martes, 13 de junio de 2017

Bailando con Mari Nieves Pérez Cejas: "Los lugares que forman parte de nuestro día a día transmiten emociones"



Baile del Sol.- ¿Con qué tipo de poesía se van a encontrar quienes lean La Melancolía de los Supermercados?

Mari Nieves Pérez Cejas.- La Melancolía de los Supermercados no es sino un diario de cómo la realidad se traduce en forma de verso. En este sentido, los lectores van a tropezarse con una poesía que puede incluso resultarles familiar, porque emana de un entorno cotidiano en el que las imágenes se sienten cercanas, se reconocen porque se comparten. Los lugares que forman parte de nuestro día a día transmiten emociones. Puede parecer banal pero un espacio tan simple como un supermercado se transforma en un baúl de imágenes, de sonidos que nos hablan de lo ocurrido y de lo que quizás pueda ocurrir.

BdS.-¿Crees que la cotidianidad respira poesía?

MNPC.- Por todo ello, sí. Lo cotidiano también es poesía, también nos emociona, nos sugiere, forma parte de lo que somos o de lo que queremos ser. No nace el verso de una realidad extraordinaria, al contrario, es el verso quien convierte en especial aquello que forma parte de nuestro día a día, lo que está siempre ahí y te acompaña, lo que de repente genera una emoción inesperada. Los objetos, los espacios cotidianos cobran un nuevo sentido, el que les otorga la poesía desde la experiencia vivida.

BdS.- ¿Cuánto hay de poemario amoroso en La Melancolía de los Supermercados?

MNPC.- La Melancolía de los Supermercados es un recorrido emocional, en el que el amor, por supuesto, ocupa un espacio privilegiado. El amor que se vive y que se sueña, el amor entendido como un diálogo necesario con el otro, como una vivencia que suma y que nunca resta, aunque el resultado pueda ser doloroso. No sé si La Melancolía pretendía ser un poemario amoroso, lo que sí es es un poemario que sobre todo habla de amor porque es a través de él y de sus variantes que me relaciono con el mundo.

BdS.- ¿Cómo ha sido el proceso de escritura?

MNPC.- Este libro nació por casualidad. Por casualidad empecé a escribir y de la misma manera espontánea estos versos fueron tomando forma hasta construir una historia.
Los poemas que se incluyen en el libro fueron escritos en diferentes épocas de mi vida. Algunos de ellos tienen casi diez años, mientras que otros, sobre todo los últimos, son mucho más recientes. De ahí que pueda decirse que, a medida que pasa el tiempo, los versos se complican, se alargan porque las experiencias vitales así lo exigen. Se acercan temas que hasta ese momento no formaban parte de lo cotidiano, como por ejemplo, la posibilidad de la muerte.
Como he comentado, el libro reúne poemas que fueron escritos en un intervalo de tiempo muy largo. Además, muchos de ellos fueron resultado de un impulso, la conciencia de escritura llegó más tarde, cuando aparecieron lectores y surgió la posibilidad de su publicación.




BdS.- ¿Qué respuesta has recibido del público lector?

MNPC.-Ver que tus textos cobran vida en forma de libro ya es todo un regalo. Así que compartir con los lectores lo que nació y pretendió ser solo un acto de intimidad casi ajeno al proceso consciente de escritura y, por tanto, a su distribución, se convierte, en primer lugar, en una osadía y, en segundo lugar, en un privilegio.

BdS.- Uno de tus poemas se titula “Inventario”, ¿crees que la poesía es un lenguaje adecuado para inventariar de alguna forma nuestras vivencias?

MNPC.- Creo que la poesía es un lenguaje más, una manera de que, a través de la palabra, las experiencias vividas cobren incluso más sentido. Parece que al retratarlas en papel nacen de nuevo, vuelven a ser, a definirse o a “re-definirse” más bien, sugiriendo otros sentidos, creando un vínculo atemporal entre la vivencia y la poeta. Cuando releo La Melancolía me parece que estoy ante un diario emocional que conecta momentos, sensaciones a veces casi ínfimas, personales o compartidas, pensadas o sentidas, imaginadas tal vez, instantes que al verterse en forma de palabras adquieren más sentido, construyen historias que, en ocasiones, antes de apalabrarse, no existían como tales.

