Sara Herrera Peralta.- Quien mire hacia abajo pierde recupera la estructura que ya utilicé en uno de mis libros anteriores, De ida y vuelta, con una pequeña diferencia: los poemas en lugar de llevar por título el nombre de las paradas de metro de una de las líneas de París, llevan el de las paradas de una de las líneas de RER, que equivale a nuestro tren de cercanías.
Me obsesiona el mundo que se crea dentro del propio mundo de las capitales, el de los habitantes que (sobre)viven en los vagones durante horas diarias para ir a trabajar a oficinas o fábricas de los grandes núcleos de negocios o del extrarradio. Me obsesiona ese mundo y la vida de esos habitantes, a menudo dejándose llevar por la inercia, el estrés y el ritmo vertiginoso en el que con frecuencia dejamos pasar los días.
BdS.- ¿París es cualquier lugar?
SHP.- París me parece la ciudad más bella del mundo, pero París puede ser tan traicionera como cualquier otra capital. París no es una ciudad amable para llegar, instalarse e iniciar una nueva vida. Hacerse un hueco en ella siendo extranjero supone sacrificar algunas cosas. Pero yo llegué a París persiguiendo un sueño y luego París me regaló muchas otras cosas, así que no soy objetiva, a pesar de todo eso, París no podrá ser nunca cualquier lugar.
BdS.- La rutina, la gente, el día a día, el transporte público ¿espacios para la trascendencia?
SHP.- Por supuesto. La realidad siempre me ha parecido materia poética.
SHP.- Forman parte de esa realidad y yo en este último tiempo he sentido necesidad de hablar del miedo, de la enfermedad, de la maternidad y de otros temas que tienen un vínculo inevitable con mi forma y mi ritmo de vida, con el mundo que tal vez yo no elegiría si no fuera porque tengo que pagar un alquiler a final de mes y porque me apasiona viajar, porque quiero poder permitirme elegir determinadas cosas que no podría elegir probablemente si no existieran todos esos vagones.
BdS.- ¿Cuál dirías que es tu lenguaje poético?
SHP.- Quisiera escribir una poesía cercana, que hable desde la sencillez del lenguaje, busco esa naturalidad.
BdS.- ¿Quien mire hacia abajo pierde?
SHP. -Eso es lo que nos quieren hacer creer. Dijo Ángel González que hay que ser muy valiente para vivir con miedo. Esa es, desde hace un tiempo, una máxima impuesta para vivir, sabiendo que, aunque soy una persona tremendamente afortunada, en estos últimos años he tenido que buscar un espacio en el que reflexionar y reconciliarme con el dolor por la pérdida, la enfermedad o el fracaso laboral o personal.
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