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domingo, 15 de septiembre de 2013

Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz. Por Rubén Castillo

Cuando en una colección de cuentos se combinan una buena escritura y unos argumentos atrayentes y variados, el resultado final tiene que ser espléndido. Y es sin duda lo que ocurre en Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz, un volumen editado por Baile del Sol (con espléndida portada, por cierto). Hay en ellos una adecuada mezcla de humor, surrealismo, psicología, homosexualidad, terror, violencia, aventuras eróticas esporádicas y conflictos familiares de múltiples ramificaciones, que hacen que la lectura se convierta en una expedición alucinante por muchos rincones del alma humana. Decía el curioso poeta Ricardo Zelarayán, en su volumen La obsesión del espacio(Buenos Aires, 1972), que la palabra ‘misterio’ hace ya bastante tiempo que no explica nada. Y es verdad. Pero como nuestro interior, nuestras reacciones, nuestros impulsos, siguen siendo en lo hondo un misterio conviene que mantengamos activa la palabra.
Un simple paseo por los buenos relatos de este tomo nos dejará ver cómo una historia de amor puede mezclarse con el azar y con el desequilibrio psíquico, para producir resultados más que sorprendentes (Gunter); cómo un chico de 12 años puede tener auténticos problemas para admitir que su madre, tras el abandono del hogar por parte de su marido, reorganice su vida sentimental con una persona que, a juicio del hijo, no es la más adecuada (Gilda en casa); cómo un viaje cotidiano en el vagón del metro puede convertirse en una deliciosa narración de amor, maltratada por el sentido común y por una equivocada decisión unilateral (Diálisis de amor); cómo una mujer puede desarrollar un miedo terrible a causa de las herencias genéticas, mientras piensa a la vez en su padre y en su hijo (Ojos azul hielo); cómo dos hermanas gemelas, que han tenido una suerte matrimonial muy distinta, tienen que tomar una decisión importantísima, impulsadas por el hecho de que el marido de una de ellas (la cual acaba de descubrir su condición de futura madre) le propina unas palizas estremecedoras (Resurrección); o cómo una muerte en la familia impulsa a una mujer a abordar una reconciliación que ha postergado durante demasiado tiempo (La misma luz, los mismos colores).
Juana Cortés Amunarriz consigue, con el vigor elegante de su estilo, que los lectores resulten atrapados por todas las historias del volumen, aunque éstas se adentren por cauces surrealistas o terroríficos. En el primer caso, puede servir como muestra el relato que abre el tomo,
El corazón en un puño, en el que la mujer protagonista exige a su marido la amputación de una de sus manos, para concederle el divorcio que éste tanto anhela; en el segundo anotaríaLos tres pies del gato, donde observaremos que la vida de un joven matrimonio se ve alterada de un modo profundo cuando la mujer se empeña en recoger de la calle un gato enorme con la peregrina idea de que se trata de su hermano José Antonio, que se fue del hogar familiar muchos años atrás.
Si buscan ustedes descubrir a una cuentista nueva y con excelentes ideas en la cabeza, que les relate historias inesperadas, sólidamente construidas y con un gran brillo literario, tengo el gusto de presentarles a la premiada, exquisita y más que sorprendente Juana Cortés Amunarriz. Si buscan y leen esta obra que hoy comento les aseguro que me darán la razón.

