lunes, 18 de julio de 2011

Reseñas de libros/Ficción: John Williams: Stoner (Baile del Sol, 2010)


Por Juan Antonio González Fuentes, viernes, 01 de julio de 2011

Jamás en mi vida había oído hablar de un escritor llamado John Williams, nombre que si embargo sí evocaba en mi memoria cine, orquestas y bandas sonoras de mucho éxito y difusión universal. Imagino que en el mundo anglosajón llamarse John Williams es algo así como llamarse en el mundo hispano Juan Pérez, Juan González o Juan Fernández, es decir, significa poseer un nombre tan común y vulgar que precisa al menos de otro apellido o nombre para singularizarlo de alguna manera. Es más, John Williams, visible en la cubierta de un libro de detectives o de amoríos imposibles de un romanticismo rosáceo, sugiere un seudónimo vergonzante tras el que un autor o autora pretende esconder para evitar el ridículo.

Sin embargo la página sabatina del suplemento cultural delABC de aquella semana reseñaba un libro de un tal John Williams, y un suplemento tan inequívocamente prestigioso y serio no podía equivocarse, valga la sutil redundancia. Toda una página del cultural, de arriba abajo y de izquierda a derecha, estaba dedicada a calificar una novela firmada por un tal John Williams y de título Stoner, como de indiscutible obra maestra. No recuerdo quién firmaba la crítica (no será muy difícil de averiguar para los interesados, ¿podría ser Rodrigo Fresán?), pero sí recuerdo que su entusiasmo logró lo que se supone que debe conseguir toda crítica entusiasta de un libro: captar lectores. Además el resumen del argumento también captó mi atención. Se trataba de una novela sobre la modesta vida de un profesor de literatura en una pequeña universidad norteamericana durante la primera mitad del siglo XX, desde 1910, poco antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, hasta su muerte en 1956. Un profesor entregado a los libros, al saber y a sus clases. En principio una especie de Mr. Chips, menos edulcorado y más realista. En fin, que decidí adquirir el libro y leerlo.

El primer inconveniente con el que topé fue que Stonerestaba editado por una desconocida y presumiblemente pequeña editorial canaria, Ediciones Baile del Sol, de Tenerife. En mi librería de cabecera me dijeron que no era nada fácil hacerse con el libro, pues había dificultades incluso para contactar con la propia editorial. Paré el intento y desistí de hacerme con el libro. Pero no sé aún por qué razón, un día me decidí a visitar la página electrónica de la editorial canaria. En efecto, ante mi propio pasmo e incredulidad constaté que ni siquiera podía pedirse el libro a la editorial, cuyos responsables te dirigían a dos pequeñas librerías, una de ellas en Almería. Bueno, el caso es que salvadas las dificultades pedí el libro a la librería andaluza y tras más de una semana de espera desesperada, el libro llegó por fin a mis manos.

Stoner, de John Williams, 242 páginas traducidas por Antonio Díez Fernández. En efecto, John Williams existió, e incluso en la solapa del libro pude ver su rostro en blanco y negro. Camisa oscura, chaqueta de espiga, corbata oscura con lunares blancos, gafas de pasta oscura y alta graduación, ojos claros, perilla cuidada, arrugas en el cuello, frente despejada y alta, pelo abundante echado hacia atrás y con entradas. Un intelectual tejano cuarentón que revela en su postura cierta timidez delicada y una vida interior cultivada con inteligencia. John Williams (1922-1994) trabajó como periodista antes de participar en la Segunda Guerra Mundial. Tras la guerra estudió en la Universidad de Denver y obtuvo la maestría, algo así como una licenciatura con grado. Publicó en ese periodo su primera novela (1948) y su primer libro de versos (1949). En 1950 Williams acabó en la Universidad de Missouri, en la que fue profesor y obtuvo el doctorado. Siguieron algunos libros más y se convirtió en editor de la revista literaria University of Denver Quarterly, en la que trabajó hasta 1970. Fue profesor universitario en Denver hasta su jubilación en 1986. Stoner, su tercera novela, vio la luz en 1970. Su último libro publicado fue Augustus, novela con la que ganó en 1973 el National Book Award de ficción. Murió retirado con su mujer en Fayetteville, un villorrio de Arkansas.

