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sábado, 24 de noviembre de 2012
viernes, 29 de junio de 2012
En días idénticos a nubes; de Ana Pérez Cañamares
Adolescente fui, en días idénticos a nubes…
Donde habite el olvido, Luis Cernuda
Hay pocos versos más acertados en la historia de
la literatura, más eficaces y certeros, porque definen como un dardo conceptos
escurridizos. Ana Pérez Cañamares aprovecha una parte del verso, la que define,
para dar título a este conjunto de lienzos, de duración corta en general, donde
caracteres enormemente atractivos actúan en situaciones cotidianas. Y sin
embargo, consigue que dichas situaciones revistan un trasfondo simbólico y nos
transporten a momentos de nuestra propia vida que podríamos recordar mucho
tiempo después de haber cumplido los ochenta años, en los que los días eran
idénticos a nubes pasajeras, nubes que se sucedían sin descanso, como si jamás
fueran a dar a un fin, porque durante la infancia –y adolescencia- uno aún tiene
la impresión de que va a vivir para siempre.
Asistimos a escenas llenas de vida y de
inocencia, de amor o frustración o incomprensión o un comienzo de comprensión de
cosas que antes resultaban remotas, desconocidas e inasibles. Y es en la mesura,
en la maestría narrativa, en una deleitable ingenuidad, donde los cuentos de
este libro me recuerdan al mejor Chéjov. Por su virtuosismo en aparentar no
decir nada diciéndolo todo, por su sencillez, por sus destellos de humor suave y
bien templado. Por su cotidianidad, por su genio.
En mi opinión, los personajes infantiles o
adolescentes se resisten a ser modelados, pues aún no se han forjado del todo,
están, por así decirlo, a medio hacer en muchos aspectos, y se caracterizan por
una indefinición, un vacío de experiencia, un ansia por encontrar la identidad
que no ayuda demasiado a la hora de crear personajes con fuerza y autonomía. Sin
embargo, si se sabe poner el acento en la forma en que se busca esa identidad,
en la energía que desprenden y su práctica carencia de prejuicios, se pueden
llegar a trazar las líneas de personajes poderosos, al igual que los mejores
realistas del XIX, por ejemplo Dickens con esos niños tan auténticos de
Oliver Twist, David Copperfield o Grandes
esperanzas.
Quizás también me recuerde a Carver, por
supuesto, porque casi nadie ha sabido como él poner un corazón latiendo sobre
una mesa, un corazón humano despojado del resto del cuerpo, reducido a su
esencia, a su sentir primordial y definitivo, en situaciones del día a día, y
hacernos sufrir o alegrarnos o compadecernos o madurar con las vivencias de
otros. Como cuando, en «Caballos en la niebla», la mujer y el hombre se pelean
con la certeza de que su matrimonio se ha ido a pique y nada será capaz de
remediarlo. Y esos caballos en la niebla, esos caballos que surgen de la nada,
como apariciones fantasmales o símbolos lorquianos de un destino de lo menos
trágico, convierten sus problemas en detalles de un mundo lejano, al lado de
aquella visión, de los caballos perdidos en la niebla pastando mansamente a la
puerta de la casa de campo, agitando crines y cabezas peludas en tanto que
devoran con meticulosidad los brotes tiernos de la hierba en medio de la noche.
Algo así es el celofán del personaje Mario, de ese niño que superpone tiras de
colores a una televisión para que John Wayne cabalgue sobre el arco iris. Algo
así como caballos en la niebla que perfuman con su naturaleza de sueño el blanco
y negro de la realidad cotidiana. Doy gracias a la autora, Ana Pérez Cañamares,
por haber escrito esta maravilla.

Ana Pérez Cañamares
Baile del sol
ISBN: 978-84-92528-24-0
Tenerife
128 pgs
http://www.factorcritico.es/2012/06/en-dias-identicos-a-nubes/
martes, 1 de marzo de 2011
Ana Pérez Cañamares: Bebe el mundo y lo convierte en palabras
Portadoras de sueños
“Por culpa de palabras mal usadas
a mi corazón lo cruza
un alfabeto de cicatrices”
Hoy es Ana Pérez Cañamares la que inunda con su poesía este espacio. Una voz sólida que no deja indiferente. Ana mira el mundo, no, no lo mira, yo diría que Ana bebe las imágenes del mundo que le rodea para luego convertirlas en palabras, palabras que tejen poemas llenos de fuerza y sensibilidad. Versos que arrollan, aturden, despejan, abren, cierran, preguntan… siempre. Como su último trabajo, “Alfabeto de cicatrices”, belleza en estado puro.
