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jueves, 9 de enero de 2020

Entrevista a Edem Awumey en CRONICA.COM.MX

“El acceso a los libros desde muy joven cambió radicalmente mi vida”: Edem Awumey En entrevista, el escritor togolés Edem Awumey relata su despertar literario, las reflexiones que provocaron obras como El extranjero, de Albert Camus, y el impacto en su obra
“El acceso a los libros desde muy  joven cambió radicalmente mi vida”: Edem Awumey  | La Crónica de Hoy


Edem Awumey (Togo, 1975) es un escritor africano que en 2009 fue nominado al Premio Goncourt —el galardón más importante de las letras francesas— por su novela Los pies sucios, obra que se encuentra en español gracias a la editorial Baile del Sol, junto con dos novelas más escritas por este autor que aborda el tema del exilio y de la lucha contra la ceguera que genera la violencia.

Crónica presenta una entrevista con el togolés y también autor de Rose Déluge, Explicación de la noche, Tierno Monénembo: el romance del exilio y Mina entre las sombras, las cuales se promocionaron en la edición 33 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

“Nací en la capital de Togo y algo que cambió radicalmente mi vida fue que tuve acceso a los libros desde muy joven. Era un niño bastante tímido e introvertido y eso influyó mucho para que mi relación con los libros se fortaleciera”, narra.

Otro factor que determinó a Edem fue que en su escuela secundaria existía una amplia biblioteca, es decir, una excepción en Togo, país que fue llamado la “costa de los esclavos”, que vivió 38 años en dictadura y que después de la Primera Guerra Mundial dejó de ser colonia alemana para ser repartido entre Francia e Inglaterra.

“De repente, dentro de mis lecturas me encontré con el libro El extranjero, de Albert Camus, y reflexioné mucho tiempo sobre una frase que aparece cuando al protagonista le preguntan: ¿por qué mataste al árabe?, y éste responde: ‘por el sol’. Tenía 15 años y lo leí varias veces porque pensé que no había entendido y me preguntaba ¿por qué alguien puede matar por el sol?”, recuerda.

Después de varios años comprendió la frase, en el contexto de Togo de 1990 cuando el país inició un proceso de democratización.

“Muchas mujeres en Togo tuvieron que salir de casa y trabajar día tras día bajo el sol, hacer el esfuerzo de vender cosas en el mercado para alimentarnos y al final de cuentas, nosotros somos gracias al esfuerzo de ellas. Hubo mujeres que murieron bajo el sol”, señala.

Edem entendió la connotación del sol violento. “La represión fue algo que vivimos en el contexto político de 1990 en Togo, había dictadores que mantenían el poder a toda costa y que no nos permitían regresar a una verdadera democracia. En ese tiempo escribí mis primeros textos”.

Una de sus influencias fue el libro clásico para los africanos Los soles de las independencias, de Ahmadou Kourouma (Costa de Marfil, 1927-2003).

“Me gusta hablar del sol en plural, en tres facetas: el sol de la esperanza, el sol de la violencia y después el sol de la esperanza regresa con la resistencia. De hecho, regresando a la historia del personaje de El extranjero, de Camus, el reflejo del sol en el cuchillo que sostenía el árabe fue tal que lo cegó, entonces lo que intento en mis libros es deshacerme de ese sol tan violento”, expresa.

Awumey inició su carrera literaria en Togo y se fascinó por el movimiento de lo absurdo de Samuel Becket y Eugene Ionesco. Recibió la beca UNESCO-Aschberg, para ser escritor residente en Marnay-sur-Seine, Francia, después se mudó a Quebec ya que Togo continuaba con problemas de violencia política.

“Haciendo una comparación fácil con la obra Esperando a Godot, en el Togo de 1990 muchos jóvenes que se manifestaban nunca regresaban, muy pronto me di cuenta de dos verbos: ir y regresar que formarían parte de mi destino”.

INOCENCIA. Los pies sucios es una novela que cuenta el viaje del joven Askia del Golfo de Guinea a París en busca de su padre, recorrido en el que resuena la frase materna: “hemos estado en todos los caminos y por todas partes nos han llamado pies sucios”.

— ¿Somos sociedades de pies sucios?

— Cuando escribí el libro podía ver a la gente queriendo atravesar para ir hacia España, veía a la gente que caminaba días y días, esa gente por más que tuviera sus pensamientos frescos y llenos de esperanza, su cuerpo no estaría limpio, sólo se detenían para pedir dinero y comer.

