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martes, 17 de abril de 2018

La poesía de Roque Dalton en Letralia, Tierra de Letras

Poesía y revolución, 

un repaso a la obra de Roque Dalton

 • Lunes 5 de junio de 2017

Roque Dalton
Roque Dalton ha sobrevivido en el ámbito de la poesía latinoamericana enarbolando la bandera de una revolución que iba más allá de un asunto político o de poder, se trataba de una revolución íntima, personal y dramática que no pudo resolver en vida.
En mayo de este año, Roque Dalton habría cumplido 82 años, si no fuera por la muerte que se cruzó en su camino vestida de traición, luego de haberla esquivado en varias oportunidades. En 1960, por ejemplo, fue condenado a muerte por el dictador salvadoreño José María Lemus, pero éste fue derrocado cuatro días antes de que se cumpliera la orden de fusilar a Dalton. En otra ocasión pudo escapar de prisión con la complicidad de un terremoto; así, antes de cumplir los cuarenta años, ya había vivido lo suficiente como para no sorprenderse con la muerte, pues su vida estaba llena de poesía y revolución.
Dalton sobresalió pronto entre la dirigencia política juvenil por su ímpetu y estilo desenfadado para polemizar y opinar.
Luego su nombre se convirtió en mito y sus poemas recorrieron el continente alimentando la esperanza de los pueblos que luchaban por salir de las dictaduras. Pero ha pasado el tiempo, y ese lenguaje con el que se celebraba su palabra en los años setenta ha ido tomando un nuevo rumbo: el de la razón. La emoción que envolvía la literatura entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando los movimientos revolucionarios centroamericanos contagiaban el arte y el periodismo, pasó luego a ser la razón con la que la política asumió su nuevo papel, también desde la literatura o la música y la pintura: la de cuestionar el nuevo sistema.
La poesía de Roque Dalton se hace, entonces, vigente y contemporánea; no se renueva, sino que termina reflejando la nueva situación política de los países que volvían a caer en manos de la ambición política de quienes subieron al poder luego de derrocar las dictaduras. Por entonces, mientras en Centroamérica se recuperaba la democracia a sangre y fuego, en Sudamérica las dictaduras militares se agotaban y cedían a la democracia, pero nada parecía cambiar: la violencia, el ansia de poder y la corrupción seguían siendo el plato común, lo que nos unía como continente.
La biografía de Roque Antonio Dalton García no es extensa pero sí intensa. Luego de estudiar la escuela en San Salvador, viajó pronto por diversos países latinoamericanos, como Chile y México, donde estudió Derecho, Sociología y Antropología, aunque nunca alcanzó un título académico, pero sí le sirvió para descubrir, estudiar y explicar el marxismo. Con esa preparación e interés, viajó luego a Cuba y a la Unión Soviética, donde enriqueció sus estudios políticos, para luego volver a su país e integrarse a los movimientos literarios y políticos, y trabajar con las juventudes comunistas.
Dalton sobresalió pronto entre la dirigencia política juvenil por su ímpetu y estilo desenfadado para polemizar y opinar, pero al mismo tiempo su nombre fue adquiriendo una presencia mayor en el panorama de la literatura de su país, especialmente luego de ganar el Premio Casa de las Américas por su libro Taberna y otros lugares. Esta presencia se extendió al continente al relacionarse con escritores como Julio Cortázar, Haydée Santamaría o Roberto Fernández Retamar, quienes reconocen en Dalton un poeta singular, político y comprometido.
La obra de Dalton fue revalorada, en vista de que la realidad y los procesos políticos en su país no dejarían de mencionarlo como uno de los personajes más importantes de esos años violentos.
Dalton inicia su carrera literaria publicando una plaqueta de poesía en 1957 para luego publicar seis libros en tres años. En esa época destaca su poesía con fuerte influencia de Pablo Neruda y, especialmente, de César Vallejo, a quien dedicaría un libro de ensayo publicado en La Habana en 1963. El crítico Luis Melgar señala que esta primera etapa literaria de Dalton se caracteriza por desarrollar temas relacionados con el indigenismo, la política y lo social, y desde su expresión intimista temas como la melancolía, la soledad y la muerte.
Posteriormente la obra de Dalton se hará más racional, política y testimonial, sin abandonar el lenguaje corrosivo, directo y de fácil lectura. Aunque este estilo llevó a su poesía a los límites del panfleto, su compromiso político le daba coherencia a estas formas de ver la realidad: la política, el arte y la acción por la revolución.

A lo largo de su corta vida, Dalton publicaría diez libros y varios artículos y ensayos, el total de su producción alcanzaría 13 libros de poesía, una novela, un relato testimonial y algunas piezas de teatro. Luego de su muerte se publicarían textos inéditos, se tradujeron sus poemas a diferentes idiomas e incluso se filmó un documental. La obra de Dalton fue revalorada, en vista de que la realidad y los procesos políticos en su país no dejarían de mencionarlo como uno de los personajes más importantes de esos años violentos. Asimismo, se puede encontrar una extensa bibliografía respecto a los estudios, reseñas y análisis que se ha hecho de su obra por parte de críticos y escritores de toda América Latina.
La obra de Roque Dalton ha sido calificada como política y revolucionaria, o social, como la denominan otros, y durante los últimos años del siglo veinte ejerció cierta influencia en los jóvenes escritores latinoamericanos, debido en parte a la efervescencia de movimientos revolucionarios, pero también por la seguridad y valentía con que exponía sus puntos de vista a través de la poesía. Esta actitud motivó propuestas estéticas interesantes, pues se iban rompiendo ciertos parámetros respecto a las diferencias entre poesía pura y social.
Un poema breve podría resumir el espíritu político y la propuesta estética de Roque Dalton:

Las rimas de la historia nacional

Rimas salvadoreñas antes de 1972:
El que fue a Sevilla perdió su silla
Hártate un huevo con mantequilla
Porque aquí viene don Pancho Villa
Con sus dos putas a la orilla
(…)
Rimas salvadoreñas después de 1972:
El que fue a Sevilla perdió su silla
Guerrilla, guerrilla, guerrilla
Guerrilla, guerrilla, guerrilla, guerrilla…
Aunque parezca un poema sencillo, o no manifieste un lenguaje poético tradicional, se refleja en el texto el carácter humorístico de Dalton, sin afectar la crítica social, la fuerte sensación de enfrentarse a las formalidades literarias, pero al mismo tiempo usando las armas de lenguaje popular muy propio de su contexto. En esta muestra se puede ver también la contraposición de dos situaciones, la banal o trivial de una sociedad festiva y despreocupada y la extremadamente politizada y hasta violenta, que ilustran la historia nacional.
En otro poema, aún más breve, el poeta asume una suerte de burla hacia sí mismo, hacia la sociedad en la que se desenvuelve, y a los juegos políticos que generan la guerra y la violencia, de la cual no puede librarse:

