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viernes, 6 de julio de 2018

Entrevista a Ana Pérez Cañamares en Diario16


Ana Pérez Cañamares: “El feminismo ha llegado tarde a mi vida, pero ha venido para quedarse».

Hablamos con la poeta Ana Pérez Cañamares, dentro de la serie de entrevistas dedicada al papel de la mujer en la cultura.Por Carlos Asensio

- 03/07/2018

Retrato de la poeta Ana Pérez Cañamares para el proyecto de retrato fotográfico "Perdidos. Un lugar para encontrar" del fotográfo Demian Ortiz


Ana Pérez Cañamares (Santa Cruz de Tenerife, 1968) es licenciada en Filología Hispánica, escritora de cuentos y aforismos y, fundamentalmente, poeta. Su andadura poética comenzó en 2007 con el libro de poesía La alambrada de mi boca (Baile del Sol, 2007), al que le han seguido otros como Las sumas y los restos(V Premio de Poesía Blas de Otero, 2012) o, el más reciente, El espejo discreto(Pre-textos, 2017), reconocido con el XVI Premio de Poesía Vicente Núñez.

Ana es una asidua participante en recitales, festivales y jams poéticas y su poesía ha sido recogida en multitud de revistas y antologías. Aunque afirma en esta entrevista que el feminismo ha llegado un poco tarde a su vida, es una comprometida y activa defensora de este movimiento por la igualdad en redes sociales, habiendo incluso iniciado una exitosa campaña en Change.org para exigir más medidas en contra de la violencia de género que ya registra más de 58 000 firmas.


« SE SIGUE CONSIDERANDO QUE NOSOTRAS ESCRIBIMOS EN LOS MÁRGENES, MIENTRAS QUE LA ESCRITURA DE LOS HOMBRES SE EQUIPARA CON LO UNIVERSAL».

Hablamos con ella sobre su obra literaria, el papel de la mujer en el mundo de las letras y sobre cómo ve el panorama poético actual.

Como poeta, ¿qué temas te interesan especialmente, sobre qué te surge escribir?

Me interesan especialmente las intersecciones entre nuestra vida íntima, familiar, emocional, psicológica y la influencia que tienen sobre ella los poderes políticos y económicos, es decir, el choque entre la biografía personal y las decisiones de las élites que marcan nuestro día a día. No es que me lo plantee como un plan consciente de escritura, sino que espontáneamente me surge, porque es algo a cuyas consecuencias y formas de resistencia le doy muchas vueltas. Tengo muy presente a la vida como asombro, tesoro y milagro, y todos los ataques que recibe en cuanto tal –a menudo con nuestra complicidad, más o menos forzada– me afectan y me indignan.

¿Qué es para ti la poesía? ¿Y cuánto de autobiográfico hay en la tuya?

La poesía para mí es muchas cosas, pero para resumirlas todas diría que es un espacio de libertad. En ella me permito reflexionar, provocar, ahondar, imaginar sin presiones externas. Surge cuando surge y a ella traslado lo que me obsesiona, con la aspiración siempre de construir una salida o como poco una grieta que me permita ver más allá de lo evidente. En este sentido es completamente autobiográfica, me muestro con honestidad en la medida en que esa honestidad me permite analizar mis contradicciones y abrirme a otros horizontes. Mi poesía aspira a ser útil, para mí y para quien lo necesite.

© Raúl Pérez

¿Qué opinas de los premios literarios y de la crítica? ¿Cómo llevas que otras personas valoren u opinen sobre lo que escribes?

Los premios, en general, los veo como un mal en ocasiones necesario porque en este país no hay muchas oportunidades para acceder a ciertas editoriales o lectores o reconocimiento de tu trabajo si no es a través de ellos. Luego, a la gran mayoría, los veo como un gran fraude consentido, que vale para perpetuar una idea estanca de la poesía y a unos nombres que se repiten e intercambian entre jurados, editores, premiados. Las valoraciones las llevo bien siempre que se justifiquen; si tienen fundamento son una estupenda herramienta para hacernos pensar y aprender.

¿Qué es para ti el feminismo y cómo de importante es en tu vida y en tu obra literaria?

Casi me da vergüenza decirlo, porque el feminismo, al menos de una forma consciente, ha llegado tarde a mi vida. No ha sido hasta hace poco que me he puesto a leer y a reflexionar sobre él en profundidad. Estaba ya antes, por supuesto, más en forma de intuiciones o de deslumbramientos puntuales, y ahora que he empezado a leer más sobre su historia, sus logros, sus hallazgos y su vigencia, me ha sorprendido la amplitud de miras de la teoría en sí y de las autoras que han escrito partiendo de ella. Así que ha venido para quedarse, porque ahora ya atraviesa mi visión de la historia, de la cultura, de la sociedad, de mi propia vida. Se me ha vuelto indispensable como estrategia de análisis y de cambio. Como decía más arriba, está en mi obra cada vez más, en la medida en que está en mi día a día, no como un plan, sino como reflejo de lo que me obsesiona. Además, a mí me va la marcha: me apasiona no solo aquello que me da certidumbres, sino aún más lo que me cuestiona. Eso me pasa con el feminismo.

