Día 184. Óscar Valero. El plan cáustico (2005)
SE CONVIERTEN EN AULLIDOS
La sonrisa.
La sonrisa en sí no le disgustaba del todo.
Pero por una extraña razón
–nunca le había mencionado que tuviese ni una sola razón para nada–
pensó en dislocarla.
Arrancarla retorciendo, quedársela.
Almacenarla detrás de la suya.
Nunca más ni una buena ni una mala palabra.
Leed en sus ropas interiores mohosas cómo aprendieron, tiempo después,
a comunicarse a base de secuencias de golpes sobre la mesa.
Aunque a veces, azotada por las pesadillas, aullaba como una foca herida
máxime cuando la mesa se hallaba tan lejos del lecho
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