sábado, 4 de mayo de 2013

2013 de Poesía. Día 124. David Franco Monthiel

Día 124. David Franco Monthiel. Las cenizas de Salvochea (2008)



SEÑAS

Teníamos una dirección.
Ahora no tenemos nada.
Sólo el impulso de ir hacia algún sitio.
Quemaron los mapas.
O los dieron en las escuelas.
Sólo tenemos unas señas.





viernes, 3 de mayo de 2013

ASÍ NOS VÁ




GONZALO ARÓSTEGUI LASARTE    "En los antípodas del día"
A través de mi conexión bloguera musical descubro al autor de ésta su segunda novela, publicada en 2012 por "Ediciones Baile del Sol" de Sta. Cruz de Tenerife. Gonzalo Aróstegui, además de navarro residente en Madrid desde hace mucho tiempo (lo cual es un plus de linaje), es escritor y un excelente especialista en música contemporánea (rock y jazz fundamentalmente). Ha colaborado igualmente con la revista Ruta 66, como cronista cinematográfico, y lleva el timón de un muy recomendado blog musical titulado http://raggedglory.blogspot.com/
 
La novela plantea, de forma directa y cruda, la dicotomía vital del protagonista, Rafael Hernández, un joven de Carabanchel, recién licenciado en Filosofía, y que se mueve básicamente entre su exacerbado amor por el rock and roll, fiel de la balanza que le aporta los momentos más intensos -personal y colectívamente- y los avatares y penurias de un trabajo precario como teleoperador de marketing telefónico, el otro apartado vital que le trae por la calle de la amargura. Entre ambos mundos transitan distintos personajes, compañeros de aventurás lúdicas unos, más proclives a acompañar a Rafael en su desahogo orgánico (cervezas, drogas, sexo, lo típico de lo convencionalmente asociado a la pasarela roquera), otros,  los que coinciden en las distintas empresas de telemarketing donde Rafael presta sus servicios, personajes que están bastante bien definidos, quizás mejor que los colegas de juergas que no dejan de ser protagonistas como grupo, apartados de una personalidad más individualizada e impactante. (Tampoco sería justo dejar que asomaran un poco la cabeza de este grupo algún personaje como el de Raquel, su novia, y Juan Carlos, colega de la cuadrilla que elige otras vías de escape).
 
Como decía anteriormente, me atraen bastante más los personajes con los que Rafael se topa en su entorno laboral y, sobre todo, con aquellos con los que tiene que convivir durante su etapa en el turno de noche de la empresa. Pasan por sus páginas personajes de todo pelaje; compañeros sin más, amorfos individuos incapaces de mojarse por nada, otros más comprometidos que se enfrentan de cara a situaciones claramente injustas, aquellos que encrespados en el oportunismos del ascenso muestran a las claras su faz más vil y rastrera, los últimos,  que ya ascendidos juegan claramente dentro del marco político de los ejecutivos de nivel. Hay también espacio para los representantes sindicales y, en la última parte de la novela, se desarrollan en su campo de acción e influencia los últimos acontecimientos laborales del protagonista. Se nota, en definitiva, el buen grado de observación del autor que, este humilde comentarista, reconoce como datos más que fiables al haber estado trabajando en una gran empresa durante los últimos veinte años de su vida.
 
Sea lo explicado el motivo, que lo es, "Los antípodas del día" no será exclusivamente del agrado de los lectores amantes del rock, dadas las copiosas referencias a discos, grupos, conciertos, garitos y conversaciones que sobre el tema se suceden continuamente, si no también se amoldará al gusto de todos aquellos que busquen entre sus páginas un fiel reflejo de lo que ha sido la vida en España para una generación desencantada. Aquella que, bien preparada académicamente, se enfrenta al inicio del nuevo siglo XXI con sus ilusiones de engarzarse en un entorno laboral y social adecuado y que, lejos de ocurrir así, se ve inmersa en la más canalla manipulación empresarial y falta de futuro como consecuencia. Así eran las cosas entonces, y así siguen más de una década después...
 