“En ese momento pensé en otros tipos de pies, me acordé de mi infancia cuando jugábamos sin tener zapatos porque a nuestros papás no les alcanzaba para comprarnos unos, entonces teníamos los pies sucios de inocencia. Hoy seguimos con los pies sucios por diferentes razones y espero no sea por la pérdida de sueños”, responde.

— ¿Se puede escapar del destino?

— Podemos luchar para escapar. En mi obra siempre junto los conceptos de lucha y destino porque como decía Víctor Hugo: quien lucha, vive. Pienso lo mismo.

— ¿Cómo recibiste la noticia de tu nominación al Goncourt?

— Mi editor me dijo: busca tu nombre en Google; estás nominado al Premio Goncourt. Fue un momento en el que fui iluminado por una luz enceguecedora y es muy bonito tener esa luz, pero durante todo ese proceso evité caer en la ceguera.


jueves, 16 de enero de 2014

Edem Awumey, la literatura del exilio

Javier Mantecón 15 enero, 2014
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La literatura africana parece que poco a poco está encontrando un pequeño rincón, minoritario, pero estable dentro de la escena globalizada a través de una nueva generación de escritores nacidos en los años 70. Como ocurre en muchas otras disciplinas artísticas, muchos de los literatos publican y en ocasiones viven, en países occidentales. La realidad es que la literatura y la lectura no consiguen permeabilizar en las sociedades africanas, más allá de su élite intelectual. Algunos expertos explican esta situación debido al alto grado de analfabetismo de la población, otros lo achacan a las escasas políticas públicas de fomento de la lectura. Lo cierto es que la gran mayoría de la literatura africana de calidad es editada en el extranjero, complicando en muchos localizar las obras de los autores en sus propios países de origen.
Edem Awumey partió de Togo en el año 2000 para descubrir el mundo, para vivir otras perspectivas. Su pronta afición a la lectura y su determinación le valieron para montar obras de teatro amateur en Lomé durante sus años de universitario pero fue a partir de su asentamiento en Canadá cuando comenzó a desarrollar su carrera profesional como escritor. Actual profesor de literatura francófona en la Universidad de Mcgill en Montreal, Awumey ha publicado desde 2006 cuatro novelas, Port – Mélo, que le valió el premio Gran Premio Literario de África Negra 2006, Los pies sucios, seleccionada en 2009 para el prestigioso premio Goncourt, Rose Déluge en 2011 y Explication de la Nuit en 2013. Por otro lado también satisfizo su propia faceta de investigador publicando el trabajo ensayístico Tierno Monénembo : la novela en el exilio (WVB, 2006) sobre la figura del gran autor guineano al que tanto admira.
Partiendo de una realidad turbulenta las novelas de Edem Awumey nos sumergen en la personalidad a priori simplista pero muy compleja de sus personajes. Siempre con la idea subyacente del exilio en cada uno de sus trabajos, Awumey utiliza formalmente un lenguaje escueto y directo en sus diálogos y más lírico en su prosa, acentuando la personalidad de unos personajes muy reales en un entorno literario. Tras el éxito cosechado durante estos últimos años con su obra, en la que recomendamos fervientemente bucear, Edem publica en 2013 su última referencia Explication de la Nuit, que aúna y perfecciona las cualidades de sus anteriores obras. Su calidad literaria y su discurso resultan tan atractivos que decidimos ponernos en contacto con él para discutir de manera más profunda sus inquietudes y perspectivas.
http://www.latiendadebailedelsol.org/4-awumey-edem-los-pies-sucios-.html