Guerra

Mi verdadero conflicto
Hondureño-salvadoreño
Fue con una muchacha.
Roque Dalton era dueño de un sutil sentido del humor, no pudo separarlo de su poesía, ya sea abordando temas políticos, amorosos o los concernientes a su intimidad, y más bien lo supo usar como una poderosa arma del lenguaje para hacer más incisiva su propuesta ética. La poesía es un género de extremos, Dalton se puso en uno de ellos y desde allí enfiló su espíritu hasta la muerte, que no sabe de colores políticos ni de asuntos estéticos.
Existen más de dos versiones sobre la muerte de Dalton, pero todas coinciden en que su cuerpo nunca fue hallado.
En el caso de los medios de comunicación, en el periodismo de actualidad la unión entre humor y política da como resultado la caricatura, pero en el caso de la poesía, o de la literatura en general, el humor y la política pueden dar como resultado el panfleto, o pueden derivar en poesía social. La ruta de Dalton no llegó a ninguno de esos extremos, pero sí eligió su destino: el de la revolución. Si bien esta idea se relaciona con el uso de las armas y la violencia para asumir el poder, el poeta salvadoreño tuvo a la poesía como la mejor manera de expresar su país y su individualidad.
Los extremos de la poesía alcanzan algunas veces a los propios poetas. Existen más de dos versiones sobre la muerte de Dalton, pero todas coinciden en que su cuerpo nunca fue hallado; solo los testimonios de los asesinos, que además fueron sus compañeros de partido, dan las pistas de la desaparición de su cuerpo, pero hasta hoy nada se ha resuelto. Así, envuelto en su propio mito, Roque Dalton ha sobrevivido en el ámbito de la poesía latinoamericana enarbolando la bandera de una revolución que iba más allá de un asunto político o de poder, se trataba de una revolución íntima, personal y dramática que no pudo resolver en vida.