¿Crees que existe desigualdad de género en el mundo de la poesía? ¿Crees que hay una falta de mujeres en el canon literario actual?

Absolutamente sí. No es una opinión, las cifras hablan en los libros de texto, en los premios, en las antologías. Se sigue considerando que nosotras escribimos en los márgenes, mientras que la escritura de los hombres se equipara con lo universal.

¿Qué opinas de las jams de poesía y del mundo de los recitales? ¿Crees que existe violencia contra las mujeres en estos entornos?

Por suerte, no he vivido todo esto siendo joven, cuando eres más vulnerable; no obstante supongo que existe violencia porque el mundo de la poesía forma parte del mundo en el que vivimos, no es algo aparte. No he vivido esa violencia en primera persona más que en forma de discriminación, que desde luego es una forma de violencia. Imagino que además se dan otras.

¿Cómo ves el panorama poético actual? ¿Qué opinas de la mal llamada «nueva poesía»?

El panorama poético actual lo percibo tan compartimentado como supongo que ha estado siempre. Hay élites y hay tribus, grupos, subgrupos de afinidad… Yo me siento a gusto donde estoy, aunque no deja de enfadarme que haya muros a nuestro alrededor, más que nada porque el acceso a un público más general está siempre copado por los favorecidos por el sistema y los medios. Pero si no aceptas ciertos ritos de paso, si no estás dispuesto a pagar ciertos costes, al final cada uno está donde elige estar, y yo ocupo mi parcelita con gusto y agradecimiento. Si por «nueva poesía» te refieres al fenómeno de la poesía joven que se difunde en redes, no siento a quienes la practican ni a quienes la leen como competidores. Me rebelan más quienes hacen negocio priorizando la cantidad sobre la calidad. Aunque al final hay tanto donde elegir que no le dedico mucho tiempo a lo que no me interesa, más bien paso de largo.

¿Crees que recibimos una buena educación literaria? ¿Qué mejorarías?


No, no recibimos una buena educación literaria. Siempre me sorprende que después de un recital, alguien se me acerque y me diga «Yo no sabía que la poesía era esto». Yo contesto: «Porque no quieren que lo sepas». En la poesía, como en todo, interesa educar para el consumo, no para la rebeldía.

¿En qué proyecto literario estás trabajando actualmente? ¿Hacia dónde se dirige Ana Pérez Cañamares?

Acabo de terminar un libro que me ha llevado décadas escribir, el libro en el que reflexiono sobre mi maternidad: Querida hija imperfecta. Y sigo escribiendo poemas, sin apremio, respondiendo a mis intereses y mis necesidades como siempre. He cambiado mucho mis lecturas en este último año; en vez de leer tanta poesía, estoy leyendo historia, ensayo… Me interesa buscar la genealogía de las rebeliones: piratas, herejes, brujas, esclavos, anarquistas… Y estoy empezando a ver cómo de forma natural todo eso aparece en los últimos poemas que estoy escribiendo.


CUESTIONARIO BREVE

Una referente feminista.

La primera que me encontré y que de cuando en cuando vuelve: Virginia Woolf. Y de todo lo que he leído últimamente, la que más me apela es Silvia Federici. De las mujeres que escriben actualmente, en poesía, ensayo, incluso en redes, aprendo cada día y les estoy enormemente agradecida.

Un libro de poesía escrito por una mujer que no te canses de recomendar.


Los muertos y los vivos, de Sharon Olds. Y este no es de poesía, pero lo recomiendo muchísimo: Calibán y la bruja, de Federici.

Una poeta contemporánea por la que sientas predilección.

Dos: Sharon Olds y Szymborska.

Una autora que haya influido decisivamente en tu forma de escribir.

Tengo la suerte de contar con unas cuantas entre mis coetáneas: Cristina Morano, Inma Luna, María Eloy-García, Mª Ángeles Maeso, Olalla Castro, Isla Correyero, Ana Rossetti… Aprendo muchísimo de ellas todos los días, como poetas y como personas.

Un verso o cita que no se te vaya de la cabeza.


Unos versos de Adrienne Rich, de su poema «Buceando hacia el naufragio».

«Vine a explorar el naufragio.
Las palabras son intenciones.
Las palabras son mapas.
Vine a ver el daño causado
y los tesoros que perduran».

Uno de tus libros del que estés especialmente orgullosa.

Estoy orgullosa de todos. Quizá Las sumas y los restos y El espejo discreto son los que me parecen más completos a la hora de reflejar mi universo.

