lunes, 24 de diciembre de 2012

20. (enamórate)

Junta el dedo índice y pulgar y parece que tira de un hilo invisible que sale de su cabeza. Dice que escribe al dictado, que su cabeza es una madeja que necesita ordenar, que encuentra un hilo y tira de él, y, en ese gesto, las palabras e imágenes de sus poemas. Sale a la calle y le esperan grúas, pájaros, piedras y charcos. Hace años que escribe un mapa único.

Lee sus poemas con voz pausada. Me quedo en silencio, siento que su nuevo poemario me noqueará (a mi lado, un papelito en un corcho con la frase hoy es siempre todavía). Lleva una tuerca en un colgante y una chapa de Juan Pardo Vidal. Detrás de ella, un pequeño árbol de navidad con deseos escritos en tiras de papel (volver). Hay quien se detiene en la puerta de la librería, la mirada curiosa y extrañada por un grupo en pie que rodea a una mujer sentada, leyendo, y entra. Interrumpe la lectura para decirnos que en ella no pesa el pasado, que tiene nostalgia del futuro, saber cómo será el año 5523. Termina la lectura y le preguntan por el origen de sus poemas. 

Hablamos alrededor de una mesa de madera. A veces la calidez de su voz me hace sonreír, mezcla a Vonnegut con dibujos animados, se emociona ante una frase que podría ser el título de un poemario, nos anima a escribir (nos recuerda que para escribir hay que ser honesto), o habla con una arponauta de ombligos y pezones retráctiles.

Nos despedimos en una estación de metro. Me abraza y me acaricia la espalda, me pregunta si estoy enamorado y, cuando nos separamos, me dice enamórate. Me encojó de hombros y sonrío, respondo que también se tienen que enamorar de mí. 

Entro en el vagón, una piedra con forma de bumerán en mi bolsillo y su poemario en mi mano.


(coda)
Descorro las cortinas y observo la madrugada desde la cama, el cielo naranja, el sonido apagado del aire acondicionado, la habitación alargada. Estoy vestido, el móvil en mi pecho. Pienso en los aviones que sobrevuelan la ciudad.


salir a la calle
sin otro trabajo
que vagar sin objetivo

entretener el miedo
se convierte en superstición

nos dirán qué hacer
tú y yo parados
en el centro de la muchedumbre

uno piensa en una flecha

de alguna manera
el dolor desaparece
como la luz menguante
de los charcos


(Isabel Bono
en Brazos, piernas cielo. Baile del sol)


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viernes, 21 de diciembre de 2012

Acantilados de Howth, de David Pérez Vega.






Tenía curiosidad por este libro desde hace tiempo, porque conozco el blog del autor y me parece que hace unas reseñas muy juiciosas y bien razonadas, lejos de esa tendencia amarillista que se está instalando en la crítica literaria de la red. Comentaristas de libros que se convierten en los protagonistas de sus críticas, como esos periodistas del corazón que rellenan con sus cuitas programas enteros de basura televisiva. La basura no está mal, a mí me gusta la basura, pero no si todo es basura. El blog de Desde la ciudad sin cines es un remanso de cordura en mitad de un panorama lleno de apreciaciones que salen de las malas tripas antes que del sentido común. Por otra parte, no coincido demasiado con las lecturas de David. Coincido con él, creo, en la pasión por la literatura. Me sirve además para informarme sobre autores  hispanoamericanos y americanos, y aquellos de ciencia ficción que no he leído. En alguna ocasión he tenido en cuenta sus recomendaciones, pero soy un lector mucho más indisciplinado que David. Algunas veces ha escrito sobre  su plan de lecturas pendientes y me lo he imaginado abordándolo con rigor y orden. Lo que quiero decir es que da esa impresión, no que sea como yo digo. Por eso, cuando me enteré de la lectura conjunta sobre su novela Acantilados de Howth me apunté enseguida, estando como estaba mi plan de lectura algo desmotivado. Pues bien, para mí leer con un compromiso posterior no es lo ideal. La lectura conjunta te compromete a hacer una reseña. ¿Y si la novela no me motivaba demasiado a escribirla? No ha sido el caso. 
Acantilados de Howth tiene un protagonista en el que el autor ha volcado experiencias más o menos cercanas, sin que sea una novela autobiográfica, según él mismo dice. La biografía de Ricardo es representativa de un tipo de personas, una vida común. Nacido como el autor a mediados de los setenta, es doblemente licenciado y aficionado a la literatura, lector curioso y con deslices poéticos que le llevan a quedar finalista en un concurso provincial. A los veinticinco se traslada a Dublín para perfeccionar su inglés y se queda allí más tiempo del que tenía previsto, hasta el punto de que su estancia y, en concreto, un paisaje, el de los acantilados de Howth, se convierten años después, cuando ya es contable de una empresa en Madrid, en el paraíso perdido. 
Ricardo es hijo de una época, la actual, donde todos queremos nadar y guardar la ropa: se droga, pero con cuidado; es estudioso, trabajador, responsable, tiene inquietudes literarias, pero no se vuelca en ellas, con alguna que otra dificultad de vez en cuando liga, pero pierde a la única chica que de verdad le ha gustado, una polaca que conoció en Dublín, más tarde se casa y fracasa en su matrimonio en poco menos de un año. Sale con sus amigos: de la empresa, del barrio, de los curros en Dublín. 
Ricardo anda desorientado, pero no cae ni en la apatía ni en la rabia, le domina la sutil desilusión de una época tibia, y con su carácter mesurado demuestra tener las terribles y enormes tragaderas de una generación que ha tenido las ventajas de la educación, de la comodidad doméstica y de esas expectativas pequeñoburguesas que proponen la maduración personal a través del trabajo, la familia y una hipoteca.
Terrible. 
Y eso lo cuenta el autor de un modo muy amable, sin aspavientos estilísticos, con gran elegancia natural en el fraseo. El gran acierto de esta novela, a mi modo de entender, no es el retrato de un individuo, sino de la mentalidad de una época.
Muchas veces al acabar un relato o una novela hago un experimento: elimino el último párrafo o la última frase. Y es ahí donde yo encuentro la palabra fin. 
En este caso para mí la historia acaba aquí:
Mi madre me dice que ha visto un piso que está muy bien: cincuenta metros, sólo treinta y un millones de pesetas, en Móstoles, a reformar.
El párrafo siguiente va más con esas ganas de acabar con cierta trascendencia, un vicio que todos los escritores han de combatir. Porque la principal virtud de esta magnífica novela es que la trascendencia está desterrada.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Lu recomienda... En los antípodas del día



Si todavía no habéis escrito la carta a los reyes magos, os recomiendo que metáis en ella este libro de Gonzalo. No sé hasta qué punto es autobiográfico, pero me ha gustado leerlo y me quedo con ganas de hacerle tres o cuatro preguntas, con una cerveza por delante, a poder ser. No sólo plasma la realidad del trabajo precario y las increíbles tragaeras que muchas personas demuestran tener a la hora de mantener un puesto de trabajo que no es, ni mucho menos, el que deseaba conseguir cuando estudiaba. También recoge los frustrantes intentos de escribir una tesis sobre el nacionalismo y mantener las relaciones personales con amigos o con la pareja trabajando en horario nocturno, vamos, misión imposible. Pero bueno, aunque la realidad del protagonista sea así de jodida, tampoco es un libro para echarse a llorar. Hace tiempo, escuchando a David Trueba en una mesa redonda sobre guiones cinematográficos, tuve que darle la razón cuando se puso a "criticar" a Ken Loach. A ver, tampoco es que lo pusiera a parir, pero se quejaba del rollo victimista de sus personajes, de la continua tristeza, del énfasis puesto siempre en lo negativo y en lo dramático. Dijo algo así como que los parados también se ríen, toman cervezas y follan, sólo que Ken Loach no enseñaba eso en sus películas. Pues bien, en el libro de Gonzalo el protagonista tiene motivos para quejarse, pero se queja mojándose (como debe ser), y además se ríe, toma cervezas, va a conciertos y folla. Como la vida misma.

