sábado, 9 de febrero de 2013

«Un estilo es una manera de ser exacto»


Carlos A. Aguilera habla de teatro, de poesía, de la historia del grupo Diáspora(s) y de sus propios libros.
Jorge Cabezas Miranda | 
Barcelona
 | 02-02-2013 
Carlos A. Aguilera.
Carlos A. Aguilera (La Habana, 1970), escritor cubano, pertenece a la Generación de los 90. Fue uno de los fundadores de la revista Diáspora(s) (1997-2002), proyecto que, con sus propuestas ideo-estéticas, propició sorpresa, ruido y debate en los círculos literarios y político-culturales de la Isla. Recientemente ha publicado Discurso de la madre muerta (Baile del Sol, Tenerife, 2012)En su obra destaca el libro de relatosTeoría del alma china (México, 2006), los poemarios Retrato de Hooper y su esposa(La Habana, 1996) y Das Kapital (La Habana, 1997). La recopilación Die Chinamaschine (Austria, 2004) contiene fragmentos de sus poemas, relatos, ensayos y entrevistas. Ha sido traducido al francés, alemán, croata y checo. Reside actualmente en Praga.
 Hay en tu manera de componer poesía hallazgos fonéticos, visuales, guiños lúdicos, teatrales, etc., que aportan indudable novedad al imaginario poético cubano. Por ello, no resulta extraño que estés haciendo desde hace tiempo incursiones en el género teatral. Unos personajes (padre e hijo) que no responden a su interlocutora (la protagonista de Discurso de la madre muerta); tres representantes de la iglesia, que a su vez forman una imaginaria plantilla de ballet en silla de ruedas (en Sinfonieta)… ¿Cómo llegas a Discurso de la madre muerta? Para un lector español, la referencia a Cinco horas con Mario resulta casi inevitable; esa mujer ajustando cuentas con el marido, con la vida… ¿Quién es ese personaje que se va desplegando en el monólogo?
Todo nació de algo que me contó Idalia Morejón, la ensayista cubana. Algo que le había sucedido a ella en Sao Paulo, la ciudad donde desde hace años vive. Y esta anécdota, que tenía que ver con las cámaras de seguridad que habían instalado en su edificio, más el "daño" que ese ojo-control de alguna manera le estaba haciendo (ya que le aterrorizaba el hecho de ser siempre observada), más una idea que ya yo tenía en mente y tenía que ver con el autoritarismo de mi propia madre las madres cubanas son toda una institución, sería bueno que alguien alguna vez las estudiara, me dio la clave de la pieza, el cual, como bien dices, es un monólogo largo, histérico, "asesino", de una mujer contra todo lo que la rodea y no solo es su familia y su gato, sino sus propias fantasías, la gente del lugar donde vive, el pasado, y todo lo que ella tiene que reelaborar para sentir que se coloca en el presente.
Ahora, hablar en detalles de esta mujer es, para mí, un poco difícil, ya que yo tampoco sé mucho de ella. Solo te puedo decir que, más que con Delibes, tiene que ver con la Luz Marina de Aire Frío, el gran personaje de Piñera, uno de esos personajes que a cualquiera le hubiera gustado escribir. Y también con la Judith de Eugenio Barba. Una Judith casi muda, inmóvil, muerta, de gestos muy lentos, y sin embargo una de las Judith más histéricas y locuaces que he visto alguna vez en mi vida, como si en vez de sangre le circulara un chorrito de odio por las venas.
Precisamente la obra tiene algo de chorro incontenible, de vómito. ¿Funciona como depuración catártica? En ese sentido, estoy pensando que tu escritura, ejecutada en todos los géneros que has tocado hasta el momento, podría tener una dosis no desdeñable de catarsis. Me pregunto si el género dramático te resulta especialmente idóneo a la hora de sacar a pasear fantasmas, ponerlos directamente en un escenario.
Los fantasmas siempre están. Escribir es de alguna manera disecar fantasmas, exprimirlos... A la vez, volverlos a regurgitar. No hay manera de salir de ellos. Siempre me resulta curioso cuando algún escritor dice que tuvo que escribir determinada cosa para librarse de ella, para "olvidar". A mí me resulta al revés. Mientras más escribo, más diferencias le encuentro a lo mismo, y por esa misma razón, más oportunidades veo para volver a "narrar" eso que ya había escrito. Por eso no creo que haya mucha distancia entre por ejemplo "GlaSS", el poema final de mi libro Das Kapital, y Discurso de la madre muerta... Son casi piezas de lo mismo, esquizotextos, por llamarlos de alguna manera.
La alusión (denuncia-parodia) al dogmatismo está muy ligada al conjunto de tu obra hasta este momento. Como escritor que te sientas ante una página en blanco, ¿es esta "cruzada" una motivación, una obsesión, un condicionante?
No sé. La única obsesión que tengo en este sentido es el de construir mi propio estilo, mi propia exactitud. Un estilo es una manera de ser exacto, la única a la que además puede aspirar un escritor. Así que lo demás ni siquiera me lo pregunto. Hay tantas maneras de escribir algo que casi me parece una pérdida de tiempo ponerme a denunciar lo que no me gusta o considero banal. Estaríamos años en eso.
Más y menos alegóricamente, las conexiones con la realidad combinándose el humor (la ironía) y el drama pueden apreciarse en varios de tus textos. Pero si tu poesía tiende a una suerte de codificación que puede resultar compleja para el lector, el género teatral se abre al espectador, incluso puede llegar a servirle más en bandeja un mensaje, una visión de las cosas; sin que ello implique prescindir del símbolo, de lo lúdico, de lo "absurdo".
De los géneros literarios, creo, el teatro es el que está más cerca de lo cotidiano, del día a día, del movimiento de los rostros, del estereotipo. Por eso es uno de los más difíciles y, también, de los que menos la gente prefiere leer, ya que "saca" casi sin apoyarse en otros discursos lo mejor y lo peor que todos poseemos: esas máscaras de las que hablaba Heiner Müller. Y esto lo hace fascinante a la vez que complejo. Te obliga a escribir más con el cuerpo, con el espacio, con el olor, como si los personajes no fueran solo una idea, una voz o un sentimiento (como en la novela digamos), sino, también, un músculo, un par de manos, un granito en el pie, un bostezo..., y lo tremendo es que cuando escribes tienes que tener todo eso presente.

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