Día 365. Mª Concepción Hernández. La morada invisible (2006)
Bajo los pinos, de pronto, sentí que todo había cambiado: ya no había cadenas que me impidieran subir de dos en dos las escaleras, llegar a tu cuarto y decirte no te vayas.
Pero en ese instante del súbito gesto permanecí muda y quieta contemplando cómo se enredaban luces y colores del atardecer mientras el sol se hundía en las palpiltantes profundidades del mar.
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