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sábado, 20 de abril de 2013

2013 de Poesía. Día 110. Déborah Vukušić

Día 110. Déborah Vukušić. Perversiones y ternuras (2009)



CASCOS AZULES

a david gonzález

jugando a la guerra
los chicos me enseñaron
a tirar piedras
construir patines
y levantarme
la falda por dinero


domingo, 3 de marzo de 2013

2013 de Poesía. Día 62. Déborah Vukušić

Día 62. Déborah Vukušić. 23 Pandoras (2011)


MI PADRE

vuelvo atrás
camino siempre
como los cangrejos
he cedido de nuevo a sus encantos
a la llamada de la sangre
a su voz a sus ojos
(tan iguales a los míos)
a la mentira que me sepultará
una vez más                 una vez más
vuelvo atrás porque le creo
creo cada mentira
que me cuenta de verdad
y las verdades que de verdad
son mentira
una vez más                 una vez más
siento
la picadura del escorpión


O MEU PAI // volvo atrás / camiño sempre / coma os cangrexos
/ cedín de novo aos seus encantos / á chamada do sangue / á súa
voz / aos seus ollos / (tan iguais aos meus) / á mentira que me
vai sepultar / unha vez máis unha vez máis / volvo atrás porque
creo nel / creo cada mentira / que me conta de verdade / e as
verdades que de verdade / son mentira // unha vez máis / unha
vez máis / sinto / a picadura do escorpión ///


martes, 15 de enero de 2013

2013 de Poesía. Día 15. Déborah Vukušić


Día 15. Déborah Vukušić. Guerra de identidad (2009)


vestida de novia cadáver para mi pasado

croacia
aparece y desaparece
como cuando era niña

soy una secuencia ralentizada
el barro salpica el vestido de mi primera comunión
me mancha la cara
me agujerea hasta el hueso

corazón rojo latente en la orilla oscura
rojo con cuadros blancos

vuelvo a no saber quien soy
y a no querer
a no querer

si mis ojos dejan de llorar
puede que vea con claridad

croacia
aparece y desaparece

el libro que leía antes de dormir
cae y me despierta
me lavo el sudor de la nuca
me miro
y sólo me veo
si acaso un poco más vieja

vuelvo a la cama pero estoy desvelada

así que
me visto la armadura para ir a trabajar


viernes, 19 de octubre de 2012

Sofía Castañón, Deborah Vukusic e Inma Luna, tres grandes poetas en una noche de poesía Inversa