martes, 10 de abril de 2018

Semblanza de Roque Dalton en el Diario ContraPunto

Roque Dalton: érase un hombre a su pluma y fusil atado

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Foto: Archivo ContraPunto
Roque es el recuerdo de la sangre joven prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un El Salvador más justo
El día 14 de mayo de 1935, nace en San Salvador, capital de la República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas latinoamericanos : Roque Dalton García. Comprometido con la lucha de su pueblo, vivió las penurias, alegrías y las contradicciones de una época que marcó igualmente su muerte, a manos de sus propios compañeros en la guerrilla, el día 10 de mayo de 1975.
Hace unos días, mi hijo mayor, que acaba de cumplir nueve años, demandó explicaciones respecto a su nombre. El porqué de él, de dónde provenía tal manera de llamar a alguien. Por qué se llamaba Roque y no Juan por ejemplo. No tuve que hacer mucha memoria para recordar a un poeta y su vida, que llenaron mis horas por largas jornadas y que influenció esta elección a la hora de dar un nombre significativo a este hijo que hoy interrogaba por su patronímico. Roque Dalton García es el nombre del ejemplo. Un hombre al cual podemos perfectamente, asimilar la paráfrasis de su propio homenaje a la muerte del Che. Roque Dalton es: “la encarnación de los más puro y lo más hermoso que existe en el seno de esa actividad grandiosa que nos impone nuestra época: la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección moral y política de su vida y de su muerte forma parte inapreciable del patrimonio revolucionario de todos lo pueblos del mundo, y cuya desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad histórica es hacernos verdaderamente dignos de su ejemplar sacrificio”
Un hombre como nosotros
“La  poesía no se escribe con ideas, sino con palabras” declaraba, a fines del siglo XIX, el poeta francés Guillaume Mallarmé. Esta sentencia, errada en Latinoamérica, y supongo que en el resto del planeta, sobre para todo aquel que tenga como arma de combate la escritura contra las injusticias que se cometen, cae estrepitosamente ante la obra vital y literaria de poetas, narradores y todos aquellos hombres y mujeres que han hecho de la literatura el modo de expresar verdades, sentimientos, deseos, anhelos e igualmente fracasos. Uno de esos hombres: vital, vigoroso y tenaz fue Roque Dalton García, una de las figuras cimeras de la poesía Latinoamericana del siglo XX. Tan genial como desconocido, tan  brillante como comprometido con las causas de justicia y libertad de su  pueblo: El Salvador, país en el que nació el 14 de mayo de 1935. Hijo de un estadounidense afincado en esas tierras centroamericanas y una enfermera salvadoreña, estudió en un Colegio de jesuitas, que le entregó  las armas de la disciplina y la constancia. A pesar de esa formación religiosa supo empaparse de la realidad trágica de su pueblo y abrevar su espíritu inquieto con letras de Neruda, Vallejos y los representantes  de la escuela Surrealista. Los poetas franceses como Billón, Saint John  Perse, Kafka, Salarrué y hasta Henry Miller allegaron agua a ese molino  creativo, inquieto, pleno de un humor desbordante y de extremo rigor intelectual, como solía caracterizarlo el fallecido escritor argentino Julio Cortázar.
Roque Dalton se definía como uno de nosotros, sin más ni menos: “Yo como tú amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero. También mi sangre bulle y  río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas. Creo que el  mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas  no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poseía de todos”. Poeta y revolucionario son dos conceptos que en Roque Dalton se conjugaron con perfecta armonía. Demostró, mediante su temática como escritor y en la vida práctica como intelectual comprometido con las causas justas de su pueblo y de Latinoamérica, que la verdad sí podía ser encerrada en palabras. Mediante la poseía, sostenía Dalton, era posible decirlo todo
“... Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha sólo de palabras...”. “...agradecido te saludo poesía porque hoy al encontrarte (en la vida y en los libros) ya no eres sólo para el deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía. Hoy  también puedes mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha  del pueblo...” Para Roque Dalton el trabajo poético le permitía expresar su propia vida, de la que era testigo y coautor, su tiempo, los  hombres, el medio que compartían con todas su interdependencias: “Camino para tal intento, desde el hecho, aparentemente simple de ser salvadoreño, o sea, parte de un pueblo latinoamericano que busca su felicidad luchando contra el imperialismo y la oligarquía criolla y que,  por razones históricas bien concretas tiene una tradición cultural sumamente pobre. Tan pobre, que solamente en una debilísima medida la ha  podido incorporar a esa lucha que reclama todas las armas”.
Un poeta revolucionario
Todo  tipo de temas ocupó su mente. Sus letras, opiniones y acciones son expresión de diversidad basada en la riqueza en el uso del lenguaje, y el compromiso político que lo embargaba. Su riqueza oral y escrita se demostraba verbo a verbo, en una poesía de rompimiento con los moldes y usanzas de la época. Sus poemas son verdaderos edificios elaborados con insólitas relaciones, entre elementos disímiles en una lucha dialéctica de unión y lucha de contrarios. Viajó, al igual que su referente político y modelo de hombre: El Che, por gran parte de Latinoamérica. Vivió en Santiago de Chile, donde estudió la carrera de leyes y en México, donde se empapó de periodismo y tertulias literarias. A pesar de  militancias, luchas, y avatares políticos su visión de la poesía era firme: “El poeta debe ser, fundamentalmente fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su  actitud ante la vida y los hombres le imponga como gran responsabilidad  de convivencia, Y aquí no caben los subterfugios ni la inversión de los  términos. El poeta es tal porque hace poesía, es decir, porque crea una  obra bella. Mientras haga otra cosa será todo lo que quiera menos un poeta. Lo cual, por supuesto, no implica con respecto al poeta una privilegiada situación entre los hombres, sino tan sólo una exacta ubicación entre los mismos y una rigurosa limitación de sus actividades,  que también sería eficaz en el caso de particularizar la calidad de los  médicos, los carpinteros, los soldados o los criminales”.
“La ventana en el rostro” escrita en el año 1961 fue su primer libro, y en él están contenidos las características de lo que sería todo su trabajo futuro: Un lenguaje fulgurante y de ruptura, la voluntad conceptual y una estructura innovadora que empieza a abrirle paso en la gran camada de poetas, cuentistas, ensayista y novelistas que ha dado Latinoamérica en el siglo XX. Le siguió “El Turno del Ofendido”, donde comienza a perfilarse con mayor nitidez su poesía plena de ironía y crítica no sólo  frente a otros poetas, sobre todo los adoradores del soneto, que para Dalton significaba, en ese momento “una poesía conservadora, anacrónica y  no sólo por el formalismo esencial que el sonetismo conlleva, sino porque los problemas de la vida actual no caben en vasos tan puros y estrechos” (Carta de Roque Dalton a los autores de la Revista “De aquí en adelante”. En el Poema “Canto a Nuestra Posición” dedicado a su amigo  y compañero Otto René Castillo, expresa su crítica afilada a esos llamados de hacer florecer todo en el poema ya que el hombre parecía ser  un pequeño dios: “...¿Cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna bruñida, cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones borrachos y gangrenas y obscuros desperdicios de vida sin estrellas?...Ay poetas que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen los calcetines rotos, que os  olvidasteis del final de los meses de los inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre, lleno de hormigas y definitivamente sin pan... ay poetas ¡como duelen vuestras estaturas inútiles!.”
Estudió e investigó con rigurosidad y con originalidad  la historia de El Salvador a través de la publicación de un libro de testimonio fundamental, para el estudio de los acontecimientos relacionados con las luchas obreras y campesinas en El Salvador: “Miguel  Mármol: la insurrección en El Salvador: año 1932”” donde a través de la  historia de este personaje real se da cuenta de la represión al levantamiento campesino y que ocasionó 20.000 muertos en apenas tres meses. Su quehacer literario lo colocó al servicio de su pueblo y cuando  este reclamó su presencia en esa Inmensa estepa verde que son las montañas de Morazán, y ellas se convirtieron en su hogar no dudo un minuto en convertirlas en una nueva trinchera de palabras y balas. Morazán se convirtió en el último centro de su creación, no sólo de dardopalabras maravillosas lanzadas al centro de la injusticia, golpes de ideas, de agudezas sustantivas, verbales y adjetivas, bofetadas de realidad, sino también de plasmación de ese hombre nuevo, que años atrás, en montañas de la sierra boliviana se empezó a visualizar en forma de pájaro de fuego llamado Ernesto. Morazán sería su escalón más alto en la vida de un revolucionario, su vida plena pero también su muerte, tan brutal como absurda a manos de una fracción de la organización guerrillera en la cual militaba, en el trágico 14 de mayo del año 1975.
Este hombre, bajo en estatura pero gigante como poeta y rebelde en una conjugación práctica y , estaba convencido que una de las vías fundamentales, posibles de transformar al intelectual en  intelectual revolucionario era la acción social. Una práctica que le daba temor, tan presente junto al miedo y la pérdida de la inocencia en cada uno de sus poemas: “27 años: Es una cosa seria tener veintisiete años, en realidad es una de las cosas más serias. En derredor se mueren los amigos de la infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad”. Esa praxis social debía hacerse en el seno de la lucha de  los pueblos que llevan a cabo su combate por dejar sólo de sobrevivir y  llegar a conocer lo que es vivir como un verdadero ser humano. Su paso por Cuba, donde dejó a sus dos hijos, para dedicarse a la lucha guerrillera le dio la formación necesaria, no sólo desde el punto de vista político sino que literario y de reconocimiento expresado en su Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1969, por su poemario “Taberna y Otros Lugares”.
Este libro de poemas es la expresión de  lo que fue Roque Dalton, un insurrecto permanente, un visionario, un hombre dotado de gran sutileza. En plena efervencia pre- Primavera de Praga en el año 1968, Roque Dalton solía visitar las viejas tabernas del  centro de la capital de la ex Checoslovaquia, después de su trabajo en la Revista Internacional, que reunía la crema y nata de los ideólogos comunistas de ese entonces. En esas visitas llenas de espumosos brebajes, Roque, armado de una vieja máquina grabadora se deleitaba escuchando las conversaciones de estudiantes, obreros y soldados. De ese  trabajo salió Taberna y Otros Lugares, pero también el convencimiento que el socialismo, en aquellos grises países de Europa del Este no eran el modelo natural de esa visión de mundo, que tarde o temprano reventaría por sus propias contradicciones, y que Latinoamérica no debía  trasladar mecánicamente las experiencias políticas allende el Atlántico.
El gran habitante del pequeño pulgarcito
Uno  de sus hijos, Juan José Dalton lo describe como un tipo genial, poseedor de sentido del humor inigualable, un hombre que sabía esconder las tristezas bajo una permanente sonrisa y con una decisión inquebrantable. Así, cuenta Juan José: “En la Habana teníamos un vecino que se llamaba Fernando Martínez, era un experto en marxismo-leninismo. Como en su casa se había roto el refrigerador, mi papá le guardaba la carne y le pollo a cambio de clases de materialismo. Cuenta Fernando que  en una de esas calurosas tardes de 1972, había salido a la verja de su casa. Bajando por la calle J, del Vedado (donde aún está nuestra casa en  La Habana), venía rodando mi padre. El poste de la esquina lo detuvo. Fernando se le acercó. “¿Roque, que te pasa chico? Mira como vienes...” “No voy a seguir bebiendo Fernando, porque si no, no voy a poder ser guerrillero”, le contestó a modo de autocrítica. “Efectivamente, nunca más lo volví a ver tomado... Fue la última vez. Nunca creí que esa la despedida”, me contó aquel cubano”. Era la última vez pues su próximo paso era integrarse a las fuerzas guerrilleras que actuaban en El Salvador.
Roque era también un escritor del más íntimo lirismo, capaz de expresar los dolores que llegaban del testimonio práctico de las heridas de su pequeño pulgarcito, como una vez definió la poetisa chilena Gabriela Mistral a El Salvador. Sus letras venían del pueblo, de  la herida vallejiana que carcomía la vida de ese Salvador suplicante de  ser salvado. Nos legó la policromía de su estilo, la riqueza y vivacidad de su prosa refulgente y dinámica, la belleza de sus ideas y lenguaje. Nos dejó un arma defensiva a la cual recurrir, cuando los significados y significantes nos amenazan con evadir sus responsabilidades. Sus escritos no marcharon nunca al margen de la hoy tan vilipendiada lucha de clases pero, esa contradicción vital era transmitida en forma tan sugerente y pedagógica, tan finamente irónica y  genial, que podía enseñar más con el corazón que con manuales, con su experiencia más que con citas de sesudos personajes. Roque, a su manera,  mostró el escalón más alto del ser humano, para llegar a tener los derechos nunca alcanzados de su pueblo: “El escritor y el artista latinoamericano promedio, lucha en distintos niveles contra el régimen que lo discrimina, lo humilla y lo persigue; y más, que el poeta y el escritor, es el subversivo, el perseguido, el preso, el torturado. Y comienza a ser el asesinado junto a miles de su pueblo, y el que combate  con las armas en la mano, en consecuencia los nombres de Javier Heraud,  Edgardo Tello, Otto René Castillo encabezan la lista.
”Su pequeña  amada patria era un tema constante en sus letras. Mezclaba en ello la rabia y la ternura, el amor y el odio más profundo. Mientras su madurez biológica avanzaba inexorable, su florecimiento intelectual, nutrido en tierras latinoamericanas y europeas, desbordaba los cauces poéticos conocidos hasta la época. Su amor por ese pedazo de tierra de 20.000 kilómetros cuadrados, no tenía los límites señalados en mapas y acuerdos  políticos, pero se había transformado, con el paso de los años y el exilio, en un dolor que laceraba todo su ser, y lo convencía que la redención de su Salvador, pasaba por liberarlo de todo aquello que roía su existencia. Roque estaba convencido, que la libertad de su diminuta tierra era parte de la construcción de múltiples patrias dispersas por la mestiza Latinoamérica. La edificación de un verdadero Nuevo Mundo, con hombres nuevos era considerada por Roque Dalton como un camino plagado de dificultades, una senda difícil, dura y terrible, que necesitaba de inéditos y más penetrantes dolores para lograr erradicar su enajenación: “Necesitas bofetones, electro-Shocks, Psicoanálisis, para que despertés a tu verdadera personalidad... habrá que meterte a la  cama, a pan de dinamita y agua, lavativas de cóctel molotov cada quince  minutos, y luego nos iremos a la guerra de verdad, todos juntos, novia encarnizada, mamá que parás el pelo”
Ser fuerte sin perder la ternura
Roque  fue también periodista, de aquel que desolla, que enseña y no hace de la lisonja el pan de cada día. Se alejó y burló del dogmatismo obnubilante, verdadero opio del deseo y práctica de cambios. Los esquemas incuestionables, hayan sido políticos o literarios no eran su alimento. No existía disyuntiva entre su creación artística y su actividad política, entre versos y reforma agraria, entre ensayos literarios y prácticas guerreras ¿Su máxima? La duda, siempre la duda en  lugar del dogma que adormece. La crítica que construye en lugar del acatamiento incondicional. El aprendizaje de esto fue un proceso doloroso: “Mi actitdu ante el contenido ideológico y la trascenedencia social de la obra poética está determinada fundamentalmente por dos hechos extremos: el de mi larga y profunda formación burguesa y el de la  militancia revolucionaria que mantengo desde algunos años. La práctica en las filas del partido ha organizado mi preocupación e siempre por los  problemas de la gente que me rodea, del pueblo, en último grado y ha ubicado con exactitud ante mi atención, las responsabilidades fundamentales a las cuales deberse, así como a la forma concreta de realizar esos deberes a lo largo de la vida. Pero los largos años en el Colegio Jesuita, el desarrollo de mi primera juventud en el seno de la chata burguesía salvadoreña, el apegamiento a formas de vida irresponsables, alejadas con santo horror del sacrificio o de los problemas esenciales de la época, han dejado en mí sus marcas, las cicatrices que aún ahora duelen”.
Estas palabras escritas en su Ensayo “Poesía y Militancia en América Latina” son ese ejemplo de autocrítica que animaba a Roque Dalton y que resumen esa vida plagada de  contradicciones pero siempre honesta. El destino con la revolución marcó su existencia, era un indiscutible compromiso de pareja. En un mundo como el que se nos presenta en este nuevo milenio requiere de nuevos honores, de nuevas formas de enfocar los cambios necesarios para los pueblos subdesarrollados, pero igualmente se necesita de un conciencia de revolucionarios, de poetas como Roque que si la muerte no lo tuviese en su seno, seguiría convocando a esta generación de móviles y  globalización en la necesidad de ser revolucionarios hoy, en la época dura, la única que da posibilidades de ser sujeto de epopeyas: “Ser revolucionario cuando la revolución ha eliminado a sus enemigos y se ha consolidado en todos los sentidos puede ser, sin lugar a dudas, más o menos glorioso y heroico. Pero serlo, cuando la calidad de revolucionario se suele premiar con la muerte es lo verdaderamente digno  de la poesía. El poeta entonces la poesía de su generación y la entrega  a la historia”. Roque Dalton García entregó su poesía a toda una generación de latinoamericanos que a 27 años de su asesinato, tan brutal  como absurda a manos de un grupo de dogmáticos que jamás conocieron al verdadero Roque, camuflado bajo el nombre de Julio Delfus Marín en las montañas de Morazán. Quienes lo asesinaron jamás le perdonaron su humor,  su desparpajo ante las más insólitas situaciones, su imaginación llena de optimismo por el mejoramiento humano.
El poeta Nicaragüense Julio Valle al saber sobre la muerte de su amigo dijo a su hijo Juan José “Mirá hermano, quienes mataron a Roque no tenían humor” una ingeniosidad tan permanente y vital que hizo exclamar a Eduardo Galeano que Roque era capaz de hacer reír hasta las piedras. Capaz de sacar sonrisas, pero recordarnos sobre el sufrimiento de sus hermanos en el Poema de Amor: “Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como “silver roll” y no como “gold roll”) los que repararon  la flota del pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones,  contrabandistas, por estafadores, por hambrientos... los sembradores de  maíz en plena selva extranjera, los reyes de las páginas rojas, los que  nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que  fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de la bananeras, los que lloraron borrachos por el himno nacional, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta... los eternos indocumentados, los hacelotodo, los  vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos”
Roque  Dalton murió, y ahora que El Salvador luego de muchos años de guerra civil empezó una nueva y enigmática caminata por inéditos derroteros, es  imperativo recordar a aquellos, que regaron con su fresquísima sangre el camino que hoy transitan otros nuevos hombres. Él murió, pero está encarnado en muchas vidas, que encuentran en su ejemplo, la luz que guía  y alecciona. Ha resucitado en este nuevo El Salvador, tal vez un poco mejor que aquel sangrante país que conoció sus pasos terrenos. Roque Dalton, hombre pequeñito de estatura pero gigante y feroz con la pluma y  el fusil está riendo, y lo hace henchido de placer a pesar de las masacres y las lágrimas jamás recuperadas. Roque es el recuerdo de la sangre joven prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un Salvador más justo, que entregaron sus vidas por una causa que no importaba tener como norte la muerte si de verdad se moría entre pájaros y árboles, como decía el poeta Javier Heraud. Roque ha triunfado y pronto será: Parques infantiles, escuelas, hospitales, será nuevos poemas por venir, un continente reidor y feliz por tener en su vientre a millones de nuevos Roques por nacer.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Reseña de Taberna y otros lugares de Roque Dalton, en halcondelanoche

