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martes, 27 de agosto de 2013

EL FONDO DE LOS CHARCOS. Recomendación literaria y entrevista al autor

por Paco Marín

Estamos frente a un libro culto y de culto. Será necesario cuando queramos consultar parte de la historia de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, sobre todo su historia cultural.
TÍTULO:     El fondo de los charcos
AUTOR:      Pedro Javier Hernández Velázquez
EDITA:        Baile del Sol (2011).
Me asalta la duda siguiente ¿acabo de leer una novela de serie negra, o he leído un libro de historia? En exactamente 390 páginas, hermosas y brillantes, hacemos un recorrido por la historia de Santa Cruz de Tenerife, sobre todo centrada en el pasado siglo XX.
He de confesar que su título y su portada, en un principio, me echaron para atrás. ¿Por qué?, no lo se y así se lo he hecho saber al autor. Cuando empiezo a leerla, reflexiono con el título: El fondo de los charcos y pienso que cuando vemos un charco, vemos la superficie del mismo. Normalmente no vemos el fondo y, la mayoría de las veces, ahí es donde está lo interesante.
Estructurada en 77 capítulos cortos y un epílogo. Abarca diferentes épocas (los años treinta y las décadas del último tercio del siglo XX y la época actual). Transcurre toda la novela en calles y plazas de una ciudad española, con nombres que sabemos pronunciar y conocemos (quién me conoce, sabe que revindico la novela negra española). Pienso que Pedro Javier ha puesto como excusa una trama de crímenes actuales para irnos contando la historia de la ciudad, fundamentalmente formada por  historias de la vida cultural tinerfeña –muy rica por cierto-.
Arranca en los días previos a la Guerra Civil  con dos protagonistas antagónicos: Francisco Franco y los miembros de la Gaceta del arte. Hay una reivindicación de aquellos miembros, por parte del autor, a saber: Oscar Domínguez, Eduardo Westerdhal, Domingo Pérez Minsk,… y Domingo López Torres  (el único que fue victima del “¿Glorioso Alzamiento Nacional?”).
Prisión de Fyffes, año 1937. Un poeta observa, a través de los barrotes surrealistas de su celda, una ciudad en tiempos de guerra que acepta en silencio que la fuerza de Muerte abone la tierra y dé carnada al mar.
Santa Cruz de Tenerife, setenta años después. Otros son los secuaces y abominables seres que brillan en nuestro tiempo de infinitas tribulaciones y oscuros lazaretos. La estrella de la vida ha sido desplazada, el cordero ha sido devorado por el lobo, y la imagen de El Señor de las Tribulaciones desaparece de su santuario hacia el fondo de un charco de tramas políticas, sociales y económicas de unas islas convertidas en un profundo vertedero. En una habitación, Héctor Vázquez espera la llegada de quién lo ha de asesinar mientras escucha a Bob Dylan. Su memoria y la del narrador omnisciente recorrerán los últimos noventa y siete días de la basura escondida. Y como no a mitad de camino un juguete amargo, una mujer.
Por un lado, tenemos una novela negra perfectamente contemporánea, en la que hay crímenes, desapariciones misteriosas, una investigación policial y un juego de conspiraciones y verdades a medias. Por el otro, hay una novela acerca de lo que se dio en llamar la Facción Surrealista de Tenerife, la vanguardia histórica que fue una de las punta de lanza del arte y la literatura de la II República Española, aglutinada en torno a Gaceta de Arte y que fue cercenada por el Golpe de Estado de 1936.
Toda la historia gira en torno a una familia perteneciente a la burguesía santacrucera, los Sonseca, cuyo patriarca es la bisagra entre los golpistas y la República, involucrado en el renacimiento cultural que prefigura la post modernidad en épocas de la Transición.
Novela que relata los primeros días de la guerra y una novela que es testigo de la transición. El nexo de unión de las distintas historias son dos hechos delictivos que habrán de ser investigados por Héctor Vázquez: el asesinato de Víctor Sonseca, nieto del patriarca de esa familia, y el robo de El señor de las tribulaciones, una valiosa talla que estuvo en manos de este último.
Héctor Vázquez tendrá que hacer frente a un fantasma del pasado que fue el viejo Antonio Sonseca, pero también a otros fantasmas bastante más corpóreos, como la abogada Carla Bernal, la viuda de Víctor, o la seductora y peligrosa Cristina Weber, una escritora y ladrona de obras de arte de ascendencia irlandesa.
En definitiva tenemos de todo, incluida la masonería. Lo más importante es lo que acabamos aprendiendo de la historia de Santa Cruz y de un movimiento cultural fundamental en el devenir de la misma. Toda la novela está salpicada de referencias musicales, literarias, sobre películas,… Lo dicho una novela muy completa. Un gran trabajo de Pedro Javier.
Pedro Javier Hernández Velázquez (Santa Cruz de Tenerife, martes 13 de agosto de 1968) Licenciado en Derecho por la Universidad de la Laguna y funcionario de carrera de la Administración Local.
Miembro Fundador de la Asociación Canaria de Escritores (ACAE).
Participó en el Programa CANARIAS LEE2012 con su obra Los días prometidos a la muerte.
Forma parte del programa Santa Cruz Ciudad leída con su obra El sueño de Goslar.
Finalista del XIII Premio Internacional Sexto Continente de Relato Negro 2012El eco de Cobain
Novela Finalista y Mención Especial del Premio LH Confidencial de Roca editorial 2013: Un camino a través del infierno.
Segundo Premio Concurso de relatos Ciudad del Rosario 2012: Cajonera City.
OBRA
Factotum (Editorial Benchomo 2005).
La identidad fragmentada (Editorial Benchomo 2007).
Los días prometidos a la muerte (Editorial IDEA-AGUERE, 2010).
G 21 Nuevos novelistas canarios (IDEA-AGUERE 2011).
El fondo de los charcos (Baile del Sol 2011).
El sueño de Goslar (Editorial IDEA-AGUERE, 2012).
