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jueves, 2 de febrero de 2017

Bailando con Rafael Alonso Solís: "Escribir acerca del bien no resulta atractivo"

Baile del Sol.- ¿Cómo surge la historia de El canto de la raposa?

Rafael Alonso Solís.- Como una combinación de automatismo, al principio, y trabajo, pero eso mucho después. Una tarde de verano me senté frente al ordenador con intención de escribir algo, pero sin saber qué. Decidí comenzar por una obviedad, que fue mi fecha de nacimiento. Entonces escribí lo que luego fue la primera frase: “Nací el 20 de diciembre de 1947…” A continuación, y sin pensarlo, apareció la segunda: “…el mismo día, casi a la misma hora y el mismo mes, en que mi padre, un año más tarde y por tenebrosa coincidencia, se diera un tajo en la garganta llenando la habitación de sangre y baba pegajosa…” Creo que esa tarde escribí un folio y lo dejé sin tocar hasta varios días después. Cuando lo retomé pensé enseguida en un asesino, y un poco inspirado en la historia de El Perfume, de Patrick Süskind –que no había leído, pero sospechaba que trataba de eso–, y en El asesinato como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey, fui describiendo sus primeros pasos. Al principio fue simplemente un relato corto, de quince o veinte folios. Pero, entre unas vacaciones y un mes que tuve que pasar en casa por haberme roto una costilla, la historia fue creciendo. Al principio sin intenciones ni orientación, pero cuando me pareció que los personajes tenían ya su propia autonomía tuve que organizar el guión, pensar en el recorrido de la historia y buscar un final. Y lo encontré –o se produjo, cualquiera sabe–.

BdS.- ¿Podría calificarse de novela negra?

RAS.- Tal vez no exactamente, porque se aleja un poco de los cánones del género –un género que siempre me ha gustado y del que soy seguidor–, ya que no hay un detective, no sucede en el entorno del crimen organizado –aunque algo de eso hay, pero de forma más difusa y más inquietante–. Yo diría que es más oscura que negra, en el sentido de que explora zonas ocultas de la condición humana.

BdS.- ¿Ha tenido que ver su profesión de catedrático de Fisiología con la elección del tema de la novela?

RAS.- No creo. No veo relación alguna, y la profesión con la que me gano la vida tiene poco que ver con la literatura que me gusta leer o escribir. Es posible que el haber desarrollado una actividad científica me haya ayudado a tener una tendencia por la precisión al escribir.





BdS.- ¿Qué le atrae, como escritor, de la muerte o más bien del hecho de matar?

RAS.- El ser humano está siempre sintiendo la muerte, esperándola o sintiéndose acompañado por ella, y literariamente no cabe duda de que el hecho de matar es un filón. Ahí si que tiene que ver el género negro, pero también el terror, el mal, etc. Como escritor me parece que escribir acerca del bien no resulta atractivo.

BdS.-¿Por qué eligió dos narradores para relatar la historia?

RAS.- Eso surgió después, ya que al principio el personaje era uno solo. En algún momento –y no me acuerdo exactamente cuándo– se me ocurrió esa divergencia. Una vez que decidí que había dos voces, ambas fueron tomando autonomía, y a medida que la historia avanzaba un personaje necesitaba al otro. Además, resultó un ejercicio muy divertido, ya que uno de los personajes hablaba en primera persona, que era como había empezado la historia, mientras que el otro estaba delante de mí, podía observarlo, y casi parecía que yo me limitaba a describir lo que hacía. Aunque, en realidad, creo que eso ya me pasaba con los dos. Ocurrió algo interesante, y es que uno de los personajes confesaba cómo observaba al restos de los seres humanos con una visión entomológica, y yo hacía lo mismo con los dos. He tenido la sensación de que, una vez que ambos se manifestaron, más que inventar sus movimientos lo que yo hacía era limitarme a narrar lo que estaban haciendo delante de mis ojos.



"Me parece que comenzar una novela es relativamente fácil, desarrollarla más difícil, y acabarla bien –quiero decir literariamente– muy difícil".

BdS.- ¿Cree que el lector se sorprenderá por el desarrollo de los acontecimientos?