martes, 18 de diciembre de 2012

jueves, 13 de diciembre de 2012

Presentación del libro LUCHALIBRO

"Tus palabras son más fuertes que tus puños". ¿Recuérdas?, con esta frase buscábamos a los más valientes escritores/as luchadores/as que acudieron a improvisar relatos en LuchaLibro, el 1er Campeonato de Improvisación Literaria el pasado junio en S/C de Tenerife. Como resultado y premio a la creatividad literaria de los finalistas, presentamos LUCHALIBRO, el libro que recoge los relatos inéditos de los 4 finalistas del campeonato, publicado por la editorial Baile del Sol. El acto de presentación tendrá lugar el próximo miércoles 19 de diciembre, a partir de las 21:00 h. en el MalaVida, local ubicado en la calle El Clavel, 3 - Santa Cruz de Tenerife. Contaremos con una exhibición de improvisación por parte de los/as escritores/as presentes. Así como con la presencia de representates de la Editorial Baile del Sol y los organizadores de LuchaLibro en canarias.

presentamos
LUCHALIBRO

1er Campeonato de Improvisación Literaria.
El libro de los finalistas.


El próximo miércoles 19 de Diciembre, a las 21:00,
en el MalaVida, c/El Clavel,3 - S/C de Tenerife


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lunes, 10 de diciembre de 2012

Stoner, John Williams

Trad. Antonio Díez. Baile del Sol, Tenerife, 2012 (3ª Ed.). 246 pp. 15 € 
Ariadna G. García 

No es cierto que el destino de un libro se decida a las pocas semanas de su publicación. Una novela que hoy se venda mucho puede desaparecer de un año para otro, si en el fondo es mediocre. Y al contrario, una obra que recaude poco en un primer momento puede perdurar en el tiempo gracias a la pasión constante de una librera, al contagio de los buenos lectores o a la fe inquebrantable de un crítico exigente. Es el caso de Stoner. Publicada su primera edición en 2010, la novela pasó desapercibida en los medios y se hundió en el silencio. Sin embargo, al año de su salida cosechaba dos nuevas ediciones agotadas en meses simultáneos. Ha sido ahora, en 2012, cuando la novela —al fin— ha encontrado su hueco no ya sólo en los estantes de las buenas librerías, sino en la blogosfera y, como resultado, en el corazón de miles de lectores.
Stoner cautiva por su prosa elegante, su narración sencilla, su historia bien contada, pero sobre todo, por la empatía que sentimos hacia su personaje principal: un hombre íntegro, zarandeando por las vicisitudes cotidianas que gozamos y padecemos todos. Además, la vida de este profesor universitario de origen campesino, recio y humilde, se enmarca entre las guerras mundiales que asolaron el siglo XX y la crisis financiera que arruinó la economía occidental. Quizá por eso, también, la novela conmueve. Nos vemos en su espejo. El capitalismo sigue siendo el caballo perdedor por el que apuestan —sistemáticamente— los gobiernos, carrera tras carrera. Pero el libro de Williams señala las diferencias morales entre un siglo y otro. Hoy día, mientras los directivos de los bancos y cajas arruinan sus entidades y cobran por ello costosas indemnizaciones, los hombres y mujeres desahuciados por el impago de sus hipotecas se suicidan movidos por la desazón, el desamparo, la vergüenza o la desesperanza. En 1929, sin embargo, el mundo se regía por valores distintos. Entonces, los banqueros, abochornados por su irresponsabilidad, por su mala gestión, por su falta de escrúpulos, eran quienes saltaban desde los ventanales de sus amplios despachos.
John Williams tuvo al cierto de escribir una obra donde cabe todo. En ella, un narrador omnisciente narra la existencia completa de William Stoner. Su vida se abre paso a cada página con lentitud de río. Apenas hay meandros. Rara vez el protagonista se aparta del guión, y cuando lo hace, obedece más al impulso de otros que a su propia ambición, si bien es cierto que ese acicate ajeno no contradice su naturaleza, sino que visibiliza, extrae, su verdadero instinto.
Con aguda sensibilidad, Williams habla en su novela de temas corrientes, de dificultades ordinarias que su protagonista, la mayoría de las ocasiones, no se atreve a enfrentar: el odio de su esposa, el distanciamiento de su hija, la intromisión de la universidad en su vida privada, la ausencia de su amante… Todo lo encaja Stoner, todo lo soporta con estoicismo, sin duda influido tanto por la sabia paciencia de sus padres —campesinos acostumbrados a las adversidades de la tierra— como por la lectura de autores medievales de gusto romano. La única salvedad es su férrea oposición a la endogamia que reina en el campus, y que los profesores corruptos favorecen. Y esa defensa de la virtud, de la nobleza, del esfuerzo, del mérito académico, será al tiempo su orgullo y su perdición.
Stoner se presenta como un canto a la dignidad de la vida, pese a sus miserias y a sus decepciones; como un himno a la belleza de los pequeños gestos; como una loa a los instantes de quietud y de paz.
Su lectura reconforta tanto que obligará a los hombres y mujeres a retomar las páginas del libro en cuanto se les presente la menor ocasión. No lo tengan a mano cuando cojan el coche, o se eternizarán en los semáforos...