 La palabra transforma el espacio poético en escénico 

Julio Castro – laRepúblicaCultural.es

No está mal dejar lo mejor para el final, como hace unos días en el recital de poesía Inverso que, en las Naves del Matadero de Madrid, reunía a editoriales y poetas, entre l@s cuales, Sofía Castañón, Deborah Vukusic e Inma Luna. Lo cierto es que hubiese preferido que las tres poetas estuvieran al comienzo de la sesión, porque me parece que hay muchos solemnes aburridos en estas historias, que no acaban de salir al mundo exterior para darse cuenta de que hay otras vidas y otros ritmos que los que se esconden en los estantes de sus propias librerías. Y no hablo tanto del contenido (que a veces también), como de la vitalidad de encontrar la propia poesía (la escrita, la recitada y la vital), con la de gentes que no toman la palabra (la escrita, me refiero ahora), o no la hacen pública, pero sí quieren escuchar y conectar con quienes poseen ese ritmo poético que son capaces de expresar.
La suerte es la de presenciar a tres mujeres que andan en esos parámetros, en los de la necesidad de hacer lo suyo a la vez que buscan el encuentro, compartir y no dictar su forma poética. De Inma Luna ando más que sabido de esto, por los encuentros vitales en las calles, en los teatros, en los bares y, por qué no, en los recitales suyos y ajenos. Por eso no me sorprende que publique un nuevo poemario que acaba de salir y que estaba en esa feria que acoge al Inverso, pese a la crisis en todo, que acaba acogiendo a valores “seguros” de entre los valores innovadores.
Los que no había podido presenciar aún eran los ritmos y las formas de las otras dos poetas, tan distintas, pero tan interesantes a la vez. Porque Sofía Castañón sí que estaba recogida entre las páginas de esta misma revista y, precisamente, de la mano de las Provocaciones poéticas de las que se encarga Inma Luna. Creo que sus poemas están en ese entorno en el que lo personal trasciende todo para convertirse en un espacio de encuentro colectivo, y así trata de hacerlo esa noche, y aunque parece que arranca un tanto distante, al poco estás dentro de su propio discurso, o te está mirando fijamente cuando separa los ojos de su texto, o te traslada a la proyección que se encuentra a su espalda, en ocasiones tan dura con sus poemas. Y no me importa decir que me sobra que esté con el teléfono de moda en la mano leyendo en él, porque, por ejemplo, cuando hace una pausa, uno no sabe si es parte de su recital o bien no le está cargando el aparato. Tampoco creo imprescindibles las proyecciones que a veces parecen plato principal, pero sí es verdad que pueden tener su gran interés en segundo plano, así que en esta ocasión me divido entre una y otra opinión. Es que creo que la persona, la que escribe (ha escrito), la que dice sus textos, tiene una gran importancia como para que nos salgamos de ella y veamos una “peli”: prefiero ser capaz de cerrar los ojos, escuchar, y poder regresar de vez en cuando. Bueno, con Sofía Castaón sí es posible, aunque traiga los periféricos acompañando su poesía.
Deborah Vukusic es muy diferente (como decía antes, las tres lo son, a lo mejor por eso me parece que he hecho una noche muy rica, porque son tres poetas muy diversas y capaces de mantenerme sobrevolando el momento de sus textos en directo), y es diferente en el sentido de que le sobra todo menos la gente: apenas se aguanta las ganas de “contar lo suyo”, es un manojo de emociones que, si no me equivoco, sigue siendo igual fuera de allí. Su sentido dramático está allí, como también estaba en Sofía, como también está en Inma, pero cada una en su estilo. Deborah nos asalta con unos textos autobiográficos o parcialmente autobiográficos. Estamos en plena guerra de Croacia y Serbia, o más bien en los restos de la guerra, y no puedo dejar de recordar lo de Bertolt Brecht en Madre Coraje: “El miedo de verdad llega con la paz, porque entonces tienen que pagar lo que han perdido”. No por el tono de ella, al contrario, que a veces parece que cuenta un chascarrillo dentro de una tragedia, que asume como suya, como familiar, como aventura pero como consecuencia de una aventura, sea propia, sea ajena. Tengo la sensación de encontrarme ante una gran cuentacuentos, ante una especie de relato épico de tarde de invierno y chimenea, que escucharía toda la noche, si no fuera por la impaciencia de una noche de poesía, en la que todo prosigue. Tendré que seguir leyendo a Deborah, o ir a donde me lea, que seguro que es más divertido.
Y vuelvo a una realidad de stands editoriales, ruido y pasilleo, que da paso a Inma Luna, que, como siempre, acomete su intervención con la voz rasposa que hace más íntimo lo que dice, lo que lee. Tiene su punto de travesura, de chica mala que se esconde detrás de un cierto “candor inocente”, y que aplica donde y cuando convenga en los recitales. Sobre todo si el público le transmite esa necesidad, así que pasa de lo más serio y formal (si es que se puede decir que lo sea), a ese otro punto de provocación poética. Y en esta ocasión, como la noche pintan copas (a lo mejor las que nos vamos a tomar en grupo más tarde) y la sociedad siempre pinta bastos o espadas, se viene arriba y desde su No estoy limpia, del anterior poemario, nos hace un recorrido por los últimos inéditos, de aquella educación en colegio de monjas, de la represión infantil y juvenil, que ahora retorna (aunque no lo dice, pero lo sabe). De su embarazo-matrimonio, y de lo que nunca le dijeron, que es de donde sale lo que ahora ella sí nos dice. Tampoco le hace falta mucho atrezzo, más que un bote vacío de champú y muchas ganas, que arrancan aplausos y vítores a mitad de su intervención, aunque resulta que ella está tan metida en ese espacio-comunicación que ni es consciente.
A veces, las noches que uno duda de lo que se le viene encima cuando asiste a ciertas cosas, resultan muy divertidas, ricas y/o productivas para el intelecto y para el espíritu.