No me cabe ninguna duda de que Stoner es una autobiografía novelada del propio Williams. En una nota introductoria, el autor dedica la obra a sus amigos de la Universidad de Missouri, preocupándose con ironía en añadir que ellos reconocerán que tanto los personajes como la universidad en la que transcurre la acción son pura ficción. Es evidente que la nota es un aviso a sus amigos, pues sin duda reconocerían que mucho de lo contado estaba sacado de la realidad.

Empecé a leer Stoner con ganas y esperanza. Algo me decía que la lectura no me iba a dejar indiferente. Así fue. Stoneres una de las lecturas que más me ha conmovido a lo largo de mi existencia lectora. No, la causa no es desde luego la grandiosidad o extraordinario de lo narrado. Tampoco lo pródigo en ideas o reflexiones de calado. Stoner no es desde luego un libro que esgrima entre sus valores la trascendencia.

John Williams cuenta en esta novela la vida de un oscuro académico a lo largo de décadas de trabajo y acontecimientos más o menos nimios en una oscura universidad norteamericana. Stoner, el héroe por así decirlo, es un hombre común, alejado de cualquier atisbo de brillantez evidente. Williams relata su vida con sencillez pasmosa, sin aspavientos ni “genialidades literarias”. Escribe con una honestidad devastadora, logrando que Stoner acabe siendo la biografía de cada uno de nosotros, que en él nos reconozcamos, en sus alegrías y en sus agonías cotidianas. Stoner solo puede ser el resultado de una sabiduría de lo humano sobrecogedora y emocionante. Por eso su lectura sobrecoge, por eso hablamos de una retrato magistral cincelado una vida común en la que brilla el tesoro de la maravilla, por eso hablamos de un libro y de un personaje inolvidables que llevan a la perplejidad. ¿A qué perplejidad? A la de que este libro genial no sea muy, muy conocido, y su autor tenido por uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo XX.

Stoner es deslumbrante en su sencillez, fascinante en profundidad oceánica pero a media voz. Es una obra de arte en el sentido más estricto del término, alejada de lo pretencioso, de lo espectacular…, pero, quiero, necesito, insistir en ello, de una clarividencia sabia e inteligente, mezclada portentosamente con la emoción contenida, con una calidez que solo puede aportar quien ha amado y sufrido a partes iguales.

Stoner ofrece fragmentos, situaciones, escenas en las que se vislumbra la agudeza e inteligencia psicológica de un Henry James o una Jane Austen, pero contadas con la naturalidad desarmadora de un Chejov en estado de gracia. La riqueza de los personajes es proverbial, y de un mundo tan acotado y reducido desde cualquier punto de vista como una universidad provinciana de la América profunda, no puede extraerse mayor refinamiento, no puede construirse un mundo más complejo y abarcador que el logrado por Williams.

Podría estar hablando de esta novela durante horas. Pero ahora mismo tengo la sensación de no haberme acercado ni por asomo a lo que quiero decir. Y desde luego la emoción sentida leyendo estas páginas no está en estos párrafos ni siquiera en forma de perfume. Puse punto final a Stoner con los ojos arrasados en lágrimas, queriendo a Stoner, sabiendo que se había instalado en mi espíritu e inteligencia para el resto de mis días. Cerré el libro y por primera vez en mucho, mucho tiempo, no pude levantarme del asiento, no pude pensar en otra cosa, no pude si no dejarme invadir por el agradecimiento perpetuo a John Williams, un tejano al que jamás de los jamases podré ya olvidar.


John Williams: <i>Stoner</i> (Baile del Sol, 2011)
John Williams: Stoner(Baile del Sol, 2011)

    TÍTULO Stoner
    AUTOR John Williams
    EDITORIAL Baile del Sol
    TRADUCCCION Antonio Díez Fernández
    OTROS DATOS Madrid, 2010. 246 páginas. 15 €.