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Inframundos de Amado Ugarte


LIBRO.InframundosAMADO GÓMEZ UGARTE
Inframundos (BAILE DEL SOL) 91 páginas
Poco conocido del gran público el escritor alavés Amadeo Gómez Ugarte (Llodio, 1956) atesora sin embargo un larga trayectoria literaria. Ha publicado cuatro novelas y un libro de relatos en castellano, la mayoría en la desaparecida editorial vitoriana Bassarai, varios libros en euskera de literatura infantil. Cinco años después de la publicación de su anterior libro, vuelve con un volumen de relatos, Inframundos, que le publica la editorial tinerfeña Baile del sol, que tiene en su catálogo a varios escritores vascos. El libro reúne diecisiete historias que hablan de esas personas que no se conforman con el mundo en el que viven y buscan su salida a través del paisaje de los sueños, lo que a algunos conduce a la felicidad y a otros a la locura. Hay un poeta que lucha contra la incomprensión; una mujer que vive de las hierbas; un hombre que se transforma en ángel de la guarda de mujeres que sufren. Especialmente emotiva es la historia de un niño que desea parar el tiempo porque acaba de escuchar que a su padre le quedan unas horas de vida. Historias sobre un mundo inmisericorde que quiere llevarnos a todos en la misma dirección. Un escritor realmente interesante.

http://www.blogseitb.com/pompasdepapel/2012/12/04/las-primeras-novedades-de-diciembre-de-2012/

viernes, 30 de noviembre de 2012

Acantilados de Howth - David Pérez Vega (2010)


Sinopsis 

Howth es un pueblo pesquero situado al norte de la bahía de Dublín. Las vistas que brinda un paseo por sus acantilados han sido descritas por el escritor H. G. Wells como de las más bellas del mundo. Para Ricardo, el narrador de esta historia, Howth supone además el punto de fuga hacia el que con frecuencia se evade su memoria y su nostalgia. 

Ricardo, doblemente licenciado en Administración y Dirección de Empresas y en CC. Económicas, poeta casi por accidente, llegó a Dublín a punto de cumplir los veinticinco años con la idea de perfeccionar el inglés durante seis meses, sin saber que la ciudad y las personas que iba a conocer allí le atraparían durante más de dos años y medio. Ahora, con treinta años, contable en una empresa del Campo de las Naciones en Madrid, casado, aunque tal vez a punto de divorciarse, reflexiona sobre su vida y su pasado, sobre todo lo que dejó en Irlanda y sobre el transcurso del tiempo.

Una novela sobre la juventud y su pérdida, sobre los momentos que vivimos sin saber que configurarán las claves de nuestro futuro.


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David narra aquellos momentos que vivió Ricardo en su juventud, llenos de situaciones que apenas se disfrutan cuando están sucediendo, pero que no se borran fácilmente de nuestra memoria y que vuelven a nosotros cuando menos lo esperamos.

Ricardo nos da a conocer su manera de pensar y sus vivencias, esos detalles en los que sentirnos identificados y, que nos harán reflexionar o simplemente rebuscar en nuestros recuerdos, para realizar un ejercicio de no olvido y cerrar episodios que todavía tenemos abiertos. 

