jueves, 19 de diciembre de 2019

Reseña de LA MALA ENTRAÑA, de Elena Alonso Frayle en Un espacio para la emoción

martes, 10 de diciembre de 2019









LA MALA ENTRAÑA, Elena Alonso Frayle


Conocía el nombre de Elena Alonso Frayle por ser la ganadora de diversos certámenes de cuentos. El hecho de que este año su libro La mala entraña haya recibido el Premio Setenil, que se concede al mejor libro de cuentos editado en España, me ha llevado a adquirirlo. Lo he leído de un tirón y puedo decir que he disfrutado mucho. Sin duda, el aspecto que más me interesa es la capacidad para narrar las historias con una agilidad casi inusitada y una incuestionable facilidad para indagar en la materia psicológica y conductual de los personajes. Acabado el libro, tiene uno la sensación de que Elena Alonso es una escritora que aborda cuestiones cotidianas –turbias pasiones y extraños pensamientos– y las narra impecablemente. Diría que sabe capturar al lector con las primeras líneas y llevarlo hasta las últimas. Esta era –y recuerdo de memoria– una de las más eficaces cualidades que debía poseer un cuentista, según el maestro Horacio Quiroga. Y Elena Alonso sabe hacerlo.
         Bastaría con leer el cuento “La buena hija”,  ganador del LXVI Concurso Literario de “La Felguera” –certamen de incuestionado prestigio–, para comprobar por qué vale la pena leer estos relatos. No sin cierto temor, me atrevo a decir que este cuento es un relato excepcional, un cuento que plantea el sinsentido del terrorismo etarra y cuestiona el valor de los afectos en un mundo destruido por los odios. Es el cuento perfecto para expresar las secuelas de la violencia etarra, así como Patria de Aramburu es la obra que desvela esa anomalía histórica que muchos han padecido.
         Con una mayor ambición constructiva, en “La mujer promiscua”, la autora recrea dos mundos: por un lado, el declive creativo de un escritor que acude a Zagreb para dar una charla en el Instituto Cervantes; y, por otro, el impacto que su intérprete (Silvija) le produce: una mujer que aúna entereza y sensualidad, belleza y misterio, y que poco a poco le va descubriendo el origen de un secreto que oculta, un material narrativo que descubre las violaciones de todo tipo cometidas durante la guerra de los Balcanes, porque se trata de un dolor que necesita ser narrado.
         En “Misericordia” se combinan varios elementos temáticos: la exuberancia corporal de una bella mujer que amamanta a su hijo; sus fantasías sexuales en las que tienen cabida una extraña compasión hacia un discapacitado, que llega incluso a excitarla y a sentir que la culminación de ese deseo sería algo así como un ejemplo de misericordia y generosidad; y la tensión y el miedo que ella siente también ante la imprevisible obsesión de Jonás (el joven discapacitado), quien la desea. Estos aspectos, perfectamente encajados, van tensionando el argumento de un relato que se cierra con un final abierto.
         En “La calle de Mary Quant”, quizá uno de mis preferidos, asistimos a la frustración que siente una mujer al descubrir que un antiguo amante no la reconoce, o tal vez sea todo una confusión o un error de Mabel, una mujer casada y con dos hijas que aprovecha un fin de semana sola para invitar a su antiguo amante, un relevante filósofo. Ella asiste a escuchar la conferencia que Horacio va a impartir y decide invitarle a su casa a tomar un vino francés especialmente comprado para la ocasión. Pero Horacio no la reconoce ni recuerda nada, mientras al otro lado de la puerta se escucha la parada del ascensor que anuncia que Juan, el marido de Mabel, ha regresado de manera inesperada. Un final sugerente en un cuento en el que las palabras de Mabel pueden ser certeras: “A lo mejor todos vivimos equivocados con nuestros recuerdos y con la trama de añoranzas con la que fraguamos nuestros anhelos” (p. 167).
         El cuento que da título al libro, “La mala entraña”, es un ejercicio narrativo sobresaliente, pero basado en un argumento ciertamente vacuo: la conciencia del mal acaba apareciendo en unos personajes que se cuestionan el dolor que provocan sus reiteradas bromas y maldades.
         Con un estilo limpio y cuidado, ajeno a ciertas florituras estilísticas, desenreda los argumentos de sus relatos con una gran maestría. En el cuento que cierra el volumen, “El ojo de Dios”, se crea una atmósfera inquietante que sugiere un final trágico, si bien el elemento mágico de un “ojo” en el techo del baño introduce cierta polisemia en un final otra vez abierto. Además, desliza también algunos aciertos expresivos: “Enseguida se formaba una cordillera de espuma algodonosa sobre el lecho del agua, y a Irene le gustaba sumergirse hasta que le brotaban arrugas en las yemas de los dedos” (190).   
         Para quienes quieran saber más de esta escritora tan premiada, les recomiendo que consulten su cuidada página web: http://www.elenaalonsofrayle.com/


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Reseñas de CORAZONES Y CEREBROS, de César Martín Ortiz en Con VE de libro





El insólito caso de César Martín Ortiz


Tendría que pensarlo largo tiempo y por escrito, y, francamente, me da pereza, pero intuyo que la razón última de ser del fenómeno literario, al menos desde la perspectiva del autor, de quien escribe, se debe de encontrar en buena medida en el insólito caso de César Martín Ortiz, autor salmantino afincado en Jaraíz de la Vera que dejó tras de sí, al fallecer inesperadamente en 2010, varias novelas y libros de relatos escritos que no llegó a publicar no porque no pudiera, sino porque ni siquiera se molestó en intentarlo, quizá porque, como apunta Gonzalo Hidalgo Bayal en la contraportada de De corazones y cerebros novela publicada hace pocas semanas por la editorial Baile del Sol– citando un pasaje del propio libro, pensaba “que publicar pensamientos o novelas tiene algo de banal, es inferior a escribirlos, y que escribirlos también es inferior a pensarlos. Que escribir y publicar son actos de reciclaje respecto a pensar e imaginar: algo que se hace con fines distintos y cuyo resultado también es distinto, más gris y menos fino”. Doy fe de sus reticencias porque cuando, hace ya bastantes años, alrededor de quince, contactamos con él para que publicara algo en nuestra pequeña colección de libros, la de la Asociación Cultural Alcancía, nos costó trabajo que nos cedieran los cuentos que al final integraron Paso de contarlo. Extrañamente, y en contra de lo que es habitual, César Martín Ortiz no tenía necesidad de ver editados sus libros, quizá ni siquiera necesidad de que lo leyesen, y en esa falta de necesidad, en esa renuncia, y en el hecho de que en ningún momento dejase, a pesar de todo, de escribir (fue un Bartleby de la publicación, no de la escritura), puede que se encuentre, como digo, la razón última de ser de la Literatura, de la Literatura de verdad, quiero decir.
Porque, además, escribía divinamente. Ya lo había demostrado con los libros de relatos Un poco de ordenNuestro pequeño mundo y el ya mencionado Paso de contarlo, publicados en vida (de los libros de poemas Dedicatoria o despedida y Toques de transito nada puedo decir, porque no los he leído), con los que se había ganado un notable grupo de lectores fieles y entusiastas, y lo sigue demostrando con los libros que la editorial Baile del Sol, de manera póstuma, ha venido publicando estos últimos años, Cien centavosNecrosfera (títulos ambos reseñados en este mismo rincón de PlanVE) y el reciente De corazones y cerebros, que es del que quería hablar hoy.
Resumiendo mucho el argumento, podríamos decir que la novela cuenta la historia de Manuel Medina, un profesor de Bellas Artes que rehace su vida en un pueblo después de sufrir un doble fracaso, amoroso y profesional, al ver cómo se desmoronan, casi a la par, su matrimonio y una especie de falansterio educativo, una suerte de electrizante utopía pedagógica en la que se había visto enrolado durante algunos años. Así contado, podría parecer que hablamos de una novela rosa o de un telefilme alemán de sobremesa, pero lo que sucede es que lo que mejor se presta a ser resumido del libro es justo la trama cordial, la que habla de corazones. Faltaría la parte más cerebral, que tiene que ver, a parte de con la trama pedagógica, con la forma de narrar esos sucesos, más complejos e interesantes de lo que pueda parece a simple vista, pero también con las numerosas digresiones que jalonan la narración, en las que, con rigurosa vocación de ensayo, el autor diserta sobre asuntos de lo más variado, pedagógicos, psicológicos y sociológicos en su mayor parte, demostrando tener, además de una prosa magnífica, una aguda, certera, envidiable capacidad de análisis, un repertorio ensayístico este que, lejos de lastrar la trama, la enriquece, otorgándole al libro una suculenta sustancia.
Aun así reconozco que quizá esos devaneos puedan resultar, en ocasiones, excesivos, y que si a mí no me lo parecen es porque me gusta tanto el autor que hubiera querido leer hasta sus listas de la compra, pero también es probable que el exceso se deba al hecho de tratarse de una obra pensada y escrita, tal vez, no para ser publicada y leída, sino para ser disfrutada a lo largo de todo el proceso de escritura aprovechando sus vericuetos para pensar, de paso, un poco el mundo por escrito, circunstancia por la que quizá no sea una novela perfecta, pero sí un perfecto modo de comprobar la inteligente manera que tenía César Martín Ortiz de asomarse a la realidad.
Ahora solo queda esperar que la editorial Baile del Sol siga adelante con la encomiable empresa de publicar la obra inédita de este insólito escritor, y que no tardemos de ver, en papel, como quizá nunca se molestó en pensarlo, A sus negras entrañas.

