- Mi intención es crear personajes creíbles y con los que el lector pueda empatizar, tenga o no algo en común con ellos, y creo que narrar las historias con agilidad y marcar elementos muy visuales puede dar un efecto bastante eficaz en este sentido.


BdS.- ¿Te preguntan mucho si este relato es autobiográfico?, ¿lo es?

E.R.- Sí, alguna vez me lo han preguntado y siempre respondo que no, que para nada (risas).

BdS- En las dos novelas se despiertan muchas emociones, la risa y el llanto parecen siempre a flor de piel, ¿cómo manejas esto a la hora de escribir?

E.R.- Pretendo transcribir anécdotas de la vida y a veces se ríe y otras se llora. Si creas un personaje verosímil te va a llevar de un extremo a otro sin darte cuenta.

"Mi intención es crear personajes creíbles y con los que el lector pueda empatizar, tenga o no algo en común con ellos".



BdS.- Tu escritura es muy directa y limpia, la novela se lee casi de un tirón porque dan ganas de seguir avanzando, cuéntanos cómo es tu proceso de escritura, ¿haces varias versiones, corriges mucho, es fluido...?

E.R.- Pues es muy sencillo, me siento delante del ordenador y escribo. Normalmente algo que he visto o he escuchado me despierta una idea y en mi cabeza se desarrolla un relato bastante rápido y luego lo intento transcribir. Es cierto que trabajo con historias cortas, aunque luego deriven en una novela. No corrijo hasta que la novela no esté terminada, es entonces cuando elimino mucho texto y rehago de nuevo. Me lo paso realmente bien. Nunca he sufrido el síndrome de la hoja en blanco o la sensación de que se trate de un proceso doloroso y torturador como dicen a los que les encanta el postureo del escritor maldito. Me resulta muy fácil escribir, lo hago con música o incluso viendo la tele, no necesito aislarme. La única manía que he tenido durante mucho tiempo era la de escribir con luz artificial (normalmente por la noche) pero por un problema grave en la vista no me ha quedado más remedio que reeducar mis hábitos y ahora intento aprovechar al máximo la luz del día.





BdS.-- Ya estamos deseando leer algo más de Elvira Rebollo, ¿para cuándo una nueva novela?, ¿puedes adelantarnos algo?
E.R.- La tercera la tengo aparcada porque ahora mismo estoy terminando de corregir un nuevo texto teatral "Calvario 13", que lo llevo con un retraso monumental, y si todo va bien, espero que se estrene en el 2016. Y en cuanto tenga enfilada la obra teatral volveré a retomar la escritura de la tercera novela. Puedo adelantar que cambio de registro totalmente, será una parodia de la novela negra con muchísimo humor absurdo y situaciones surrealistas. Si consigo transcribir lo que tengo en la cabeza, creo que tendrá un punto experimental muy divertido.


Puedes comprarlo con descuento AQUÍ