martes, 17 de septiembre de 2013

Paco Piquer Vento

Tuve mi primer “encuentro” con el escritor valenciano Paco Piquer, nacido en 1945, a través de la antología “negra” (coordinada por Javier Sánchez y Alex Martín) titulada Sospechosos habituales, en la que publicó su narración “Alimañas”. Y ahora le he leído una magnífica novela (¿breve?, no sé, quizás, pero de una intensidad literaria admirable): Las mareas no saben de sentimientos (Editorial Baile del Sol, Colección Sitio de Fuego. Tenerife, 2013). Son dos historias en una misma historia, dos personajes (diferentes por su nacionalidad y su cultura, el tunecino Raschid y el italiano Gianni) que se complementan, dos ciudades de las que da una imagen literaria de una gran fuerza descriptiva (Djerba y Bolonia) o sea, un mundo mágico y a la vez real, desde el cual Piquer plantea no pocos aspectos críticos, laborales, de amistad, y una denuncia exquisitamente argumentada de la xenofobia.
No les voy a contar el argumento (es algo propio de los críticos academicistas), pues es preferible que lean la novela y descubran su esencialidad literaria, pero sí quiero y deseo reproducir un breve fragmento que nos descubre la personalidad de Raschid: “… prefiere la soledad del inadaptado,la falsa heroicidad del ausente, antes que doblegarse a los consejos…”. Me perdonarán ustedes, camaradas, pero Piquer y muy especialmente Las mareas… me ha hecho revivir algunos aspectos de nuestra geografía isleña (no olviden que Djerba es también una isla), así cuando hacia el final de la novela encontramos esta cita: “La isla conserva aún intacto su ambiente natural. En la actualidad sed siguen cultivando olivos y recolectando los dátiles de las palmeras. La pesca y el tejido de alfombras, son, con la alfarería, otras actividades importantes”.
¿Y Mallorca? ¿No lo ha condicionado todo a un turismo de ínfima calidad cultural?
Intuyo (quizás me equivoque, no sé) que Paco Piquer es un escritor sensible a las mutaciones irreverentes de las geografías (y sus tradiciones, su cultura en general), porque en Las mareas no saben de sentimientos hay, implícito, esa sensualidad creativa del pasado como elemento dinamizador del presente.
En fin, lean el libro; devórenlo. Encontrarán un mundo literario y / o creativo admirable.


Antoni Serra / Diario Última Hora (Mallorca)

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