John Williams (1922-1994)

John Williams (1922-1994)

domingo, 17 de julio de 2011

Antonio Orihuela: desterrando la impostura

El poeta onubense Antonio Orihuela tiene nuevo poemario, "Todo el mundo está en otro lugar", que recopila su producción poética de los últimos tiempos.
Rafael Calero Palma | Margen Izquierda | Hoy a las 19:12 | 59 lecturas


 
Mi primer contacto con la obra de Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965) fue a través de aquella antología titulada Feroces, que editó DVD cuando el siglo XX agonizaba en su lecho de muerte y de cuya selección se encargó la poeta extremeña Isla Correyero.  Por aquella época, yo era aún un poeta inédito que estaba buscando un camino propio. Digo esto porque recuerdo que los poemas de Orihuela incluidos en aquella antología supusieron para mí un shock de los que dejan huella indeleble en el alma. Lo primero que pensé fue que Antonio, sin duda, era un poeta al que había que prestar mucha atención. Y es que en aquel puñado de poemas encontré una mirada única, personal e intransferible. La mirada de un poeta radicalmente comprometido con el ser humano, de una honestidad apabullante, un poeta que se declaraba, sin ambages ni medias tintas, libertario.


Antonio acaba de publicar un nuevo poemario. Todo el mundo está en otro lugar, que así se titula la obra, ha sido publicada por la editorial tinerfeña Baile del Sol, y recopila la producción poética de Orihuela de los últimos tiempos. Estamos ante una obra extensa (en tamaño, casi trescientas páginas, algo insólito por estos lares para un libro de poemas) e intensa. Y es que Antonio Orihuela es, a día de hoy, y ya es hora de que alguien lo diga en voz alta, el mejor poeta de cuantos pululan por estas tierras ibéricas y, probablemente, uno de los mejores de cuantos escriben en castellano. Y ahí están los versos de este libro para demostrarlo.

En Todo el mundo está en otro lugar Antonio sigue su propio camino, ahondando en esa poesía de la conciencia en la que, junto con otros poetas como David González, Isabel Pérez Montalbán, Enrique Falcón, Eladio Orta o Jorge Riechmann, ha sido englobado. Desde la misma portada del libro (un rebaño de ovejas a las que suponemos viendo la televisión con gafas para ver en tres dimensiones), el poeta de Moguer nos muestra todas sus cartas, sin guardarse nada en la manga. Y es que en estos nuevos poemas, Orihuela continúa el plan que se trazó cuando comenzó a escribir poesía, esto es, plantar cara al capitalismo, en un intento de derribarlo, que él sabe totémico, cuasi imposible, denunciando su juego sucio, sus falacias, sus trucos baratos de feria; o combatir la deshumanización en la que se encuentra sumido el ser humano contemporáneo, desde una postura vital comprometida, aunque no carente de cierto hedonismo, como demuestra en estos versos del poema “El final del cuento”, uno de los más certeros de todo el libro:

Ahora es tiempo de decir que no queremos seguir así,

que queremos trabajar poco, comer bien y follar mucho,

y para esto no necesitamos ni al capitalismo

ni a sus sindicatos

Antonio se mantiene firme en esa guerra feroz, por desigual, que se ha propuesto mantener contra el sistema capitalista y sus secuaces: los políticos, los banqueros, los explotadores de toda condición y pelaje, los maltratadores, los mass media manipuladores y corruptos, los que, en definitiva, están acabando con el planeta Tierra. Y lo hace con su mejores herramientas, el lenguaje y una poesía que toma la forma de largo poema narrativo (“The blank generation”, “Aquí viene la gente de gris”, “Telepizza, el secreto está en la pasta”) o de breve reflexión cercana al haiku (“Porvenir”; “Seguiriya”, “Políticos”). Me gustaría destacar, sobre todo, el lirismo de poemas como “Landó” o “Fervor de ti”, una vertiente esta de la que ya nos fue dejando pistas en otros libros anteriores pero que nunca, como ahora, destacaba de manera tan sobresaliente.

Estoy completamente seguro de que jamás veremos a Antonio Orihuela recogiendo el premio de la Crítica ni el Premio Nacional de Poesía, aunque por méritos literarios ocupe la primera línea de salida. Todos sabemos, o al menos intuimos, cómo funciona el circo. Tampoco creo que le importe mucho. Lo suyo es escribir poesía, de la que araña la piel y se clava por ahí dentro, porque como él mismo dice, lo único importante es que las cosas que escribimos “se extiendan, ayuden a desterrar la impostura y a hacer explotar las máscaras del poder, nos  sirvan  para perder el miedo  y, sobre todo,  acompañen a los movimientos sociales en los que estamos para cambiar este mundo injusto. Si valen para eso, misión cumplida.”

http://mimargenizquierda.blogspot.com


http://www.kaosenlared.net/noticia/antonio-orihuela-desterrando-impostura

jueves, 14 de julio de 2011

De cómo Gregorio Morel desapareció en París


Rosa Petulia Martínez, una escritora navarra afincada en Zaragoza desde los cinco años, publica ‘Sobrevivir en Comala’ (Baile del Sol), donde rinde homenaje a Rulfo, Roberto Bolaño, Vila-Matas y Arthur Conan Doyle.

