jueves, 5 de junio de 2014

Crisis, por Jorge Majfud


Editorial Baile del Sol. 141 páginas. 1ª edición de 2012.

Creo que conocí el nombre de Jorge Majfud (Tacuarembó, Uruguay – 1969) cuando, en la Feria del Libro de Madrid de 2009, algunas editoriales independientes tuvieron la simpática idea de intentar promocionar -a través de un encuentro en el que se hablaba sobre la calidad de las obras y los pocos frutos que había dado su promoción- al worst seller de la editorial. Baile del Sol presentó a este encuentro la novela La reina de América de Jorge Majfud.
El año pasado hice un pedido de mis propios libros a Baile del Sol, y a la lista añadí algunos de los títulos de la editorial que me apetecía leer; y que yo compro al precio especial de autor. Entre estos libros, que recogí en la estación de correos cercana a mi casa, me llegó Crisis (2012) de Majfud. Creo que su portada –a mi juicio la más atractiva de un libro de Baile del Sol-, elaborada con un dibujo de Ernesto Camacho Jr. y diseñada por Ramón Buzón, contribuyó al interés por esta obra del extenso catálogo de Baile del Sol. A este detalle casi aleatorio de la portada, se unía mi interés por los autores hispanoamericanos y el tema de esta novela: la comunidad latina de Estados Unidos.

En la contraportada del libro (imagino que escrita por el propio autor) se nos dice: “Crisis es una novela-mosaico cuyos protagonistas son múltiples y son uno solo. El mosaico, sin principio ni final, se compone de diferentes momentos del drama, las angustias y las esperanzas de los inmigrantes hispanos en Estados Unidos en el contexto de la Gran Recesión. (…) El mosaico, la unidad hecha de fragmentos, es la gran nación hispana en el corazón del gran país anglosajón.”

La novela se compone de diferentes fragmentos narrativos, que bien podrían ser tomados por microrrelatos. Su presentación es siempre la misma: Fecha, evolución del índice bursátil Dow Jones, un lugar y una hora. Por ejemplo:

Miércoles 15 de octubre. Dow Jones: 8.577
Orofino, Idaho. 6:30 PM

El índice Dow Jones marca la evolución de la crisis financiera que, como al resto del mundo, afecto a Estados Unidos entre los años 2008 y 2009. Así, en la primera anotación del libro, en la página 11, nos encontramos con un Dow Jones que marca los 13.058, y que en la página 65 ha descendido hasta los 6.598. Entre esos números se desarrolla los dramas propuestos en la novela.
En los fragmentos de Crisis nos acercamos a diversos personajes latinos que han de enfrentarse a una situación que normalmente les provoca un choque cultural. En muchos casos, estos choques culturales tienen que ver con la mirada con la que los norteamericanos observan a los latinos, una mirada cargada, en más de un caso de clichés culturales: los latinos son machistas, violentos, no saben mantener la distancia adecuada entre las personas… Y los latinos que pueblan las páginas de esta novela habrán de enfrentarse a las limitaciones que esos tópicos les imponen como ciudadanos, en un contexto en el que el trabajo se está empezado a volver cada vez más precario para los menos favorecidos, entre los que se encuentran ellos mismos. Y la “crisis” a la que alude el título de esta novela será, por tanto, económica, pero también será una crisis de identidad. En este sentido me ha conmovido la escena en la que un grupo de personas en un restaurante aplauden a unos veteranos de guerra y una mujer latina empieza a aplaudir también por no sentirse excluida, ante la indiferencia de un anglosajón, que parece mostrar así su rechazo a la guerra. Esta escena será luego narrada por la mujer a su marido latino, quien cargará sus palabras contra el anglosajón no patriótico.

