Vuelve a la carretera, allí te encontrarás
mejor. Toma el autobús de línea, no te bajes hasta la última parada...después,
allí, en la tierra de las colillas aplastadas, en el reino de los supermercados
de marca blanca, podrás encontrar a Vicente Muñoz
Álvarez, una vez más, en el camino. Animales perdidos, el nuevo poemario de
Vicente Muñoz habla con la rítmica de Carver de los últimos refugios que nos
quedan, de los oráculos en las estaciones, de los días que pasan, como salidos
de una fotocopiadora estropeada, uno tras otro, repetido. Vicente Muñoz llama al
viento del norte por su nombre, escribe como si nunca pensara escapar de la
torre de la canción (el poema inicial, Animales Perdidos tiene esa rítmica
particular del fantasma Coheniano), la lírica del que llega a los cuarenta con
pelo gris en el pecho, con una melena rebelde, que reza a sus amigos porque no
le quedan mejores dioses (qué hermoso el poema dedicado a Raúl Nuñez...las
palabras sobre David González, Pablo Casares, Alfonso Xen. Rabanal...), en cada
parada del camino uno se imagina a Vicente Muñoz Álvarez deteniéndose en una
gasolinera, con el catálogo de cintas de cassette donde ha grabado sus poemas,
como aullidos castizos. Mirar el cielo como un trabajo a tiempo
completo.
Animales perdidos lo ha editado Baile del Sol desde su colección de poesía.
http://leocamaleon.blogspot.com.es/2013/01/mirar-el-cielo-es-un-trabajo-tiempo.html
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