 
“Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía.
Tú podrás llegar (si lo deseas, si sientes que lo necesitas) a la poesía por la vía de la revolución”.
Así comienza el más emblemático de los libros de un poeta legendario. Un poeta cuya muerte agrandó el mito y la repercusión de su legado. Sin embargo, la poesía de Roque Dalton se sustenta por sí sola: auténtica, comprometida, significante, domadora de un vocabulario extenso, reflexiva y vibrante, que no rehuye de los recursos literarios pero que no se adorna de ellos.
‘La taberna’ es la más célebre cervecería de Praga (U-Fleku). Lugar de peregrinaje y refugio socialista primero, después país invadido por el mismo socialismo. El poemario está escrito acaballó entre el citado lugar y los revolucionados países de Cuba y El Salvador.
El poeta hace gala de la autocrítica en sus poemas, del estallido de violencia en el continente americano, del amor, de las lecturas imposibles y las utopías vencidas.
“Uno empieza a dudar de su propia inmortalidad”.
EL DESCANSO DEL GUERRERO
Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era más fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría!
EL PRIMOGÉNITO
Lo peor no es tener miedo.
El miedo puede estudiarse como un bicho
o como un depósito de estiércol
hurgándole
con un palito.
Lo peor es abrazarse al lastre amargo
que las tripulaciones lanzan hacia el fondo del mar,
entre aplausos.

jueves, 2 de enero de 2014

La poética del francotirador/2

Muertos

Yo escribí de los muertos
sin saber de sus rudas zarabandas nocturnas…

Fue cuando murió mi primer hijo
y mi novia murió a su manera
y mi madre se quedó sin morir pero no importa
porque ya había barrido gritando de sus ojos la luz…

Sin invitación
sin desnudez apropiada
sin miedo justo a mi medida
llegué hasta sus territorios terribles
con el cabello roto y el hambre vocinglera:

Reñían horriblemente, como hermanos.

Sus uñas de aire rasgaban sus mejillas y sus pechos de aire
y su furia caía sobre los hombros de mis ojos
como si la batalla solamente sirviera
para insultarme por vivir…

De entre todos ellos
Oolge hacía brillar como una luna llena
su ancha ferocidad que merecía el respaldo del mármol
o de la peor espina.

Golpeaba a los demás y a mi miedo
con más crueldad que un niño,
como si desde el principio del tiempo
hubiese recibido sin quererlo
la espantosa encomienda de vengar a Dios.

