Ha publicado varios trabajos de historia y un libro sobre la memoria histórica en Moguer, su pueblo. Ha participado en más de 100 exposiciones de poesía visual y publicado poemas visuales en revistas de más de 30 países. Desde 1999, coordina los encuentros anuales Voces del Extremo, en su Moguer natal, auspiciados por la Fundación Juan Ramón Jiménez. En torno a este encuentro y a la antología anual de poemas de sus participantes, se ha ido consolidando un movimiento poético colectivo que denuncia la injusticia y la marginación social.
-En un poema escribe que ha visto el coche de recogida de perros vagabundos, pero que ellos, afortunadamente, no lo han visto a usted. ¿Se considera un perro vagabundo?
-Cuando escribí ese poema lo era: estaba un año aquí, otro allí. He vivido en montones de sitios. Nací en Moguer, pero inmediatamente nos fuimos porque mi padre trabajaba en una empresa francesa que buscaba petróleo. Así que anduvimos recorriendo España buscando petróleo y no había petróleo en ningún sitio. Pero en eso se me fue la infancia, dando vueltas. Luego regresamos, estudié el Bachillerato en Huelva, la carrera en Sevilla, volví a Huelva a trabajar como arqueólogo en la Diputación. Monté un bar, tuve varios negocios, me fui a Madrid, hice el doctorado en la Universidad de Huelva. Me cansé también del ambiente mortecino y esclerotizado de la universidad y saqué una oposición de profesor de instituto. Llego a Extremadura en 1992. He dado clase en varios institutos extremeños hasta el 2000, que me vine a vivir a Proserpina.
-Vive usted en Extremadura y en sus poemas aparecen nuestros pueblos: «Y te regalé higos de chocolate / para la vuelta pedimos dos cafés en Almoharín». Hasta aparecen restaurantes: «Todos juntos huyendo de la Casa de la Troya / después de haber vomitado largamente / sin pagar». ¿Qué tal se vive aquí?
-Extremadura tiene sus ventajas y sus inconvenientes. No es un buen sitio si quieres hacer carrera literaria. Pero si lo que quieres es escribir, entonces es un sitio maravilloso. Yo nunca he aspirado a hacer carrera literaria y aquí estoy a gusto. Yo me muevo mal en los círculos literarios y siempre publico en sitios pequeñitos. Mi escritura y mis proyectos no pasan desapercibidos. Un amigo me dice que yo juego bien, pero juego todavía en segunda división. En segunda división soy muy conocido.
-Preguntas a partir de otros versos suyos: ¿Atropelló a un guardia civil con un Seiscientos. Volcó en la carretera de Lucena a Bonares en un Dyane. Dio cuatro vueltas de campana dentro de un 850 volviendo de Trigueros?
-Esos versos son de una época en la que, a modo de los indios recolectores del Amazonas, solo llevaba encima lo que podía transportar. Hasta la mesa donde estudiaba la hice a medida para que cupiera en el maletero. Estaba siempre en la carretera. Al sacarme el carné, le pedí a mi padre el coche, nos fuimos a la playa y en un stop me dio el alto la pareja de la Guardia Civil, pero no frené a tiempo y me llevé por delante a un guardia, que acabó encima del capó. No veas cómo se puso, como un basilisco. Me llamó inútil, pero no me multó.
-Con la Guardia Civil ha tenido alguna otra relación curiosa, creo.
-En otro poema, cuento un viaje a Ávila, donde con otros poetas acabamos de preparar el lanzamiento de la antología 'Feroces'", que recogía otras voces poéticas más directas y salvajes, tintadas por el underground. Allí entro con otros poetas en una discoteca. Se nos habían acabado todos los productos exóticos que llevábamos para disfrutar más de la fiesta. Queríamos encontrar algo, intentamos comprarles costo a unos chavales, ponían una cara muy rara, íbamos a otro grupo y lo mismo. Hasta que, extrañados, preguntamos y nos explicaron que eran alumnos de la Academia de la Guardia Civil que celebraban la fiesta de graduación.
-¿Poetas extremeños?
-Me interesa mucho el trabajo experimental de Antonio Gómez, la poesía de Juan Manuel Barrado y la inteligencia de Cumbreño. Son para mi gusto los tres autores más interesantes que ha dado Extremadura. Otro personaje casi secreto, que es Víctor Chamorro. Cuando llegué a Extremadura, esto era un páramo de gente que fuera capaz de romper con los moldes de lo que se hacía, de transgredir. Ada Salas es también una gran poeta, pero de una línea consolidada, sin sorpresas.
-Su poesía. Se ha escrito de ella que rechaza la práctica de cualquier tipo de esteticismo, que busca luchar contra la injusticia. A eso se le llamaba hace 50 años poesía social.
-Pienso que el concepto de poesía social es un error y un concepto que el enemigo te ha prestado para que tú te encasilles ahí. Toda la poesía es social porque todos somos seres sociales. El problema de la poesía social era que venía directamente de la poesía de los años 40, de la poesía del Régimen, de la única que se podía escribir en la época. Cuando leo un poema social de esa época, pienso que quitamos al obrero y ponemos a Cristo y ya está, el poema sigue funcionando.