De corazones y cerebros
César Martín Ortiz
Editorial Baile del Sol
28 euros



jueves, 17 de octubre de 2019

Entrevista a Alberto García-Teresa en elperiòdic.com

ÁNGEL PADILLA - 08/10/2019 | Fotógrafo: Demian Ortiz



Entrevista a Alberto García-Teresa, doctor en filología hispánica, poeta y ensayista



Alberto, tú y yo nos conocemos hace tiempo, y como Falcón, Orihuela, o el que su cuerpo marchó pero aún está, Lizano, hablamos a lo directo y sin filtros.

De ti sería una infamia proponerse explicarte, y a tu obra, reducido como frontispicio de una entrevista porque has recorrido tanto, y en todos los ámbitos de la comunicación, la crítica, que derivo a la gente interesada en ti -los que te conocen en España, en la literatura, que son muchos, ya te saben- a buscar en la red y aparece todo tu largo camino.

¿Cómo te encuentras, espiritual, físicamente, ahora?

AGT: Gracias por tus palabras, Ángel. La verdad es que son tiempos complicados y cada vez más preocupantes por el abismo hacia los colapsos ecosociales a los que nos dirigimos. Con todo, me encuentro, y pienso que debemos hacerlo también a nivel colectivo, en eso que ha denominado Jorge Riechmann últimamente como “esperanza contrafáctica”; una esperanza “a pesar de”. Creo que una esperanza movilizadora (no resignada) es la mejor herramienta con la que podemos encarar este presente; una esperanza que nos anime a trabajar por una sociedad justa, digna y suficiente para todas y para todos (incluidos los animales no humanos y los otros seres vivos).

Combinas la escritura de tus libros de poeta, como poeta, con la de ensayos, tremendamente bien armados. Te confieso que siempre que cojo algún ensayo tuyo sobre literatura contemporánea crítica, o de fantasía especulativa, distopías, etc., me sorprende la impresionante cantidad de conocimientos que atesoras. Si hay alguien lo suficientemente dotado para realizar una historia de la literatura contemporánea, sin duda eres tú, al margen del fiel retrato que ya has hecho, sobradamente, sobre los escritores insumisos. ¿Te tienta escribir una historia del libro moderno, de cómo se ha convertido en objeto, de cómo el entretenimiento ha dejado fuera al arte literario, a lo crítico? Creo que sé tu respuesta: sobre esos que copan los espacios y no saben escribir, sólo entretener con literatura banal, ya se escribe bastante. ¿Es eso? Aunque... La mayoría de la gente se cree que "eso" es la literatura normal de la época y que "eso" son los escritores de hoy...

AGT: Te agradezco que valores de esa manera mi trabajo... Bueno, uno intenta escudriñar y leer con atención para poder comprender mejor lo que encierra y lo que despliega cada obra literaria. Me alegra que pueda ayudar en otras lecturas. Sobre esa propuesta de una historia de la literatura contemporánea, pienso que lo interesante sería que fuera un trabajo coral, pues cada una/o miramos el mundo desde nuestra posición (y emular que lo hacemos desde otra es falseamiento o impostura). En ese sentido, yo podría aportar desde una mínima parte, pero una empresa tan ambiciosa como esa debería ser fruto del trabajo compartido de un grupo amplio de personas, tanto por rigor como para garantizar diversidad.

En cuanto a cómo la literatura ha ocupado una función de entretenimiento y distracción, hay que tener en cuenta cómo resulta un vehículo muy útil para la transmisión de valores e ideologías hegemónicas. El sometimiento requiere instrumentos que asienten de manera poco evidente la manera de ver el mundo de los poderosos para que se perciba que la “normalidad” es su dominación y su injusticia. Ante esos procesos de intentos de naturalización de su desastre, quienes apostamos por un arte y una literatura críticas, inquietas, cuestionadoras, debemos ser conscientes de que tenemos que situarnos en una estrategia de confrontación a todos los niveles. Considero que la autoafirmación es importante para reafirmarnos en momentos de incertidumbre y de desánimo, pero nunca ha cesado la batalla entre quienes dirigen la vida y quienes sufrimos la desigualdad, el robo de nuestra fuerza de trabajo y las consecuencias del expolio del Poder.

¿Qué escribes ahora? Y si no quieres no me cuentes, si es secreto o en esto eres algo supersticioso o ritualista (sonrisa mía, yo soy un maniático enorme...).

AGT: Ando bastante parado en cuanto a escritura de poesía. Lo cierto es que ando, quizá, ganando tiempo o cogiendo aliento para saltar desde donde me dejó “El alba se asoma entre los cerrojos”, que es la pieza que cerraba mi último poemario; A pesar del muro, la hiedra. El registro que empleo en ese largo poema (600 versículos que hablan de la inminencia de una revolución, de una transformación radical de la vida, incidiendo en esa condición de umbral con un lenguaje asomado a lo alucinatorio y lo expresionista) me ha dejado un tanto exhausto y sin certezas de por dónde seguir avanzando poéticamente sin reiterarme.

De ahí, pudiera ser, que ande jugando en los últimos años con greguerías y experimentando con textos impulsados por fotografías o música. De hecho, en marcha tengo un proyecto con la fotógrafa Jimena Cuerva, que ha captado edificios en ruinas en blanco y negro, donde yo estoy escribiendo piezas de ficción lírica de corte oscuro que acompañen sus imágenes y que han sido elaboradas bajo intensa escucha de música doom metal y dark ambient. Se llama Escombros, y pronto queremos empezar a ponerlo en movimiento en diversos “espectáculos” donde sumemos música, literatura y fotografía.

El Open Arms dando vueltas por el mar con migrantes rescatados, pidiendo permiso para recalar en los países, y siéndole negado. Días, se les acababa el combustible. Eso nunca desaparecerá de nuestro recuerdo. Escenas así, tantísimas, en este mundo presente...