¿Cómo nació su interés por la literatura y la escritura?
Mi interés por la literatura proviene de un conjunto de factores. En un principio, una práctica precoz de la lectura que me permitió encontrarme a una edad temprana edad con los grandes clásicos africanos y franceses (Hamadou Hampaté, Senghor, Victor Hugo, Molière…), a continuación el hecho de que crecí en África en la década de 1990, durante la cual un buen número de países del África negra, entre motines, represiones y sangre, pasaron a supuestos regímenes democráticos completamente irreales. Este clima estimuló la aparición de una escena de teatro de urgencia y revuelta en todos estos países alimentado por escritores como Kossi Efoui, Kously Lamko, etc. Me influenció muchísimo este periodo histórico y literario.
¿Qué le aporta personalmente expresarse a través de las palabras?
A través de las palabras intento satisfacer un placer, el de la creación del texto en sí, de un texto bello. Pero escribir es también para mí el medio, caminando con mis personajes, de interrogar a la realidad y a la Historia para intentar comprenderla. Escribir se antoja pues como una búsqueda del sentido de las cosas, de las vidas, de las esperanzas. Es también una manera (modesta, espero) de decirle al mundo cómo lo veo, explicárselo a otros individuos. Es un acto de solidaridad.
Antes de partir de Togo, ¿formaba parte de la escena literaria de su país ?
No realmente. La escena literaria de los años cuando yo partí (en 2000) estaba esencialmente ocupada por el teatro. Seguí esta escena desarrollada principalmente en Lomé, pero esencialmente como espectador. Pude asistir igualmente a los debates de los dramaturgos de esta nueva generación, y aunque escribí dos obras de teatro en esa época de mi vida, no lo hice de manera profesional ni seria. Con un grupo de amigos de la Universidad de Lomé montamos La boutique à Mélo (La tienda en Melo), mi primera obra, pero siempre desde una perspectiva amateur. Por puro placer.
¿Cómo definiría la influencia de sus orígenes togoleses en su escritura,  si los ha identificado?
Pienso que, aunque hace más de catorce años que no vivo en Togo, sus gentes, su cultura, sus calles, sus caras y olores están siempre presentes en mi obra. En mis novelas, el espacio, el momento del recuerdo, transporta a menudo al lector a África. Los eventos que son decisivos en el desarrollo de los personajes en muchos casos tienen lugar allí. Mis personajes, en sus pensamientos, permanecen en África. Creo que en Explication de la nuit este hecho queda muy latente.
Pregunta obligada ¿Cuáles son sus escritores de referencia?
Gabriel García-Márquez, Tierno Monénembo, Kossi Efoui, António Lobo Antunes, Juan Rulfo…
Según usted, ¿por qué cree que sus libros están logrando conectar con el público general?
No creo que mis libros sean populares. Mis obras interesan un poco a la crítica y a ciertos lectores que tienen vínculos fuertes con África, porque, de una cierta manera, participan, como antes señalaba, en el futuro de la Historia, en el presente y en el futuro del continente africano. Es cierto también que estar seleccionado para el premio Goncourt en 2009 en Canadá por “Los pies sucios” me abrió a otro tipo de público más generalista.
Hablando de premios, usted recibió el Gran Premio Literario de África Negra en 2006. ¿Qué significó para usted recibir este premio?
Fue una sorpresa muy bonita porque acababa justo de publicar mi primera novela Port-Mélo en 2006. No puedo decir que merecía ese gran reconocimiento por un primer trabajo. Fue un bello gesto por una obra apenas en periodo de gestación. Pero también significaba para mí que a partir de ese momento mi trabajo se seguiría más de cerca, lo que es claramente positivo.
Sus historias están a menudo vinculadas a la personalidad de sus personajes quienes poseen una personalidad muy profunda, y habitualmente melancólica. ¿Qué hay de esos personajes en Edem Awumey?
Ante todo, cólera. La cólera porque podemos comprobar que muchos de los países de origen de mis personajes y de África viven en estados militares represivos. La cólera también acerca de lo difícil que es un vivir una vida allí: una lucha cotidiana por la supervivencia mientras que esos canallas se llenan los bolsillos. África se mantiene como un continente que posee un cruel abismo entre ricos y pobres, pero, donde también hay sitio para la esperanza. Porque allí, al igual que en otros lugares, hay hombres y mujeres que luchan por cambiar las cosas. Hay una juventud activa y valiente que quiere conquistar el mundo.