Rubén Castillo

domingo, 1 de septiembre de 2013

Las batallas silenciosas


Cuando en una colección de cuentos se combinan una buena escritura y unos argumentos atrayentes y variados, el resultado final tiene que ser espléndido. Y es sin duda lo que ocurre en Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz, un volumen editado por Baile del Sol (con espléndida portada, por cierto). Hay en ellos una adecuada mezcla de humor, surrealismo, psicología, homosexualidad, terror, violencia, aventuras eróticas esporádicas y conflictos familiares de múltiples ramificaciones, que hacen que la lectura se convierta en una expedición alucinante por muchos rincones del alma humana. Decía el curioso poeta Ricardo Zelarayán, en su volumen La obsesión del espacio (Buenos Aires, 1972), que la palabra ‘misterio’ hace ya bastante tiempo que no explica nada. Y es verdad. Pero como nuestro interior, nuestras reacciones, nuestros impulsos, siguen siendo en lo hondo un misterio conviene que mantengamos activa la palabra.
Un simple paseo por los buenos relatos de este tomo nos dejará ver cómo una historia de amor puede mezclarse con el azar y con el desequilibrio psíquico, para producir resultados más que sorprendentes (Gunter); cómo un chico de 12 años puede tener auténticos problemas para admitir que su madre, tras el abandono del hogar por parte de su marido, reorganice su vida sentimental con una persona que, a juicio del hijo, no es la más adecuada (Gilda en casa); cómo un viaje cotidiano en el vagón del metro puede convertirse en una deliciosa narración de amor, maltratada por el sentido común y por una equivocada decisión unilateral (Diálisis de amor); cómo una mujer puede desarrollar un miedo terrible a causa de las herencias genéticas, mientras piensa a la vez en su padre y en su hijo (Ojos azul hielo); cómo dos hermanas gemelas, que han tenido una suerte matrimonial muy distinta, tienen que tomar una decisión importantísima, impulsadas por el hecho de que el marido de una de ellas (la cual acaba de descubrir su condición de futura madre) le propina unas palizas estremecedoras (Resurrección); o cómo una muerte en la familia impulsa a una mujer a abordar una reconciliación que ha postergado durante demasiado tiempo (La misma luz, los mismos colores).
Juana Cortés Amunarriz consigue, con el vigor elegante de su estilo, que los lectores resulten atrapados por todas las historias del volumen, aunque éstas se adentren por cauces surrealistas o terroríficos. En el primer caso, puede servir como muestra el relato que abre el tomo, El corazón en un puño, en el que la mujer protagonista exige a su marido la amputación de una de sus manos, para concederle el divorcio que éste tanto anhela; en el segundo anotaría Los tres pies del gato, donde observaremos que la vida de un joven matrimonio se ve alterada de un modo profundo cuando la mujer se empeña en recoger de la calle un gato enorme con la peregrina idea de que se trata de su hermano José Antonio, que se fue del hogar familiar muchos años atrás.
Si buscan ustedes descubrir a una cuentista nueva y con excelentes ideas en la cabeza, que les relate historias inesperadas, sólidamente construidas y con un gran brillo literario, tengo el gusto de presentarles a la premiada, exquisita y más que sorprendente Juana Cortés Amunarriz. Si buscan y leen esta obra que hoy comento les aseguro que me darán la razón.

lunes, 19 de agosto de 2013

Domesticarnos: Las batallas silenciosas; de Juana Cortés Amunárriz


Domesticarnos: Las batallas silenciosas; de Juana Cortés Amunárriz
By  | agosto 14, 2013 at 9:00 am | No comments | cuentoMiguel Ángel Mala | Tags: 
En Factor Crítico hablamos hoy de Las batallas silenciosas, de Juana Cortés, autora que ya ha pasado por estas páginas y que vuelve, en esta ocasión, de la mano de Baile del Sol, una de esas pequeñas editoriales cuya labor de resistencia desde los márgenes geográficos (canarios ellos) y genéricos (por su atención al relato corto y a los nuevos autores en español) merece todo el encomio que nosotros podamos darle.

