El libro no pretende, por tanto, instaurar un canon, ni tan siquiera un contra-canon, pues entendemos que en la pluralidad de lectores e individuos hay muchos niveles de lecturas y de comunicación, así como modos muy diversos de transmitir el arte y el pensamiento.
En “Por donde pasa la poesía”, hay autores inéditos, autores consagrados, otros a mitad de camino, y algunos que comienzan. A todos les une la pasión y compasión ante la fragilidad, la vulnerabilidad y la hermosura de la existencia humana. A todos les une el amor y el coraje por los torcidos del mundo. A todos les incendian las injusticias y daños estructurales, políticos o ideológicos, estratégicos o particulares. Todos aman las palabras y renuncian a la manipulación torticera del lenguaje como ejercicio de poder. A partir de ahí, los modos de resolver, de escribir, son tan dispares, que a veces llegan a ser antagónicos.
¿Crees que este libro es una fiel muestra de la verdadera producción poética que se está desarrollando actualmente en España? Sólo en parte. Por dos cuestiones. Por un lado, “Por donde pasa la poesía”, no es un libro que pretenda reflejar sólo lo que se escribe en España, sino que también recoge poemas de poetas americanos y de otros lugares. En este sentido, aunque aún quedan por traer poetas a los que no hemos podido invitar, por limitaciones de tiempo y dinero, sabemos que éstos vendrán o que vendrían porque “espiritualmente” están porque la poesía sea un puente de unión, frente a otras prácticas de ocio masivo o cultural que desunen, aíslan o fortalecen el principio egoísta de la individualidad, que tan bien le viene al sistema actual.
Por otro lado, no pretendemos decir: “estos son los poetas que molan” y el resto ya son de segunda división. No hay competición. No hay un concurso de excelencia. Hay devenir-vida. Hay devenir-literatura. Son el acontecimiento y su posterior memoria colectiva lo que nos vincula y hermana con estos poetas y sus poéticas. El trazar red, vínculos, imposibles, insostenibles en la distancia. Y a su vez, reales. Porque la escritura facilita esa comunidad imposible cuando pasamos por la poesía, por la re-lectura. Sabemos que hay más poetas que los que han pasado por Primado, estén ya incluidos en el libro o no. Y eso no nos preocupa. Me parece que los 70 poetas que aparecen merecen ser conocidos, leídos, y como no, discutidos.
¿Qué puede aportar “Por donde pasa la poesía” a sus potenciales lectores, con respecto a otras propuestas editoriales recientes en las que también se ha agrupado a poetas españoles y latinoamericanos? Al hilo de lo ya expuesto, y contrariamente a lo que se nos viene insistiendo de separar al autor de su obra, es decir, a la mujer u hombre de su producción poética o crítica, nosotros hemos pasado por una hermosísima experiencia. Conocer a la autora, autor. Conversar, comer, pasear. Después, o antes, escucharle recitar, exponer, exponerse. Despedirse. Volver a su producción literaria y releer más en profundidad y mejor en expansión. Así da igual que viniera
Carmen Camacho que
Ernesto García,
Juan Carlos Mestre que
Esther Ramón,
Eloísa Otero que
Chantal Maillard, Enrique Falcón que
Julieta Valero,
José Luis Sampedro que
Cecilia Quilez,
Ildefonso Rodríguez que
Carla Badillo,
Benito del Pliego que
David Eloy. Y seguiría hasta el último por recordar de una lista sustantiva y sustanciosa.
Cada una de estas personas dignifica la poesía, la vida, la convivencia, la palabra, la amistad. Lo hacen desde lo íntimo y lo político, indisociablemente. Eso nos ha cambiado a nosotros, los que hemos podido ir asistiendo a estas lecturas encuentros. Y, ampliado el sentido radical y nada inocente de publicar poesía para que la lean ciudadanos con corazón, cartera y cabeza. Quizá este planteamiento sea, no estoy seguro, novedoso, cuanto menos, poco valorado en libros donde con afán de antología, canon, o marketing cultural, se ha propuesto al público selecciones de poetas bajo un solo tomo.
