miércoles, 22 de abril de 2015

“MI VIDA CON POTLACH”, DE INMA LUNA

“Mi vida con Potlach”, de Inma Luna (Baile del Sol)
¡Vaya diario! Pobre Potlach. Un perro surgido de la nada, abandonado, aparece en el salón de Luis y Sonia, no sabemos si secuestrado o enviado por quien sea para proporcionar un asidero al propio Luis mientras se desmorona.
No nos damos cuenta. Los occidentales nos creemos muy listos. Pensamos que tomamos nuestras propias decisiones cuando siempre son otros quienes deciden por nosotros. (…) La respuesta no está en lo remoto sino en la cotidianeidad. Es ahí donde se tienen que trazar los perfiles de la existencia dejando que el espacio se ajuste a la necesidad, sin intentar llegar a conclusiones que están fuera de nuestro alcance, sin ser tan pretencioso.
Luis quiere caer. Decide que el resto del mundo no merece su compañía, excepto Potlach. Cree poder vivir esa vida e Imna Luna elige el diario como género para comprobar si será capaz de llevar a cabo su plan. Una elección interesante porque permite cierta libertad a la hora de contar lo que ocurre. Estamos sujetos a la capacidad de Luis (la que le dé la autora) de enfrentarse al papel según su estado de ánimo (o del nivel de acercamiento al inframundo) y podemos conceder ciertas licencias como períodos de ausencia. A cambio, exigimos que cada entrada sea memorable. En principio es un buen trato.
…sé que mucha culpa de aquello la tuvieron mis expectativas, mis elevadísimas expectativas respecto a la gente. La gente solo es gente y no está disponible. 
… estarían ahí si les necesitaba. Bueno, no lo pensaba verdaderamente, no son cosas sobre las que uno medite, solo se dan por hecho en la hora precisa.
El paso de Luis por la clínica psiquiátrica y sus comienzos fuera de ella conservan estas directrices, solo amenazadas por la entrada en escena de Noelia, con su madre y Guille como secundarios necesarios.
Una cuestión clara: esas ideas y planes perfectos en nuestra cabeza agonizan cuando se confrontan a la realidad, convertidas en meras ilusiones. El transcurrir de las páginas nos lleva a historias de custodias, redespertar social/sexual y algún que otro quiebro improbable. Se pasa de puntillas por errores donde se asumen escasas responsabilidades  y se llega a prescindir (a través de una trágica muerte de un personaje que poco parece importar y que comprometía el final feliz, convertida en villana culpable de casi todos los males)de secundarios molestos. Todo por encajar piezas, que nos devuelvan la ilusión, ahora que Potlach se ha ido después de cumplir con su cometido.
-Ya. ¿Y tú crees que permanecer inmóvil te salva de todo?, ¿crees que si tú no haces nada, el universo también se paraliza?
-…
-No sabes lo equivocado que estás, Luis. A ti lo que te pasa es que estás muerto de miedo.
Para la reflexión posterior, se abren tres vía de debate.
1º Estructura de diario
-A favor: da más libertad, permite avanzar a saltos. Rompe la linealidad, la relación causa-efecto, son pensamientos trasladados al papel y que se produzca esa traslación depende del estado de ánimo del escritor. Aporta veracidad, porque, en teoría, es un documento íntimo y engañarse a uno mismo es complicado. No significa necesariamente que lo contado sea cierto, pero sí que el escritor lo vea de ese modo.
-En contra: Se hace necesario que cada entrada sea memorable. Cada línea debe contar.
2º Interpretación del texto. Las pruebas de Inma Luna.
Ella misma nos reta. Solo ella puede expresar sus verdaderas intenciones. No es que sea realmente importante; el libro se hace nuestro cuando iniciamos la lectura. Ante Luis caben tres opciones, y todavía no sabemos cuál sería la más interesante:
-Estamos ante un cínico, descreído, alguien que ha perdido la fe en sí mismo y la humanidad y con razón.
-Un caprichoso egocéntrico, demasiado centrado en su propio ombligo, incapaz de ponerse en el lugar de otra persona.
-Alguien básicamente confundido. Con tendencia a charlas consigo mismo, en las que se refuta y acaba por darse la razón y al que el tiempo y contacto humano devuelven a la rueda.
3º ¿Qué pinta Potlach en todo esto?, ¿qué representa?, ¿es importante?
-La explicación obvia. Llega con la caída, sostiene en el fondo, acompaña en la subida y se va cuando todo vuelve a la “normalidad”.
-Podría ser Luis observándose a sí mismo. Su actitud sumisa, la aceptación de cualquier circunstancia y la fidelidad a una idea: abandonar todo contacto pero anhelar ese contacto al mismo tiempo.
-Su pérdida genera un ligero temblor, muy lejos de un terremoto registrable. Al fin y al cabo, y por muy duro que suene, es prescindible. Lo realmente importante es creer en la posibilidad de la vuelta, incluso para alguien como Luis.

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