lunes, 4 de marzo de 2013

2013 de Poesía. Día 63. Pedro Flores

Día 63. Pedro Flores. Como un león de piedra en el arqueológico de Bagdad (2011)




CENSORES DE VISIÓN NOCTURNA

Habrá quién piense
que la noche sobre Bagdad,
como la de Belgrado,
como la de Kabul,
es verde.




domingo, 3 de marzo de 2013

STONER. UNA OBRA MAESTRA


stoner
“Stoner” es magia. Empezar a leer esta novela es ser cómplices de un hechizo maravilloso: el que nos permite, como lo hace la literatura de verdad, ser testigos y, a la vez, partícipes de una vida, la del protagonista, que deja de ser ficción para pasar a ser una persona real, quizá más real y más querida para nosotros que mucha de la gente de carne y hueso con la que nos cruzaremos a lo largo de los días de nuestra vida. El escritor, John Edward Williams (no usaba su segundo nombre, pero es útil saberlo para quienes, como me pasó a mí, quieran saber algo más sobre este genial autor y lo busquen en Google), nos hace la crónica de toda la vida de su protagonista, William Stoner, desde que nace en 1891, en una deprimida granja de Missouri, hasta que fallece en 1956. Ya en la primera página nos advierte el autor: Stoner jamás pasó de ser profesor adjunto, y nadie, ni colegas ni estudiantes o exestudiantes, lo recuerda de manera especial. En otras palabras, ha sido un hombre que parece haber pasado por la vida sin pena ni gloria.
Muchos críticos, estudiosos y lectores de “Stoner” coinciden en afirmar que el tema de esta novela es la futilidad última de la vida, pues William Stoner habrá de pasar por innumerables pequeños y grandes calvarios vitales, y no porque en su vida acontezca nada fuera de lo común: es precisamente por lo corriente y común de lo que le pasa por lo que resulta tanto más descorazonador presenciar esas derrotas vitales. La impresión de futilidad radica en que toda su lucha vital no produce ningún logro memorable.
En ese sentido, la lectura de “Stoner” puede resultar indignante, pues habremos de asistir a verdaderas injusticias infligidas por las personas que rodean a nuestro protagonista. Sin embargo, parte de la belleza y del misterio de esta, a mi parecer, obra maestra radica en que somos nosotros, lectores, quienes debemos decidir el sentido último que la obra nos quiere trasladar o, quizá, sólo sugerir. La última escena, el último puñado de páginas de la novela, donde asistimos a la muerte de Stoner, es de una belleza y de un misterio sobrecogedores: todo desaparece… todo, salvo él, William Stoner, un ser humano íntegro, lleno de virtud, de bondad.
“Stoner” encierra, en páginas que pasan demasiado deprisa, toda la magia del saber contar, y toda la belleza inexplicable, inabordable, de la literatura. Es tan novela como poema como es canción de amor: amor en estado puro, amor a la literatura, a la palabra y al lenguaje humano; amor por la enseñanza y por el aprendizaje; amor por las mujeres que se aman y por los hijos que uno tiene, aunque luego los pierda o se los arranquen; amor por la rectitud, por la integridad, por el afán de hacer el bien por sí mismo; en fin, amor por un mundo que no es el de los poetas ni el de los hombres virtuosos y nobles, pues los traiciona a cada momento y sin contemplaciones, pero cuya belleza también sólo a ellos les es dado ver. Como admite el propio protagonista en un momento de la novela, “deseo y aprendizaje, eso es todo”.
* * *
Durante aquella década, cuando los rostros de muchos hombres se tornaron permanentemente duros y fríos, como si miraran hacia un abismo, William Stoner, para quien esa expresión le era tan familiar como el aire que respiraba, advirtió los signos de la desesperanza generalizada que conocía desde niño. Vio hombres buenos caer en una lenta decadencia de desesperanza, destruidos al ver destruido su concepto e una vida decente, les veía caminar desanimados por las calles, con la mirada vacía como añicos de cristal roto; les veía encaminarse hacia las puertas de atrás, con el amargo orgullo de los hombres que avanzan hacia su propia ejecución, a mendigar el pan que les permitiera volver a mendigar, y vio hombres que una vez caminaron erguidos por efecto de su propia identidad mirarle con envidia y odio por la débil seguridad que él disfrutaba como empleado de una institución que, no se sabe por qué, no podìa caer. No expresó esta consciencia pero conocer la miseria común le afectó y le cambió profundamente y sin que nadie lo apreciara. La tristeza por los apuros ajenos le acompañó en todos los momentos de su vida.
Mencionaba el criterio más extendido sobre “Stoner”; y otra reacción generalizada es el asombro por el desconocimiento del público de una obra tan brillante, tan honesta y tan hermosa como ésta, así como de John Williams. Seguramente no le ayudó, en términos de marketing y ventas, el que fuera publicada en 1970, y englobada –erróneamente– dentro del realismo sucio de la novela norteamericana. Se trata de una obra extemporánea, alejada del tiempo y de las modas que entonces triunfaban, con una elegancia y una introspección que casaban mejor con épocas anteriores. Sin embargo, hoy, en medio de la gran crisis material y moral que vivimos, el mundo de Stoner nos resulta muy familiar: un mundo, aquél, arrasado por dos guerras mundiales, por una gran crisis financiera y bursátil, y tomado por la desesperanza y la desorientación. Ante ese mundo, el profesor Stoner nos muestra que es posible y deseable seguir siendo uno mismo, mantenerse fiel a quien uno es, y cultivar la compasión, el amor y la belleza, aunque el mundo parezca olvidarnos.
“Stoner” es una obra maestra, diferente, inolvidable, que esta vez nos viene de la mano de una editorial para mí hasta ahora desconocida, Baile del Sol. Me alegra mucho que hayan apostado por esta joya desconocida, y que nos den la oportunidad de disfrutarla.

