sábado, 9 de junio de 2018

Reseña MALDITO Y BIENAMADO BIBELOT, de Heberto de Sysmo en El coloquio de los perros

HEBERTO DE SYSMO. MALDITO Y BIENAMADO BIBELOT
(Baile del Sol, Tenerife, 2017)
por MANUEL GUERRERO CABRERA
       Heberto de Sysmo (seudónimo del valenciano José Antonio Olmedo López-Amor), autor de los poemarios Luces de antimonio (2011), El testamento de la rosa (2014), La soledad encendida (2015) y La flor de la vida (2016), ofrece en Maldito y bienamado Bibelot cómo el lenguaje es expresado, desde su concepción hasta su plasmación.

       La obra se divide en cuatro partes: Physis, Mathesis, Mimesis y Semiosis; cuatro visiones complementarias de la relación de la palabra con quien la usa y le otorga existencia. En la primera, y desde el primer poema ('Dicotomía sausseriana'), el autor nos hace reflexionar sobre su pertenencia:

Esta modo de creer que somos y decimos.
Este acopio de signos sin ternura
¿es mi lenguaje?

       No emplearlo recuerda al hombre que es animal ('La fuerza de la Naturaleza'), aunque a veces sea partidario de la mentira ('Atavío': «Si en algo aprecias la sinceridad, / ¿por qué sigues leyendo?»), pero que es voluntad determinada por el tiempo lo que hace que se crea en ella ('Palabra'):

Tu cuerpo azotado por el tiempo,
lo eterno en ti, fugaz, te magnifica;
avatar de la esencia
que escombras a tu paso
la fe de los indignos.
       Mathesis, la segunda parte, ahonda en lo anterior con el añadido del encuentro, de hacerlo de cada uno, como un aprendizaje: «nacer en ti, vivir, morir cantando» dirá en 'Ergógrafo del alma'. Y, así, va surgiendo ('Dicterio': «una delgada línea limita / la carne del vacío») y aspira a ser algo más, como expresa uno de los mejores poemas del conjunto, 'El encuentro':

Atrapado en la hora de papel
palpita un verso;
espera
estremecer un corazón,
deslumbrar una mente,
desarbolar una conciencia…
Para ser Poesía.

       Poesía con pe mayúscula que se hace nuestra, que consigue darle sentido a lo que declara… Esta es la intención de la tercera parte, Mímesis, en cada uno de sus breves poemas, algunos tan intensos como este 'Epifenómeno':

Sentir:
impulso ágrafo que escribe heridas.

       O la declaración de este sentimiento en 'Isocronía del dolor y la escritura', en el que se afirma que «Estamos vivos […] / por eso escribimos». El dolor se plasma en la palabra, adquiere relieve y relevancia; lo que nos lleva a la cuarta y última parte, Semiosis, la identificación de la palabra y su expresión con ese ser que siente y vive ('Células comunicantes'):

Quien está muerto, calla;
quien está vivo, expresa.
El lenguaje es la vida,
yo mismo soy lenguaje.

       La dicción es lo que nos entrega la vida, con la que se pueden crear otras formas de vida y de expresión. Este Maldito y bienamado Bibelot es un manifiesto ontológico de la palabra, un deseo alentado de ser mediante la palabra, unida a la vida para siempre:

Decir para vivir,
vivir para decir,
y después de haber dicho
volver a desdecirse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario