A Tomás se le conocen tres aficiones: leer, escribir y conversar. Su charla es agradable y erudita y tiene la calidez del acento gaditano suavizado por el deje isleño. Vive entre Cádiz, Tenerife y la Isla de El Hierro, un lugar de donde mucha gente se ha vuelto “por no poder soportar el silencio”. Su último libro es Pasa la tormenta (El baile del sol). Una intriga en clave de novela negra donde todo es distinto de lo que aparenta ser. Le propuse hablar de lo que quisiera. Me dijo que empezáramos por la novela negra y que eso nos podría llevar a cualquier parte. Y así fue…
Por Antonio Montesinos
Sueles decir que lo que está pasando en España con la crisis te recuerda a la novela negra. Yo no creo que todavía hayamos llegado hasta ahí.
El paro está haciendo mucho daño, pero las familias todavía cuentan con los ahorros de los abuelos. Hay muchos jubilados manteniendo a toda su prole. Acuérdate de que nuestros mayores han sido ahorradores precisamente por los tiempos que les tocó pasar. En tiempos de Franco se fomentaba el ahorro y ese dinero está ayudando a sobrevivir a muchas familias. Cuando esos ahorros se vayan terminando y esa generación de mayores vaya muriendo la cosa cambiará. Aparecerán entonces esos personajes de novela negra. De ahí el auge de este género literario.
La novela negra surge a raíz de una gran crisis…
La novela negra surge a raíz del crack del 29. Aparece gente como Dashiell Hammett, Horace McCoy, Jim Thompson… Se define al protagonista del género: alguien que al principio es buena persona, que tiene trabajo y familia y de repente lo pierde todo. Entonces, por volver al estatus anterior es capaz de hacer cualquier cosa. Desde asaltar un banco, secuestrar o poner bombas en el metro. En un momento dado, cualquier persona podría llegar hasta ahí. Estamos hablando de los aspectos más oscuros de la psique humana. Este es el vector que explora la novela negra.
Cuando la crisis del 29 sí que se vieron en Estados Unidos casos como esos. ¿Crees que llegará a pasar algo parecido en España?
Ya está pasando, lo que ocurre es que no nos enteramos del todo. Hace poco un policía le pegaba cuatro puñaladas al director de la sucursal que le vendió las preferentes. Un miembro de los cuerpos de seguridad del estado atacando a un ladrón de guante blanco, que además es impune. De momento son casos aislados que todavía no tienen trascendencia. Lo que puede pasar es que este tipo de conductas se ponga de moda. Entonces sí que tendríamos material para escribir novelas de ese género.
¿Puede ser que exista una ley del silencio para acallar noticias de este tipo ante el temor de que se reproduzcan? Ya pasó con los suicidios…
Creo que la crónica de sucesos está bastante recortada. Eso yo lo he constatado. En el carnaval de Tenerife han habido homicidios y ataques con arma blanca que luego no se han visto en ningún medio. Como dices, puede ser como lo que ocurrió hace algunos meses en relación al interés de los medios de comunicación en ocultar las noticias sobre suicidios motivados por la crisis.
¿El ser humano es corrupto por naturaleza?
Más que por naturaleza, digamos que la corrupción se manifiesta en todos los sectores sociales. Delinque el traficante de barrio, delinque el alcalde, el político… hasta la misma casa real. Como es arriba es abajo.
Una de las constantes en tus novelas es el poder en la sombra. Élites que deciden desde el anonimato. En el terreno de la ficción es interesante, pero aventurarse por estos caminos nos puede llevar a caer en la conspiranoia, ¿no?
Es un terreno delicado. Se trata de descubrir quién nos gobierna realmente. Yo pienso que sí, que existe ese poder en la sombra. Nada es lo que parece. Ese podría ser el resumen de muchas de mis novelas. Evidentemente estamos gobernados por élites y esas élites son anónimas. Se consigue así evitar ser el blanco de la ira del público y de la prensa. Esas élites funcionan a través de mascarones de proa que son los que dan la cara en todo momento. El anonimato es fundamental en todas las organizaciones mafiosas.
Aún no tenemos claro del todo quiénes son los responsables finales de la crisis que estamos padeciendo. Al menos no se les señala directamente de manera inequívoca…
Blesa va a ir a la cárcel por el asunto de las preferentes, pero ¿quién se benefició de todo lo que hizo Blesa? ¿Quién le exigía? Los accionistas. Al final son los que se llenan el bolsillo y de los que parten todas las exigencias para que las cosas estén como están.
