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sábado, 2 de marzo de 2013

2013 de poesía. Día 61. Sara Herrera Peralta

Día 61. Sara Herrera Peralta. Shock (2011)



[La foto]

La cabeza frente al diábolo y las manos tozudas resistiéndose a sudar.
Llevar un formulario entre las manos
con una foto carné de uno mismo
con bigote y gafas
y pecas y ojeras de resaca
es estar convencido de una identidad inexistente.

Nada parece de veras
superfluo entre el aire y la cartulina.
Nada es sin existir
realmente entre las manos.
Nada lo vale tampoco.

Parecer es tener miedo
a ser lo que somos.
Parecer es temblar asustado y decir luego
tal vez mañana, y dejarlo para después
y más tarde.

Parecer, todo es parecer ahora.


martes, 28 de febrero de 2012

Sara Herrera Peralta: “Shock”


Baile del Sol, 2011. 88 páginas

23 febrero, 2012 por 
Es constante en los poemarios de Sara Herrera Peralta una reiterada crítica de la vida contemporánea, la cual se halla, en sus textos, ahogada por el trabajo y el consumo. De esta manera, la escritora sabe hábil y progresivamente, conforme se suceden sus publicaciones (desde Sin cobertura, que recoge las piezas de su primer poemario escrito, aunque ya había publicado La selva en que caí, así como en De ida y vuelta o su espléndido Provocatio), construir un registro muy frío, que roza la asepsia, pero que, en el fondo, proviene de la desolación, y que resulta coherente con su denuncia social. Shock, su último poemario, avanza en esa denuncia al enunciar el conflicto socioeconómico en primera persona exclusivamente, frente a otros poemarios en los que se acercaba desde fuera, en segunda o tercera persona.
A través de escenarios urbanos cotidianos, singularmente fríos (como los vagones de metro en los que se emplazaban los poemas de parte de De ida y vuelta), Herrera Peralta demuestra que parte de una concepción no sacralizadora de la poesía, que no excluye nada del ámbito de lo poetizable, hasta el punto de introducir no en pocas ocasiones onomatopeyas en sus piezas. Además, con frecuencia, la autora expone en sus composiciones versos que aplican una mirada casi cinematográfica a las escenas, al plasmar descripciones de objetos u observaciones siempre yuxtapuestas.
En ese sentido, la mayor parte de los poemas de Shockresponden a unos acontecimientos encadenados (como resulta una primera visita a una oficina del INEM). De esta manera, la autora establece una línea narrativa débil, pero que da sentido al conjunto y que potencia cada texto. Por otra parte, se insertan en los versos diálogos de lo que está sucediendo, que se cuelan entre los pensamientos del «yo» que conforman los poemas. Al respecto, resulta muy interesante este procedimiento de contraste entre dos mundos, que se mantiene a lo largo de todas las piezas ubicadas en ese marco.
El registro de Sara Herrera Peralta constituye una voz llena de rabia contenida («yo vine para quedarme / y voy a molestar lo máximo posible»). Mediante ella, atravesada por las dudas y la incertidumbre, Shock expresa predominantemente la angustia ante la anulación y la perspectiva de que sentirse fuera del circuito laboral supone ser excluido de la sociedad. Pero la escritora se rebela con firmeza a ser insertada en ese paradigma. Con todo, la poeta principalmente aborda el problema de la alienación en nuestros días. Así, remarca la fatal entrega de su energía que llevan a cabo las personas a sus respectivas empresas, que vacían e idiotizan por agotamiento a sus trabajadores.
Así, la escritora se muestra muy beligerante con los distintos métodos de control social actuales, especialmente sutiles, que tratan de mantener a la población en el infantilismo y en el individualismo para garantizar su sumisión.
A su vez, supone uno de los ejes de ese retrato de nuestro tiempo la denuncia ecológica, que se une al desmoronamiento generalizado de lo vivo. La contaminación, por tanto, también resulta una metáfora del abatimiento del ser humano en la sociedad actual, que une la congestión física con la angustia vital. Así, constata una degradación física, medioambiental y psicológica a causa del capitalismo que llega a provocar extenuación. Especialmente, se refleja un entorno urbano insalubre a raíz del productivismo, que es el medio más inmediato en el cual se ubica el ser humano y, más en concreto, el «yo poético». Por tanto, la poeta presenta un paisaje industrial, deshumanizador y desnaturalizador, en donde se trata de ocultar una miseria insilenciable, que pone de manifiesto las contradicciones de nuestra sociedad.
Todo eso consolida una atmósfera y una perspectiva muy pesimista sobre la existencia, con énfasis en la crítica de la apariencia que domina nuestro sistema de valores. Igualmente, denuncia la mercantilización de la vida; la presente y la que se espera para el futuro. Por otra parte, también se cuela en su poesía una denuncia de la desigualdad entre sexos, incidiendo en la supeditación social (y en los convencionalismos que la sostienen) de la mujer al varón.
En suma, buena parte de la obra de Sara Herrera Peralta aborda la deshumanización y la despersonalización, y este poemario contribuye a cimentar esa línea a través de un tono pulido y contenido. Por tanto, Shock retroalimenta una visión muy crítica de la sociedad situándose desde la perspectiva del ser humano que se encuentra abrumado por ella.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sara, la poeta que viene para quedarse