El libro que te hubiera gustado escribir.

Digo en un verso: «No siento envidia de los grandes poemas». Me pasa igual con los libros. Me basta con que alguien los haya escrito y yo los pueda revivir y recrear como lectora.

Una editorial de poesía que te apasione.

Por todo lo que han aportado y siguen aportando al panorama editorial español: Baile del Sol, Ya lo dijo Casimiro Parker, Bartleby, Pre-Textos.

Una mujer que te haya marcado.

Mi hija.

Un poema tuyo.

«Todas las perras que en el mundo han sido

venimos esta noche a tu ventana.

Con pulgas, cicatrices, sin collares

barro en las patas, sangre en pezuñas.

De cada sombra una perra emerge.

Nos quitaron camadas, nos pusieron cadenas.

Nos dejaron sin linaje ni genealogía.

Para poblar sus fincas les parimos esclavos.

Pensaron que abandono sería igual a muerte

pero de las cunetas aprendimos memoria.

Sé fiel a los ladridos: alimenta a tu loba.

Obedece la brújula en tu hocico.

Apunta las orejas siempre al cielo.

No disputes la caza con tu hermana.

No des a luz cómplices: enséñales colmillos.

Y así hallarás en ti lo que tienes de manada».


martes, 15 de septiembre de 2015

Bailando con Ana Pérez Cañamares: "Vivir con intensidad la muerte de mi madre me hizo abrir más los ojos y entregarme a la poesía"


      




     


Baile del Sol.- ¿Qué significa para ti que se publique la tercera edición de La alambrada de mi boca? 
Ana Pérez Cañamares.- Pues imagínate, un alegrón. Es el primer poemario que publiqué, y cuando me comunicaron que iba a salir la tercera edición, no pude evitar recordar esa tarde en que, llena de nervios y dudas, mandé el original a la editorial. Una hora después recibí un mensaje del editor diciéndome que sí, que lo publicaba, con el contrato adjunto. Lo celebré saltando en el sofá bajo la mirada estupefacta de mi familia. Y siete u ocho años después, no sólo he publicado cuatro poemarios más y he vivido un montón de fantásticas experiencias gracias a la poesía, sino que encima La alambrada llega a su tercera edición y con una portada preciosa. Eso quiere decir que aunque son los poemas de una poeta principiante aún siguen teniendo interés y valor para los lectores. Me siento orgullosa y agradecida.
       BdS.- El poemario abre con un poema en el que te diriges a tu hija y creo que actualmente estás trabajando sobre este mismo tema, la maternidad ¿qué vínculo hay entre este poema y lo que ahora estás escribiendo?
APC.- Hay un vínculo fuerte, claro… En ese poema le digo a mi hija que no se guarde las preguntas que tenga que hacerme. En el poemario en que estoy trabajando directamente he pasado a responderlas yo, sin esperar a que ella me las haga. Porque me he dado cuenta de que yo soy la primera interesada en cuestionarme cómo ha sido mi maternidad hasta ahora. Es lo que tiene tener una hija adolescente, jajaja, ella está más interesada en vivir su vida que en nuestra relación, como es lógico. Espero, no obstante, que si algún día formula esas preguntas de las que yo hablaba, alguno de los poemas que estoy escribiendo ahora le sirvan como posible respuesta.

BdS.- Tu madre también está muy presente en la primera parte de La alambrada de mi boca…
APC.- Sí, yo creo que uno de los acontecimientos vitales que me lanzó a la poesía, o al menos a jugármela como poeta, a arriesgarme y dejar de perder el tiempo, fue la muerte de mi madre. Yo estaba con la ficción, los relatos, un proyecto fallido de novela, y creo que algo en mi interior me dijo: cuenta tu vida, confía en ti, en lo que ves, en lo que sientes. Vivir con intensidad la muerte de mi madre me hizo abrir más los ojos y entregarme a la poesía.

 BdS.- El vínculo entre tu madre, tu hija y tú queda muy patente en el poema Generaciones, ¿qué línea trazarías entre estas tres mujeres?
APC.- Ufff…. La pregunta se las trae. Yo a veces digo medio en serio medio en broma que estoy atrapada entre ellas, porque mi madre y mi hija son las dos Cáncer, se parecen muchísimo en el carácter… A veces siento que con mi hija estoy viviendo segundas oportunidades para terminar de aceptar y entender a mi madre… Ese poema tiene muchas reverberaciones para mí. Es a la vez vivir la muerte de alguien como si fuera propia, porque algo tuyo muere… y sin embargo es también sentir la transmisión de la herencia, de la vida, como un testigo que pasa de mano en mano.