Voy a hablar sobre un libro de cuentos que me ha fascinado. Por su lírica sencilla pero poderosa, por el caleidoscopio de emociones que suscita, por la habilidad con que se narran las batallas silenciosas que entablamos día a día.
En estos cuentos los personajes viven con carencias de las que, a menudo, no son siquiera conscientes, y que sin embargo orientan sus vidas hacia un punto u otro como el volante de un coche loco. Esas carencias suelen ser irracionales y en ocasiones rozan el absurdo —el amor por una mano en «El corazón en un puño», por un gato en «Los tres pies del gato»—, y siempre tienen que ver con la búsqueda de afecto.
De todas las emociones humanas, la que cimenta y construye los vínculos sociales es el amor. No podríamos tener un amigo, una esposa, una novia, un amante y ni siquiera un perro sin sentir algo de amor hacia ellos. Podríamos llamarlos amigo, esposa, novia o amante, podríamos bautizar a un cachorro recién nacido y alimentarlo y convivir durante años, pero si no existiera un vínculo afectivo jamás serían un amigo, una esposa, una novia o un amante. No sería nuestro perro. Sería un perro más, porque lo único que hace que una persona, un animal o una cosa sean especiales es el amor que sentimos por ellos.
El amor es el pegamento que nos une al mundo. Juana Cortés Amunárriz estudia sus efectos y variantes, cómo los seres humanos se comunican y establecen vínculos a través de él, y cómo estos vínculos nos transforman y nutren, cómo nos hacen sufrir y cómo de las decisiones que tomemos, de la valentía que demostremos a la hora de arrostrar el amor, depende nuestro proceso de madurez. En este punto, la incapacidad para entender los procesos afectivos nos conducen a la angustia, como la madre de «La misma luz, los mismos colores»:
Siempre tenía que hacer algo. Incluso cuando comía, lo hacía con rapidez, como si deseara acabar lo antes posible, para fregar lo antes posible, y así hacer un poco de punto lo antes posible, y merendar un café con una magdalena lo antes posible, y preparar la cena lo antes posible, para poder ver la tele lo antes posible, y así acostarse lo antes posible, para levantarse al día siguiente lo antes posible.
En el fondo, anida la incomunicación, la angustia de seres que piden amor, comprensión, alguien que los escuche y los consuele del primordial dolor de estar vivos, que es inseguridad y también desconcierto y un hacerse viejos poco a poco.
—Hemos tenido una inspección de Trabajo —decía mi padre.
—Ha llegado el recibo del agua —decía mi madre.
—(…) veo menos que un pez frito —decía mi abuela.
—Estoy harta de comer garbanzos —decía yo.
No puede fluir el amor si no nos preocupamos unos de otros. Si no nos escuchamos. Y en oposición al amor, surge el miedo.
Donde hay miedo no hay amor, y resulta casi lógico que, en muchas ocasiones, los cuentos de Juana Cortés adopten el tono de una historia de terror. Los personajes revelan sus temores, sus inconfesables pesadillas, lo que les atormenta, como le sucede a la protagonista de «Ojos azul hielo»:
Y cuando abría los ojos —una vez más Víctor hundido en la bañera, con su rostro azulado—, la observaba. El horror todavía en mis pupilas. Mi madre entubada. Sedada. La vida y la muerte se cruzaban, y mi cuerpo se convertía en una dolorosa encrucijada incapaz de sintetizar esos principios.
La mujer, poseedora de la capacidad para engendrar y dar a luz seres nuevos, asume por naturaleza un peso enorme. Es el peso de quien puede fabricar vida y se siente en la obligación de protegerla pero al mismo tiempo habita en un mundo que sabe hostil, donde el miedo campa a sus anchas. En esta ambivalencia los hombres –el hombre, como tal- no suelen entender la grieta que nace en el seno de las mujeres, que las trastorna y debilita.
Y cuando ellas piden ayuda, ésta no llega o llega demasiado tarde. Entonces las relaciones –los afectos- se agrietan a su vez y las madres no son tan buenas madres ni buenas esposas o novias o amantes. El miedo ha hecho su aparición y la mujer debe recurrir a otras mujeres – a su madre, a una hermana, a una amiga, a una amante- que supla el puesto del hombre, tan lejano, tan carente de la capacidad para comprender su dolor, su rotura, su debilidad ante la visión panorámica de un mundo hostil, interior y exterior.
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Pero si aquélla –la madre, la hermana, la amiga, la amante- que debería enfrentarse al miedo, aquélla que posee la visión del campo de juego, por así decirlo, sucumbe a la duda y se agrieta también, el miedo ocupa el espacio vacante. Es el peor tipo de terror, la ausencia más agónica y desesperada, la tortura que dará lugar a nuevas grietas en todos aquellos que la rodean o que dependen de ella.