Desde 2005, usted vive en Canadá. ¿Este hecho ha influenciado su estilo?
No demasiado, aunque sí creo que vivir en Canadá sí ha hecho más complejo mi universo novelesco. La cultura, la Historia y la geografía norteamericanas se han mezclado con mi herencia africana y con aquello que aprendí en Europa, donde residí durante cinco años. Mi estilo sería pues, el fruto de mi cólera interior y de todo el bagaje de lecturas que he podido hacer. Aún así, es lógico que aparezcan palabras y expresiones norteamericanas de manera natural en mis novelas.
En sus obras, el exilio es siempre un tema recurrente. ¿Cómo vivió usted su exilio particular? ¿Cómo influenció sus historias?
Yo soy un exiliado por elección, por deseo de espacio y de saber. No puedo pues considerarme un exiliado en el sentido más doloroso del término, con esto quiero decir, que no me fui de mi país por razones políticas que pudieran impedirme volver. Pero, como todos los expatriados, he recorrido muchos caminos y vivido el paradigma que el exilio supone. Este debate constituye un elemento recurrente en mis libros. No he vivido un exilio realmente doloroso y de hecho creo que la posibilidad de vivir una suma de experiencias como las que yo he vivido me ha hecho más agudo y receptivo como artista.
Su manera de escribir podríamos decir que es muy precisa y al mismo tiempo cargada de significado. ¿Cree usted que este estilo ayuda al lector a implicarse en la profundidad de los personajes de sus novelas?
Digo muy a menudo que cada libro puede imponer al autor un estilo particular que se traduce en situaciones, luchas o emociones a las que el personaje se enfrenta. Intento estar lo más cerca de mi personaje esperando ser lo más convincente dentro del libro en el que él vive. Y si es posible, que el lector también se sienta más implicado e involucrado por el destino del personaje. Es una cuestión de estimular la humanidad de un dolor o de una ilusión.
Sus novelas nos ayudan a comprender algunos problemas políticos y sociales actuales a través de sus personajes. ¿Son éstos una extensión de su pensamiento político y social personal?
Es evidente que nuestros personajes son, en una cierta forma, portadores de nuestros sueños, convicciones y luchas.  Son la expresión de aquello que aceptamos y lo que no. Así pues, el acto de escribir, incluso si no surge ni se etiqueta desde una perspectiva política, es siempre político.
Port Mélo podría ser una buena analogía de la situación actual que vive Togo. ¿Piensa que ésta podría mejorar?
Si los diferentes actores políticos togoleses llegan a dejar de lado sus intereses personales, sí, creo que podríamos comenzar a entrever un cambio en Togo. Para ello se necesitaría buena fe y un sentido individual y colectivo del sacrificio. Sin embargo, hace más de veinte años que Togo intenta salir del túnel, hemos tenido tiempo suficiente para observar que muchos políticos son unos sinvergüenzas. Y es la población, el pueblo, quien continúa siendo la víctima de esta desvergüenza tropical.
En 2013 usted publicó su última novela Explication de la nuit con un éxito considerable. ¿Cree usted que la literatura africana puede ser atractiva para el público de otros continentes?
Creo que sí, con el tiempo, las letras africanas pueden conquistar una mejor audiencia fuera de su continente. Ya disfrutan de una relativa visibilidad en Europa a través de un cierto número de autores expatriados. Mi sueño es que podamos tanto en París, Londres o Montreal, hablar de un escritor que vive, trabaja y publica en Lomé o Yaundé. Pero esto no llegará en un futuro próximo desgraciadamente. Las problemáticas de las literaturas del Sur son parecidas en todo el mundo. Esto quiere decir que aquello que ha escrito un autor de San Luis en Senegal pueda suscitar interés en un lector de Chicago. Para que esto ocurra, se necesitará una mejor circulación de los textos.
De sus novelas, Los pies sucios es la única traducida al español. ¿Piensa que podremos encontrar en un futuro próximo sus otras novelas traducidas?
Eso espero. Sin embargo, este tipo de asuntos no dependen realmente de los autores. Si otros editores españoles o ingleses se interesan por estos libros, entonces sí, podrán traducirse en otras lenguas.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Los pies sucios de Edem Awumey y la maldición del camino