RAS.- Eso es lo me gustaría que ocurriera, y no solo por el desarrollo, sino por el desenlace. Me parece que comenzar una novela es relativamente fácil, desarrollarla más difícil, y acabarla bien –quiero decir literariamente– muy difícil. Una vez terminada la sometí a la lectura de unos cuantos amigos, y me parece que a todos les sorprendió.

BdS.- ¿Por qué recomendaría su lectura?

RAS.- Es una novela corta y creo que se puede leer de un tirón. Incluso, me parece que engancha y que, una vez finalizada la lectura, puede sentirse la necesidad de volver atrás. Pero eso es cuestión de gustos. Obviamente, uno escribe lo que le gustaría leer.

BdS.- ¿Está trabajando actualmente en otro proyecto literario?

RAS.- Además de intentar la edición de una selección de los artículos que he publicado en Diario de Avisos y en La Opinión de Tenerife durante los últimos años, tengo otra novela empezada, de la que hace tiempo terminé la primera parte. De una forma o de otra, está relacionada con ésta, pero es menos cerrada, con más escenarios y mucho más ambiciosa. Para darle un empujón necesito unas vacaciones o romperme otra costilla.


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lunes, 12 de septiembre de 2016

Bailando con Alena Collar: "Me interesan los libros que reflejan al ser humano en sus contradicciones, en sus formas de respuesta".




Baile del Sol.- ¿Cómo surge la idea de escribir El retrato de Irene?
Alena Collar.- Tenía, creo, esta historia “larvada” hace años; por circunstancias he conocido algunas personas en mi juventud exiliadas de Chile, y a la vez conozco el drama familiar de silencio que para muchas personas ha causado la guerra civil en España, esto se reflejó en la figura de alguien que conjugara ambos mundos y nació la figura de Irene como síntesis.

BdS.- ¿Cómo ha sido el proceso de construcción de la historia?
AC.- El proceso nació de un cuento largo – y bastante malo-, que decidí reformar. Cuando lo empecé a escribir me di cuenta de que no era un cuento sino toda una historia novelada. Ha llevado tres años; principalmente porque sabía lo que quería contar, pero no encontraba el “tono”: el tempo lento que me pedía la narración.  Ha supuesto una labor de re-escritura muy elaborada. De repensar, porque necesitaba encontrar la voz de cada personaje y la coherencia de sus actos narrativamente hablando.

BdS.- ¿Qué diferencias has encontrado respecto a la escritura de tu anterior novela?
AC.- Es un tipo de narración muy diferente: la anterior novela era un juego literario; el Retrato es la historia de alguien que se está buscando a sí misma durante toda la novela; técnicamente tiene una estructura distinta: la anterior era casi un “continuum narrativo” y El retrato de Irene es una narración organizada en capítulos perfectamente distinguibles, con personajes muy definidos- o eso he intentado al menos- y que avanza hasta un final digamos “cerrado”. Necesitaba esa jerarquización para contar este tipo de historia.




BdS.- Háblanos un poco de los personajes.
AC.- Yo creo que es una novela de personajes que no son ni buenos ni malos, al menos no son arquetipos; Irene es alguien que por circunstancias que se verán al leer siente que ha perdido su particular mundo interior y que se refugia en el silencio. Su nieto Álvaro es un personaje muy contradictorio; nace en Chile, vuelve con su abuela Irene a España y ha sentido siempre que hay algo en su vida que le ha sido ocultado, y a la vez no quiere recuperar esa memoria de quién es hasta que las circunstancias poco menos que le obligan.
Hay personajes que rodean a estos dos principales, Carmen, la amiga de Irene, un ser eminentemente práctico, que evita complicaciones pero que mantiene un silencio de años solo por fidelidad… Edurne, a quien yo tengo especial cariño porque significa ese lazo de unión entre el pasado y el presente que puede contribuir al futuro…, los padres de Álvaro, sobre todo la madre, Chacana, y principalmente porque es el símbolo de la ausencia… A través de ellos y de otros, Rafael, Marita…, el marido de Irene, que tiene una personalidad muy especial, es como vamos a ir completando el retrato de Irene.