AGT: Los privilegiados tienen que lograr que toda su sociedad los proteja (aunque esta esté siendo agredida y explotada por ellos). Impulsar el miedo al diferente y a perder las migajas es una estrategia muy efectiva que llevan siglos desarrollando (nunca debemos olvidar la I Guerra Mundial y cómo destrozó la I Internacional). Ante las crisis ecosocial que se nos avecina, esas políticas de exclusión se tornan aún más peligrosas. Que la solución sea levantar muros solo reafirma que ese mundo de los privilegiados no es el nuestro. Nosotras/os necesitamos y creemos en la solidaridad y el apoyo mutuo como forma de avanzar y crecer individual y comunitariamente.

Cuando piensas en poesía, para elevarte el alma y seguir, como cuando yo pienso en el “Romance sonámbulo” de Lorca o en el Vientos del Pueblo de Hernández, ¿en qué poema o versos piensas?

AGT: Hay unos versos del poeta alemán Günter Eich que me impulsan continuamente: “Sed incómodos. / Sed la arena / y no la grasa / en el engranaje del mundo”.

Siempre te has puesto del lado de las luchas, trabajas en su interior, feminismo, contra el capitalismo, a favor de las minorías reprimidas y pobres..., el animalismo y el ecologismo son temas de gran interés para ti. ¿Notas que se avanza o que sólo lo parece? Las mujeres siguen muriendo a manos de la violencia machista, los animales siguen en las granjas infernales y acuarios, los niños en determinados sitios de la tierra siguen viendo llegar los obuses y misiles por el cielo hacia sus casas...

AGT: En algunas cosas se está empeorando: la degradación ambiental a consecuencia de la acción del ser humano se agrava y, además, en vez de reducir nuestro impacto dañino, sigue aumentando. La desigualdad social, por otra parte, se acrecienta, y esa minoría enriquecida se hace cada vez más rica y los millones de personas empobrecidas aumentan en número a nivel mundial.

Sin embargo, en otros aspectos hay un claro avance, que debemos observar en perspectiva y sin caer en el cortoplacismo y el culto a la inmediatez en los que nos educa la sociedad de consumo: el aumento del nivel de conciencia feminista a escala internacional o la respuesta, especialmente de los jóvenes, ante la emergencia climática. Aún queda muchísimo camino por recorrer, desde luego, pero conviene no perder de vista esos pasos y esos saltos para mirar al horizonte y seguir caminando con los dientes apretados y las manos abiertas.

Coordinas encuentros de poesía y literatura, de la antropológica, de la que se comunica de verdad. Has recorrido todo el ámbito español y creo que también otros países con tus libros. ¿Al final, qué quedará en cuestiones de arte de esta época?

AGT: La verdad es que soy muy escéptico con el porvenir que nos espera… Quizá seamos la generación de los que, incomprensiblemente, permitieron y alentaron su propia destrucción y de la mayor parte de los ecosistemas y especies vivas del planeta. Sinceramente, cuando pienso en qué dejaremos, sólo vislumbro ruinas… ¿Qué papel jugará el arte? De que miremos de frente al presente depende…

Para terminar, sé que siempre andas muy ocupado y te agradezco infinitamente esta entrevista, ¿Qué le dirías al que ahora está leyendo nuestra conversación, que ha tenido en su árbol genealógico, en la lejanía, iguales familiares que nosotros, y espera, como lo esperamos nosotros, algún verbo liberador, alguna contraseña, algo en la palabra, en el aire?

AGT: Que la empatía es el imprescindible primer paso para poder aspirar a cambiar las cosas. Y lo bueno es que podemos empezar a desarrollarla de inmediato; sólo con mirar a los ojos a quien tenemos a nuestro lado.


lunes, 14 de octubre de 2019

Reseña de LA RANA DE SHAKESPEARE , de Ricardo Reques en Zenda Libros

Para los amantes de la vida

Para los amantes de la vida
Si tuviéramos que buscar un puente que sirviera para entrelazar las teorías de T.H. Huxley, partidario de una educación primordialmente científica, y las de Matthew Arnold, activo defensor de una educación humanística y especialmente clásica, sería la necesidad, reconocida por ambos, de que sus postulados contengan un punto de atemperación: una dosis de historia, sociología, literatura inglesa y lenguas extranjeras en el primero de ellos, y la ración necesaria de ciencia para comprender el mundo que nos ha tocado vivir por lo que respecta al segundo. Lo que demuestra, por fortuna, que hasta los duelos más encarnizados pueden resolverse sin necesidad de sacar los revólveres, o lo que es lo mismo, que la pugna entre ciencia y humanidades es estéril, pues ambas formas de pensamiento muestran bien a las claras que son esencialmente humanas y que se han influido constantemente, y más aún a partir del siglo XX.
Serían innumerables los ejemplos que se podrían citar acerca de esa interacción entre la ciencia y la esfera cultural a lo largo de la historia. Baste con recordar, por lo que a la literatura se refiere, entre tantísimos otros ejemplos, a Sherlock Holmes, cuyos métodos de investigación se basan en el pensamiento científico positivista, o esa isla Laputa, que en el tercero de los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, se sostiene magnéticamente en el aire, habitada por hombres dedicados totalmente a las matemáticas y a la música.
"El autor ha dibujado a la perfección una suerte de universo propio donde se reflejan las preocupaciones de un investigador por el efecto del cambio climático sobre los anfibios"
Y dado que de viajes hablamos, debo referirme al que realicé hace unos meses al sur, más en concreto a Trigueros, un hermoso pueblo de Huelva, donde por fortuna tuve la suerte de oír hablar de una novela, La rana de Shakespeare, a la que fui convocado de inmediato para su lectura. Y si en ocasiones escuchamos decir que hay viajes sorprendentes por el goce que nos producen, lo que me sucedió al internarme en las páginas de esta novela fue, sobre todo, la indubitable certeza de saber que existen viajes que serán ya imposibles de olvidar, al igual que hay amores que nunca se arrancarán de nuestra piel.
Dejando a un lado algunas consideraciones que se pueden leer en las reseñas de la misma: voz reconocible; tono lírico; maestría para moverse entre lo abstracto y lo real; prosa cuidada y diáfana… todas muy acertadas, sin duda, lo que más me sorprendió fue su acierto en la elección del punto de vista, que dota a la novela de una estructura singular, y también la capacidad de Ricardo Reques, el autor cordobés, para describir lugares, reflexiones, estados de ánimo…. de una forma tan admirable como pocas veces he visto.
"Si la buena literatura es la que nos hace descansar de su lectura para obligarnos a reflexionar, el autor cumple con creces esta función"
El autor ha dibujado a la perfección una suerte de universo propio donde se reflejan las preocupaciones de un investigador por el efecto del cambio climático sobre los anfibios (el cambio climático es el mal de nuestro tiempo y sus consecuencias pueden llegar a ser devastadoras). Y todo ello con una escritura certera y esmeradamente pulida, más lírica o irónica y hasta surrealista según convenga a la trama, y con ecos de autores como Bolaño, Vila-Matas, Sebald o Houellebecq, entre otros.
Si la buena literatura es la que nos hace descansar de su lectura para obligarnos a reflexionar, el autor cumple con creces esta función. Consigue con facilidad que el lector se convierta en destinatario de los sucesos que se van desarrollando: “Miras un mapa”, “Sales a ver el día”, “En algún momento del trayecto has anotado…”. Y de este modo, no solo atrapa nuestra atención, convirtiéndonos a la vez en cómplices y testigos privilegiados de la historia,  sino que además nos hace crecer en la medida en que nos obliga a mirar el mundo de otra manera. Gran culpa de ello la tiene “Vogli”, un personaje central de la obra, y que espero que ustedes degusten con el mismo placer que yo.
No se la pierdan, pues, los amantes de Darwin y de Shakespeare. O de la vida, que da lo mismo.
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Autor: Ricardo Reques. TítuloLa rana de ShakespeareEditorial: Baile del Sol.

viernes, 11 de octubre de 2019

Reseña de MI BERGHOF PARTICULAR, de Javier Cánaves en Revista Librújula


Le

Texto: David Pérez Vega

Javier Cánaves sigue la ruta del viaje interior en “MI Berghof particular” (Baile del Sol).

