domingo, 27 de septiembre de 2020

Reseña de CARCOMA, de Yurena González Herrera en El Escobillón

Carcoma, de Yurena González Herrera





Si algo bueno ha tenido la maldita pandemia es que tras convertirse en esto que ahora llaman nueva normalidad reinició una serie de publicaciones que habían permanecido en hibernación durante el largo, agotador y ahora poco recordado confinamiento.

Las novedades comenzaron a brotar a finales de la primavera y ya ocupaban las librerías a inicios de un verano raro, extraño, que no ha tenido nada que ver con los anteriores. Un verano que pasa como si pasaran las otras estaciones del año, un trámite diario hasta que se le acabe la cuerda a muchos de nosotros y empiece la de otros, actores que abren sus ojos a un mundo nuevo y diría que más hostil. Un mundo que establece los límites entre uno y otro y en el que están prohibidos hasta nuevo aviso los besos y los abrazos.

En este escenario tan desolador han ido apareciendo afortunadamente novelas y cuentos que pueden entenderse como un anticipo de lo que se avecinaba. Todas estas obras fueron escritas antes del día que todo cambió y si algo coincide en ellas es su mensaje pesimista y que la mayoría de los títulos están escritos por escritoras. Y me centro solo en lo que genera la literatura que se produce en las islas y la que escriben las escritoras y los escritores nacidos en las islas que residen en ellas o en otro lugar que no son las islas aunque a veces se trate de una isla.

La lista es larga, por fortuna, pero destacaría entre otras a Andrea Abreu, quien con Panza de burro ha puesto las cosas del revés al derecho. Se trata de una escritora que ha revolucionado nuestra perspectiva de ver las cosas al acercar con un lenguaje que explora la riqueza del habla canaria y otro mixturado por ella a unos protagonistas y un paisaje muy nuestro solo que observado con cercana y en ocasiones trágica ironía.

Esa misma trágica y si quieren también rural ironía la encuentro en los textos de Naira Marco en su notable Diecisiete relatos sobre la decepción y otros tantos sencillamente decepcionantes, libro seleccionado en el Concurso con Editores del Festival Índice 2018, testigo que recoge Yurena González Herrera en Carcoma (Baile del Sol Ediciones, 2020) del mismo certamen en su edición de 2019. Historias cortas que, escritas en clave poética en muchas ocasiones, tienen pegada, saben llegar al corazón y erizar la piel.

Llegué a Yurena González Herrera a través de un libro de microrrelatos que, tiempo al tiempo, está llamado a convertirse en un título de culto: El diablo se esconde en los detalles (2016), breves historias breves que basculaban entre los negro en su vertiente más negra con el terror en sus vertiente igual de tenebrosa y oscura con el fin de generar desasosiego.

Aquel puñado de cuentos cumplía su cometido y no dejaba indiferente a nadie. Estaban sumamente trabajados y solían estar cerrados con finales desconcertantes, vueltas de tuercas que engrandecían no reducían su fuerza narrativa.
La escritora vuelve ahora hacer lo mismo con Carcoma (Bailes del sol, 2020), solo que con un estilo más depurado y certero. Los microrrelatos se ocupan ahora más en explorar el secreto de las palabras que en redondearse con un final que corte la respiración por lo que se aprecia que como escritora Yurena González ha crecido, madurado aunque no sea ésta una idea que me resulte apropiada para definir la riqueza que como narradora ha alcanzado.

Carcoma, ya lo avisa el título, resulta un libro de sobresaliente voracidad porque sabe contagiar en el lector una incierta incomodidad que pesa en cada uno de sus relatos. Dividido en cinco secciones: Caja de insectos, Desperdicio cero, Patrón larvario, Entre la savia y Triturador de pesadillas se nota y se aprecia que la obra está escrita a modo de exorcismo con el fin de perseguir y acabar con los demonios que a todos nos asaltan de tanto en tanto. Y no hay tregua con ellos. Destacan de estas historias que no llegan ni a media página la capacidad que tiene la escritora para condensar en tan pocas líneas tanta experiencia. La labor de sintetizar estos universos, muchos de ellos salidos de un mal sueño o una pesadilla, es notable sobre todo porque producen una sensación de inquietud que obliga a repetir la lectura de la mayoría de los textos, si no de todos.

Tal y como se presenta el panorama ante el próximo curso literario, me veo en la obligación de llamar la atención sobre un libro, Carcoma, y sobre una escritora, Yurena González Herrera, que va camino de convertirse en una de las mejores narradoras de historias cortas a este lado del Atlántico y, tiempo al tiempo, con alcance en otros territorios.

Su literatura, porque Yurena González hace literatura, es concentrada y tiene señas de identidad propia. Detrás se encuentra una narradora que, como las anteriormente citadas, sabe expresar sus contradicciones privadas y convertirlas en manantial a través del cual saciar su sed de venganza. Venganza contra esos demonios que, ahora en franco retroceso, le sirven para mostrarnos sus pesadillas y la visión íntima y personal de cómo observa las cosas.
Para ilustrarlo con un ejemplo y a modo de conclusión, reproducimos el microrrelato Pelo de Gato, texto que corresponde a la sección Triturador de pesadillas:

“Todo regresa a su sitio, el maíz vuelve a crecer y el viento esconde secretos allí. Agudizo el oído desde mi cama, la última vez me arriesgué demasiado. Cae pelo de gato de este cielo extraño, humedece el campo. Todo vuelve a empezar. Y solo nos queda escondernos con la esperanza de que sea el final”.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador

http://www.elescobillon.com/2020/09/carcoma-de-yurena-gonzalez-herrera/

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