viernes, 14 de octubre de 2016

Reseña de "La casa sin ventanas" en LaNuevaEspaña

TERRITORIO DEL SILENCIO
El cuaderno de resistencia y reflexión de Alberto García-Teresa

Ana Vega

La poesía como campo de batalla, testigo y testimonio de una realidad y un tiempo, compromiso y resistencia que permanece inalterable ante cualquier golpe de mar, ante todo intento institucional de sellar sus manos o amordazar su discurso. La poesía y la labor de quien escribe como algo que va más allá del propio acto poético, como herramienta de cambio, como elemento transformador, como vínculo social de cohesión y rebeldía, como instrumento del pueblo para alzar la voz, para ser escuchado y para tomar las calles desde la habitación propia de cada casa y cada ciudad. Alberto García-Teresa nos ofrece un cuaderno de resistencia, de análisis y reflexión sobre esta precariedad de vida que el poder ha establecido como norma en esta casa sin ventanas que habitamos y donde apenas es posible ya respirar. Alberto García-Teresa ha publicado varios libros de poesía, microrrelatos y ensayos críticos, pertenece a la asamblea editora de la revista Caja de resistencia.
Esta casa sin ventanas que todas y todos conocemos tan bien se ha convertido no sólo en jaula o caverna en la que sólo podemos percibir las sombras, también en una cierta amputación de sentidos y capacidad de lucha. La indefensión aprendida nos convierte en meros títeres del escenario: “Existe un piso de arriba, / de donde nos llegan las órdenes. / Las acatamos por miedo/ a que tiemble el piso de abajo”. Es, por tanto, esta casa sin ventanas la alegoría perfecta para definir y analizar este hecho histórico en el que la barricada ha dejado paso a la absoluta indiferencia. Tan sólo nos conmueve el sentido más práctico o funcional de cada uno de nuestros movimientos, nunca indagar más profundo, tan sólo repetir una y otra vez la ejecución exacta de la función asignada a cada cuerpo: “Doctos en el ángulo recto, los inquilinos de la casa sin ventanas/ guardamos una calculadora en cada bolsillo/ y dormimos recitando/ las tablas de multiplicar”. Cierto carácter autista y autómata el de esta sociedad o casa sin ventanas: “Cada vez, levantamos más tabiques/ en la casa sin ventanas”. La hipocresía, la mentira y la cobardía se han instaurado como modo de relacionarse y por tanto método implacable de dominación callada: “Nadie mira a la cara a otros/ sin llevar bien firmes/ barbas postizas, pelucas, / pinacotecas de maquillaje/ en la casa sin ventanas”. Los afectos también han sido tomados por el poder: “En la casa sin ventanas, / se ama/ sólo para/ conseguir una cama más ancha”. Una casa por tanto difícil de atravesar o destruir incluso porque “también edificamos/ una casa sin ventanas/ bajo nuestra piel”. Una casa o territorio perfectamente delimitado: “Sin ventanas/ pero con alambradas, / con puertas de seguridad, / con tarjetas de vigilancia, / controles de paso, / de visado, / vallas, espacios de internamiento/ antesalas e la expulsión, / patrullas en los soportales, / pasaportes electrificados”. En definitiva una “fortaleza para los de fuera; cárcel para los de dentro”. Cabe preguntarse ahora cómo derribar los muros que nosotras y nosotros mismos hemos construido: “¿Qué camino pueden trazar/ aquellos pies que no han marchado/ fuera de la casa sin ventanas?/ ¿Qué distancia?/ ¿Con qué geometría?”.

La casa sin ventanas
Alberto García-Teresa
Editorial Baile del Sol, 2016

116 páginas, 10 euros



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