Y a pesar de todo, aunque la mujer llegue a proteger la vida –como es el caso de Carmen y Noelia en “Resurrección”-, esta ayuda tiene su precio. Por ejemplo, la suplantación de la identidad de madre, que sólo se recupera cuando la hermana salvadora y suplantadora desaparece. Sólo entonces Noelia puede ocupar el lugar que le pertenecía desde hacía muchos años.
Otra palada más y un pájaro revolotea entre las hojas de un árbol. O es su corazón al que le empiezan a crecer alas.
Los protegidos ceden la autonomía personal, la potestad de acción sobre la propia vida. Y entonces el amor se convierte en jaula, o siempre lo fue.
Por todo ello, el tono de los cuentos varía de la esperanza al suspense, de la seguridad aparente a la inestabilidad que subyace a la vida, tan frágil por definición porque, a fin de cuentas, y como se dice en Salvar al soldado Ryan, “aquí se viene para morir”.
Y, por supuesto, dentro de la mujer y del hombre habita la herencia. Una herencia que acarrea lo peor y lo mejor, como si en cierto modo fuéramos copias más o menos imperfectas de copias más o menos imperfectas de copias más o menos imperfectas. Borges abominaba de la cópula y de los espejos porque ambos multiplicaban al ser humano. Como interrogante de ese proceso biológico, nuestra naturaleza de máquinas que están condenadas a cometer los mismos errores que sus antepasados y los antepasados de éstos porque no pueden escapar a la factura más o menos similar, a la genética heredada.
Sin embargo, Juana Cortés incide –y mucho- en la voluntad humana de sostener los sueños a pesar de la rutina, de la mediocridad, de los ambientes enrarecidos que generan la sobreprotección o el aislamiento. Y estos sueños no son más que la voluntad de suplir las carencias emocionales, de cerrar las grietas que nos quiebran.
Poco a poco, algunos de los protagonistas ponen rumbo al lugar donde habitan sus anhelos, y lo hacen con naturalidad, sin grandes alardes de trama o piruetas estilísticas. Lo hacen como si no hubiera otra forma de encauzar los acontecimientos, como si el destino o el azar o Dios mismo hubiera decretado desde hace millones de años que las personas debemos sufrir para crecer. Que los sueños se consiguen cuando se lucha por ellos. Que nadie está tan encarcelado en su propia vida que no pueda cambiarlo con una simple pero determinante decisión.
La lírica que subyace a la rebelión de los personajes, a su crecimiento en ritos pequeños, a la perversión del amor en manos del miedo o de la rabia o de los celos, es tan poderosa  que uno a veces tiene la sensación de estar leyendo poesía. Juana Cortés domina la cadencia del discurso de tal forma que la lectura es hipnótica, alternando frases muy elaboradas con otras tan cortas que a veces sólo son sintagmas -“Saltamontes en el prado, Saltamontes en las tripas” p. 49-, imágenes que impactan en el lector como balas de pensamiento en esas batallas silenciosas que se libran dentro de cada página.
También asoman toques de humor sutil, casi absurdo, que combina muy bien con la lírica sencilla del estilo. Como paradigma de él, dos extractos de “Los tres pies del gato”, un cuento en el que se conforma una suplantación emocional –el marido por una mascota-:
—Ya no me haces caso —protestaba yo (…).
—Podías ser más comprensivo —me censuraba.
—Si es que no me aguanta…
—Es que tú no pones de tu parte —decía mi mujer—. Ni siquiera le hablas.
—¡Que hable él!
—¿Cómo va a hablar? ¡Es un gato!
En fin, quedan muchas cosas que decir y habría que hablar de la iconografía de fantasmas y muertos, del género –humano y literario-, incluso de Virginia Woolf. Pero esto no es un ensayo, es sólo una reseña.
Terminaré parafraseando el siguiente fragmento de “La misma luz, los mismos colores”:
El cariño es un animal salvaje. Tenemos que domesticarnos. Tenemos que sentarnos una al lado de la otra y acostumbrarnos a nuestras presencias. A nuestros silencios. A nuestros olores.
Es imposible no recordar la escena de El principito en la que el zorro le enseña al protagonista cómo hacerse amigos. Primero debe acercarse poco a poco, todos los días a la misma hora. Lo alimentará, esperará con alegría la hora del encuentro. El animal irá aproximándose conforme tenga más confianza, acostumbrándose a su olor, a su voz, a sus manías. Lo aceptará tal y como es, en un proceso que el zorro llama “domesticación”. Tarde o temprano, sus vidas tomarán otros rumbos y ambos recordarán que tuvieron un amigo. Y todo ello merced a un proceso que es el de “Apprivoiser”, como se dice en francés, tal y como lo aprendí hace ya muchos años en Lyon, en un piso tranquilo donde una mujer llamada Simone cocinaba taboulé para tres jóvenes amigos a los que el rumbo de sus destinos acabaría por separar. pero el cariño domesticado sigue ahí, latiendo bajo la piel, por muchos años que pasen, “et ça c’est mervellieux…”
 por Miguel Ángel Mala

