Comienzo a escribir esta reseña con cierto temor, algo muy poco común en mí. Cuando un libro me gusta y decido reseñarlo en mi blog suelo tener bien claro lo que quiero decir sobre él. En este caso no es así. ¿Por qué? Pues muy sencillo: veo tremendamente complicado escribir todo lo que la lectura de esta novela me ha hecho sentir. Es una obra que toca tantos temas que se hace difícil expresar con palabras los sentimientos que de ella emergen en cada una de sus páginas. Y de todo ello surge en mi mente una pregunta: ¿cómo es posible que haya pasado desapercibida durante tantos años una novela que debería ser considerada un clásico de la literatura estadounidense (y mundial) del siglo XX?
Lo primero que llama la atención en "Stoner" es su estilo narrativo. Se trata de una prosa elegante que crea una gran empatía con su protagonista principal. Williams demuestra tener una fuerza brutal para narrar historias cotidianas, quizás con la emoción contenida de quien ha amado y sufrido a partes iguales en su vida. La novela está escrita con sencillez, sin aspavientos ni alardes literarios, pero con una honestidad devastadora, cercana, reconocible y que sumerge al lector en un maremagnum de sentimientos y emociones que lo sobrecogen por su gran realismo.
"Stoner" está escrita con el mejor estilo literario que pueda existir: la razón. Y su sencillez contribuye a crear una narración vibrante y genial que nos atrapa. Estamos, sin duda, ante una novela bien contada, bien escrita, conmovedora y fascinante que quita el aliento en muchos momentos de su desarrollo. Una obra de arte que debería ser más conocida (y reconocida). Un perfume exquisito: ese que sólo utilizamos en las ocasiones más especiales y que tratamos que nunca llegue a su final.
Cuando terminé de leer la novela de Williams lo hice con una doble pena: primero por el simple hecho de acabarla, lo cual puso fin a unas horas de enorme disfrute literario; y en segundo lugar por haber leído la historia de una vida intensa pero no suficientemente aprovechada y disfrutada. Y es que William Stoner es un personaje tímido, inocente, delicado, estoico y casi indolente que a lo largo de su vida va renunciando a vivir la vida en plenitud. Su estoicismo e indolencia nos deja perplejos en muchas de las escenas, viendo cómo acepta, con la máxima dignidad, eso sí, las miserias, las decepciones y los problemas que van apareciendo en su vida cotidiana.
Y, sin embargo, pese a su imperfección, nos transmite una firme sensación de paz, quietud, equilibrio y reconfortante lucidez. Es un personaje muy intenso, inolvidable, entregado a los libros, al saber y a su trabajo que constituye un retrato magistral de un hombre válido, virtuoso y, como ya he dicho anteriormente, lleno de imperfecciones. Stoner es un personaje público (por ser profesor de la Universidad de Misouri) pero anónimo a la vez que tiene un calado excepcional.
Uno de los puntos fuertes de la obra de Williams es la indudable fuerza de los personajes que la componen. Todos están retratados a la perfección, también con sencillez y honestidad, lo que hace que el lector los ame o los odie, involucrándose en la historia sin poder evitar sentir lo mismo que cada uno de ellos.
Archer Sloane, el profesor de literatura inglesa de Stoner, cambiará la vida de nuestro protagonista para siempre al transmitirle su amor por la literatura, algo que llevará a que Will decida no regresar a la granja de sus padres para dedicarse a estudiar literatura e introducirse en el mundo de la docencia. Este será uno de los pocos actos de rebeldía de Stoner durante toda su vida.
El puzzle de "Stoner" se compone a base de historias corrientes: una esposa odiosa, una hija que se distancia de sus padres, un amor tan intenso como imposible, una amistad poco cercana pero siempre presente, corruptelas universitarias y la intromisión de la Universidad en la vida privada de sus profesores. No obstante, además, es un viaje a los EE. UU. de la primera mitad del siglo XX, con sus dos guerras mundiales y la crisis del ´29 como telón de fondo. Una crisis que pone de manifiesto una gran diferencia entre el pasdo siglo y el actual: en los EE. UU. del ´29 eran los banqueros quienes ponían fin a sus vidas debido a su mala gestión empresarial. Qué diferente a la actual situación, ¿verdad?
John Williams nos presenta una Universidad de la América profunda del siglo pasado. Y lo hace de forma magistral, con todo lo bueno y lo malo que allí hubo, a través de un personaje que quizás sea un alter ego de su propia persona, pues la novela tiene un trasfondo autobiográfico bastante indudable: tanto Williams como su personaje Stoner fueron profesores de literatura inglesa en la Universidad de Misouri.
Resulta increíble que una novela que pasó desapercibida durante tanto tiempo haya conseguido hacerse un hueco en el mundo literario muchos años después del fallecimiento de su autor. Un reflejo de que el futuro de una obra no siempre está ligado al éxito que tenga en los primeros meses después de ser publicada, algo de lo cual me alegro enormemente. 48 años después de su publicación "Stoner" está de plena actualidad en nuestro país gracias a una pequeña editorial tinerfeña llamada "Baile del Sol" que ha apostado por una joya costumbrista que ha de guardarse en un lugar bien especial.
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