BdS.- ¿Qué te interesaba más: la atmósfera y las emociones o la propia acción?
AC.- Me he dado cuenta- después de escribirlas- de que en mis novelas me interesa muchísimo más crear una atmósfera, un ambiente que refleje el interior de la gente. Me explicaré: me interesan muchísimo los “seres anónimos”, esos que no tienen historia, que sus vidas, sus dramas personales están ahí, y solo existen para ellos. Me interesa mucho indagar en la psicología de las personas; en el porqué de sus actitudes, en cómo un ambiente, o un hecho determinado quizá sin trascendencia puede cambiar sus vidas. Creo que soy mucho más escritora de atmósferas, de interiores, que de acciones, y que en esta novela se nota claramente: me interesaba reflejar un mundo que se marcha, una atmósfera que se pierde, y cómo Irene durante toda su vida sigue buscando lo perdido: la belleza, la armonía, el amor…y cómo la vida muchas más veces de lo que parece no nos da respuestas a esto.

"Es también la historia de mucha gente anónima a quien la guerra civil atropelló,  y tuvieron que vivir una vida muy diferente a la que hubieran querido".


BdS.- ¿Por qué recomendarías la lectura de El retrato de Irene?
AC.- Creo que los lectores/as que se acerquen a mi novela pueden encontrar una forma de narrar  sin grandes “sobresaltos” narrativos; que les pedirá una lectura pausada y a la vez que se van a acercar a una historia de belleza perdida, de recuperación de memoria del pasado; creo que Irene merece que se conozca su historia de búsqueda, su drama personal, porque es también la historia de mucha gente anónima a quien la guerra civil “atropelló”,  y tuvieron que vivir una vida muy diferente a la que hubieran querido. Además creo que las preguntas que Irene se hace en la novela sobre la felicidad, el amor, la libertad de elegir, la belleza..., son preguntas que todos nos hemos hecho.

BdS- ¿Qué respuesta has recibido hasta ahora de los lectores?
AC.- Por lo que me llega de los lectores/as que han tenido la generosidad de leerme la novela está agradando. A menudo me lo dicen en privado, pero la verdad es que estoy muy feliz de la respuesta que está teniendo. Coinciden en que es una novela “con alma”, como me han dicho varios lectores, pero sobre todo en identificarse con Irene, en acompañarla en su vida. Públicamente la escritora Laura Garzón y el escritor Eduardo Alzola han tenido la gentileza de hacer críticas muy positivas del libro en sus blog, también la escritora Marian Izaguirre la mencionó públicamente como una lectura interesante, y la Revista Alquimia Literaria la eligió Libro de la Semana hace unas fechas.

BdS.- Sabemos que eres una lectora voraz, ¿qué tipo de libros te interesa especialmente?, ¿nos recomiendas algo?
AC.- Me gusta mucho leer, sí. Me interesan sobre todo los libros que reflejan al ser humano en sus contradicciones, en sus formas de respuesta.  Un género que leo mucho es la biografía literaria o autobiografía y son demasiados autores/as los que me interesan.
 Por definir algo más, en narrativa podría citar autores/as clásicos/as, como Virginia Woolf o Carmen Martín Gaite o Soledad Puértolas, Rosa Chacel, o Ana María Matute, entre mis “autoras fetiches”, o Cortázar,  pero leo muy diversa literatura; me interesa mucho por ejemplo la escritura de Keret, o de Kertész, me interesa mucho la narrativa centroeuropea en general. También entre los escritores/as que escriben en castellano de mi entorno tengo afinidad lectora con autoras como Silvia Fernández Díaz, Maite Núñez, Guadalupe Royán, Carmen Peire, Cristina Morales, Samanta Schweblin… Me agradan también  Eduardo Berti, del que leí La vida imposible y me encantó, me interesa la narrativa de Fernando Aramburu, del que leí Años lentos, y estoy muy interesada en el libro que acaba de publicar: Me interesan también mucho los experimentos narrativos de Miguel Ángel Hernández: su Intento de escapada me pareció una novela inquietante y quiero leer el último libro que acaba de publicar…. Podría seguir; pero al final haría  una lista  demasiado extensa.
  En cuanto a poesía me temo que soy bastante clásica; me gusta mucho por ejemplo Eloy Sánchez Rosillo, Luis Alberto de Cuenca, o Joan Margarit, aunque aquí me gustaría leer más poemarios de Sonia Aldama,  de Ana Belén Martín Vázquez, o Raquel Vázquez, por ejemplo, que me parecieron ejemplos de poesía que me llegó mucho.
Recomendar se me hace muy difícil, si los lectores/as quieren, pueden echar un vistazo a mi blog de reseñas y ahí encontrarán seguro algo que les interese.