Soy amigo de Javier Cánaves (Palma de Mallorca, 1973) desde hace años. Empecé leyendo su poesía –aún recuerdo cuánto me gustó Al fin has conseguido que odie el blues– y más tarde le conocí en persona. Además de su carrera como poeta, Cánaves ha iniciado una nueva trayectoria en prosa. He leído sus tres novelas anteriores publicadas en Baile del Sol, La historia que no pude o no supe escribir, Los artistas y Piscinas iluminadas, que el autor llama su Trilogía de la huida. También he leído alguna que otra novela suya que aún no se ha publicado. Hace unos meses, Cánaves vino por temas laborales a Madrid, quedamos a cenar y me pasó su última novela publicada en Baile del Sol, Mi Berghof particular.
En principio, la escritura de Mi Berghof particular está planteada como si se tratase de un diario que pasa por varias etapas. La primera de ellas sería la llamada Un hombre cojo y está escrita en 2011. Algunas de las páginas de esta sección las había leído ya en Tu cita de los martes, el blog de Javier Cánaves. También recordaba alguna de las fotos que acompañan el texto y que fueron publicadas originalmente en el blog. Cánaves sufrió un accidente jugando al fútbol y se rompió el tendón de Aquiles, fue escayolado y estuvo unas semanas viviendo en casa de sus padres. Entonces se propuso escribir un diario que debía terminar en el momento que finalizase su periodo de rehabilitación. En este diario, que, en principio, habla de sus lecturas y del proceso de recuperación de su tendón, pronto se da pie a muchos más asuntos.
“Me he propuesto escribir cada día un mínimo de una hora. Se trata de hacer crecer este diario con todo lo que se me vaya ocurriendo. Me he convencido de que me hará bien, de que, de algún modo, me servirá de algo. Por un lado, se trata de ahondar en mí, de analizar ciertos aspectos de mi vida para llegar a verbalizar cuál es el auténtico problema. A estas alturas, me he convencido de que tengo un serio problema de carácter”, leemos en la página 24. El planteamiento que se hace Cánaves para escribir su diario es muy similar al que se hace Mario Levrero cuando da comienzo, en La novela luminosa, a El diario de la beca; un diario que empieza a escribir para, mediante la imposición del hábito de la escritura, llegar a estar en disposición de enfrentarse a la corrección de una novela que escribió unas décadas antes. De hecho, Cánaves empieza a leer La novela luminosa en su libro y lo acaba dejando porque los paralelismos que encuentra entre la obra de Levrero y la suya le resultan demasiado inquietantes y, en cierto modo, anuladores de su libro.
Según empecé a leer su novela, la propuesta de Cánaves me pareció bastante innovadora: escribo una novela, cuya primera parte ya apareció en público en internet, y puedo comentar las reacciones de los lectores a través de los comentarios dejados en el propio blog o a través de Facebook.
Además de hablar de sí mismo y de su propia escritura (el libro es profundamente metanarrativo), Cánaves informa al lector de que va a empezar a hacer ficción, y para ello crea a unos personajes: por un lado está la relación que el viejo Pedro Capllonch establece con la joven prostituta Cecilia Polsen, en que aquel le cuenta su vida a cambio de dinero; y por otro están Alberto Sancevá, su pareja Nuria Tamena y su amigo Jaime Castell. Sancevá y Castell son escritores y, posiblemente, un trasunto de Cánaves y su amigo Joan Payeras (poeta que hace alguna aparición en estas páginas). El propio Cánaves apunta que hace aparecer en la escena a estos personajes para tratar de temas personales que le pueden resultar espinosos y que no quiere herir ninguna susceptibilidad. En el momento en que aparecen los personajes ficcionales comentados, los planos narrativos de la novela se multiplican, puesto que, al ser Sancevá y Castell escritores, también podremos leer sus propias creaciones literarias.
Ya he comentado otras veces que uno de los problemas de la autoficción es la incapacidad del autor para traspasar ciertos límites del pudor, sobre todo cuando se trata de aquellos que tienen que ver con reflejar lo que siente por sus seres cercanos. En este sentido, me da la impresión de que Cánaves rehúye algunos temas, como la relación que tiene con sus padres, y es prudente al hablar de su relación sentimental con las dos personas a las que denomina “la mujer de mi vida” y “la actriz”. Puede que yo no sea el lector más adecuado de este diario, puesto que he conocido en persona a estas dos mujeres y quizás esto influya en mi percepción de lo contado. En este sentido de romper con la barrera del pudor, Levrero era mucho más kamikaze en La novela luminosa. Pero Cánaves juega bien sus cartas, sobre todo cuando empieza a barajar los distintos niveles y planos ficcionales de los que he hablado.
El diario principal tiene dos interrupciones temporales y se retoma dos veces. La falta de tiempo para escribir se acabará convirtiendo en uno de los temas del libro, y quizás con esta temática se escriban algunas de las páginas más sinceras y hondas de la novela. De hecho, una de las fuerzas que le impele a continuar es la continua creación de reglas de escritura: escribir cada día una hora, escribir cada día 500 palabras, escribir porque se ha comprometido con los lectores de su blog a hacerlo, escribir porque se ha impuesto una fecha límite de escritura, escribir por mantener el puro hábito de escribir y poder seguir considerándose un escritor…
Ya he comentado que Mi Berghof particular es una novela fuertemente metanarrativa, y así, en otro plano de escritura, Cánaves le informa al lector de las modificaciones que va realizando en el propio cuerpo de su documento vivo, como por ejemplo, que suprime páginas de 2012 en una revisión de 2017.
En la década de 1990, Roberto Bolaño abrió uno de los caminos más importantes para la narrativa en castellano y, en la década siguiente, en la primera del siglo XXI, sería Mario Levrero quien abriera otro. Bolaño nos hablaba del artista aventurero, revitalizando la figura del poeta beatnik; Levrero proponía, sin embargo, el viaje interior, la interpretación de los sueños, la descripción de lo mínimo y de todo lo que ocurre en la mente del escritor, aunque este no salga de casa (especialmente si este no sale de su casa). En principio, Cánaves elige para su novela el camino de Levrero, puesto que escribe desde la incapacidad casi de moverse, paralizado en la casa de sus padres con una pierna escayolada. Berghof es el sanatorio en las montañas al que acudía Hans Castorp, el protagonista de La montaña mágica de Thomas Mann, para curar su tuberculosis. Sin embargo, aunque la apuesta principal de Cánaves era por Levrero, tampoco desdeña la herencia de Bolaño, puesto que una de las historias que escriben (o viven) sus personajes de ficción es un cuento con un aire muy bolañesco, que transcurre en Baltimore y tiene como protagonistas a dos poetas homosexuales, uno académico y el otro salvaje.
Además, en alguno de los comienzos narrativos a los que se entregan los personajes creados por Cánaves también se puede sentir el peso de la obra de Paul Auster, sobre todo cuando se juega con la idea de la casualidad, el destino y las obsesiones. Me parece un recurso logrado cuando Cánaves comienza una narración y un personaje le muestra a su pareja (otro plano ficcional) lo que está escribiendo y cómo esto influye en la narración primigenia, que será una novela que el lector no terminará de leer, o que tal vez lo haga gracias a un resumen de uno de los personajes o del propio Cánaves.
En definitiva, considero que Mi Berghof particular, gracias a los distintos planos y niveles en los que se mueve su escritura y a su moderno uso de las redes sociales para modificar el discurso de la propia escritura, es hasta ahora la obra en prosa más conseguida de su autor. Una obra que, como las del último Levrero, parece empezar con escasos niveles de ambición artística, para ir abriéndose a caminos insospechados y renovadores.