"Creo que la poesía es un lenguaje más, una manera de que, a través de la palabra, las experiencias vividas cobren incluso más sentido".

BdS.- ¿Qué temas te interesan fundamentalmente a la hora de escribir?

MNPC.- Como ya he comentado, La Melancolía no fue un libro pensado, no existió nunca la intención de que los versos que, a lo largo de varios años fueron surgiendo, construyeran un poemario. Por tanto, en este sentido, no hubo una búsqueda temática, ni tan siquiera estilística, la conciencia poética llegó después, en el momento en el que los lectores empezaron a formar parte del proceso de escritura y de que la posibilidad de publicación fuera real. Sí es cierto que en un determinado momento la muerte llegó como tema y como realidad, por lo que escribir sobre ella resultó inevitable. Pero esta temática consciente llegó después, tras compartir los textos y sentir que construían un itinerario poético reconocible. Fue entonces cuando sentí la necesidad de escribir sobre lo que en ese momento estaba condicionando mi vida. En El invierno más largo, otro de mis poemarios, sí hay una línea temática común a todos los textos que conforman el libro. Se trata de la condición femenina, de la mujer como tema. Una mujer que deconstruye mitos y que ofrece su visión del mundo y de las relaciones que en él se establecen.

BdS.- ¿Qué poesía lees?

MNPC.- Nunca he sido una gran lectora de poesía. De hecho, mis primeros libros y los que, en general, han ocupado mucho más mi tiempo han sido novelas. Puede decirse que la poesía como tal fue un descubrimiento que debo a quien fuera varios años mi profesor en la universidad. La poesía del siglo XX fue un regalo de Juan José Delgado, poeta, crítico, excelente educador que supo transmitirnos la genialidad del verso. De sus clases, Ángel González se convirtió rápidamente en una de mis lecturas de referencia. A partir de ahí, he leído todo lo que ha caído en mis manos, lo que otros me han sugerido, consejos de amigos, recomendaciones que abarcan caminos, estilos y épocas dispares. Nombres tan distintos que son mundos enteros ellos solos. He leído a Idea Vilariño, a Sylvia Plath, a Luis García Montero (me encanta su forma en que convierte la vida en poesía)… En estos últimos tiempos, Elena Medel, Cecilia Domínguez, Tina Suárez… De mi estancia en Rumanía, me quedo con Ana Blandiana, por ejemplo.

BdS.- ¿Estás trabajando actualmente en algún otro proyecto literario?
         
MNPC.- Acabo de terminar un poemario cuya temática difiere en gran medida de lo que he escrito anteriormente. Son poemas que empecé a escribir hace casi dos años durante el tiempo que estuve trabajando en Rumanía y que tienen que ver no solo con mi relación con el país sino con esta Europa de fronteras cada vez más deshumanizada. Así, la soledad del invierno rumano se convierte en una excusa para hablar del otro, de la soledad de un mundo en el que no hay refugios ni puertas abiertas. El libro está terminado, a la espera de poder publicarse. Al amparo de los versos de Ana Blandiana: “Yo creo que somos un pueblo de plantas / ¿Quién ha visto a un árbol rebelándose?”, surgió mi último poemario.


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lunes, 5 de junio de 2017

Bailando con Eduvigis Hernández: "Creo que toda creación es una suma de imaginación y memoria"



Baile del Sol.- ¿Cómo definirías los relatos de Venerada Virginia?

Eduvigis Hernández.-  Constituyen una suerte de “homenajes y divertimentos” inspirados en la narrativa que me atrae y con algún guiño cinematográfico, elementos cómplices en la larga amistad que compartí con Dolores Campos-Herrero, a quien va dedicado este libro.


BdS.- ¿Cuál podría ser su hilo conductor?

EH.- Pienso que el hecho de albergar algún elemento irreal o inexplicable que se inserta en una lógica aparente. No se trata de literatura fantástica, pero quizá las historias bordean una continua sensación de extrañeza.