viernes, 4 de marzo de 2011

Eva Vaz, David González, Antonio Orihuela y Déborah Vukusic en NOSOMOSTANRAROS

Antonio G. Villarán, Eva Vaz, Jose Luís Piquero, Los Hedonistas, Pablo Fidalgo, Gracia Iglesias, The Crrr, David, González, Antonio Orihuela, Miguel Bascón, Déborah Vukusic y Jazmina Caballero, son otros de los nombres que darán cuerpo, con su voz, su música y sobre todo con su poesía al Nosomostanraros 2011, el certamen que quiere acercar la poesía a los ciudadanos sacándola de su contexto habitual y llevándola a bares, plazas, autobuses y huertos de Elche. Del 3 de marzo al 1 de abril. Organiza: Ayuntamiento de Elche.

El festival da comienzo el jueves 3 de marzo con la "Pegada de Poemas".

Programación oficial del festival en pdf.

También tienes toda la la programación en alacalle

Más información en http://escorxador.wordpress.com/

domingo, 27 de febrero de 2011

Nuevas diosas blancas





Álvaro Colomar/Yo Dona (El Mundo)


El libro "23 Pandoras" lo puedes adquirir en:
Paquebote     Agapea       Librería Picasso

Los libros de Déborah Vukusic los puedes adquirir en:
Paquebote     Agapea       Librería Picasso




miércoles, 9 de febrero de 2011

Déborah Vukisic: Palabras contra fusiles

Déborah Vukusic es una autora  croata y gallega, nacida en 1979 y  residente en Madrid, que acaba de publicar un libro de poemas conmovedor y directo sobre un tema que es muy genérico, pero que a ella le lleva a ser muy personal.
Guerra de Identidad es un libro letra herido, un libro roto, un jirón de porqués lanzados al aire; con una estructura muy poco formalista, y con un estilo muy mucho entre la sangre, la nostalgia y la rabia, los poemas de Guerra de Identidad nos repiten algo que deberíamos saber pero que parece importarnos muy poco: no hay justicia que devuelva la inocencia arrebatada a un niño.
Los niños, en todas las guerras, nunca entienden nada; solo se mueren, los matan o les matan la fe en un mundo íntimo, particular, sencillo y que les arrope por las noches.
Todo eso se lo han quitado a Déborah Vukusic, pero ella ha tenido la fortaleza de saber contarlo.
Entre dos mundos, por su nacimiento, podríamos decir que entre dos patrias, y por sus afectos; no es posible querer a quien se jacta del dolor causado, pero tampoco sabemos odiarle, los poemas que van desgranando su historia y la propia historia de su país, son abrumadoramente como disparos a la ingenuidad.
Para decirnos que no. Que no hay justificación para la sangre, para el dolor, para el desarraigo, para los daños colaterales- pienso en los poemas hablando de sus amigos muertos, por ejemplo-.
Este es un libro extraño. Extraño porque no puede encuadrarse en cierta literatura del compromiso; no lo es, Deborah lo que viene a decir es que el “compromiso” no justifica las vidas muertas antes de tiempo. Ni podemos situarlo en una lírica de la subjetividad afectiva- la autora narra más que describe- tan jaleada últimamente, ni por supuesto dentro de las últimas corrientes esteticistas- me parece que a ella el esteticismo le parecería una ofensa- tan de moda; esas que edifican una estructura de palabras sin contenido alguno, como artefactos poemáticos, ante los que –por lo visto- hay que caer de rodillas aunque no se entienda nada.
No es pues un poemario reducible a ningún movimiento, ni estética; y sin embargosin embargo se alza como un faro en la oscuridad, intentando crear de sí mismo, a través de cada texto su propia identidad, aunque para ello haya que llevar al hombro el fusil de las palabras.