¡Oh, amigos,
es duro ver matando a los que descansen en paz,
es más grave que quedarse solo
sabiendo que uno no sirve ni para que lo maten!

Oolge me dejó escapar aquella noche
porque era evidente en mi temblor de manos
el odio por la vida.

Desde más allá de la muerte sus tenues camaradas
me miraron partir con un desprecio inmenso
absolutamente avergonzado de mi respiración...

viernes, 1 de noviembre de 2013

Reseña de “ Miguel Mármol” de Roque Dalton

El escritor salvadoreño Roque Dalton, nacido en 1935, desarrolló una intensa actividad política que lo llevó a conocer cárceles y exilio hasta su asesinato en 1975 por sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo. La persecución de los responsables de su muerte ha dado lugar a un calvario judicial cuyas consecuencias no se han resuelto todavía. Conocido hoy sobre todo por su obra poética, rica en matices y noble de compromiso social, Roque Dalton no dudó en cultivar la narrativa en algunas ocasiones. Así, un encuentro en Praga en 1966 con su compatriota el viejo luchador obrero Miguel Mármol, superviviente de la masacre de 1932, llevó a ambos a concebir el plan de una larga entrevista que sirviera a Roque para construir un libro centrado en estos hechos. Éste, que en su forma final cubre toda la vida de Miguel Mármol desde su nacimiento hasta 1947, fue publicado en Costa Rica en 1972 y ha sido reeditado después varias veces. En 2007 fue incorporado, con adición de un estudio preliminar del filólogo y novelista David Hernández, a la “Biblioteca Roque Dalton” de la editorial canaria Baile del Sol, que agrupa sus obras más emblemáticas.
Escrito en primera persona, el libro tiene todo él un marcado tono autobiográfico, diluyéndose de este modo el trabajo del recopilador. En sus comienzos, Miguel Mármol nos narra las circunstancias de su venida al mundo en 1905 en Ilopango, como hijo de madre soltera y expulsada de su hogar, y su infancia de niño pobre a las faldas de esta mujer idolatrada. Un día averigua que su padre es un indio acomodado, alcalde por más señas de Ilopango. Con once años tiene que empezar a trabajar y lo hace con unos pescadores que le pagan con unos pocos pescados después de una faena de toda la noche. El trato es amable, pero le duele no ir a la escuela y verse “ignorante para siempre”. Se intercala aquí una pequeña crónica de la evolución política de El Salvador en esa época, del liberalismo de los Ezeta al feudalismo de la “rebelión de los 44”. En 1911 el progresismo vuelve al poder con Manuel Enrique Araujo, que es asesinado en 1913.
En lucha con la pobreza, el niño Miguel se emplea de criado en el puesto vecino de guardias, y pronto termina en funciones de asistente, se prepara para ser guardia y participa así en las cuarteladas de 1918. No obstante, ver cómo se torturaba a los presos y ser solicitado de espía de sus propios compañeros son experiencias amargas que lo empujan a dejar el servicio. Aprende entonces el oficio de zapatero que había de ser el suyo gran parte de su vida, y lo hace con un maestro del que recibe también el primer aprendizaje político, cargado de admiración por la revolución recién ocurrida en Rusia. Son años de pugna entre conservadores, que por pura fuerza manejan el cotarro, y liberales a los que Miguel se une entusiasmado, con lo que en 1922 ya tiene que escapar, perseguido por la misma Guardia Nacional a la que había rehusado pertenecer.
Entre 1922 y 1924 no desarrolla actividad política o sindical y trabaja con éxito en San Martín en su oficio de zapatero, llegando a regentar un taller con siete operarios, que luego expande con un cinematógrafo y la organización de eventos deportivos. En poco tiempo, sin embargo, lo tenemos de nuevo en Ilopango, y viviendo ya con su prima Carmencita, que sería la primera compañera de su vida. Allí en seguida hace compatibles la lezna y el tirapié con la militancia y así conoce a Agustín Farabundo Martí, que sería el líder de los sucesos de 1932. Funda la SOCPI (Sociedad de Obreros, Campesinos y Pescadores de Ilopango) y también organiza un centro cultural. Es entonces cuando su padre trata de influir en su vida y le ofrece ayuda a cambio de que “deje la política”. Miguel lo despide con palabras claras. Hay que entender que con estas actividades se están poniendo las bases del futuro movimiento obrero en El Salvador. La SOCPI da lugar al Sindicato de Oficios Varios de Ilopango y el ejemplo se extiende. El nicaragüense Augusto César Sandino es un modelo para ellos. La masa proletaria coge fuerza, pero la represión se encona y al fin Miguel Mármol tiene que dejar Ilopango.

