Una docena de plumas literarias narran el pálpito de la vida humana en 'Doce Relatos Urbanos, Doce Voces Africanas'
Foto de portada de MAMADOU GOMIS
GEMMA SOLÉS I COLL
Girona 18 SEP 2019 - 07:28 CEST
La literatura es una fuente de imaginación infatigable. Desde los grandes clásicos de la mitología griega, así como en la mitología y letras africanas, geografía y literatura se influencian mutuamente. No solo porque el medio geográfico juega un papel fundamental en la formación de la personalidad de los escritores. También, porque los elementos geográficos presentes en la literatura son esenciales para que el lector o lectora puedan dar rienda suelta a sentidos como el tacto, el olfato o el oído para percibir el espacio narrado, un elemento imprescindible para la imaginación. Por ello, el libro Doce Relatos Urbanos, Doce Voces Africanas, publicado recientemente por la editorial Baile del Sol y Casa África, es un compendio de píldoras imaginativas muy interesante que nos llevan de paseo por las urbes contemporáneas de la mano de escritores y escritoras africanas contemporáneas de gran talante.
Es en el relato del "ser humano", primigenio al "ser urbano" que tanto defendemos en este blog, donde se conoce la esencia de la ciudad
Es debajo de los eslóganes que se impone el murmullo estridente de los cláxones, los gritos de la gente regateando en el mercado, el ruido de las máquinas excavadoras adentrándose en los barrios... el pálpito de historias humanas cotidianas. Porque es en el relato del "ser humano", primigenio al "ser urbano" que tanto defendemos en este blog, donde se conoce la esencia de la ciudad. Y es en la audacia de doce crónicas, que conocemos doce ciudades de una forma original y amena, cercana y humilde... Que ha hecho que esta sea una de las lecturas del verano para Seres Urbanos.
La prodigiosa pluma de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, una de las autoras incluidas en el libro 'Doce Relatos Urbanos. Doce Voces Africanas'. WANI OLATUNDE
Malabo, novelada por la ecuatoguineana Trifonia Melibea Obono. Ciudad del Cabo, explicada por la óptica sociopolítica de la sudafricana Zoë Wicomb. Abiyán, narrada a través de la pluma francomarfileña de Véronique Tadjo. Lagos, por la venerada nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. Londres, vista por el británico de raíces ghanesas Nii Ayikwei Parkes. O Tánger, a través del relato del escritor recientemente desaparecido Antonio Lozano (a quien se dedica esta obra); son algunas de la docena de ciudades que supuran, de forma fugaz y trepidante, y henchidas de "humor, surrealismo y tragedia" —como bien apunta el prólogo de su editora Ángeles Jurado—, en la obra Doce Relatos Urbanos, Doce Voces Africanas. Un nuevo libro que nos permite viajar a diferentes ciudades con la sabiduría de guías que nos dejan entrever la diversidad del África del siglo XXI a través de su contemporaneidad urbana.
Niii Ayikwei Parkes, en la presentación en la feria del libro de Las Palmas de Gran Canaria. CASA ÁFRICA
Parte de la nutrida colección de literatura de Casa África, este compendio fresco y apetecible aterriza en un momento en que las ciudades africanas se están convirtiendo en los marcos de análisis predilectos de gran parte de los investigadores urbanos. Nuevos horizontes para grandes entidades financieras y multinacionales, que ven en ellas fértiles campos para los negocios y el desarrollo económico; son a la vez rompecabezas para planificadores urbanos y organismos internacionales, que alertan constantemente de los grandes retos de las urbes del continente.
Más allá de los análisis macroeconómicos y los datos de investigadores, de la polarización afrooptimismo-afropesimismo, las 172 páginas de este libro rebosan realismo y verdad para leer urbes a menudo ilegibles, y comprender el sí de sociedades a menudo fragmentadas por una visión maniquea y eurocéntrica que se rompe con esta necesaria expedición literaria dispuesta a sumergirnos en la normalidad y singularidad africanas.
https://elpais.com/elpais/2019/06/12/seres_urbanos/1560332561_347904.html
domingo, 22 de septiembre de 2019
viernes, 20 de septiembre de 2019
Reseña de Bajo las ramas de los udalas de Chinelo Okparanta en Lieráfricas
Bajo las ramas de los udalas de Chinelo Okparanta, una novela que ha abierto conversaciones en Nigeria
por sfqu en 15 septiembre, 2019
Nunca son suficientes las narraciones sobre cualquier tema. Al contrario. Como las capas de la cebolla se superponen y complementan. Cada voz que es capaz de coger un objeto para la escritura y comenzar a contar, es un nuevo ofrecimiento a indagar, en lo quizás ya conocido, desde otros puntos de vista. Por eso, se evita caer en la etiqueta fácil. Para no atraer a quien le da pereza transitar otra vez por parecidos caminos. Para no ahuyentar a quien desconoce que debajo de ese rótulo puede hallar mucho más. Por ejemplo, abrir conversaciones.
