Mordiendo literatura


Reivindico como lector y apasionado de la literatura divergente, esta colección introspectiva de relatos "víscerales" que es El Merodeador (la otra antología Víscerales, en la que también aparece, podría definir toda una generación que derrocha honestidad existencial y entusiasmo creativo), aquí aparecen fragmentos de Pavese, Bernhard, Pessoa o el mismísimo Cervantes, confirmando esa impresión que tuve de adolescente de que la verdera literatura se parece mucho a la vida, por no decir que es la propia vida. Eso lo sabe a la perfección el bueno de Vicente Muñoz, que ha hecho de la literatura su residencia habitual, su lugar de esparcimiento y sufrimiento (siempre dice que esto de escribir es una carrera de fondo que desgasta mucho las zapatillas), ese lugar extraño donde ver reflejados fantasmas y la mejor/peor cara de nosotros mismos (que es la que interesa de verdad a las palabras). Existir es ir escribiendo, por eso, esperamos, que Vicente continúe retratando su interioridad con esa habitual fiereza latida. Porque el padre del underground leonés es como un Kerouac cercano (y Xen un Borroughs más enérgico y Reichiano) en un juego de espejos que me sorprende y estimula y que hace de este lugar frío un privilegio literario por el que muchos pagarían y del que los demás ciudadanos no-lectores se benefician indirectamente a cuentagotas (al menos hasta ahora). Porque ha creado un sustrato, algo que viene a ser una educación sentimental con el futuro y lo joven, un diálogo igualitario donde todo creador escrito añade ladrillos gruesos, y la literatura viene a ser un contrato de sangre eterno con el diablo, en una ciudad que gusta demasiado de lo viejo y lo sagrado. Pero la eternidad sólo sonríe cómoda ante los valientes. Normal pues que firme con V, V de victoria, claro está.
http://juliocesaralvarez.blogspot.com/2011/03/mordiendo-literatura.html
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