Porque aunque sea la vida de Ricardo, también puede ser la nuestra. Al menos a mí, me ha hecho recordar rincones olvidados y silencios que contribuyeron a que tomase decisiones. A todos nos pasa que cuando llegamos a una determinada edad o, algún hecho de nuestra vida llega de manera fortuita, nos paramos a realizar balance de tiempos pasados.

Su relación con Isabel, deteriorada por los años, marcarán ese espacio necesario para recordar tiempos mejores y analizarlos, y para descubrir el porqué del fracaso e iniciar un nuevo camino en el que descubrir de nuevo a sus amigos y todas aquellas cosas que le hacían feliz.

El tiempo que transcurre en Dublín donde cualquier trabajo es bueno y, al que sin embargo, no accederíamos ni de lejos en España, hace que establezca similitudes con el entorno actual, en el que los nuevos licenciados tienen que salir a probar suerte, a seguir aprendiendo, o simplemente a realizar las tareas que aquí ni siquiera les ofrecen; una aventura que Ricardo y cualquiera que la haya realizado, seguro nos recomiendan.

Escrito de manera sencilla y sin dejar nada en el tintero, David realiza una amplia narración de un periodo de la vida del protagonista, que bien podría ser la de cualquiera de nosotros.

Gracias David


jueves, 29 de noviembre de 2012

Matías Escalera Cordero: “Historias de este mundo”


Baile del Sol, 2011. 216 páginas. ISBN: 978-84-15019-59-6

26 noviembre, 2012 por
Matías Escalera Cordero ofrece en Historias de este mundo una literatura compleja, que parte, en muchas ocasiones, de planteamientos experimentales, y que, finalmente, subvierte las estructuras clásicas del relato. Bajo ese expresivo título, la treintena de piezas que componen el volumen ponen de manifiesto un mundo conflictivo a través de procedimientos formales que demandan la intervención del lector (en el texto y en la realidad); que le exigen que avance de la pasividad a la acción.
Una de las características más sobresalientes del libro constituye la extraordinaria versatilidad que demuestra su autor. Escalera Cordero explora registros, géneros y sistemas narrativos muy diferentes. Así, construye un volumen riquísimo, como el collage de la cubierta (obra del propio escritor).
En ese sentido, Escalera Cordero lleva a cabo un enfrentamiento con la concepción canónica del relato, y emplea el texto como un campo de tensión entre sus elementos, los planos de conciencia que se solapan o la yuxtaposición de textos que lo constituyen, desentendiéndose del argumento. Es más; retuerce el concepto de trama puesto que apela a contextos que el lector ya conoce. Sus cuentos, entonces, aportan sólo especificidad, concreción, a sucesos que el lector sitúa y completa. No revelan, sino que formulan.
Resulta frecuente el uso de estructuras rizomáticas, fragmentarias, paralelísticas. De hecho, se descubre cierto impulso poético en ello (no debemos olvidar que Matías Escalera Cordero también ha publicado dos poemarios, Grito y realidad y Pero no islas, junto a una novela, Un mar invisible, y una obra de teatro: El refugio). Además, en su prosa se registran numerosos oraciones interrumpidas y abundantes insertos, que puntualizan, desabsolutizan las afirmaciones o también incluso las contradicen. Esto, a su vez, contribuye a aumentar el fragmentarismo.
Por otra parte, tal y como revela el propio escritor en la nota introductoria, el libro trata de «mostrar (…) el dolor de los débiles». Las historias se centran, por lo general, en las víctimas de la injusticia, de episodios de gran dolor, violencia y humillación: asesinados en la Guerra Civil Española, masacrados en los campos de exterminio nazis, desparecidos por la dictadura argentina, víctimas de la explotación laboral, violencia económica o de la exclusión social. En los relatos se pone de manifiesto cómo la vida surge en las condiciones más adversas. Por tanto, aporta elementos de esperanza, que permiten al lector respirar en los asfixiantes escenarios que el autor plasma. Además, destacan las constantes referencias metaliterarias, de música y arte, en continuos guiños y homenajes, y cierta ironía que despunta en gran número de textos.
Con todo, Matías Escalera Cordero construye un volumen sumamente interesante, cuyas piezas deben observarse como parte de un conjunto para que adquiera auténtica dimensión su verdadera apuesta.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Geometria del azar de Fernando Palazuelos