-¿Qué significa entonces la antología Feroces, en la que aparece su obra?
-Fue un revulsivo. La gente se preguntaba que dónde habían salido aquellos poetas, que dónde estaban. Es que los poetas sociales eran todos burgueses, no tienen una experiencia del trabajo. Nosotros somos la primera generación de hijos de trabajadores que van a la universidad, la generación del baby boom, que al acabar su carrera solo tiene delante el paro. Hay una experiencia directa de vivir en un barrio obrero teniendo amigos obreros, una infancia de niño de clase trabajadora. Empezamos a escribir con unos códigos que no estaban antes en la poesía española. Cómo se llama eso: poesía crítica, poesía radical, los poetas de la lengua radical, los poetas del extremo.
-En 2001 le censuran un trabajo titulado: 'Para una teoría de la identidad'. La censura la ejerce la Dirección de la Unidad de Gestion de La Rábida. ¿Por qué lo censuran, tan peligroso es usted?
-Ese texto fue censurado porque me lo pidieron para una exposición que se iba a hacer en el Muelle de las Carabelas, en Huelva, una exposición que pagaban empresas del polo químico. Yo escribí un texto en el que decía que ya estaba musealizado el mito del descubrimiento y que el siguiente paso en la musealización de la zona serían las fábricas de petroquímica, que quedarían como un museo del horror para el futuro, donde se podrían ver las consecuencias catastróficas de la contaminación: cáncer, bocio, problemas de piel, caída del cabello. Cuando lo leyeron, dijeron que eso no lo iban a publicar ni de coña.
-¿Cree de verdad que al sistema le preocupa la poesía de la conciencia, la minoritaria prensa alternativa, el sindicalismo radical o los ateneos libertarios?
-Ahora mismo, todo eso es una minoría pequeñita. No quita el sueño, pero sí preocupa que esa minoría pueda encontrar algún cauce, aunque sea tan heterodoxo como toda la lucha de la plataforma Térmicas No o la lucha contra la refinería. El poder de la Junta en Extremadura debe de estar de plataformas contra las térmicas y refinerías hasta el moño. Si además les salen mal las cuentas de la refinería por estos cuatro tipos con rastas y zapatillas que mantienen esta lucha... Es la batalla de David contra Goliath.
-Sostiene usted que la cultura está controlada, desactivada, ¿cómo se consigue, qué mecanismos existen en Extremadura y en España para conseguirlo?
-La omnipotencia de la institución pública. Aquí prácticamente no hay proyectos culturales de carácter privado y si los hay, participa lo público notablemente. Eso te marca lo que puedes decir o expresar. Hace un par de años me hicieron una entrevista los de La isla de viernes. Me pidieron que leyera un poema, aproveché, leí uno en el que hablo de la lucha contra la refinería y contra la política de la Junta y el poema no salió, lo cortaron.
-¿Que la Junta le haya concedido este año una beca para la creación literaria se puede considerar una pérdida de independencia?
-Es lógico que haya una intervención pública en la cultura. El problema es cuando esa intervención es absoluta y omnímoda. Me parece estupendo que haya estas becas y como ciudadano tengo todo el derecho a solicitarla y a que me la den. Lo que no hago es montar un cirio cuando no me la dan. Si no te la han dado, por algo será.
-Leamos estos versos suyos: «Están resonando con alegría / los cánticos de mi tierra / en los grandes almacenes / en los grandes almacenes / ¡Soltad la pasta, cabrones, / que es nochebuena!». ¿Cómo afronta la Navidad?
-Intento escapar a la ola de felicidad que nos invade gracias al patrocinio de El Corte Inglés.
-Dibuja a la gente en los centros comerciales, comprando, frustrados, «perdidos en su clase media» y a los obreros explotados sin saber nada de Carlos Marx. ¿Tan terrible es comprar en el Carrefour?
-Comprar en Carrefour es una auténtica atrocidad. Los supermercados de barrio son una estrategia comercial más atinada que esos grandes monstruos. Prácticamente ya no voy a Carrefour, pero reconozco que me ha proporcionado algunos de mis mejores poemas.
-¿Cómo se explica que Extremadura vote a la izquierda y la Virgen de Guadalupe sea su único estandarte nacionalista?
-Cañada me contó que estando como portavoz de IU en la Asamblea, llevó la propuesta de que el Día de Extremadura fuera el 28 de marzo, cuando en 1932 o 1933 todos los campesinos extremeños se lanzaron a ocupar las fincas, la tierra. Hubiese sido bonito como el Día de los Comuneros en Castilla. Pero no, pusieron el día de la Virgen de Guadalupe. Es que si rascas un poco, el PP lo tiene muy complicado para ganar alguna vez las elecciones porque todo el campo de lo posible está ocupado por el PSOE.
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