Un camino a través del infierno (MAR EDITOR 2013).
Conocemos al autor a través de sus palabras…
¿Desde cuando y por qué es escritor?
Desde siempre fui lector. Llegué al mundo de la literatura, como la mayoría de mi generación, a través de la colección de tebeos Joyas Literarias Juveniles de Bruguera. Luego, sin darme cuenta, me vi con libros en las estanterías de las librerías y bibliotecas. Pero, sin duda, me empecé a creer que puedo ser un escritor cuando mi novela Un camino a través del infierno quedó finalista del LH Confidencial 2013. ¿El porqué? Porque me divierte, me evade recrear la realidad que palpo y contarla.
Defínase cómo escritor.
Honesto y arriesgado. Quizá porque la vida nos pide tomar riesgos ante situaciones denunciables, nos clama que tomemos partido y nos enfrentemos a todas estas lacras que amenazan con hundirnos.
¿Cuáles son sus autores favoritos?
Me gustan los hardboiled. Mickey Spillane y, especialmente, Hammett y MacDonald… Harlan Coben, Craig Russell. Ya ves, no soy nada original. En España, me puede Muñoz Molina, es fantástico y creíble. En Canarias, dentro de la literatura de género tenemos a primeros espadas como Santiago Gil, Alexis Ravelo, Pepe Correa, Pablo Martóin Carbajal o Víctor Álamo, entre otros.
¿Que está leyendo ahora mismo?
 A Ken Bruen y su Matanza de gitanos. Y tenía en espera una de Elmore Leonard, Fulgor de muerte. Grande Leonard, recientemente desparecido.
A la hora de escribir ¿cómo se documenta?
 El fondo de los charcos, novela por la que me estás haciendo este cuestionario, es sin dudarlo, la novela en la que más trabajo de documentación he empleado. Me obligó, bendita obligación, a releer muchas obras de la facción surrealista tinerfeña y obras a las que nunca había tenido acceso, por ejemplo la de Domingo López Torres. Las bibliotecas y la red son instrumentos básicos, para que un autor documente y haga creíble su ficción.
El título del libro, cuya reseña acompaña a esta entrevista, ¿de donde lo sacó? ¿Fue cosa suya o de la editorial?
 Las editoriales con las que he editado nunca han puesto pegas a los títulos de mis novelas. De hecho, la novela que acabo de concluir, saqué el título a “licitación” en las redes entre cinco que propuse. El fondo de los charcos, es un título una frase con un imponente contenido visual y está sacado de un verso de un poema de Domingo López Torres, llamado Diario de un sol de verano (*).
Con “El fondo de los charcos” ¿que ha pretendido poner en valor?
 Dar un golpe sobre la mesa para llamar la atención con un mensaje tan sencillo y tan sincero como que el mayor patrimonio de una sociedad es su memoria.
¿Ha querido contar, con la excusa de unos asesinatos actuales, la historia de Santa Cruz de Tenerife?
 Sí, es un trayecto de casi cuatrocientas páginas, a lo largo del Santa Cruz del siglo XX. Lo que fue y lo que pudo haber sido. La historia de una ciudad y de todos aquellas que la pisaron, que la vivieron. Un agradecimiento a mis mayores por saber comprenderla, quererla y aceptarla con sus virtudes y sus defectos.
¿El libro es único o hay alguna continuidad?
 Con El sueño de Goslar y El fondo de los charcos quise novelar, en clave negro-criminal, los dos acontecimientos culturales más importantes que sucedieron en las Islas del Sur en el siglo pasado. La exposición surrealista de mayo de 1935 que trajo a la bahía de Santa Cruz a Bretón y a su comitiva de surrealista franceses y a la exposición de esculturas en la calle que se desarrolló entre el invierno de 1973 y la primavera de 1974 que dejó esculturas eternas en las calles, ramblas, parques y plazas de la ciudad. Pero una por encima de todas: El guerrero de Goslar de Henry Moore. Entre los dos acontecimientos hay 40 años de distancia, una guerra y mucho olvido en medio, pero un nexo de unión: Gaceta de Arte. Un grupo que aglutinaba a personalidades como Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik, Emeterio Gutiérrez y Domingo López Torres, entre otros.
¿Cuanto hay de cierto y cuanto de ficción en su novela?
 Intento que lo que escribo se alimente de la realidad, de la tierra. Solo intento novelar lo que pasó y lo que está pasando.
¿Tiene alguna manía a la hora de escribir? Cuénteno alguna curiosidad personal, como escritor, que no haya contado antes.
 Sí. Cada vez que estoy metido en una historia y en un proyecto, me invaden más ideas que a veces me han llevado a reconsiderar lo que estoy escribiendo, y en ciertos casos me han allanado el camino para la siguiente obra. . ¿Algo que no haya contado antes? Que estoy aquí porque sinceramente me divierto y estoy conociendo gente interesante. El día que deje de divertirme, quizá me ponga a pintar.
¿En que está trabajando en la actualidad?
 En la figura de Sergio Leone. La tercera entrega del detective Mat Fernández.
¿Conoció o sabe quien era Ezequiel Pérez Plasencia, escritor natural de Tenerife?
Llevamos ya más de dos años con su ausencia. Todos querían a Ezequiel. No lo conocía personalmente, pero un gran migo suyo Eduardo García Rojas siempre me habla maravillas de él. Entiendo que ahí, en Cartagena, que fue su segunda patria lo tengáis también como uno de los vuestros, los canarios somos fáciles de querer.
Por último ¿que no le han preguntado nunca y le gustaría que lo hicieran? Plantee la pregunta y contéstela.
¿Qué podemos hacer frente a la situación actual? Comprender que el ciclo ha cambiado, cuanto antes nos demos cuenta será mejor para todos. No está sucediendo, como cantaba Dylan a finales de los sesenta, que las cosas están cambiando. No, las cosas ya han cambiado. ¿Qué hacer? Comenzar a caminar, aunque sea un camino a través del infierno. Porque no nos valen ni las instituciones, ni las estructuras socio-económicas que nos marcan el camino.