La joven escritora Chinelo Okparanta vuelve a hurgar en la herida de lo que supuso la guerra civil nigeriana: conocida como la guerra de Biafra. Los lectores de Medio sol amarillo, de El Hombre ha muerto o del último libro publicado de Chinua Achebe (There was a country), se sumergirán otra vez en medio de aquel conflicto cuyas secuelas todavía permanecen. Los habituales de literatura nigeriana se reencontrarán con un país que identificarán en múltiples rasgos. Sabrán de los igbos, los yorubas, los efiks y los hausas. Y todos hallarán una nueva manera de narrar Nigeria.
También se recoge que se trata de una novela LGBTI. Diré. La culpa y el deber flotan de continuo por la trama. Y así se contaminan las relaciones amorosas de la protagonista, Ijeoma, cuya orientación sexual le lleva a elegir a mujeres y no a hombres que es lo que todos; familia, sociedad y país esperan de ella; “una mujer sin hombre no es una mujer en absoluto” es un mantra que se repite varias veces. Sin cargar demasiado el lado de la denuncia, pero mostrando la realidad y las consecuencias de dar el paso y amar a quien se desea de verdad cuando esas relaciones son “abominables” y luego ilegales, Okparanta abre la cortina para mostrar el aspecto más cruel de la homofobia en Nigeria (no hay menciones en el libro sobre si esta es consecuencia de la influencia occidental ya que en este sentido Okparanta mantiene una postura diferente: cree que es necesario un debate entre ellos, dejando al margen a Occidente).
La religión, en un país como Nigeria impregnado en ella, vuelve a aparecer con especial fuerza en Bajo las ramas de los udalas. Si añado que es una bildungsroman, se puede tener la tentación de compararla con La flor púrpura, no en vano la propia escritora señala a Adichie como uno de sus principales referentes literarios. Pero también se puede mencionar la reciente Florescencia de Kopano Mawtla. Las tres constituyen un singular coro de voces que giran en torno al cristianismo. Tampoco es extraño que en los agradecimientos incluya a la escritora Marilynne Robinson, autora de Gilead entre otras obras, una de sus profesoras en el Taller de escritura de Iowa. Un cristianismo que Okparanta rescata de los extremos, para reflexionar y cuestionar desde el centro.
Bajo las ramas de los udalas es una creación de una escritora de adentros. La vida cotidiana cuando transcurre en medio de una guerra, un internado, una familia o un matrimonio. Huye de los lugares comunes, captando delicadas y sensuales escenas que evocan el amor sin más adjetivos. Nos traslada la frustración, el miedo y la muerte-en-vida cuando no es posible realizar la vida que uno desea. Salpica cuando la violencia sobrevuela el ámbito más íntimo. Ronda por las heridas profundas de la carencia de afecto y aceptación en la infancia. Conmueve con las relaciones entre madres e hijas, cosidas por expectativas y silencios, que llaman a la comprensión entre mujeres. Y acaba dibujando humanos caminos por los que respirar y vivir.
Pero estábamos enamoradas, o al menos a mí me parecía estarlo perdidamente. Ansiaba su presencia por el mero hecho de tenerla delante. No me cabía duda de que lo que existía entre nosotras, aquella relación íntima con alguien que me conocía mejor que nadie, era también amistad, una forma elevada de amistad. Puede que también fuera un encaprichamiento. Pero de lo que sí estaba segura era de que se trataba de amor. Quizá el amor era una mezcla de amistad y encaprichamiento. Un profundo afecto unido a una suerte de asombro reverencial. A la gratitud. Al deseo de pasar la vida junto a la otra persona. p.149
Bajo las ramas de los udalas (Under the Udala Trees, 2015). Chinelo Okparanta. Trad.: Iballa López Hernánde. Editorial: Baile del Sol, 2019
miércoles, 18 de septiembre de 2019
Reseña de INSUMISAS en Librújula
En todo poema hay tres modos de conocimiento necesario: crítico, intuitivo y de revelación. Y en ese quehacer demiurgo utilizamos los tres a la vez: aunque echamos mano más del segundo y del tercero; y sería necesario y justo utilizar el primero. Cabe apuntar también, que escribir y leer poesía es un extraordinario acelerador, cual peyote, de la modificación de nuestra conciencia y de su percepción; acelerador del pensamiento y de la comprensión de tu universo, poeta, y del suyo: o sea, del lector). Una vez experimentado tal estado o sensación, ya no se puede renunciar a repetir la experiencia; establecemos una dependencia total con la poesía y esta nos hace adictos con y en su agudeza crítica: justa y necesaria. Tradición querida, bien amada, que una vez conocida está bien olvidarte, pues tenemos la obligación de abrir sendas nuevas.