BdS.-  En la segunda parte se encuentran los poemas amorosos, de intimidad, de dos. Es la parte más breve del poemario, ¿te sientes cómoda poéticamente con el amor de pareja como temática?
APC.- Cada vez más. Aunque la verdad es que es una responsabilidad, igual que cuando hablo de ser madre. Son dos casos en los que se implica directamente a otras personas con nombre y apellidos, que están muy cerca de mí, pero que pueden sentirse incómodas con la exposición de la intimidad que se hace en los poemas. Supongo que por eso intento en primer lugar que hablen sobre todo de mí, de mi emoción en particular, y luego que no sean anecdóticos, que no reflejen situaciones en particular, sino que puedan reflejar algo más universal. Según te digo esto pienso en que me lo he saltado unas cuantas veces, así que no sé si sirve como generalidad. En realidad me siento un poco culpable por hablar de otros en los poemas. Como si fueran damnificados.

BdS.- La última parte del poemario, titulada UNA, es una especie de cuarto propio en el que conocemos más de ti, ¿ha cambiado desde entonces ese yo poético?
APC.- Creo que personalizo menos. Hablo de mí, pero de una forma menos concreta, menos anecdótica como decía antes.

 BdS.-Cuando relees La alambrada de mi boca, ¿te reconoces en tus versos?
APC.- En parte sí me reconozco. Pero espero haber cambiado. Bueno, creo que sí, que he cambiado. Creo que personalmente sufro menos, algo de tregua me he dado. Pienso que en La alambrada aún sufría demasiado innecesariamente.

 BdS.-Algunos de los poemas de este libro los sigues recitando en púbico habitualmente, ¿por qué?
      APC.- Porque siguen teniendo vigencia, siguen cumpliendo su función y sigo viéndome reflejada en ellos. Y la respuesta de lectores y oyentes me lo confirma. Por ejemplo, Hijo mío. Fue un poema anterior al estallido de la crisis y por desgracia, fíjate si sigue vigente lo que dice. Más aún que cuando lo escribí.

-       BdS.-Después de La alambrada de mi boca, ¿cómo ha sido tu evolución poética?
APC.- Me he vuelto menos narrativa, mis poemas ahora están menos apegados a la experiencia y más a la reflexión, se han condensado. Y los poemarios son más exhaustivos, dedicados a temas que me obsesionan. Exprimo más cada asunto, antes era más dispersa. Ahora, además, me preocupa más la forma, juego con las palabras, con los sonidos. Antes estaba más apegada a la prosa. Supongo que voy incorporando mis lecturas, poéticas que voy conociendo de otros autores.

BdS.-Cuéntanos en qué estás trabajando ahora
      APC.- Estoy trabajando en varios proyectos. Creo que en mi vida he estado tan activa como lo estoy ahora.  Un libro de aforismos, uno de poemas de amor, otro sobre la maternidad y otro poemario aún en un estado más embrionario. Como decía el otro día: para no pensar en que me gustaría tener más tiempo para escribir, escribo todo el tiempo que puedo. 

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jueves, 20 de noviembre de 2014

Ana Pérez Cañamares dice verdad y lo hace con voz propia

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Por Deborah Antón

Ana Pérez Cañamares es una consagrada y respetada. Si aclaramos que no somos muy dados a colocar etiquetas fáciles, ¿qué podemos decir de su poesía, que habla por sí misma? Si lo que se necesita para considerar a una escritora como consagrada es su verdad y su voz, diremos que, entre “ególatras de museo y obelisco”, Ana Pérez Cañamares dice verdad, y lo hace con voz propia; una voz clara y potente, distinguida a su manera. Su poesía nos habla de cosas que realmente nos importan, sobre personas y situaciones “de carne y sangre”, sobre todo lo que nos incumbe: amor, trabajo, justicia, enfermedad, comunicación, familia, amistad, autoestima, tiempo. Nos lo relata de una manera que resulta palpable, inmediata; con imágenes cotidianas y aun así poderosas e imaginativas, “porque los poemas que los árboles dictan / están escritos en un idioma exótico / que no entendemos los que vamos / a recluirnos en nuestras casas”.
La autora comienza este con una disculpa: “Perdonadme que ahora juegue: / el dolor fue una institutriz severa”. El dolor enaltece –sólo si se sublima– y marca un recorrido de heridas, de experiencias, de enseñanzas. Alfabeto de cicatrices trata de relativizar las palabras con las palabras. Ellas son nuestro legado, nuestra democracia. “Si es de dignidad de lo que hablamos: // la justicia de las palabras / –la belleza de la exactitud– / aún nos pertenece”. En este recorrido suyo, vital, no perdemos de vista lo importante, no dejamos que el día a día acabe con nosotros: “llegas a casa, abres una cerveza y otra / bebes y bebes hasta que vuelve a ti / la sobriedad”. No nos dejamos deslumbrar por lo accesorio, por esos nuevos mitos del asfalto, a pesar de que “hay días en que parece / que cualquier objeto / recién comprado / va a tener el poder / de cambiarlo todo”. Y, a pesar de ello, nos llegamos a desesperar alguna vez, porque todos libramos una batalla personal y privada, y todos hemos conocido esas “tardes en que el teléfono no suena / y parece que todos los amigos han muerto / o están lejos o demasiado ocupados / en sobrevivir”. Todo el mundo siente alguna vez que la independencia que tanto nos cuesta construir “se requebraja cuando la tristeza da un golpe de estado”.
Este es el mundo en el que tenemos que vivir, y en el que todos mantenemos una lucha. Hay multitud de vivencias y de opciones. Todos estamos solos. Por eso a veces necesitamos personas que nos ofrezcan una guía, un poco de su luz. Si tenemos en cuenta todo lo anterior, Ana Pérez Cañamares es una profeta, y Alfabeto de cicatrices es su credo.