(*) Poema de donde nace el título del libro:
El RECTÁNGULO del muladar estaba orientado al Este.
 Por la mañana la portada de piedra se recortaba sobre el suelo y la cruz de madera que estaba sobre ella jugueteaba con suaves movimientos dentro de los charcos de orines. Los mulos al pasar la iban pisoteando. El hijo de Dios se había descolgado. Dentro, jugaba como en su nacimiento.
 Yo, en el pórtico, hacía hervir el estiércol,  que envolvía todo en un afrodisiaco de limón y canela.
 Las mulas tenían las caderas lustrosas y los dientes sombríos.
 El poema de los ojos tristes de las mulas sin potro va rodando por todo el aire tibio que yo traigo.
 En el agua que deja ver el fondo de los charcos nace la hierbabuena.
 En el agua color de chocolate nace la hierbamala; pero la hierbamala también es verde.
 Todos los burros adolescentes comen y saltan como locos sobre sus sombras. Yo sobre ellos.
 Un dios niño hace charquitos con el agua sucia y se metía dentro hasta ponerse negro y por eso tiene los ojos azules. Entonces yo, loco de júbilo, me metí también dentro de mi charco pequeño y empecé sin querer a ensuciar el color de las cosas.
                                                                                  Domingo López Torres
                                                     Del poemario “Diario de un sol de verano”

martes, 15 de noviembre de 2011

Presentación de EL FONDO DE LOS CHARCOS

JAVIER HERNÁNDEZ VELÁZQUEZ, presenta su tercera novela "EL FONDO DE LOS CHARCOS" en la librería MISTÉRIO de La Laguna (Tenerife), el próximo viernes 18 de noviembre a las 20.30 horas dentro del segundo ciclo de "Noches de Mistério". El acto se desarrollará con una charla-coloquio sobre el conjunto de la obra del autor santacrucero.

