sábado, 31 de mayo de 2014

Adiós, vaquero

Ruzinava-adiosvaquero
Por JOSÉ OVEJERO
En Graceland, una novela del sudafricano Chris Abani, el joven protagonista mira a su alrededor y se pregunta “¿Qué tengo yo que ver con todo esto?”. No hay pregunta que defina mejor la adolescencia, esa fase de tu vida en la que te sientes apresado por lo que te rodea pero al mismo tiempo lo que te rodea te parece pertenecer a un mundo ajeno: tus padres son alienígenas, tus profesores hablan idiomas que desconoces y habitan en una dimensión diferente a la tuya; buscas consuelo en gente de tu edad pero eso no te hace sentir mucho mejor, porque es como estar en una burbuja que puede estallar en cualquier momento. Suponiendo que de verdad te sientas mejor con gente de tu edad.
No es el caso de Ruzinava, la protagonista de Adiós, vaquero, de Olja Savicevic Ivancevic. Ella no encuentra un solo lugar que pueda llamar suyo. En la aldea croata en la que vive, además, no hay espacio para el que es diferente. Las guerras tienen ese efecto: crean bandos irreconciliables y solidaridades estúpidas. Solo lo homogéneo es aceptado. Y Ruzinava asiste con perplejidad a ese intento de clasificación que expulsa lo que no encaja en los raseros locales: “La vecina con la que discutíamos en la escalera común en más de una ocasión se cagó en nuestra puta madre alemana.  Y toda nuestra familia se cagaba en su puta y pérfida madre serbia. Pero en realidad nunca supimos quién era qué, y nos cogió por sorpresa que todos supieran lo que éramos mejor que nosotros.” Como aquellos judíos que solo se enteraron de que lo eran cuando quemaron sus tiendas o los maltrataban por la calle.

En la Aldea Vieja, donde vive Ruzinava, la gente es rápida en adjudicarte una categoría y hacerte pagar por pertenecer a ella. Por ejemplo, su hermano Danijel era demasiado afeminado para no tener un futuro preprogramado de víctima. O la loca Marija, que se empeña en no separarse de la gente “normal” aunque la insulten y la golpeen. O el viejo profesor, al que pegan una paliza por maricón, o porque sí, por el gusto de señalar a alguien que no pertenece al grupo y descargar sobre él la rabia acumulada. Una rabia que sería difícil decir de dónde viene: en la novela se habla del calor, del polvo, de la pobreza, de la locura. Y solo de pasada intuimos el trauma de los habitantes de esa ciudad croata. Al que se añade el trauma personal de la protagonista.
Años después de haberse marchado a estudiar a Zagreb, Ruzinava regresa a casa de su madre. A menudo, el regreso es una forma de querer aplacar a ese animal voraz, la nostalgia, volver allí donde podríamos haber sido felices para serlo por fin y que el pasado salde la deuda que tiene con nosotros. Pero la nostalgia está ausente en esta novela de la croata Olja Savicevic. En las descripciones que hace de las calles y los lugares de su infancia no hay un ápice de amor, de simpatía. Como si todo, incluso los momentos alegres, que tuvo que haberlos, hubiera quedado sepultado por el polvo y la miseria moral provocada por una guerra. Lo dice su hermano Danijel en una carta:  “me doy cuenta que desde que acabo la puta guerra y de eso ya pasó un mazo de tiempo todos sea donde sea que vayas regurgitan las mismas jodidas historias que no tienen nada que ver conmigo.”  Otro que tiene la impresión de estar excluido de lo que le rodea; tanto, que tiene que separarse drásticamente de ello: Danijel se arroja bajo las ruedas del tren.
Y por eso vuelve Ruzinava, para entender por qué se suicidó Danijel, y porque le resulta inaceptable haber sabido tan poco de su hermano, cuando precisamente él era su único cómplice en ese mundo en el que aterrizaron como dos astronautas que llegan a otro planeta. Y como no encajaban en la realidad, ambos buscaron otra más comprensible en el cine, en los western: allí al menos hay personajes a los que uno querría parecerse, situaciones que se desearía vivir y salir airoso de ellas. Adiós, vaquero, habla de la imposible despedida, de ese deseo de regresar al momento previo al trauma como si así pudieses desactivarlo: pero es imposible despedirse de un hermano muerto; él se fue sin hacerlo y Ruzinava busca las razones; o quizá es que, como le dice el profesor amigo de su hermano, “cuando perdemos seres queridos, seguimos buscando en nosotros mismos la prueba de haberlos amado lo suficiente”.  Y ella recuerda, busca los momentos estelares de la niñez, bucea en ese pasado que no deja nunca de ser presente y lo refleja en esquirlas: escenas sin conclusión, frases poéticas o vulgares dispersas en la narración precisamente para mostrar lo que no se puede mostrar. Lo lírico y lo pedestre, la descripción realista y la metáfora, una cierta coherencia narrativa hilvanada con saltos temporales, espaciales, cambios de protagonista. La realidad no se puede mostrar, solo puedes escribirla, es decir, crearla con el lenguaje, como hace Savicevic, aunque eso no siempre permita comprender. El lector tampoco entiende del todo, pero atisba, como Ruzinava, la brutalidad impasible de una sociedad que ha atravesado el horror, que ha sido a la vez víctima y cómplice. Allí no hay salvación posible. Solo puedes abandonar la aldea, cabalgar hacia el horizonte al final de la película, como hizo Danijel, sin despedirte. Para que la nostalgia, o la compasión, no te atrapen en el último momento.

domingo, 25 de mayo de 2014

La poeta Sonia San Román posa con su nuevo libro. «La idea primera sí que surge del instinto pero cada poema tiene una reflexión muy grande»