ANTÓN CASTRO. ZARAGOZA
¿Cómo se fue fraguando ‘Sobrevivir en Comala’ (Baile del Sol. Tenerife, 2011), cuál fue la idea de partida?

Desde que era niña me impresionó de forma muy viva una historia de mi familia de la que tengo varias versiones. Es la historia “semi-real” de mi bisabuelo que fue acusado de asesinar a un compañero suyo cuando trabajaban en una mina de Asturias. Parece ser que el asesino pudo haber sido su propio hermano aunque lo más probable es que fuera un accidente de los muchos que sucedían en las minas franquistas por falta de seguridad, y exceso de horas de trabajo. Entre los años 40 y 50 se estima que murieron más de 1500 mineros.

Esa historia también aparece en el libro en varios retrocesos al pasado.


Sí. Mi bisabuelo se volvió loco debido a que había sido siempre un escrupuloso cumplidor de la ley –humana y divina- y no pudo soportar que lo acusaran de un crimen que, realmente, él no cometió.

¿Qué ocurrió luego?

Cuando lo exculparon poco después y salió de la cárcel regresó a casa un tiempo –a una aldea cercana a Ribadavia de donde procedía- pero ya completamente extraviado. Su locura le hacía irse de un pueblo a otro y regresar cada tanto tiempo con una nueva identidad; cada año volvía a casa con una identidad diferente y así hasta que un día ya no regresó más. Luego encontraron su cuerpo y hoy sus cenizas están en el cementerio de Ribadavia que aparece también en la novela por la terrible inscripción que aparece en su puerta de entrada: “Sed justos o temblad”.

El relato en sí mismo es ya toda una novela o encarna una idea de lo literario.

Esta historia es especialmente representativa para mí de lo que es la literatura ya que es una historia que yo no he vivido, que me han contado, y de la que tengo varias versiones como si realmente fuera desde el inicio una historia de ficción. ‘Sobrevivir a Comala’ comienza precisamente con un “A mí me contaron” para dejar claro lo que es para mí la literatura: algo muy cercano a la Literatura oral, a la fuente de la Literatura.

Como para Juan Rulfo, que realiza una gran elaboración del lenguaje literario a partir del lenguaje oral…

Creo que para Rulfo, el gran homenajeado en la novela desde el título, la literatura es también eso, algo sencillo, que nace en las aldeas, en los rumores nocturnos de las gentes humildes, en sus historias que les hacen inmortales aún en su anonimia. Desde mi punto de vista la experiencia del escritor debe ser un viaje en busca a su propia Comala, ese lugar no habitado por seres reales sino por rumores, ecos, risas, experiencias vividas que conforman el imaginario del escritor. Una vez encontrado ese lugar hay que aprender que ya no se puede escapar de ahí y por eso la novela habla de Sobrevivir a Comala porque una vez en Comala –en la Comala particular de cada escritor: aquí París- el problema es que, como ocurre en la novela Pedro Páramo, una vez allí, pasamos a ser fantasmas como aquellos que pueblan nuestro mundo de ficción que es lo que hace decir a Juan Preciado, protagonista de Pedro Páramo “Vine a Comala porque me dijeron…”

Su novela habla de una desaparición: la del poeta Gregorio Morel, que escribe una novela secreta: ‘Sobrevivir a Comala’. 

El escritor siempre está expuesto al riesgo de desaparecer completamente en su afán por ser un verdadero escritor. Decía Maurice Blanchot que uno puede escribir sin preguntarse por qué escribe o qué es ser escritor pero que si se quiere llegar hasta el final en la experiencia literaria hay que hacerse esta pregunta. ‘Sobrevivir a Comala’ es mi respuesta a esta pregunta. Surge por lo tanto como experiencia, como reflexión y como obra unida a la reflexión sobre la literatura.



¿Cómo le ha marcado Maurice Blanchot? También es un escritor muy literario. Pienso en Thomas el Oscuro.


