Idealistas (la casta del orgasmo), una novela de Eduardo Delgado Montelongo
Eduardo Delgado Montelongo es una de las voces más interesantes de su generación (la nacida en los años 80) porque al margen de experimentalismos literarios, que también y sobre todo en su última novela Idealistas (la casta del orgasmo), su preocupación es la de contar historias. Historias con cierta aliento beat en su interesante libro de viajes Cuaderno afortunado, o inclinarse al género de la aventura en Johanna, una aproximación a la literatura de piratas.
Tras varios años de silencio, el escritor reaparece en el panorama literario con Idealistas (la casta del orgasmo), una experiencia que publica Baile del Sol en su colección Narrativa y, leído lo leído, probablemente sea el libro más ambicioso de Delgado Montelongo hasta la fecha ya que pretende resumir la Historia del Archipiélago y en concreto la de Tenerife a partir de un relato en el que se mezcla mucho de fantástico con poco de realismo. Para hacerlo, reúne un rico y variado repertorio de herramientas.
Por un lado, estructura el libro en tres grandes partes: Fulgor (Las vidas del patriarca); Desmesura (La gesta del Nieto) y Exaltación (Profecía de la bisnieta) con la que pretende sintetizar, y de paso rendir homenaje, a la historia de un archipiélago y de una isla reinterpretando su tradición. Tradición con la que no polemiza ni critica sino que narra y adapta a las intenciones de su relato porque pese a sus fisuras (y la novela tiene algunas, no es fácil domar un texto que supera las 250 páginas) está claro que uno de los objetivos del texto fue el de mezclar verdad y ficción, evocar pasado, presente y futuro por muy alternativos que puedan resultar.
Como otros de sus libros, Idealistas (la casta del orgasmo) se lee muy bien aunque en contra de otras experiencias literarias del mismo autor no terminen de estar unidas las páginas con las que levanta la que consideramos, se reitera, su obra más ambiciosa hasta la fecha. Se tiene la tentación, una vez se llega al final, que el cuerpo que lleva dentro no está demasiado bien armado. Que algo falla, que algo dentro no funciona, que las ambiciones que llevaron a Delgado Montelongo a escribir esta novela terminaron por rebasarlo. El libro incluye, no obstante, tres capítulos que incluso podrían leerse de manera independiente aunque todas las historias que concentra estén unidas por un mismo vínculo que no es otro que el familiar.
Las historias del patriarca se desarrollan durante la matanza y victoria de Acentejo (según unos y no otros) y la batalla que libraron los británicos al mando de Nelson contra Santa Cruz de Tenerife en julio de 1797, entre otros momentos estelares de la Historia de Tenerife y del archipiélago porque lo que golpea a una isla termina por golpearlas a todas. Casi es como si los trozos de tierra volcánica que flotan a este lado del Atlántico formaran parte de un todo pese a que en la superficie se traten de territorios que se observan unos a otros pero que mantienen su independencia, sus maneras de ser, por la frontera de agua que los divide.
La segunda parte adquiere un tono más realista y por ello quizá resulte el texto donde mejor se observa el talento de un escritor que noquea a los lectores cuando sabe librase de prejuicios, sacudirse ambiciones desmedidas y centrarse en lo que de verdad quiere contar y transmitir a quien lo lea. No es un trabajo fácil, pero creo que con el tiempo la literatura de Eduardo Delgado madurará como maduran todas las cosas, lo que convertirá sus libros en experiencias con un acabado certero algo que, de momento, no encuentro bien urdido en Idealistas (la casta del orgasmo).
La última parte de la novela, La profecía de la bisnieta es un poco una vuelta al principio y un intento de explicar las dos entregas anteriores recurriendo para ello a un lenguaje a medio camino entre lo científico y lo realista. No hacía falta esta incorporación con la que quiere poner punto y final a un relato que se lee, o debería de leerse, de manera independiente pero en el que no encuentro apenas muchos de los destellos que sí descubrí en anteriores trabajos literarios de su autor. Una voz honesta y muy preocupada por encontrar unidad en el archipiélago en el que nació pero en el que ahora no vive, Canarias, y que volcó en Cuaderno afortunado y la capacidad que tiene el canario de adaptarse en otros espacios geográficos sin olvidar nunca de donde viene. De cuáles son sus raíces, de cómo los vientos de la Historia y de la familia terminan por definir nuestro carácter y sed de aventuras (su caso) o de recogimiento, de encerrarse en sí mismo como suele pasar entre los que decidieron quedarse en casa, en la isla, en ese diminuto universo que les parece el mundo entero.
Pese a sus inseguridades, creo que solo por proponer este debate Idealistas (la casta del orgasmo) debería de tenerse en cuenta y leerse como una novela que, sin renunciar al entretenimiento, tiene mensaje y, al mismo tiempo, plantea preguntas como ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿nos han contado bien nuestro pasado común? Y son solo un puñado de cuestiones que me asaltaron mientras leía, ora gratamente sorprendido, ora no tanto, una novela que supone un punto y aparte en la narrativa de Eduardo Delgado Montelongo, una de las voces más interesantes e inquietas de su generación.
Saludos, nubes que presagian lluvia, desde este lado del ordenador
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