http://letrasenvena.com/2014/alfabeto-de-cicatrices-de-ana-perez-canamares

viernes, 27 de junio de 2014

Alfabeto de cicatrices, de Ana Pérez Cañamares

Ana cañamares
Published on June 24th, 2014 | by Ismael Cabezas
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Si se realizase una antología poética de los casi quince años que llevamos agotados de este siglo XXI, marcado ineludiblemente por la fractura a nivel mundial, que ha supuesto la crisis económica de 2008, en ella, no podría faltar el nombre de Ana Pérez Cañamares. La poeta tinerfeña, residente en Madrid –dato más que anecdótico, pues el escenario cotidiano de su poesía, es la ciudad- ha demostrado con su reciente Las sumas y los restos, galardonado con el Premio de poesía “Blas de Otero”, ser uno de los referentes ineludibles dentro de la nueva lírica española de comienzos de siglo.

Ana Pérez Cañamares es una poeta meticulosa, devota de la poesía, que delimita sus poemas con diversas citas de autores tan dispares como Yehuda Amijai, pasando por Anne Sexton, o por poetas casi olvidadas, de lectura de culto, como Ángela Figuera Aymerich, sin olvidar a su muy amada Wislawa Szymborska. Una poeta que es a un tiempo, capaz de sostener dos registros muy distintos, pero que ella sabe compatibilizar de forma extraordinaria, nos referimos a un registro colectivo y a otro individual. En el colectivo, Cañamares, aparece quizás, como una poeta perteneciente a eso que se ha dado en llamar “poesía de la conciencia crítica”, donde denuncia el estado de enajenación de la naturaleza al que el capitalismo ha sometido al hombre, sujeto a las rigídeces de unos horarios y prácticas laborales, que son incompatibles con el desarrollo de una vida acorde a los dictados de la naturaleza. En clave individual, Ana Pérez Cañamares, semeja esa amiga que conocemos desde hace más de veinte años, y que sentada muy cerca de nosotros, nos toma de la mano, y nos habla en voz baja de la muerte de sus padres, con unas palabras, en las que podemos reconocer nuestro propio dolor.
Alfabeto de cicatrices (Baile del Sol, 2010, reedición 2013), es tal vez uno de los títulos más leídos de la poeta, donde puede comprobarse esa dualidad de registros que antes afirmaba, esa enajenación del ser humano frente a la naturaleza, como se afirma en “Estaciones”, porque los poemas que los árboles dictan / están escritos en un idioma exótico/ que no entendemos los que vamos a recluirnos en nuestras casas.
La ciudad, decía al principio, es el escenario donde la poesía de Ana Pérez Cañamares se desarrolla, una ciudad inhóspita, árida; Sólo sé que los árboles / con su tronco negro por el humo / me están susurrando: nuestro sitio no es éste; una ciudad poblada por hombres alienados, alejados de su más profunda esencia humana, […] las miradas –vacías y oscuras como túneles- /de los desconocidos. Una mirada, la de Cañamares que busca casi instintivamente, cualquier destello de naturaleza que pueda abrirse paso en la feroz ciudad: Al atardecer la ciudad / rezuma nostalgia de campopero sin embargo, sólo en los cementerios / crecen flores salvajes / y la nieve permanece / sin derretirse / de un día para otro. No sólo la propia ciudad, Madrid, sino otras, como Londres,se muestran hostiles: ¿Era así todo Londres? /¿O era sólo porque vivíamos / en un barrio pobre / y todos teníamos miedo?, afirma en el poema titulado “Londres”. Es en el ritmo frenético de la ciudad donde el hiriente capitalismo hunde sus fauces en un aterido ser humano, que puede ser, cualquiera de nosotros: pero entre la arena / se esconde el lunes: ese escorpión traidor, o también, cada lunes recuerdo / que la sorpresa / es una libélula / a la que arranqué las alas, (“La Agenda”).
Cuando Ana Pérez Cañamares se inclina por un registro más individual, más confesional si cabe, alejándose de esa conciencia de lo colectivo, no abandona sin embargo esa pretensión de que en sus palabras podamos reconocernos todos cuantos hemos sufrido, siendo así, cuando se afirma el yo, un “yo plural”: una moneda, un hueso, un corazón seco / que te recuerde que todo error / se cobra un precio. Ahora bien, un tono decididamente confesional, que nos remitiría a Anne Sexton o a Sharon Olds –poeta muy querida por Cañamares-, se encuentra de forma bastante descarnada en poemas como “Si un día me oyes”, cuando afirma, los adictos a los aplausos / también necesitamos testigos / cuando nos quitamos / el maquillaje. “La engañada” continúa con ese acento marcadamente confesional y dolorido. En Por qué escribo”, se enuncia casi una poética, y entre tantas razones para dedicarse a la escritura poética argumenta: no quiero dejar que nadie / se invente mi vida, aunque en otros poemas, como “Tregua”, también se da razón de ser de la escritura poética: sólo un instante de tregua / porque si no lo paro y lo cuento / la avalancha me traga entera. Se puede considerar toda una declaración de principios, una poética cercana a las grandes confesionales –de nuevo Plath, Sexton, Olds, a las que Cañamares ha leído sin duda con detenimiento- , cuando afirma en “Al aire”, amo tanto mi intimidad / que la arranco de cuajo / y la muestro.
En las vivencias individuales de la poeta, las que más estremecen son las concernientes a la pérdida de los padres; en “La madre de Claudia”, se afirma, mira a los ojos de la muerte / y podrás ver lo que nunca viviste: / la infancia de tu madre, y en “Mi padre se llamaba Daniel”; ya no estoy enfadada contigo. / Cada vez que te pienso / es domingo por la mañana. Sin embargo, si tuviéramos que escoger unos versos que pudiesen resumir todo cuanto es Alfabeto de cicatrices, toda esa altiva dignidad y profunda fraternidad que se desprende de la obra poética de Ana Pérez Cañamares, estos serían, elegí pronunciar la palabra hermano / y contemplar el temblor de los que yerran. Es la poesía que se encuentra, que se reconoce en el otro, la poesía de la dignidad, de una de nuestras poetas contemporáneas más a seguir teniendo en cuenta, y a rastrear su ya consolidada trayectoria poética.
Pérez Cañamares, Ana. Alfabeto de cicatricesTenerife. Ediciones Baile del Sol, 2013, 110 pags.