BdS.- Muchas de las historias resultan inquietantes, ¿cómo consigues generar esa atmósfera?

EH.- No lo sé, esa valoración queda del lado de los lectores. Por especular con esa posibilidad, tal vez porque los sucesos ocurren con cierta naturalidad, con cercanía al devenir cotidiano de cada personaje.


BdS.- También está muy presente el mundo literario, escritores y libros pueblan algunas de las historias, ¿qué nos puedes comentar al respecto?

EH.- Que me considero una lectora que escribe porque no puede evitarlo, porque es un acto reflejo motivado en principio por el propio gusto de la lectura. En ese sentido, se trataría de un acto de agradecimiento hacia algunos autores que admiro: Ruth Rendell, Patricia Highsmith, Guy de Maupassant, Paul Auster, Robert Louis Stevenson, Henry James, y por encima de todo, Virginia Woolf.

 
"No se trata de literatura fantástica, pero quizá las historias bordean una continua sensación de extrañeza".


BdS.- ¿Por qué Virginia Woolf?

EH.- Porque desde que la leí por primera vez, a los dieciocho años, se ha convertido en lo que llamo “mi debilidad”. Para mí es un verdadero placer releer sus obras, casi podría decir que las colecciono, ya que busco distintas traducciones, y mi máxima aspiración continúa siendo poder leerla algún día en su idioma original (aunque me moriré sin haberlo conseguido, seguro). El relato que da título al libro es un intento de reflejar esta veneración, y pretende ser también un reconocimiento a la supervivencia de las palabras.


BdS.- ¿Qué te parece lo esencial para construir un buen relato?

EH.- El tono. Encontrar el adecuado a lo que se cuenta y mantenerlo hasta el final. Por esto me parece esencial leer y releer lo escrito en voz alta, comprobar la “melodía” del texto, las pausas, los ascensos y caídas.




BdS.- ¿De dónde surgen tus historias?, ¿imaginación, observación, qué consideras más importante?

EH.- Creo que toda creación es una suma de imaginación y memoria, a lo que se añade aquello que se observa con “todos los sentidos”: lo que se lee, lo que vemos y escuchamos, los olores y sabores, lo que nos dicen y lo que no… Balzac decía que el artista es poseedor de una segunda mirada que penetra más allá de la mirada común, que descubre otras cosas. Para mí la bendición/maldición que supone esta inquietud de escribir consiste en gran parte en dejarse poseer por esa segunda mirada inevitable.


BdS.- ¿Qué te gusta leer?

EH.- De todo, aunque, eso sí, dentro de un orden. Desde siempre leo novelas y relatos. Desde hace un tiempo también ensayo y poesía, aunque no tanto como quisiera. Lo cierto es que cada vez me intereso más por los textos (y los libros) breves. Disfruto muchísimo con las grandes y extensas novelas del s. XIX, pero no veo motivos para publicar ahora un libro de seiscientas páginas.


BdS.- ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto literario?


EH.- Bueno, me tomo mi tiempo para escribir y mucho más para publicar. Lo mío es recopilar material pasados unos años. Sí, hay por ahí un par de proyectos: uno con textos breves y una biografía novelada (o algo similar).


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jueves, 1 de junio de 2017

Entrevista a Sami Tchak en "África no es un país"

Sami Tchak, poeta de la condición humana


El escritor togolés presenta en Las Palmas su novela 'La fiesta de las máscaras'


ÁNGELES JURADO. Las Palmas de Gran Canaria 1 JUN 2017


"En muchas historias de amor hay una muerte simbólica. No creo que tenga razón, pero lo pienso como artista", explica Sami Tchak (Togo, 1960), virando el rostro escarificado hacia su audiencia. Parece que les pida permiso, educadamente, para opinar sobre su propia obra. Lo hace en un español lento, que se demora buscando la palabra precisa. Lo aprendió en Cuba, en la calle, de otros africanos. Lo desempolva para la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y el club de lectura de Casa África, donde ayer presentaba su novela La fiesta de las máscaras.