BdS- ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto literario?
AC.- Me ha hecho sonreír la pregunta porque lo primero que pensé al leerla es que “no lo sé seguro”… Es decir, que hay un balbuceo de cuatro notas difusas escritas en diferentes cuadernos en los que se repite una mujer que se llama Julia, una sala de conciertos y una partitura…pero aún no sé exactamente a dónde me llevará eso… En todo caso, de llevarme sería a una novela y para eso aún falta un tiempo…


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jueves, 10 de marzo de 2016

Bailando con Juan Miguel Contreras: "La idea de la novela es la soledad, esa es la última muñeca de la matrioska, a la que recubren todas las demás".



Baile del Sol.- La muñeca rusa es una novela en la que encontramos varias historias, unidas por circunstancias, que nos llevan de Rusia a Almería, pasando por Praga, ¿cómo surge esta peripecia?

Juan Miguel Contreras.- Pues como un puzle que tardé mucho en darme cuenta de que lo era. Tenía piezas sueltas, historias en las que trabajaba y que yo creía que no iban a ningún lado. También es cierto que estaba escribiendo en un momento difícil de mi vida, pero un día, coincidiendo con un cambio a mejor, me di cuenta de que juntas formaban algo… y que tenía, o podía tener algo, una historia. Almería, Rusia y Praga son tres ejes en mi vida, tres amores platónicos muy fértiles; lugares en los que, o bien nunca he estado físicamente, como en el caso de Rusia, o si he estado, ha sido como obnubilado turista accidental, como Praga. Luego está Almería, que he visitado pocas veces, pero siempre en circunstancias brumosas y algo sorprendentes. La primera vez que verbalicé la historia de La muñeca rusa a alguien, fue precisamente en la playa de Cabo de Gata. 

BdS.- Los personajes de La muñeca rusa no son seres corrientes, aunque lo puedan parecer. Todos tienen peculiaridades que los hacen muy interesantes para el lector. Háblanos un poco de ellos.

JMC.- Partiendo de la convicción de que nadie es corriente y de que sólo es cuestión de encontrar sus peculiaridades (más o menos literarias), los personajes de La muñeca rusa responden a varios juegos de espejos. Milos y el librero pueden parecer en principio opuestos, pero en el fondo creo que son la cara y la cruz de la misma moneda. Uno es un exiliado que ha tenido que reinventarse varias veces a lo largo de su vida nómada (basado en la vida del fotógrafo Josef Koudelka), y el otro es un librero enfermo que, a causa de su dolencia, no ha salido nunca de Almarga. Es alimentando su amistad como descubren que les unen más cosas de las que creen. La rusa, Irina, es el ideal, la musa y a la vez el castigo de Milos, es el juguete roto de la Historia. En el fondo es una versión de esa irrenunciable Penélope de la Odisea que es la vida de Milos. También están Pavel, Bohumil, y quizá también Praga y Almarga como personajes, que son los que definen a los protagonistas. Luego están Greta, la amante del librero, y el marchante Tristán, personajes que los enclavan a la realidad y a la vez les ayudan, cada uno a su manera, a relacionarse con ese mundo que no entienden. Finalmente estaría el cosmonauta, el padre de Irina, o el que ella dice que es su padre, como el origen y el fin de todo, la caja de la muñeca…

BdS.- El escritor checo Bohumil Hrabal tiene también una presencia intermitente en la novela, ¿por qué decidiste introducirlo en La muñeca rusa?