Esas exigencias de las que hablas condicionan unas normas, unas reglas del juego que, en definitiva, son las que nos han traído hasta aquí…
Unas normas que cada vez son menos. La desregulación ha consistido en eliminar normas para que así el dinero se pueda mover a su antojo. Mira todo el dinero que ha terminado en los paraísos fiscales. ¿Por qué ha salido todo ese dinero de España? Pues porque se han abierto caminos para eso. Podríamos cuestionarnos eso que dices de quién crea las normas, pero también podríamos enfocarlo desde el punto de vista de que las normas hace tiempo que desaparecieron. Si en un partido de fútbol da igual que la pelota se toque con las manos entonces sobra el árbitro. Eso es lo que ha pasado aquí.
Llama la atención la importancia desmedida que tiene la economía en nuestras vidas. Podríamos decir que para vivir dependemos primero de nuestra biología y después de la economía.
Tienes razón. La economía mueve al mundo. Y no se trata nada más que de un juego simbólico al que nosotros hemos dado poder. Hoy el dinero no es más que un montón de números en las tripas de un ordenador. Números que posibilitan tu salud o que puedas tener una casa.
El otro día vi en la tele cómo un montón de adultos lloraban desconsolados porque el Coruña había descendido de categoría. Por un simple juego. ¿Cómo se articula eso? ¿Cómo se consigue dar tanto valor a algo tan simbólico? Pues intervienen muchos factores, pero detrás de todo vuelve a estar el dinero. Otro símbolo. Si hasta la liga se llama Liga BBVA.
Podríamos decir que hemos condicionado nuestra vida a las reglas de un juego.
Sí. Así es. Alguien se ha encargado de que esto sea así. Nadie querría que esto fuera de esta manera, pero todos estamos en este juego. Nos lo han impuesto, pero también lo hemos aceptado. Ocurre también que en época de vacas gordas nadie se plantea estas cosas. Ni siquiera se piensa en la corrupción, cuando corrupción ha habido siempre. Es en época de crisis cuando surgen todos estos interrogantes. Esto demuestra, a su vez, que el dinero tiene un efecto narcótico. Nos duerme.
Es curioso cómo dentro de los círculos empresariales y financieros el dinero se convierte en un dios con las mismas características del dios omnipresente que atemorizaba las almas en la Edad Media. Se le rinde pleitesía de la misma forma, se compensa a sus seguidores, se castiga a los rebeldes, tiene sus sacerdotes y sumos pontífices y cambia la conducta de la gente. Cualquiera que haya trabajado en un banco sabe que incluso se establece un sistema de recompensas y penalizaciones para aquellos que sirvan con más o menos eficiencia a la causa. Igual que en las órdenes religiosas. Se podría hacer un estudio interesante sobre estas similitudes…
Sí, es curioso. Además, ese mundo utiliza un lenguaje propio que se revela engañoso. Como decía José Luis Sampedro: nos dicen que el mercado es libertad… pues métase vd. en el mercado sin tener un duro en el bolsillo, verá en qué queda su libertad (risas). Esa idolatría al dinero lo permite todo. No existen límites morales de ningún tipo siempre que el fin sea ganar más. Fíjate también cómo el valor de las cosas cambia también dependiendo de la época en que se contemplen. No es lo mismo el valor de los bienes en época de crisis que en épocas de vacas gordas. Como tampoco es igual el valor del trabajo. ¿Nos llegamos a preguntar si nuestro trabajo es útil? ¿Para quién es útil realmente?
Siempre se ha tenido por válida la idea de que el trabajo ennoblece y que cuanto más trabajemos más nobles y virtuosos seremos. ¿Nos hemos parado a pensar quién difunde esa idea y qué beneficio saca del trabajo de los demás?
Claro. Las ideas imperantes en un momento dado no son inocentes, sino que responden a oscuros intereses. Hay que saber descifrar esos intereses.
Pues no es algo que parezca fácil. Eso de tomar distancia para observar la realidad no es un ejercicio a los que nos tengan muy acostumbrados. Quizás la pregunta más difícil de responder cuando analizamos el mundo que nos rodea es ¿por qué las cosas son como son y no de otra manera?
Esa es la pregunta que los escritores nos empeñamos en resolver cuando escribimos. Es peligroso implicarse demasiado a la hora de escribir porque pierdes perspectiva. ¿Por qué las cosas son como son y no de otra manera? Buena pregunta.