Sara Herrera Peralta
Inma Luna – laRepúblicaCultural.es


De Sara conocía fotos, proyectos y poemas; París y fotos, ella jugando con la nieve, jugando con quien la mira; poemas y libros que van y vienen; libros y su sonrisa exploradora. Ahora conozco más de Sara Herrera Peralta y no sólo. Lo digo porque Shock, su nuevo poemario, retrata su cara, la tuya y la mía en una búsqueda llena de inquietud y desconcierto que se acerca y se aleja de la realidad de la cola del paro, el fútbol, los códigos de barras, el ginecólogo o el patio de recreo.
Todo poeta busca una manera de vengarse del mundo, dice Panero en una cita elegida por Sara. Ella no parece vengativa pero sí crítica, incómoda con el panorama que le ha tocado “A guantazos uno se despierta/ en medio de la nada:/ la Naturaleza es sádica”. La poeta sabe del miedo a no dar la talla en el absurdo “Mis manos no sudan porque el miedo/ ya me tapó la boca/ en otras colas y filas indias” y trae sus versos para “molestar”.
Dice ser una mujer mal inventada y así sabe tanto de la vida, de crecer en medio de un mundo incomprensible en el que lo que se valora es precisamente lo menos valioso.
Entre “el paro”, “el golpe” y “el gol”, la poeta discurre con la lupa en la mano, sacándole la entraña a lo inmediato y cuestionando el absurdo de algunos sinsabores cotidianos porque las pesadillas son a veces aviso surgido en la conciencia, reconoce Sara.
Me etiquetarán/ sé que lo harán/ sé que me etiquetarán” presiente en otro de sus poemas y, con la publicación de Shock, sin duda su etiqueta reconocerá que se trata de una de las voces jóvenes más interesantes de la poesía española actual.
Sara Herrera Peralta nació en Jerez de la Frontera en 1980 y ha publicado los poemarios La selva en que caí, De ida y vuelta, Sin cobertura, Provocatio (ya sólo por eso habría merecido protagonizar esta sección) y ahora Shock. Ha recibido un montón de premios y, además, se empeña en que todo el mundo lea, así que desde 2009 coordina el proyecto Yo también leo para el fomento de la lectura entre jóvenes.
Pasó parte de su infancia en Trebujena (Cádiz) y vivió en Jerez de la Frontera hasta los diecinueve años. Después ha vivido, estudiado y trabajado en distintas ciudades, como San Sebastián, Helsinki, Málaga o París, donde reside desde 2007.

Le hago algunas preguntas desde mi balcón hacia el suyo en París y sus respuestas llegan veloces y palmarias.
El paro, el golpe, el gol… ¿qué sabe de esto la poesía?
Lo que una quiera que sepa. La poesía bebe de muchas cosas, también de la música, del cine, de otros géneros literarios, de lo cotidiano, sí, también, en mi caso la poesía bebe a menudo de lo cotidiano, y por eso el paro, el golpe y el gol: los títulos de los tres capítulos de Shock, mi último poemario publicado, que acaba de aparecer en Baile del Sol.
¿… y qué sabe de poesía el ticket de la compra?
Utilicé tickets de compra también en Shock porque pocas cosas hoy en día nos resultan más familiares, aunque alguien no lo quiera. Compramos compulsivamente, a veces lo necesario, otras mucho más de lo que seguramente nos haría falta. Y mientras, y no es necesario irse lejos, hay quienes no tienen ni para llevarse algo a la boca. Utilizar los tickets de compra me parecía una buena forma de intentar transmitir lo que estaba queriendo hacer llegar al lector con este libro.
¿Hay que alejarse para tomar perspectiva, para encontrarse o para perderse?
Yo prefiero encontrarme, comprender, rescatarme, recuperarme, para seguir mirando al frente, aunque este mundo rápido nos haga a veces sentir la necesidad de perdernos, en cuyo caso prefiero la familia, todos los míos, el hogar, lo verdadero, antes que pedir un billete para huir a una isla paradisíaca.
¿De dónde sale tu voz poética, desde dónde?
No lo sé, no sé de dónde sale, sólo sé que escribo por necesidad y porque la poesía me parece una forma más de estar en el mundo.
¿Nos salvará la poesía del estado de shock?
Ojalá la poesía salvara, pero aunque no salve sí creo que alivia, que acerca, que acompaña, que hace que a veces todo escueza y todo duela un poco menos.
En los versos, ¿te quejas, reivindicas o expones?
Intento no quejarme, para eso ya están los que me aguantan. Me importa la poesía que trata de denunciar algo, que intenta hacer preguntas, que busca las respuestas, aunque nunca estén ahí. Me interesa el compromiso, y al final el tiempo nos pone a todos en algún sitio. Pero también creo que la poesía está ahí para celebrar la vida.
Yo también leo…
Es el nombre de un humilde proyecto que es posible gracias a la generosidad de más de veinte autores que escriben poesía, novela, relato, teatro… Lo pusimos en marcha para aportar nuestro granito de arena al fomento de la lectura entre los más jóvenes. Este año hemos celebrado la segunda edición, los participantes debían enviar una reseña del libro que estuvieran leyendo junto a una foto. El ganador o ganadora de cada edición recibe en su casa un lote de casi treinta libros firmados y dedicados por cada uno de sus autores. Este año la ganadora ha sido Uxue Juárez, una joven de 29 años residente en Pamplona. Tenemos un blog y una página de Facebook con casi 400 seguidores donde se puede encontrar toda la información.