En fin, que poesía es conocer y comunicar a través de la palabra crítica. Palabra que es signo y señala hacia algo distinto de ella, apuntando hacia la realidad aparente y la invisible, la trascendente. Y para demostrar que esto es así acaba de publicarse una antología que a nadie dejará indiferente: Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres (Baile del Sol), con selección, edición y epílogo del poeta y crítico Alberto García-Teresa (Madrid, ,1980), donde recoge poemas de 78 poetas mujeres, tres de las cuales inéditas: Vanesa Basurto, Belén García Nieto y Ángela Martínez Fernández: poesía crítica e inteligente, como las palabras del epílogo, pues es una antología que “Aspira a ser un punto de partida, un refuerzo y un impulso; una obra que aporte y que refleje la fortaleza de una poesía crítica escrita por mujeres en la actualidad. Y, como siempre, que pueda servir, si es necesario, como documento de trabajo y como acompañamiento. Que sea, en definitiva, una herramienta más en una lucha amplia con distintitos frentes que no podemos eludir.” Y de verdad que lo consigue, pues es todo esto y mucho más. Solo hay que leer los poemas de estas poetas tan necesarias en la actualidad, desde Abad hasta Vidal, pasando por: Acquaroni, Adón, Aguilar, Alderete, Andrés, Alonso, Astray, Basurto, Beltrán, Boillos, Borgia, Camacho, Cano, Casielles, Castañón, Castrejón, Castro, Chillón, Collado, Correyero, Eloy-García, Gallud, Gálvez, Garboni, G. García, García, García Faet, García Nieto, García Zambrabo, García-Bujarrabal, Giordani, González, Herrera, López, López Manrique, Luna, Maeso, Marín, Martín, Martínez, E. Martínez, Martínez Fernández, Martíenez-Osorio, Mazas, Medel, Miguel, Monjas, Mpntero, Mora, Morano, Muntañola, Navarro, Olascoaga, Olmeda, Oteo, Otoxoa, Parra, Pastor, Cañamares, Pérez López, Pérez Montalbán, Ramón, Reyes, Rosetti, Ruiz, Salcedo, Salvador, San Román, Santiago, Sanz, Tapia, Toledano, Valero, Vaz, Vázquez y Vega. Poesía crítica acertada, con versos necesarios y justos que son latigazos en el cerebro, como estos de la zaragozana Marta Navarro, por ver si despertamos: “Éramos equilibristas en el ojo del huracán/ rehusando soplar las velas/ de nuestra ausencia./ Éramos la estadística a final del año,/ al final del mes,/ al final de la semana./ Al final, siempre al final./ Hasta que dejamos de serlo,/ hasta que desalojamos/ a los aguaciles del invierno/ y alzamos las banderas de nuestras manos./ Hasta que nos aprendimos,/ hasta que nos sumamos/ para dejar de restarnos”.
Creo que es una antología de poesía en castellano, en esta España patriarcal y todavía con voces y ecos del tardofranquismo, cuya sombra es demasiado alargada, escrita por mujeres jóvenes y no tan jóvenes. Es de lectura necesaria, pues, posiblemente, los poetas, lo digo generalizando, no somos tan críticos, y sí que los hay, que nadie lo duda y él antólogo bien lo sabe. Pero estas poetas lo son, e igual no están todas, pero las 78 están acertadas y apuesto por ellas, todas y cada una. García-Teresa ha realizado un buen trabajo, como todos los suyos. Hay que leer su epílogo. Cierto que ha elegido un poema solo de alguna de las poetas que él ha creído, pero aun así sigue teniendo todo mi respeto y admiración, al igual que en sus magníficos anteriores trabajos, por citar dos: Poesía de la conciencia crítica (1987-2011) (Tierradenadie, 2013) y Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (La Oveja Roja, 2015). Nadie sabe lo que pueden las mujeres poetas y más las que escriben poesía crítica, con poemas que llaman a las cosas por su nombre, con poemas que liberan, con poemas que hacen madurar, que inquietan y transgreden. Poemas donde la huella del tiempo está, donde la memoria habita. Poemas que arden en preguntas: que también buscan respuestas. Por todo esto y mucho más, creo que el balance de leer esta antología es positivo, con lo cual celebro su publicación. Queda dicho una vez más: el futuro poético inmediato es de las poetas mujeres: “No saben muy bien quiénes son algunas mujeres”, Andrea Mazas dixit.
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