Viejos antas locomotoras han vuelto a circular por los raíles del destiempo, huellas rimbaudianas de polvo han levantado de nuevo las suelas de nuestras botas. La serenidad que transmite La Tortuga de Luang Prabang y otras historias de viaje de principio a fin hermanan este libro con cualquier obra de Bowles o Tubron, siempre a la distancia justa. Son puertas pequeñitas a lugares no relacionados entre sí de no ser por el viajero-narrador, que lo unifica todo con esa mirada limpia de los viajeros de larga duración. Corredor de fondo de la literatura y los viajes, así podríamos definir perfectamente a Antonio Cordero (Madrid, 1963), poeta, escritor, viajero, del que habíamos seguido con dificultad su interesante obra poética hasta no hace mucho en publicaciones de culto como Delta 9 THC y otras como Los Cuadernos del Matemático o La Factoría Valenciana. Hace dos años pudimos ver al fin su obra poética reunida en el libro En el hangar cromado, publicado en la cuidadísima colección de poesía Buccaneers, de Varasek Ediciones. Por otra parte, la firma de Antonio Cordero ha aparecido regularmente desde hace unos años en la prestigiosa revista de viajes Altair, donde el autor de La Tortuga de Luang Prabang da cuenta de sus largas y a veces erráticas, pero nada desatinadas, travesías a lo largo y ancho del planeta.
En todos los relatos de La Tortuga de Luang Prabang encontramos la presencia de lo mágico, pero siempre desde lo cotidiano, sin apologías ni críticas, dignificando así al ser humano que está al final de todo rito, de toda ceremonia.
El lector puede distinguir en este libro tres tipos de narración:
1. El relato decididamente literario, de adscripción vampírica y conradiana, donde resuenan los ecos de la literatura fantástica y de viajes del S. XIX (El viaje de Louis y Los Puertos). Se trata de relatos muy bien escritos, con brochazos poéticos magistrales, pero siempre del lado de lo puramente narrativo.
2. El magistral y límpido La tortuga de Luang Prabang, más de lado de lo poético, pero también del pequeño ensayo (en la encrucijada del Haiku y el cine de Resnais).
3. El resto de los relatos. Un viaje, un cuento: podría ser el lema. Un momento crucial -o no- de un viaje del narrador donde pasa o no pasa nada, pero que no deja indiferente al lector y que, de hecho, le incita a leer o releer libros relacionados con ese viaje. Aquí lo mágico vuelve a reaparecer, pero no sólo en relación a los ritos del lugar que se visita, sino incluso con el viaje en sí (el relato circular de la cabeza de camello o el del monasterio de cristal).
Lo que nos hechiza de esta pequeña obra maestra del relato de viajes en castellano es la mirada del narrador. Trata con igual respeto al personaje más humilde (El Salar de Uyuni), al más enigmático (El Monasterio de Cristal) o al más curioso/interesante (El poeta chino Li Li).
Sin duda, uno de los libros que más he disfrutado en los últimos tiempos, un pasaporte a la aventura que nos devuelve muchas inquietudes extraviadas en el camino y nos incita a seguir leyendo y viajando.
Como bien dice el prologuista del libro, el escritor viajero Chema Rodríguez, “su Tortuga de Luang Prabang transita luces y sombra, ficciones y tabernas tan reales como el fantasma de Makrol, personajes novelescos y cazadores de osos, historias que se intuyen, pero no se dejan ver. Por momentos nos traslada a un mundo que evoca la felicidad, esa cosa naif que tanto nos preocupa y perseguimos como antes perseguíamos unicornios. En otros, nos sumerge en oscuridades conradianas, ejerciendo una especie de melancolía del horror, un deseo insatisfecho por compartir el destino de aquellos que se dejaron la cordura entre raíles, canoas y dunas de arena. Pareciera que para Antonio El Gaviero, el viaje es una excusa para la huida y cada uno de sus relatos un refugio temporal donde apaciguar las ansias de retorno”.
http://www.literaturas.info/revista_int.php?IdElement=13&IdSubElement=3&IdSubSubElement=179#
Este libro lo puedes adquirir en:
Hola:
ResponderEliminarHoy visité el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, con sus animales disecados, sus reproducciones de esqueletos de dinorasaurios... y qué gracia me ha hecho encontrarme con este libro de las tortugas en la librería del museo, entre libros de Darwin y otros libros de viajes.
saludos
los caminos del señor son...
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