 Las dos anteriores novelas del autor canario (Santa Cruz, 1968) son "Factótum" sobre el poder y la corrupción en un municipio de la isla y "La identidad fragmentada", un novela policiaca con los conflictos identitarios y los orígenes de Tenerife como fondo. Es autor también de un libro de relatos breves en la línea del hardboiled clásico, pero con una voz propia, titulado "Los días prometidos a la muerte".

lunes, 14 de noviembre de 2011

“El fondo de los charcos”, de Javier Hernández, por Alexis Ravelo


Alexis Ravelo


En Canarias, no solo desde las profundidades submarinas surge el azufre: la cosecha negra también prosigue arrojando materiales diversos a la superficie.Hace apenas un par de semanas se presentaba La sombra del minotauro, de Antonio Lozano y ahora, cuando está en proceso de edición Si le digo, le engaño, un noir de Carlos Álvarez, aparece en las librerías El fondo de los charcos, de Javier Hernández Velázquez.
La de Hernández es una novela populosa no solo en personajes, sino también en argumentos y en géneros. Transcurre, principalmente, en tres momentos históricos diferentes y, a cada uno de ellos corresponde una novela distinta, que se entrevera con las otras a través de un tipo de pasado oscuro y futuro incierto llamado Héctor Vázquez, a quien seguimos por una Santa Cruz de Tenerife espectral.
Por un lado, tenemos una novela negra perfectamente contemporánea, en la que hay crímenes, desapariciones misteriosas, una investigación policial y un juego de conspiraciones y verdades a medias. Por el otro, hay una novela acerca de lo que se dio en llamar la Facción Surrealista de Tenerife, la vanguardia histórica que fue una de las punta de lanza del arte y la literatura de la II República Española, aglutinada en torno a Gaceta de Arte y que fue cercenada por el Golpe de Estado de 1936. Este es, por cierto, un filón poco explorado y muy interesante, pues estos guerrilleros culturales organizaron, entre otras cosas, una muestra (creo que la primera en España) de Arte Surrealista en Tenerife en la primavera de 1935: se trajeron en un barco platanero a André y Jacqueline Breton y a Benjamin Perét y obras de Miró, Picasso, Gris, De Chirico, Dalí y muchos otros. Por supuesto, su grupo fue disuelto a patadas el 18 de julio: encarcelados, deportados, exiliados o disfrazados de falangistas de última hora, sus miembros se diseminaron por medio mundo, en el mejor de los casos, o acabaron en el fondo del mar metidos en un saco, como el más joven de ellos, Domingo López Torres, uno de cuyos versos toma prestado Hernández para dar título al libro.
Por último, pero dando cohesión a toda la novela, la historia de una familia perteneciente a la burguesía santacrucera, los Sonseca, cuyo patriarca es una especie de gozne entre los Alzados y los vanguardistas y estará involucrado en el renacimiento cultural que prefigura la postmodernidad en épocas de la Transición.
Así pues, una novela negra, una novela de los primeros días de la guerra y una novela sobre la transición. Los puntos de confluencia de estas tres historias son dos hechos delictivos que habrán de ser investigados por Héctor Vázquez: el asesinato de Víctor Sonseca, el nieto del patriarca de esa familia, y el robo de El señor de las tribulaciones, una valiosa talla que estuvo en manos de este último.
A lo largo de esa investigación, Vázquez se reencontrará con ese fantasma del pasado que fue el viejo Antonio Sonseca, pero también con otros fantasmas bastante más corpóreos, como la abogada Carla Bernal, la viuda de Víctor, o la seductora y peligrosa Cristina Weber, una escritora y ladrona de obras de arte de ascendencia irlandesa.
Javier Hernández Velázquez es autor de otras dos novelas, Factótum y La identidad fragmentada, que las vicisitudes editoriales hacen muy difíciles de conseguir hoy. Más accesible es Los días prometidos a la muerte, un volumen de relatos aparecido en 2010 que supone un buen aperitivo a El fondo de los charcos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Presentación de EL FONDO DE LOS CHARCOS en Santa Cruz de Tenerife


