lunes, 29 de agosto de 2011

Jerome Rothenberg. "Probablemente el inicio de todo fue un ritmo"


21/08/2011 LA VANGUARDIA/ MAGAZINE
Texto de Joaquim Roglan
Fotos de Gemma Miralda
 
Es uno de los poetas más importantes del mundo. Hijo de Nueva York (1931), se ha paseado por
el clasicismo, el dadaísmo, la contracultura y otros ismos personales e intransferibles. Ha vivido con indios, ha estudiado las más atávicas raíces de la poesía oral y de la música en África, Asia y América. Y podría muy bien ser candidato al Nobel
Ha sido el primero que ha estudiado la poesía tribal más primitiva. Ha traducido desde los principales idiomas europeos hasta sonidos musicales ininteligibles. Ha militado en el clasicismo, el vanguardismo y en la posmodernidad. Lo sabe todo de indios, gitanos, judíos, árabes, místicos y locos del verso. Practicó el dadaísmo y marcó la contracultura del siglo pasado y del actual. Aún anda por el mundo dando recitales poéticos y musicales a la vez que experimenta con internet y los audiovisuales. Es un tótem cívico de algo que va más allá de la poesía, y su público le adora.
Dicho esto y no es todo, ¿le gusta que le cataloguen como uno de los más grandes poetas vivos?No soy yo quien debe decirlo, pero estoy en activo desde hace muchos años, he participado en diferentes corrientes literarias y muchos poetas de mi generación han muerto.
¿Quién queda en su club de poetas vivos?
David Antin, Robert Kelly, Jean Pierre Faye, Michel Deguy, Heriberto Yepes, Gary Snyder…
¿Y en el de los muertos?
Robert Duncan, Jackson Mac Low, Pierre Jean Jouve, Octavio Paz, Federico García Lorca, que fue de los primeros que leí en español, lo traduje en Suites y otras variaciones, lo releo a menudo y aún uso su vocabulario. Y Dante, sobre todo, Dante. Nunca hay que olvidar a Dante.
¿Le molesta que después de haber pasado por tantas corrientes literarias lo clasifiquen con palabras de moda como poeta multicultural o multiétnico?Me parece bien, porque estoy en conexión con la poesía internacional. Al fin y al cabo, ahora todos los poetas son multiculturales e internacionales porque el mundo, globalizado a través de internet, permite el intercambio de ideas y de estilos.
¿Qué queda de la contracultura norteamericana con la que se le relaciona?
Empezamos a hablar de ella en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, pero en esencia la poesía ya es una forma de contracultura contra lo establecido, una resistencia contra las propias formas en que nos expresábamos, y esto daba pie a ir contra las normas establecidas e incluso a enfrentarse a la ideología política. La forma de manifestarse y de escribir ya era un modo de ir contra las formas impuestas.
¿Oponerse a tantas cosas ha servido para algo?
A lo largo de mi vida he visto cambios muy sustanciales, algunos para bien y otros para peor. La contracultura cambió el comportamiento, la forma de actuar entre hombres y mujeres y las ideas sobre la sexualidad. También se han transformado el trato y las relaciones entre razas y culturas, porque parte de la resistencia de los años sesenta era ir contra la segregación, el racismo y el fanatismo religioso. Esos ideales continúan y aún hay una corriente que empuja a luchar contra los prejuicios raciales y culturales.
¿Qué cambio ha visto para peor?
Actualmente hay un rebrote del miedo a otras etnias y a otras culturas. Me gustaría que eso se acabase para siempre, pero resurge, y se retrocede en algo que ya se había conseguido. A inicios del siglo XXI aún se mata por motivos religiosos, hay racismo en Europa y Estados Unidos y se manifiesta de forma violenta. La poesía intenta ir más allá, pero la resistencia trae otro tipo de contrarresistencia. Por eso para algunos la contracultura ha existido y existe, mientras otros no lo aceptan.
¿Volvería a convivir varios años con los indios séneca para hacer un libro sobre poesía primitiva?
No, porque a mi edad todo está en función de los años que viva. Fui con mi esposa, Diane, a aquella reserva porque ella preparaba su tesis doctoral y yo ya había trabajado con músicos indios. Conectamos bien con la comunidad, vivimos una ceremonia de adopción, y de allí surgió la idea de hacer mis antologías de poesía tribal de África, Asia y América.