Mi dedo en su llaga
Tres poemas de Shock, para que se pueda comprobar lo que dice Carmen Camacho en el prólogo: “ Hay pánicos que, por cotidianos y silentes, no dejan de ser hondos. Hay berridos hacia dentro, simas sin fin, llanto contenido o tragaderas. O peor aún: está el ya ni recordar en qué batalla nos rendimos sin porqué, ni dónde compramos la tensa calma, ni a qué viene esto de sonreír al verdugo desde la foto carné. No saber dónde empieza esta metástasis de nada. Grave es el shock”.
[Quien no duerme por la noche]
Podré decir cualquier cosa
y podremos guardar todos los archivos
posibles en nuestro PC como intentando
que la memoria histórica sobreviva a las tecnologías.
Ni iPod ni iTunes, el arte peligra
como peligran nuestras voces y el arte instintivo
de decir que somos quienes somos,
que estamos porque sobrevivimos.
Yo vine para quedarme
y voy a molestar lo máximo posible.
Avanzamos, sí, pero tenemos la conciencia de un mosquito.

[Ticket 2]
3 de febrero.
Único día del año que no compro nada.

[Habilidades]
La noche oscura viene a visitarme.
Alguien llama a la puerta.
Soy tu jefe. Amarillo el rostro
y oscura la tez,
enorme el bigote
(el lunar deforme).
 ¿Creías tú en los príncipes azules, nena?
Me dice con voz ronca.
Una vez pensé en Wall Street y en cómo
limpiarán allí los suelos de cobre y mármol,
en cómo construirán los pedidos y las esperanzas,
las solicitudes y los milagros.
Entre recetas y facturas, hamburguesas, perritos y
cafés en vasos de cartón,
lo comprendí.
Sexto sentido hilado, tejido como para embellecer,
hecho de tela de araña.
 El talento natural no se aprende en las escuelas.
http://www.larepublicacultural.es/article4650.html 

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cosas que no se olvidan después del shock

Sara lo sabe, dice Carmen. Sara sabe qué hay después de entrar ahí (Trabajo. Mercado. Imperio. Capitalismo. Rutina. Lavida,hija,lavida,quépensabas.) Sara sabe qué hay y sabe que no, que quiere que no o que no era esa la idea, que es un poco lo mismo. "Sabe Sara, lo sabe, que la jodienda no está en buscar trabajo digno, el alimento y el jornal, la techumbre, la cama y ni la hoguera; la trampa tampoco está en el deseo vivo de dedicar horas a una labor. El cepo es otro y Sara lo sabe. Porque ella ha metido la mano aquí, aquí en lo oscuro y ha palpado las larvas del Imperio que nos palpitan en la cabeza, en el bolsillo, en el pastillero, en las entrañas y que mañana -o tal vez hoy, que somos menos niñas- nos carcomerán los huesos de la mirada. Esto no lo remedian unas gafas: una mira la nada y se cree aquí que está ciega."
Sara lo sabe, Carmen lo dice. Tras un prólogo certero, consciente, también cómplice y orgánico de Carmen Camacho, los versos de Sara Herrera Peraltacuando cogemos Shock (Baile del Sol, 2011).
Lo leo, recién salido casi, frente a los Jardines de Luxemburgo y pienso, quiero escribir sobre este libro. Lo vuelvo a leer en el autobús, en el avión, lo leo en el cercanías de un pueblo a otro mientras le robo el tiempo al trabajo (render o desplazamiento). Y pienso, quiero escribir sobre este libro. Quiero hablar de este libro pero apenas nada puedo decir que no esté en sus páginas. Sí puedo decir que en este poemario está. Está el asombro, está la frustración, la decepción, la constatación de que así era, de que, sobre todo, así es. Que este libro es una buena y dura ducha de la realidad que está en la realidad. La que mancha, la que deja un sabor metálico y amargo en la boca. La que atasca, por la que nos duele el hombro derecho, por la que se nos hinchan las encías.