  • 25 may. 2014
  • Diario de La Rioja
  • :: DIEGO MARÍN A

Se dio a conocer literariamente en el 2004 con el cuaderno de poesía ‘De tripas, corazón’, una breve colección de poemas frescos, directos y crudos que cuatro años después se convirtieron en el libro ‘Planeta de poliuretano’. Ahora publica su cuarto libro de poesía, ‘Anillos de Saturno’ (Baile del Sol –Tenerife–, 2014), que presentó ayer en la librería La Plaquette. Sonia San Román Olmos (Logroño, 1976), licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de La Rioja, continúa con su línea poética clara, de ajuste de cuentas con la propia existencia, pero en la que ahora se añade un matiz elemental: la maternidad. «Dejar de ser hija/a golpe de machete/para poder ser madre», escribe en uno de sus poemas. –Lo primero que llama la atención del libro es una destacada concepción maternal en su temática. ¿Es así, esto ha empujado a la escritura de poemas? –En buena parte del libro, así es. No solo porque me interesara hablar de maternidad como hecho concreto sino porque quería indagar en el cambio de perspectiva con respecto al mundo y a uno mismo que este hecho nos supone a los seres humanos. –El primer verso: «Querer ser el reflejo invertido del padre». ¿Cambia su mentalidad al ser madre? –Ya lo creo. En la base, una sigue siendo la misma pero cambian las prioridades, aumentan los miedos, afloran los instintos... –El título, ‘Anillos de Saturno’, ¿debemos entender que hace referencia a la mitología, al mito de que Saturno devoró a sus hijos? ¿Por qué ha elegido esta referencia? –Porque la figura de Saturno contiene dos conceptos que he trabajado mucho en el libro y que me interesaban especialmente: el paterno, el de la generación en el poder que intenta que la nueva no ocupe su lugar y el del paso del tiempo lineal que nos acerca hacia la muerte. Con los anillos he querido darle el contrapunto. Reflejar el paso del tiempo amable, el de los ciclos, el que nos hace creer que siempre estaremos aquí de alguna forma porque todo se perpetúa o porque todo vuelve. Y, con ambos elementos juntos (el cíclico y el lineal), crear tensión y armonía al mismo tiempo. –Tampoco rompe con su línea poética anterior, aún hay mucho ajuste de cuentas, ¿no? –Quizás la continuidad que se percibe con respecto a los libros anteriores no sea ya por una necesidad de ajustar cuentas sino más porque siento que esa es mi voz y que me siento cómoda escribiendo desde ahí. Aún así he trabajado en líneas muy diferentes a las de libros anteriores, como en la búsqueda de metáforas dentro de lo onírico que luego he ensamblado con elementos más cotidianos. –Y, por supuesto, amor, pero un amor instintivo, cercano a lo salvaje. ¿Es así? –La maternidad te afila los instintos y te conecta con tu parte más animal. El amor, como instinto primario, no se libra de ese afilado. De hecho se convierte en el motor, en la solución, en la única salida. Pero no solo hablo de amor hacia los hijos propios o hacia la familia de uno, sino de un amor más difícil, el que va dirigido hacia los otros, el que nos reconcilia con el mundo. –Todo el libro parece escrito bajo el instinto entre humano, maternal, animal... –La idea primera sí que surge del instinto pero cada poema tiene una dosis de reflexión y de trabajo muy grande en la que procuro que las palabras no le quiten fuerza ni emoción.

sábado, 24 de mayo de 2014

Éxito y fracaso


Por @CarlosIturra_
Stoner, publicada por el texano John Williams en 1965 y en 2010 estrenada en castellano, es el parco título de esta novela, como también posiblemente un símbolo de su estilo y cifra de la vida que cuenta. Porque eso cuenta, la vida de William Stoner, hijo único de campesinos paupérrimos, elementales y tristes, nacido en una granja ya medio estéril de Misuri, labrada a seis encallecidas manos, y que por la visita más o menos casual de un funcionario de educación termina matriculándose en la Universidad de ese Estado. Parte en Agronomía, como era de esperar, y luego, seducido por una clase del ramo obligatorio de Literatura Inglesa, se cambia a letras, en cuyo estudio, sin destacar especialmente, y al alero del maestro que lo “convirtió”, progresa hasta llegar a profesor en esa misma universidad.
Nunca se movería de ahí, salvo para volver a la granja natal a los sucesivos funerales de su padre y su madre, salvo un viaje a San Luis a pedir la mano de su novia. Se casa, en efecto, con una joven de mejor nivel que el suyo y que en verdad no parece amarlo; tienen una hija, de cuyo afecto la mujer lo aparta tempranamente. Se desata la Primera Guerra Mundial, a la que va a hacerse matar su mejor compañero y quizá único amigo; se desata la Segunda, que diezma a sus alumnos. Publica un abstruso librito sobre su especialidad, que no causa ninguna sensación o siquiera reprobación, se hace amante de una alumna con la que conoce el amor pero de la que lo obligan a separarse las intrigas del “campus”, las mismas que le impiden por siempre avanzar en su carrera, y permanece en el quehacer docente hasta la jubilación, e incluso algo más.
Todo ello es transmitido en 240 páginas de prosa pulcra, sencilla, eficaz, libre de énfasis, limpia de fiorituras, desnuda de apasionamientos aun en los escasos episodios de pasión. Es precisamente la prosa, piensa el lector, que requería una vida como esta: Stoner, joven, maduro, anciano, jamás deja de ser el granjero simple, el solitario hijo único, el abnegado campesino, consagrado a su faena de educar jóvenes como antes a la de cultivar tierra –dos formas de labranza-, que no se rebela contra sus enemigos ni contra su destino, ni se desvive por trepar, ni se desespera por la rutina, ni afloja el cumplimiento leal, honesto, sin brillo ni chapucería, de su vocación. Y cuyos sufrimientos, en fin, causados por aconteceres propios de toda existencia humana, soporta sin arrebatos y prácticamente sin queja; sin sumirse en su profundidad doliente ni darle vueltas a la noria de la desilusión, a las ideas de desdicha, a los escozores del fracaso. No se pregunta si su vida pudo ser mejor, no se pone en duda. Aunque lee y lee, eso sí, con amoroso tesón; casi con escapismo.
Esta vida, narrada con esa prosa, resulta doblemente impresionante. Resalta -merced a la prolija modestia de los párrafos y a la contención del personaje, a su entereza y a su medio desesperanzado carácter- la extensa tragedia del ser humano común y su irremisible mediocridad; resaltan los momentos más amargos de ese pálido curso vital, y sobre todo resalta el profundo río subterráneo de la insatisfacción con sus sordas negaciones e imposibilidades absolutas, un río que, siempre por debajo, sin estruendo, sin cesar, con porfía, se precipita desde el nacimiento hasta la desembocadura fatal…
Ese río, más presentido que visto, más sentido que expresado, está entre las principales recatadas bellezas y fluidas virtudes de esta novela: en ese río imperceptible es donde termina hundiéndose el lector, con un ahogo angustiante, y ciertas terribles preguntas.
En la primera página se lee que, ya hoy, el nombre de Stoner es, para los más viejos, “un recordatorio del final que nos espera a todos, y para los más jóvenes meramente un sonido que no evoca ninguna sensación del pasado ni ninguna identidad con la que ellos pudieran asociarse a sí mismos o a sus carreras.” Stoner llegó a ser, de este modo, un nombre que no dice nada, que se diluyó y desapareció como si nunca hubiera sido: menos que una sombra.
Para un chico brotado en los resecos surcos del más pobre Misuri, transformarse en profesor universitario es un triunfo, diría cualquiera, y hasta quizá un triunfo para cualquiera. Sin embargo, ¿cabe estimar una vida exitosa ese fantasmal paso por las aulas, el trabajo, la vida? ¿Con soterrada pena, gloria ninguna, completo olvido? ¿Acaso Stoner habría logrado mayor plenitud repitiendo la senda de sus ancestros, arando? ¿Fue un fracaso su oscura existencia que no legó siquiera recuerdo u obra perdurable, fue un éxito que dejara atrás el predio inmisericorde y se empinara a una cátedra de tantas, despiadada?
Como sea, no hubo suficiente felicidad en él, lo que ya habría justificado semejante tránsito. Su vida ofrece un inquietante parecido, esencial, a tal vez cualquier otra…

viernes, 23 de mayo de 2014

"STONER" de John Williams (¿novela autobiográfica?)


