martes, 18 de septiembre de 2012

Stoner


           No sólo somos un hatajo de genes mejor o peor agavillados, también hemos ido a parar a un lugar en el que confluye una red de influencias. Es la lotería de la vida. La mayor parte de la gente nunca ha pensado en ello, bien porque su lucha por la subsistencia es tan premiosa que no tiene tiempo para más, bien porque todo han sido facilidades y los afortunados no se paran a pensar que la vida pueda ser otra cosa. Las novelistas no se han detenido ni en los absolutamente desgraciados ni en los absolutamente felices, en general se han ocupado de los que están en el medio, suelen contarnos –en las novelas más vendidas-, el triunfo en la lucha por la vida, o el fracaso -en las novelas literarias. La gran literatura, sea poesía o novela, suele complacerse en la delectación del fracaso, hasta un estilo y una época entera hizo del fracaso su gran tema, el romanticismo. La historia de la burguesía está asociada a esa época y en sus ratos de divertimento le gusta que le recuerden que su vida podía haber ido por otros derroteros. La ópera, la gran novela decimonónica, el cine de la época clásica, las grandes sinfonías.

            La vida que pasa. Conocimiento y amor. De eso va Stoner. En algún momento la vida penetra un cuerpo nacido de hombre y mujer y se echa a andar. No todos los cuerpos penetrados por la vida adquieren la misma autoconsciencia ni son capaces del mismo amor. Stoner se dedicó a la enseñanza porque era lo que tenía más a mano, en algunas épocas fue un buen profesor, dedicado a la elevación de sus alumnos, en otras no tanto. Su amor fue fluctuante, tuvo sus ocasiones y las aprovechó a medias; durante un breve espacio de tiempo fue feliz, pero no fue capaz de convertir la pasión que emana del amor en algo duradero. La vida nunca fracasa, tiene su recorrido, un comienzo y un final, pero la línea que la recorre es más o menos densa, su vibración es mayor o menor dependiendo de muchas cosas. De los encuentros que nos depara la fortuna: la mujer de la que nos enamoramos la primera vez, aunque el verdadero amor no es el primero, de la mujer con quien nos casamos, del amor que creímos verdadero pero que fracasó; de nuestros compañeros de viaje, de los grandes amigos de la juventud que perdimos durante el camino, de los que renqueando hemos mantenido, de las personas de las que ha dependido nuestra promoción, que han valorado lo que hacíamos, de nuestros enemigos íntimos, cuyo carril ha discurrido paralelo al nuestro, sin aflojar nunca la marcha; de nuestros hijos, a los que no hemos podido moldear como hubiésemos querido, porque su constitución es distinta de la nuestra, y su camino. Y de nuestro empeño, que no podemos controlar como nos hubiese gustado o eso pensamos cuando echamos la vista atrás.

            Eso es lo que cuenta John Williams en Stoner. Sólo varían las circunstancias, el país, la época, el idioma, pero la vida de Stoner puede ser la vida de cualquiera de nosotros. Williams lo cuenta en el idioma de la literatura, quizá algo relamido para los tiempos que corren, publicada en 1970, con la habilidad de quien sabe cómo contar cuentos y que además sabe otra cosa, que quien se acerca a la literatura quiere paladear miel con regusto a acíbar, porque quien se acerca a la literatura no espera encontrar otra cosa que la vida, reconocerse en el cuento, aprendiendo algunas cosas más de las que ya sabía o no se atrevía a conocer, y esperando que al leer siga vibrando en su interior la cuerda del amor. Y eso, asegura John Williams dura hasta el final, hasta que se extingue la última luz.

            Stoner es una maravillosa novela que cuenta la historia de un hombre fracasado, o fracasado a medias, con algunas muy pequeñas satisfacciones, que no hace nada para doblegar a su destino, o hace muy poco, un hombre que se complace en la humillación, de un hombre como cualquiera de nosotros que no planta cara como debiera.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Novedades Septiembre

Atlantis es el nombre del antiguo semidiós de la mitología griega o de un gigante, que lleva sobre los hombros al mundo. ¿Y cuál es la historia que trae sobre los hombros Boris Pintar? Por un lado, ilumina el lado oscuro de las relaciones familiares, y por otro, nos guía por historias de relaciones imposibles, donde se cruza lo político, lo religioso, lo sexual o lo social, como antagonistas a unas relaciones “normales”. El nexo de los relatos de Atlantis es la impotencia en las relaciones con una sana intensión de desestabilizar los cimientos de la familia.

