Baile del Sol.- ¿Cómo surge Profesión
de fe?
Cecilia Domínguez Luis.- Surge como una necesidad de un “ajuste de cuentas”, una desacralización de
una doctrina establecida e impuesta, un poner en cuestión las llamadas Sagradas
Escrituras. Surge también, como todo lo que escribo, como una búsqueda
interior, en un territorio que es el de mi propia conciencia.
BdS.- ¿Se trata de un
desafío contra Dios o contra nuestra forma de vida?
CDL.- Es, ante todo una revisión desde la duda, desde la rebeldía y la negación
del dios de la violencia y la muerte, reconociendo la responsabilidad de la
caída en el engaño, para, a partir de ahí, y desde un territorio propio, como
si de un propósito de enmienda se tratara, intentar crear un mundo que esté por
encima de esa realidad divina y humana que rechazo. Más que desafío es, en todo
caso, un diálogo que establezco con un dios que no existe, o que si existe está
mudo, no se le escucha. Un dios que desde que dijo “Fiat” enmudeció y nos ha
dejado sin respuestas.
BdS.- Los versos recogen
injusticias y justificaciones, ¿es la poesía una buena herramienta para poner en
tela de juicio el comportamiento humano?
CDL.- La poesía es, sobre todo, una herramienta de reflexión, sobre uno mismo y
sobre la realidad que lo rodea y una llamada a la propia conciencia que parece
perdida en el marasmo de los días. La poesía pone en tela de juicio hasta a
ella misma y no cree en las verdades absolutas. Por otra parte, el compromiso
de la poesía, considerándola no solo una actividad de la conciencia sino
comunicación, debe ser con unas ideas generales que tengan mucho que ver con
los derechos del hombre, pero no con unas ideas determinadas.
BdS.- ¿La fe mueve montañas?
CDL.- Siguiendo con mi yo irreverente, a esta pregunta podría contestar que, para
mover montañas, mejor coger una pala.
BdS.- En el diálogo con ese creador del que parece negarse la existencia, la poeta, sin embargo, le pide cuentas sobre sus decisiones, ¿es así?
CDL.- Diría más bien que pido cuentas a un dios que nos han impuesto, sin
posibilidad de ponerlo en cuestión. Un dios al que, desde luego, no busco, por
más que lo parezca, porque ese dios o la idea de ese dios, solo podré
descubrirlo y recrearlo dentro de mí misma. Y es que ese dios, con su
inexistencia, me obliga, en cierta manera a buscar más allá de las cosas y, a
través del proceso creativo, encontrarle -o al menos intentarlo- un sentido
trascendental a la existencia.
BdS.-¿Cuánto hay en la fe
de miedo a la soledad?
CDL.- Si la pregunta se refiere a la fe en Dios (se puede creer en otras cosas,
mucho más humanas), desde luego se basa, a mi entender, en una necesidad de
asidero, al enfrentarnos con realidades incuestionables como la muerte. Por eso
creamos a dios, aunque no sea precisamente a nuestra imagen y semejanza, sino a
nuestra conveniencia y por nuestros temores.
"El poeta, una vez creada su realidad, comprueba que su deseo va más allá de lo creado, y regresa a su inicial desasosiego".
BdS.- ¿Hasta
qué punto continúa siendo la teocracia una realidad?
CDL.- El Vaticano es un claro ejemplo de teocracia y, además, de teocracia
absoluta, donde el Papa es reconocido, internacionalmente como jefe de Estado.
Otro ejemplo, el Estado islámico y sus ayatolas o el Dalai-lama. Todos ejercen
un poder que va más allá de la religión, justificándola de mil y una maneras, a
cual más peregrina.
BdS- ¿La ausencia de un
dios responsabiliza al ser humano de sus actos?
CDL.- Con dios o sin dios el hombre es responsable de sus actos. Lo que pasa que
dios es una buena excusa para justificar determinados comportamientos, por lo
general, poco éticos y humanos.
BdS.- ¿Qué
ha supuesto para ti esta experiencia poética?
CDL.- Ha supuesto un paso más en el camino de intentar conocerme a mí misma, a
mis demonios y también, por qué no, a mis días claros, única manera de intentar
conocer y, sobre todo, comprender la realidad en la que vivo.
BdS.- ¿Qué tienen en común la poesía y
la filosofía a la hora de plantearse el sentido de la vida?
CDL.- Tanto los filósofos como los poetas se caracterizan por ser seres
insatisfechos. El filósofo, una vez halladas las respuestas a sus preguntas,
comprende que eso es solo una parte del camino, y le surgen nuevos
interrogantes que lo inquietan y lo mueven a actuar. El poeta, una vez creada
su realidad, comprueba que su deseo va más allá de lo creado, y regresa a su
inicial desasosiego.
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