"En una oficina cuadrada y verde,
con una bata envolviendo el cuerpo,

sospecho que moriremos solos y sin un euro."


Sara lo sabe y Sara nos los cuenta. Nos enseña, como si fuésemos sus asesores, los gestores de una finanza vital y presente, los tickets de los días. Nos habla de la ciudad en la que sólo se está (sólo estamos, sólo estamos) para producir o para consumir. Ya en De ida y vuelta, ya en Sin cobertura(especialmente en Provocatio), la poeta construía una visión desgarrada, gris, de los entornos, de cómo han deshumanizado -y de cómo les hemos ido dejando- las plazas, los barrios, el rol del habitante que ahora sólo transita porque va a viene de.

Y yo creo que Sara sabe que este es un libro valiente. Porque si hemos escuchado muchas veces que da pudor enseñar los poemas de amor, esos en los que quien escribe se abre y se vuelca y se queda a la espera, a la intemperie a esperar un gesto, de quien sea, un gesto; si conocemos ese "me da no sé qué exhibirme así", más "nos da no sé qué" hacerlo cuando todo ese sentir está motivado por una vida que los demás parecen haber aceptado. Nunca quisimos ser los raros de la clase. Lo fuimos o temimos serlo o hicimos todo por no serlo. La juventud, el sexo, aquellas cosas por las que nos dicen "aquí bien", "aquí éxito", nos curaron ese resquemor. ¿Por qué, superado el acné, volver a ser "raros", volver a estar fuera del rollo? ¿Por qué admitirlo delante de todos? Sara lo hace. Sara sabe qué hay en todo esto. Y asume con valentía la responsabilidad de decirlo.

"Motes antes de la promoción de un tercer empleado.
Para evitar un despido,
los enfermos tejen artimañas y enredan la tela con la que crearán la mortaja.

Hay males endémicos de este nuevo siglo.
Voces mudas:
la aglomeración de nuestra especie.
La mala sangre."

Ahora, (¿no ha sido así siempre?) que tantos se lanzan a decirnos qué es poesía y qué no. Ahora, que escribir y teorizar parecen uno. Ahora, que todos tenemos tan poco dinero pero somos más guapos y más listos que nunca pero sólo lo sabemos nosotros, agradezco -sé que agradecemos- voces que se preocupen por el momento en el que viven, el momento que viven. Voces a las que les importe el lector y le cuenten algo de verdad. Agradezco muchísimo esta honestidad, este compromiso, este sentir que hay que hablar de lo que no nos gusta, porque ahí empieza la acción.
No quiero sólo poemas nostálgicos. No quiero sólo evasión porque esto apesta.
Quiero que me digan, aquí está sucio. Aquí, alquitrán. Aquí, dolor interno. Aquí, casa vacía. Aquí, aquí duele.
Y quiero que lo entendamos.

Porque, sobre todo, quiero que hagamos algo.


(gracias, Sara)



http://mundoiconoclasta.blogspot.com/2011/09/cosas-que-no-se-olvidan-despues-del.html

El talento natural no se aprende en las escuelas. Shock de Sara Herrera


El talento natural no se aprende en las escuelas, dice Sara Herrera Peralta en su poema [Habilidades]. Verdaderamente el talento no se aprende pero ella tiene la suerte de poseerlo, un talento natural para desgranar en Shock el poemario de una búsqueda en la que no se sabe muy bien qué es lo que se ha perdido y eso es quizá lo más inquietante. Desde la cola del paro Sara pregunta y hace poemas con los formularios como quien hace barquitos de papel y los abandona en un lago.
Ella, que se define como una mujer mal inventada nos habla con imágenes precisas y sugerentes –aunque sin ninguna complacencia- de los vértigos de crecer en medio de un mundo incomprensible en el que lo que se valora es quizá lo menos valioso.
Entre “el paro”, “el golpe” y “el gol”, la poeta discurre con la lupa en la mano, sacándole la entraña a lo inmediato y cuestionando el absurdo de algunos sinsabores cotidianos porque las pesadillas son a veces aviso surgido en la conciencia, reconoce Sara.
Me etiquetarán/  sé que lo harán/ sé que me etiquetarán presiente en otro de sus poemas y, con la publicación de  Shock, sin duda su etiqueta reconocerá que se trata de una de las voces jóvenes más interesantes de la poesía española actual.