ATLANTIS. Boris Pintar. (Relatos) ISBN: 978-84-940258-0-8. 10 €







Una mujer que le ajusta las cuentas a su familia, al estado, a ella misma; que no se detiene ante nadie, que no se calla. Y para esto apela a la única solución posible (la única solución imposible de recomendar además): sacar la escopeta, matar. Un monólogo lleno de tragedia, de reflexiones sobre la sociedad contemporánea, de ironía. Un monólogo que puede leerse como una “mala” crónica roja y a la vez como un ensayo delirante (al igual que los minidramas que lo acompañan). Un monólogo sobre nuestra paranoia, nuestro cansancio y nuestra paradójica manera de relacionarnos con los demás. Un monólogo sobre la felicidad.


Una situación tan cerrada, que nos hará entender la visiones de Orwell como algo lleno de vida y color.
Ralf Junke, Leipziger Zeitung

DISCURSO DE LA MADRE MUERTA. Carlos A. Aguilera. (Teatro) ISBN: 978-84-15019-92-3. 10 €

domingo, 16 de septiembre de 2012

Nota de prensa: Baile del Sol, la única editorial española en el Festival Literario Vilencia, de Eslovenia

Baile del Sol ha sido la única editorial española que ha participado entre los días 5 y 8 de septiembre en el 27º Festival Literario Internacional Vilenica, Escritores Nómadas, celebrado en Lipica, Eslovenia. A lo largo de las jornadas, el editor, Tito Expósito, tuvo la oportunidad de reunirse con diferentes autores de los países del Este, algunos de los cuales han sido publicados en la Colección del Este de la Ed. Baile del Sol. Tal es el caso de Andrej Blatnik, cuya compliación de relatos "La ley del deseo" fue editada en 2010. 
Además de participar en diferentes mesas sobre el mercado literario esloveno o las ayudas europeas a las actividades culturales, Expósito se reunió con el agregado cultural de la Embajada de España en Eslovenia, Sergi Farré, con quien valoró la necesidad de acercar la literatura de ambos países a través de traducciones y publicaciones literarias.
Por otro lado, Baile del Sol contactó con el escritor serbio David Albahari, que este año ha recibido el Premio Especial del Festival, y que próximamente publicará también en España en la Colección del Este de Baile del Sol. Cabe destacar que a la entrega de este prestigioso premio literario asistió el Presidente de la República Eslovena, Dr. Danilo Türk.


Tito Expósito, con la traductora y crítica literaria, Simona Skrabec, y el agregado cultural, Sergi Farré.

Debate sobre el mercado literario de los países del Este de Europa.

Tito Expósito con el escritor serbio canadiense David Albahari



viernes, 14 de septiembre de 2012

Prólogo del poeta Luis Luna al libro de Michel Feugain "Entre sombra y ceniza" (Baile del sol, 2012)