iércoles, mayo 21, 2014 Publicado por Juan Carlos Galan


El novelista John Williams

Es una novela muy inspirada en la propia biografía del escritor que como los amigos del protagonista fue a la guerra con 20 años (a la II GM en su caso, naturalmente), como Stoner nació en una pequeña localidad rural –Clarksville en Texas-; también como su personaje ejerció como profesor en la Universidad de Missouri aunque luego en 1955 pasaría a la de Denver donde dirigió hasta su jubilación en 1986 el programa de escritura creativa de dicha universidad. También como su personaje se especializó en la poesía inglesa renacentista de la que hizo una antología (“English Renaissance Poetry”, 1963) a la que puso introducción de su puño y letra.

Sinopsis
"Stoner" cuenta la triste –por vulgar- historia de William Stoner que nace en 1891 en una pequeña granja cerca del pueblo de Booneville en Missouri central a unas 40 millas de Columbia a cuya Universidad sus humildes y esforzados padres le mandarán a estudiar ingeniería agrícola para que, al finalizar sus estudios, de vuelta a la granja, pusiera en práctica los conocimientos adquiridos; pero Stoner descubrirá en la figura del profesor Archeus Sloane la llamada de la literatura inglesa ("El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿le escucha?") y, sin decir nada a sus padres, se graduará en Filosofía y se quedará en la Facultad al aceptar un puesto como profesor tras no haberse alistado como voluntario en el ejército canadiense para combatir en Europa contra los alemanes en la I Guerra Mundial.



Portada de la novela en español

Personajes del relato
* William Stoner: profesor de literatura medieval inglesa
* Sus padres: granjeros en una pobre granja próxima a Booneville. Cuando fallecen, Stoner ante sus tumbas pensará que “sus vidas se habían consumido en un trabajo triste, rotas sus voluntades, sus inteligencias embotadas” (pág. 94)
* Los amigos estudiantes de Willy Stoner:
  o Dave Master: Muere en Francia en la I GM al poco de llegar allá. Su cinismo y frases sentenciosas serán siempre recordadas por Stoner para quien éste era ejemplo de libertad . Fue quien a Stoner le hubiera gustado ser.
  o Gordon Finch: En opinión de Dave, el menos listo de los tres. Sin embargo es el que mejor sabe adaptarse al medio saliendo airoso en todos ellos; así vuelve indemne de la I GM y en la Universidad de Columbia pronto se hace con puestos confortables. Se casará con Carolyn Wingate, quien en algún momento será bastante amiga de Edith, pero el carácter de esta última las hará alejarse.
* Edith Bostwick: esposa de Stoner. William se enamoró de ella al verla en una fiesta organizada por el vicerrector de artes y ciencias, Josiah Claremont. Se casan rápidamente por voluntad de ella, pero desde el principio Edith le deja muy claro a Willy que no hay nada entre ellos. Sólo habrá un remedo de amor cuando ella decide que quiere un hijo y todos los días le espera dispuesta al “sacrificio”. Una vez alcanzada la meta, su hija Grace, no volverán a tener relaciones.
* Grace: la hija de Edith y Stoner. Por culpa de su madre crecerá triste y en cuanto puede se marchará de casa incluso provocando quedarse embarazada. Caerá en el alcoholismo una vez que su marido, el infeliz Edy, muere en la II GM.
* Horace Bostwick: banquero, hará un préstamo a su hija para que se compren una casa. El préstamo es oneroso y forzará a Stoner a trabajar como un burro. El crack del 29 se lo llevará por delante.
* Emma Darley: tía de Edith con quien iba a realizar un viaje a Europa, interrumpido por la brusca decisión de casarse de Edith. Stoner le promete que el viaje lo harán ellos ya casados pero las dificultades económicas amén del difícil status matrimonial impuesto por la esposa lo harán irrealizable.
* Los compañeros de la Facultad:
    o Gordon Finch: ya citado. Siempre amigo fiel.
    o Hellis Lomax: tullido profesor que llegará como sustituto del fallecido Archer Sloane, o sea Jefe del Departamento de Inglés. A diferencia de Sloane su relación con Stoner siempre será difícil e inamistosa especialmente a raíz de la protección dada por Lomax al alumno Charles Walker, también tullido, que entrará ya fuera de plazo en el Seminario que imparte Stoner y que con suficiencia y vagancia conseguirá que éste lo suspenda. Este suspenso provocará una airada reacción del alumno y de su protector que exigirán una junta extraordinaria que enjuicie el caso. Al oponerse frontalmente Stoner a darle el aprobado, Lómax se vengará de él dándole asignaturas que no desea (los primeros cursos) y un horario horrible.
* Katherine Driscoll: La alumna de la que durante un curso será amante. El carácter medroso y de humillado de Stoner le llevará a permitir que Lomax la expulse de la Universidad por conducta no apropiada. Era una brillante alumna enamorada de su profesor Stoner de quien recibió clase en el Seminario que él daba y a quien dedicará el libro que él le dirigió y que le servía de excusa para acudir a su apartamento. Vivieron un auténtico amor.


Temas presentes en la novela
Es una novela que se lee con facilidad y gusto. En mi opinión sin ser una obra maestra presenta una serie de temas interesantes:

Ø Cambio de mundo. El primero es el de la procedencia del profesor Stoner, un mundo rural durísimo de mera subsistencia. Las páginas dedicadas a sus padres son interesantes (también las referidas a los Foote, primos de Stoner, en cuya granja de Columbia vivió a cambio de trabajar durante sus estudios en la Universidad) y han de ser muy tenidas en cuenta si queremos entender ese carácter apocado, de humillado y resignada mansedumbre que acepta cuanto se le venga encima y que Stoner manifiesta durante todo el relato. El segundo mundo es el pequeñoburgués de la docencia universitario al que Stoner accede pero en el que se desenvuelve con dificultades si hacemos salvedad del trabajo puramente intelectual.


Universidad de Columbia donde se desarrolla la historia de "Stoner"

Ø La vida docente. John Williams presenta a las mil maravillas la vida íntima de la institucióneducativa: las luchas internas por aprobar o suspender a un recomendado, la venganza en forma de asignación de asignaturas y horario, el deseo de que le llegue el retiro a aquel profesor mayor cuya plaza deseo yo ocupar, los discursos vacíos en comidas de despedida, el alumno que provoca al profesor con su suficiencia, la alumna que se enamora de su tutor, … Tantas y tantas cosas que, mutatis mutandis, hoy día se siguen viviendo en el mundo de la docencia.