domingo, 9 de febrero de 2014

Segunda edición de Alfabeto de cicatrices, de Ana Pérez Cañamares

so122bBaile del Sol publica la segunda edición del poemario de Ana Pérez Cañamares,Alfabeto de cicatrices, que fue publicado por primera vez en 2010.

El corazón en su portada, con el punto rojo que señala “usted está aquí” se mantiene en esta segunda edición como lugar referencial desde el que parte toda poesía contenida en esta obra de la poeta tinerfeña que acaba de ser galardonada con el Premio Blas de Otero.

Alfabeto de cicatrices es, como toda su obra, un acicate a la conciencia, a la íntima y a la de todo lo que nos rodea. Desde la herida, Cañamares analiza, casi disecciona, el mundo de las emociones y todas sus consecuencias.

Esta segunda edición es una buena oportunidad para acercarse a la poesía de Ana Pérez Cañamares para quienes todavía no lo hayan hecho, ya que es una de las voces con más fuerza de la poesía contemporánea española.

Alfabeto de cicatrices
Con pulso de artificiero
escojo las palabras.
Manejo con tacto
la nitroglicerina de cada sílaba.

Por culpa de palabras mal usadas
a mi corazón lo cruza
un alfabeto de cicatrices.

 Sobre la autora: Ana Pérez Cañamares (1968) nació en Santa Cruz de Tenerife; en la actualidad reside en Madrid. Es licenciada en Filología Hispánica. EN DÍAS IDÉNTICOS A NUBES (Editorial Mileto) es su primer libro de relatos, dedicados al tema de la adolescencia, fue publicado en el año 2003 y reeditado por esta editorial en 2009. Antes, algunos de sus cuentos habían aparecido en antologías tales como Qué mala suerte tengo con los hombres (Editorial Catriel, 1997), Cuentos para leer en el metro (Editorial Catriel, 1999), Historias de amor y desamor (Editorial Trivium, 2001), Por favor, sea breve: antología de relatos hiperbreves (Editorial Páginas de Espuma, 2001), Lavapiés (Editorial Ópera Prima, 2001), Maldito amor mío (Editorial Signo Tres, Lima, 2002), y Escritos disconformes. Nuevos modelos de lectura (Ediciones Universidad de Salamanca, 2004) y MUJERES CUENTISTAS. Antología de Relatos (Tenerife, 2009). En poesía ha publicado LA ALAMBRADA DE MI BOCA (Tenerife, 2007 y 2009) y ALFABETO DE CICATRICES (Tenerife, 2010 y 2013). Ha ganado premios de poesía y relatos (fue finalista en La Sonrisa Vertical, dentro del colectivo Cori Ambó, con el libro Allegro Nada Moderato, recientemente publicado por LcL; premio de relato hiperbreve del Ateneo de Gijón (2002) y segundo premio de relato del certamen convocado por la Fundación de Derechos Civiles, en el año 2003). Mantiene colaboraciones asiduas en diversas publicaciones digitales, como las revistas www.literaturas.comwww.babab.comwww.margencero.comwww.ariadnarc.com ywww.lainsignia.org . Ha sido profesora del taller de iniciación a la escritura impartido a través de internet, en la página www.escritores.org. En la actualidad escribe en su blog, http://elalmadisponible.blogspot.com. Colabora con algunos de sus poemas en las antologías Qué nos han hecho (Editorial IslaVaria), Resaca/Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski (Random House Mondadori/Caballo de Troya) y 23 PANDORAS. POESÍA ALTERNATIVA ESPAÑOLA (Tenerife, 2009). LAS SUMAS Y LOS RESTOS, su última obra poética ha sido galardonada con el V Premio Blas de Otero-Villa del Bilbao 2012, en su modalidad de castellano.