Entre sombra y ceniza glosa (Ediciones Baile del sol, Madrid, 2012), en varias secciones, la visión del exilio que su autor Michel Feugain ha padecido durante los últimos cinco años y que le mantiene apartado de su país de origen desde entonces —aún con un breve viaje para ver a su madre enferma— y le instala en Francia, primero y, de manera intermitente, en España, después, con el objeto de cursar su Doctorado en Filología Hispánica. En una de esas clases entro en contacto con él, con esta persona humilde y entrañable que se llama Michel. A partir de una primera conversación sobre su campo de investigación, nuestra amistad se hace más intensa y, poco a poco, me cuenta su experiencia de exilio, bebemos y comemos juntos, nos conocemos.
    En poco tiempo, esa amistad se interna también en el préstamo recíproco de nuestros escritos, en el intercambio de ideas y búsquedas. Mis primeras lecturas se reducen a textos aislados, a intensas declamaciones en mi casa, con ocasión de alguna cena. Sus originales en francés me llegan cada cierto tiempo y, de repente, me asombra con textos en castellano, textos que él ha sentido debían escribirse en esta lengua, como medio para expresar sus asperezas, sus alegrías... en una palabra, su camino.
   El camino recorrido es lo que ya hoy es una realidad. Este poemario que se publica ahora lo describe minuciosamente. Interesa especialmente esta voz porque no se limita a reproducir —o en el peor de los casos a compadecer— desde una mentalidad europea la experiencia de los subsaharianos emigrantes sino que quien nos habla lo ha experimentado realmente, lo ha sentido y se ha atrevido a expresarlo poéticamente en poemas llenos de sinceridad, desgarro y reivindicación, sí, pero también de humor y amor infinito. Todos estos aspectos son los que merece la pena describir más detalladamente.
   La experiencia del exilio marca, en mi opinión, una poética del exilio, es decir, conforma de modo absoluto el impulso de escribir del autor. La nostalgia está presente en casi todos —por no recurrir a la totalidad— de sus textos; nostalgia del lugar de nacimiento, de sus tradiciones, de sus esperanzas, nostalgia incluso de la fe en la emigración que impulsa a marcharse —se es por supuesto exiliado político, pero también económico, cultural, ideológico— y que se acaba en el punto justo en que se cruza la frontera con Europa. La experiencia europea cambia para siempre el modo de pensar de los exiliados africanos que observan en toda su crudeza la persecución, la violencia, el desencanto, la indiferencia, el rechazo. Así es como se adquiere conciencia de exiliado y, en el caso de Michel, conciencia de utilización de la palabra para advertir y subvertir esa realidad.
   El análisis de la condición de "extraño" trae como consecuencia la exploración del concepto de "negritud" analizado profusamente para expresar y delimitar los tópicos más comunes sobre esta condición. En la sección que recibe ese nombre Feugain se lanza a la utilización del término "negro" como palabra de choque contra sí mismo, en un reconocimiento del yo frente al resto. "Negro" se es y al mismo tiempo se padece, en una suerte de persecución que no admite disfraces. El diálogo implícito en los textos nos instala en un enfrentamiento dialéctico entre el ser reconocido y el ser que se le opone como si cada uno de ellos fuera el representante del pensar común de los semejantes. De todos ellos se extrae el llamamiento al único ser posible: el ser humano, situado en una suerte de idealidad que no admite diferencias ni diferenciaciones. Los matices de la "negritud" significan aquí, como en Senghor, una reivindicación de la autonomía del africano para resolver sus propios asuntos —frente a las visiones paternalistas— no exenta de una exaltación implícita de los valores propios. África, madre, amante, tierra de promisión, paraíso, ocupa un lugar preponderante en el desentrañamiento del concepto mismo de "negritud" ya que se establece como un continuo entre el sujeto y su entorno, formando éste parte de aquél y viceversa. África corre por las venas de cada africano, parece decirnos Michel a cada paso y se reencarna en visiones oníricas donde el recuerdo sustituye a la realidad que supone el exilio, la condición de exiliado, concebida como una enfermedad de la que se ha estado a salvo durante el mágico periodo de la infancia:

a salvo de toda enfermedad
incluso de este exilio

   La orfandad resulta singularmente familiar en los textos de Entre sombra y ceniza; se revela profunda y absoluta, sin paliativos. La orfandad refuerza una idea axilar que se entrecruza aquí y allá: el exiliado, al pasar determinado tiempo lejos de la tierra que lo ha nutrido, pasa a ser un exiliado constante, tal vez porque realmente, se ha exiliado de sí mismo, es un huérfano perpetuo de su imaginario. Ciertos poemas de Mahmud Darwish nos hablan también en ese sentido. También los exiliados españoles parecían decirnos eso en sus reflexiones. ¿Cabe el retorno a un país que se nos ha quedado fosilizado e idealizado en el recuerdo? En cualquier caso, esa experiencia es frustrante:

Cinco años de un difícil exilio
cinco años después de mi destierro
lo que unos llaman candidamente

Emigración
cinco años después
vuelvo la mirada y lloro

La escuela que me enseñó el abecedario
ya no tiene techo
las risas que al anochecer
se difundían cual una ola
contagiosa de alegría han sido
sustituidas por los llantos de los míos
en Parroquias fantoches

   El retorno, implica, pues, dificultades difícilmente subsanables. ¿Acaso necesita África nostálgicos? La reivindicación y denuncia de la situación de los subsaharianos parece la misión más clara para un exiliado como Michel. Sus versos parecen ser el mensaje del trovador —y África es profusa en trovadores— que intenta calar en el imaginario europeo, harto de escuchar cómo las desgracias del africano se repiten una y otra vez para llamar la atención de su bolsillo. ¿Acaso el africano, en su afán de supervivencia, ha dejado de ser sujeto?, ¿ha dejado de tener pulsiones, deseos, frustraciones? ¿ha dejado de ser nuestro semejante? Un no tajante se revela en la fuerte voz de Feugain:

Como vosotros

Como vosotros tengo una novia
como vosotros tengo nuevas vidas

Como vosotros despierto soñando
como vosotros despierto
con gusto de amar a quien me ama

En mi mente como en la vuestra
parpadea la primera esperanza.