Ø El amor. Sin lugar a dudas, aunque fundamentalmente lo sea por ausencia, es central en la novela. Stoner es un hombre que en su niñez no recibió muchas muestras de afecto lo que le hizo resistente a la ausencia de afectos. En su matrimonio con Edith no recibe ninguna muestra de cariño (llega la crueldad afectiva de ella al extremo de obstaculizar el acercamiento padre-hija, e incluso al final cuando su esposo está mortalmente enfermo hablar de su muerte con insensibilidad suprema en su presencia). Stoner ama a su hija pero no se planta ante su mujer lo que hará que la pierda durante la adolescencia de Grace. Al menos Willy Stoner conocerá el amor con su discípula Katherine, pero de nuevo fallará al no romper con todo y haciendo tabula rasa iniciar una vida feliz con ella. Quizás también cabe hablar de amor –mejor amistad- con sus dos amigos estudiantiles, Gordon Finch y Dave Master.

Ø La frialdad del mundo intelectual. Stoner se refugia en los libros. Sólo es feliz en su relación con ellos. Es fiel a su época juvenil (los años 20) en los que primaba el disfrute intelectual sobre el pasional. Quizás por ello Stoner no se deja arrastrar por la vorágine apasionada del alistamiento durante la I Guerra Mundial. Para Stoner no hay mayor belleza y emoción que la contenida en un texto latino y que se desentraña mediante el ejercicio intelectual. El mundo universitario es frío pero más frío hace afuera. Siempre Stonerrecordará las palabras de su amigo Dave Masters:
“Es para gente como nosotros que existe la Universidad, para los desposeídos del mundo; no para los estudiantes, ni para la altruista búsqueda de conocimientos, ni por ninguno de los motivos que se aducen por ahí. […] al igual que la iglesia en la Edad Media, a la que le importaban un bledo los seglares e incluso Dios, también nosotros sobrevivimos gracias a nuestros engaños” (pág. 27)

Ø Estoicismo. Stoner acepta estoicamente todo lo que se le viene encima. Esta actitud es buena Foote, en su relación con sus padres si bien los ha engañado, en su relación con sus estudios también le ayudará su ausencia de pretensiones. Sin embargo su estoicismo rayano en la inacción afecta muy mucho la vida de algunos seres de su entorno, en especial a su hija Grace a la que abandona en manos de su insensible madre con desastrosas consecuencias, y a su amante, Katherine, con la que no se decide dar el salto hacia la felicidadsiempre que no entre en conflicto con los otros. Así a Stoner le va bien durante su vida de estudiante trabajando en la granja de los

“Si lanzara todo por la borda, si dimitiera, si simplemente me fuera… vendrías conmigo, ¿no?” “Sí”, dijo ella. “Pero sabes que no lo haré, ¿verdad?” “Sí, lo sé” […] “Porque a la larga”, dijo Stoner, “no es ni Edith ni siquiera Grace, o la certeza de perder a Grace, lo que me mantiene aquí, no es ni el escándalo ni lo que me dueles, no son los obstáculos que tendríamos que superar, ni siquiera la pérdida del amor que tendríamos que afrontar. Es simplemente la destrucción de nosotros mismos, de lo que hacemos”. “Lo sé”, dijo Katherine. “De manera que pertenecemos al mundo a pesar de todo, deberíamos haberlo sabido. Lo sabíamos, creo, pero teníamos que retirarnos un poco, para poder así…” (pág. 185).


Vista aérea de la Universidad de Columbia

Sobre su inacción, quizás la siguiente reflexión que hace el narrador del relato casi ya al final del relato sirva de explicación clarificadora sobre su apático actuar:
"William Stoner conocía el mundo de una manera que pocos de sus colegas más jóvenes podrían comprender. Por dentro, bajo su memoria, yacía la experiencia de la dureza, el hambre, la resistencia y el dolor. Además del recuerdo fugaz de sus primeros años en la granja de Booneville, llevaba siempre cerca de su consciencia el conocimiento sanguíneo de su herencia, transmitida por ancestros cuyas vidas fueron oscuras, duras y estoicas y cuya ética común era la de mostrar a un mundo opresivo rostros inexpresivos, duros y fríos".(pág. 187)

¿Obra innovadora?
Si observamos la novela desde un punto meramente estructural y la situamos en el momento de su aparición (1965) podemos intuir por qué la obra pasó algo desapercibida. En mi opinión hay razones que pueden justificar este olvido:

o Estructura lineal: comienza como comienzan las películas que van a contar la historia de alguien que acaba de fallecer y finaliza, pues, con el fallecimiento de éste. No hay ningún salto temporal dentro del relato.

o Escaso número de personajes y con relaciones entre ellos muy sencillas. La actuación de algunos de ellos queda un poco en una nebulosa, no sé si intencionada o no. El caso más claro es el de la esposa de Willy Stoner.

o Altura poética en algunas ocasiones, pero muy contadas en mi opinión.

o Sencillez excesiva: En las últimas páginas, por si no nos habíamos dado cuenta, hace el novelista una recopilación de los datos que hemos leído.

o El final. Los dos capítulos finales (16 y 17) en los que se manifiesta la enfermedad incurable que porta Stoner y su fallecimiento a causa de la misma están muy bien presentados. A mí me han traído el recuerdo de la novela de C. S. Lewis “Una pena en observación” en la que una pareja de ancianos se enamora en una residencia para enfermos incurables y en la que se nos cuenta la evolución del cáncer incurable que porta el personaje [hay que decir que la fecha de aparición de este relato de C. S. Lewis es de la misma época -¡pero anterior!- que el de la novela de John Williams, 1961]. También me ha recordado algo este final a la novela “La muerte de Artemio Cruz” (1962) de Carlos Fuentes. Es evidente que las novelas de los novelistas citados son anteriores y que en ellas es más extenso y complejo el proceso de la enfermedad y la propia agonía.


