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lunes, 2 de octubre de 2017
miércoles, 1 de abril de 2015
Comida para perros, de Gsús Bonilla
Comida para perros
Gsús Bonilla
Ed. Baile del sol,2014
100 pp.
12 euros
Nacimos para convertirnos en comida para perros. Y no es que la perspectiva de ser convertidos en comida para perros sea peor que convertirnos en cualquier tipo de comida. El problema es convertirnos en deshecho de la sociedad, de ser despojado de todo –y no hablo de pertenencias- de la poca humanidad que podamos tener. Nos convierten en basura. Gsús Bonilla viene a decirnos eso mediante un desesperado grito que sienta como una punzada. Si se lee el poemario impasible sin sentir un puñetazo en el mentón debe tenerse sangre de horchata o haberse enriquecido ilegalmente merced a algún negocio negro de los que aparecen día a día en los periódicos.
Comida para perros es crudo y real. El autor no renuncia a ningún tipo de escatología, a ningún tipo de exageración, de crueldad –incluso léxica- para transmitirnos su sensación: que somos comida para perros.
El poemario contiene una serie de textos, unos a modo de prosa, otros a modo de verso o de prosa poética. Desgrana sin un hilo conductor claro todas las sensaciones. Uno va saltando de texto en texto sintiéndose unas veces más conmovido, otras simplemente más cabreado. Descubre que cualquiera de nosotros también somos comida para perros.
Nos recuerdan los hechos diarios que muchos se empeñan en olvidar, en no ver, en no tener en cuenta (p.24):
“rememoro el silbido de la pelota de goma, el vacío de la
cuenca del ojo” (…)
Crueldad necesaria pues no está para componendas el tiempo que nos ha tocado vivir. Y así lo dice una y otra vez el autor (p.25):
“os maldecimos, como a aquellos que idolatran
las cuchillas de las alambradas
en las fronteras”
Reconocemos y nos reconocemos en las palabras y en los hechos, en los gritos, en los silencios, en los lloros, en las imágenes del telediario, en las que el telediario no es capaz de ofrecer, en la sombra de los desheredados, en los desheredados de nosotros, hijos de la orfandad de clase. Y, sin embargo, no le falta lírica al texto (p.27):
“hoy, cuando los niños acunan
botes de humo
y besan la anchura
en las bocachas de las escopetas
y se dejan la infancia
en la fumarola, poco después
de los fogonazos”
En algunos poemas es muy claro el lirismo (p.45):
“aquellas garras, desabotonaban la inmensidad del alma
la grandeza de los pájaros no estaba en su vuelo sino en el
descanso sobre los cables eléctricos, empapándose de agua
de lluvia (…)
Hay crítica pero no es lamento, es constatación, es deseo de hacer llegar (p.57):
“se tenía sed y no se podía combatir el fuego
encontraron la manera de castrarnos (…)”
No es lamento, no es inacción. Es grito que aúlla y pide movimiento y determinación (p.76).
“(…) todos ellos forman un corro. es el baile
de los terminales y os hace gracia”
Y (p.80):
“(…) es emocionante que una parte
de mi pueblo sigue preparada y planta cara a esta bestia
capital que nos clava, día a día, sus uñas”
Comida para perros, manual poético para la revolución, de Gsús Bonilla.
http://luisveagarcia.blogspot.com.es/2015/03/comida-para-perros-de-gsus-bonilla.html
lunes, 13 de octubre de 2014
Comida para perros, de Gsús Bonilla

Published on octubre 6th, 2014 | by Ismael Cabezas
3
Fotografía: Julia D. Velázquez

Comida para perros es su último poemario, publicado en Baile del Sol, sello que se ha caracterizado por editar algunos de los libros más brillantes, de eso que los exégetas han venido en llamar, “poesía de la conciencia crítica”, aunque a Bonilla, junto a otros poetas encuadrados en esa tendencia por la crítica, le interesa más la palabra desnuda que las meras etiquetas.