JMC.- Su presencia en la novela es totalmente natural; un día apareció y se quedó. No lo busqué. Nunca me hubiese atrevido intencionadamente. Al principio fui muy reticente a darle espacio, más por pudor que por otra cosa; su figura y su influencia en mi vida son muy grandes, pero no sólo encajaba en la novela y me daba pie a desarrollar ciertos aspectos de la trama, sino que además resultaba clave a la hora de cerrar la historia y darme un punto de fuga para terminarla. Confieso que mi admiración por Hrabal puede rozar la mitomanía, pero es que considero su obra y su vida como un referente imprescindible. En mi descargo diré que no soy el primero en convertir a Bohumil en personaje, aparte de sus cameos cinematográficos o de que él mismo, en su intento de “autobiografía” en Bodas en casa, se convirtió en uno al narrarlas desde el punto de vista de su mujer, los escritores Peter Esterhazy y Pawel Huelle ya lo habían hecho antes, y con resultados bastante mejores, desde luego.





BdS.- ¿Qué importancia ha tenido el proceso de documentación en la construcción de esta novela?

JMC.- Relativo, pues quizá visto desde fuera no haya sido lo profundo que hubiera debido ser, o al menos así lo veo yo ahora, después de tanto tiempo. Con respecto a la Carrera Espacial, he de decir que me documenté pero no demasiado, no era mi intención ser completamente riguroso; muchas páginas de esa parte se quedaron por el camino. Digamos que me limité a tener presente los acontecimientos, pero sin ceñirme a ellos. Indudablemente, todo lo que se cuenta con respecto a los cosmonautas perdidos, es ficción. Adecué lo que sucedió con lo que quería contar, y no al revés. Todo lo contrario que con la Primavera de Praga y Checoslovaquia, donde sí hube de documentarme, pues ahí necesitaba ser riguroso en cuanto a fechas y acontecimientos, sin olvidar que lo importante era la historia de Milos. Llegué a hacer un esquema bastante profuso de hechos, intentando no dar cosas por sabidas, pero tampoco pecar de didáctico. Fue un hándicap el endiablado idioma checo, sobre todo a la hora de conseguir información del sanatorio de Bohnice, cosa que resolví del mismo modo que con la carrera espacial, teniendo en cuenta que Irina era la protagonista de esa parte y que lo mismo daba si había diez o doce pabellones activos en 1968, o si había veinte o cuatro médicos. Teniendo claro eso, podía liberarme un poco de lo contrastable y trabajar a mi gusto, pero sin perder de vista en ningún momento que tenía que tener en cuenta ciertos hechos, me gustase o no, como, por ejemplo, qué película se estaba filmando en los estudios Barrandov en ese momento o que Jan Palach se inmoló en la plaza de San Wenceslao el 16 de enero de 1969 y el shock que provocó en la sociedad checa.

BdS.- Los libros también están muy presentes en La muñeca rusa; en general la literatura y el arte parecen cumplir la función de otorgar sentido a la existencia, ¿era esta tu intención?

JMC.- Respondería directamente que no, que no fue mi intención, aunque si lo pienso bien, he de decir que sí, que fue intencionado; de manera un tanto inconsciente quizá, pero totalmente intencionado. Esto entronca con la visión que yo, personalmente, tengo con respecto al acto, llamémosle, artístico, es decir, la literatura, la escultura, el cine, la pintura, el teatro y la música. Provengo de una familia trabajadora y en casa nunca hubo muchos libros y tampoco mucha curiosidad, digamos, cultural. Afortunadamente siempre hay excepciones, y un tío abuelo primero, y un primo mayor y una amiga de la adolescencia después, me lo descubrieron. Ese resquicio significó tanto para mí, que me es muy difícil explicarlo de manera coherente. Quizá sea exagerado decir que le dieron sentido a mi vida, pero desde luego forman parte muy importante. Para mí, tiene mucho significado recordar cómo la literatura y la música cambiaron totalmente mi vida, y es tan fácil como peligroso creer que lo que a ti te gusta es lo que debe ser. El truco está en no perder la perspectiva y asumir que la gente no tiene la misma visión de las cosas, y que eso no las inhabilita ni mucho menos. Partiendo de ahí, es lógico que, cuando escribo, los personajes crean en última instancia que sus vidas tengan que agarrarse con uñas y dientes a los libros, o la música, o a lo que sea, y que eso impregne el relato.