La novela surgió a partir de mi propia búsqueda literaria acentuada en los últimos años por la elaboración de mi tesis doctoral que analizaba el difícil y oscuro pensamiento de Maurice Blanchot. Una de las cosas que aprendí de esta larga aventura con el teórico literario y pensador francés es que hay otra forma de racionalidad que la cartesiana, lo que Blanchot expresa con su famoso “Pienso, luego no existo” que aparece precisamente en la novela ‘Thomas el Oscuro’. Por eso a Blanchot, y eso es lo que más me ha enseñado, le interesan los personajes marginados y marginales, malditos si se quiere y, en cualquier caso, obligados por la Ley a guardar silencio o a desaparecer: Sade, Hölderlin, Kafka, Artaud, Lowry La Ley puede ser la propia razón, como en el caso de Hölderlin o de Artaud; puede ser el alcohol o las drogas como en los casos respectivamente de Lowry o de Michaux; puede ser la ley de la comunidad ético-política como en el caso de Sade pero, en cualquier caso, el escritor siempre está fuera de la Ley y la experiencia del escritor se convierte así en una experiencia-límite, que es una experiencia de esas de las que a veces uno no puede regresar para contarla…


Me ha llamado la atención el estilo: literario, referencial, a veces barroco... ¿Cómo lo define usted?

Es literario y, sí, a veces quizás peco de exceso de referencias literarias pero es que la novela, al ser en cierto modo un homenaje a la Literatura, me llevó a ello. En el fondo de todo lo que escribo está la poesía. Creo que la poesía es la brizna inicial que hace arder una historia, su enigma, su sentido oculto y creo que ella está muy presente en mi estilo.



El libro tiene muchas reflexiones sobre el arte de escribir, la obsesión de la escritura, la suplantación de personalidad, el plagio.

En esta novela aparecen, de hecho, mis dos obsesiones: la escritura y la locura. También está el tema del doble, del desdoblamiento de personalidad. A mí me fascina el William Wilson del relato homónimo de Poe.

Los personajes parecen desdoblarse entre: los jóvenes escritores Roberto Marcos y Xavier Reixach que rastrean al desaparecido Gregorio Morel…

Sin adelantar nada de la trama final de la novela, algo de eso ocurre en un momento dado con el personaje de Roberto Marcos, en principio un personaje secundario, pero que se irá desvelando como la clave de toda la narración. Por último, el tema del plagio hace referencia también a una idea muy postmoderna: la de que ya no hay un escritor sino que la escritura es un texto anónimo y comunitario de manera que los nuevos escritores se limitan o bien a anotar o a escribir en forma de Palimpsesto lo ya escrito o a plagiar directamente lo que han escrito otros.

Bueno, eso pudo ocurrir en la realidad, y lo cuenta en la novela, con Arthur Conan Doyle y Fletcher… 
Se trata de una hipótesis de algunos biógrafos según la cual El Perro de Baskerville fue creación de un amigo de Conan Doyle: Bretram Fletcher. Para que no se descubriera el plagio la leyenda dice que Conan Doyle envenenó a su amigo con láudano y, jugando un poco más con la idea de la suplantación de la personalidad de su amigo, poco después se casaría con su mujer. Esta historia la contará Roberto Marcos a Xavier Reixach, que investiga con él la desaparición de Gregorio Morel, como una pista que debería conducirle a descifrar la verdad oculta tras dicha desaparición. 

lunes, 11 de julio de 2011

Antonio Orihuela en "La Poesía vuelve a enfadarse"



En este artículo sobre poesía crítica aparecido en Público el pasado 20 de junio, se habla sobre Antonio Orihuela y su palabra.

viernes, 8 de julio de 2011

Stoner, por John Williams


Editorial Baile del Sol. 242 páginas. 1ª edición de 1965, ésta de 2010.

La novela Stoner ha sido redescubierta hace unos pocos años en Estados Unidos, dando pie a encendidos elogios: “Un retrato magistral de un hombre virtuoso y verdadero” (The New Yorker) o “El mejor libro que he leído en 2007 fueStoner de John Williams. Es quizás el mejor libro que he leído en años” (Stephen Elliott,The Believer).