Es Bonilla un autor en el cual el poema no se decanta simplemente por esa mitificación de corte pequeñoburgues que es la inspiración, sino por el ejercicio de la concienzuda escritura poética y sus muchas lecturas donde ha aprendido el oficio, no en vano acota su material poético con citas de Nicolas Guillén, Enrique Falcón o Juan Carlos Mestre, por citar sólo a algunos.
El territorio poético, el mapa por donde figuran los personajes poéticos de Gsús Bonilla, es el de los excluidos, los sin voz, los outsiders, los que viven al margen; por el hollín de sus chimeneas comprendí el fuego en los orfelinatos, de los asilos, de las casas de acogida… en los sanatorios, afirma en el primer poema en prosa que abre la primera sección del libro, “Los perros policía”. Existe una clara dialéctica en este poemario, un claro enfrentamiento entre opresores y oprimidos; el que se sitúa en el vértice de la pirámide de explotación, es el que mete a los perros en las asambleas y en las reuniones de las comunidades de vecinos, el que escarba en el pecho del enfermo, el que hurga en su sonda. El animal es de naturaleza bondadosa, capaz de la más extrema empatía hacía el ser humano, sin embargo es el poder el que lo pervierte: sus perros ladran, olisquean a nuestros niños, a menudo babean y se orinan en los bastones de los ancianos. El perro policía deviene como símbolo de la tiranía en el poemario; tu perro confunde a sus vecinos, ladra a la tercera edad; a la vecina de enfrente, a su hijo parapléjico, mordisquea los tobillos a la infancia. Pero ante el poder opresor se erige la fuerza salvadora y redentora de la palabra: seremos sinceros / y escribiremos: Asco, /con nuestra caligrafía de mierda / con toda la violencia de la poesía. La palabra poética sirve para maldecir, especialmente a todos aquellos sin entrañas, que idolatran / las cuchillas de las alambradas / en las fronteras.
Pero el poeta, además de esta mirada de combate, crítica, también adopta otro registro y es capaz de encontrar la belleza en la irrupción de lo cotidiano: la grandeza de los pájaros no estaba en su vuelo sino en el / descanso sobre los cables eléctricos, empapándose de agua de lluvia. El poeta, ante el hecho trivial, casi sin trascendencia, denota una mirada que va más allá de lo convencional, y es esto, entre otras cosas, lo que le concede a un hombre la categoría de poeta.
No es Bonilla un poeta que esté en su torre de marfil ajeno a lo que sucede a su alrededor, sino que vive en contacto con la realidad más inmediata; acontecimientos como la convocatoria del 25 de septiembre para rodear el congreso asaltan sus poemas y una vez más son los excluidos, los marginados, a los que presta su voz, afirmando así: un ejército de agonizantes. los desprovistos. los finalizados, el colectivo de los consumidos. todos ellos forman un corro. es el baile de los terminales y os hace gracia.
El enemigo del pueblo es el capital, pero a un tiempo se siente una especial emoción cuando un individuo se dispone a defender lo que honestamente considera que es justo: consigo entender que mi cuerpo se prepara para la defensa de una causa justa; es emocionante que una parte de mi pueblo sigue preparada y planta cara a esta bestia capital que nos clava, día a día, sus uñas.
En Comida para perros, encontramos a un poeta que antepone el nosotros al yo, dándole voz, como ya hemos afirmado, a los que no la poseen, pero no por ello deja de practicar una poesía con una voz muy personal y que intenta deconstruir los entresijos del poder, cómo éste se infiltra en el día a día cotidiano, para subliminalmente, casi sin que nos demos cuenta, someternos y sojuzgarnos. En su último libro, Bonilla viene a confirmarse como una de las voces críticas más importantes del panorama poético español.
Autor: Gsús Bonilla, Título: Comida para perros. Editorial: Baile del Sol, Año: 2014, Páginas: 93
sábado, 20 de septiembre de 2014
EL ALBAÑIL QUE LE ESCRIBÍA VERSOS A LA POLICÍA ANTIDISTURBIOS
Publicado por: Diásporas Revista jueves, septiembre 18, 2014 /
Gsús Bonilla (Don Benito, Badajoz, 1971) es poeta, ilustrador y albañil libertario en paro. Su obra “Ovejas esquiladas que temblaban de frío” (2010) le convirtió en finalista del Premio Nacional de Poesía. Desde hace algunos meses, defiende su sexto cuaderno de poemas, Comida para perros (Baile del sol, 2014), una obra de prosa poética dedicada a la policía antidisturbios y a las víctimas de las protestas.