"Mi intención al escribir es explicarme cómo son los mecanismos de los personajes que imagino en relación al poder, la amistad y el amor".



BdS.- ¿Qué idea subyace en el interior de La muñeca rusa?

JMC.- Tomando distancia, creo que la idea es la soledad, esa es la última muñeca de la matrioska, la más pequeña, a la que guardan y recubren todas las demás. La soledad en sus distintas formas, provocada o decidida, y la lucha por dejar de sentirla.
Mi intención al escribir es explicarme cómo son los mecanismos de los personajes que imagino en relación al poder, la amistad y el amor. Quizá la trama de lo que escriba cambie de una novela a otra, pero me he dado cuenta de que, en el fondo, de único de lo que escribo es sobre eso.
  
BdS.- ¿Qué te gusta leer?

JMC.- Pregunta temida y temible donde las haya. Me gusta leer. Y me gusta leer cosas determinadas; tengo mis autores fetiche y a la vez sigo siendo muy compulsivo. Mi pasado librero me ha hecho ser bastante indiferente si leo algo que no me está gustando. Hay mucho que leer, y a veces no tengo la paciencia suficiente, mezclo y abandono cosas con demasiada facilidad. Tengo predilección por la literatura eslava. Acabo de descubrir a Roman Simic y Georgi Tenev, que me han dejado fascinado. Houellebecq y Emmanuel Carrére me parecen imprescindibles ahora mismo, y todo lo que escribe Jaime Gonzalo me parece igualmente irresistible y brutal. Lástima que la repercusión de este último sea tan subterránea. Patricio Pron y Eduardo Halfon, cada uno a su modo, están escribiendo cosas que me están encantando. Miljenko Jergovich es uno de los autores a los que siempre vuelvo. El trabajo que está haciendo Andrés Sorel en sus dos últimas novelas me parece increíble. Hay libros y autores que son como brújulas, estrellas que te ubican y que no quieres dejar de tener a la vista. Bolaño, claro. Tolstoi, Bulgakov, Roth (los dos), Miller, Yourcenar… Podría seguir hasta aburrir… y si contestara a esta pregunta en otro momento, sería totalmente distinta…
  
BdS.- ¿Trabajas actualmente en algún otro proyecto literario?


JMC.- Creo que acabo de terminar una novela, algo extensa quizá, y ahora mismo está reposando en la correspondiente carpeta del portátil, a la espera de darla por definitiva o no y ver qué puedo hacer con ella o a quién puede interesarle. Han sido más de tres años y ha sido agotador, pero estoy bastante contento con ella, aunque creo que me da miedo enfrentarme a ese momento clave, en que me diga, vale, acabada, ¿Y ahora? En estos momentos tengo la piel muy fina para enfrentarme yo solo a un nuevo aluvión de cartas de rechazo, otra vez… Quizá por eso ya estoy emborronando cosas para otra historia que lleva tiempo rondándome, sobre las vidas del traductor Salvador Bordoy Luque y su nieto Antonio Álvarez. Mientras tanto intento mantener con vida el blog y sigo inmerso en mi tozudez habitual de mandar artículos a revistas que, o no pagan o no aceptan colaboraciones, como una mosca intentando traspasar una ventana cerrada.