Ana Pérez Cañamares nació en Santa Cruz de Tenerife, pero vive en Madrid. Nunca dice que ha nacido para esto de la escritura, ni tampoco que no sabría hacer otra cosa, porque de hecho tiene un empleo que le da de comer. Lo que sí dice ante quien la quiera escuchar es que le apasiona la vida, pero este mundo le parece una mierda; y que escribir es la única forma que conoce de dejar claras ambas cosas.
En el 2007 publicó su primer poemario, La alambrada de mi boca, en la Editorial Baile del Sol; esta misma editorial ha reeditado en el 2009 su libro de relatos ‘En días idénticos a nubes’. Y en el 2010 apareció, también en Baile, el libro de poemas ‘Alfabeto de cicatrices’. En la actualidad prepara su tercer poemario. Al final de este artículo encontrarás un listado de las antologías en las que ha publicado cuentos y poemas. Desde el año 2005, administra el blog El alma disponible, dedicado a la poesía. Te invitamos a leer esta selección de poemas publicados en su ‘Alfabeto de cicatrices’:
LA ENGAÑADA
Hoy me follaría a los reyes magos.
A los guapos del instituto.
A todos los cantantes y a sus bandas.
A los futbolistas de primera división.
Y mientras me los follo
les preguntaría por qué,
si son tan hombres todos,
por qué cojones
cuando los necesité
ninguno
vino a rescatarme.
LOS ALUDIDOS
Mi vida no es un comentario a la tuya.
Nada de lo que hago es un ejemplo
una nota a pie de página en tu libro.
Así que no me uses para mortificarte
y evita las comparaciones baratas.
Yo sólo me mido con viejos sueños
y con alguna obsesión que persiste.
Todo lo que he logrado tiene su cruz
y te recuerdo que no hay cuchillo
que parta por el canto una moneda.
TANTAS
Yo, que he sido tantas
que tantas veces he alquilado
mi nombre y me lo han devuelto
vacío o maquillado o roto
desde aquí digo
que volveré a ser tantas
como prendas tengo en el armario
pero que nunca volveré a pensar
con qué traje gustaré más
ni siquiera si mi desnudez
puede resultar embarazosa.
SOSPECHOSA
Levanto sospechas en la oficina
porque trabajo con la cabeza en otra parte
levanto sospechas entre mis amigos
porque desaparezco y callo durante días
levanto sospechas ante mi hija
porque en vez de hermanos o perros
sólo traigo a casa libros
sospechas ante mí misma porque mi independencia
se resquebraja cuando la tristeza da un golpe de estado
por eso me esmero cuando escribo:
aquí no quiero que me deseen otra.
FUERTE
Soy fuerte. Me rompo en esquirlas.
El problema es que voy
quedándome afilada
y ya no soy más
aquella mujer
habitable
mullida
blanda
yo.
(Y este es el poema más personal de la autora. Elegido por ella al ser consultada)
GENERACIONES
Antes de morir, mi madre dijo mamá, ven
mientras me miraba sin verme;
yo dije mamá, quédate
abrazando su cuerpo diminuto
envuelto en pañales y olor a talco;
mi hija dijo mamá, no llores
y me acarició la cabeza consolándome.
Cuando mama murió, durante unos segundos
no tuvimos muy claros los lazos que nos unían
no supimos quién se había ido
y quién se había quedado
ni en qué momento de nuestras vidas
estábamos viviendo
o muriendo.
¿Te quedas con ganas de más? Más referencias:
Algunos de sus cuentos han aparecido en antologías tales como:
- ‘Por favor sea breve’ (Editorial Páginas de Espuma)
- ‘Lavapiés’ (Editorial Ópera Prima)
- ‘Maldito amor mío’ (Editorial Signo Tres, Lima)
- ‘Escritos disconformes. Nuevos modelos de lectura’ (Ediciones Universidad de Salamanca)
- ”Mujeres cuentistas’ (Editorial Baile del Sol)
- ‘Resaca. Hank Over’ (Editorial Caballo de Troya)
- ‘Beatitud. Visiones de la Beat Generation’ o ‘Viscerales’.
Y puedes encontrar sus poemas en las siguientes antologías:
- ‘Qué nos han hecho’ (Editorial Isla Varia)
- ‘Resaca/Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski’ (Random House Mondadori)
- ‘Versus.12 Rounds’ (Ediciones del Satélite)
- ‘Bukowski Club Jam Session de Poesía 06-08′ (Ediciones Escalera)
- ’23 Pandoras. Poesía alternativa española’ (Editorial Baile del Sol)
- ‘Poesía Capital’ (Editorial Sial/Contrapunto)
- ‘La manera de recogerse el pelo. Generación Bloguer’ (Bartleby Editores)
- ‘El Tejedor en Madrid’ (Editorial La Última Puerta a la Izquierda)
Los libros de Ana Pérez Cañamares los puedes adquirir en:
lunes, 13 de diciembre de 2010
EN DÍAS IDÉNTICOS A NUBES de Ana Pérez Cañamares

Cree el escritor Hipólito G. Navarro que los novelistas se equivocan cuando dicen que escriben cuentos para descansar de las largas travesías literarias. Se equivocan, es cierto. Aparte de ejemplos notorios en los que se ha recurrido a rellenar huecos con descripciones prestadas para conseguir el número de páginas deseado porque se quedaban a medio camino, lo verdaderamente difícil es contar una historia en tres folios, en dos, en uno, en cuatro renglones sin que la esencia se diluya alargando los tiempos hasta hacer cansino el andar entre palabras.