By Revista Factor Crítico | noviembre 21, 2012 at 8:00 am | No comments | cuentoMiguel Carreira | Tags: Baile del solFernando Palazuelos


por Miguel Carreira


En algún momento habrá que agradecer a Baile del Sol —y semejantes— la labor editorial que hacen en este país, una labor que pasa por desmentir que la cultura de un país coincida exactamente con la industria cultural existente. Hay movimientos que crecen en los bordes. No es cierto que el siglo XX inventase el underground. Lo que inventó fue una industria cultural lo suficientemente potente como para abarcar una buena parte de la cultura visible y como para definir una zona de sombra, lo suficientemente amplia y densa como para que zambullirse en ella exija cierta dosis de coraje.

Porque, aunque la industria cultural no represente toda la cultura de un país, sí es cierto que la salud de la industria condiciona la salud de la cultura, y que el trabajo de editoriales como Baile del Sol permiten que podamos hablar de otra industria, de una pequeña industria que vive en los márgenes de la sombra y que resiste publicando a autores jóvenes en castellano (difícil y meritorio) en géneros como el cuento (aún más difícil y aún más meritorio). Géneros y autores que no tienen —algunos quizá todavía lo tendrán— un hueco en el panorama editorial y que ya no tienen la posibilidad de acceder a medios que, otrora, les fueron otorgados. Las publicaciones periódicas, por ejemplo.

Fernando Palazuelos lleva a cabo en Geometría del azar una investigación sobre lo casual y sobre el azar. El juego de palabras sería algo así como que el azar que se investiga aquí es la causa de lo casual. Para esta investigación se apoya en dos géneros y, al hacerlo, plantea una definición negativa de un tercero. Por un lado, las narraciones se presentan en forma de cuento. Son narraciones breves y autónomas que, mantienen a un único personaje —el mismo Palazuelos— que va creciendo a lo largo de los relatos, enhebrándolos para crear un libro que juega con los límites genéricos entre la ficción y las memorias.

Hay que añadir la inclusión de un tercer género —el ensayístico— cuya inclusión en el libro no resulta tan llamativa desde un punto de vista, digamos, técnico, ya que los textos ensayísticos figuran aparte. Sin embargo, es en estos textos donde se hace explícita la definición negativa de este tercer género, ya que entiende la novela como un artefacto en el que la acción de los personajes debe estar regida por la causalidad, lo cual justificaría el uso del relato breve como un lugar donde lo arbitrario tendría mejor acomodo. El juego, al final, resulta algo más complejo que una simple oposición novela-causalidad/cuento-casualidad. Evoca, como digo, una cierta concepción de lo novelesco y nos recuerda a aquellas teorías de Propp sobre el papel de lo arbitrario en las narraciones breves.

Nuestra relación con el azar, en una época en el que la ciencia monopoliza el paradigma de verdad, forzosamente tiene que ser distinta a la que con él mantenían los antiguos. Es muy pertinente la comparación que aporta Palazuelos en el prólogo de esta Geometría del azar, que nos recuerda que, durante la Edad Media, el azar fue vetado por el cristianismo, porque acusaba un defecto en la extensión de la omnipotencia de Dios. Lo azaroso, en última instancia, era para los teólogos fruto de un designio —es decir, que no era azar—, aunque el sentido de dicho designio permaneciese oscuro.

La ciencia moderna, por el contrario, también desestima el azar como factor, pero este no desaparece del todo. La ciencia todavía tiene que echar mano de él —o no lo puede descartar— para explicar la formación del universo o el origen de las primeras proteínas. El azar, entonces, no queda abolido, sino extrañamente encumbrado al puesto de motor originario, un lugar que, en otro tiempo, le correspondió a las deidades. Ahora la ciencia lucha por reducir al máximo el campo de acción del azar, lucha contra el elemento que cierra su propio sistema y se convierte en algo así como una religión imposible, que busca destruir a su propio dios.