factor-critico-las-batallas-silenciosas-finalLas batallas silenciosas
Juana Cortés Amunárriz
Baile del Sol
Tenerife, 2012
ISBN: 9788415019985
138 pp


jueves, 13 de junio de 2013

Las batallas silenciosas de Juana Cortés

 LAS BATALLAS SILENCIOSAS está compuesto por los primeros relatos de la autora, en los que se encuentran ya la mayor parte de sus obsesiones y delirios. Mujeres de arena, capaces de cambiar de forma bajo la mano del viento. Niños con los que uno no querría quedarse a solas. Gatos orgullosos y astutos, que parecen reírse de los estúpidos humanos. Lo dulce y lo amargo. Los frutos del árbol de la rabia. Los sueños del hombre despierto. Utilizando un humor sutil a veces, otras aproximándose desde el terror y lo inquietante, la autora desgrana sus historias dentro de cada una de las cuales encontramos una particular batalla. Batallas que, a pesar de estar ancladas en lo cotidiano y ser sumamente silenciosas, no dejan de ser crueles y perversas. Estas batallas tienen que ver con el amor, con los sentimientos que los personajes no saben manejar y a los que sucumben. También con el deseo y el sexo. Con el material que alimenta los sueños y los rencores. Con el pesar causado por aquello a lo que hemos renunciado, convirtiéndolo en sombra. Con el placer de zigzaguear. Con el desasosiego y la caricia.
Una lectura que he disfrutado mucho más de lo que esperaba. Vuelvo a sorprenderme con una autora a la que no conocía y que demuestra una gran maestría en un género tan difícil como es el relato. 
Nos habla Juana Cortés en cada relato de batallas cotidianas, de esas batallas que tienen lugar todos los días, en cada casa, en cada familia, de forma silenciosa. Esas batallas que la vida nos depara todos los días. 
Once relatos conforman este libro y me resulta difícil decantarme por uno. Todos tienen como base un mismo tema: la falta de amor, la ausencia de cariño... La soledad... Aunque estemos acompañados, aunque tengamos una familia... La soledad... Y quizás el mejor relato en el que esto se represente sea La misma luz, los mismos colores.
La locura está presente en varios relatos. Aparece en El corazón en un puño, donde el amor se transforma en obsesión. Aparece en Gunter, donde la protagonista cae en la locura a causa de su infertilidad. La maternidad no lograda y tan ansiada hace que sea incapaz de diferenciar lo real de lo irreal. Y destroza toda su vida. Y vuelve a aparecer en Ojos azul hielo, un relato asfixiante, agobiante. Y si en el anterior relato, era el deseo de ser madre el que llevaba a la protagonista a la locura, aquí es la maternidad. Esos primeros meses en la vida de un niño, esos llantos, esa falta de tiempo, esa continua atención... Esos nervios que empiezan a flaquear... 
La homosexualidad también tiene su protagonismo en algunos relatos. En Gilda en casa, vista a través de los ojos de un niño. Un niño que no comprende que su padre les haya abandonado y que no comprende que una mujer ocupe su lugar. No comprende que su madre sea feliz con otra mujer. Pero terminará aceptando esta relación. Terminará entendiendo que el amor no tiene límites,que no entiende de sexos. Que es tan solo amor. También aparece la homosexualidad en Los niños del bosque. Y en unos tiempos tan difíciles como eran los años de la guerra civil, años en los que la homosexualidad no era aceptada. Años en los que tenían que estar ocultos, en los que no podían manifestar abiertamente su amor. Y de fondo, la guerra. Una guerra que acabó con la niñez, que destrozó vidas, que terminó con las ilusiones, que llevó a la locura.
En Díálisis de amor y Nieve, sus protagonistas sólo quieren escapar de la rutina, sólo quieren salir de ese día a día que les encierra, que les aprisiona. Y encuentran ese momento de escape, ese momento de libertad. Pero la rutina vuelve...
Los malos tratos están presentes en Resurrección, un pequeño relato que encierra una trágica historia, donde los secretos también están presentes. En Casualidades nos enseña la autora como los remordimientos nos pueden llevar a tomar decisiones equivocadas y destrozar toda una vida que estaba sólo empezando. 
La historia más surrealista la encontramos en Los tres pies del gato, un relato que nos arranca más de una sonrisa. Y es que no podemos evitar compadecernos del protagonista  y simpatizar con él. Y es que el hermano de su mujer ha vuelto, pero... ¡transformado en gato! Y esto provocará muchos cambios en su vida de pareja.
Son todas historias sencillas, cotidianas, escritas con una prosa sencilla, ágil, sugerente, que nos lleva a leer relato tras relato casi sin darnos cuenta. Un libro que nos habla de pérdidas, de ausencia de amor, de deseos insatisfechos...  Un libro que todo amante al género no se puede perder.