Podía haber sido cualquiera de los relatos que componen su libro “En días idénticos a nubes” (Ediciones de Baile del Sol, Tenerife 2009), pero Ana Pérez Cañamares ha elegido “El sol de noche”, que aparece en quinto lugar en el conjunto, para estamparlo en la contraportada y decirle al lector: así escribo. Haya sido o no esa la intención, el proceso sugiere una vez más que lo propio es seguir a la autora en su selección personal en vez de ponerse uno a hacerla. El lector comparte o no lo que se le ofrece, pero no es quién para alterarlo. Y ese es el orden propuesto por Ana.
El título de la obra, celofán que envuelve la veintena de historias que contiene, lo saca Pérez Cañamares de un poema de Luis Cernuda, que inserta al principio como lema, cuya primera estrofa canta: “Adolescente fui en días idénticos a nubes, / cosa grácil, visible por penumbra y reflejo, / y extraño es, si ese recuerdo busco, / que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy”.
El texto de referencia, “El sol de noche”, quizás el más breve de cuantos traen sus páginas, es como sigue:
“Ella es de esa gente que fuma en las cuestas, que se bebe un litro de coca-cola de un trago, que sonríe cuando la expulsan de clase y se tira vestida a la piscina; ella es la amiga-vendaval, ésa que te arrastra y te asusta, que adoras y temes, que te dice ven y sabes que algo va a pasar.
-Ven -me dice.
Y voy, esta vez a la fiesta que hace Pablo, porque sus padres se han ido, y cuando llegamos todos nos saludan y nos ofrecen porros y la música sube de volumen, y ella grita y salta, y dice ‘esto es guay, qué de puta madre’, y tira de mi brazo y lo sacude al ritmo del chunda chunda, y me hace sentir que bailo bien, pero luego me suelta y el ritmo se me escapa y cuando me vuelvo a buscarla no está; pregunto por ella y está en el baño, preparando una sangría en un barreño; remueve con el brazo el vino, la fruta, el hielo que los demás van echando y luego saca la mano y me mete los dedos en la boca, ‘pruébala, qué le falta’, y yo no encuentro que nada le falte, más bien diría que se ha pasado con el vino, pero no me atrevo a decírselo, porque ella ya está sorbiendo asomada al borde del barreño. Luego, a la hora de ‘qué mala estoy, todo me da vueltas’, soy yo quien la sostengo en medio de la calle, y sus vómitos me huelen siempre a lo mismo, como si no comiera otra cosa que hígado empanado y coliflor; se lo digo y se ríe, y luego sigue vomitando, y quisiera taparla de las miradas de ese señor que no nos quita ojo, pero mi cuerpo no da para tanto y ella dice ‘joder, siempre igual’, y siento que está cansada, pero la animo a seguir caminando, casi cargo con ella; entre las dos no juntamos para el taxi y el metro la marearía más; así que caminamos y caminamos por la ciudad de noche, bajo la luz de las farolas y de una luna tan brillante que parece una bombilla desnuda, y entonces recuerdo que la luna no tiene luz propia, que el sol le presta su reflejo, y qué, me encojo de hombros, ahora es el momento de la luna, brillará toda la noche hasta que el sol salga de nuevo, pero eso no será hasta mañana”.
En tres trazos retrata a la amiga: “la otra yo”, la sitúa en la escena ante el libreto de la obra: su vida, y carga con su circunstancia a ciegas bajo la virtual “luz de las farolas” cuando lo que debe iluminar el cuadro: “luna tan brillante”, no tiene luz, sino que se la presta el sol. Pero no es oportuno ahondar en ello hasta que el ímpetu se queme y el vómito cese o decaiga. Es justo el instante vital -¿será el límite de la adolescencia?- para decir aún: “me encojo de hombros. Es el momento de la luna”. El brillo durará un presente hasta que el sol encienda el futuro: “pero eso no será hasta mañana”.
Sí; lo difícil es contar una historia en un folio, como hace Pérez Cañamares, soberanamente, además.
© Manuel Garrido Palacios
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