Pero tanto la ciencia como la teología no dejan de ser sistemas con los que nos entendemos con el mundo a un nivel intelectual, y que resultan menos operantes en el terreno cotidiano. Podríamos decir que el azar, en el terreno de los instintos y de las reacciones, se libera de las ataduras de los sistemas. Si una moneda cae siete veces por la misma cara, especialmente si eso sirve para dilucidar alguna cuestión importante, como quién baja la basura o de qué color va a ser el coche, la primera impresión será casi siempre de sorpresa. Luego llegará el socorro de la razón, que le explicará al simplón que todos llevamos a flor de piel que todo puede pasar, que cada lanzamiento, en el fondo, tiene las mismas posibilidades de terminar con uno u otro lado de la moneda. Pero, esto son explicaciones de la razón. A primer golpe de vista, nos dejamos llevar por la maravilla. Atribuimos al segundo lanzamiento algo del primero. Si la primera moneda sale cara, nos resulta irresistible sentir que en la segunda hay menos posibilidades de que se repita. El azar tiene un espacio muy pequeño en el intelecto, pero campa cómodamente en esos lodos de los que surgen las supersticiones.



factor-critico-geometria-del-azar-sliderGeometria del azar
Fernando Palazuelos
Baile del sol
ISBN:978-84-15019-90-9
2012
146 pp

lunes, 19 de noviembre de 2012

ACANTILADOS DE HOWTH


ACANTILADOS DE HOWTH
Howth es un pueblo pesquero situado al norte de la bahía deDublín. Las vistas que brinda un paseo por sus acantilados han sido descritas por el escritor H. G. Wellscomo de las más bellas del mundo. Para Ricardo, el narrador de esta historia, Howth supone además el punto de fuga hacia el que con frecuencia se evade su memoria y su nostalgia.

Ricardo, doblemente licenciado en Administración y Dirección de Empresas y en CC. Económicas, poeta casi por accidente, llegó aDublín a punto de cumplir los veinticinco años con la idea de perfeccionar el inglés durante seis meses, sin saber que la ciudad y las personas que iba a conocer allí le atraparían durante más de dos años y medio. Ahora, con treinta años, contable en una empresa del Campo de las Naciones en Madrid, casado, aunque tal vez a punto de divorciarse, reflexiona sobre su vida y su pasado, sobre todo lo que dejó en Irlanda y sobre el transcurso del tiempo.
Una novela sobre la juventud y su pérdida, sobre los momentos que vivimos sin saber que configurarán las claves de nuestro futuro.

«—¡Vaya horitas…! ¿Qué haces en la oficina?…¿Es que no puedes venir antes?. Ya te dije que esta tarde teníamos lo de la cocina y al final ha tenido que venir mi padre a ayudarme, como siempre…Y tú por ahí fuera, siempre fuera, vete a saber dónde
Todo empieza en 2005, el día del treinta cumpleaños de Ricardo, nuestro protagonista, en el Campo de las Naciones, en Madrid, en donde trabajaba de contable en una empresa hasta altas horas de la noche. Su regalo iba a ser especial. Ricardo estaba casado con Isabel. Estaban recién casados, puede decirse, pues era su primer año de matrimonio pero algo no funcionaba, y su mujer tomó esa decisión. Se iba a vivir unos días a casa de sus padres para aclarar sus ideas y decidir si  seguiría adelante con su matrimonio.