Conclusión con interrogante
Tras la lectura y efectuado este análisis en mi mente quedan abiertos dos interrogantes:

¿Qué quieren decir la mayoría de comentaristas de la novela cuando definen al personaje como un hombre "íntegro"? ¿Qué se quiere decir con ese vocablo?
¿Por qué ahora se rescata esta novela? Es curioso observar que las principales editoriales de nuestro país, -pero también sucedió esto en USA cuando "New York Review of Books" habló de ella siendo publicada después en París en la editorial Le Dilettante-, rechazaron su impresión siendo publicada por la pequeña editorial tinerfeña Baile del Sol. Y al tiempo que ocurre esto aparecen respetadísimos (con razón, claro es) gurús literarios ( Vilá Matas, Rodrigo Fresán, Ian McEwan...) reivindicándola. ¿Qué ocurre? ¿Estamos ante una operación meramente comercial que pretende agitar un poco el asentado mercado literario?

http://elblogdejcgc.blogspot.com.es/2014/05/stoner-de-john-williams-novela.html?spref=tw

jueves, 22 de mayo de 2014

Nacho Tajahuerce: Poesía cívica del siglo XXI

Portada del libro.
Portada del libro.
La librería madrileña Traficantes de Sueños acoge el próximo sábado, 24 de mayo (a las 12.30 horas del mediodía) la presentación del último poemario de Nacho Tajahuerce Sanz, El rostro del mundo (Baile del Sol, 2014). En el acto intervendrán, junto al autor, el poeta y músico Ángel Petisme y el profesor de Lengua y Literatura José Luis Asensio. Éste último ha preparado un texto que reproducimos a continuación.
Por JOSÉ LUIS ASENSIO GARCÍA
Es difícil hacer una presentación cuando ya está escrito el magnífico prólogo de Manuel Vilas, hecho desde el cariño y el conocimiento y cuando, además, dos de los poemas que más me gustan ya están colgados en la página web de Traficantes de Sueños.
A lo largo de los distintos apartados del libro: Tiempo de crisis, Estaciones, El rostro del mundo, Poemas de amor ante la barbarie y La carretera, Nacho Tajahuerce se afana en la tarea de conocer el rostro del mundo y al mismo tiempo su propio rostro, como poeta y como ser humano, pues, en la tradición del pensamiento humanista de izquierdas, se siente individuo porque vive con los otros, porque vive en sociedad. Desde esta postura mira a su alrededor y mira dentro de sí. Creo que esto incide directamente en su poesía, tanto en los temas como en la forma de tratarlos. Hay un equilibrio entre el yo del poeta y el mundo que le rodea. Como señala Vilas, un constante trasvase en dos direcciones entre el mundo exterior y su mundo interior. Formalmente esto se refleja en el uso de la primera y la tercera persona: no sé si será intencionado pero se reparten al cincuenta por ciento los poemas del libro.
En tiempos como los actuales, en que la novela (con el beneplácito de la mayoría de los autores y la resistencia de unos pocos) se ha convertido en un producto más de consumo inmediato destinado a anestesiar la conciencia de los lectores/consumidores, la poesía es más necesaria que nunca. (Dejemos a un lado el teatro, ya que sus condiciones de recepción son distintas).
El poeta no puede encerrarse en su torre de marfil sin ver lo que le rodea y denunciarlo. (Los desahucios han llegado también a las torres de marfil). Pero ¿cómo hacer una poesía de denuncia en el siglo XXI? Hace quince años escribía Roger Wolfe: “La poesía // es un arma // cargada de futuro. // Y el futuro // es del Banco // de Santander”Petisme en Fast Food for freaks, su reciente libro, dice en un verso-aforismo: “Belleza, bondad, verdad: arte. BBVATajahuerce se acuerda de los banqueros en su poema Cumbres borrascosas III. Así pues, estos poetas saben, por lo menos, dos cosas: una, dónde está el enemigo, a quién hay que arrebatarle el poder y las palabras, esas palabras falseadas, secuestradas, prostituidas que necesitamos recuperar; otra, que no pueden ser vanidosos y arrogantes, que deben tomarse su propia poesía de denuncia con ironía y con humor. Esto lo hace muy bien Tajahuerce. Como dice Vilas podría hablarse de un humor made in Tajahuerce. A mí me interesa mucho, porque creo que el humor y la ironía, sobre todo la ironía, son armas cargadas por el diablo. La ironía ha sido, en muchos casos, el recurso posmoderno para contemplar con escepticismo la realidad desde una postura de superioridad intelectual y, en lugar de luchar por transformar esa realidad, echarse a un lado… el lado del poder. No es el caso deTajahuerce.
Esto que acabo de decir no debe hacernos pensar que este es un libro de poesía social, o solo de poesía social. Hay una parte del libro, Tiempo de crisis, formada por poemas más reivindicativos pero, a lo largo del libro, nos encontramos con poemas de tono más intimista y otros, claramente metafísicos. Como empecé diciendo, Nacho habla de lo que pasa y de lo que le pasa y lo hace mediante una poesía realista. Podríamos hablar de poesía cívica, lo cual nos lleva a pensar en Machado o Gil de Biedma, sobre todo este último. (Los tres primeros versos de Futuro me recuerdan al comienzo de No volveré a ser joven, pero luego Futuro continúa por otra dirección; además a Nacho le faltan muchos años para tener la edad en la que el poema de Gil de Biedma se te queda grabado). Sería, pues, poesía cívica del siglo XXI en la que todos los temas actuales son poetizables; en algunos casos mediante poemas narrativos de cierta extensión y en otros, mediante poemas muy cortos que tienen el fogonazo expresivo del grafiti.
Decía Ortega y Gasset que la claridad es la cortesía del filósofo. La claridad, la sencillez, son la cortesía de Tajahuerce que busca, sobre todo, la comunicación con el lector. Para ello huye de la pedantería, del culturalismo, del despliegue de palabras que deslumbran pero no dicen nada. La mejor forma de ver esto es fijándose en los adjetivos: hay poemas que no tienen ni uno. Siguiendo con las citas, y pido perdón por ello, Marta Sanz dice en su último ensayo que hoy es necesario escribir de cosas feas con palabras feas. O sea, que la belleza, que la coartada artística no enmascare la realidad. Nacho sigue, a mi entender este camino, asume el riesgo de que su poesía pueda no parecer poesía en aras de la comunicación. Digo la comunicación, no la complicidad complaciente, no esperemos poemas de los que nos hacen decir: “qué bien lo expresa, eso lo he sentido yo también”. Nacho nos coge de la mano y nos hace acompañarle en sus poemas, después, en algunos de ellos nos deja inoculada una imagen, así, el poema continúa en nosotros, que sentimos entonces cierto desasosiego.
Para terminar, me gustaría decir que si la poesía de Tajahuerce, en la forma está despojada de adornos, en el contenido no está despojada de sentimientos, de buenos sentimientos, diría yo. Al leer los poemas percibimos que están escritos por un buen tipo, lo cual, ya lo sé, no tiene que ver con la literatura pero, qué diablos, en estos tiempos reconforta.
Nacho Tajahuerce Sanz.
Nacho Tajahuerce Sanz.
Nacho Tajahuerce Sanz (Zaragoza, 1980) trabaja como profesor de Lengua y Literatura en un Instituto de Educación Secundaria. Es autor de los libros de poemas Deshielo (2006) y Manual de oficios (2008). Ha editado la antología de relatos El viento dormido, nuevos prosistas en Aragón. Su obra poética y narrativa ha sido incluida en diversas antologías como Noreste, Ocultación Transitoria, Tripulantes. Nuevas aventuras de Vinalia Trippers o Poesía para Bacterias.