Alena Collar/Alenarterevista

http://alenarterevista.net/deborah-vukusic-palabras-contra-fusiles-por-alena-collar/

Este libro lo puedes adquirir en:
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miércoles, 2 de febrero de 2011

Déborah Vukušić, la fingidora


En Perversiones y ternuras (Tegueste, Baile del Sol, 2009), la poeta y actriz Déborah Vukušić plantea una interesante poética a caballo entre la dramaturgia y la poesía.

Javier Gato/Sevilla Actualidad. Déborah Vukušić, o dos escuadrones en el cuerpo de una mujer. Actriz y poeta. Gallega y croata. Perversa y tierna. Don Carnal y doña Cuaresma librando una teatral batalla en un campo femenino de minas. Ella es, o ellas son, todo esto en Perversiones y ternuras, libro -como no podía ser de otro modo- dividido en dos partes, y en edición bilingüe.
La poética de Déborah Vukušić en este libro recuerda, como bien apunta Carlos Salem en la contraportada, el efecto de distanciamiento que proponía Bertolt Brecht en su teatro épico. La autora nos niega el consuelo que proporcionan las expectativas de subjetivismo -ay, qué daño ha hecho el Romanticismo- a la hora de enfrentarnos a su poesía.
El yo que habla es un yo poético, indudablemente; ¿pero es también un yo empírico? ¿Es Déborah la dominátrix, la prostituta hambrienta, la lesbiana, la mujer violada, la que aún oye a los muertos en la Guerra de Bosnia, o son éstos personajes de una dramaturgia en verso? La duda nos mantiene en tensión a lo largo de toda la lectura, ahogándonos a veces en una marea de humor sarcástico, cuando no en el profundo caos que rige el mundo.
Junto a Bertolt Brecht, la personalidad polimórfica de Fernando Pessoa. El poeta como fingidor nato. Pero ante todo -siento la reiteración-, el hibridismo entre discurso lírico y dramático. La propia autora no sabe si calificar estos textos como “poemas o monólogos de dramaturgia contemporánea”, y en su “Poética o vómito onanista” ironiza sobre su propia condición de poeta, declarando que sólo llama a veces poesía a su obra “porque me gusta gráficamente la pausa versal”.
La “Poética” con la que Vukušić inicia su doble libro contiene reflexiones muy interesantes. En primer lugar, la poeta otorga a la creación poética una función de catarsis y sublimación, de “vómito onanista” que la ayuda a liberarse de “la costra de lo callado”.
Consecuentemente, reniega de la poesía como techné al afirmar “yo no hago literatura” (“¿o si?”, parece rectificar más tarde), y apuesta por una concepción del proceso de creación como una experiencia de autoexploración y autodesarrollo con la cual le toma el pulso al “ritmo de mis propios pasos”. Pasos, todo hay que decirlo, similares a esos pasos del peregrino errante con los que se inician las Soledades de Luis de Góngora, peregrino que podría ser un trasunto del autor... o no.
El ritmo de sus pasos se fusiona, en una actitud decididamente moderna y con ecos de Marinetti, con “los ritmos anti-rítmicos de la ciudad”, frente a los cuales los sonetos, en tanto que estructuras métricas cerradas y perfectamente talladas, no son más que fósiles. Pero también se fusiona con las voces de sus personajes, que parecen asaltarla al final de su “Poética”.
Esta “polifonía estrecha”, que diría Eduardo Haro Ibars, crea las condiciones óptimas para el trabajo personal de Déborah, que se centra en el enfrentamiento con sus propios límites y el ahondamiento en la parte más oscura y primordial de su naturaleza humana. “Me violento a mí misma”. Me revuelvo, trastoco, desordeno, me derribo, me echo abajo. Todo esto significa el verbo latino perverto, “pervertir”.
