lunes, 18 de febrero de 2013

Transitorio el tiempo, transitable el espacio


1. Salutación a un libro
La antología Tan lejos de Dios. Poesía mexicana en la frontera norte, aparece en un momento propicio de la cultura norteña, pues, como dice Uberto Stabile, compilador, “El norte de México hace años que empezó a dar una interesante nómina de narradores y poetas que ya no migran al DF sino que empiezan a escribir y a editar en el propio norte”.
            La nómina que integra esta antología se compone de 64 poetas, 23 de ellos son mujeres.  No recuerdo un esfuerzo semejante en el pasado de esta zona, fuera del celebrado volumen El mar es un desierto. Poetas de la frontera norte 1950-1970, reunido y comentado por el regiomontano Margarito Cuéllar. Esa obra, dice Stabile en su introducción a Tan lejos de Dios..., “puede considerarse una fuente de inspiración” para la que venimos comentando.
            Es notable que el autor de este proyecto sea un español, y podría parecer inusual su interés por la cultura de una región mexicana en particular. No hay tal extrañeza, en cambio, cuando se indaga en la personalidad y en las actividades de Uberto Stabile. Él ha realizado diez o más viajes a este país y sin duda conoce la franja fronteriza mejor que muchos mexicanos. Hombre vital y siempre agradable, de fácil abordaje, congenia a la perfección con el trato directo y franco de quienes habitamos estas latitudes. Ha dicho, además, estar enamorado del México norteño.
            En lo personal, saludo y agradezco esta profusa antología que viene a ser, entre otras cosas, un excelente medio de acercarnos unos a otros, poetas y lectores del septentrión mexicano y la literatura en que se reconoce.
            El libro, coeditado por la UNAM y Ediciones Baile del Sol, es decir, por México y España, también acerca espiritualmente a los dos países hermanos. Y al hermano país del norte también, como ya veremos. Tiene 400 páginas y una noticia biobibliográfica como presentación a cada poeta.

2. ¿Quién es Uberto Stabile?
Doy aquí una mínima información sobre el autor del proyecto y del inmenso trabajo que significó llevarlo a cabo. Ya hemos dicho que Uberto es español. Nació en Valencia, en 1959. Suele decirse de él (quizá él mismo así se define) que es “poeta, editor y agitador cultural” (El País digital, 20 /10 / 2008). En su patria fundó, durante 1983, el café literario “Cavallers de Neu”. En esa década emprendió su permanente aventura de hacer libros con la creación de Editorial Malvarrosa, donde publican sus primeras letras varios autores que hoy son importantes.
                        Entre las preocupaciones de Uberto Stabile figura la misión de la literatura, resumida en la frase “poesía de conciencia”. Aplicada a la presente antología, eso significó una orientación testimonial, “una especie de foto fija [...] de cuanto es y sucede en la frontera norte de México”, según lo define el compilador en sus páginas introductorias.
            Ha publicado una veintena de obras propias, repartida entre poesía y ensayo, al mismo tiempo que sostiene su incansable labor de promotoría cultural.