   Podemos observar también, como último aspecto, la fuerza seminal del erotismo. La sección "Orfeo negro" pone de manifiesto precisamente la latencia de la vida por encima, incluso, del exilio; la presencia del erotismo es un antídoto contra toda la costra de desesperación que late en el exilio. Nos devuelve la pasión, la intimidad, el contacto, la carnalidad necesaria para la supervivencia. En estos textos el humor se revela con todo su poder para derruir lo establecido y preconcebido, especialmente la condición de víctima indefensa del subsahariano:

Tus piernas

No me hables
más de ellas

Son la causa
de mis tormentos
son trampas
para mis sueños
son el engaño
para mis ojos

Por favor
llévatelas

No te tengo rencor
pero no me hables
más de ellas

   Queda, al final de todo, el amor. Amor fundamental y medular en la superación de Thanatos, utilizado como un paso adelante con y contra todos. El inmigrante es capaz de amar y desde ese amor construir una nueva realidad, donde la mezcla procure una nueva visión del conjunto. El conjunto de poemas amorosos que nos ofrece el autor en su libro resulta así espléndidamente conceptualizado.
   Así pues, Entre sombra y ceniza resulta ser un poemario imprescindible para conocer, de primera mano, la realidad del exilio subsahariano, desde dos puntos de vista: el colectivo, pues no podemos olvidar que Michel se muestra tan combativo como el momento merece, y, sobre todo, el personal. Este poemario significa, ante todo, un valiosísimo documento para que el europeo, ese lector que ahora se va a sumergir en estos textos gracias a la editorial Baile del Sol —que cumple la honrosa misión de dar voz a los que normalmente no encuentran espacio para desarrollarla—, recuerde que cuando se encuentra con un africano, se encuentra ante todo, no con una estadística, ni con una oportunidad para su caridad, sino con un ser humano completo, complejo, con muchísimo que decir.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Entrevista a Joaquín Lloréns, autor de Amor Envenenado (Beatriz, investigadora licenciosa)




Hace unos días publicaba en mi blog la reseña de Amor Envenenadodel escritor bilbaino afincado en Palma de Mallorca, Joaquín Lloréns. Hoy os traigo una entrevista al autor de esta novela negra. 


Joaquín Lloréns nace en Bilbao en 1962 y es licenciado en Ciencias Empresariales. Tras trabajar como galeote en una multinacional del sector de la consultoría,  a finales de los ochenta traslada su residencia a Mallorca junto con la también escritora Inés Matute. Sus principales frutos literarios han sido la serie de novelas de Beatriz, una investigadora no profesional  y de personalidad algo excéntrica en sus relaciones afectivas. La primera,Citas Criminales, ha sido publicada también por la editorial Baile del Sol. Están a la espera de imprenta Política criminal y Venganza Criminal. Actualmente trabaja en la quinta novela de la serie, Crimen de lesa majestad.

Ha escrito y publicado cuentos y artículos en “La bolsa de pipas” y en “Quehacer editorial”, y ha participado en diversas antologías poéticas. Es miembro activo de RIEPA (Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos) donde mantiene activo un blog.

1.- Ha escrito cuentos, artículos y poemas y ya ha publicado sus dos primeras novelas. ¿En qué campo se siente más a gusto?

J. Ll. —En realidad son ya tres las novelas publicadas de la serie “Beatriz, investigadora licenciosa”: Citas criminales, Amor envenenado y Política criminal. En cuanto a la pregunta, la novela es mi campo predilecto. En una novela no sólo tienes espacio para relatar una historia que te parece interesante sino que te permite desarrollar con amplitud ciertas complejidades que complementan la trama principal, como unos personajes, con su propia sicología, los meandros de sus almas… Aparte de la concepción de un hijo, el desarrollo de un personaje es lo más cerca de la creación pura que una persona puede estar. Adicionalmente, la extensión de las novelas da más margen de libertad y deja campo para la incorporación de reflexiones propias e incluso, como ocurre en las mías, para compartir lugares que, por uno u otro motivo, te parece que merece la pena mostrar a tus lectores.