Ricardo vuelve a encontrarse solo. Esa recién estrenada soledad le hace pensar y reflexionar sobre lo que le había ocurrido en estos últimos meses con su esposa para que llegaran a esa situación, a ese alejamiento. Ricardo, entonces, nos va poniendo en antecedentes. Mediante saltos en el tiempo vamos conociendo retazos de su vida pasada. Sus amigos de Móstoles con los que salía por Alcorcón o se acercaban hasta Madrid. El viaje que hizo con ellos a Ámsterdam. Cómo conoció a Isabel. Pero también afloran recuerdos de sus años de estudiante, unos años que para él eran de transición y que los quería aprovechar lo máximo posible. No quería entrar tan pronto en un mundo de traje y corbata, como ellos le llamaban, con las ataduras que suponían: un trabajo al que acudir todos los días, una familia, una hipoteca. Esos años de estudiante los quiso prolongar con una estancia en Dublín para perfeccionar el inglés. Una estancia que en principio iba a ser de seis meses pero que se dilataron dos años más. Dublín lo había conquistado. Se había convertido en un dublinés más. Su idiosincrasia, sus pubs, sus bicicletas para moverse por la ciudad, su clima de una continua lluvia y de un cielo gris lo habían embrujado.

Ricardo recordaba esos meses que pasó en la ciudad de James Joyce, en la ciudad del río Liffey pero también recordaba, sobre todo, a una chica, a Ula, que había sido la causa de que su estancia en tierras irlandesas se demorase más de lo previsto. Ula y los acantilados de Howth. Unos acantilados que mostraban un paisaje increíble y a los que había acudido varias veces, solo o en compañía de su chica. Pero llegó un día en el que ella no respondió a sus llamadas. Sus compañeras de piso le habían comentado que se había ido a su país y no sabían si iba a volver. Ula e Isabel. ¿Era él, entonces, el culpable de lo que ambas le abandonaran?

En la empresa del Campo de las Naciones solía trabajar muchas horas. Él era contable y solía pasar desapercibido en su trabajo. La relación con sus compañeros era la justa y necesaria. Pero cuando hacía falta todos echaban una mano como ocurría en este caso. Había una auditoría y el trabajo se acumulaba. Los compañeros del equipo entonces formaban una piña, incluido Navarro, el jefe, y Gonzalo, el becario. En la oficina trabajaba Conchi, la acosada laboral, a la que ninguneaban continuamente pero ella lo soportaba con estoicidad porque sabía que querían su carta de dimisión.

Esta situación no le pasaba en Dublín, pensaba Ricardo. En Dublín, a parte de perfeccionar su inglés, buscaba trabajos por medio de las ETT. Así era cómo se ganaba la vida. Unas veces limpiando almacenes, otras haciendo sándwiches o en lo que fuera. Ese era el mundo de la inmigración. Y así conoció a inmigrantes de otros países, españoles incluidos, como Andrés, el asturiano, o Ula, su Ula.  Decidió que ya era hora de ir subiendo escalafones laborales, que ya iba siendo hora de trabajar en algo más serio. Lo emplearon en IBM y más tarde, ya con traje y corbata, en una empresa en la que llevaba la contabilidad con países de habla hispana.

Todos estos recuerdos David Pérez Vega los refleja con un lenguaje cuidado, un lenguaje diría que casi poético. Un lenguaje y un ritmo en la narración que no decaen y nos mantienen entretenidos con su lectura y por haber elaborado unos personajes con los que nos familiarizaremos pronto y nos sentiremos identificados en alguno de ellos.

Acantilados de Howth es una historia cotidiana con unos personajes cotidianos. Sin duda, un relato de 184 páginas que recomiendo para su lectura.

El autor:

David Pérez Vega (Madrid, 1974) empezó a estudiar Ciencias Físicas. Cuando se le quedaron cortos los espacios de dimensiones infinitas de Hilbert, decidió cambiarse a Administración y Dirección de Empresas. Llegó a trabajar como auditor de cuentas en una conocida multinacional, pero, a pesar de la propaganda que aseguraba que la suya era la mejor empresa del mundo, pronto llegó a la conclusión de que cenar un sándwich extraído de una máquina a las doce de la noche sobre un ordenador no podía ser el éxito. Actualmente da clases de Economía y Matemáticas en bachiller y secundaria.
Tiene editados un poemario Siempre nos quedará Casablanca (Tenerife, 2011) y la novela Acantilados de Howth (Tenerife, 2010).

Título: Acantilados de Howth
Autor: David Pérez Vega
Editorial: Baile del Sol
Fotografía cubierta: Sergio Pérez
Fotografía autor: Almudena Ligero
ISBN: 9788415019176
Nº Páginas: 184