jueves, 6 de agosto de 2015

El mono en el espejo


 
 
Xabier López López, autor de un buen puñado de novelas para adultos y algunas infantiles y juveniles, ha ganado multitud de premios literarios. La editorial Baile del Sol publica por primera vez una de sus obras, “El mono en el espejo”, galardonada en el año 2002  con el Premio Lueiro Rey de Novela Curta,un premio anual procedente del Concello do Grove con el patrocinio de la Diputación Provincial de Pontevedra.
Traducida del gallego por Marta García Seoane, esta es sin duda una de las entradas más brillantes del catálogo de Baile del Sol. Una novela breve y potente que está a la altura de otros grandes aciertos en narrativa por parte de esta editorial, como son “Mi vida con Potlach” de Inma Luna o “Los dientes del corazón” de Ramón J. Soria Breña, por citar sólo algunos de los que más nos han gustado.
Un sol cegador: gótico sureño
El relato es inicialmente anodino y costumbrista, pero enseguida comienza a salpicarse de datos inquietantes. De una forma sutil pero continua, consigue asombrar al lector de la misma manera que el paseante advierte sorprendido las primeras gotas de lluvia en el suelo antes de ser consciente de estar mojándose. Y al final, lo que realmente tenemos entre manos es una novela de realismo psicológico que juega continuamente a poner a prueba la inteligencia del lector.
Posiblemente, el mejor término que define a esta novela es inquietante. Tenemos a un anodino profesor de literatura que disfruta conformado de una vida bastante gris, y que juega a relacionar cualquier anécdota sin importancia con alguno de los múltiples libros que almacena en su memoria. De este modo encontramos referencias literarias salpicadas a lo largo de toda la novela en un ejercicio de lucimiento por parte del autor, quien demuestra sus conocimientos y también recomienda de alguna manera sus lecturas favoritas.
Poco a poco nos damos cuenta de que todas las referencias al verano, el calor, la indolencia, el bochorno, la pereza, la sed, la luz excesiva y cegadora… crean un marco literario con elementos propios del gótico sureño, un subgénero de la novela gótica procedente del sur de los EE.UU. y al que pertenecen algunas obras de escritores como William Faulkner, Stephen King, William Gadis, Joyce Carol Oates, Nick Cave o Cormac McCarthy. El final, absolutamente inesperado y escalofriante, nos confirma la cercanía de esta novela con los autores y el género citados: pero no vamos a desvelar en absoluto la trama, deberán descubrirla los lectores por sí mismos.
Miedos atávicos, leyenda  o realidad
Xabier López López se sirve principalmente de dos mitos para construir el argumento en “El mono en el espejo” y conformar la compleja personalidad del protagonista, cuya realidad, plagada de destellos, vapores etílicos y confusión mental, se nos escapa debido a que sólo contamos con su versión y los pocos datos que se entreven en cada puñado de párrafos.
Por un lado, tenemos el mito del niño salvaje, el cual hace referencia a todas esas leyendas de humanos criados por manadas de animales. Desde siempre han circulado multitud de historias falsas al respecto, pero también tenemos algunos casos documentados. Quizá la procedencia gallega del autor haya auspiciado esta base argumental. Galicia es una región plagada de mitos y leyendas y sus habitantes, especialmente los de regiones más pequeñas o alejadas del ruido del siglo XXI, conservan ese precioso contacto con los animales y la Naturaleza del que nos despoja la civilización y el progreso, convirtiéndonos en fotocopias andantes y deshumanizadas. El otro mito es el que da título a la novela: el mono en el espejo hace referencia a todos aquellos experimentos de laboratorio que se han realizado con diferentes animales, colocándoles delante de un espejo para estudiar sus reacciones. Se dice que simios, delfines, elefantes y urracas son conscientes de su propia existencia y que interactúan con su reflejo de manera similar a como lo haría un ser humano cuando lo descubre.
Digresiones y un final inesperado
La técnica que más influye a la hora de propiciar ese ambiente continuamente inquietante es, sin duda, la digresión: los cambios de tema inesperados se ramifican a lo largo de todo el texto. La finalidad del autor es aportar datos relativos al argumento principal, de forma rítmica y constante, pero espaciados, de modo que se mantenga en vilo la intriga del lector. Así, encontramos multitud de paréntesis literarios costumbristas, recuerdos del protagonista, etc.
Poco a poco, y cuando más nos vamos acercando hacia el final, Xabier López juega con mucho acierto a evocar todos los fantasmas del lector con la vieja estrategia de asustar precisamente con aquello que no se nombra. Es la mente del que lee la que anticipará imágenes horripilantes acerca de lo que podría pasar, sea cual sea el desenlace. En todo caso, ni la trama ni el final son absolutamente claros ni se solucionan por completo: los cabos sueltos deberá atarlos cada lector a su manera.
Nos parece una novela espléndida y la recomendamos con fervor a todos aquellos lectores que se atrevan a perderse entre sus luces y sus sombras.
MARTA LÓPEZ

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