Me encantó tener en mis manos este libro verde. ¿Por qué? Porque auguraba buena lectura. Un deseo cumplido puesto que La Inmortalidad del cangrejo (Baile del sol) es un libro enigmático y real, curiosamente asentado en 2001, que refleja a la perfección la situación de la sociedad actual.
Alfredo o Alfredito, depende del narrador, es un chico de veintitrés años, con un novio que le dobla la edad, un trabajo basura y está harto de precariedad. Ansía la excelencia pero es consciente de que nunca la tendrá, entre otras razones porque no va a perder ni un segundo en intentarlo. La autodestrucción es un camino cuesta abajo que cuando se toma es difícil subirlo. Pero todo tiene su explicación, sus circunstancias, que no se pueden desvelar aquí por miedo a restarle al lector la delicia de encontrarlas en este libro.
Su lectura nos sitúa en el año 2001 justo entorno al 11S, suceso histórico, que en esta historia sirve como símbolo de un mundo que se desmorona. En la novela se encuentran, a cada paso, reflexiones que merece la pena recordar:
“Es lo bueno que tiene ser cangrejo en el nuevo milenio: no hay que afrontar más miseria -ni más Historia- que la ya conocida”.
“Te convierto en literatura para que no me duelas, porque si no, me desangro y me vuelvo furia”
”El fundamentalismo de los islamistas -y de quienes supuestamente nos defienden de ellos- sigue haciendo estragos (…)”
El libro está plagado de frases que encierran verdades y reflexiones perfectamente aplicables a la actualidad.
Fernando J. López sabe gestionar la intriga y sorprendernos a la vez que retrata situaciones difíciles que requieren sensibilidad y un alto conocimiento narrativo. Adentrarte en La inmortalidad del cangrejo es convertirte en uno de ellos, andando hacia atrás, cambiando de voz narrativa. Una de las virtudes de su autor es que usando la moderna correspondencia introduce misterios y tensión argumental que, además, sirve para que el lector haga de fisgón y reciba información que ni los personajes tienen.
Este es el año de Fernando J. López que también es dramaturgo. Y es así, porque en 2013 este autor ha visto publicarse tres de sus novelas: La inmoralidad del cangrejo, que ahora nos ocupa; Las vidas que inventamos y El reino de las tres lunas; y además, se ha representando recientemente en Madrid su obra: Darwin dice; y se está representando en el Teatro Infanta Isabel Cuando fuimos dos. No es la sonrisa de la suerte, es el talento.
En definitiva, La inmortalidad del cangrejo es una novela llena de recovecos, sinceridad, frescura, profundidad y emoción.
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