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viernes, 29 de marzo de 2013

2013 de Poesía. Día 88. Eva Vaz

Día 88. Eva Vaz. Frágil (2010)



SAGA FUGA
Sé que no me has borrado
como se borra un sueño.
Vivo.
Hay una playa que recuerda
en cada una de sus piedras.
Vivo,
y no, no me soñaste
ni yo te mentí cuando te decía aquello,
tú sabes, eso.
Ayer escuche a los Violent Fames
y no puse cara de muchacha triste.
Eso sería peor que tener cara de  muchacha triste
cuando el pasado me destroza el cuello
y lo aprieta
y tengo un silencio con piedras
y puñados de arena en los ojos.

Yo no te soñé.
Te lo pueden decir mis venas anestesiadas de entonces.
Te lo puede decir la decepción
que se hizo una casa bajo mis vértebras.
El luto de mi inocencia.
Su muerte.
Te amé y te olvidé al mismo tiempo.
Con disciplina.

Mi trato crónico con el dolor me fue útil.
A ti, el dolor sólo te enseñó
a contarlo y a compadecerte.
A mí me hizo piedra.
A ti ceniza.

Y hoy no necesito que existas.
Llora esta noche.

jueves, 28 de abril de 2011

Frágil, de Eva Vaz

EL CAMINO DE LA ESPERANZA

eva_vaz
Frágil (Antología 2001-2009)
Eva Vaz
Prólogo de Fernando Beltrán
Editorial Baile del Sol
Tenerife, 2010
         Hay ocasiones en las que para comprender un libro plenamente hay que conocer algo de la vida del autor. No sé si ocurre eso con Frágil, el último libro de Eva Vaz, publicado en la editorial tinerfeña Baile del Sol (2010), pero el libro se parece mucho a la persona que lo ha escrito: frágil, desde luego, y expuesta, como pocas personas que haya conocido, a la mirada de los demás. Frágil, expuesta e impúdica, como a ella le gusta decir. En este libro se nos ofrece toda una vida con sus bellezas, sus miradas, sonrientes o no, y sus tristezas.
       
         Hay autores de antologías y otros de poesías completas. Eva Vaz ha publicado, antes que este, cuatro libros y, especialmente en los dos primeros se ha tratado de poemas que entraban en la línea de la llamada poesía de la conciencia que, en nuestra opinión, generalmente miraba el mundo sin demasiada profundidad. No era una poesía de autor, sino una poesía que trataba de acoplarse a cómo debía ser el mundo. Las relaciones humanas, el sexo como motor de ellas, será el principal de sus temas. En esto se anticipaba Eva Vaz, bastantes años, a lo que ahora escriben algunas de los poetas más jóvenes que quizá crean que innovan. El otro tema que comparten estas primeras páginas es la mirada sobre una infancia con momentos tristes, en los que ya, aun siendo una niña fuerte físicamente, se anticipa tanta fragilidad. En los dos poemarios siguientes nos encontramos el contacto con nuevos mundos poéticos, que le asoma a la poesía de la experiencia, mucho más obvia en el cuarto libro, Metástasis, su mejor libro hasta el momento. Porque Frágil recoge y ensambla los mejores momentos de toda su poesía, a la que ha añadido algunos poemas, hasta hoy inéditos, que ha estado elaborando estos últimos meses.
       
         Para los que somos del sur, Eva Vaz ha sido una presencia que recordamos de toda la vida. Sin embargo es una poeta joven (Huelva, 1972), que ha destacado en el grupo onubense, primero, y a nivel nacional, luego, desde hace ya algunos años, aunque no publicó su primer libro, Ahora que los monos se comen a las palomas, hasta 2001, con casi treinta. De este libro aparecen en Frágil trece poemas. En ellos, la poesía es el remedio para dejar de sufrir en una vida en la que no se reconoce, en un cuerpo que no siente nada suyo, pero que le sirve para “conquistar el mundo / en un abrir y cerrar / de piernas.” El texto busca el prosaísmo para acompañar una situación desgarrada, donde nada era como le habían prometido. Ni la vida, ni los escritores, ni la muerte, ni el amor. Su segundo libro es La otra mujer (2003), quince historias de mujeres ficticias en las que descubrimos datos que nos evocan a la autora. Tanto en las mujeres protagonistas, como en los hombres antagonistas. Se trata de hombres insensibles, incapaces de satisfacer, ni siquiera de comprender, a las mujeres. Feminismo, yo diría que tópico, en el que el hombre siempre es el culpable de todo, y que se resume en los tres versos siguientes: “Yo amo. / Tú dañas. / Él goza.” De estas historias ha escogido cinco, de las que yo prefiero las dos últimas, que hablan de la niña que ella fue: de sus dolores, sus ilusiones y sueños, y el precio que hubo de pagar por ellos. Un precio que ella exhibe donde más duele, donde más se ve. Y, también, una forma de comenzar a ver la poesía que se parece ya más a la de los siguientes libros: el dolor.
       
         Nueve son los poemas que aparecen de Leña (2004), su tercer libro publicado. Una cita de Carver nos adelanta alguno de sus temas. El desarraigo en cualquier lugar, incluso en aquel en el que se supone que has sido más feliz, porque la felicidad es un cuento chino que nos contaron de niños para engañarnos. Y desde luego el motivo de la felicidad no va a ser el matrimonio. Las escenas de matrimonio que nos ofrece son desoladoras. La idea de la escayola: “Todo el mundo tiene / escayola.” Uno no puede ser diferente. Si trata de serlo, ya va a ser imposible reintegrarse al rebaño. Y hay que ser muy valiente para vivir solo. O muy cobarde. Las cosas nunca son como parecen. Las relaciones humanas se enmarcan en complicadas luchas de poder. ¿Quién somete a quién? ¿Somos todos iguales? La cita de Carver no muestra sólo el tema principal: también la forma. La frase desnuda. Las acciones. Lo que realmente nos importa de la historia. Porque sus poemas son historias. Eso no ha cambiado. La que más me interesa es “Estigmas”, otra de sus historias de matrimonios que continúan siéndolo no sabemos por qué. Aún no han dado el salto definitivo, el de la ruptura, que vendrá con el cuarto y su mejor libro, hasta el momento: Metástasis (2006).
       
         Digo con demasiada precipitación que Frágil es más interesante que Metástasis. Lo es y no lo es. Lo es porque en Frágil tenemos los mejores de todos sus poemas, con solución de continuidad y, además, algunos poemas inéditos que son tan buenos o más que los mejores. Pero Metástasis es ya un libro diferente, singular. Ya tenemos la voz de la poeta: completa, rotunda, subjetiva. Ella es como es y así aparece en el libro: completa y rota, rotunda y dubitativa, subjetiva y elegíaca. Desde luego no encontramos resquicios de la poesía de la conciencia. Al contrario, aquí la experiencia personal es la base de todo. Ni encontramos máscaras ni generalizaciones. Incluso el título de uno de ellos: “La banca defraudó 236 millones de euros a la Seguridad Social”, supone un poema  íntimo  elegíaco. En Metástasis, ya desde el título, están muy presentes la enfermedad y la muerte. “La mujer de los huesos pequeños” es la autobiografía del dolor. No sólo dolor de existir, también dolor físico. El lado del erotismo sucio, porque el erotismo en sus poemas nunca es inocente, siempre es sucio y culpable, también se encuentra aquí. Pero ya la responsabilidad no es exclusiva del hombre. Ahora la mujer también reconoce que hay una historia que la ha llevado a ese final poco amable. Y si en algún poema encontramos atisbos de ese mundo hermoso, todo termina en sarcasmo. “Uni-2” es un buen ejemplo. Sarcasmo mezclado con esperanza. Siempre volvemos y se supone que siempre volveremos a caer. Pero, ¿y mientras? ¿Qué hacemos con los buenos momentos vividos? Compartirlos. ¿Y con los malos? También compartirlos. La voz del poeta no nos va a engañar. Ni va a tratar de hacernos el camino más fácil. Pero nos cuenta que vuelve a aparecer el amor, y que ahí está su hija marcando definitivamente el camino de la esperanza.

http://minombre.es/rafasuarez/archives/1269

Este libro lo puedes adquirir en:
Paquebote     Agapea       Librería Picasso

miércoles, 27 de abril de 2011

Frágil (Antología 2001-2009), por Eva Vaz

Editorial Baile del Sol. 126 páginas. Antología 2001-2009. 1ª edición de 2010.

Yo estaba en realidad leyendo los Cuentos completos de Fogwill en la edición de Alfaguara, pero no conseguí acabarlos antes del miércoles 20 de abril, día que volaba a Roma hasta el domingo. El formato del libro de Fogwill (cuentos de unas 30 páginas) no me pareció el más adecuado para un viaje en que sabía que iba a patear una ciudad y acabaría por las noches cansado en el hotel. Así que me decidí por este Frágil de Eva Vaz (Huelva, 1972), que la editorial Baile del Sol me envió la semana pasada como parte del pago de los magros derechos de autor generados por las ventas, durante 2010, de mi novela Acantilados de Howth.

Frágil es una antología que toma poemas de 4 libros publicados por Eva Vaz: Ahora que los monos se comen a las palomas(2001), La otra mujer (2003), Leña (2004) y Metástasis(2006), más un grupo final de nuevos poemas inéditos. Ya conocía alguna muestra de la obra de Eva Vaz gracias a la antología 23 pandoras (2009), publicada también por Baile del Sol, y a poemas colgados en el blog Hankover.

La poesía de Eva Vaz se caracteriza por la creación de una potente voz femenina, que explota casi todos los conflictos de su intimidad, desde una perspectiva desencantada y en la mayoría de los casos angustiante; y, que sin embargo, posee un gran vitalismo.
Ya desde el primer poema, Mi credo, a modo de introducción, asistimos a la sustitución de una religiosidad convencional por un catecismo propio, basado en el consumo de pastillas tranquilizantes: “Esta oración es para vosotras / pequeñas píldoras de paz” (pág. 11).