: : Dos poemas de Nacho Tajahuerce Sanz

Pequeños instantes
Cuando unas zapatillas de estar por casa
dicen más que mil páginas escritas.
Cuando una cama sin hacer
nos describe nuestra propia existencia
y cuadernos por el suelo
nos demuestran que
poco nos importa ya el amor de los hombres,
quizá
estés ante el momento definitivo
en el que descubras que
la felicidad se encuentra en pequeños instantes,
como por ejemplo,
bajar la basura
a la calle.
 — — —
Político
La solución
disimula detrás de ti.
Lástima que no tengas ojos
en la nuca.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Baile del Sol publica Vínculos secretos, de Vamba Sherif, en su colección África

af6Fiel a su interés por dar a conocer en España nuevos autores del continente africano, la Editorial Baile del Sol acaba de publicar la novela Vínculos secretos, del liberiano Vamba Sherif.

En Vínculos secretos, su joven autor se adentra en una historia que sigue la estela de la ficción de investigadores de lo sobrenatural y explora el uso y el abuso del poder en los gobiernos disfuncionales. La mirada de Vamba Sherif lleva al lector por caminos insólitos y desconocidos a través de unos personajes que esconden secretos inimaginables. La muerte y el misterio planean permanentemente por las páginas de esta novela que respira leyendas y tradiciones ancestrales para criticar sin paliativos el sometimiento de los pueblos a sus caciques y políticos corruptos.
Sin duda Vínculos secretos es una apuesta arriesgada de la colección África que sorprenderá a los lectores por el especial universo que recrea y su adictiva fórmula narrativa.

Sobre el autor: nació en el norte de Liberia en 1973 y pasó parte de su juventud en Kuwait, donde completó su educación secundaria. Habla muchos idiomas, incluyendo árabe, francés, Inglés y holandés, y algunas lenguas africanas como Mande, Bandi, Mende en Lomah. Después de la primera Guerra del Golfo, Vamba se instaló en los Países Bajos y estudió derecho. Ha escrito cuatro novelas. La primera, La tierra de los padres, trata de la fundación de Liberia con el retorno de los esclavos liberados de Estados Unidos en el siglo XIX. Esta novela fue publicada con gran éxito de crítica y éxito comercial. La segunda, El Reino de Sebah, trata de la vida de una familia de inmigrantes en los Países Bajos, contada desde la perspectiva del hijo, que es un escritor. Su tercera novela, VÍNCULOS SECRETOS (Tenerife, 2014), ha sido publicada en los Países Bajos, Inglaterra, Francia, Alemania y Polonia. La cuarta, El Testigo, trata de un viejo hombre blanco, Onno, que conoce y está fascinado por una mujer de color con un misterioso pasado, como trasfondo la guerra civil de Liberia.
Además de su amor por la escritura y los libros, ha desarrollado una gran pasión por el cine.

vambaweb


  • ISBN-10(13): 978-84-15700-08-1
  • Fecha de publicación: 2014
  • Número de páginas: 142
  • Traductora: Alicia Delgado Moreno

martes, 13 de mayo de 2014

Sonia San Román ha publicado 'Anillos de Saturno', su cuarto poemario y el más personal



Sonia San Román ha publicado su cuarto poemario. Lleva por título ‘Anillos de Saturno’. Asegura que en esta colección de poemas hay mucho de sí misma. Apunta que ha escarbado mucho en su propia persona, que ha profundizado en algunas zanjas abiertas. También, apunta, que existe un mayor toque social y un juego de paradojas con el tiempo como elemento catalizador. Escribe desde siempre, desde niña, desde que su bisabuela le regalaba versos y está convencida de que de no hacerlo, enfermaría. Profesora de Lengua y Literatura cree que la poesía “se ensaña fatal”./Javi Muro

S.- ¿Qué es ‘Anillos de Saturno? ¿Si abrimos sus páginas y comenzamos a leerlo qué no vamos a encontrar?

Es mi cuarto poemario y creo que es uno de los lugares donde más se puede encontrar de mí. En los libros anteriores había cosas, pero creo que aquí, en ‘Anillos de Saturno’, es donde más se escarba. Ya tenía zanjas abiertas en libros anteriores, pero aquí he seguido profundizando. Así que nos podemos encontrar con zanjas muy personales, pero también procuro hacer poemas en los que esa parte personal puede ser también de todos. Es decir, que no sea sólo vomitar emociones, sino que si tú lo lees también puedas conectar con lo que estás leyendo.

S.- ¿Es un poemario introspectivo, pero que busca empatía con el lector?
Sí, eso es. Igual es un poco pretencioso decir que busca lo universal, pero eso es. Es buscar en lo particular lo común. He indagado en heridas, en aspectos, que a lo mejor sí que me causaron cierto run run por dentro y me gusta desenmascarar qué era lo que también nos lo podía causar a todos como sociedad, qué causaba ese run run. Así que puedes encontrarte poemas que son muy personales, pero también otros con un mayor toque social. Precisamente, por lo que cuento, porque en esa búsqueda a lo mejor encuentro aspectos comunes, a lo mejor encuentro un pulso que no es sólo mío, sino que es un latido que compartimos unos cuantos.

S.- Por un lado hablas de reflexión interior, pero el título del poemario, de alguna manera, habla de un lugar lejano…

Me gusta jugar con las paradojas. No pensaba con la relación con el espacio, pero sí quería jugar con dos conceptos relativos al tiempo. Saturno, como el tiempo que nos devora, que nos acerca más a la muerte, el tiempo lineal, con el que no podemos luchar y, por otro lado, lo circular, ese tiempo amable, ese tiempo que tiene un toque eufemístico, el de los ciclos, el de vuelve la primavera, el que nos hace sentirnos inmortales. De alguna manera, había querido jugar con eso. Por otro lado, también juego con una faceta generacional o familiar del padre que quiere devorar a los hijos pero que finalmente es devorado. Con la idea de Saturno hago referencia a lo generacional y también al tiempo.


S.- ¿Juego también de contradicciones?

Bueno, en el fondo me sé contradictoria; creo todos en el fondo. La propia vida tiene esas contradicciones. El festejar los ciclos, las estaciones, que parece que todo vuelve, que nada cambia, pero en el fondo hay un tiempo implacable que va avanzando… Esa contradicción con la que tenemos que vivir es la que pretendo reflejar y para hacerlo he escavado un poquito en mí misma.

S.- Quienes han leído ‘Anillos de Saturno’ hablan de un nuevo camino en tus poemas, de haber soltado lastre, incluso… hasta la amputación…

Sí, se refiere a un poema que habla de ‘soltar lastre hasta la amputación’. Habla de eso que estamos comentando, de cuando uno intenta moverse dentro de los engranajes familiares o sociales, cuando sabe que tiene que ocupar determinado espacio pero el anterior no sabe retirarse… pues eso, que uno también tiene que saber soltar lastre, saber cuáles son las raíces buenas, como con los árboles… ese soltar lastre es también, un poco, saber avanzar.