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Edem Awumey. Fuente: www.lapresse.ca
Edem Awumey. Fuente: www.lapresse.ca

“-Bueno, ¿y los viajes? Cuenta. Porque tú eres una chalupa azotada por el viento de los viajes”. Sí, así es Askia, una “chalupa azotada por el viento de los viajes”. Sin embargo, esta definición está, en Los pies sucios, exenta de cualquier rastro del romanticismo, del atractivo de la aventura. Es más bien, una maldición. El propio Askia lo dice, él y los suyos están malditos por el camino, condenados a vagar por el mundo sin posibilidad de detenerse, son el polvo de los senderos que no puede aferrarse a la piedra. Esa es la historia que cuenta el togolés Edem Awumey, en su segunda novela, Los pies sucios, publicada en español por la editorial Baile del sol. Askia es un joven que misteriosamente ha llegado a Paris desde el Golfo de Guinea, persiguiendo la no menos misteriosa figura de Sidi Ben Sylla Mohammed, su padre.

Cubierta de Los pies sucios
Los pies sucios retrata el punto de encuentro en un lugar y un tiempo de un grupo de incansables viajeros, desde Askia, el taxista africanos errante, hasta Olia, la fotógrafa búlgara tan frágil como obstinada; desde Petite-Guinée, el mercenario que descubrió demasiado tarde que su verdadero amor estaba en África, hasta Ali de Puerto Said, el castañero que quería enseñar poesía. Todos ellos persiguen fantasmas, cada uno los suyos, como el propio Sidi que guía los pasos de Askia y que tan pronto se materializan en una realidad absolutamente tangible, como se desvanecen dejando apenas un imperceptible rastro.
Askia acaba por comprender, en esta etapa de su viaje, las advertencias y los consejos de su madre: el camino es, en realidad, una maldición y ellos, “los pies sucios”, son condenados a vagar sin un destino claro porque, en realidad el viaje es su destino. “Los pies sucios” son casi una especie en sí mismos, que se extiende en todo el planeta y que se prolonga a lo largo de la historia. Lo único que ocurre en la historia del escritor togolés afincado en Canadá es que algunos de esos caminos se encuentran.
Awumey narra, a menudo, como si escribiese un guión y por ello las descripciones minuciosas de los detalles nimios y de las situaciones se componen de frases cortas, sin verbo, siquiera. Son pinceladas que dibujan cuadros en los que no necesariamente la acción es lo importante, pero tampoco se alardea con el lenguaje. Los flases que forman el dibujo, sin embargo, generan un resultado que resulta muy gráfico y que facilitan que el lector se imagine claramente las escenas.
El camino, el viaje, el recorrido que narra Awumey a través de Askia es en realidad una historia de exilio. No en vano, ese es el tema de la actividad investigadora del autor, la literatura del exilio, con el que se doctoró. El propio autor tiene una prolongada historia de exilio, nacido y diplomado en Lomé, la capital togolesa, Awumey completó sus estudios en París. Acabó trasladándose a una zona fronteriza en la que parece encontrarse cómodo, concretamente el límite entre el Canadá francófono y el anglófono. El novelista togolés tuvo un pequeño momento de gloria, primero al recibir en 2006 el Grand prix littéraire d’Afrique noire por su primera novela, Port-Mélo; y después, precisamente, cuando su Los pies sucios (Les pieds sales, en la versión original) fue preseleccionada para el premio Renaudot, en 2009. Sin embargo, los buenos augurios de la euforia mediática no se cumplieron en el momento inmediatamente posterior. El autor parece moverse más cómodamente en la tranquilidad y la serenidad que en el torbellino del éxito inmediato.
El de Awumey es un concepto del exilio que de alguna manera lo tiñe todo. Y de ahí, seguramente una referencia a Télemaco, el hijo de Ulises, al que asemeja con el protagonista de Los pies sucios, al menos en la preocupación por la búsqueda del padre. Así el exilio está en la historia, pero también en el escenario. La narración se desarrolla en la noche parisina, pero una noche desprovista de idealismo, es una noche cruda, áspera y, sobre todo, oscura, como el mismo protagonista reconoce, al margen de que algunos de los personajes secundarios puedan empeñarse en arrojar un poco de luz (y de ilusión). A través de Askia, Awumey se mueve entre los personajes que se encuentran en la periferia de la sociedad, los solitarios, a menudo abandonados, los de los pies sucios, los que están en la cuneta del camino. Askia recorre las calles de un París nada imaginario en el que arden los edificios abandonados y ocupados por inmigrantes (como ocurrió hace menos de diez años) y los cabezas rapadas se empeñan en ser los enviados para “limpiar” las calles de la ciudad.
La búsqueda de Askia, su experiencia de exilio, sus relaciones personales, sus vivencias en las cloacas de la ciudad, van tomando poco a poco un cierto sabor de novela negra. Awumey va suministrando en pequeñas dosis pinceladas de un misterio y una acción que apoya a la propia trama en el objetivo de hacerse cautivadora y sobrecogedora.

Los pies sucios es un auténtico puzle de letras, pero también de imágenes, de lugares e, incluso, de notas musicales. Hay, como ya hemos dicho un toque de la Odisea, pero también hay una pizca del Pedro Páramo de Juan Rulfo o del mismo Don Quijote de Cervantes. Y además flota la música de Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, de Duke Ellington o de Miles Davis, aparecen las fotos de los escritores del Renacimiento de Harlem, junto a una obra de Modigliani. Y los pasos llevan en un momento u otro desde Nioro, hasta Groenlandia, pasando por Biafra, Kamchatka, Lima, Recife o un larguísimo etcétera de ciudades, para converger en París. París, una ciudad inclemente pero de la que no se puede escapar; una mala ciudad para esconderse, pero en la que todo se desarrolla y todo termina.
En una entrevista con motivo de su última novela Awumey atribuye a uno de sus personajes unos sentimientos que nos hacen pensar en rasgos muy autobiográficos: Dice del protagonista de esa obra que “escribe para intentar pintar un África que no es ni la guerra ni las playas hermosas, un África que vive entre esos dos extremos. Y escribe para explicar su propia oscuridad…”.