14 de octubre a las 19.00 h. 
Salón de Actos del MAC (Mutua de Accidentes de Canarias) 
calle Robayna nº2 de Santa Cruz (junto a la librería La Isla). 
Presentan: Ánghel Morales, Alexis Ravelo y Javier Hernández Velázquez.

lunes, 22 de agosto de 2011

Una novela canaria: ‘El fondo de los charcos’


Sentimientos contradictorios me asaltan tras finalizar la lectura, a ratos muy apasionante, de la tercera novela de Javier Hernández Velázqueztitulada El fondo de los charcos (1). Y escribo lo de sentimientos contradictorios porque por momentos  he apreciado en esta monumental obra (casi cuatrocientas páginas estructuradas en capítulos breves y de lectura vertiginosa) un intento por escribir la que podría ser la gran novela canaria de nuestro tiempo. O la gran novela sobre la capital tinerfeña, para ser más exactos en estos tiempos confusos que vivimos.
El autor ya nos advierte de por donde irán los tiros con una cita tomada de una de las mejores novelas canarias de la década de los 70, Crónica de la nada hecha pedazos de Juan Cruz: “El mar está hecho para los muertos, y a nosotros corresponde el deber de desenterrarlos.”
Y de muertos desenterrados va El fondo de los charcos, una obra que me sabe a auténtica porque desde el principio intuyo sus intenciones: radiografiar en clave policiaca la historia de una ciudad tan desmemoriada como es Santa Cruz de Tenerife.
Ubicada en varios tiempos (los años treinta, la década de los setenta, ochenta, noventa y los actuales) es una pena no obstante que Hernández Velázquez haya renunciado a recortar el apreciable número de páginas (muchas de ellas precisamente muertas porque no hacen avanzar el relato)  para que una vez finalizada, tuviera como lector una plena y gozosa sensación de haber leído un libro definitivo. Un volumen redondo que transcurre en las calles y plazas de una ciudad que conozco y a la que todavía no termino por entender.
A pesar de este inconveniente, El fondo de los charcos es buena literatura más allá de sus radiaciones negro criminales, género cuyas claves han sido muy bien utilizadas por un escritor que en la aparentemente caótica madeja que propone, tiene la pericia de resolver los nudos y cerrar las tramas paralelas en una sola con ecos no sé si épicos, pero sí trágicos y por lo tanto amargos.
El personaje protagonista, Héctor Vázquez, se mueve en un universo poblado de mujeres a las que las circunstancias han hecho duras y fatales y de hombres cuyas vidas parecen estar articuladas por hilos invisibles.
De fondo, y sonando en alta voz, se desarrolla de forma paralela los capítulos que, a mi juicio, son los mejores y más valientes del libro: la descripción pulcra de una capital de provincias que en los días previos a la Guerra Civil tiene como protagonistas a los miembros de Gaceta de arte y a un general, de nombre Francisco Franco, a punto de tomar la decisión que cambió para siempre la historia de España.
Entre los miembros de Gaceta de arte, Javier Hernández Velázquez reivindica con emoción la vida y obra de Domingo López Torres, el único del grupo (Óscar DomínguezEduardo WesterdhalDomingo Pérez Minik…) que fue sacrificado por un Alzamiento nacional que poco o nada tuvo de glorioso.
Pero es que hay más, ya que los acontecimientos que castraron a una generación de españoles reverberan en el presente de un relato que conmueve y en ocasiones hace temblar. Un pasado que se hace necesario desenterrar, parece que quiere decirnos Hernández Velázquez, para recuperar la memoria de esta compleja y acomplejada capital de provincia geográficamente africana pero de latido europeo, con el fin de que aprenda a ser ella misma.
Por norma general entiendo que una novela es buena cuando me suscita preguntas y al suscitarme preguntas me hace reflexionar sobre quién soy y de dónde soy. Hernández Velázquez no responde a cuestiones tan peregrinas pero sí da la llave para que penetre en ese tubo volcánico de misterio y vuelva a planteármelas mientras paseo por un Santa Cruz de Tenerife que, gracias a esta novela, me creo como escenario literario. Como un espacio en el que todo puede ser posible pese a que la ciudad aún no haya aprendido a mirar su pasado de frente.