2.- Y para remate es miembro activo de la Red de Editores y Proyectos  Alternativos. Explíquenos algo sobre RIEPA.

J. Ll. —RIEPA es un proyecto nacido en México, gracias al multidisciplinar Alejandro Zenker, -autor de las fotografías de mis novelas-, al que me sumé gustosamente para aportar mi granito de arena a la idea de dar algo más de publicidad a los proyectos de las pequeñas editoriales independientes y como medio de compartir, entre ellas y los escritores, conocimientos, experiencias e iniciativas que nos enriquezcan a todos.

3.- ¿Es la novela negra uno de sus géneros literarios favoritos? Lo digo por la saga sobre Beatriz, investigadora licenciosa.

J. Ll. —He de reconocer que sí es uno de mis géneros literarios favoritos, aunque confieso que mis gustos son más bien eclécticos. Soy un lector voraz  y omnívoro en cuanto a géneros. Aunque si hay un tipo de libros que me resultan especialmente gratos, son todos aquellos que relatan una historia interesante o cuya psicología de sus personajes me ayuda a comprender empáticamente otras personalidades distintas a las mías. Sin embargo, si soy sincero, durante los seis años que he dedicado a la saga de “Beatriz, investigadora licenciosa” he procurado no leer casi nada del género para sustraerme al máximo de influencias ajenas.

4.- He leído la segunda entrega de la misma y me ha gustado. Rompe un tanto los cánones propios de este género.

J. Ll. —Esa ha sido mi intención. A estas alturas, escribir algo diferente, encontrar un tema inédito, es prácticamente imposible. Yo he intentado olvidarme de los rasgos más académicos de la novela negra y escribirlas de un modo lo más personal posible. Las características más atípicas, y que en una primera impresión pueden chirriar al lector, se repiten en cada una de las novelas de la serie. Creo que constreñirse a un manual de estilo de género limita innecesariamente la creatividad. De todos modos, desde el principio he asumido que los lectores más puristas y los críticos más encorsetados se echarán las manos a la cabeza por algunas de mis libertades.


5.- ¿Por qué una investigadora precisamente? ¿Tiene más recursos para resolver los casos que los típicos investigadores masculinos a los que estamos habituados?

J. Ll. —El motivo fue doble. De un lado, hacía muchos años que el personaje de una investigadora “licenciosa” me rondaba la cabeza por su originalidad. No tengo constancia de que exista otra, salvo quizás la Valentina que conocí a través de los cómics de Guido Crepax y la posterior serie televisiva italiana, tan sensual como mi Beatriz, aunque menos “licenciosa”. Por otro lado, el intentar escribir desde el punto de vista de una mujer evitaría la enorme tentación que suele atacar a los escritores, en especial a los noveles, de reflejar gran parte de su personalidad en su personaje principal.

En cuanto a los recursos, sí que es cierto que las mujeres hermosas tienen un recurso para obtener lo que se proponen del que carecen la mayoría de los hombres, aunque en la novela negra clásica la seducción también  ha sido usado por algunos investigadores masculinos. Pero mi investigadora suele resolver sus casos más por perseverancia y, muchas veces, por casualidades, alejándose de la imagen de super-investigadora.


6.- La novela negra está en auge últimamente en nuestro país. ¿Puede ser una de las causas la situación económica que provocó la crisis que padecemos actualmente?

6.- La novela negra está en auge últimamente en nuestro país. ¿Puede ser una de las causas la situación económica que provocó la crisis que padecemos actualmente?


J. Ll. —La novela negra es la reacción literaria ante la corrupción, el dinero negro, la especulación urbanística…, pero hace ya mucho tiempo que viene llenando las páginas de muchos libros. Creo que, en lo que ha afectado respecto a la novela negra la situación económica y, sobre todo, el descrédito de nuestros políticos, con sus inacabables casos de corrupción, despilfarro y prevaricaciones, es que ha cambiado la valoración de los críticos ante el género. De ser considerado un género menor, la situación actual hace que hayan dejado de sufrir la etiqueta de libros “entretenidos” para auparse al nivel de literatura  de crítica social con mayúsculas.

7.- De los autores por los que siente más admiración ¿Ha influido alguno de ellos en su estilo?