Gsús Bonilla, según Santos Perandones (todos los derechos reservados).
-Diásporas. ¿Cuántas veces le han confundido a usted con el otro “Jesús Bonilla”?
-Gsús Bonilla. Más de una, pero nunca por el físico (risas).
-Diásporas. Usted es Gsús con ‘g”, poeta y albañil. Porque es usted paleta, ¿no es cierto?
-Gsús Bonilla. En realidad, desde 2011, estoy en el paro. Pasé varios años sin cobrar un euro, en una especie de limbo legal provocado por un conflicto laboral. Los gerifaltes de la empresa se fugaron y nosotros dejamos de percibir nuestro salario, pero no podíamos cobrar ningún subsidio ni buscar empleo porque oficialmente, estábamos todavía trabajando. Y así hasta el año pasado… con mi pareja, con mi niña y como todo hijo de vecino, con mi hipoteca. Ahora vivo gracias a los 800 pavos que me da el Estado.
-Diásporas. Terrible…
-Gsús Bonilla. Sí, exacto, terrible. Puede imaginarse toda la impotencia y todo el odio que he sentido.
-Diásporas. ¿Odio?
-Gsús Bonilla. Sí, odio. Eso he dicho. Odio hacia un sistema que es capaz de devorar y de arrojar a la cuneta a seres humanos como usted o como yo.
-Diásporas. No nos ven.
-Gsús Bonilla. ¿Quiénes?
-Diásporas. Quienes nos gobiernan. No nos ven.
-Gsús Bonilla. No. No tienen ni idea de lo que está pasando. Tampoco quieren saberlo.
-Diásporas. Ahora defiende usted un libro de prosa poética: Comida para perros. Los perros de los que habla visten con uniforme y carecen de su proverbial nobleza… Quizá es que la perdieron de camino a alguna “mani”.
-Gsús Bonilla. En la mayoría de ocasiones, la figura del perro se utiliza en poesía como sinónimo de clemencia, compasión, lástima o perdón. Pero sucede que en mi libro se transfigura en rencor y resentimiento… Es un libro escrito desde la angustia y la ansiedad de las atmósferas que genera el poder para producir miedo.
-Diásporas. ¿De qué estamos hablando?
-Gsús Bonilla. Hablamos de violencia policial y social. Hablamos de personas como tú y como yo que hacen uso de un uniforme para tomarse la justicia por su mano y dejar a un pobre desgraciado tullido en el suelo. Dicen que ejercer la violencia contra niños y mayores es su deber; que dispensar a los desposeídos el mismo trato que a los criminales es su deber. Claro está, a uno le entran dudas. De esas dudas habla mi último libro. Yo soy poeta, y por lo tanto me expreso a través del ejercicio poético. Me gustaría pensar que mucha gente y muchos nadies como yo se pueden sentir reflejados en mis versos.
-Diásporas. Se diría que usted cree en el poder transformador de la poesía, que ésta, definitivamente, es un arma cargada de presente y de energía social.
-Gsús Bonilla. Le seré sincero, no. No creo que la poesía vaya a jugar un papel importante en todo este proceso de cambio. Hay mucha gente comprometida y con un discurso muy crítico, pero carecemos de influencia social. Lo que sí pienso es que las cosas pueden irse transformando poco a poco, y no de un día para otro. Yo mismo era un desclasado sin ideología metido hasta las cachas en un sistema absurdo: mi chica, mi juerguita y el centro comercial. Ahora, como casi todos, me pregunto qué he estado haciendo durante todos estos años.
-Diásporas. ¿Y le ha traído a ustes muchos problemas dedicarle un libro a la policía?