Obras de Edem Awumey
- Port-Mélo, 2006.
- Les pieds sales, 2009. En español: Los pies sucios, 2012.
- Rose déluge, 2012.
- Explication de la nuit, 2013.

http://www.wiriko.org/wiriko/los-pies-sucios-de-edem-awumey-y-la-maldicion-del-camino/

sábado, 14 de diciembre de 2013

Los pies sucios-Edem Awumey


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Edem Awumey contesta en una entrevista a la pregunta “¿De poder elegir qué animal le gustaría ser: perro o gato?”: Al igual que Mr. Bones en la novela de Paul Auster (se refiere a “Tombuctú”), me gustaría ser un perro que viaja a Tombuctú donde todas las almas de los perros terminan su camino. Me gustaría ser un perro, pero no en cualquier parte, no en las calles y los depósitos de chatarra del Sur, donde puedo ser expulsado por los transeúntes y puedo vivir bajo amenaza de lapidación cada día. Para los seres humanos, los perros y todas las criaturas, esta es una vida difícil. Sin embargo, las personas son lapidadas hasta la muerte cada día. Entonces, ¿dónde está la diferencia en ser un perro?.
Askia, el protagonista de “Los pies sucios“, su segunda novela, tras treinta años desde que se produjo la ausencia del padre, decide buscarlo. Del Sahel a París es el viaje necesario para ello. Ese duro y agotador recorrido; del poeta palestino Mahmoud Darwish llega la primera advertencia en el poema que abre el libro ” Y guárdate del mar … y los viajes¡”.  Con él se llevará, como equipaje, los recuerdos de una niñez llena de escasez y privaciones; las palabras de su madre que le hablaban del ausente y el anhelo de encontrarlo.
Pienso en el niño que fue el protagonista. Siempre me vuelvo hacia la infancia. Un niño creciendo en los suburbios, jugando en un vertedero de basura, entre restos y deshechos, junto a otros niños que, a veces, se muestran crueles (niños del sur lapidando perros). Evocar una infancia así y continuar caminando. Después ya adulto, continuar vagando. No es difícil acertar quiénes son los pies sucios y porqué se les llama así.
En París, ejercerá de taxista (aunque no es ésta su verdadera profesión, solo una tapadera, la auténtica es mucho más terrible) y por este medio conocerá a Olia que asegura haber conocido y retratado a su padre. Dentro del taxi, recorremos con él una ciudad malvada y desoladora (es París, pero puede ser Barcelona o Londres, cualquier gran ciudad europea). Un lugar que quiere verse despoblado de negros, de inmigrantes, de pobres. Cuadrillas con cazadora de cuero negro dispuestos a pelear y matar. Vecinos que no quieren ver en su horizonte a nadie que provenga de otro sitio y no tenga nada, nada que perder ya. Un presente triste y gris (unido a la muerte, al crimen también), el de los condenados a caminar de un lado a otro. Hay geografías que se descubren a fuerza de necesidad. Los pies sucios andarán o reventarán por Europa. Otros emprenderán el camino contrario y contemplarán África como un tránsito, nuevos brujos recolonizando a los negros.
Y en el centro siempre la búsqueda del padre.
No es gratuita la mención a Telémaco en la novela. Como el hijo de Ulises, Askia ansía recobrar el rostro amado. La figura paterna, inquietante y huidiza, que aparece y desaparece. Una sombra. ¿Y que son sino estos seres humanos, obligados a abandonar sus tierras y perdidos en la demoledora ciudad?.  Bosquejos, garabatos como su padre. Sidi Ben Sylla, un nombre de alguien que existió y del que conocemos por referencias de terceros. Un padre que una fotógrafa retrató, pero del que ahora no encuentra ninguno de los retratos que le hizo; un padre cuya madre dice o soñó que se marchó a tierras francesas porque recibió una carta que le obligaba a hacerlo por “un asunto de humillación”; todo es difuso, inconcreto, evanescente. Misterioso pasado, misteriosa huida. Una obsesión encontrarlo, para entender, quizás. Para encontrarse a si mismo, tal vez. Toda una vida detrás de un único motivo.
Las fotografías tienen un gran peso en toda la narración. Pueden llegar a constituir un lugar, un país, a base de rostros desconocidos pero que evocan un momento vivido en el pasado. A falta de un sitio al que poder apelar, las instantáneas cubren la necesidad de tener una pertenencia, mitigando la soledad y el desarraigo. Olia dice hacer retratos de gente negra, porque “saben captar y retener la luz”, como esta novela.
Cuesta entrar en la trama, con multitud de referencias y con una ambientación evocadora, misteriosa, pero también confusa. A menudo las frases que usa Awumey son complejas, de gran belleza, salpicadas de metáforas, convertidas ellas mismas en eficaz espejo del que las pronuncia. Hay que releerlas porque en pocas palabras puede transmitir decenas de ideas y sensaciones. Askia, el personaje principal, se nos muestra a la vez demasiado confuso y acabamos un poco como la propia Olia, sin saber “quién es” (¿es eso lo que intenta saber él mismo?), perdidas todas la coordenadas iniciales.
Tras la lectura, perdura una narración capaz de hacernos sentir el dolor de todos aquellos que no han tenido otro remedio que vagar, sobrevivientes sin esperanza alguna, sin un lugar al que poder regresar. Tiene razón Tahar Ben Jellouncuando dice sobre esta obra “… nos encontramos con personajes que pertenecen al dolor de toda la humanidad”. Los pies sucios, los ojos llenos de salitre, los cuerpos vaciados de carne, sí, bajo nuestra mirada.
Habían sufrido la canícula, las lluvias, el monzón y el perverso harmatán. El harmatán porque tenían grietas en los talones y la piel muy seca, arrugada. Y entre los pliegues había suciedad, una mezcla de sudor y de tierra. (pág. 81).

