lunes, 13 de febrero de 2017

Bailando con Jesús Artacho: "En Aproximación a la herida hay un recelo a todo lo que en este mundo aplasta el componente humano que aún pueda quedar en nosotros"

Baile del Sol.- ¿Cómo definirías tu poemario Aproximación a la herida?

Jesús Artacho.- Quizá "definir" no sea lo ideal en estas lides, pero diría que se trata de un poemario de estilo más bien libre, con vocación de autenticidad y hondura y dosis de humor irónico, y que trata temas como el amor, el paso del tiempo, el desengaño... Puede atisbar el lector alguna alusión a la situación social de España en los años de la llamada "crisis", puede encontrar el relato de algún momento epifánico, y también un recelo palpable a todo lo que en este mundo aplasta el componente humano que aún pueda quedar en nosotros.

BdS.- ¿De qué modo la poesía se aproxima a las heridas?

JA.- Imagino que de muy distintos, según la persona. En este libro aparecen heridas de distintas clases: heridas personales, sociales, ecológicas, generacionales... En ese sentido, el título me pareció que englobaba más o menos bien el sentido de los textos. Me parece que la poesía, y la literatura en general (y aun el arte y la cultura), a algunos nos sigue sirviendo para asimilar el mundo en que vivimos y ampliar nuestros horizontes, para "leer" a los demás. También como lanzadera de versiones menos malas de nosotros mismos, y como terapia ante el daño más o menos grande de la herida.

BdS.- Los temas que tratas en tus poemas resultan muy cercanos, ¿crees que la vida cotidiana respira poesía?

JA.- La vida cotidiana, como decía Harvey Pekar, es algo muy complejo, y desde luego puede ofrecer -de nosotros depende- una fuente inagotable de poesía. No obstante, he de reconocer que uno se siente un poco extraño disertando sobre estas cosas, pues casi siempre me he imaginado escribiendo prosa y me siento todo un principiante en este género, al que, dicho lo cual, como lector frecuento y le profeso un gran respeto. Como autor, espero no haberlo torpedeado demasiado.

"En este libro aparecen heridas de distintas clases: heridas personales, sociales, ecológicas, generacionales..."

BdS.- A pesar del título, en varios de los poemas encontramos algunos atisbos de humor, ¿es esta una forma de cura o quizá de acercamiento a lo que escuece?

JA.- El humor se antoja un elemento indispensable en el botiquín del hombre contemporáneo, del "superviviente". Me temo que esto ha quedado un poco grandilocuente.
Uno de los primeros lectores de este libro me comentó que se había reído mucho mientras lo leía. Eso me alivió, porque temía que el conjunto pudiera resultar en exceso doliente. Y, desde luego, es un elemento que atraviesa varios momentos del libro. Como todo, el humor tiene sus límites, y en este sentido parece incidir Trapiello cuando aconseja: "Cultiva el humor como los duelos de honor: déjalo a la primera sangre". Un arma que, como puede herir al otro, conviene emplear con cautela. Pero, desde luego, a menudo el humor es, como poco, balsámico, y la experiencia me dice que puede ayudar aun en los momentos más negros. No consigo imaginar qué sería de nosotros sin él.





BdS.- Eres autor de relatos y algunos de los poemas de este libro también nos sumergen en pequeñas historias, ¿qué diferencias encuentras entre ambos géneros?

JA.- Buena observación. Partimos de la base de que uno cree en la hibridación de géneros y en no aislarlos como un compartimento estanco. Las fronteras, a menudo, se diluyen, y hay vasos comunicantes, pero posiblemente el relato corto permite una mayor exploración de vidas y situaciones ajenas, está menos anclado al yo. En la poesía, por otra parte, acaso se permita una mayor creatividad y libertad en el uso del lenguaje, en el despliegue de recursos. Esta pregunta, por otra parte, daría para un comentario más extenso, y para un debate acaso.

BdS- ¿A qué poetas te gusta leer?

JA.- Fernando Pessoa, Leopardi, Emily Dickinson, César Vallejo, Alejandra Pizarnik, Blanca Varela, José Emilio Pacheco, Chantal Maillard, Karmelo C. Iribarren, José Mateos, Jaime Gil de Biedma, Ángel González, Antonio Machado, Miguel d'Ors. Muchos y diversos.

BdS- ¿Estás trabajando actualmente en algún otro proyecto literario?

JA.- No hace mucho que he dado por terminado, y por lo tanto tengo intención de publicar, una especie de dietario en el que he ido trabajando a lo largo de año y medio o así. Se titula Rasgar algo de vida y es un híbrido de prosas poéticas, tentativas aforísticas, relato de anécdotas y vivencias personales, conatos de reflexiones, juegos entre ficción y realidad... Tal vez se trate del primer volumen de una serie en construcción.


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jueves, 2 de febrero de 2017

Bailando con Rafael Alonso Solís: "Escribir acerca del bien no resulta atractivo"

Baile del Sol.- ¿Cómo surge la historia de El canto de la raposa?