Ahora hay cadenas de televisión que llevan a gente urbanita a vivir con tribus primitivas y luego traen a miembros de esas tribus a las grandes ciudades.
Son un espectáculo televisivo y un show antropológico que me parece una idea terrible. Convivir con otras culturas debe tener un sentido, que es aprender, ¿pero qué sentido tienen esos programas? Lo mío fue una experiencia real de interacción vital y cultural.
Jerome Rothenberg es un poeta y traductor que ha explorado numerosos mundos y culturas
También le etiquetan como miembro del mítico Grupo de Nueva York. ¿Se siente parte de él?
Soy un poeta de Nueva York porque nací, crecí y viví media vida allí. Luego me instalé en la reserva india, después en Wisconsin y ahora vivo en San Diego. Cuando vuelvo a Nueva York, me siento parte de la ciudad, pero aquel grupo ya no existe.
Se le admira porque en sus trabajos con lenguas y música primitivas y con poesía oral ha conseguido la llamada traducción total. Pero según dirían los italianos, un traductor total sería un traidor total.
Tengo ideas distintas y no lo veo tan radical, porque hay diversos modos de traducir. Con las tradiciones oral americana y musical indio-americana he encontrado nuevas formas de traducción y de creación. En mi libro recopilatorio Sacude la calabaza creé nuevos poemas a base de traducciones indias.
Para usted que también exploró la poesía de los judíos místicos, ladrones y locos, ¿qué es un judío?
Había analizado culturas indias y de Asia y África y decidí explorar a fondo mi propia cultura. Yo era parte de lo que buscaba y quería evitar que me acusaran de investigar en culturas lejanas y olvidar la mía, que era la que tenía más cerca. Por eso escribía mi propia obra al tiempo que leía la Torá y otros grandes libros de los judíos. En mi libro, yo decidía lo que es judío y lo que no. Según mi criterio, son judíos los que han nacido siéndolo, los que se han convertido a otras religiones y los que se han convertido al modo de ser judío, sin olvidar que Jesús era judío. A mediados del XX, Gertrude Stein ya estudiaba a los judíos de la diáspora con un criterio muy amplio, porque la diáspora había llegado a todo el mundo y a todos los continentes.
¿Qué es un gitano, según su música y su poesía?
Es un término difícil de explicar. Hay gitanos por etnia en muchos países y, por ejemplo, en Irlanda hay un colectivo que se llama gitano formado por nómadas.
¿Qué es un chicano, según ha visto en México y en Estados Unidos?
También es complicado. Todos los chicanos que vinieron y vienen de México se convirtieron y convierten en méxico-americanos y ellos mismos se llaman chicanos dando a esa palabra un sentido como de renegados. Octavio Paz era de tradición más francesa y europea que mexicana y cuando se confrontó con los poetas chicanos decidió que tenían otro lenguaje poético.
¿Y qué es un árabe?
Otra serie de tribus. En mi libro Poemas para el milenio hay un apartado de poesía árabe desde los años cincuenta del siglo pasado hasta ahora, e incluyo poetas de Siria y Palestina. Además, ahora preparo otro libro sobre poesía del Magreb, que será muy distinto.
¿Qué piensa un estadounidense como usted de las revueltas en el Magreb y algunos países árabes? Es una situación muy compleja, porque Al Qaeda y Estados Unidos están enfrentados. Al Qaeda es muy radical y las revueltas de Libia, Egipto, Túnez y Siria no tienen nada que ver con el fanatismo. Pero es demasiado pronto para analizarlo y para simplificarlo, porque no se puede catalogar a todos de una forma tan simplista. Es lo mismo que sufrieron los judíos en el pasado con aquella etiqueta de que todos eran iguales. Cuando hice el libro de poetas judíos, rompí los estereotipos, porque hay muchos modos de ser judío en la vida, en la cultura y en la literatura.
Dicen que su poesía enlaza muchos mundos, ¿cómo ve el actual?
Veo corrientes contrapuestas, con cosas que unen a mucha gente y a los pueblos y otras cosas que los dividen. Internet es un mod o de comunicar sin barreras ni fronteras, pero a la vez se encuentran en la red las ofensas más crueles y las ideas más racistas contra algunos colectivos. Ni en internet ni el mundo real se puede encontrar una cosa sin encontrar su opuesta. Todo convive en el tiempo, pero sólo estamos en los inicios de otra era de la comunicación; hace poco más de quince años no sabíamos ni qué era internet.
Si según usted un poema es el registro de un movimiento de la percepción a la visión, ¿cómo se hace para leer un poema en un libro electrónico?
Leo poesía en internet, pero soy más de libros. En otra antología que se titula Un libro de un libro reivindico la cultura del papel en la era electrónica. La pantalla me irrita los ojos, y cuando leo me gusta pasar las páginas. Si embargo, leyendo frente a la pantalla se puede mover el ratón y saltar líneas y palabras, y eso me permite explorar otras posibilidades de una poesía más multimedia que ya he hecho con audiovisuales y con música.
¿Sigue comprobando lo mismo que cuando escribió que en toda civilización los idiotas van de vuelta?Probablemente siempre hay la misma proporción de idiotas, pero para mí hay un idiota sagrado, que es el de la novela de Dostoyevski.
¿Vuelve el siglo XIX?
Parece mentira, pero sí, regresa con los conflictos raciales, imperialistas y religiosos. Y si vuelve, significa que la contracultura no ha servido para nada y el siglo XX, tampoco, especialmente porque su signo y su símbolo eran el progreso. A inicios del siglo pasado también hubo cierta sensación de convulsión con la revolución rusa y con las utopías de la esperanza, pero todo por lo que luchó la contracultura se destruyó a finales del siglo.
La palabra sangre sale muchas veces en sus versos.
Sí, pero también hay mucho humor como defensa ante el mundo real. Lo malo no se puede obviar, pero si sólo hubiese el mal, se debilitaría el poder de la poesía.
¿Aún piensa que en todo hombre hay un asesino?
Sí. Otra de las cosas que retorna es una glorific ación de la violencia. No me gustan esos actores de cine que el público considera que son hombres muy machos cuando matan. No es verdad, es un error y no sé por qué hay esa glorificación de la violencia.
¿Por qué hace poesía el ser humano?
Es lo que intento investigar, a veces desde el punto de vista del poeta y a veces desde el del antropólogo.
¿Por qué los seres humanos hacen arte?
Son formas de celebrar o de conmemorar algo, y por eso se crearon la música, el arte, el arte del lenguaje, la narración y un lenguaje rítmico como un modo de contar historias. Probablemente el inicio de todo fue un ritmo muy simple, luego el movimiento corporal lo fue cambiando y por esta razón hay ahora tantas lenguas. Tenemos cientos de lenguas y cientos de formas de expresión lingüística.
¿Por qué, si ha profundizado más que nadie en las raíces del lenguaje, es mucho más famoso su compatriota Chomsky que usted?Porque hay más gente interesada en Chomsky que en mí. Yo estoy más centrado en la poesía y en cómo se escribe en otras culturas, y hoy en día la poesía es un arte muy minoritario, aunque para mí es la forma de arte más vital.
Pero si usted escribió que el arte es chatarra.
Era una referencia a Marcel Duchamp y a otros artistas de una corriente que usan la chatarra y materiales obsoletos. Se llama el funk art y aquel poema fue una burla irónica del arte del orinal.
¿Cómo es el lector de poesía?
Personas que tienen la necesidad de creadores y de leer poesía y escribir. Se autodescriben como una inmensa minoría, y hacen un esfuerzo, porque leer poesía implica ganas, voluntad y devoción. Si hay más gente que lee novelas es porque la poesía exige un despliegue de devoción. Es parte de esa minoría la que me obliga a demostrar mi dedicación, y la que me sorprende con su devoción cuando acude a mis recitales.
¿Cómo sería su paraíso de los poetas?
Una comunidad donde los poetas fuesen la utopía y los que estableciesen las normas. Por lo cual, igual podría ser un paraíso de locos o de idiotas, pero en todo caso sería el nuestro. Dante tiene un paraíso de poetas antes del infierno y en esa especie de limbo sitúa a los grandes poetas de antes de Jesucristo. Ahora sería el momento de escribir de nuevo ese poema paradisiaco, pero encontré un texto arábigo más antiguo en el que un poeta es llevado al paraíso y allí ve a otros poetas muertos. Y cuando les pide que le reciten un poema, le responden que allí ya no los recuerdan porque ya no existen.

Usted fuma puros y dedicó un poema a un habano del número cinco. ¿En el paraíso de los poetas también estaría prohibido fumar?
Es horrible y ridículo que se prohíba fumar hasta en los espacios abiertos. En el paraíso de los poetas se podría fumar. Mi mujer y yo seguimos fumando y, según mi doctor, por eso he vivido tanto.
¿Piensa vivir lo suficiente hasta que le den el premio Nobel?
Pienso que muchos europeos se lo llevarían antes que yo. Puede que sea demasiado modesto, pero, según mi señora, es un premio muy politizado y la poesía es muy minoritaria.
También Juan Ramón Jiménez decía que escribía para esa inmensa minoría.
Totalmente de acuerdo con él.
Se ve que goza de buena salud y de un excelente sentido del humor.
Forma parte de mi naturaleza. El humor es un deseo y una forma de huir de la tentación de tomarse a uno mismo demasiado en serio. En las culturas indias, existen unas figuras que hacen de payaso en las ceremonias y bromean sobre las cosas más sagradas. Esa es una función de los artistas y de los poetas. Ya Platón en su libro La República obligó a los poetas a salir de la ciudad porque se reían de los dioses y de lo sagrado.
Parece que a lo largo de su vida se ha divertido mucho.
Aún ahora me divierto mucho.

http://magazine.lavanguardia.com/cultura/entrevistas/reportaje/cnt_id/6626/env/1#top

La prisión de los espejos


¿Cómo reaccionaría una persona normal si, por azares de su profesión, llegase a tener pruebas de una monumental confabulación entre políticos corruptos, tiburones de las finanzas y distinguidos miembros de la más exquisita burguesía de su ciudad? El psicólogo Marc Viadiu no es una persona normal, ni sus planes y último propósito en esta historia son en absoluto normales. Por otra parte, ninguna novela se detiene demasiado –ni tiene porqué–, en los afanes habituales de la gente corriente y con vocación de seguir siéndolo a perpetuidad.
El descubrimiento de esta trama de poder, sobornos, cohechos y maldad que no se detiene ante nada y es responsable del asesinato de uno de sus pacientes, lleva al psicólogo a una arriesgada determinación. Se presenta en la apartada y lujosa mansión de uno de los dirigentes de la perversa, «honorable sociedad» y le expone sus condiciones. Es un pacto que, sabe, «ellos» no van a aceptar.
Ambientada en la Barcelona actual, ciudad que vuelve a convertirse en territorio literario merced a la eficaz prosa del autor, La prisión de los espejos desentraña con espléndido desparpajo una intriga compleja y al mismo tiempo colmada de sencillez. Compleja por cuanto lo son aquellas maquinaciones inhumanas del poder, la avaricia y el ansia de supremacía. Sencilla porque, en el fondo, todo se resume en el diabólico juego eterno: ser depredador o víctima; vivir o morir. Entre ambos extremos, una interesante triada de personajes: el psicólogo Marc Vadiú, la madura, sentimental y en extremo lúcida Mercedes y el campesino Albiol –quizás el mejor conseguido de los tres–, establecen un subyugante juego de identidad en el caos de una historia vertiginosa: quién es cada cual, qué motivos les mueven y por qué se han involucrado en esta trama de voluntades en desafuero, es el enigma fundamental de la novela, el cual se resolverá de forma ingeniosa y con notable solidez narrativa.
Quizás un más concienzudo trabajo de edición habría “depurado» del texto algunas expresiones en exceso reiteradas y alguna que otra situación demasiado forzada. Sin embargo, considerando los niveles de desinterés hasta los que se desmorona hoy día la edición en España, no podemos poner ninguna objeción importante al texto ni a El Baile del Sol, pequeña y grande editorial tinerfeña que se ha encargado de llevar a imprenta esta novela. Los posibles, en cualquier caso irrelevantes «peros» que podrían rebuscarse “con lupa”, no menoscaban el notable resultado final.
Escrita con infrecuente brillantez -máxime en un autor de la edad de Rafa Martín Masot -, depurado estilo y no poca ambición de conseguir una obra llena de intriga cuya acción atrape al lector desde el principio, la novela evoca en algunos memorables intervalos a maestros como Mishima (El color prohibido y su «prisión de los espejos») y Paul Auster (Ciudad de cristal), sensación muy de agradecer en un autor que, desde su radiante juventud, manifiesta un compromiso inequívoco con la literatura en estado puro, el gran arte de narrar sin concesiones a la baratura comercial ni desaliento ante lo difícil de este reto. Es la apuesta, admirable, del escritor más prometedor de su generación. Una generación, todo hay que decirlo, aún no nacida. Rafael Martín Masot (Granada, 1989), prodigiosamente se adelantó con Abulagos (2004) y La luna eclipsada (2006), al surgimiento de las nuevas voces que, acaso, lo acompañarán en el futuro como máximos exponentes de la narrativa española.

viernes, 26 de agosto de 2011

La ceniza que avanza, de Juan R. Tramunt



Acaba de publicarse un libro inquietante, un libro con seis historias recorridas por un escalofrío en suspensión a lo largo de sus tramas. La escritura con que se nos introduce en sus tragedias respectivas responde casi siempre a un tono demorado, juicioso y lleno de propiedad, apegado al detalle imprescindible que nos sitúa en el ambiente natural, sicológico o histórico de sus argumentos, pero en sus temas y su construcción se van desgranando poco a poco los más horrendos presagios o los prodigios cuyo anuncio se nos ofrece poco a poco en situaciones inicialmente triviales. Los datos se ocultan con astucia narrativa o se van ofreciendo oblicuamente como pistas insignificantes e inciertas que en un primer momento no traslucen sino fugaces sospechas, o bien se dejan caer, en ocasiones, en las contradicciones delirantes de algunas de sus voces narradoras.
Hablamos de seis relatos, cinco de los cuales son bastante extensos y alguno próximo a la novela corta. En ellos encontramos o bien a la impenetrabilidad incómoda de una conducta trastornada, sin antecedentes que puedan aclarar sus criminales consecuencias, o la profecía milenaria que vincula la continuidad de un rito inmemorial a través de las generaciones de una familia. Nos introducimos también en una magna devastación planetaria que acarrea la insegura vuelta a empezar de los mitos de la Creación. Asistimos a la vertiginosa caída de personalidad y reputación de un profesional regresado a un momento único de la pubertad, o nos hacemos testigos de una paulatina e inconcebible transformación física hacia la transparencia de la pintora que llega a prescindir, para encontrarse a sí misma, de cualquier interés en la visión del público. Y, finalmente y paso a paso, a la construcción de un delirio al que la realidad se va encargando de dar su propia lógica incontestable, con ocasionales visos de racionalidad y verosimilitud.
La desapasionada justeza de la escritura que nos conduce por los vericuetos de estas historias, para que nos entretengamos disfrutando de los detalles, de los paisajes, de las rutinas personales o las manías más o menos reveladoras de los personajes, distribuye entre sus líneas, de modo fantasmal, cuantos recursos expresivos le son necesarios para aproximarnos al secreto que se llevó tras de sí una cordura definitivamente perdida, o a la experiencia dolorosa debida a la muerte accidental y absurda de un hijo, o al regreso a la edad en que el deseo erótico era aún una devoción estrenada, sin culpa ni estrategias. Por esa misma capacidad se permite dar una pátina de antigüedad a lo que nos va pareciendo un viejo cuento de las Mil y Una Noches sin acudir para ello a ninguna imitación de sus fórmulas tradicionales, o nos sitúa de golpe en el día después de la devastación planetaria dotando de rasgos actuales, organizativos unos, coloquiales otros, a la pequeña sociedad que sobrevivió a tal cataclismo sin que nos demos cuenta al leer de por qué nos sentimos atañidos, cercanos a esa comunidad superviviente.
El resultado es la extrañeza, no sólo por las atmósferas y circunstancias insólitas de sus historias, sino porque ante ellas se despliegan la razón histórica, la experiencia, la práctica clínica, la técnica, la cultura artística, para finalmente estrellarse ante realidades que se resisten a ser hasta el final desentrañadas, ni tan siquiera transitadas. Dije que era un libro inquietante, y lo es finalmente y entre otras cosas porque sus variadas historias tienen en común lo sagrado, no necesariamente religioso. Cada uno de sus relatos ofrece el espacio inviolable, en ocasiones impenetrable, que no se deja transitar ni escudriñar del todo. El jardín inefable anunciado en una profecía milenaria no se deja ver nunca, si acaso se deja intuir por inseguras referencias indirectas; la vuelta al tiempo inefable en que el deseo era también inocencia se convierte en un viaje hacia la autodestrucción...
Lo sagrado, que inicialmente significó lo aparte, lo separado del resto por su pureza, infunde terror. Los reductos insobornables que atesoran lo más auténtico custodian y camuflan también lo más terrible, ya que el espacio de la autenticidad sin concesiones no se puede transitar saliendo ileso del intento.

La ilustración es portada de La ceniza que avanza, de Juan R. Tramunt, Ed. Baile del sol.

jueves, 25 de agosto de 2011

Entrevista con El Hadj Amadou Ndoye



EL HADJI AMADOU NDOYE / PROFESOR DE LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLA EN LA FACULTAD DE LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE DAKAR

“LOS INTELECTUALES AFRICANOS NOS INSPIRAMOS EN LATINOAMÉRICA PARA
SUPERARNOS”

El Hadji Amadou Ndoye. (Senegal, 1947) es profesor de español  en la Universidad Anta Diop de Dakar (Senegal) y un estudioso de la literatura canaria, en especial de la producida durante los años setenta y que dio resultado al ensayo Estudios sobre narrativa canaria (Tenerife, 1998) y a una segunda edición ampliada en 2006. EL PERSEGUIDOR mantuvo una charla con Ndoye, primer premio MUMES a la labor intercultural, en la que habló mucho de literatura. Pero no solo de la que se escribe desde el archipiélago sino también la que se genera en África y en Hispanoamérica, continente éste, apunta el profesor, cuya influencia está siendo muy notable en los narradores africanos.

EDUARDO GARCÍA ROJAS\El Perseguidor/Diario de Avisos 13/08/2011

- Usted es un gran conocedor de la literatura canaria. ¿Qué le llevó, sin embargo, a estudiarla en profundidad?
- Entre 1966 a 1967 y mientras estaba en la Universidad de Dakar, tuvimos a un lector canario, Juan Manuel González, que junto al director del departamento, puesto que ocupaba un francés, nos animó a traducir del español al francés poemas de escritores canarios como Pedro Lezcano, Pedro García Cabrera, Pedro Perdomo Acedo y así fue como tuve acceso a la poesía canaria por primera vez. Más tarde tuve la oportunidad de viajar en 1985 a Tenerife, invitado por un encuentro Canarias-África organizado por la Caja
de Ahorros, y en el que me tocó hablar de literatura española y me regalaron una serie de libros que tras ojearlos me hizo entender que hubo una narrativa canaria de los años 70 entre cuyos autores estaban, entre otros, Juan Cruz, Alberto Omar y Fernando Delgado, y como estaba buscando tema para la tesis de doctorado, pensé, he encontrado un filón porque esa literatura no se conocía en los países del África francófona y me puse a estudiar textos de Luis León Barreto, Juan-Manuel García Ramos, Víctor Ramírez, todos los autores de los setenta en Canarias, desde la dictadura a la dictablanda y la Transición. También lo que vino después, en los ochenta, lo que contribuyó a que entendiera a Canarias porque me obligó a
remontar a su pasado literario. Es decir, Viera y Clavijo, Cairasco de Figueroa, casi todo lo que se escribió en el siglo XVI hasta los setenta.
- Como estudioso de la literatura canaria de los 70 ¿qué claves y elementos comunes encontró entre los escritores que formaron parte de este movimiento?
- En primer lugar, ellos vivieron un período difícil en el que no había libertades. Algunos, de hecho, resultaron víctimas del sistema como Juan José Armas Marcelo, a quien despidieron de su trabajo, y Alberto Omar, a quien le retiraron el pasaporte porque escribía un teatro que no iba acorde con el que se quería imponer en
aquellos años. Los escritores que forman parte del 70 en Canarias son así testigos de un período histórico pero al mismo tiempo son un grupo de soñadores porque viven de lejos los efectos del mayo del 68 y lo adaptan al archipiélago. Se inspiraron, además, en la narrativa Latinoamérica, pero traducida un poco al contexto canario. Este movimiento de los 70 comenzó como una piña. Se veían y hablaban. Unos trabajaban en periódicos de Tenerife y otros de Gran Canaria y se apoyaban. Les unía un sentimiento de dar las claves de las Canarias de aquel entonces a través de la escritura y conocer la realidad de las islas a través de la palabra. Se aglutinaron entre 1970 a 1974 aunque a partir de 1974 como explica Víctor Ramírez, cada uno fue buscando un poco su sombra. Unos se fueron a Madrid y otros se quedaron. Y el movimiento ya no tuvo coherencia. Hay que destacar que si bien al principio no hubo manifiesto en un sentido concreto, se editó un libro Aislada órbita, que trata un poco de lo que ellos proponían. Creo que lo importante es que si alguien quiere entender algo de lo setenta en Canarias, entre las herramientas con la que puede contar es la de consultar esta narrativa.
- ¿Y qué conclusiones saca usted de la narrativa canaria de los 70?
- Pues que trabajaron mucho el experimento, con el lenguaje. Alguien como Víctor Ramírez llega incluso a arreglárselas para que su estilo refleje realmente lo que son los canarios, su manera de hablar. Creo que hicieron este esfuerzo y quizá aún hay algo que indagar en ese sentido para ver algunas de las cosas que los caracteriza como movimiento.
- ¿Qué autores destacaría?
- Más que autores textos de Víctor Ramírez, la novela Los puercos de Circe de Luis Alemany y Crónica de la nada hecha pedazos de Juan Cruz y más tarde un libro de Armas Marcelo, Los dioses de sí mismos, porque resume un poco todo esto. La novela arranca en los setenta y llega a los ochenta, y describe los sueños y los desengaños de esa generación que soñó con conquistar el mundo y que la Transición no
consiguió colmar sus esperanzas.
- Pasemos ahora a hablar ahora de su país, Senegal.
-Senegal se encuentra en una situación compleja como la de otros tantos países de África. Somos productores de materias primas y continuamos comprando productos manufacturados. Además, la
mayoría de las economías de los países africanos las definen y las controlan las Instituciones Internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y se nos está aplicando un ajuste estructural que consiste en disminuir el número de empleados públicos con el cierre de empresas hasta el día de ayer públicas. Están surgiendo, sin embargo, voces que son disidentes, y entre esas voces destacaría a colectivos de jóvenes raperos que con sus canciones están despertando afortunadamente conciencias.
- Esta situación repercutirá en la literatura senegalesa. Pese a todo, ¿en que estado de salud se encuentra?
- Ahora mismo se produce una literatura muy interesante en la que destacaría en especial el protagonismo que están asumiendo las escritoras.
- ¿Y aún se mantiene el debate de escribir en la lengua del colonizador o en las maternas?
- Sí, aún continúa este debate aunque a la hora de la verdad cada uno escoge la que desea, si bien es verdad que la mayoría apuesta por el francés. Boubacar Boris Diop ha roto esta tendencia al publicar hace dos años una novela en wolof, pero cada uno de los escritores senegaleses escoge la mejor herramienta idiomática
que tiene para transmitir lo que piensa.
- ¿Cuál es su posición en este debate?
- Creo que lo que el escritor expresa es su propio yo pero por causas históricas los hay que han decidido no escribir en el idioma materno que dominan perfectamente aunque no tanto cuando deben de escribirlo. Boubacar sabe hablarlo y escribirlo muy bien, así que él sí puede producir en ambos idiomas --wolof y francés-- pero hasta ahora solo ha escrito en wolof una novela. Hay que tener en cuenta que Senegal es un país multicultural, multiétnico, multilingüe, y que contamos con una literatura que también está escrita en árabe.
- ¿En qué claves se mueve la nueva literatura senegalesa?
- Refleja mucho las dificultades del momento, los problemas de la globalización mientras continuamos creyendo en el pasado. Porque países como el mío son complejos en la medida en que confluyen varias edades históricas al mismo tiempo. Muchos de entre nosotros damos cobijo en realidad a todas esas edades históricas que luchan, pelean, se abrazan, se rechazan y no siempre se implican. Y aunque estemos en los tiempos del ordenador mucho de lo que pensamos y almacenamos los senegaleses viene del período de
nuestros antepasados. Somos gente compleja aunque tratemos de ajustarnos a los tiempos modernos porque mucho de lo que nos ha constituido como persona es un legado del pasado.
- ¿Esa relación con el pasado se reproduce también en otras literaturas africanas?
- Todos los países africanos tienen este problema. Viven a la vez en el pasado y en el presente. Esto se ve también en los países del norte de África.
- La literatura africana está plagada de grandes nombres pero aún continúa siendo ninguneada por premios literarios internacionales como el Nobel.
- África cuenta con algunos premios nobeles de literatura y si no contamos con más es porque aún carecemos de la infraestructura que promocione lo nuestro. Países que sí reúnen las infraestructuras necesarias como Nigeria, Egipto y Sudáfrica cuentan con autores que han recibido el Nobel. Lo primordial, a mi juicio, es que necesitamos dar a conocer a nuestros escritores en el propio continente y más tarde en otros sitios pero sin fortaleza histórica no es tarea fácil proyectar lo nuestro para que llegue a donde debe llegar.
- Imagino que también debe ser un problema de educación.
- Efectivamente es un problema porque así es imposible contar con gente preparada, también de lectores que conecten con sus historias.
- ¿Qué escritores de Senegal y también de otras partes del continente recomendaría a ese lector que quiere iniciarse en literatura africana?
- Ya he citado a uno, Boubacar pero también recomendaría a Fatou Diome, una escritora que reside en Francia y en cuyo trabajo conviven dos visiones: Francia y Senegal. A mi me parece muy interesante de Diome su El vientre del Atlántico porque trata temas muy serios con fina ironía y sentido del humor. A nivel africano, destacaría a Nadine Gordimer por ese mundo complejo que encuentras en cada una de sus novelas, y el egipcio Naguib Mahfuz para tener una idea de la literatura que se escribe en el norte de África.
- Usted es también un gran especialista en literatura sudamericana. ¿Ha encontrado puntos de contacto con la literatura africana?
- Los escritores de El Congo, los del centro del continente africano, han leído todos a los autores hispanoamericanos. Los han asimilado y admiran. Si vas a Paraguay, observas que el guaraní y el español son lenguas que conviven y que marcaron, entre otros, a escritores como José María Arguedas, que se crió en quechua aunque tuvo que escribir en español. Estas circunstancias hace que resulten tan interesante a los escritores africanos, porque los sudamericanos emplean dos idiomas, tienen dos idiomas en su cabeza como pasa con nosotros. Algo parecido le ocurre al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, así que los africanos estudiamos cómo pudieron los latinoamericanos resolver sus contradicciones. Cómo han creado sus obras literarias fusionando culturas tan distintas. Pero los puntos de contacto no quedan solo aquí, porque hay que
tener en cuenta que muchos de esos países se encuentran en una situación económica difícil, igual que muchos países de África, cuyo futuro continúa siendo lastrado por dictaduras militares. En cierto sentido, nos une también esa dependencia histórica así como el imaginario, que tanto en África como en América Latina muestra una realidad fantástica. Los africanos solemos decir que cuando leemos a un escritor latinoamericano nos sentimos identificados con su relato No se ha producido aún un fenómeno a la inversa porque desconocen la literatura africana, literatura a cuyos autores les parece fascinante cómo los latinoamericanos se han reapropiado de la lengua española para hacerla suya. Sin duda alguna, Latinoamérica es para nosotros una fuente de reflexión para aprender a superarnos.
- No cita a autores digamos canónicos de la literatura latinoamericana en su respuesta.
- Eso escritores influyen pero en otro aspecto. En los que he citado hay una convivencia del idioma, una cosmovisión, una filosofía que a los africanos nos resulta muy atractiva. Los escritores hispanoamericanos
considerados canónicos no tienen ese tipo de problemas aunque nos gusta su modo de escribir, las pautas, el experimentalismo, como mezclan lo imaginario con los real que nos influye mucho porque la realidad en África es así, tiene mucho mito y nuestros escritores se apoyan en este acervo cultural ancestral para producir
literatura como los latinoamericanos. Autores que toman en cuenta su propio entorno pese a que escriban en español.
- Se olvida usted de Brasil.
- Brasil ha tenido mucha importancia para los países africanos lusófonos como son Angola, Mozambique, Cabo Verde, Santo Tomé y Puerto Príncipe. La fundadora de la literatura mozambiqueña, Noémia de Sousa, leyó mucho al brasileño Jorge Amado así como a otros autores del nordeste de Brasil y eso se nota en su manera de escribir, en cómo refleja a los pobres y humildes en sus obras.
- Antes mencionaba a Fatoue Diome y destacaba de su literatura la ironía y el humor que impregna las páginas de su obra. ¿Los escritores africanos están recurriendo a la risa para combatir la realidad en la que se
encuentran?
- Hay mucho de eso porque nuestra realidad es muy dura y el efecto de la crisis demoledor porque no contamos con las herramientas que nos permitan acertar en nuestra economía. Por ello, numerosos
escritores africanos para afrontar esa realidad la describen con ironía y humorismo quizá porque es la única manera de superarla. Sobre todo porque cuando vives en sociedades bastantes comunitarias --nuestras
familias continúan siendo muy extensas, una herencia que hemos recibido del pasado-- cualquiera se puede acercar para plantearte sus problemas y no siempre tienes los recursos adecuados para resolverlos. Así que los escritores escriben sobre estos temas en clave de humor para tratar con habilidad y mucha gracia las desgracias que nos rodean.
- ¿Y cuál es la actitud de los escritores frente al poder?
- El poder, como en cualquier parte, intenta seducir a los escritores y a los intelectuales pero ahí siguen los que no se casan con nadie porque han asumido un papel de mosca cojonera.
- Uno de los grandes debates de la literatura africana es el que gira en torno a su extenso y rico carácter oral.Hasta que punto dependen los escritores senegaleses de las historias transmitidas por generación a través de la voz.
- La oralidad es algo muy fuerte no solo en Senegal sino en otras sociedades africanas pero al mismo tiempo hay que señalar que los escritores que han mamado de esa oralidad quieren ahora transformarla en algo escrito. Por eso coexisten ambas tendencias. La oralidad tiene su sabor y la oralidad, al mismo tiempo, se ha convertido en una especie de gigantesco y rico granero en el que los escritores van sacando historias para nutrir a sus textos. Por eso, reitero, que la literatura oral y la escrita coexisten en paz.

La estación del caos, de Wole Soyinka


El perseguidor/Diario de Avisos 13/08/2011

miércoles, 24 de agosto de 2011

Lectura de verano (3). Tristes metonimias de Miguel Ángel Alloggio


Miguel Ángel Alloggio presenta en Tristes metonimias catorce relatos sobrecogedores que recogen lo más descarnado de la naturaleza humana, justo cuando ésta parece dejar de serlo para responder a los instintos más bajos y animales. Con una prosa directa y sin concesiones, Alloggio no teme acercarse a espacios supuestamente inocentes como la infancia y la familia para mostrar en sus cuentos el horror desprovisto de conciencia. No exentos de crítica social los cuentos de Tristes metonimias suponen todo un reto para el lector, el de leerlos sin que un escalofrío le recorra la piel porque suenan exactamente igual que una uña arañando una pizarra.

LOS MUNDOS LÍVIDOS






Mientras aquí es de noche,
allá será de madrugada.

se dirán mañana cosas importantes,
pero no tan importantes como
para que el mundo no quede igual.

Trajiste llaves más grandes que las puertas
que hay que abrir.
¡qué rumor hay detrás, en los pasillos,
y qué poco ruido se oye aquí!

Talvez hemos avanzado más de lo que debíamos.

Talvez los últimos de la fila encontraron la salida
precisamente por donde entramos nosotros.

Talvez, arrancado de sus charnelas, el cuarto
levantó el vuelo a nuestro alrededor,
y nosotros metemos llaves a diestra y siniestra,
rebuscamos detrás de puertas que no existen,
nos obstinamos en no levantar jamás la vista.

¿Dónde no debíamos entrar?
¿de dónde no debíamos salir?
El amigo dice que este verano será largo
y que las guerras se aplazarán nuevamente,
porque los nacimientos fueron de nuevo
demasiado pocos este año,
de modo que otra vez se quedará sólo la guerra consigo
[misma.

Ahora, buenas noches. Despunta el día también aquí.
El cuarto se retiró hace mucho de nuestro alrededor,
y nosotros seguimos andando a tientas con las llaves tras las
[puertas todavía, ahora.

¿Qué estás haciendo? ¡Metiste tus llaves entre mis costillas!
¿Quieres entrar? ¿Te esfuerzas por salir?
¿o sólo por abrir y nada más?

Ya te lo dije: fuera es verano y hace sol.
fuera ya no es lo que creías.
vete de mi cama, vengo del infierno
y mi carne está consumida por el horror.

Ioan Es Pop. No Exit. Ed. Baile del Sol. 2011. 



http://vocesdelextremopoesia.blogspot.com/2011/08/los-mundos-lividos.html