Aunque coexiste con tendencias reformistas y anarco-sindicalistas entre los obreros, el Partido Comunista Salvadoreño (PCS), que se funda en 1930, es según Miguel Mármol el bloque dominante. Es además, en este momento, un partido formado y dirigido mayoritariamente por obreros, que siguiendo directrices de la Internacional Comunista se propone como objetivo la realización de una revolución democrático-burguesa en El Salvador. Ese mismo año, Miguel Mármol acude con su compañero Modesto Ramírez al congreso de la Internacional Sindical Roja (Profintern) en Moscú. Cuatro días antes de la partida muere su madre, que llevaba tiempo enferma del corazón. La crónica del viaje en un barco alemán está llena de anécdotas sabrosas, desde el descubrimiento del mar, hasta las conversaciones con unos y otros. En Hamburgo se reúnen con los demás delegados latinoamericanos y pronto parten de allí en un buque soviético en el que entran en contacto con un orden social que les sorprende gratamente.
Ya en tierras soviéticas, la pobreza de Leningrado les desconcierta. En seguida, viajan a Moscú, donde como contrapartida de los escaparates vacíos observan la pujanza de la industria. En el congreso asisten al diseño de una estrategia revolucionaria para el futuro y concluido este viajan por la URSS y llegan hasta el Cáucaso. La vuelta está llena de dificultades, sobre todo en la Cuba de Machado, donde son detenidos y sólo se ven libres cuando se las arreglan para ganarse al director de la cárcel. De regreso en El Salvador, realizan un intenso trabajo para informar a los campesinos y obreros de la situación en la URSS, lo que eleva el fervor de las masas. Cuando la represión arrecia, Miguel Mármol tiene que pasar a la clandestinidad. Martí es apresado por entonces y se cuentan aquí anécdotas que muestran su coraje indoblegable. Aunque expulsado a los Estados Unidos, logra volver a Centroamérica. En 1931, Mármol cae preso varias veces, pero la acción violenta de las masas obliga a que sea liberado. A partir de 1930, las luchas sociales se habían tensado al límite.
Tras el golpe del general Maximiliano Hernández Martínez a finales de 1931, se celebran unas elecciones en las que la perspectiva de una victoria comunista desencadena la represión del ejército y la Guardia Nacional. Es entonces cuando el partido decide que se dan condiciones para una insurrección armada, cuya preparación se describe en detalle en el libro, y en seguida la dirección del movimiento cae en manos de Martí. Un retraso en el levantamiento es un error fatal pues las fuerzas gubernamentales actúan y Martí es apresado. El 22 de enero de 1932, el gobierno toma la iniciativa y se desata una lucha desigual. Miguel Mármol es detenido e interrogado. Hacinado con otros revolucionarios en una celda aguarda una muerte inminente. Esa misma noche, sacan un amplio grupo y lo llevan a fusilar. Entre ellos está Miguel, pero sus heridas no resultan mortales. Consigue escapar y tiene la suerte de dar con camaradas que velan bien armados. Ellos le esconden y lentamente se recupera en una quebrada, aunque horrorizado por las ejecuciones que al atardecer se repiten día tras día. Su cadáver había sido echado en falta al enterrar a los fusilados y se le persigue con saña, pero consigue entrar en San Salvador ayudado por varios compañeros. Mientras convalece en el mesón donde viven su hermana y su mujer, le llegan noticias de la muerte de Farabundo Martí.
Meses después, recuperado ya, viaja a la zona oriental del país, donde sobrevive a duras penas hasta que encuentra trabajo en su oficio de zapatero. En poco tiempo, retoma también la actividad política con otros comunistas de la región, mientras reside en Usulután. Una parte importante del trabajo revolucionario tenía que ser necesariamente la reflexión sobre los hechos ocurridos, y esta les lleva a la conclusión de que existía una situación favorable que fue muy mal aprovechada, dejándosele la iniciativa al gobierno. Miguel Mármol nos narra después pormenorizadamente la revuelta, así como la extrema crueldad de la represión desatada, con más de treinta mil muertos contra veinte del bando gubernamental. No obstante, más terrible todavía es la red de mentiras tejida para enmascarar estos hechos en la historiografía oficial, que describe una sanguinaria insurrección reprimida con una violencia proporcionada. Se presenta incluso un documento falso atribuido al PCS en el que se detalla un terror rojo perfectamente planificado.
Reorganizado el partido, la represión arrecia en breve y Miguel Mármol deja Usulután con la intención de buscar refugio en Honduras. No obstante, tras diversas peripecias regresa al pueblo, donde vive escondido hasta que en el verano de 1933 decide regresar a San Salvador. En la capital contribuye a la reorganización del partido, teniendo que hacer en poco tiempo vida clandestina. Se plantea otra vez huir a Honduras y el plan está preparado, pero en noviembre de 1934 es detenido. Incomunicado y continuamente esposado, es interrogado salvajemente y obligado a presenciar la tortura de sus compañeros. Así transcurren los meses. Después, altas autoridades militares lo van a ver a su celda y tratan de convencerlo de que regrese al “buen camino”. Él discute acaloradamente y con la fama que se le va creando con estas visitas, su vida mejora, aunque el gobierno niega la detención y lo hace desaparecer cada vez que un juez aparece por la cárcel.
Cae entonces enfermo del estómago y recién curado, el 12 de noviembre de 1935 se declara en huelga de hambre. Con promesas verbales de ser liberado, el día 17 la interrumpe y el 21 de enero de 1936 está en la calle. Aunque la situación familiar es desesperada y la miseria hostiga a los suyos, en poco tiempo consigue volver a su oficio de zapatero, mientras entre las gentes del partido corren falsos rumores acerca de su libertad y para colmo de desgracias es abandonado por su mujer. Sin embargo, logra recuperarse y en breve tiene éxito en la fabricación de sandalias y monta un taller en el que trabajan veinticinco personas más cinco vendedores.
Una nueva generación ha tomado mientras tanto el timón en el PCS, con predominio de intelectuales que tienen a los supervivientes del 32 por estúpidos e ignorantes. Estas fricciones acaban provocando que el partido quede dividido de hecho en tres grupos escasamente avenidos, y aunque se consigue llevar adelante una política de reunificación, Miguel Mármol descubre pronto que la dirección desconfía de él, lo que lo amarga profundamente. En esta época, el régimen de Martínez trata de organizar un sindicato vertical y la reunión fundacional de este es aprovechada hábilmente para constituir una agrupación independiente: la Alianza Nacional de Zapateros, de la que Miguel es nombrado presidente. Comienza así éste una nueva actividad política que roza la legalidad de una dictadura que evoluciona al compás de los malos resultados del fascismo internacional en la Guerra Mundial. El apoyo económico que la Alianza recibe del gobierno es muy criticado por el PCS y ante la amenaza de expulsión, Miguel Mármol rompe toda colaboración con el régimen.
Se produce entonces la rebelión militar y civil de abril de 1944 contra Martínez, sofocada a sangre y fuego. Miguel Mármol no interviene en ella, pues aunque el PCS había ayudado a prepararla, para nada contaron con él. Buscando la forma de luchar contra una dictadura que tan sañudamente se perpetúa en el poder, una reunión de sectores muy diversos de oposición acuerda fundar un partido de amplio espectro. Así nace la UNT (Unión Nacional de Trabajadores). Por aquel tiempo, los estadounidenses quitan su apoyo a Martínez y ante una situación cada vez más difícil, en mayo de 1944, éste abandona la presidencia y sale para Guatemala. Así terminan los trece años siniestros del general espiritista y teósofo, asesino consumado de obreros y campesinos.
La etapa democrática dura poco, sin embargo, pues en octubre del mismo año 1944 el coronel Osmín Aguirre da un golpe de estado, con lo que “los asesinados, presos, torturados y exiliados se pusieron de nuevo a la orden del día.” La oposición al régimen se organiza desde Guatemala, que acaba de salir de su dictadura y hay incluso un intento de invasión de El Salvador desde allí, que resulta en un fracaso y una carnicería. En Guatemala, Miguel Mármol trabaja en la formación de cuadros obreros, colaborando con la escuela y el periódico “Claridad”. El gobierno guatemalteco de Arévalo, sedicentemente progresista pero hostigado por los espadones, alterna comprensión y promesas a los sindicatos con dura represión. Tras el primero de mayo de 1947, que es un éxito de organización, la situación se encona y en septiembre, Miguel es detenido junto a otros líderes izquierdistas y todos son expulsados de Guatemala por cuatro meses. En este momento se interrumpen las memorias, pues nada cuenta Miguel Mármol de su vida a partir de entonces, salvo que vive entre Guatemala y El Salvador entre 1947 y 1954 y después de este año en El Salvador, y sigue en su labor dinamizadora de las luchas sociales.
En las reflexiones que cierran el libro, Miguel Mármol reconoce su cansancio y su renuncia a participar en la dirección de las organizaciones obreras, aunque confiesa su intención de seguir en la brecha desde la base. Termina alzando su voz por lo que considera buenas intenciones para el movimiento comunista: autocrítica, análisis ceñidos a la realidad, estudio exhaustivo de la historia y todos los errores cometidos. Se aboga también por la unidad de acción centroamericana que podría facilitar las luchas en el futuro.
El libro tiene el ritmo y el estilo de un relato autobiográfico y a lo largo de todo él, Miguel Mármol se nos muestra como un obrero comprometido con las transformaciones sociales de su país en unos tiempos extremadamente difíciles. Los rasgos personales que afloran, con algún rasgo curioso como puede ser la descripción en unas pocas ocasiones de fenómenos paranormales, dibujan sobre todo a un luchador corajudo, preocupado siempre por adaptarse a las condiciones cambiantes para hacer realidad sus objetivos emancipadores. El lenguaje sabroso y un humor que no declina ni en los peores momentos hacen que la lectura de este documento imprescindible sobre el movimiento obrero en Centroamérica resulte también una experiencia inolvidable de acercamiento humano a uno de sus actores más importantes. Es mérito de Roque Dalton renunciar a cualquier notoriedad para ser sólo luz que ilumina el rostro del protagonista del relato

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176003

martes, 26 de febrero de 2013

2013 de Poesía. Día 57. Roque Dalton

Día 57. Roque Dalton. Taberna y otros lugares (2006)




27 AÑOS

Es una cosa seria
tener veintisiete años
en realidad es una
de las cosas más serias
en derredor se mueren los amigos
de la infancia ahogada
y empieza a dudar uno
de su inmortalidad.


lunes, 18 de febrero de 2013

2013 de Poesía. Día 49. Roque Dalton

Día 49. Roque Dalton. Un libro levemente odioso (2009)


POBRE LENGUAJE

Mi país es el mundo pero el mundo
está que jode loco de sordera
funeral agorero como un golpe
una pedrada en vez de desayuno
San Pablo era más héroe que yo
somos antiguos panes vanidosos
peregrinos de una misma torre
supuran ya los tragos que tomé

Amo rebelde de una orquesta de agua
suculento desastre que retoña
en las barbas de Dios
trueno capaz de todo la palabra
menos de la incredulidad


 

martes, 12 de febrero de 2013

2013 de Poesía. Día 43. Roque Dalton


Día 43. Roque Dalton. Poemas clandestinos (2008)


SOBRE NUESTRA MORAL POÉTICA

No confundir, somos poetas que escribimos
desde la clandestinidad en que vivimos.