miércoles, 9 de octubre de 2019

Reseña de STONER de John Williams en Newtral


Stoner

Stoner es una obra maestra desde cualquier punto de vista. Sus páginas revelan a un autor, John Williams, poderoso y delicado al mismo tiempo.
Esteban Granero

 | 3 min lectura
·                                   literatura
En una cafetería de Madrid encontré hace unos días a un viejo amigo que no veía desde el instituto. Entonces era un chico pausado y tímido, que pasaba inadvertido en la vorágine adolescente de la que el resto éramos presos. Aunque siempre me cayó bien, perdimos el contacto cuando saltamos a la universidad. Sin embargo, una vez nos separamos, las noticias sobre él no dejaron de circular entre los que le conocimos, a sorpresa de todos. El chico había heredado de su tío una gestoría familiar y la había transformado de la mano de la era digital en una multinacional coordinadora de los servicios legales, fiscales y de recursos humanos de otras empresas. Después la vendió por una suma espectacular y diversificó sus inversiones en otras compañías en crecimiento. Su figura ocupaba páginas en los diarios y revistas de emprendimiento e inversión, tan de moda, y bastante a menudo nuestras conversaciones giraban en torno a él. Se había convertido en un referente de éxito, al fin y al cabo, a la velocidad que permiten las nuevas tecnologías y su poder disruptivo.
Como llegaba pronto a mi cita pensé que sería buena idea saludarle. Lo encontré en su mesa leyendo y se mostró alegre de verme por lo que nos sentamos a charlar. Cuando le pregunté qué estaba leyendo me enseñó un volumen desgastado de Stoner, de John Williams. Tuve que confesarle mi sorpresa de que tuviera tiempo para leer novelas ya que no era muy difícil suponerle jornadas interminables de trabajo. Era a simple vista, le dije, una de esas personas que apenas arañan unos minutos para leer los balances, entre reuniones y llamadas.
Su respuesta me pareció muy reseñable y por eso la transcribo con la mayor exactitud que recuerdo. Me dijo:
“Leo novelas para conectarme, para encenderme. Cuando recibo una historia, inmediatamente la hago mía, busco dónde estaría mi lugar y cuáles serían mis movimientos. Me sitúo según avanza la trama en la piel del protagonista o en cualquier otra, no desde la mera imaginación sino desde la identificación más auténtica. Soy incapaz de verlos construir el relato sin involucrarme. Extraigo a los personajes y los analizo, los siento a mi lado para comprenderlos pero también los zarandeo en busca de inspiración. Pero no es solo eso. La lectura, lejos de evadirme de la realidad, me enfrenta directamente con ella, con lo más profundo de mí mismo. Porque cuando me encamino por el mundo de los otros, no puedo evitar las comparaciones, los paralelismos con la vida propia y con su lentitud. Tal desasosiego, lejos de molestarme, consigue excitar la chispa interior de manera que cuando aparco el libro mantengo la llama y trato de protegerla y alentarla en la vuelta a mi realidad.
La inspiración es, en su punto definitivo, puramente individual. No tengo nada en contra de las publicaciones mal denominadas de autoayuda, más que acaban siendo una imposición. Además me repele su abundancia o la privilegiada posición que ocupan en algunas librerías. Por lo demás, puedo entender que éstas quieran vender lo que la gente quiere comprar, principio básico para cualquier negocio y que, al fin y al cabo, todos vamos buscando el atajo que nos haga felices o millonarios, a poder ser en pocas páginas. Pero la inspiración concluye una búsqueda interior de gran exigencia, y en lo profundo de nuestro ser no caben las directrices de otros, por muy valiosos que sean sus consejos. Ahí dentro solo suena la voz de uno. Las novelas me fuerzan a hablarme con sinceridad, ahí está el secreto.”
Luego vino mi cita pero estuve ausente el resto de la tarde. Al volver a casa paré en la librería, compré Stoner y me obligué a no hacer nada más hasta haberla leído de la manera que me había mostrado mi amigo. Me ocupó la noche entera. Con la inmersión, la novela creció y los personajes se fortalecieron de manera que cada movimiento me afectaba profundamente. Creí sentir la emoción de la novela por encima de la historia. Sentí por el propio Stoner piedad, orgullo, amor y odio. Fui Stoner. Serlo me transformó, una vez dejé de leer, en alguien mejor, nada parecido a él pero distinto también a quien empezó a leer.
Stoner es una obra maestra desde cualquier punto de vista. Sus páginas revelan a un autor poderoso y delicado al mismo tiempo. Una obra de exquisita temporalidad y ritmo que fluye sobre la vida banal de William Stoner, haciendo de ella una historia memorable.
En su tierna juventud, Stoner había pensado en el amor como en una manera de existir absoluta a la que podría acceder si fuera afortunado; en su madurez había decidido que era el cielo de una religión falsa hacia el que se debía mirar con sosegado descreimiento, benévolo y crónico desprecio y vergonzante nostalgia. Ahora, a su mediana edad, empezaba a entender que ni se trataba de un estado de gracia ni de una ilusión; lo veía como un acto humano de conversión, una condición inventada y modificada, minuto a minuto y día a día, por la voluntad y la inteligencia del corazón.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Entrevista a Alberto García Teresa. Poeta y Antólogo de “Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres” en LUZ CULTURAL



Entrevista a Alberto García Teresa. Poeta y Antólogo de “Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres”