En España se ha hecho con los derechos Baile del Sol, y conseguir esto para una editorial pequeña, con poca capacidad para realizar adelantos o pujas por derechos, debe ser entendido como todo un triunfo de la perseverancia y el olfato. En la pasado feria del libro pude oír la historia –una historia que tiene que ver con la admiración hacia la obra de la escritora francesa Anna Gavalda- acerca de la adquisición de los derechos para España de Stoner de boca de sus editores. Y pude comprobar cómo muchas de las personas que se acercaba hasta la caseta 198 –la de Baile del Sol- lo hacían buscando directamente esta novela, de la que se había colocado en la caseta un cartel de la portada casi de tamaño humano.

Semanas antes me agradó poder enviar un correo a los editores (que son los de mis libros) para comentarles que en la FNAC de Callao, en Madrid, había visto, más de medio año después de que la novela fuese editada, varias pilas de “Stoners” en la sección de novedades y en las mesas expositoras. Lo que me pareció todo un logro para esta pequeña editorial que tiene su sede en Tenerife.

¿Y por qué venían los lectores a la caseta 198 en busca de este libro y en la FNAC se habían decidido a colocar en las novedades toda una montaña de ejemplares, como si se tratase de una novela de otra editorial con muchos más medios? La respuesta es simple: sin que haya ocurrido de un modo apabullante, sino más bien como un lento goteo secreto, Stoner ha estado recibiendo muy buenas críticas en prensa. Y quizás el espaldarazo definitivo se lo hayan dado los elogios de Luis Antonio de Villena: “quiero recomendarles una estupenda y a la par muy sencilla novela de un escritor norteamericano del que yo sólo he sabido hace muy poco” (ver AQUÍ), y, quizás, sobre todo las encendidas palabras de Rodrigo Fresán, siempre interesado en la literatura norteamericana, y del que no recordada tanto entusiasmo para recomendar un libro. Así empieza Fresán su reseña de una página en el ABC Cultural: “Stoner es una obra maestra. Y punto”, y un poco más abajo escribe: “Repitan y tomen nota en sus cuadernos:Stoner… es… una… obra… maestra…” (ver AQUÍ).

¿Y qué tiene esta novela de 1965 de un escritor desconocido en España para que levante tantas pasiones?

John Williams (Texas, 1922- Arkansas,1994) escribió 4 novelas y Stoner es la tercera de ellas, y al igual que el protagonista de este libro también fue profesor universitario en Columbia.

Williams Stoner nace en 1891, en una pequeña granja de Missouri, y su padre, tras escuchar a un representante del condado, le propone acudir 4 años a la universidad para estudiar en la Facultad de Agricultura y poder así desenvolverse mejor como granjero en el futuro. Stoner acude a la universidad y allí, durante su segundo año sufre una transformación: ocurrirá durante una clase que sus estudios comparten con otros: Lengua Inglesa impartida por el profesor Sloane. Stoner abandona sus estudios de Agricultura y durante los siguientes 2 años estudiará Lengua Inglesa y Literatura. “Tomó conciencia de sí mismo como nunca antes” (página 19).
“No tenía amigos, y por primera vez en su vida era consciente de su soledad. (…) Tristán e Isolda la Justa, desfilaban ante él; Paolo y Francesca giraban en la ardiente oscuridad; Helena y el brillante Paris, con la amargura en sus rostros por las consecuencias de sus actos, surgían en la penumbra. Y estaba con ellos de un modo en el que nunca podía estar con sus compañeros que iban de clase en clase, con quienes compartía techo en una gran universidad en Columbia” (pág 20-21).

Y Stoner no conseguirá salir al mundo real y se quedará dando clases en la universidad. Los hechos históricos desfilan por el libro como un eco lejano: la 1ª Guerra Mundial, la Gran Depresión, la 2ª Guerra Mundial, y su engarzamiento en la historia de Stoner y los personajes que le rodean me ha parecido muy bien trabado.

En la contraportada del libro hay una cita de The Times Literary Supplement: “Una sencilla pero vibrante obra”.
Se podría entender Stoner como una novela sencilla si pensamos que cuenta la vida de un hombre usando una tercera persona desapasionada y que el relato es lineal. Pero Stoner es una novela de una sencillez engañosa, puesto que en ella no hay artificio, no hay información oculta revelada al final, no hay una trama policiaca en el campus universitario. Stoner cuenta la vida de un hombre, que iba a ser granjero y acabó siendo profesor de literatura, gracias al deslumbramiento que sintió en una clase hacia la lengua escrita; un hombre que va a conocer la desgracia en su matrimonio, pero también el amor, la amistad y la pena por el amigo muerto, el placer de dar clases, además de la frustración de ser injustamente tratado en el trabajo.
Stoner nos cuenta la vida de un profesor sencillo, honesto, y es la historia de un hombre normal, que es sobre lo que me parece más difícil escribir. El desconocido en España John Williams era un escritor que tenía que saber mucho de la vida para conseguir emocionar de esta manera. Un escritor lacónico que puede escribir párrafos como éste: “En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra”. (pág. 171), y además consigue llenar su libro de bellos momentos.
La emoción de las últimas páginas es intensa y uno, después de unos días de lectura en los que ha penetrado en las claves de toda la vida de otro ser humano, se despide de Stoner con la pena del que deja a un viejo amigo.