J. Ll. —No de una manera consciente, pero estoy seguro de que sí lo han debido hacer. Un escritor es hijo de sus lecturas. Estoy seguro de que muchos párrafos, giros narrativos  e ideas deben mucho a Borges, Casares, Meyrik, Potocki, Chesterton, Maugham y muchos otros.

8.- ¿Cuál de las fases de la creación de una obra literaria es la que más quebraderos de cabeza le causa: documentación, corrección, etc?

J. Ll. —La documentación y la corrección, más que quebraderos de cabeza, lo que me dan es mucho trabajo. Especialmente la corrección. Hay muchos escritores de novela negra y/o de intriga que trabajan desde el principio con un esquema perfectamente definido de cómo comienza la novela, cómo se desarrolla y cómo termina. No es mi caso. Parto del nudo de historia y dejo que ella y los personajes vayan fluyendo a través de mí y de mis circunstancias. Eso hace que la escritura sea mucho más entretenida, aunque más trabajosa, ya que, a veces, el desenlace que surge con naturalidad obliga a rehacer parte de lo escrito para mantener la congruencia de la trama. Esa es quizás la parte que más quebraderos de cabeza me causa, aunque también es la fuente de mi mayor gozo como escritor.

9.- ¿Cómo ve el tema de la incursión de la publicación digital en el mundo de la literatura?

J. Ll. —He de reconocer que soy un nostálgico por naturaleza. Múltiples motivos empujan a que la publicación digital vaya comiendo cada vez mayor parte del pastel editorial. Creo que llegará un momento en que la impresión en papel se verá reducida al pedido personalizado de los coleccionistas y a unos pocos ejemplares para el propio autor, para quien siempre es gozoso ver su obra en formato físico. La impresión digital permite que la impresión de un número mínimo de ejemplares sea hoy económicamente viable y las nuevas generaciones están acostumbradas a leer sobre dispositivos electrónicos. Por si fuera poco, nuestros espacios vitales, empequeñecidos por causas económicas, hacen cada vez más difícil el poder acumular físicamente grandes cantidades de libros.

10.- Y ya para finalizar. ¿Es difícil editar una novela a día de hoy? He visto incluso casos de que algunos escritores o escritoras que han publicado en libro digital después han tenido problemas a la hora de publicar sus novelas en formato papel.

J. Ll. —Siempre ha sido difícil. Hoy en día es, de un lado, más fácil, ya que los editores pueden imprimir tiradas mucho más pequeñas a través de las imprentas digitales o incluso en formato electrónico, lo que hace mucho menos costosa la edición. El problema de esos casos es que la distribución es mínima y la promoción inexistente. De otro lado, dado el enorme número de personas que hoy en día escribe, la criba editorial es tremenda. Ante la ingente avalancha de manuscritos que reciben las editoriales, la mayoría de ellos no llegan jamás siquiera a ser ojeados; no digamos leídos. Por ello, y ante la revolución tecnológica, es lógico que muchos escritores -la mayoría de los cuales aspira a ser leído-, publiquen en formato digital, cosa que pueden hacer ellos mismos a un coste prácticamente nulo.


11.- Muchas gracias por su atención y seguiremos atentamente su carrera literaria.

