martes, 7 de septiembre de 2010

LOS DÍAS DEL MAÍZ por Ana Rodríguez Callealta



Miguel Ángel García Argüez
Baile del sol
60 pgs.
10€


Los días del maíz, de Miguel Ángel García Argüez, publicado por Baile del Sol es un poemario profundo, que toca las raíces de las grandes civilizaciones del sur de México y Guatemala, surgido, como el propio autor explica al final del libro, a partir de un viaje realizado en 2003 por la zona ya mencionada.

El poemario se abre con una introducción que simula una suerte de génesis en el que el maíz surge del corazón de la tierra despertándolo todo. Después de él los hombres ya nunca serían los mismos:

 

Los hombres no han sabido desde entonces
Sentirse en paz del todo
Pero tampoco en guerra.

La primera parte Yuk´tan, asociada indudablemente a la Península mexicana de Yucatán, se acompaña, como el resto de las partes, de una increíble ilustración de Manolo sierra. Esta primera parte del libro nos lleva a Caribe, a sus parajes exóticos envolviéndonos en un clima de magia y misterio:

 

Y por eso Caribe son los mares
Melosos del reflujo del óxido
(…)
Los fantasmas que asustan a Caribe
Son dulces y en los granos de maíz
Viven todos los dioses que ha criado Caribe.

El misterio se mezcla con la floresta de Caribe, con sus pasiones, con el origen. Nos trae un aire que se remonta a lo más primitivo del hombre:

 

Oíd cómo resuena
La lluvia al caer sobre los pechos
De las niñas preñadas.

Encontramos también una magnífica descripción de Caribe hecha hombre, parte a parte: sangre, agua, dientes, ojos.

 

Por las playas nocturnas donde corren los fantasmas
El pelo negro y largo de Caribe.

Y entramos casi sin aliento en la segunda parte del poemario, Lakantún –nombre que en palabras del autor responde a una a una comunidad prehispánica-, donde nos vemos frente a frente con Ángeles y demonios que bailan alrededor de la muerte en las oscuridades de la selva que los aguarda, en un aura que envuelve todas las vidas que no conocemos, el misterio. Ángeles en la floresta de todo lo que el hombre es incapaz de dominar y comprender, de todo lo que se escapa de sus manos:

 

Qué ángeles callados
Han pasado un momento a través de la floresta.

Ángeles de extraños lenguajes
Y de alas enormes e invisibles.

Y la muerte, y Dios, y el silencio:


Y es que la muerte ha sido siempre
El único lenguaje que no habla
Y por eso todos saben
Que detrás de cada dios hay un machete.

Y estos versos que no habrán de irse nunca de nosotros:

 

Los ángeles se limpian
Sus alas en la luna.

Por último Quiché –castellanización de la palabra K´iché que es como se conocen la cultura y la lengua mayas-, que nos lleva a Dios y a las barbaridades que el hombre ha cometido en su nombre. En este sentido y en el sentido que adquiere todo el poemario, es inevitable la mención de la Conquista de América y de los españoles como Pedro de Alvarado cuya crueldad jamás encontrará consuelo:

 

En el nombre del Padre y del Hijo
Y en el nombre del Espíritu Santo
El demonio va alargando
Su garra y repartiendo
Bendiciones en la puerta de la iglesia
A las niñas vestidas de palomas

Don Pedro de Alvarado
Con su antorcha y con su espada
Destruyendo los libros de los príncipes

Aparece también en esta última parte la figura de El Gran Predicador, que como el propio autor explica, corresponde a Efraín Ríos Montt, militar que llevó a cabo sangrientos episodios de la historia de México:

 

Su corazón es de barro
Y sus ángeles no vuelan
Y sus sacerdotes mienten
Y sus dioses son muñecos de palo

El poemario se cierra invocando a Maximón (divinidad kìchék) en unos versos que tenían, obligatoriamente, que ser citados:

 

Escucha Maxión
Mi cuerpo está encendido con la sangre de los indios
Los muertos cantan solos
Las calles piden fuego
La gente corre a gritos por mis venas.

Es un poemario muy sólido, cuya complejidad y profundidad se envuelven de una calidad literaria exquisita. Imágenes sangrientas que nos llevan a las barbaridades del hombre, que se contrastan con el esplendor de la naturaleza virgen y se mezclan con los misterios que el hombre no consigue tocar. Toca muchos de los aspectos de la gran civilización maya, ascendiendo en cada una de sus partes, lentamente, hasta llegar a la totalidad en una sensación de clímax que se escapa de todo lo que el hombre moderno, ignorante, puede llegar a conocer.

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