Ficha:

  • Título original:  Les pieds sales (2009)
  • Idioma: Original: Francés
  • Traducción al castellano: Colección África. Baile del Sol (2012)
  • Traductora: Laura Salas Rodríguez
  • Nº páginas: 127
  • Premios del libro: Finalista Premio Goncourt 2009
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martes, 6 de agosto de 2013

Baile del Sol, puente de letras entre Tegueste y las Áfricas

Publicado por  l 30 julio, 2013
Baile-del-So0
Tito Expósito y Ángeles Alonso están a la cabeza del proyecto literario de Baile del Sol, una editorial radicada en Tegueste y abierta al universo, que fija especialmente su mirada sobre el continente africano. Dicen que les interesa la literatura africana porque les importa todo lo que viene de África. África es, precisamente, la espina dorsal del proyecto cultural que tenían en mente cuando se lanzaron a publicar.

Nos sentíamos africanos y por ello reivindicábamos un conocimiento más profundo de nuestro continente en todas sus vertientes”

“Nos sentíamos africanos y por ello reivindicábamos un conocimiento más profundo de nuestro continente en todas sus vertientes –explica Tito- Nuestra primera labor fue traducir y editar literatura africana junto a la literatura canaria, española o sudamericana. El segundo título que publicamos fue una compilación de poemas de niños de Níger que estudiaban castellano, a finales del 2002. Luego, con los años, surgió la idea de montar el Salón del Libro Africano como proyecto inherente a nuestra filosofía.  La acogida a nuestra colección de literatura africana ha sido muy tibia. Quizá este último título de Chris Abani,GraceLand, sea el que más expectación está acaparando. Es un tipo de literatura que la mayoría de medios y librerías tienen como secundaria”.
La Colección África de Baile del Sol surge con la intención de ordenar los títulos de autores africanos que ya militaban en otras colecciones de la editorial. En un principio, la idea era mezclar todos los géneros, pero con la llegada de Jorge Portland a la dirección de la colección se establecieron las bases definitivas de lo que querían para ella: una selección de autores contemporáneos que nos den una visión actual del continente desde todos los puntos de vista posibles.
Licenciado en Historia por la Universidad Complutense y Máster en Edición por la Universidad de Salamanca, Jorge Portland ha sido librero. En la Casa del Libro, en Madrid, por más señas. Posteriormente se formó como maquetador y editor trabajando en varias editoriales, como Siruela, en distintos campos de la publicación. Actualmente es responsable de Desarrollo Digital en el grupo editorial Marcial Pons (libreros, editores y distribuidores), desempeñando labores estratégicas en contenidos digitales. Desde 2010 también ejerce de director de la Colección África para la editorial Baile del Sol.

Baile-del-SolzHenri Lopes, Aminata Traeré, Wole Soyinka

“Fui metiéndome en la literatura africana poco a poco –cuenta-. Hacia el año 2003 puse en marcha un proyecto editorial que consistía en la publicación de ensayo sobre África escrito por autores africanos. Mi pretensión era que fueran los propios africanos los que nos contaran cómo veían y analizaban su situación socioeconómica. Empezábamos con tres títulos que aún hoy creo imprescindibles: Le viol de l’imaginaire, de Aminata Traoré; Ma grand-mère Bantoue et mes ancêtres les Gaulois, de Henri Lopes, y Amkoullel l’Enfant Peul, de Hampâté Bâ (con la idea de sacar el segundo tomo posteriormente). El proyecto era ambicioso, pero por diversos motivos no terminó de cuajar y el único título que se publicó fue el de Aminata Traoré (con prólogo de Mayor Zaragoza), aunque para los dos siguientes ya teníamos los derechos y la traducciones. Lo importante fue que a raíz de esta iniciativa me adentré en el mundo de los escritores de origen africano, primero de ensayo político y sociológico, y después de la literatura”.