Los contrastes culturales de los que se ocupa esta novela se pueden observar, con claridad, en este párrafo de las páginas 54-55: “Mira sentado al borde del río de la Fifth. Nadie se toca al pasar. Es ese espacio que meten los anglos entre uno y otro. El mismo espacio que meten entre una voz y la otra. Los latinos se tocan, se interrumpen y se solapan en sus discusiones. Hay un metro normal entre dos amigos que hablan y un segundo entre un argumento y el otro. Ellos son más fríos, más crueles, más respetuosos. Indiferentes. Uno no se imagina cómo se miran y se seducen sin correr el riesgo de ser demandados por acoso. Uno no se imagina cómo hacen el amor con veinte centímetros de distancia entre uno y otro.”

Los enfoques de la novela son múltiples: se usa la primera persona, la segunda o la tercera; se habla de inmigrantes recién llegados, o de segunda o tercera generación, que critican a los recién llegados porque no se “adaptan”; se muestran las voces de políticos en un debate de televisión enfocado a latinos; hombre, mujeres; jóvenes pandilleros violentos o profesores universitarios intelectuales; también aparecen bastantes páginas en las que un profesor comenta ideas sobre una tesis universitaria sobre el valor simbólico de los superhéroes en la cultura norteamericana…

Los personajes son múltiples, aunque en muchos casos se repitan los nombres (principalmente los de Ernesto y Lupe); y en más de un caso parece que se esté hablando de la misma persona de la que ya leímos fragmentos de texto anteriormente, con otro nombre y localizado en otro lugar de Estados Unidos. En más de un caso hay un persona –normalmente identificado con el nombre de Ernesto- que nos podía hacer pensar en un trasunto del propio autor: en Nueva York nos encontramos con “Ernesto, el uruguayo de la libretita de cuero” (pág. 54); y en la página 66 aparece otro Ernesto que es escritor, y que ahora se encuentra en California; en otras páginas y otros lugares habrá más Ernestos que parecen ser profesores de universidad interesados por el contraste entre la cultura norteamericana y la latina.

La construcción del lenguaje de la novela parecía, a priori, algo complicado: si se quiere dar voz a toda la comunidad latina de Estados Unidos ¿cómo hacerlo?: ¿Mezclando todas las variantes idiomáticas del español de Hispanoamérica con construcciones propias del inglés? ¿Un personaje habla con deje mexicano, otro chileno y otro salvadoreño? Jorge Majfud elige para escribir Crisisun registro del español culto; y en realidad casi todos sus latinos (o el narrador que habla de esos latinos) se expresan con un lenguaje cuidado, cargado de una leve poesía melancólica, bastante parecido; salvo por alguna pequeña variante que consigue dar al texto un sabor localista. Así, en la página 11 nos encontramos con términos como “perros hermanos” y “jimadores”, que identifico con mexicanismos. Me interesa detenerme en una construcción lingüística como la siguiente: “un día me había cruzado con una mara, una patota como le dicen allá”, en la que gracias a esas palabras contrastadas (“mara” y “patota”) conviven dos variantes latinas en la misma comunidad.

Al pensar en Crisis me viene a la cabeza la obra del escritor Junot Díaz. Sus tres libros publicados, dos de cuentos (Los boys y Así es como la pierdes) y una novela (La maravillosa vida breve de Óscar Wao); aunque están escritos originalmente en inglés, tratan de temas parecidos a los de Crisis: la integración de una comunidad latina (en su caso la dominicana) en Estados Unidos. Pero podría apuntar, que las historias de Díaz, partiendo de una mirada más estrecha (la comunidad a la que él pertenece, la dominicana) logra un cercanía mayor con el lector porque nos habla de personajes concretos con unas peripecias más desarrolladas que las del libro de Majfud.

Creo que me hubiera gustado más leer una novela sobre la experiencia concreta (con una secuenciación de escenas) de uno sólo de los “Ernestos” propuestos en la novela (reflexiono sobre la construcción novelística: desde lo concreto uno debe aspirar a la experiencia universal); pero la apuesta de Majfud me parece compleja, y como lector agradezco los riesgos que toma. Me ha gustado acompañar en esta aventura-mosaico latina a un nuevo autor hispanoamericano, acercarme a la obra de Jorge Majfud, compañero de editorial.

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