2013 de Poesía. Día 62. Déborah Vukušić

Día 62. Déborah Vukušić. 23 Pandoras (2011)


MI PADRE

vuelvo atrás
camino siempre
como los cangrejos
he cedido de nuevo a sus encantos
a la llamada de la sangre
a su voz a sus ojos
(tan iguales a los míos)
a la mentira que me sepultará
una vez más                 una vez más
vuelvo atrás porque le creo
creo cada mentira
que me cuenta de verdad
y las verdades que de verdad
son mentira
una vez más                 una vez más
siento
la picadura del escorpión


O MEU PAI // volvo atrás / camiño sempre / coma os cangrexos
/ cedín de novo aos seus encantos / á chamada do sangue / á súa
voz / aos seus ollos / (tan iguais aos meus) / á mentira que me
vai sepultar / unha vez máis unha vez máis / volvo atrás porque
creo nel / creo cada mentira / que me conta de verdade / e as
verdades que de verdade / son mentira // unha vez máis / unha
vez máis / sinto / a picadura do escorpión ///


sábado, 2 de marzo de 2013

Stoner





STONER
John Williams
Traducción de Antonio Díez Fernández
Ediciones Baile del Sol

Últimamente tengo una gran suerte, o bien he aprendido a elegir muy bien. Sin embargo, en esta ocasión, y haciendo honor a la verdad, he leído este libro -del que no tenía ni idea- gracias al hallazgo de un buen amigo.

Stoner cuenta la historia de William Stoner, un joven que es hijo de unos campesinos de Misuri, que nació a finales del siglo XIX y que -con gran esfuerzo por parte de sus padres- es enviado  a la universidad de Columbia para que estudie en la Facultad de Agricultura, donde un día, un profesor que está iniciando a sus alumnos en las virtudes de la literatura, se dirige directamente a él en clase para decirle: “El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿le escucha?”. Así fue como Stoner dejó los estudios de Agricultura y se dedicó al estudio de la literatura inglesa, llegando a ser profesor en esa misma Universidad.

Stoner es un libro que nunca terminas, porque cuando acabas con la última página sus letras siguen dentro de ti, como queda impregado tu ser con la buena poesía, porqueStoner es una narración que es pura poesía.

En un periodo entre las dos grandes guerras, Stoner es un canto al amor por la buena literatura, al esfuerzo por el trabajo bien hecho, a la honestidad de William, al que -a veces- te gustaría zarandear para que reaccionara, al que es inevitable querer hasta la última página, de la misma forma que se quiere a los perdedores que ganan o a los ganadores que pierden, pero que no podemos dejar de amarle.

John Williams escribió esta novela en 1965 y -al parecer- pasó por la vida literaria sin pena ni gloria y así fue la vida de este libro durante décadas, hasta que un día la editorial canaria Baile del sol recuperó para nosotros estas 242 maravillosas páginas traducidas porAntonio Díez Fernández para regalarnos unos momentos de placer, así que todo mi agradecimiento a Baile de sol y a todas estas pequeñas editoriales que nos sorprenden tan gratamente.

2013 de poesía. Día 61. Sara Herrera Peralta

Día 61. Sara Herrera Peralta. Shock (2011)



[La foto]

La cabeza frente al diábolo y las manos tozudas resistiéndose a sudar.
Llevar un formulario entre las manos
con una foto carné de uno mismo
con bigote y gafas
y pecas y ojeras de resaca
es estar convencido de una identidad inexistente.

Nada parece de veras
superfluo entre el aire y la cartulina.
Nada es sin existir
realmente entre las manos.
Nada lo vale tampoco.

Parecer es tener miedo
a ser lo que somos.
Parecer es temblar asustado y decir luego
tal vez mañana, y dejarlo para después
y más tarde.

Parecer, todo es parecer ahora.


viernes, 1 de marzo de 2013

Miedo de ser William Stoner


Laura Ferrero - 20-02-2013


Stoner, John Williams
Narrativa (Editorial Baile del Sol)
En realidad, William Stoner nunca fue un héroe. De orígenes humildes, hijo de granjeros pobres, su pasión por el estudio y la literatura hizo que abandonara el mundo al que pertenecía para entrar en el de las grandes universidades. Pero Stoner jamás pasó de ser profesor adjunto, y nadie, ni colegas ni estudiantes o ex estudiantes, lo recordó de manera especial. En otras palabras: pasó por la vida sin pena ni gloria. Stoner, de John Williams (1922-1994). que pasó tan inadvertida como su protagonista en el momento de su publicación, en 1965, es una novela extraordinaria. Ambientada en el mundo universitario estadounidense de mediados del siglo pasado, no es otra de esas novelas que ironizan acerca de las rencillas y rivalidades de los académicos, sino que nos introduce en la vida interior de William Stoner, una existencia aparentemente monótona que tiene, sin embargo, la infinita capacidad de reflejar nuestras vidas, nuestros miedos, nuestro profundo apego a las certezas que acumulamos con la vida. Y por qué no decirlo claramente: nuestro miedo a no ser felices. Porque Stoner tiene dos grandes pasiones: el conocimiento y el amor. Y sus pasiones serán asimismo, sus grandes fracasos. Conservador, de principios sólidos, se mantendrá fiel a una vida deliberadamente elegida que le traerá, por contrapartida, otra vida sustentada en la renuncia. Será testigo de dos guerras, de uncrack del sistema bancario y del desmoronamiento de sus propias certezas. Así, se casará, tendrá una hija, y llegará a ser el profesor que siempre pensó que sería. Pero infeliz. Porque tras esa vida aparentemente corriente y ordenada se esconde, como a menudo ocurre, el fantasma de la decepción. Dejará escapar demasiados trenes y vivirá sus días tranquilo, estudiando, resignado y perdonándose, ya en su vejez, en la agonía de su muerte, lo que ningún ser humano debería ser capaz de perdonarse: no haber sido feliz. La grandeza de Stoner es la universalidad. El hecho que hace que al terminar la última página nos sobrecoja el pánico, el terror. El miedo de ser o de estar siendo William Stoner.-

2013 de poesía. Día 60. María Jesús Alvarado

Día 60. María Jesús Alvarado. Geografía accidental (2010)




Smara

Si me pintas las manos
me pintas el alma.
Te conviertes entonces
en la reina de mis sueños.

Si me pintas los pies
pintas mi caminar
y te haces dueña de mis pasos.

Si ya soy tuya así,
por qué no sigues,
por qué no tomas mis muslos
y mi vientre, por qué no pintas
mis pezones, por qué mis nalgas
y mi espalda no se tiñen también.

Y por qué no te dibujo yo a ti
de arriba abajo, y te adorno de rojo
las caderas, y engalano la noche
con tus senos.

Anda, sigue,
nadie vendrá ya.
La henna es cosa de mujeres.
Ata bien la lona de la entrada
y no temas:
quedará entre nosotras.