J. Ll. — A usted, por concederme esta entrevista y dar publicidad a mi novela

martes, 4 de septiembre de 2012

Stoner



Por fin dejamos atrás este apestoso mes de agosto y parece que también esas terribles temperaturas que hacen de este secarral llamado Valencia un espacio poco apto para la vida humana. Aunque septiembre no solo trae buenas noticias. Hoy sábado, es el día elegido por el Gobierno para poner en práctica su última ocurrencia: subir el IVA de la luz, el gas, el teléfono, la gasolina, los libros electrónicos, las entradas a conciertos o al cine, la ropa... Supongo que con ello el listo de la barba y sus secuaces complacen a Frau Merkel y al puto Bundesbank. En fin, para que seguir. No quiero ponerme de mala leche tan pronto, así que mejor pasar a cosas más agradables. Porque la intención de esta entrada no era retratar a la cuadrilla de mónguers que nos desgobiernan (eso ya lo hacen ellos solitos), sino recomendaros un magnífico libro que se titula “Stoner” (nada que ver con Kyussy el resto de bandas de rock que participan de tan gloriosa corriente musical).
William Stoner entró como estudiante en la Universidad de Missouri en el año 1910, a la edad de diecinueve años. Ocho años más tarde, en pleno auge de la Primera Guerra Mundial, recibió el título de Doctorado en Filosofía y aceptó una plaza de profesor en la misma universidad, donde enseñó hasta su muerte en 1956. Nunca ascendió más allá del grado de profesor asistente y unos pocos estudiantes le recordaban vagamente después de haber ido a sus clases.
Este Stoner es el personaje de vida trivial y escasas ambiciones que protagoniza la novela que me acabo de terminar. Escrita en 1965 por un profesor tejano de nombre John Williams, está tan bien contada, que se hace difícil entender por qué es tan poco conocida hoy día. Porque es una novela preciosa, emotiva pero sin caer en la cursilería y sencilla, muy sencilla, lo cual aún la hace mejor. Y es que, según yo lo veo, es todo un logro conseguir que una obra como esta, que lo único que nos cuenta es la escasa resonancia de una vida pequeña y corriente, nos interese. La historia de un tipo gris cuyas aspiraciones se colman impartiendo clases de inglés en una universidad de medio pelo, renunciando a cualquier tipo de promoción (y también a otro tipo cuestiones extra-profesionales). Ahí está la gracia, el que John Williams haya conseguido que comprendamos, que (por momentos) nos sintamos identificados con un hombre que pasa de puntillas por la vida y que, en lugar de enfrentarse a los problemas, agacha la cabeza y rehuye la lucha (atado a una mujer que no le quiere, alejado de una hija a la que no puede querer, con una amiga/amante a la que no le dejan querer, con unos compañeros de trabajo que… bueno, ya veréis).  

Existe un pasaje al comienzo del libro, cuando Stoner está asistiendo a clase de literatura inglesa con el profesor Sloane, que define lo que será su vida. Su mentor recita un soneto clásico y es entonces cuando dirigiéndose a nuestro protagonista este le increpa tal que así: “El señor Shakespeare le habla a través de trescientos años señor Stoner, ¿le escucha?”.
William Stoner se dio cuenta de que por unos instantes había estado conteniendo el aliento. Lo expulsó suavemente, siendo entonces consciente de la ropa moviéndosele sobre el cuerpo mientras el aliento le salía de los pulmones. Desvió la vista de Sloane hacia otro punto de la sala. La luz penetraba por las ventanas y se posaba sobre los rostros de sus compañeros de manera que la iluminación parecía venir de dentro de ellos mismos para salir hacia la oscuridad; un alumno pestañeó y una sombra delgada cayó sobre una mejilla cuya parte inferior había recogido la luz del sol. Stoner advirtió que sus dedos se estaban soltando de su firme agarre al escritorio. Volteó las manos frente a sus ojos, maravillándose de lo morenas que estaban, de la intrincada manera en que las uñas se adaptaban al romo final de los dedos. Pensó que podía sentir la sangre fluir invisible a través de sus diminutas venas y arterias, pulsando delicada y precariamente desde las yemas de los dedos a través de su cuerpo.
Así será como quedará atrapado por las garras de la literatura para el resto de su vida, y comprenderá que, al margen de eso, todo aquello que le ocurra será secundario. Stoner sabrá desde ese preciso momento que si algo tiene que ocurrir, va a ocurrir, y por ello es inútil dedicarle más tiempo del necesario a asuntos triviales como la vida. Esta idea, que puede parecer una chorrada pero que define claramente al personaje, se ejemplifica muy bien en diferentes pasajes del libro, como en este ya hacia el final del libro, en el cual conversa con su médico:
“Sí”, dijo Stoner. “¿Cuándo quiere operar?” 
“Tan pronto como sea posible”, dijo Jamison aliviado. “En los próximos dos o tres días”. 
“Eso es pronto”, dijo Stoner casi ausente. Después miró fijamente a Jamison. “Déjeme preguntarle algo, doctor. Debo decirle que quiero que me responda sinceramente”. Jamison asintió.
“Si solo es un tumor, benigno, como dice ¿daría igual retrasarlo un par de semanas?” 
“Bien”, dijo Jamison con renuencia, está el dolor, y… sí, daría igual, supongo”. 
“Vale”, dijo Stoner. “Y si es tan malo como piensa... ¿daría igual retrasarlo en ese caso un par de semanas?" 
"Después de un rato largo Jamison dijo, casi con amargura: “Sí, supongo que sí”.
Pues eso es “Stoner”, un gran libro. 
Otro más. 
Anda que si no fuera por ellos…

domingo, 2 de septiembre de 2012