-Gsús Bonilla. No. Lo que sí he recibido son críticas. Alguna gente me ha insinuado que a protestar se va a las manis.
-Diásporas. ¿A qué gente se refiere?
-Gsús Bonilla. A otros poetas. Véase, por ejemplo, los del entorno de la poesía de la experiencia. Y que quede claro que no me refiero a una crítica personal. Simplemente, hay un grupo de poetas que no acaban de entender que utilicemos los versos para denunciar qué está pasando en este país gobernado por tarados y sociópatas. Personalmente, me siento muy orgulloso de que se considere mi trabajo “poesía social” y de hacer uso de mi voz para arremeter contra el sistema.
-Diásporas. Y no es usted el único… medio centenar de poetas ha organizado un encuentro en Madrid, a principios del próximo mes, en el nombre de la desobediencia*. Si no me equivoco, también usted forma parte de ese encuentro.-Gsús Bonilla. Sí… así es. Son cincuenta, como dice. Algunos de ellos conocidos y otros, menos. Falcó, Antonio Orihuela, Francisca Aguirre, Laura Casielles, Ana Pérez Cañamares, Miguel Ángel Muñoz Sanjuan… Todos tenemos claro quién es el enemigo.
Para acceder a más información sobre el encuentro madrileño de poetas VOCES del EXTREMO 8
Fragmento de un poema, de Comida para perros.
[1. Los perros policía]
3.
correrán tras la plomada, devorarán la pancarta
tras la punzada del frío, tras un dolor cualquiera
por los presos políticos, por los encarcelados comunes, por
cualquiera que garabatee con negro las paredes blancas del
palacio
que seáis atentos-exijo- con todos y cada uno de mis
familiares
invitarles a abandonar la habitación del llanto no es el mejor
de los festejos
tu perro confunde a sus vecinos, ladra a la tercera edad; a la
vecina de enfrente, a su hijo parapléjico
mordisquea los tobillos a la infancia[...]
Gsús Bonilla, de Comida para perros (Baile del sol, 2014).
© Diásporas / Público 2014
Gsús Bonilla (Don Benito, Badajoz, 1971) es poeta, ilustrador y albañil libertario en paro. Su obra “Ovejas esquiladas que temblaban de frío” (2010) le convirtió en finalista del Premio Nacional de Poesía. Desde hace algunos meses, defiende su sexto cuaderno de poemas, Comida para perros (Baile del sol, 2014), una obra de prosa poética dedicada a la policía antidisturbios y a las víctimas de las protestas.

Gsús Bonilla, según Santos Perandones (todos los derechos reservados).
-Diásporas. ¿Cuántas veces le han confundido a usted con el otro “Jesús Bonilla”?
-Gsús Bonilla. Más de una, pero nunca por el físico (risas).
-Diásporas. Usted es Gsús con ‘g”, poeta y albañil. Porque es usted paleta, ¿no es cierto?
-Gsús Bonilla. En realidad, desde 2011, estoy en el paro. Pasé varios años sin cobrar un euro, en una especie de limbo legal provocado por un conflicto laboral. Los gerifaltes de la empresa se fugaron y nosotros dejamos de percibir nuestro salario, pero no podíamos cobrar ningún subsidio ni buscar empleo porque oficialmente, estábamos todavía trabajando. Y así hasta el año pasado… con mi pareja, con mi niña y como todo hijo de vecino, con mi hipoteca. Ahora vivo gracias a los 800 pavos que me da el Estado.
-Diásporas. Terrible…
-Gsús Bonilla. Sí, exacto, terrible. Puede imaginarse toda la impotencia y todo el odio que he sentido.
-Diásporas. ¿Odio?
-Gsús Bonilla. Sí, odio. Eso he dicho. Odio hacia un sistema que es capaz de devorar y de arrojar a la cuneta a seres humanos como usted o como yo.
-Diásporas. No nos ven.
-Gsús Bonilla. ¿Quiénes?
-Diásporas. Quienes nos gobiernan. No nos ven.
-Gsús Bonilla. No. No tienen ni idea de lo que está pasando. Tampoco quieren saberlo.