lunes, 8 de octubre de 2012

Las batallas silenciosas, cuentos que no cuentan cuentos


Once son los cuentos que aparecen en la recopilación Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz, publicada recientemente por Baile del Sol. Aunque variables en la temática, todas las historias del volumen escarban en la materia nada simple de los sentimientos, dando vueltas de tuerca a los universales del amor, la infancia, el deseo, la maternidad o la culpa, el recuerdo, la locura o la ensoñación, y construyendo con todos ellos sofisticados castillos de naipes.
Los cuentos de Juana Amunarriz no cuentan cuentos, no se andan con chiquitas, se hunden hasta el fondo en el acontecer para encontrar la pieza más suculenta y dársela a comer al lector, ya ávido, tras ser conquistado por una prosa clara y absorbente.
Todos los relatos de Las batallas silenciosas han obtenido algún premio o mención en diferentes certámenes literarios.

miércoles, 13 de junio de 2012

''Las batallas silenciosas'' de Juana Cortés Amunarriz


Asistimos a la firma del nuevo libro de la escritora en la Feria del Libro en Madrid


Portada del libro.FOTO EPDA
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La escritora conversando con sus lectores.FOTO EPDA
La escritora conversando con sus lectores.FOTO EPDA
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Firma en la ""Feria del Libro"" en Madrid.FOTO EPDA
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KOLDO RIBOTE
Durante la tarde del domingo 10 junio, Juana Cortés tuvo un encuentro con sus lectores en la Feria del Libro en Madrid presentando su nueva obra. Habiendo editado hace muy poco tiempo una novela juvenil, la escritora guipuzcoana publica ahora ''Las batallas silenciosas'', una colección de sus primeros relatos.

Aquí Juana nos habla de sus obsesiones y delirios a través de sus personajes, mujeres de arena capaces de cambiar a merced de la mano del viento, niños con los que uno no querría quedarse a solas, gatos que parecen reírse de los estúpidos humanos.Lo dulce y lo amargo, los sueños del hombre despierto, los frutos del árbol de la rabia se dan cita en sus escritos donde encontramos particulares batallas.
Son afrentas que tienen que ver con el amor, con los sentimientos a los que sucumben los personajes, el deseo, el sexo, con el material que alimenta los sueños y los rencores.

Juana nos cuenta sobre sus batallas particulares, a las que define sutiles, difíciles de calificar. Enfrentamientos que pasan desapercibidos, porque son silenciosos y suceden en lugares comunes, cotidianos, que tienen poco que ver con un campo de batalla. Se producen en el ámbito familiar o laboral, y en nuestras relaciones más básicas. Son guerras en las que intervienen los sentimientos, las mentiras aparentemente inútiles, los comentarios que, a pesar de su aspecto superficial, son tan potentes como un estocada certera.

''Me interesan esos mecanismos de crueldad que tiñen de perversidad lo cotidiano, y las alternativas a la violencia primaria''-dice la autora.''De todo esto, de lo que muchas veces ocultamos porque nos sentimos incapaces de manejar, hablan las historias de este libro''.

Juana se confiesa como una mujer silenciosa en general, que tiende al camuflaje y evita cualquier batalla por sutil que sea porque no se considera una buena estratega, pero reconoce que se alimenta de ello a la hora de escribir para proyectarlo en sus historias.

Interesante carrera la que está llevando a esta mujer a posicionarse en las primeras filas dentro del panorama literario actual. ''Las batallas silenciosas'' esta publicado en la editorial Baile del sol.