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miércoles, 15 de abril de 2015

El poeta de los de abajo, por Jorge Majfud

La desproporcionada estatura literaria de Eduardo Galeano ha sido desde siempre eclipsada por otra no menos desproporcionada pasión: la batalla ideológica que nunca rehuyó. Esta verdad nunca le molestó porque, excepto el dolor de la injusticia, casi nada le molestaba. Era un tipo que iba desbordando alegría por todas partes, capaz de hablar durante muchas horas seguidas, con su voz pausada, como si degustara cada palabra, como si nunca se cansase de buscar en su memoria recuerdos propios y ajenos. Diferente a lo que suelen pensar y propagar sus adversarios, él siempre estaba abierto a reconocer sus errores, hasta el extremo de intentar, no hace un año, un suicidio literario cuando criticó sin piedad Las venas abiertas de América Latina. Enseguida se abalanzaron las aves de vuelo oscuro para darse un banquete. Sin embargo (se lo reproché), equivocado o no, ese fue el libro más valiente de su generación. Aun considerando monumentos literarios como la trilogía Memoria del fuego o el más reciente Espejos, si luego Eduardo volvió a equivocarse en su evaluación de la realidad (sabemos que sus adversarios pueden hablar con varios dioses) lo hizo siempre a favor de los más débiles. Así, hasta equivocarse vale la pena. Hace unas horas, un canal de televisión de Argentina me preguntó si él bromeaba sobre el hecho de que yo a veces enseño sus libros en Estados Unidos. Esta simplificación (en forma de inadvertida paradoja) es clásica y popular y no es necesario ser mala persona para reproducirla. Pero es otra muestra de algo que no había en Eduardo: él mismo fue profesor de literatura en California y bastaba con hablar con él o leer sus libros para darse cuenta de su falta de ortodoxia, de dogmatismo: los países no tienen dueños ideológicos y la nacionalidad no da privilegios éticos, pese al interés de determinados grupos por secuestrarlos en su nombre. A pesar de su imagen más popular, su verdadero compromiso no fue político ni fue ideológico. Esto es evidente apenas uno termina de leer uno de sus libros, cualquiera, y comienza otro. No hay ortodoxia, no hay dogma en su obra. Si algo se repite es ese respeto por la prosa, esa imaginación profusa de mostrar cada cosa desde la periferia, esa sensibilidad por la injusticia, sobre todo por las injusticias institucionalizadas, esa valentía de no claudicar cuando el mundo va para otro lado y los sabios del poder tienen razón. El compromiso de Eduardo fue un compromiso con los derechos humanos, con la verdad, con la justicia. Sí, sus libros dieron batalla, en momentos en que en América Latina bastaba con pensar y soñar diferente para ser secuestrado, torturado y desaparecido en nombre de la democracia y la libertad. ¿Cómo pudo alguien haber sido un molesto disidente en la América Latina del Siglo XX sin asociarse o sin ser asociado con algún tipo de izquierda? Pero Eduardo no era un “intelectual de izquierda” como dirán las enciclopedias; era el poeta de los de abajo, el mayor poeta en prosa de su tiempo, un mago de la metáfora, un delicado hermeneuta. Incluso traducido al inglés esta magia sobrevive hasta el extremo de conmover al más conservador de mis estudiantes. Tal vez por todo eso los mayores premios literarios de su lengua le dieron siempre la espalda. Pero a él no le importaba. “Nunca quise ser neutral”, me dijo una vez. La realidad no lo es. Su público, sus lectores, lo aplaudían hasta con los pies. Eduardo, hermano, como vos decías al final de cada correo, “mil gracias, vuelan abrazos”. Te voy a extrañar como un perro.

Jorge Majfud es escritor uruguayo y profesor de Estudios Internacionales, literatura latinoamericana y pensamiento hispánico en la Universidad de Jacksonville (EE UU).


Majfud es el autor de la novela Crisis , de Baile del Sol .


http://cultura.elpais.com/cultura/2015/04/13/actualidad/1428954790_945943.html

martes, 8 de octubre de 2013

Bailando con Ramón Betancor: Caídos del Suelo, una novela en la que nada es lo que parece






Baile del Sol.-“De repente, hay un momento en la vida en que te das cuenta de que ya nada es como antes”.  Así comienza Caídos del suelo. ¿Qué van a encontrarse los lectores a partir de este enigmático comienzo?