POR ANA PATRICIA SANTAELLA

A.P- ¿Desde cuándo escribe Alberto García Teresa? ¿Cómo se fraguan sus inicios como escritor?
Como tanta gente, desde pequeño e imitando a los modelos que leía. No en vano, creo que hablar de los comienzos de cualquier escritor es referirnos a las lecturas que lo llevaron a comenzar a escribir. A los once años, escribí una especie de novela corta (que sería horrible) sobre las aventuras de una pandilla, en la línea de la serie de las aventuras de Los Cinco, de Blyton, que devoraba de niño. En la adolescencia, sobre todo, urdía historias de terror y de literatura fantástica, así como prosas y poemas de descargo emocional. En ese sentido, Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez (antes, su primera etapa; en la actualidad, la última) fueron ya dos autores que me marcaron entonces profundamente y que me siguen acompañando.
Alberto García Teresa García por Juan Lemus
A.P- Su trayectoria como hombre, como poeta comprometido es dilatada en el tiempo. Su misma tesis doctoral versó sobre Poesía de la conciencia crítica (1987-2012), además de realizar una extensa recopilación de poemas para Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) que coordinó. ¿Por qué se decanta por la poesía social y comprometida?
La poesía (y el arte en general) tiene muchísimas posibilidades y puede emplearse con multitud de funciones. No olvidar esa riqueza nos permite evitar caer en una concepción soberbia y totalitaria de esta herramienta básica para el crecimiento individual y colectivo. Pero me interesa especialmente la poesía que confronta con el mundo, que enjuicia la realidad, que pone en cuestión la construcción ideológica en la que nos movemos porque no podemos continuar viviendo en una sociedad excluyente, injusta, ecocida, patriarcal, que mantiene en la pobreza a más de un millar de millones de personas y que está arrasando los ecosistemas hasta el punto de poner en serio peligro la existencia de nuestra especie y de la práctica totalidad de las hoy conocidas. Desde una sociedad privilegiada como la nuestra, ignorar o callar esta desigualdad nos convierte en cómplices. Además, la conciencia de clase nos permite observar con claridad las condiciones de abuso y explotación en las relaciones laborales, así como el entramado de poder y las estructuras de dominación que nos silencian y que sustentan la obediencia. Me interesa, por tanto, una poesía que mira desde mi lugar en el mundo; desde abajo y a la izquierda.
A.P- En las conversaciones previas que hemos mantenido, me confesó que creyó encontrar en la lectura detenida de poemarios escritos por mujeres con conciencia crítica, ciertos registros, como las nefastas consecuencias del heteropatriarcado, el tratamiento del cuerpo, la reivindicación de la rebeldía y la propia autonomía, además de la desigualdad y la violen-cia implícita y arraigada en la propia cultura en la que vivimos y nos movemos.
En efecto. En las lecturas que realicé mientras desarrollaba la investigación para mi tesis encontré, sin llevar a cabo un análisis sistemático y específico, singularidades en la poesía crítica escrita por mujeres en castellano en el Estado español. Iban más allá de los temas, obviamente. El meollo es la posición en la que se vive y desde donde, de nuevo, se observa la realidad. La base de la “poesía de la conciencia crítica” es que se trata de un conjunto de poetas que escriben desde dentro, como parte de ellos, de los conflictos sociales, económicos y políticos, enunciándolos de manera crítica de manera explícita o implícita. La poesía crítica escrita por mujeres es consciente de ello; no suplanta ninguna voz si no que habla desde dentro, como sujeto golpeado y atravesado por la dominación heteropatriacal. De ahí el paso fundamental de rechazar hablar a o desde un “universal masculino”.
A esos aspectos que menciona deben sumarse, por ejemplo, la búsqueda de un lenguaje y de una imaginería que rompan los modos de representación y designación patriarcales; también sus lógicas y sus valores (con el entretejido de la sororidad como herramienta para superar la individualidad).
Precisamente, la poeta y dinamizadora cultural Nares Montero me apremiaba hace unos días a llevar a cabo ese estudio. Queda pendiente, pues.
A.P- Dudó incluso de emprender este trabajo, pensando incluso en pararlo al surgirle contradicciones, dudas y cuestionamientos derivados de su condición de varón al abordarlo. ¿Qué circunstancia propició que continuara? Tengo entendido que su compañera sentimental, Cristina Alonso Muñoz, y una compañera de agitación cultural, Jazmina Fuentes Moreno, tuvieron una importancia clave en que recapacitara y prosiguiera el proyecto. Esa pregunta que le hizo su compañera y que fue vital (“¿Esto que voy a hacer erosiona o consolida el patriarcado?”), ¿cree que modificaría la situación actual en la cultura en la que nos desenvolvemos, si cada uno se hiciera esta pregunta antes de emprender cualquier acción, cualquier gesto cotidiano? 
En efecto. Como explico en el epílogo del libro, aunque tenía muy avanzado el trabajo (incluso comprometida la fecha de entrega del material a la editorial), se me iban haciendo más evidentes una serie de contradicciones y de preguntas que cuestionaban que esta tarea la realizara yo. Básicamente, ¿refuerza el patriarcado que sea un varón quien realice la selección de textos y la nómina de autoras? ¿Contribuye a que sigan siendo varones quienes ostentan la autoridad en el campo literario? ¿Cuánto deja fuera que ese ejercicio lo haga un varón? ¿Puede que algunas o muchas enunciaciones críticas de estas poetas se me opaquen y se me pasen desapercibidas por ser varón? ¿Podría caer en posiciones esencialistas? ¿Otra antología de mujeres poetas contribuye a segregar o a incluir? ¿Ayuda a visibilizar o levanta un ghetto? ¿Qué excluye la noción de «mujer» y el término «español»?
Paré el proyecto. Sin embargo, aunque esas cuestiones abrieron o me marcaron pautas para contribuir en otros espacios, lo cierto es que seguía viendo relevante que apareciera una antología con esa orientación política explícita. Finamente, Cris me ayudó a reenfocarlo al lanzarme esa pregunta que aplica continuamente en la intervención social a la que se dedica como educadora social. Y, sinceramente, a pesar de las contradicciones, creo que Insumisas tiene la posibilidad de animar a abrir una grieta o, quizá, a contribuir a ensancharla. Aspiro a que deje constancia de la diversidad y fortaleza de esas posiciones poéticas críticas y que pueda impulsar su desarrollo.
De hecho, el que ese texto explicativo vaya al final del volumen y no al principio, como cabría esperar, es consecuencia de no querer volver a anteponer mi voz a la de estas mujeres; a que sus poemas sean lo que esté en el primer plano.
Al respecto de cuánto pudiera contribuir a cambiar la realidad si nos planteáramos ese tipo de preguntas antes de iniciar cualquier acción (incluso en nuestra vida diaria), pienso firmemente que sí. Los sistemas funcionan con inercias y rutinas, y qué duda cabe que el replantearnos nuestra actividad de manera continua puede ser agotador, pero también nos puede llevar a conseguir una vida más coherente y justa desde lo pequeño. Sacar a la luz las contradicciones en las que nos desenvolvemos viene a ser el primer paso para limarlas y reducirlas. Además, una organización socioeconómica y un entramado político como los nuestros (este capitalismo de consumo en esta monarquía parlamentaria) necesitan permanentemente de la inconsciencia y de la repetición dócil de modos y hábitos para perpetuarse.
Insumisas cubierta
El mejor ejemplo viene de mano del animalismo. A pesar de que la mayoría de la gente come carne, una gran parte de ella rechaza los métodos de explotación industrial de los animales no humanos para convertirlos en comida. Cuando una persona accede a ver lo que ocurre dentro de los criaderos y de los mataderos, se horroriza y se plantea sus hábitos de consumo. La gente sabe que allí se cometen atrocidades, pero la industria los oculta y trabaja por desviar la atención. Ya dijo expresivamente Paul McCarthy aquello de que, si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todo el mundo se haría vegetariano.
Así, cualquier acto que nos permita reflexionar y ser conscientes de lo que hacemos considero que resulta básico para conseguir una sociedad realmente libre, madura y democrática.
A.P- ¿Cuántas mujeres poetas han participado en Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres editada por Baile del Sol? ¿Cuál es la aportación social de algunas de estas mujeres que han participado en esta antología?
78 poetas, aunque el número ha sido casualidad. Sobre su implicación social, sólo puedo hablar de aquellas a las que conozco personalmente o que tienen una actividad con mucha visibilidad pública. Encontramos, entonces, desde diputadas o concejalas de partidos de izquierda a militantes en organizaciones de base como la PAH, asociaciones vecinales, colectivos animalistas, grupos anarquistas, partidos marxistas o socialdemócratas, ONG, colectivo de apoyo a presas/os, organizaciones feministas, sindicatos, etc.