Me uno a Rodrigo Fresán: “Repitan y tomen nota en sus cuadernos: Stoner es una obra maestra”.

http://desdelaciudadsincines.blogspot.com/2011/07/stoner-por-john-williams.html

jueves, 7 de julio de 2011

se terminarón las vacaciones

con gran pesar en nuestros corazones, este año las vacaciones partieron raudas. después de un segundo trimestre cargado de ferias y actividades, no nos quedó otro remedio que poner un punto y aparte. ya, con las pilas recargadas volvemos a nuestra actividad editorial. así que desde el próximo lunes 11, el sol volverá a bailar. los invitamos a todos a que sigan asomándose a esta ventana


lunes, 4 de julio de 2011

Voces del Extremo 2011


MIÉRCOLES 6 DE JULIO
22’00. Peña del Cante Jondo
Ramón Ruiz
Carmen Cordero Márquez
Antonio R. Almanza
José Manuel Camacho
Antonio R. Caballero
José Manuel Alfaro
Diego Ropero Regidor

JUEVES 7 DE JULIO
19’00. Fundación Zenobia y J. R. J.
Francis Vaz
Marcos Gualda
Santiago Aguaded Landero
Francisco Aliseda
Juan Pardo Vidal
Begoña Abad

20’30. Fundación Zenobia y J.R.J.
Paula y Ferrán Martínez Pardo

23’30. Peña del Cante Jondo
Antonio Martínez Ferrer
Elena Castillo
Mario Marín
Agustín Calvo Galán
Paqui J. Yepes
Pura López Cortés


01’ 00. Peña del Cante Jondo
Mª. Guadalupe Pérez Cerda
María Elena Rodríguez Hernández
Ferrán Fernández
David Bobis
Uberto Stabile

VIERNES 8 DE JULIO
19’00. Fundación Zenobia y J. R. J.
Javier Martín Pedrós
Francisco Murillo Zamorano
Paz Hernández Páramo
Ricardo Bórnez
María Carvajal
David Benedicte

20’30. Fundación Zenobia y J.R.J.
José Caraoscura (cante) y Mhijea (baile)

23’30. Peña del Cante Jondo
Ángel Rodríguez
Isabel Tejada
Mario Rodríguez García
Felipe Zapico
Juan Cruz López
Inma Luna

01’00. Peña del Cante Jondo
Ana Aneiros
Conrado Santamaría
Matías Escalera Cordero
Alberto Gil Albert
Ángel Fernández Fernández
Yolanda Ortíz

SÁBADO 9 DE JULIO

19’00. Fundación Zenobia y J.R.J
Ana María Castillo
Augusto Thassio
Suso Díaz
Sergio R. Franco
Eladio Méndez
Antonio Crespo Massieu

20’30. Fundación Zenobia y J.R.
Carmen Herrera
Montserrat Villar González
Scotta
Ana Isabel Alvea
Isabel Bono
Bernardo Santos Ramos

22’30. FIESTA CRECIDA DE LA POESÍA
Casa de las Retamas de Eladio Orta en Campo de Canela (Ayamonte)

EXHIBICIÓN DEL DOCUMENTAL “TAN LEJOS DE DIOS: poesía mexicana en la frontera norte" de Uberto Stabile
PRESENTACIÓN DEL NUEVO LIBRO DE LA EDITORIAL CRECIDA “Animal” de Jesús Aguado.
CONCESIÓN DEL PREMIO ANTZINAKO BIHOTZ Y TRANSMISIÓN DEL LEVITICO.
EL ANARKOKANTE de José Caraoscura y el baile de Mhijea.
JAM POÉTICA CON TODOS LOS PARTICIPANTES