  • ISBN-10(13) 978-84-15019-38-8
  • Fecha de publicación 2013
  • Número de páginas 114

miércoles, 15 de enero de 2014

La poética del fancotirador/6

SALVAR LA PRIMAVERA

Para Antonio Martínez i Ferrer


Está la ciudad que estalla de brotes
y tulipanes. Pero los ojos de los adultos
se cierran con el mismo sueño.
Despiértame de esta madrugada
que no se acaba nunca.
Tenemos que correr delante
arrancar para ellos las cortinas:
los niños no se bastarán solos
para salvar la primavera.


ALFABETO DE CICATRICES. Pérez Cañamares, Ana

  • ISBN-10(13): 978-84-15019-38-8
  • Fecha de publicación: Segunda edición, 2013
  • Número de páginas: 114

domingo, 22 de diciembre de 2013

2013 de Poesía. Día 355. Ana Pérez Cañamares

Día 355. Ana Pérez Cañamares. Alfabeto de cicatrices (2013)



DE COMPRAS

Hay días en que parece
que cualquier objeto
recién comprado
va a tener el poder
de cambiarlo todo.

Miras los zapatos caros
la lámpara de diseño
la hermosa colcha india.
En silencio los miras
como adorándolos.

Los miras y los miras y sientes
que si no te responden
es porque no sabes
hablar su idioma.
Pero es que tampoco sabes
cuál es la pregunta.

Mientras la piensas
envejecen los objetos.

Envejeces tú.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

2013 de Poesía. Día 322. Ana Pérez Cañamares

Día 322. Ana Pérez Cañamares. Por donde pasa la poesía (2011)



FARISEOS

para vosotros sólo deseo
que exista vuestro Dios
y sea un ser de palabra
que os juzgue de acuerdo
a vuestras obras, que mire
en el fondo de los corazones

con gusto reconoceré mi error
humilde acataré mi castigo
alegre aceptaré mi infierno
si él es justo con vosotros

domingo, 4 de agosto de 2013

2013 de Poesía. Día 215. Ana Pérez Cañamares

Día 215. Ana Pérez Cañamares. 23 Pandoras (2009)



DÍA DE LIMPIEZA

De qué sirve que limpie el polvo
de las estanterías.
De qué sirve recoger las pelusas
de los rincones.
Para qué sacudir las sábanas
barrer bajo la cama
pasar la aspiradora.

Hay un polvo que viene de afuera
que la ciudad expulsa con sus toses.
Y hay otro desprendiéndose de mí
que cae como terrones de barro
cada vez que abro el puño
y suelto una certeza.


jueves, 23 de mayo de 2013

2013 de Poesía. Día 143. Ana Pérez Cañamares

Día 143. Ana Pérez Cañamares. La alambrada de mi boca (2009)




EL PRIMER MANDAMIENTO

A las siete de la mañana rige para mí
un único mandamiento:
no subirás corriendo las escaleras mecánicas
ni empujarás a tus semejantes en los andenes
cuando estés dirigiéndote al trabajo.

La dignidad junto con la calderilla
y las llaves de mi casa
la guardo en un bolsillo.
Sólo si voy con prisas
corro el riesgo de perderla.