Del personaje principal Rafael, queda al final una interesante conclusión. La primera relativa a lo que en principio parecía ser una apuesta arriesgada, pero proclive a dar un valor añadido a la novela, y que era su intención de completar una tesis de final de carrera sobre el "nacionalismo " y trascribirla como parte de la novela. A las pocas páginas el autor decide no utilizar esta variante narrativa y, según mi ipinión, priva al lector de un contrapeso que bien pudiera haber jugado un papel más enriquecedor del libro. La segunda hace referenvia a lo que podríamos llamar la "vampirización" del personaje principal. Su entrada y consolidación en el turno nocturno de la empresa cambia su carácter . Acaba por convertirse, después de cuatro años, en un ser de La Noche y queda finalmente el sabor amargo de que estamos ante otro personaje distinto, aquel que se enfrenta ante su descoloque vital sin soluciones en la mano.

2013 de Poesía. Día 123. Carmen Camacho

Día 123. Carmen Camacho. Minimás (2009)




EJERCICIO DE ESTILO NÚMERO 7
Conviene que no diga todo lo que siento.
Me abrasaría la boca.

***


Busco remanso en las palabras.
Sólo
consigo incendios.

***


Me encantas en crisis. Como recién despertado a la vida.


Vienes.
Se desorientan las hormigas bajo mi cama.


Que el marinero con una mujer en cada puerto
zarpe tranquilo. No estamos solas:
que la mujer del puerto tiene un hombre en cada marinero.





jueves, 2 de mayo de 2013

ANIMALES PERDIDOS. Vicente Muñoz Álvarez

 
 
Título: Animales perdidos

Autor: Vicente Muñoz Álvarez

Editorial: Baile del Sol

Págs: 140

Precio: 12 €


Llueve mientras termino de leer un exquisito poemario de Vicente Muñoz Álvarez.     De la mano de Virgilio avanzo en esta lluvia de ideas donde me voy reencontrando con los versos de nuestro autor, un autor que nos sorprende con  poemas que se hacen eco de viajes literarios,  personales o ficticios, que nos llevan desde el clasicismo de Dante a la contemporaneidad de  Lowry, pasando por músicos y pintores, por amigos y animales… pasando por el infierno y la pérdida, senderos obligados, inexorablemente,  en nuestro trayecto hacia el cielo. ¿Cómo reseñar entonces una obra poética cuya forma y contenido son uno solo, sin reescribirla ni parafrasearla?  ¿Cómo animar a la lectura de unos versos llenos de soledad primero, incertidumbre después, y amor al final del camino?

En el poemario Animales perdidos nos encontramos con el Poeta en constante búsqueda de sí mismo, un poeta en tierra en busca de la salvación literaria, acaso amorosa, desde su más íntima soledad, descrita paso a paso, erguida como un roble, el mismo roble brillante y solitario del que hablara Whitman en sus Hojas de hierba,  un árbol frondoso  en la soledad de su llanura. La obra se divide en tres partes diferenciadas: Infierno,  Purgatorio y Cielo. Casi la mitad del libro contenida en la primera parte, y la otra divida entre el purgatorio y el cielo, cielo que es beatitud, luz, semillas de amor que refrescan el arduo camino de la búsqueda.  Si bien el infierno parece ocupar la mayor parte de la obra, no por ello el cielo reluce con menos esplendor, pues conforme vamos avanzando en nuestra lectura, las nubes que parecían pesar sobre el caminante irán dejando paso a un espléndido sol en su más honesta luminosidad.

 Sin abandonar  la coyuntura histórica, la escritura de Vicente no deja de ser, en sí misma, poesía, intentando volar, escapar…liberarse de la pérdida, de lo fatal sensitivo al que la realidad nos tiene tan acostumbrados. Así, entiendo que el libro se lea primero con dolor  y angustia, para  acabarlo con un placentero sabor de boca, que no dejará indiferente al lector.

Ínsaf Larrud


 

2013 de Poesía. Día 122. Javier Vázquez Losada

Día 122. Javier Vázquez Losada. Casi sin querer (2009)



Después

Otros vendrán que dirán que todo fue en vano
y que el paso de los días no pesó
y que lo triste no lo fue tanto
ni lo alegre
que hubo más ideal que otra cosa
que creímos en lo que no había que creer
que la meta era inalcanzable
como si importara.
Dirán que hemos dormido
que hemos soñado
que hemos vivido
y pensarán que no fue suficiente
como si no les fuese a pasar a ellos.





miércoles, 1 de mayo de 2013

La razón inevitable

Día 29/04/2013 - 10.41h

La editorial canaria Baile del Sol, dentro de su colección Sitio de fuego, publicó hace varios meses, una novela del poeta vallisoletano Luis Santana, titulada Al final ni nos despedimos. Aunque no es la primera vez que Santana se adentra en el género narrativo -de hecho tiene acreditada una amplia bibliografía como traductor de novelas e incluso él mismo es autor de algún que otro relato breve-, lo cierto es que estamos hablando, en sentido estricto, de su primera obra como novelista. Un libro de bolsillo muy ligero, con 128 páginas, y tan exactas de principio a fin, que no cabe en él ni una línea más: así de cumplida es su materialidad tipográfica. Así que uno lee la novela en un santiamén como esas novedades extrañas que llegan de vez en cuando y que dejan, tras cerrar el libro, una dosis de perplejidad y un reguero de severa experiencia que sabe a poco y que al lector le gustaría alargar.
Pero no hay porque, pues hablaríamos de una sensación superflua. Santana -que también es el autor de la fotografía que exhibe la portada con unas roderas serpenteantes del tranvía que recorre la calle Alessandro Manzoni de Milán- procede de la poesía y su originalidad como novelista reside, precisamente, en una de las claves que definen la realidad poética, y que este vallisoletano domina con soltura y notable precisión: la capacidad de síntesis.

Nada falta y nada sobra

Toda la novela se disuelve en una certera confluencia de intereses sintéticos: los personales, los ambientales, los sociales, los filosóficos, los psicológicos y los sentimentales. Es decir, en el estudio cabal de una trama en la que nada falta y nada sobra. Esta precisión, a menudo, suele derivar en un esquematismo narrativo. Algo que no sucede en Luis Santana porque, además, es un gestor teatral que sabe de recursos escénicos y de síntesis dramatúrgicas: basta con decir lo ajustado en las sugerencias precisas. Justo lo que se articula en esta novela.
De aquí que los personajes en la misma -los protagonistas y los secundarios- emerjan con un poderoso trazo pero a la vez con una fuerza muy templada y equilibrada. Guillermo Condal, el protagonista, es un personaje discreto que cumple su cometido de telefonía empresarial con alguna triquiñuela, pero siempre dentro de lo más anodino de una rutina laboral: que no suceda nada salvo anotar pedidos y otras bagatelas. Ah, pero cuando sucede lo inevitable -reparar, por ejemplo, en lo que nunca consideró importante- todo se trastoca de repente porque Aurora, aún siendo en la narración un ser tan evanescente como una aparición, va laminando la cotidianidad hasta derrumbar todas las previsiones y convertir la vida en una obsesiva referencia que acaba en anulación ontológica. Una supresión tan discreta y pacífica como el propio título: pues Al final ni nos despedimos.
No podría cerrarse esta reseña sin aludir a una percepción que guarda un evidente paralelismo con la condición de poeta imprescindible que es Santana. Me refiero al lenguaje tan prístino y certero que emplea desde la primera a la última línea. No se trata de un simple dominio de los recursos lingüísticos que suelen atribuirse a todo narrador como tópico. En absoluto. Me refiero a esa precisión que, sin ánimo de lucro, surge en Santana como un escribidor nato que, primero, está acostumbrado a diseñar un plan redactor, después elige concienzudamente las palabras precisas y, finalmente, las une con una argamasa tan compacta que nada en ese conjunto creativo queda al albur. Por ésta, y por las razones antes apuntadas, esta novela de bolsillo tan ligera resulta tan redonda y satisfactoria.
 

2013 de Poesía. Día 121. Ángel Calle

Día 121. Ángel Calle. Utopistas y desutópatas (2008)



FRENTE AL PODER

... Tejer destierros en los televisores
amamantar farolas
abrir con ellas parques
encontrar en ellos gentes
convivir entonces
expropiando deseos
a los supermercados
a las escuelas de hormigón
al alquitrán que entierra los caminos...