Las Perversiones comienzan con un texto, “Persona-personaje”, en el que la actriz, desde su posición de pervertidora (en el sentido etimológico de “perturbar el orden o estado de las cosas” en la escena y en las conciencias de los espectadores) denuncia la hipocresía de un modo muy sugerente pero rotundo -gracias a la agilidad del verso corto- la hipocresía de una sociedad en la que las personas se han convertido en personajes, hasta el punto de hacerse totalmente necesario el pleonasmo vallejiano de “hombres humanos”.
Desde la absoluta teatralidad rococó del vestuario de época (“nada más”: la voz entrega al personaje, no su persona) hasta el cómic Valentina de Crepax, la mujer fatal del celuloide o la erotomanía de la atractiva secretaria que, en un paródico soneto, rescata el collige virgo rosas de Ausonio, Déborah Vukušić pasa revista a las más conocidas fantasías sexuales de nuestra cultura, burlándose de ellas a la vez. Se trata del arma de la parodia: Déborah se hace con todos los tópicos eróticos más manidos precisamente para remarcar su obsolescencia y derribarlos.
Con todo, la selección de Perversiones no es del todo aleatoria; en “Météo”, por ejemplo, los celos son significativamente incluidos dentro de lo perverso, y al final de “Trío o Consecuencia”, la mujer que se oculta tras la máscara (en griego prósopon, y de ahí “persona”) no puede evitar que se le escape el instinto de posesión que lleva dentro.
Particularmente interesante es la última Perversión, “Sternberg”: en ella, la poesía de Vukušić -ángel azul- ha llegado al final del proceso de autoexploración de la autora y ha perdido su sublime color modernista para teñirse de otro color, probablemente más oscuro.
Definitivamente, oscuro es el catálogo de Ternuras que la autora nos despliega a continuación. Porque como bien explica en la nota preliminar del libro, la ternura no es para ella un sentimiento de afectación en colores pastel, sino la máxima expresión de fragilidad y desamparo a que nos vemos expuestos los seres humanos en un mundo presidido por el horror.
Casi al comienzo de esta parte, “Confesiones de bar” nos traslada a la cruenta posguerra croata. La voz narradora parece apagarse estremecedoramente en los últimos seis versos, como si estuviera ahogada por el llanto. Las referencias a Croacia, tema del que ya trató la autora en su anterior libro Guerra de identidad, se repetirán en “Ternura 0” a la vez que cae sobre nosotros como filos cortantes una tromba de crueldades infantiles, maltratos domésticos, violaciones, torturas durante la dictadura chilena -o en cualquier lugar donde una mujer caiga a manos de un hombre-, abortos.
La sempiterna duda sobre si todos estos sucesos han sido vividos por la autora o no nos mantiene en alerta pánica, plenamente conscientes de la violencia que invade nuestro mundo, generándose así el mencionado efecto de distanciamiento brechtiano. Afortunadamente, nos encontramos en ocasiones con momentos de respiro, como la entrañable denuncia del analfabetismo femenino en “Maruxa” o la sentimental Ternura “Honey moon, darlin', sweet honey moon”.
Aquí concluiría un somero análisis de Perversiones y Ternuras, si bien algunos motivos, como el complejo de Electra en la obra de Déborah Vukušić, merecerían una atención monográfica. Y es que Déborah rebosa vidas, como un nuevo Cristo que parte su cuerpo y lo comparte con nosotros. Porque, aparte del onanismo de su vómito, ella tiene “una puta necesidad de contar / de comunicarme contigo”.

miércoles, 26 de enero de 2011

Mujeres cuentistas


Mujeres cuentistas
Varias autoras
    Reseña de Miguel Baquero/El Heraldo del Henares
 
    Publicado por la editorial Baile del Sol, el volumen Mujeres cuentistas reúne cuentos de ocho autoras jóvenes españolas, nacidas entre 1966 y 1979, muchas de las cuales alternan su actividad literaria entre el relato y la poesía.
 