-Diásporas. Ahora defiende usted un libro de prosa poética: Comida para perros. Los perros de los que habla visten con uniforme y carecen de su proverbial nobleza… Quizá es que la perdieron de camino a alguna “mani”.
-Gsús Bonilla. En la mayoría de ocasiones, la figura del perro se utiliza en poesía como sinónimo de clemencia, compasión, lástima o perdón. Pero sucede que en mi libro se transfigura en rencor y resentimiento… Es un libro escrito desde la angustia y la ansiedad de las atmósferas que genera el poder para producir miedo.
-Diásporas. ¿De qué estamos hablando?
-Gsús Bonilla. Hablamos de violencia policial y social. Hablamos de personas como tú y como yo que hacen uso de un uniforme para tomarse la justicia por su mano y dejar a un pobre desgraciado tullido en el suelo. Dicen que ejercer la violencia contra niños y mayores es su deber; que dispensar a los desposeídos el mismo trato que a los criminales es su deber. Claro está, a uno le entran dudas. De esas dudas habla mi último libro. Yo soy poeta, y por lo tanto me expreso a través del ejercicio poético. Me gustaría pensar que mucha gente y muchos nadies como yo se pueden sentir reflejados en mis versos.
-Diásporas. Se diría que usted cree en el poder transformador de la poesía, que ésta, definitivamente, es un arma cargada de presente y de energía social.
-Gsús Bonilla. Le seré sincero, no. No creo que la poesía vaya a jugar un papel importante en todo este proceso de cambio. Hay mucha gente comprometida y con un discurso muy crítico, pero carecemos de influencia social. Lo que sí pienso es que las cosas pueden irse transformando poco a poco, y no de un día para otro. Yo mismo era un desclasado sin ideología metido hasta las cachas en un sistema absurdo: mi chica, mi juerguita y el centro comercial. Ahora, como casi todos, me pregunto qué he estado haciendo durante todos estos años.
-Diásporas. ¿Y le ha traído a ustes muchos problemas dedicarle un libro a la policía?
-Gsús Bonilla. No. Lo que sí he recibido son críticas. Alguna gente me ha insinuado que a protestar se va a las manis.
-Diásporas. ¿A qué gente se refiere?
-Gsús Bonilla. A otros poetas. Véase, por ejemplo, los del entorno de la poesía de la experiencia. Y que quede claro que no me refiero a una crítica personal. Simplemente, hay un grupo de poetas que no acaban de entender que utilicemos los versos para denunciar qué está pasando en este país gobernado por tarados y sociópatas. Personalmente, me siento muy orgulloso de que se considere mi trabajo “poesía social” y de hacer uso de mi voz para arremeter contra el sistema.
-Diásporas. Y no es usted el único… medio centenar de poetas ha organizado un encuentro en Madrid, a principios del próximo mes, en el nombre de la desobediencia*. Si no me equivoco, también usted forma parte de ese encuentro.-Gsús Bonilla. Sí… así es. Son cincuenta, como dice. Algunos de ellos conocidos y otros, menos. Falcó, Antonio Orihuela, Francisca Aguirre, Laura Casielles, Ana Pérez Cañamares, Miguel Ángel Muñoz Sanjuan… Todos tenemos claro quién es el enemigo.
Para acceder a más información sobre el encuentro madrileño de poetas VOCES del EXTREMO 8
Fragmento de un poema, de Comida para perros.
[1. Los perros policía]
3.
correrán tras la plomada, devorarán la pancarta
tras la punzada del frío, tras un dolor cualquiera
por los presos políticos, por los encarcelados comunes, por
cualquiera que garabatee con negro las paredes blancas del
palacio
que seáis atentos-exijo- con todos y cada uno de mis
familiares
invitarles a abandonar la habitación del llanto no es el mejor
de los festejos
tu perro confunde a sus vecinos, ladra a la tercera edad; a la
vecina de enfrente, a su hijo parapléjico
mordisquea los tobillos a la infancia[...]
Gsús Bonilla, de Comida para perros (Baile del sol, 2014).
© Diásporas / Público 2014
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