No somos, pues, cómodos e impunes anonimistas:
de cara estamos contra el enemigo
y cabalgamos muy cerca de él, en la misma pista.

Y al sistema y a los hombres
que atacamos desde nuestra poesía
con nuestra vida les damos la oportunidad de que se cobren,
día tras día.



martes, 5 de febrero de 2013

2013 de Poesía. Día 36. Roque Dalton


Día 36. Roque Dalton. El turno del ofendido (2009)


LA INGRATITUD

La carne de mis monedas
fue sangre pura de mis huesos.
Con ella pude sobornar al saltimbanqui
para que no llorase más,
al gitano para que diera la libertad a su pequeño caballo rojo,
a la niña de las flores
para que abandonara su vientre a las mariposas.

Pero el día llegó en que no pude dar otro paso.

Secos mis labios, áridas las manos
como la mordedura de la cal;
ardiente el ojo, a llamarada limpia,
ríspida el alma de la piel,
evaporado el apellido, la sandalia última
y la flor...
Y ahora venís a acusarme.
No importa, no, por más que duela
un poco.

No importa. Hay otros
como yo.

Como yo, sectarios de la ternura.

¡Qué más da!

¡Qué más da, si yo quemé mis naves
desde antes de nacer!
¡Desde mucho antes de nacer!


martes, 29 de enero de 2013

2013 de Poesía. Día 29. Roque Dalton


Día 29. Roque Dalton. Las historias prohibidas de Pulgarcito (2009)


Todos

Todos nacimos medio muertos en 1932
sobrevivimos pero medio vivos
cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros
que se puso a engordar sus intereses
sus réditos
y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen naciendo
medio muertos
medio vivos
Todos nacimos medio muertos en 1932
Ser salvadoreños es ser medio muerto
eso que se mueve
es la mitad de la vida que nos dejaron
Y como todos somos medio muertos
los asesinos presumen no solamente de estar totalmente vivos
sino también de ser inmortales
Pero ellos también están medio muertos
y sólo vivos a medias
Unámonos medio muertos que somos la patria
para hijos suyos podernos llamar
en nombre de los asesinados
unámonos contra los asesinos de todos
contra los asesinos de los muertos y de los mediomuertos
Todos juntos
tenemos más muerte que aquellos
pero todos juntos
tenemos más vida que ellos
La todopoderosa unión de nuestras medias vidas
de las medias vidas de todos los que nacimos medio muertos
en 1932.


lunes, 21 de enero de 2013

2013 de Poesía. Día 21. Roque Dalton


Día 21. Roque Dalton. Los testimonios (2006)


Primera Lección

Claro que así es, cipote. Mi Dios creó al hombre según su imagen y a su semejanza. Pero lo creó en un sábado, tronando de borrachera omnipotente y cuando su imagen tenía ya un criterio excesivo. De ahí que nosotros mostremos lágrimas, vísceras para el odio e itinerarios distintos para la sed y el amor. Lo cual anonada, cipote, anonada.

lunes, 14 de enero de 2013

2013 de Poesía. Día 14. Roque Dalton


Día 14. Roque Dalton. Un libro rojo para Lenin (2004)



LA VERDAD ES CONCRETA

(I)
Tú le diste un corazón de carne y sangre a la verdad
pero nos advertiste que funcionaba
como una bomba de tiempo
o como una manzana.

Que podría servir para volar la maquinaria del odio
pero que también se podría podrir.

(II)
¡Ay de los que creen que porque la verdad es concreta
ella es sólo como una piedra, como un bloque de hormigón
o un ladrillo!

Una bicicleta,
un jet,
una astronave,
son cosas concretas como la verdad.

Lo mismo que un rompecabezas.
Y un combate cuerpo a cuerpo.


sábado, 5 de enero de 2013

2013 de Poesía. Día 5. Roque Dalton


Día 5. Roque Dalton. La ventana en el rosto (2003)


Estudio con algo de tedio
Clov: -Llora…
Hammn: -Luego vive.
(Diálogo de Fin de Partida de Beckett)

Tengo quince años y lloro por las noches.
Yo sé que ello no es en manera alguna peculiar
y que antes bien hay otras cosas en el mundo
más apropiadas para decírnoslas cantando.
Sin embargo hoy he bebido vino por primera vez
y me he quedado desnudo en mis habitaciones para sorber la tarde
hecha minúsculos pedazos
por el reloj.
Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear. No hay nadie
a quien dejar piadosamente perdonado.
Está uno y su cara. Uno y su cara
de santón farsante.
Surge la cicatriz que nadie ha visto nunca,
el gesto que escondemos todo el día,
el perfil insepulto que nos hará llorar y hundirnos
el día en que lo sepan todo las buenas gentes.

Tengo quince años de cansarme
Y lloro por las noches para fingir que vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrimas,
Hasta sueño que vivo.
Puede ser que vosotros no entendáis lo que son estas cosas.
Os habla, más que yo, mi primer vino
Mientras la piel que sufro bebe sombra...



martes, 20 de diciembre de 2011

El turno del ofendido, por Roque Dalton


Editorial Baile del Sol. 172 páginas. 1ª edición de 1964, ésta de 2009.
Prólogo de Enrique Falcón.

Y hemos llegado a un mito; o, al menos, a uno de mis mitos. La primera vez que supe de la existencia del poeta Roque Dalton (El Salvador, 1935-1975) fue en algún momento impreciso de finales de los años 90, gracias a una visita al Simago de mi barrio de Móstoles. Durante los 80 ó 90 aquel Simago tenía una sección de libros y cómics, que fue reduciendo su tamaño indefinidamente hasta desaparecer. En una de sus eliminaciones de stocks, rebuscando en una cesta de metal, encontré un libro titulado Antología de la PoseíaHispanoamericana, editado por Alba en 1997. Un libro que recorría todos los países de Hispanoamérica, y de cada uno de ellos seleccionaba a 3 poetas, de los que aportaba una pequeña biografía y unos pocos poemas. El libro costaba 300 pesetas.

Inmediatamente me llamó poderosamente la atención la pequeña nota biográfica de Dalton. La reproduzco aquí: “ROQUE DALTON GARCÍA (1935-1975). Desde muy joven inicia una intensa actividad política que le lleva al exilio y a la muerte a manos de extremistas del propio grupo en el que militaba. Su poesía sincera, humana y solitaria se encuentra en un lugar de privilegio dentro de las letras centroamericanas. El mar (1962), Los testimonios(1964) y Taberna y otros lugares (1969), entre otros, reflejan unas vivencias apasionadas y esperanzadas.”
Los 4 poemas de Dalton que mostraba la antología fueron de los que más me gustaron del libro; una poesía sentida, irónica, directa…

Pero en las librerías, incluso en las especializadas en poesía de Madrid, nunca tenían ningún libro de Roque Dalton. Fue unos cuantos años después cuando, buscando por Internet, encontré que una editorial que desconocía de Canarias se había propuesto editar en España toda su obra. Esta editorial era Baile del Sol, que después iba a editar alguno de mis libros, y mi primer contacto con ella consistió en encargar en La casa del libro de Gran Vía Taberna y otros lugares (1969), que se considera la obra más emblemática de la poesía de Roque Dalton. El libro me gustó mucho, pero hizo que cambiara mi apreciación inicial sobre este poeta: no practicaba una poesía tal directa como lo que yo había supuesto. A veces sus poemas son narrativos e irónicos, creando personajes, incluso; a veces son intimistas, líricos y abstractos; a veces directamente de denuncia política; y a veces escribe pequeñas prosas cercanas al relato poético.
También leí hace unos años La ventana en el rostro (1962), y ahora me he acercado a El turno del ofendido (1964) escrito en los años 1961 y 1962, entre México y Cuba, en uno de los periodos en los que Dalton es perseguido en El Salvador.

