miércoles, 16 de enero de 2013

“Brazos, piernas, cielo”, de Isabel Bono

Por  | Destacados | 14.01.13
Brazos, piernas, cielo. Isabel Bono
Baile del Sol (Tenerife, 2012)
Me explicaron hace poco, a propósito del arte de la coctelería, que para elaborar un gin-tonic cualquier ginebra podría servir, pero para crear el rey de los cócteles, el dry martini, hacía falta una ginebra realmente buena. Es bien sabido que el resultado final de un buen cóctel le debe tanto al modo de preparación como a la calidad de los ingredientes empleados. Y, sin duda, el combinado o la poesía que destila la malagueña Isabel Bono es siempre de una calidad excepcional.
En Brazos, piernas, cielo, recientemente aparecido en Baile del Sol, el poema es sugerencia, no jaula que encierra lo que dice, sino puerta abierta; es un sabor esencial y liberador, un aroma sin aditamentos que se expande, y podemos paladearlo como un auténtico dry martini en el que intensidad y esencialidad casan perfectamente.
Isabel Bono desnuda los poemas, los peina, les quita absolutamente todo lo que sobra, todo lo que adorna mal. Ciertamente, menos es más, y lo que no añade estorba, así que la poeta trabaja el vaciado en una poesía en la que consigue expresar al máximo con el mínimo de elementos; incluso empleando una narratividad de situaciones mínimas, que no nimias, que expresan sensibilidad y sensaciones.
El libro se divide en dos partes “La chatarra del silencio” y “Distrito rojo”. La primera es una narración del paso del tiempo, la existencia y el miedo a la pérdida:
desde el principio lo sabes
vas a caer
También, en la noche, el sueño de la vida es luz que crea o borra las formas, los objetos, los paisajes, los recuerdos, a veces de forma caprichosa.
Y, en la segunda parte, encontramos una observación activa del mundo, así como la conciencia de la escritura:
mientras tanto
mi casa dispara
minúsculas garamond catorce
a un paisaje renovado por el fuego
También se expresa el dolor como posibilidad existencial, como conjura y rabia más allá de los miedos que nos pueda producir ese mismo dolor: las calles, la violencia, el insomnio, lo desconocido. Y conjurar, asimismo, todas las posibilidades de una existencia que, al fin, se reducen a la única vida que nos ha tocado vivir:
si sólo hubiera una calle
que nos llevara
sin atajos
sin trampas
sin ceremonias
Isabel Bono elabora, de nuevo, una combinación perfecta de forma y fondo, un cóctel perfecto con esteBrazos, piernas, cielo; y su lectura deja un excelente e intenso sabor en la boca que irá dejando poso y ascendiendo lentamente, hasta dejar nuestras mentes impregnadas de su aroma esencial.

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