He disfrutado mucho con El fondo de los charcos. De hecho, la he leído en apenas unos días francamente enganchado a sus páginas. También, es verdad, cabreado en ocasiones por la insistencia del autor en, reitero, engordar con páginas prescindibles situaciones que no hacen avanzar el relato. Un relato cuya mayor pretensión es la de entretener y generar reflexión.
Al margen de las tramas y subtramas que se cruzan y descruzan y vuelven a cruzarse hasta marearte, el mejor mensaje que saco de esta novela ambiciosa es que la ciudad (la ciudad) se mire ante el espejo de la historia y aprenda a convivir con sus gloriosos y miserables cadáveres.
Javier Hernández Velázquez escribe muy bien. Pero escribe mucho mejor cuando deja de lado su potente y bien armada cinefilia para ir directo al grano.
Me consta que si corrigiese esta pasión, las próximas novelas del escritor serán obras que no van a dejar indiferente a nadie. Títulos además que tendrán que tenerse muy en cuenta en la selva urbana de la novela policiaca escrita en español que trasciende las fronteras del género.
Y es que hay mucho talento y esfuerzo en el trabajo de Hernández Velázquez. Y mucha sapiencia a la hora de manejar las claves de un género como es el negro criminal. Claves que el escritor adapta a una realidad, como es la santacrucera, con estilo. Tanto estilo que incluso juega con ellas como si se trataran de las famosas muñequitas rusas.
El fondo de los charcos es así una novela policiaca de ambiente urbano en cuyas doscientas primeras páginas apenas hay violencia que concluya en crimen. En las otras doscientas restantes sí que asistimos a una especie de cosecha roja pero sin estridencias.
Hernández Velázquez apuesta en esta obra más que por resolver la misteriosa desaparición de la imagen de El señor de las tribulaciones y de un conjunto de obras inéditas de aquel grupo de artistas e intelectuales que pensaron en los años treinta que otra Canarias podía ser posible, en darnos su visión de una urbe que no termina de cuajar, que anda como un muerto viviente y a la que se quiere conamor loco o sencillamente se la detesta.
No me resisto a reproducir un párrafo de esta novela que, entre otros, me animó a subrayarlo al sentirme identificado con él:
Esta no parece ser mi ciudad. Reniega de sí misma todos los días. Los que quedamos fingimos que no hemos muerto, pero es mentira. Santa Cruz nos ha enterrado. Estamos vivos, sepultados, moribundos, pero vivos. Hoy la vida transcurre de otra manera, a otro ritmo. Parece que han pasado muchos años, y nadie tiene memoria. A mi generación, le queda el consuelo de coleccionar cuadros, libros y pasear por el muelle¡Vaya mierda! Me gustaría que hubieras visto Santa Cruz a principio de los setenta. Estaba imantada por un extraño atractivo que la hacía irresistible. Y… y… ¡ya no existe, muchacho! De aquella ciudad no queda nada. Es un ánima en pena.” (página 256).
También este otro, la descripción que hace de uno de los personajes protagonistas de la obra, ausente pero presente como fantasma de otros tiempos, que es Antonio Sonseca.
“- Fue un personaje vital en la sociedad y política tinerfeña. La generación de mi padre lo conoció en primera persona: la mía de oídas; la de mis hijos, ni siquiera sabe quién es. A partir de los años setenta, pasó a un segundo plano. Verá, cuando uno se pasa la vida rodeado de libros, durmiendo en bibliotecas, se deja influenciar por los hombres que han marcado una época.
- En el caso de Antonio Sonseca parece que su marca ha sido borrada.
- Sin embargo, permanece como punto de contacto entre el viejo mundo, empapado de mitos, y el nuevo, representado por el Santa Cruz de principios del siglo veintiuno. Nos olvidamos de un hombre al igual que ignoramos lo que éramos hasta hace unas pocas generaciones. Hemos hecho mal olvidándolo. ¿Quiere saber por qué, inspector? Porque no hemos cambiado nada en absoluto.” (página 282).
A modo de conclusión:
El fondo de los charcos, con sus defectos, ha hecho posible que yo también aprenda y entienda a nuestros muertos.
(1) El fondo de los charcos (colección serie negra Baile del sol) se pone a la venta en septiembre.
Saludos,  leed, leed, malditos, desde este lado del ordenador.

http://www.elescobillon.com/2011/08/una-novela-el-fondo-de-los-charcos/