El turno del ofendido cuenta con un interesante prólogo de 27 páginas del poeta Enrique Falcón. En la página 11 del libro, Falcón afirma: “en este libro que nos ocupa se destacan ya las tensiones fundamentales entre las que respirará su poesía entera”. También en esta página escribe: “la significación que El turno del ofendido tiene en la trayectoria poética de Roque Dalton debería ser juzgada con radicalidad y lejos todavía de ser (bienintencionadamente) deformada por el monumento de su martirio (que habrá de acaecer, todavía lejos, en 1975).”

Reconozco que me resulta muy difícil acercarme a la poesía de Roque Dalton olvidándome de su mito y de su vida exagerada: su infancia lejos del padre norteamericano que no lo reconoce, la clandestinidad, la cárcel (en una ocasión se escapa de una de El Salvador gracias a un oportuno terremoto que derrumba los muros de la prisión), su paso por México, Cuba, Checoslovaquia, la creación de una obra poética portátil, su lucha y denuncia de las injusticias… y toda esta trayectoria como prefiguración de su muerte trágica a manos de una facción radicalizada de su propio grupo revolucionario, días antes de cumplir 40 años.

Roque Dalton formó parte en su juventud en El Salvador de la llamada Generación comprometida.
De los poetas que yo he leído, le uno en mi imaginario de lector aErnesto Cardenal y a la poesía más comprometida y menos abstracta de César Vallejo.

El turno del ofendido se abre con un poema sin título que es toda una declaración de intenciones:

Me habéis golpeado azotando
la cruel mano en el rostro
(desnudo y casto
como una flor donde amanece
la primavera)

Me habéis encarcelado aún más
con vuestro ojos iracundos
muriéndose de frío mi corazón
bajo el torrente del odio

Habéis despreciado mi amor
os reísteis de su pequeño regalo ruboroso
sin querer entender los laberintos
de mi ternura

Ahora es la hora de mi turno
el turno del ofendido por años silencioso
a pesar de los gritos

Callad
Callad

Oíd



Después, el libro se divide en dos partes: Las cicatrices y Por el ojo de la llave.

Las cicatrices es de extensión bastante más breve que la segunda parte, y aquí se concentran los poemas más intimistas del conjunto. La madre del poeta era cristiana y Roque Dalton abrazó esta fe hasta los 20 años, es decir el poeta revolucionario fue creyente durante la mitad de su existencia. La influencia de la religión está presente en Las cicatrices, y me ha parecido que Dalton concibe a la figura del revolucionario de izquierdas como a la de un nuevo Jesucristo, que ha llegado a la Tierra para luchar contra la injusticia y ser la voz de los más desfavorecidos; un Jesucristo que habrá también de aceptar el sacrificio.
En algunos de estos poemas la presencia de términos religiosos (apostasía, mártir, santo, blasfemar…) es apabullante y definitoria, como podemos observar en el siguiente poema, perteneciente a el tipo de poemas en los que Dalton despliega su gusto por la metáfora abstracta y por la construcción de estructuras repetitivas (“lejos de…”):


LEJOS DE MI PATRIA

Lejos del mundo, lejos
del orden natural de las palabras;
lejos,
a doce mil kilómetros
de donde el hierro es casa para el hombre y crece
como una rara flor enamorada de las nubes;


lejos del crisantemo, del ala suave del albatros,
de los oscuros mares que blasfeman de frío;
lejos, muy lejos de donde la medianoche es habitada
y nos dicta la máquina su voz sobresaliente;
lejos incluso de donde ya quedó atrás la esperanza,
de donde el llanto nace muerto o se suicida
antes de que lo ahogue la basura;

lejos de donde los pájaros odian,
de donde te hablan de amor hediondos lobos y te invitan
a un lecho de marfil;

lejos de donde los jardines atentan contra su belleza
con los cuchillos que dona el humo;
lejos,
lejos,
lejos de donde el aire es una gran botella gris;
de donde todos ofrecen terribles pompas de jabón
y ángeles depravados beben con niños cínicos
el veneno de la apostasía contra todas las auroras que pueden;
lejos de la murmuración de las máscaras;
lejos de donde las desnudas no ciegan con la luz de su piel;

lejos de la consolación de los vómitos;

lejos de la sensualidad del pantomimo,
de la resaca de sus imprecaciones sin fondo;

lejos, terriblemente lejos
de donde corretean por las calles los monstruos de seda,
de donde los bosques tiemblan derrocados y huyen
de donde cada llave tiene una puerta que la espera sin sueño;

de donde germina ciega la música del oro
y ladran desatadas las jaurías de cobalto;

lejos, definitivamente lejos
de donde muere el mártir lapidado por la mofa
y el santo es un payaso que se queda callado.


En Las cicatrices, la idea mesiánica se concentra en algunos versos llenos de angustia existencial, en los que el poeta conversa directamente con Dios: “Pregunté a Dios por mis hermanos: Y no sabían nada” (pág. 66)

En la parte llamada Por el ojo de la llave, Dalton nos habla del hombre universal, del otro. Aunque en algunos de estos poemas también habla de sí mismo sin abandonar su angustia de existir en el mundo: “La angustia existe” (pág. 74).

En esta parte la carga metafórica es menor que en Las cicatrices, llevando, en algunos casos, al poema de esencia puramente narrativa, con la presencia también de personajes. Veamos uno de los ejemplo más claros:


EL VECINO

Tiene una esposa, más bien,
fea.

Tiene dos hijos que sacaron sus ojos
y que por estos días persiguen a los gatos en el barrio.

Trabaja, lee mucho, canta por las mañanas;
pregunta por la salud de las señoras;
es amigo del pan, del panadero;
suele beber
cerveza al mediodía;
conoce bien el fútbol, ama el mar,
desearía tener un automóvil,
asiste a los conciertos, tiene un perro pequeño,
ha vivido en París, escribió un libro –creo yo
que eran versos-, se siente satisfecho al ver los pájaros,
paga sus cuentas al final del mes,
ayudó a reparar el campanario…

Ahora está en la cárcel prisionero:
también es comunista, como dicen…


Además de la denuncia política o el reflejo de su angustia existencial, en Por el ojo de la llave también nos podemos encontrar poemas de amor, como este cargado de erotismo:

DESNUDA

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como un niño perdido
que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que me nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a las sombras los deseos me ladran.

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.

El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

El día en que te mueras te enterraré desnuda,
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.


Y para finalizar esta entrada voy a transcribir aquí –incluido enPor el ojo de la llave- el que según Mario Benedetti es el mejor poema de Roque Dalton:

ALTA HORA DE LA NOCHE

Cuando
 sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendrá la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto
desde la oscura tierra vendría por tu voz.

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre,
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

Lo dicho: Roque Dalton, uno de mis más grandes mitos personales. Qué tiempos aquellos en los que se podían comprar libros de poesía en un Simago de barrio. Tengo también de Dalton en mi estantería de inleídos Los testimonios. Lo leeré e imagino que seguiré leyendo las obras completas de Roque Dalton que está editando Baile del Sol.


http://desdelaciudadsincines.blogspot.com/2011/12/el-turno-del-ofendido-por-roque-dalton.html