Rafael Alonso Solís.- Como una combinación de automatismo, al principio, y trabajo, pero eso mucho después. Una tarde de verano me senté frente al ordenador con intención de escribir algo, pero sin saber qué. Decidí comenzar por una obviedad, que fue mi fecha de nacimiento. Entonces escribí lo que luego fue la primera frase: “Nací el 20 de diciembre de 1947…” A continuación, y sin pensarlo, apareció la segunda: “…el mismo día, casi a la misma hora y el mismo mes, en que mi padre, un año más tarde y por tenebrosa coincidencia, se diera un tajo en la garganta llenando la habitación de sangre y baba pegajosa…” Creo que esa tarde escribí un folio y lo dejé sin tocar hasta varios días después. Cuando lo retomé pensé enseguida en un asesino, y un poco inspirado en la historia de El Perfume, de Patrick Süskind –que no había leído, pero sospechaba que trataba de eso–, y en El asesinato como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey, fui describiendo sus primeros pasos. Al principio fue simplemente un relato corto, de quince o veinte folios. Pero, entre unas vacaciones y un mes que tuve que pasar en casa por haberme roto una costilla, la historia fue creciendo. Al principio sin intenciones ni orientación, pero cuando me pareció que los personajes tenían ya su propia autonomía tuve que organizar el guión, pensar en el recorrido de la historia y buscar un final. Y lo encontré –o se produjo, cualquiera sabe–.

BdS.- ¿Podría calificarse de novela negra?

RAS.- Tal vez no exactamente, porque se aleja un poco de los cánones del género –un género que siempre me ha gustado y del que soy seguidor–, ya que no hay un detective, no sucede en el entorno del crimen organizado –aunque algo de eso hay, pero de forma más difusa y más inquietante–. Yo diría que es más oscura que negra, en el sentido de que explora zonas ocultas de la condición humana.

BdS.- ¿Ha tenido que ver su profesión de catedrático de Fisiología con la elección del tema de la novela?

RAS.- No creo. No veo relación alguna, y la profesión con la que me gano la vida tiene poco que ver con la literatura que me gusta leer o escribir. Es posible que el haber desarrollado una actividad científica me haya ayudado a tener una tendencia por la precisión al escribir.





BdS.- ¿Qué le atrae, como escritor, de la muerte o más bien del hecho de matar?

RAS.- El ser humano está siempre sintiendo la muerte, esperándola o sintiéndose acompañado por ella, y literariamente no cabe duda de que el hecho de matar es un filón. Ahí si que tiene que ver el género negro, pero también el terror, el mal, etc. Como escritor me parece que escribir acerca del bien no resulta atractivo.

BdS.-¿Por qué eligió dos narradores para relatar la historia?

RAS.- Eso surgió después, ya que al principio el personaje era uno solo. En algún momento –y no me acuerdo exactamente cuándo– se me ocurrió esa divergencia. Una vez que decidí que había dos voces, ambas fueron tomando autonomía, y a medida que la historia avanzaba un personaje necesitaba al otro. Además, resultó un ejercicio muy divertido, ya que uno de los personajes hablaba en primera persona, que era como había empezado la historia, mientras que el otro estaba delante de mí, podía observarlo, y casi parecía que yo me limitaba a describir lo que hacía. Aunque, en realidad, creo que eso ya me pasaba con los dos. Ocurrió algo interesante, y es que uno de los personajes confesaba cómo observaba al restos de los seres humanos con una visión entomológica, y yo hacía lo mismo con los dos. He tenido la sensación de que, una vez que ambos se manifestaron, más que inventar sus movimientos lo que yo hacía era limitarme a narrar lo que estaban haciendo delante de mis ojos.



"Me parece que comenzar una novela es relativamente fácil, desarrollarla más difícil, y acabarla bien –quiero decir literariamente– muy difícil".

BdS.- ¿Cree que el lector se sorprenderá por el desarrollo de los acontecimientos?

RAS.- Eso es lo me gustaría que ocurriera, y no solo por el desarrollo, sino por el desenlace. Me parece que comenzar una novela es relativamente fácil, desarrollarla más difícil, y acabarla bien –quiero decir literariamente– muy difícil. Una vez terminada la sometí a la lectura de unos cuantos amigos, y me parece que a todos les sorprendió.

BdS.- ¿Por qué recomendaría su lectura?

RAS.- Es una novela corta y creo que se puede leer de un tirón. Incluso, me parece que engancha y que, una vez finalizada la lectura, puede sentirse la necesidad de volver atrás. Pero eso es cuestión de gustos. Obviamente, uno escribe lo que le gustaría leer.

BdS.- ¿Está trabajando actualmente en otro proyecto literario?

RAS.- Además de intentar la edición de una selección de los artículos que he publicado en Diario de Avisos y en La Opinión de Tenerife durante los últimos años, tengo otra novela empezada, de la que hace tiempo terminé la primera parte. De una forma o de otra, está relacionada con ésta, pero es menos cerrada, con más escenarios y mucho más ambiciosa. Para darle un empujón necesito unas vacaciones o romperme otra costilla.


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