S.- … y un nuevo camino en tu poesía…

Sí, incluso desde el aspecto técnico. Sí que es verdad que igual mis primeros poemarios era más prosaicos y aunque sí que me gusta el lenguaje sencillo, las palabras sencillas, está vez quizá he creado metáforas más potentes, muchas veces oníricas, incluso alucinaciones. En este sentido me ha influido mucho la poetisa Isabel Bono. Tiene un blog maravilloso, ‘Espuma de las noches’, en el que ella construye poemas en prosa con lo que ha soñado la noche anterior. Ella me sugirió "coge un cuaderno, póntelo en la mesilla, y esas imágenes del sueño apúntalas, que algunas te servirán para poemas". En ese sentido, José Hierro, que lo he estado trabajando durante 2012 realizando una antología homenaje, tiene también apartado poético muy interesante de alucinaciones. Me interesaba, porque a veces intentamos decir con palabras cosas, pero a veces las palabras también nos engañan. Entonces, el sueño con esas metáforas tan potentes es capaz de decir lo que algunas palabras no son capaces. Son imágenes más potentes y me ha gustado trabajar con ese tipo de imágenes.
S.- Al hilo de lo que cuentas, ¿Cuál es la evolución que percibes entre tus primeros poemarios y ‘Anillos de Saturno’?

Para empezar, hay una diferencia vital porque yo no soy la misma que escribí aquellos libros…no sé si por suerte o por desgracia…, pero la evolución también está ahí. Por lo tanto, si yo, que soy el filtro por el que pasan todas esas sensaciones, que soy la antena, el catalizador, no soy la misma… pues difícilmente puede tener mis poemas el mismo estilo, aunque sí que hay parte de mí parecida a la del comienzo. Hay muchas más lecturas, vivencias nuevas, me he ido alimentando, me he ido enriqueciendo, y he realizado una búsqueda todavía mayor. Son cincos años de trabajo y creo que se tiene que notar.

S.- ¿Por qué escribes? ¿Cuándo comienzas a escribir?

… creo que es una enfermedad… creo que si dejara de hacerlo enfermaría… Lo hago por sobrevivir, porque necesito quitarme de dentro muchas cosas. Poeta no es sólo el que escribe. Hay cineastas que son poetas, hay fotógrafos que son verdaderos poetas, yo creo que soy simplemente un catalizador, un filtro, una antena, que está abierta para hacer visible lo que es prácticamente invisible y utilizo como herramienta la palabra. Soy un filtro y cuando llegas a filtrar tanto tienes ese atasco y con ese atasco es con el que hay que construir el poema al final. Hay que hacer poesía de esos acumulados de realidad y cotidianidad, con esos pequeños detalles que parecen invisibles es con los que hay que tratar de construir poemas.

S.- Igual es exagerado, pero escuchándote da la impresión de que ese proceso creativo del que hablas tiene algo de doloroso, ¿no?

No lo sé en el caso de los demás poetas, pero en el mío, a veces, sí. A veces, el hecho de haber construido un poema resulta una liberación. Te sacas algo, te vacías, te abres y cuando estás abierto das mucho de ti. Por eso, te advertía que soy muy pudorosa en las entrevistas porque los poemarios son tan íntimos, hay mucho de mí ahí, es desnudarte.

S.- ¿Concluir, finalizar un poema, verlo terminado, es terapéutico, es medicinal para ese dolor del que hablabas?

Sí, muchas veces sí. Otras, pasado un tiempo, no te reconoces en el poema. En los primeros poemarios sucede así, no soy la misma persona que hace diez años cuando escribí el primero. Ahora lo lees y dices ¡Madre mía!, como ha pasado el tiempo, ya no escribiría esto. Sí es cierto que terminar un poema tiene mucho de liberador, no me atrevería a decir terapéutico porque estaríamos rozando los libros de autoayuda, pero sí es liberador, como si te extirparas ese acumulado. En el fondo, es como dicen los chinos, el ojo sólo ve lo que busca. Tu sí que andas buscando en la realidad algún tipo de cosas con las que conectas, por tus raíces, por tu pasado, por tus vivencias, por tus lecturas, por tus dolores o por tus alegrías…. Andas buscando ese tipo de cosas con las que conectas, pero sí que es verdad que buscas tanto que luego es necesario vaciarte y que mejor cosa que vaciarte con el arte. A otros les da por hacer guerras, invadir países…

S.- ¿… supone también un descanso?

Sí. Sí, sí, descansas, descansas.

S.- Los poetas acostumbráis a participar en recitales en los que leéis vuestros poemas. Por un lado es la presentación de la obra, pero también, por otro, está la exposición personal. ¿Cómo llevas ese mostrarte?

Es complicado porque cuando la gente se entera de que has publicado otro libro piensa que estás súper feliz, súper orgullosa de ti misma… y yo me encuentro al contrario, tengo una sensación de vértigo, de estar en la orilla del abismo y de decir sí, por un lado estoy feliz porque he reunido una serie de poemas de los que me siento orgullosa, pero también me siento muy expuesta, es muy impúdico el hecho de mostrarse tanto. Creo que en el momento en que se produce la comunicación con el lector, en el momento en que, por ejemplo, alguien te escribe y compruebas que la conexión poética se ha producido, eso te produce felicidad. Compruebas que has conectado, que les has arañado por dentro y entonces, ya ha merecido la pena. Pero sí, el exponerte, produce un vértigo bastante importante.

S.- ¿Cómo interpretas las reacciones de los lectores a tus poemas?

Suele ser muy agradable. Depende de quien venga también; aduladores hay muchos. Me creo la crítica que tiene también un pelín de negativo. Ese lector que te dice que a pesar de algunos poemas no me han dicho nada, este, este otro y este, sí que me han gustado y me han parecido muy potentes. Con esa crítica que me quedo, la que valora, la que me da una de cal y otra de arena, con la que me aporta argumentos que se ve que son fruto de la lectura. Hay es cuando digo, que bien, se ha producido la comunicación.

S.- Ese tipo de crítica es también una pista, ¿no? Supongo que resulta muy complicado creer que alguien te diga me ha gustado tu poemario desde el primer poema hasta el último, más teniendo en cuenta, como dices, que ‘Anillos de Saturno’ es muy personal…

Claro. Valoras cuando compruebas que ha habido una lectura, cuando alguien te dice me gusta más la última parte del poemario, me parece la mejor y, sin embargo, a otro lector, le gusta más la primera parte. Claro, cada uno somos hijos de un padre y una madre y el poemario es bastante diverso, incluso en extensión de los poemas y temática, maternidad, lo social… cada uno ve lo que busca…

S.- También es cierto que vivimos un momento en que lo que tiene que ver con lo social nos llama más la atención…

Sí, nos toca más la fibra. Lo buscamos, necesitamos encontrar compañeros de viaje en estos tiempos revueltos. Así surgen antologías como ‘En legítima defensa’, de Bartleby, en la que también he participado y cuya temática es totalmente social. Aborda cómo están viviendo los poetas estos tiempos. Si eres poeta de tu tiempo tienes que reflejarlo de alguna forma.