El escritor togolés Sami Tchak en la mediateca de Casa África.
El escritor togolés Sami Tchak en la mediateca de Casa África. PEPE MILLO



Sadamba Tcha-Koura (Sami Tchak) pasó la larga tarde de ayer dividido entre la carpa Macondo del parque de San Telmo y la sede de Casa África, exponiendo las claves de esta breve obra, que apenas llega al centenar de páginas y que combina lo poético y lo crudo, como el puñetazo de una mano forrada con un guante de terciopelo. Publicada recientemente por Casa África, hay quienes la consideran una obra menor a la sombra de la aclamada Puta vida, también publicada en español por una editorial hoy extinta.

Sami Tchak tiene la mirada dulce, la voz serena, el pelo parcheado de canas y las manos móviles, suspendidas perpetuamente en el aire. Enjunto y amable, contradice su reputación de enfant terrible de la literatura contemporánea con unas maneras corteses y el evidente deseo de intercambiar opiniones con sus lectores. Su fama de escritor subversivo, extremo, escandaloso incluso, le persigue hasta aquí sin alcanzarle. La conversación desnuda su obra de artificios para dejar a la vista sólo el esqueleto de denuncia política y social, el mensaje que quiere pasarnos.
Lo más obvio de La fiesta de las máscaras puede ser, precisamente, su voluntad de desmarcarse de la acidez y el humor de Puta vida. En sus conversaciones con la prensa, se declara un inveterado pesimista, que nos ve capaces de repetir lo peor de la historia desde el Holocausto y el genocidio ruandés hasta el infinito y más allá. También explica que se considera heredero de Sigmund Freud, con el que comparte la idea de que el sexo es la pulsión que todo lo explica y justifica.
Tchak se dice obsesionado por la oscuridad que portamos dentro, por las sombras de la condición humana. En esta breve novela intenta desentrañar toda la complejidad de las relaciones entre dinero, poder y cuerpo y extrapola un microcosmos de relaciones de poder desde el contexto familiar hasta el de las élites gobernantes corruptas y un país al completo.