Tampoco se apresura en su fila
aquel que come de la sopa boba.


lunes, 25 de marzo de 2013

2013 de Poesía. Día 84. Ana Pérez Cañamares

Día 84. Ana Pérez Cañamares. Alfabeto de cicatrices (2010)




QUE YA ME CANSA

Y toda esta tristeza
todo este desasosiego
incluso hoy, día festivo
1 de noviembre
—aunque no estoy pensando
en mis muertos—.
Quizá porque mi hija
está fuera de cobertura
porque ayer tuve que tomar
otra pastilla para dormir
porque tengo una úlcera
probable en el estómago
—y una segura en otra parte
que no identifico.
O puede sencillamente
que lo que eche de menos
sea un jardín que cuidar
que me saque de estas paredes
de carne y sangre
que me salve de este yo
que ya me cansa.

viernes, 13 de julio de 2012

Poesía en la calle


TRÁETE LA SILLA
Poesía en la calle 

Martes 17 de julio
21 h.

  Plaza de Puerto Rubio  ("Plaza Vieja") - Puente de Vallecas
 Madrid

recitarán

ANA PÉREZ CAÑAMARES
GSÚS BONILLA
y
ALBERTO GARCÍA-TERESA

(y quien se quiera sumar a continuación)


Poesía que corretea entre la gente, 
con aliento a asfalto, farola
y a escaparate roto.
Poesía en la calle.


viernes, 29 de junio de 2012

En días idénticos a nubes; de Ana Pérez Cañamares


Adolescente fui, en días idénticos a nubes…
Donde habite el olvido, Luis Cernuda

Hay pocos versos más acertados en la historia de la literatura, más eficaces y certeros, porque definen como un dardo conceptos escurridizos. Ana Pérez Cañamares aprovecha una parte del verso, la que define, para dar título a este conjunto de lienzos, de duración corta en general, donde caracteres enormemente atractivos actúan en situaciones cotidianas. Y sin embargo, consigue que dichas situaciones revistan un trasfondo simbólico y nos transporten a momentos de nuestra propia vida que podríamos recordar mucho tiempo después de haber cumplido los ochenta años, en los que los días eran idénticos a nubes pasajeras, nubes que se sucedían sin descanso, como si jamás fueran a dar a un fin, porque durante la infancia –y adolescencia- uno aún tiene la impresión de que va a vivir para siempre.
Asistimos a escenas llenas de vida y de inocencia, de amor o frustración o incomprensión o un comienzo de comprensión de cosas que antes resultaban remotas, desconocidas e inasibles. Y es en la mesura, en la maestría narrativa, en una deleitable ingenuidad, donde los cuentos de este libro me recuerdan al mejor Chéjov. Por su virtuosismo en aparentar no decir nada diciéndolo todo, por su sencillez, por sus destellos de humor suave y bien templado. Por su cotidianidad, por su genio.
En mi opinión, los personajes infantiles o adolescentes se resisten a ser modelados, pues aún no se han forjado del todo, están, por así decirlo, a medio hacer en muchos aspectos, y se caracterizan por una indefinición, un vacío de experiencia, un ansia por encontrar la identidad que no ayuda demasiado a la hora de crear personajes con fuerza y autonomía. Sin embargo, si se sabe poner el acento en la forma en que se busca esa identidad, en la energía que desprenden y su práctica carencia de prejuicios, se pueden llegar a trazar las líneas de personajes poderosos, al igual que los mejores realistas del XIX, por ejemplo Dickens con esos niños tan auténticos de Oliver Twist, David Copperfield o Grandes esperanzas.
Quizás también me recuerde a Carver, por supuesto, porque casi nadie ha sabido como él poner un corazón latiendo sobre una mesa, un corazón humano despojado del resto del cuerpo, reducido a su esencia, a su sentir primordial y definitivo, en situaciones del día a día, y hacernos sufrir o alegrarnos o compadecernos o madurar con las vivencias de otros. Como cuando, en «Caballos en la niebla», la mujer y el hombre se pelean con la certeza de que su matrimonio se ha ido a pique y nada será capaz de remediarlo. Y esos caballos en la niebla, esos caballos que surgen de la nada, como apariciones fantasmales o símbolos lorquianos de un destino de lo menos trágico, convierten sus problemas en detalles de un mundo lejano, al lado de aquella visión, de los caballos perdidos en la niebla pastando mansamente a la puerta de la casa de campo, agitando crines y cabezas peludas en tanto que devoran con meticulosidad los brotes tiernos de la hierba en medio de la noche. Algo así es el celofán del personaje Mario, de ese niño que superpone tiras de colores a una televisión para que John Wayne cabalgue sobre el arco iris. Algo así como caballos en la niebla que perfuman con su naturaleza de sueño el blanco y negro de la realidad cotidiana. Doy gracias a la autora, Ana Pérez Cañamares, por haber escrito esta maravilla.

factorcritico-endiasidenticosanubes-fondoEn días idénticos a nubes
Ana Pérez Cañamares
Baile del sol
ISBN: 978-84-92528-24-0
Tenerife
128 pgs

http://www.factorcritico.es/2012/06/en-dias-identicos-a-nubes/