A.P- Su actitud en general en la evolución de este libro, Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres ha sido muy honesta. Ha reconocido que incluso la incertidumbre y las contradicciones que se le han presentado le han ayudado. En ellas, ha querido tomar la fuerza que aspira radicalmente a cambiar el mundo con lógicas ajenas al capitalismo. ¿Es posible tal pretensión?
Por supuesto. No nos queda más remedio. Pero también hay que reconocer las limitaciones de la poesía y de la agitación cultural. La poesía no cambiará el mundo. Sin embargo, sí que tiene la posibilidad de transformar a las personas que tienen la capacidad para cambiarlo. Me gusta especialmente la formulación de Enrique Falcón al respecto; que la poesía crítica aspira a acompañar los procesos de cambio, a los colectivos y a las personas que están trabajando por transformar la sociedad desde un punto de vista antagonista. Cada vez vivimos momentos más cruciales con la inminencia del colapso ecosocial al que nos abocamos, lo que nos lleva a que nuestra intervención deba ser más firme.
A.P- Esta antología ha querido que no fuera cerrada, por supuesto con una orientación ideológica clara, pero amplia en matices y posiciones. ¿Puede ampliarlo?
En el libro se pueden encontrar posiciones dentro de los feminismos que pueden ser encontradas, o respuestas y estrategias (ideológicas y textuales/estéticas) ante un mismo conflicto que pueden contraponerse. Creo que esa riqueza demuestra la vitalidad y la fortaleza del pensamiento crítico actual. Desde un punto de vista más estético, además, opino que si estamos luchando por un mundo inclusivo, estimulante y diverso, reacio al pensamiento único y a lo dogmático, en el arte también debemos apostar por esa misma pluralidad. Desde un ámbito meramente estratégico, a su vez, considero que no debemos desaprovechar ninguna vía para seguir poniendo en cuestión y confrontando el capitalismo, siempre siendo consciente de las implicaciones y riesgos que cada opción estética conlleva a nivel de efectos de lectura.
A.P- A su vez, está fuertemente implicado en Caja de Resistencia. ¿Qué es?  ¿Cómo se organizan y trabajan?
Caja de resistencia. Revista de poesía crítica es una publicación electrónica semestral confeccionada por una asamblea editora, y que cuenta con una enorme red de complicidades y de apoyos que la nutren. La intención es trabajar y difundir la poesía crítica también desde formas de organización que respondan a ese horizonte político al que aspiramos. De ahí el funcionamiento asambleario con grupos de trabajo rotativos y su carácter amplio. Llevamos casi cuatro años con el proyecto en marcha, aunque ahora nos encontramos en un momento de reflexión y de balance.
Trata de recoger la poesía crítica que se está manifestando en la actualidad (todo son piezas inéditas en libro) con una gran amplitud geográfica y de lenguas. También esa amplitud la llevamos a los soportes en los que se realiza esa poesía crítica, y de ahí que tengamos secciones de poesía textual, visual o videopoesía. Aspiramos, así, a construir puentes y a tejer una malla de cultura crítica con la que poder avanzar artística y políticamente en la desobediencia y el cuestionamiento. Todo el contenido está en libre acceso en <www.cajaderesistencia.cc>.
A.P- ¿Contribuye la disidencia a inspirar acciones que reviertan la situación de opresión y desigualdad que todos por desgracia, vivimos?
Desde luego. El asumir que no hay alternativa provoca inmovilidad. La obediencia necesita de la sumisión y de la resignación para poder ser efectiva. Por el contrario, comprobar que existen formas de resistencia y de lucha y propuestas de otras maneras de organización social, económica y política respetuosas con la dignidad y la vida de todas/os animan a buscar vías alternativas al presente. De ahí el énfasis del Poder en acallar la disidencia y en invisibilizar o desprestigiar (la criminalización le está resultando muy eficaz al respecto) proyectos alternativos que ponen en cuestión este sistema.
Algunas de las participantes en La habitación de las mujeres el 21 sept
A.P- ¿No nos quedamos inertes en el mero plano teórico sin ser pragmáticos en la acción? Sería fantástico que a raíz de esta entrevista se promovieran iniciativas, intercambios, pequeños cambios que operasen en la realidad, aparte de lo que hace cada cual a nivel personal.
A veces, creo que ni se llega a un plano teórico. El sistema siempre ha aspirado a que nos instaláramos cómodamente en simulacros de realidad autocomplacientes e Internet ha logrado convertirse en la herramienta perfecta para ello. Desde el punto de vista de la crítica o de la disconformidad, la virtualidad sirve de alivio y quizá de descargo de conciencia sin una extensión material que tenga efectos verdaderos sobre nuestra existencia. “No te quedes en un click” fue una campaña de la asociación vecinal de mi barrio que refleja muy acertadamente esa realidad.
A.P- ¿Nos queda por recuperar espacios públicos? ¿No estamos demasiado oprimidos y vigilados?
Sí, nos van desplazando de las plazas, de las calles y de los parques a centros comerciales o a nuestras casas; del paseo al aire libre al transporte privado; del encuentro y la convivencia al individualismo narcisista. La cuestión también reside en cómo han desprestigiado esos espacios públicos o cómo se ha permitido acrecentar el miedo a los lugares abiertos y públicos, todo a favor de la individualidad y del aislamiento. Conocemos de sobra las consecuencias políticas de esas prácticas y cómo se retroalimentan. Y así estamos, atemorizados, aislados y soberbios en nuestra falsa creencia de autosuficiencia. Como sabemos, además, las mejores técnicas de sometimiento son aquellas en las que los sujetos no son conscientes de que están obedeciendo y actuando como los poderosos han querido que obraran. El papel de los grandes medios de información/comunicación en estos tiempos resulta primordial para ello. Los mecanismos de control de pensamiento en sociedades supuestamente “democráticas” se han demostrado mucho más efectivos que la represión y los medios punitivos. Debemos seguir estudiándolos constantemente para zafarnos y construir herramientas de resistencia colectivas, comunitarias, que confronten y que puedan permitirnos aspirar a una vida digna y suficiente para todas/os.
A.P- Antes de irnos despidiendo, nos gustaría saber cuáles son sus poetas favoritos, y si está embarcado en algún proyecto que le entusiasme o le enriquezca a nivel humano.
Antes ya he mencionado a Miguel Hernández y a Juan Ramón Jiménez. Además, dos referentes para mí son Enrique Falcón y María Ángeles Maeso, tanto a nivel literario como político y personal. Ambos son dos humildes y generosos militantes que comparten una poesía excelente, inquieta a todos los niveles, sugerente, reveladora y extraordinariamente cuestionadora. Otros nombres fundamentales en poesía para mí son Jorge Riechmann, Adrienne Rich, Maiakovski, Jean Arp, Rafael Pérez Estrada, Oliverio Girondo o Nicanor Parra. Y, de manera más amplia, Ursula K. Le Guin y Lao Tse.
Al respecto de proyectos literarios, tengo algunos incipientes en cuanto a escritura que van avanzando muy lentamente. Sin embargo, está pendiente de publicarse una antología que he preparado de la poesía de la cubana Nancy Morejón. También estoy enfrascado en una antología de Ángela Figuera Aymerich y ando esbozando con Zackary G. Payne un libro con una muestra amplia de poesía ecocrítica actual.
Más allá de ello, en la actualidad, estoy muy entusiasmado e ilusionado con empezar mis estudios en la universidad de Técnico Diplomado en Educación Canina y Terapia del Comportamiento. Sigue convencido de que, cuanto más animales nos reconozcamos, más humanos lograremos ser.
Un momento de la presentación en Traficantes de Sueños el 4 julio
A.P- ¿Hay previstas presentaciones del libro para darlo a conocer?
Sí, tenemos previstas más presentaciones en varios barrios de Madrid y en ciudades de la provincia (Leganés, Getafe, Alcalá de Henares, Torrejón de Ardoz…) a corto y medio plazo. También estamos maquinando otras en más ciudades: Albacete, Valencia, Toledo… Especialmente, estamos centradas/os ahora en promover encuentros y lecturas alrededor de los poemas de la antología con colectivos sociales y con organizaciones feministas, no necesariamente ya lectoras/es de poesía. La idea es poner a su disposición esos poemas y promover debates a partir de ellos y de cómo formulan tanto el mundo como la crítica de este.
A.P- ¿Desea despedirse de alguna forma?
Sólo quiero agradecerle su atención y también animar a todas las personas a que se sumen a las jornadas de protesta por la emergencia climática que se van a celebrar alrededor del 27 de septiembre en nivel mundial. Seguro que en su ciudad encuentran distintas convocatorias a lo largo de toda la semana y ese mismo día.