Tragedia

La fiesta de las máscaras es una pura tragedia, narrada con desmesura y urgencia, en la que la muerte siempre está presente.
Tchak escribió la novela hace 13 años, situándola en un territorio imaginario y un tiempo indeterminado. "La historia funciona como una tragedia griega a puerta cerrada", se justifica. "No necesito fecha, no necesito muchas precisiones. Hay cosas que pasan en un país latinoamericano que podría ser un país africano". Dice que le interesa lo universal, no algo exclusivo de unas fronteras o un momento concreto de la historia.
Marcan el paso del texto una banda sonora en la que brillan Catherine Lara o Boy George y el recurso a las figuras de Reinaldo Arenas, José Lezama Lima, Marguerite Yourcenar o Marcel Proust. También el cine tinta las páginas de Tchak.  "Me encanta el cine y mientras escribía esta obra, veía una película que me influyó mucho, Ese oscuro objeto de deseo, de Buñuel", señala. "Carla, la protagonista, que hace con los hombres su voluntad, tiene que ver con la protagonista de Buñuel. La forma en que se desenvuelve la historia tiene que ver un poco con esa película también. Avanzamos y volvemos para atrás para saber qué pasó antes y comprender lo que va a pasar".
El contrapunto de Carla es Carlos, su hermano menor y la voz que nos narra la historia. Incómodo en una piel que habita a pesar de sí mismo, homosexual, celoso de su hermana, traumatizado por un padre que le desprecia y no le considera un hombre, Carlos busca instintivamente la muerte hasta toparse con ella en el momento en que roza apenas, con la punta de los dedos, la felicidad. Comprendemos su lamento de camino a esa muerte anunciada, a machetazos, a la orilla de una suerte de Laguna Estigia. Todo nos va llevando hacia una desgracia ineludible.
"La homosexualidad es un tema complicado en muchos países africanos", reconoce Tchak. "En Senegal, por ejemplo, es muy difícil hablar de ella. Traté de hacer una descripción muy indirecta, no hablar directamente de la homosexualidad, pero es uno de los temas centrales de la novela. Me interesa a partir de la lectura de autores como Reinaldo Arenas, Lezama Lima o Fernando Vallejo, con La virgen de los sicarios".
Por otra parte, las mujeres de Tchak se sitúan en este mundo difuso y tropicalizado en función de sus relaciones con los hombres. "Los hombres tienen una posición de dominio, las mujeres son dominadas", constata el autor, refiriéndose a una realidad que va de Togo a México, pasando por India o Rusia. "Lo más fácil para que una mujer alcance el poder es que mantenga una relación con los hombres que tienen el poder".
En este contexto, la violencia de género se convierte en una especie de parábola para describir una sociedad que acepta lo inaceptable con una facilidad pasmosa. Sobre todo, entre las mujeres. "La madre prepara a su hija para aceptar lo que ella aceptó de su marido. Hay un problema de independencia financiera e intelectual de las mujeres en mi país y eso las fuerza a hacer todo lo que quiere el hombre del que dependen", apunta.
Sociólogo de formación, Tchak avanza que sus investigaciones le conducen a sus novelas, proponiéndole temas que van desde la agricultura en Burkina Faso a la prostitución en Colombia. Precisamente en Cali, Colombia, y gracias a un estudiante de la ciudad que hizo una tesis sobre él, se gesta el proyecto de traducción y publicación de tres de sus obras.
La fiesta de las máscaras le sorprendió triunfando en Argelia, país al que el escritor ha viajado ocho veces en la última década y cuyo ministerio de Cultura apostó por publicar tres de sus novelas y repartirlas en tiradas de 2.500 ejemplares por las bibliotecas del país. Ese éxito le sorprendió porque, en general, sus obras están condenadas al exilio europeo o a los campus africanos, de los que casi no salen.
Tchak se sabe lectura minoritaria, carne de tesis muy especializada, poco africano para el paladar de muchos. Es un autor con el que puede ser complicado conectar. Los temas que le escogen y la forma en que los aborda despiertan pasiones. Buenas y malas. Sin embargo, él prosigue su camino entre ensayos y novelas, obsesionado por esa condición humana que se le escapa de las páginas, incapaz de juzgar a otro ser humano y consciente de que en él también conviven la peor y la mejor de las posibilidades. 
Esta tarde continúa el programa africano de la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria, con la ecuatoguineana Trifonia Melibea Obono y su novela La bastarda. Mañana, viernes, el nigeriano Ade Akinfenwa presentará su texto Poesís y refranes yoruba, y cerrará prácticamente la feria, el domingo por la mañana, Federico Vivanco, de la mano de su recopilación de cuentos y poemas Ellas (también) cuentan.

EL AFRICANO UNIVERSAL

Sami Tchak, poeta de la condición humana
A Sami Tchak no le interesa cercar con coordenadas físicas o temporales sus historias. La fiesta de las máscaras tiene algo de Togo, algo de Francia, algo de Colombia y todo de universal.
El propio Tchak vive desde hace tres décadas en Francia, donde se siente libre para expresarse como mejor convenga a su espíritu algo sombrío y pesimista. Reconoce que su lengua es el francés, que le sirve para explicarse y explicar el mundo y sin el que se sentiría mudo. También afirma que son los grandes autores latinoamericanos los que mejor escriben sobre África y cita a García Márquez, Bioy Casares, Alejo Carpentier o Lezama Lima como maestros a la hora de describir lo que se pudre en los trópicos. "Hablan mejor de África que los escritores africanos", asegura, antes de poner como ejemplo El otoño del patriarca, donde siente que García Márquez habla mejor de Togo que él mismo. 
"En Togo o Benín, hay una parte de la población que viene de Brasil. Nuestro primer presidente, Sylvanus Olympio, venía de Brasil. Así que hay una conexión muy directa entre mi país y América, además de la conexión que tengo con la literatura", añade.
Tchak reinvidica con agradecimiento y orgullo la huella de García Márquez, Rulfo, Bioy Casares. "Lo que me interesa más es su manera de fundir la realidad con lo extraordinario", precisa. "Y mi escritura también sirve para  dar las gracias a todos los autores que me influyen".