    Los cuentos que componen este heterogéneo volumen abarcan desde el relato largo e intimista al hiperbreve de lenguaje cortante y sucinto; desde la estructura clásica a formas más experimentales de narrar.
 
    Con todo ello se conforma un muy interesante libro que ilustrará al lector tanto sobre las diversas inquietudes y formas de expresión que actualmente preocupan a los escritores (en este caso, escritoras) como de la calidad que, en variadas formas, lucha por persistir en el tan mecanizado paisaje de la literatura actual.
 
    Porque, con los naturales altibajos propios de esta antologías, el factor común que se presenta en todos los cuentos de Mujeres cuentistas es el de narrar con autenticidad, buscando una pulsión y un compromiso propios al margen de las imposiciones comerciales que, podría decirse, hacen de la literatura una mercancía.
 
    Tal vez por ello se advierte, en mayor o menor grado, en todas estas jóvenes autoras, un interés por “ficcionar” la expresión, por hacer cuentos acerca de la escritura.
 
    Bastante son los relatos, como hoy se dice, metaliterarios, cuentos que parten de las palabras, del libro, o de la escritura y tras levantar el vuelo acaban volviendo a él. Igualmente se aprecia en estas jóvenes escritores un deseo, ciertamente saludable (el mejor deseo, realmente, que puede mover a un autor joven) por cambiar y actualizar los referentes, por revisar los patrones habituales para adaptarlos a los nuevos tiempos.
 
    Así, son varios los cuentos en que se cita a los actores de cine más actuales, a los grupos de rock que hoy día marcan la música, a canciones que dirigen la poesía hacia nuevos caminos.
 
    También se utilizan formas y modismos enraizados con el lenguaje del ciberespacio.
 
    Muchas de las autoras, de hecho, administran o han administrado espacios digitales y se manejan con soltura en el mundo blogger.
    En resumen, las cuentistas reunidas en esta antología de relatos, Mujeres cuentistas, publicada por la Editorial Baile del Sol, constituyen un excelente y significativo conjunto de gran interés por cuanto, a través de ellas, el lector puede formarse una idea del mundo literario que le rodea (que late al fondo de todos esos best-sellers que pueblan las librerías) y del mundo literario que está por venir.
 
    Mujeres cuentistas – Editorial Baile del Sol – 228 páginas – Cuentos de Inés Matute, Inma Luna, Ángeles Jurado, Ana Pérez Cañamares, Rosana Popelka, Marina Sanmartín, Deborah Vukusic y Carmen Camacho

domingo, 2 de enero de 2011

un poema de Déborah Vukusic

vestida de novia cadáver para mi pasado

croacia
aparece y desaparece
como cuando era niña

soy una secuencia ralentizada
el barro salpica el vestido de mi primera comunión
me mancha la cara
me agujerea hasta el hueso

corazón rojo latente en la orilla oscura
rojo con cuadros blancos

vuelvo a no saber quien soy
y a no querer
a no querer

si mis ojos dejan de llorar
puede que vea con claridad

croacia
aparece y desaparece

el libro que leía antes de dormir
cae y me despierta
me lavo el sudor de la nuca
me miro
y sólo me veo
si acaso un poco más vieja

vuelvo a la cama pero estoy desvelada

así que
me visto la armadura para ir a trabajar


Déborah Vukusic. Guerra de identidad. Ediciones de Baile del Sol, 2009. 
http://baptistebleu.blogspot.com/2011/01/deborah-vukusic.html