PILAR ASTRAY BOADICEA
“Tener la regla”

Tener la regla como las gatas que maúllan
cosiendo sus ásperas lombrices en silencio
en un desgarrador grito congelado.

Manchar las bragas como María Magdalena
y lapidarse ante las miradas ajenas.
Frotar, frotar, sin tregua.

Sentarse en el suelo del vagón
como un gran orbe rojo y señalarte,
esta es mi sangre,
yo soy una mujer que sangra
y chapotea en su basura.

Exhibir las compresas,
preguntar a las vecinas por la cantidad
y el color como quien pregunta del tiempo.

Exigir un té caliente en los días no nombrados,
morirse,
autosuicidarse
un largo siglo al mes,
romper la infinitud,
sellar para después la risa.

Ser tu muerte,
tu no vida desparramada por el wáter,
ser la niña que no olvida
el día del comienzo de esa herida
y los susurros del recreo.

Cu-chi-chear.
Casi podría ser Cuchi una nueva marca de tampones,
pero tú quieres entregarte a lo salvaje
e huir de todas tus glaciaciones.
Sabes que no eres la bella oveja blanca
porque eres mujer que sangra
y se cuelga del espejo.

A veces no hay nadie
y no danzan los esqueletos.
Coges un pañuelo y te lo pones en el pelo
y posas como para una madre
y te haces tierra de cajón.

Solo es un instante
antes de la montaña rusa
y el vértigo del golpe
en los ovarios.

Tú sabes de tu pozo
y cómo se apellidan sus esquinas.
Bajas sin cuerda sola
a descubrirte
en tu fragilidad de mujer asaltada
por el ciclo natural
que te asesina las entrañas
y te exime de la culpa,
de la creación y de la duda.

Otra vez será cantan ebrias las luciérnagas de tus ancestros
y te recuestas desnuda sobre tu caballo indomable,
desnuda, con tu vestido favorito,
bajo cirios de abismos.

Eres tu eco de feminidad
mártir de una juventud que se silencia
en la fachada que desboca su pintura
en una revolución por tener nombre de aldea
y ser termita en estampida.

Mírame,
construyendo mi nido, temblorosa
con todos mis caminos recorriéndome la piel,
como hoy nunca será este trueno
que me deja en esta zanja
y mis cenizas consumiendo mi absurda vergüenza
ante el olor
de mi sacrificio natural
de antigua marea.

Somos la cinta de sal
y somos las ballenas de árboles gigantes
estas noches de erizo
en la humedad de nuestro sexo eterno en flor
rebosante de escondites sin cerrojos.

Esta sangre
no es un bodegón que se intuye cereza seca y suave,
es mi realidad abierta,
mi cierva a salvo de las balas,
sin discordia entre mis dunas de diamante
me desagüo,
me desagüo,
no preguntes.

Mi penumbra
yace intacta para el insaciable cosmos,
es por esto que nos vallaron el paraíso
y nos hicieron extranjeras que relinchan
una vez al mes
encogidas como huesos miserables
ya marcadas para caldo de virtudes.

Hoy somos milagro sin siembra
que se repliega
testarudo ante sus crímenes.

Danzamos
con un fulgor de algas en los ojos,
nos reducimos,
nos endurecemos,
nos sabemos mortales
bailando en círculos.

Habiendo esquivado el incienso
no somos polvo
ni nos dirigimos a la borda con un salto,
con la tranquilidad de habernos traicionado
como las sumisas yeguas que jalean
siempre cerca y siempre lejos,
siempre nosotras,
nos reconocemos en los miles de rostros
y nos abrazamos para recomponer
el inmenso gong que hoy nos nombra.

Oigo la rebelión exacta de las estatuas,
la cadencia perfecta del ahora
y el instante vital que se desploma
y me sujeta a este planeta
está llenando de amapolas mis gusanos
con un pigmento de campana.

Deshilvano mi fingida inocencia
en este cementerio macabro rutinario
que solo yo conozco
y en el que todas me acompañan
con sus molestias de hembra y sus rastrojos.

En nuestro interior
hay un ejército de semáforos impertinentes
erigiéndose con burla ante el silencio de las olas.

Nos amordazaron,
nos asesinan y sabemos
que hay mucho ruido para seguir tecleando,
para seguir componiendo,
para seguir sangrando,
pero sangramos,
menstruemos o no
y este es nuestro sagrado linaje
donde nadie puede talar el inmenso bosque
que forma nuestra única voz
cuando nos hermana la madre
y allí todas, somos una.


Inés Ramón

“HEROÍNAS”
No las verás huyendo, fantasmales, diminutas.
Las verás de pie, sosteniendo en sus manos agrietadas
los hijos tiznados de dulzura.
Las verás escarcha erguida, intrepidez sangrienta, defendiendo migajas de sol,
solas contra el mundo, arrastrando sus sombras cuarteadas,
heridas de silencio,
cubiertas de injusticia, cargando a sus espaldas
inextinguibles fardos.

No las verás caídas. Cada una ocultará un jardín intacto entre las bombas,
cultivará un aliento dispuesto a revivirse, una piedra magnífica
capaz de respirar la asfixia impuesta
en medio de su sexo.

No las verás inmóviles. Aunque el desprecio de una sociedad ahíta
bostece ante su hambre, ellas defenderán, cantando, cada milímetro de vida.

Erguidas de dolor, resistiendo, infatigables, la máquina viscosa
que arremete
y enmudece después. Ellas, pequeñísimas, inmensas,
yéndose, buscando, pidiendo ser,
fugaces, necesitando casi nada. Sólo un lugar donde enfrentar tanta absurda muerte,
tanta ceniza abierta; en marcha siempre sobre escombros y cuchillos,
royendo sus mendrugos
de sal,
de sed,
y de esperanza.


Berta García Faet

“DESEO”
y mujeres que sólo se alimentan de pétalos de rosa
(Oliverio Girondo)

and the lovers
pass by, pass by
(Sylvia Plath)

Padres, hermanos, amigos, profesores:
soy un ser de deseo.

No es suficiente el contexto
–yo en el salón, en la bañera, en el cine, en el despacho:
ocupada en las tareas que desubican el deseo–
para lograr acallar este hecho sin espacio:
que, especialmente,
soy un ser de deseo.

En el reino de la astenia y sus panfletos,
en este el milenio de la saturación y los cuerpos bellísimos
encerrados en patéticos frasquitos de fobias,
sin tocarse,
yo soy un ser de deseo: bocas entreabiertas,
corazón-voluta.

En el mundo de los helados estanques
de unidades inconmensurables y aisladas del contacto
(cuerpos bellísimos agarrados a maderas,
miedosos de rozar un tobillo,
por si al final se enamoran),

os tan-solemne-y-tierna-y-felizmente anuncio
una pulpa de deseo: no puedo salir de Shostakovitch
y me alimento de trompetas y de amores de la infancia
que me encuentro en el metro y de señores-frutas.

Soy un ser de deseo:

  1. Sé lo que es una revuelta de hormigas rojas
africanas
por entre las piernas.

  1. Sé lo que es llegar a morderse los labios.
  2. Sé lo que es decirle, por ejemplo
«oh qué interesante»

mientras pienso
«oh Dios lo que te haría,
oh Dios oh Dios en cuanto te descuides
te planto un beso que te mueres de colores»;
y,
luego,
impondré mi disciplina −y una cierta dulzura−
en tu cuarto ex-templo-de-ver-castamente-películas;
y,
luego,
montaré una fiesta con los que un día fueron míos,
y os haréis buenos amigos, y volveremos todos
a un cierto París básicamente de cuellos.

Porque,
sobre todo,
soy un ser de deseo;
y si me muevo por el mundo
es para que engorde, que engorde, que engorde
a mis expensas.
Constantemente paso hambre.
Soy un ser de deseo, caminamos juntos
por mi diagonal de cosas:
algún prodigio, alguna ventana.

Y sólo cuando mi deseo
se ha convertido en una inmensa bola
o en un pichón o conejo obeso y planetario,
lleno de estrías por seguir creciendo
hasta llegar al límite abismal de su volumen posible,

sólo entonces,
cuando su tamaño ya nos resulta plenamente asqueroso,
socialmente nocivo, sentimentalmente molesto,
lo mato
y me lo como.



LO QUIERO