La realidad impone un duro peso sobre la voz poética en esta antología: la soledad de la pareja, del sexo, “Porque el amor no me arreglo la vida. / Y tampoco era para tanto” (pág. 13).
Eva Vaz sucumbió durante años, siendo niña, a la tortura personal de la gimnasia rítmica, lo que le condujo a una autoexigencia alienante: trastornos alimenticios, como la anorexia, ingresos en hospitales… Este trauma iniciático planea sobre el poemario más de una vez: “Mi cuerpo es el mejor sitio / para mi dolor” (pág. 41), y deja en los versos un rastro de palabras recurrentes como una letanía: huesos, muerte, esternón…

En esta poesía confesional son varias las personas con las que dialoga la voz poética: su madre o su abuela, su hija, su pareja (luego ex pareja), y una nueva pareja (ya hacia el final del libro).

Los poemas, sin métrica ni rima, suelen estar formados por versos cortos, y la construcción poética es de corte narrativo; si bien  se hace uso de anécdotas pequeñas de las que se desprende una idea mayor –como en el interesante poema El gorrión (pág. 53)-, en general predomina la narración de una historia amplia (una relación sentimental, por ejemplo) y en unos cuantos versos se poetiza hablando de toda la historia entre los amantes, y en este caso los versos operan y cobran su fuerza por el método de la sustracción. También, y sobre todo en los poemas correspondientes al poemario La otra mujer, Eva Vaz crea personajes, y en ellos especula sobre estados de ánimo. Dentro de este grupo destacaría algún poema, como el titulado Historia de la mujer del internauta.

Tanto en las composiciones más íntimas, como cuando crea personajes, la poesía de Eva Vaz intenta romper los tabúes de lo convencional, un espacio humano que parece no poder contener su nervio vital. Para corroborar esta idea, observemos estos versos: "A L. le preguntaron / si quería poner escayola / en el piso. / L. no sabía para qué servía / la escayola. / M. tampoco. // Pusieron la escayola. // Todo el mundo tiene / escayola". (pág 45).

Durante los últimos poemarios, los diálogos con la madre muerte se van haciendo más intensos, y también las reflexiones a las que le invita su hija.
El poemario Metástasis y los poemas inéditos pueden leerse casi como una composición narrativa, en la que asistimos a la ruptura de una pareja, la soledad, la deriva del sexo y la formación de otra pareja.
Dentro de la reivindicación de una feminidad antimachista de Eva Vaz no faltan versos sobre el pobre papel que a veces la sociedad confiere a la mujer: “He  necesitado licenciarme / en Filosofía / y perseguir un doctorado / y despellejar mi paciencia / en unas oposiciones / para descubrir que lo más apreciable, / mi mejor joya: / mi coño” (pág. 14)


Reproduzco aquí uno de mis poemas favoritos del libro, donde se reúnen bastantes de las características comentadas:

Para gritar

Mi madre siempre deseó             
                                      
una parcela en el campo:                  
                                          
«Descansar                                
                                          
es invertir en calidad de                  
                                          
vida».                                    
                                          
                                          
                                          
Para su último hogar                      
                                          
improvisó un alquiler                      
                                          
de cinco años y flores de                  
                                          
plástico.                                  
                                          
                                          
                                          
La muerte también tiene                    
                                          
fecha de caducidad.                        
                                          
                                          
                                          
Ha vencido el alquiler                    
                                          
y mi padre le ha comprado                  
                                          
su propia parcela en el campo,            
                                          
en el pueblo.                              
                                          
                                          
                                          
La muerte también entiende                
                                          
de clases.                                
                                          
                                          
                                          
Vuelven a encontrarse,                    
                                          
por arte del negocio inmobiliario.        
                                          
Su última cita,                            
                                          
en el paraíso del cementerio municipal:    
                                          
mi padre asiste al siniestro desnudo      
                                          
de huesos desordenados.                    
                                          
Y el anillo de matrimonio.                
                                          
                                          
                                          
Su esposa, mi madre,                      
                                          
en una paz brutal como nunca tuvo.        
                                          
Todo en una bolsa de plástico.            
                                          
Sin más mística:                          
                                          
el espanto en una bolsa de basura.        
                                          
                                          
                                          
Mi padre volvió a sentar                  
                                          
a su amante                                
                                          
en el asiento del copiloto.                
                                          
Con cariño. Con la tragedia                
                                          
instalada en el volante.                  
                                          
Con arcadas. Con amor.                    
                                          
                                          
                                          
Depositó la bolsa,                        
                                          
como el que regresa del supermercado,      
                                          
en la propiedad,         
                                          
en una bolsa de basura                    
                                          
de plástico.                            
                                                                    
Tantas bocas viven                        
                                          
de la muerte.                              
                                          
Hasta mi poema vive de la muerte.          
                                          
Mi ego liba de tu muerte.                  
                                          
                                          
                                          
Perdóname.                                
                                          
mamá,                                      
                                          
has tenido una nieta. 


En resumen: una recomendable antología que ha acompañado mis paseos por Roma; de una poeta, desgarrada, demoledora, y aún así vitalista y repleta de fuerza poética.
 
 
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