Un autor que marcó un poco la senda del devenir filoafricano de Jorge Portland (director de la Colección África) fue Henri Lopes. Su escritura le obligó a leerse toda la obra traducida del congoleño: Reír y llorarCaso cerrado, Riquezas infinitas y El buscador de áfricas. Otro libro que le marcó fue Désir d’Afrique, de Boniface Mongo Mboussa

Un libro que marcó un poco la senda del devenir filoafricano de Jorge Portland fue precisamente el título de Henri Lopes. Su escritura le «obligó» a leerse toda la obra traducida del congoleño: Reír y llorarCaso cerrado, Riquezas infinitas y El buscador de áfricas.
Otro libro que marcó su forma de adentrarse en la literatura africana fue Désir d’Afrique, de Boniface Mongo Mboussa, un clásico de un autor clave en el desarrollo literario del continente. Gracias al trabajo de José Manuel Esquinas con su editorial Zanzíbar, Jorge Portland pudo continuar su viaje por los senderos de la literatura africana de la mano de Ken Bugul, Mariama Bâ, Ken Saro-Wiwa, Buchi Emecheta o Ngugi wa Thiong’o.
Apuntalaron su camino de baldosas doradas hacia la tierra prometida de las literaturas africanas guías como Inmaculada Díaz Narbona, el Festival de Cine Africano de Tarifa (donde pudo conocer a Henri Lopes y Ken Bugul) o Landry-Wilfrid Miampica, además de publicaciones como Cultures Sud o Tangences.
Baile-del-Solx

Títulos imprescindibles

La Colección África de Baile del Sol reúne hoy un puñadito de títulos imprescindibles: La estación del caos, de Soyinka; Pasaje de lágrimas, de Waberi; Los pies sucios, de Edem, y GraceLand, de Abani.

La Colección África de Baile del Sol reúne hoy un puñadito de títulos imprescindibles: La estación del caos, de Soyinka; Pasaje de lágrimas, de Waberi; Los pies sucios, de Edem, y GraceLand, de Abani

Ahora están inmersos en la traducción de un nuevo título, de un autor liberiano residente en Holanda, y estudiando proyectos como una colaboración con el Caine de literatura africana, toda una institución que acaba de dar a conocer a su autor premiado este año, el nigeriano Tope Folarin.
Los retoños de la Colección África surgen, crecen, se estancan y desaparecen o se concretan en maravillosas piezas de papel y tinta que nos transportan a otros universos. Mundos cercanos, próximos, radicalmente iguales a los nuestros y diferentes a un tiempo, fascinantes, terribles y poéticos.
Ventanas abiertas a otras realidades para quienes quieran sentirse cerca de las Áfricas y no puedan permitirse un billete.

jueves, 7 de febrero de 2013

narrativa africana: LOS PIES SUCIOS


af4webAskia persigue el recuerdo de su padre en París. Tras más de 30 años de ausencia, Askia deja el Sahel  y llega a Europa buscando la explicación de un abandono que no ha logrado superar. Al volante de un taxi que le sirve para ocultar su verdadero y terrible oficio, recorre la ciudad y conoce a Olia, una fotógrafa que le asegura que tiempo atrás retrató a su padre.  A partir de este encuentro se desencadena una historia amarga e inquietante en la que presente y pasado confluyen de un modo desazonador.

"Finalista del premio Goncourt, 2009"

Edem Awumey pasa de la visión de París como el centro cultural lujoso y vibrante para centrarse en la parte oscura de la ciudad. Los pies sucios revela la verdad de una realidad inquietante, racista, sucia... incluso en un lugar tan famoso por su cultura y su belleza. Montreal Review of Books

“De unos son los hombros mojados, recién salidos del mar, de otros, los pies sucios porque corren, huyen, buscan la esperanza de una tierra de asilo, un lugar donde volver a empezar. Edem, encantado por un personaje cuyo taxi vertebrará la ruta de la obra, ha recreado un universo que va más allá del hecho en sí, más allá de la historia reciente de su país, Togo, nos encontramos con personajes que pertenecen al dolor de toda la humanidad. Ya sea en África o en Europa, los condenados de la tierra vagan bajo la mirada cómplice del novelista. Esta novela nos concierne a todos, ya que posee un atractivo universal”- Tahar Ben Jelloun

Título:LOS PIES SUCIOS
Autores:Edem Awumey
Traductor/res:Laura Salas Rodríguez
ISBN-10(13):978-84-940258-9-1