A grandes rasgos, ¿cómo describirías la poesía actual de España y Latinoamérica, a partir de la muestra que habéis recopilado? A grandes rasgos, hay varias líneas de fuga, que en ocasiones se entrecruzan. Poéticas de línea clara y comprensión directa. Poéticas de línea más difícil, que se aproximan a lo ininteligible. Siguiendo las vanguardias americanas. Siguiendo las vanguardias europeas. Continuistas de la poesía anterior más convencional en España. Rupturistas. Los poemas en prosa, que nos llevan a esos hibrys desde los que algunos poetas tratan de buscar su voz, llegando a experimentar o dialogar con otros materiales como los plásticos, audiovisuales, o entrecruzando lo literario y lo científico-informativo. Más que estilos, en cualquier caso en este libro percibo singularidades. Modos diferenciados y creativos del cómo hacer. Ahí pasamos de
Antonio Méndez Rubio a Chantal Maillard, de
Marcos Canteli a
Ana María Espinosa o de
Begoña Pozo a
Forrest Gander, de
Olga Muñoz Carrasco a
Javier Gil, de
Guadalupe Grande a
Andres Fisher, por citar sólo unos pocos. Hay voces contundentes como las de
Ana Pérez Cañamares o
Carmen Beltrán junto a voces imán como las de
José María Gómez Valero o
Antonio Crespo Massieu. Truenos como los de Enrique Falcón y dardos precisos como los de
Laura Giordani. Lo americano otro de
Roger Santibañez, lo imaginal real de Mestre o
Julio Obeso, lo político insurgente de
Matias Escalera o
Alberto García-Teresa, etc.
Ahora, como ya advertimos antes, esta recopilación de autores y poemas va más en la línea de cartografiar un espacio-tiempo, unas prácticas de resistencia y alternativa a lo impuesto por los agente culturales institucionales sometidos al gusto light o neoliberal, que en la de un trabajo taxonómico de exposición ejemplar de los mejores poetas o estilos o poéticos. Que se supiera que estos poetas existen y que se vea que tienen valor, que suman, horadan, problematizan y dialogan con nuestro mundo y nuestro ahora, eso sí era del interés común de la edición. Poesía no para “más sino para mejor”, siguiendo las sugerencias de Sampedro. Y ese mejor se establece en la manera de aproximarse, relacionarse y cuestionar la palabra y la vida, en su irresumible potencialidad y multiplicidades.
Quisiera llamar la atención al escrito que figura en la contraportada del libro, de
Victor Silva, pues es provocadoramente coherente y sincero desde su arranque: ¡La poesía ha muerto: Viva la poesía!
¿Tiene algo que ver este proyecto de compilación de autores con otro proyecto coordinado el año pasado por varios poetas, entre los que estabas, y que vio la luz bajo el nombre de “Carta abierta en defensa de la poesía escrita en español”? ¿De qué se tiene que defender la poesía escrita en nuestro idioma? La
Carta abierta en defensa de la pluralidad y convivencia de poéticas surgió del disenso y hartazgo de una treintena de poetas españoles que fueron cruzando vía correo electrónico su malestar ante la cansina y obtusa idea comercial de una poesía unificada bajo un criterio de comunicabilidad fácil, masiva, que elude una visión del mundo crítica y un modo de estar en él de forma coherente. Fue una respuesta a la poesía sin sustrato intelectivo para personas sujetas a lo caprichoso y construido desde un pensamiento disperso y ocasional, como advertía
Gramsci, que deriva en ese hombre-masa que consume cualquier bazofia, cualquier comida basura, la digiere y antes que alimentarle le satura por un lado de placer por sus compuestos de azúcar, sal, amargor, que instintivamente le hacen atractivo lo insano, por otro lado de colesterol, hasta colapsar invisiblemente su organismo e incapacitarlo para moverse (infarto).
Frente a esa poesía que se defiende auto-proclamándose como la verdadera poesía, la más social y comprometida políticamente, la única a la altura de los tiempos, surgió una Carta abierta que exponía la riqueza de la mezcla, la pluralidad de lo extranjero, la realidad de las migraciones, en lo social, en lo geográfico, en lo estético y cultural, y que, frente a la demagogia de un arte único constataba lo potenciador y sanador del intercambio de praxis culturales, de poéticas tan diversas como diversos son los individuos, pueblos, razas, grupos, geografías, historias que componen el mosaico que llamamos Humanidad.
No hay que despreciar a culturas por ser sus valedores minorías étnicas o tribales. Cada una suma lo suyo. Y que todas estas poéticas convivan mejora y justifica esa compleja situación geopolítica de la globalización, que bajo la idea de un pensamiento o poesía única es más bien un globo-imperialismo, que es rechazado por esta Carta radicalmente.