Ramón Betancor.-Pues precisamente eso: Una novela en la que nada es lo que parece. Una historia que trata de entretener y que irá creciendo según avance, tanto en intriga como en intensidad. Un libro en el los lectores irán envejeciendo junto a los personajes, siendo testigos directos de cómo el paso del tiempo va cambiando sus vidas y sus sueños. Se enamorarán, sufrirán y reirán con ellos. Descubriendo, a través de los ojos de uno de sus protagonistas, un mundo, el del Arte, que no siempre proyecta al exterior las miserias de muchos de sus miembros. Supongo que eso es Caídos del Suelo. Además, por supuesto, de la primera parte de El Reino de Los Suelos, una trilogía en la que, aunque cada libro es independiente y puede leerse por separado, todos encierran la misma trama, la de El Clan y lo que se mueve en torno a él.

BdS.-Háblanos de Mario, ese personaje que tanto juego te ha dado dentro y fuera de la novela?

RB.-Mario es, sobre todo, un personaje entrañable. Es alguien a quien los lectores irán conociendo capítulo a capítulo a través de las casi 500 páginas de la novela. Creo que es uno de esos personajes a los que se les coge cariño casi desde el principio de un libro. Además, lo conocerán en casi todas las fases de su vida. Al principio se presenta como un joven escritor con ansias de ser publicado, después… Hay que tener en cuenta que la historia arranca en 1982 y finaliza en 2012, así que el lector permanecerá junto a Mario durante tres décadas y asistirá con él a todos los días y todas las noches que caben en una vida. Al menos, a los que caben en 30 años de una vida intensa y apasionante. Por otro lado, el Mario del blog, el que conocieron los seguidores de caidosdelsuelo.blogspot.com antes de saber que se trataba del protagonista de una novela y no de una persona real, es sólo una pequeña parte de lo que encierra este escritor atípico, enamoradizo, soñador y, al mismo tiempo, ansioso por triunfar casi a cualquier precio.

BdS.-¿Qué es El Clan?

RB.-El Clan es una organización internacional que se nutre del trabajo de los artistas que entran a formar parte del grupo. Los capta prometiéndoles poderes mágicos que, en teoría, les proporcionan la capacidad de crear obras de arte increíbles. Únicas. En definitiva, con muy pocos escrúpulos, les enseña a alimentarse de los sentimientos de quienes les rodean y, con ese alimento, convertirse en artistas excepcionales. Eso sí, hay que pagar un alto coste para entrar en él, pero aún más alto para abandonarlo.

BdS.-¿Por qué recomendarías la lectura de tu novela?

RB.-Porque creo que es una novela entretenida, que crea suspense y que puede llegar a atrapar al lector mediante una sucesión de giros inesperados a lo largo de la trama. Sobre todo, con el final. También, por supuesto, porque es un libro que habla sin tapujos de lo que muchas personas estarían dispuestas a hacer para triunfar o, en algunos casos, succionar los restos que les llegan del triunfo de otros. Evidentemente dentro de la ficción, muestra la cara oculta de un negocio que deslumbra si lo miramos desde fuera, pero que puede llegar a ser muy gris y turbio en muchas de sus capas. Además, el libro encierra una historia de amor de esas que no envejecen ni con el paso de los años.

BdS.-Como preguntas en tu libro, ¿hasta dónde estarías dispuesto a caer y dejar caer para que tu novela fuese la más leída?

RB.-Tras más de un año paseando la novela por agencias literarias de toda España, llegué a pensar que lo único que me gustaba del mundo editorial eran los libros. Después decidí darle vida a Mario en las redes y en su blog. La respuesta del público, desde rincones de los más dispares y alejados, fue tan extraordinaria, que recordé que, además de los libros, lo mejor que tiene este planeta literario son los lectores. Yo, personalmente, no creo que esté dispuesto a caer hasta ningún sitio. Sobre todo, después de descubrir que en este mismo mundo literario, existe gente como Baile del Sol, dispuesta a apostar sin complejos por escritores noveles y, además, hacerlo de una forma tan digna y profesional.

BdS.-¿Qué más te queda por contarnos?

RB.-Me quedan, al menos, dos novelas más… Colgados del Suelo, que ya está lista para ser publicada. Y Camino del Suelo, el último tomo de la trilogía, en el que aún estoy trabajando, pero al que le queda muy poco para caer, definitivamente, hasta El Reino de Los Suelos.