Llegamos entonces a la relatividad de los valores sobre los que descansan nuestros principios…
Vivimos en una época donde el mercantilismo está mitificado. El mercado es enemigo de la honradez. El otro día un amigo librero le recomendó a un cliente que no se comprara el libro que tenía en las manos sobre cómo perder peso y que en vez de eso se gastara en gambas los 22 euros que costaba. ¿Quién hace eso hoy? (risas) ¡Nadie! Si sigue así ese hombre va a tener que cerrar su librería (risas). El mercado no favorece la honradez. Una sociedad mercantil es una sociedad que favorece el engaño y la ocultación.
Kurt Vonnegut describe a la perfección la naturaleza del dinero en su novelaGalápagos (1985). Dice: “Las meras opiniones, de hecho, gobernaban la conducta de la gente, tanto como la más probada verdad, y estaban sujetas a súbitos cambios como jamás podría estarlo la más probada verdad. [...] El papel moneda ecuatoriano podía cambiarse por alimentos, vivienda y ropas en un momento y forrar el suelo de una jaula en el siguiente, y el universo podía ser la creación de Dios Todopoderoso en un momento y el producto de una gran explosión en el siguiente… Ocurrió sin embargo que cuando James Wait llegó allí, una crisis financiera de alcance mundial, una súbita revisión de las opiniones humanas acerca del valor del dinero, las bolsas, los bonos, las hipotecas, y otros pedazos de papel, había arruinado el negocio turístico no sólo en Ecuador, sino prácticamente en todas partes. [...] Todo estaba en la cabeza de la gente. La gente sencillamente había cambiado de opinión acerca del valor del papel moneda [...] De pronto empezó a decir la gente que sólo tenía pedazos de papel: -¡Despertad, idiotas! ¿Qué os hizo pensar que el papel tuviera tanto valor?”
Kurt Vonnegut es fantástico. ¿Quién sabe qué será válido dentro de cien años? Utilizamos los símbolos constantemente sin darnos cuenta que el valor de esos signos cambia en función de muchos intereses. Además, cuando llegamos a este mundo aceptamos ese conjunto de símbolos como algo válido sin pararnos a pensar si es bueno o malo. Sin cuestionarlo. Es como la familia en la que te toca nacer.
O el país. O la región. O la ciudad…
Sí. Los nacionalismos. Son ideas que estaban ahí cuando llegamos y las hacemos nuestras. Así, sin más. El otro día vi en la tele cómo un montón de adultos lloraban desconsolados porque el Coruña había descendido de categoría. Por un simple juego. ¿Cómo se articula eso? ¿Cómo se consigue dar tanto valor a algo tan simbólico? Pues intervienen muchos factores, pero detrás de todo vuelve a estar el dinero. Otro símbolo. Si hasta la liga se llama Liga BBVA.
Me resulta muy interesante todo este discurso. Otro de los conceptos sujetos a cambio es el de prestigio. Lo que hoy es prestigioso mañana deja de serlo.
Ahí tienes a BMW. Ahora los pijos no quieren BMW porque montones de niñatos sin estudios tuvieron uno. Digamos que se ha apestado. Es interesante cómo las grandes marcas construyen su prestigio. Venden el producto y luego se pueden permitir el lujo de poner los recambios y accesorios al precio que quieran, ya que la gente lo va a seguir comprando. Porque lo que realmente están comprando es la marca. El prestigio es otro valor con fecha de caducidad.
Es curioso cómo el discurso de valores dominante de cada época se nos vende siempre como algo absoluto. Es pecado renegar de los valores de cada época, porque entonces eres tú el que te vuelves un apestado.
De ahí la importancia de poner los valores en contraste. Hay que cuestionar los dogmas de fe. Todos sabemos que muchos dogmas de fe se construyen precisamente para cohesionar a mucha gente bajo el paraguas de unos ideales. Otra cosa es que sean verdad o mentira. Esto pasa en las religiones, en la economía y en la política.
O estás con nosotros, o estás contra nosotros…
Efectivamente. Todos los rebaños necesitan un pastor y los pastores lo primero que tienen que procurar es que la gente a su cargo piense como las ovejas. Las ovejas no deben decidir, ya que hay alguien que decidirá por ellas. En este sentido sí que es buena cierta dosis de egoísmo. Es decir, pensar por nosotros mismos y saber qué es lo que más nos conviene en un momento dado.
Al final habrá que darte la razón… Nada es lo que parece.
Nada es lo que parece. Escribo siempre pensando en eso.
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