S.- Y llegados a ese punto, ¿Cómo están viviendo los poetas estos tiempos?

Deberíamos meternos en el barro, pero pienso que debemos huir de lo panfletario. Hay quien cree que el mensaje justifica ya el poema, que vale con que el mensaje sea muy justo. Pienso que hay que saber construir un poema, estás haciendo una obra de arte, tienes que cuidar las expresiones. Intentar decir lo mismo, pero cuidándolo.


S.- Coincide contigo el poeta Abraham Gragera, que pasó hace unas semanas por las Jornadas de Poesía en Castellano…

Claro, es que a veces la poesía social cuando la oyes dices, lo comparto, pero ¿dónde está el poema? Tiene que haber un equilibrio entre la buena construcción del poema y el mensaje, entre la forma y el fondo. No se puede descuidar la forma; me parece imprescindible porque sino la poesía se pierde.

S.- ¿Qué importancia le concedes a las redes sociales como canal de expresión para la poesía, para un poeta?

Yo soy muy fan de las redes sociales. Sobre todo, como nexo de unión con otras personas que están haciendo lo mismo que tu, te conectan con compañeros, te conectan con lectores, es también una manera de potenciar tu obra y promocionarla. Me parece una plataforma estupenda. He conocido a muchísima gente que quizá no hubiera podido descubrir en una librería porque han publicado en editoriales pequeñas o marginales que las distribuidoras no las han hecho llegar aquí. Así he llegado a sus poemas y los he podido leer. Las redes me parecen algo fantástico, en ese sentido.

S.- ¿Al comenzar a escribir tenías claro que tu camino era la poesía?

Sí, sí. Sí, el camino ha sido la poesía desde niña. Mi bisabuela es la que me metió el virus. Ella hacía versos. No sé ni siquiera había llegado a terminar la escuela. Había nacido a finales del XIX, pero tenía una gran capacidad para hacer versos. Cuando llegaban los cumpleaños o cualquier celebración familiar, ella te regalaba un poema. Cuando yo tuve edad de leer y capacidad de recitar, me utilizaba de rapsoda. Ese virus lo tengo desde la infancia y aunque alguna vez he escrito relatos me encuentro mucho más cómoda en la poesía. Es que no lo puedo remediar, es lo que gusta.

S.- ¿Una poeta lee sólo poesía?

No, no, leo de todo. Soy profesora de Lengua y Literatura y tengo que leer de todo por mi trabajo, pero también por places. Sí es cierto que leo más poesía porque también aprendo mucho. Veo las herramientas de otros y a veces digo… yo quiero escribir así.

S.- Y como profesora de Lengua y Literatura… la poesía siempre ha sido algo que producía cierto miedo en el colegio, en el instituto…

Normal, se enseña falta.

S.- Igual que sucede con otras artes, ¿no sería más adecuado en vez de iniciar el temario por los clásicos, que provocan cierto temor, hacerlo por poetas contemporáneos e ir buscando las referencias con los clásicos hasta hacerlos atractivos a la lectura?

Es lo que pienso. No sé quien lo dijo, pero llevaba mucha razón: “Empezar a enseñar poesía por los clásicos es como en matemáticas, empezar por las derivadas en vez de por las tablas de multiplicar”. Claro, los chavales llegan asustados a la poesía. Primera vez que ven un poema, venga a analizarlo, a encontrar las metáforas de Garcilaso o de Góngora…. No entienden nada… es mejor empezar con poetas contemporáneos, con imágenes más sencillas que las que se encuentran en las metáforas de los clásicos…

S.- Eso permite luego ir hacia atrás en el tiempo, hacia los clásicos…

Por supuesto. Es un entrenamiento. No le puedes pedir a un chaval de quince años que aún no ha escarbado en su propia persona, que entienda una metáfora sobre el paso del tiempo o sobre la muerte… Hay que ofrecer un lenguaje más próximo a su tiempo, con metáforas que puedan comprender, que trabajen su sensibilidad, que pique ese gusanillo… pero empezar por Góngora… A mí me encanta Góngora, pero porque llevo muchas lecturas ya. No puedes mostrar a los chavales la imagen de que el poeta es alguien que vive en el Parnaso y escupe versos…



miércoles, 7 de mayo de 2014

Soneto inspirador




¿Es posible que los versos de un soneto sean capaces de cambiar el rumbo de la vida de un hombre?

Eso es lo que le ocurre a William Stoner cuando el raro profesor de literatura inglesa Sloane, auxiliado por un rayo de luz que se filtra por la ventana del aula, espeta:

“El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿le escucha?”.

Instante iluminatorio para el protagonista de la novela "Stoner"; como si se tratara de una revelación divina decide abandonar sus estudios en la Facultad de Agricultura –donde fue enviado con gran esfuerzo por sus padres campesinos- y matricularse en la de Literatura Inglesa para convertirse, con el tiempo, en profesor de la Universidad de Misuri (EE.UU.).

Stoner, básicamente narra la biografía de su protagonista, un hombre a quien podríamos catalogar de auténtico “antihéroe” y cuyo íntegro e inalterable carácter se rige bajo los principios de trabajo, sacrificio y renuncia (tanta que consigue poner de mal humor al lector que siente empatía por él). Una vida vacua, árida y cruel que él acepta estoicamente y que soportará refugiándose en el más puro de los sentimientos humanos: el amor. Amor a la literatura, al lenguaje, a su profesión, al aprendizaje, a una esposa que lo desprecia, a su única hija de quien será alejado, a una alumna amante que no sabrá retener...

“En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra”.

Es una novela de una sencillez descarnada. No ocurren grandes sucesos, es una historia esencialmente “humana” mediante la que se intenta mostrar la futilidad de la vida, la soledad del hombre frente al mundo. 

Tom Hanks tras leerla argumentó:

“Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado”.

Se publicó en el año 1965 pero durante mucho tiempo pasó inadvertida. La editorial Baile de Sol la editó en lengua castellana en el año 2010.

Su autor, John Williams, también fue profesor en la Universidad de Misuri donde obtuvo su Doctorado. Sin embargo, en la dedicatoria de su novela incluye una advertencia en la que asegura que todos los personajes que aparecen en ella son inventados, incluso altera algunas descripciones físicas e históricas para que todo en ella sea ficción.




Hace unos días en el diario El País, se publicó un artículo de Javier Marías a propósito de la influencia de Shakespeare en su obra titulado "Shakespeare, el mayor inspirador". Al leerlo irremediablemente recordé al difunto personaje, Wiliam Stoner, y de ahí que hoy le dedique mi post.