3. Criterios de selección y virtudes de la antología
Una precisión importante sobre cómo fueron seleccionados los textos para este libro de 400 páginas: se trata, principalmente, “de una aproximación poética a la realidad social, cultural y geográfica de la frontera norte de México. Por ello es el poema y no el poeta el verdadero objeto del libro” (énfasis nuestro).
            Es bueno reiterar el hecho conocido de que toda antología, en tanto requiere de una elección a partir del corpus previamente determinado, constituye también una interpretación. En esa medida, los poemas reunidos y ordenados de tal o cual modo se erigen como propuesta estética o poética personal. Por ello, y anotadas las proporciones, Tan lejos de Dios... puede considerarse obra de Stabile, no sólo en el sentido de ensamblaje, de maquila literaria: algo más profundo, valioso e interesante comporta este libro-objeto: el volumen generoso anuncia, incluso por su solo aspecto, diseño y extensión, un mundo rico en visiones, propuestas, viajes íntimos y excursiones a una diversidad estética obligada por el número de autores y por la lejanía espacial entre unos y otros, quizá conocidos en su casi totalidad por Stabile pero difícilmente entre ellos.            Va más allá el antologador: realizó un documental con grabaciones de las entrevistas y viajes efectuados mientras reunía el material. Este documental fue publicado en España con el mismo título del libro, Stabile, además, participó en el programa de Radio Euskadi “La casa de la palabra”, el jueves 17 de febrero de 2011, donde leyó versos de Buba Alarcón, poetisa chihuahuense antologada.
            El proyecto aún tiene combustible para mayores vuelos, pues la idea es publicar una segunda parte, esto es, otra antología, titulada Tan cerca de Estados Unidos, con poesía chicana de la frontera sur de nuestro país vecino.* Así, ambos títulos completan la conocida frase de don Porfirio Díaz: “Pobre México: tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Como dijimos al final del primer inciso, el proyecto de Stabile acaba hermanando culturalmente a tres países.

4. De los poetas antologados
Este comentario o informe, que intenta ser una salutación, mi enhorabuena para Tan lejos de Dios..., externaré mi opinión acerca de los poemas reunidos. Encuentro ahí, en primer lugar, una diversidad de voces y temas, y un ejemplo lo pueden ofrecer los versos de Buba Alarcón, a quien mencionamos líneas arriba: se titula “Nunca te enamores de un poeta” y termina así: “nunca te enamores de un poeta [...] esos putos no saben amar / le dirán nada a tanto / y tanto a sus putas ausencias”.
            En este y otros poemas se verifica algo muy importante: la orientación de esta antología está gobernada por una idea de regionalidad y momento histórico que incluye el carácter humano; abarca esa geografía interior que se aspira, se escucha y se toca a través de la magia poética. No se reduce, pues, a la denuncia social y al testimonio. Lo dice el propio compilador: “Y así como el propósito de hacer transitorio el tiempo y transitable el espacio nace este libro que intenta recoger las voces de quienes entienden la poesía como un lugar común desde el cual trazar nuevas formas de interpretar la realidad”.

5. Mi viaje por el país de un libro
Se me ocurre un método de acercamiento, que pueda responder a la pregunta: ¿hay aquí calidad tal que haga de este libro un objeto disfrutable, apreciable estéticamente más allá de sus valores como “poesía de conciencia”? Antes, debo aclarar que este concepto me es muy caro y no comprendo un arte grande que se desligue por completo de la problemática humana, sea en su aspecto íntimo o en el comunitario. El método consiste en un viaje relatado a grandes pasos, en vista de su extensión: primera página, y busco entibiar el ánimo; segunda, tercera, cuarta... (no estoy contando páginas en blanco ni noticia de los autores, sólo poemas) en la quinta me encuentro con un texto de Alfredo Espinosa, cuyo final funciona de maravillas como cierre poético: “¿Debo añadir que las encuestas favorecen al príncipe, / la bolsa está a la alza y los pájaros aún gorjean?”
            Sigo adelante. Llama mi atención el peso desigual de las notas biobibliográficas, algunas incompletas, algunas innecesariamente extensas. Mi Superlector exigente repasa poemas, a sabiendas de que la poesía es un metal raro. Hay virtudes, eso sí, empleo de recursos variados, destellos de buena prosa poética, poemas-ensayo y versos como éstos: “Delgado y solo, distante, un faro me mira. En su lenguaje ermitaño / susurran las olas, la espuma, los peces de un mar que nadie ha visto”. Y estoy cerca del inicio, buen augurio. Sí, voy encontrando lecturas disfrutables, aquí y allá, porque este libro es un bosque de frutos diversos y el nómada-lector degustará los que acomoden con su gusto. Alanís Pulido me hace detenerme un poco en sus líneas, voy bien. Más adelante, me hace sonreír el poema de “Clarabella”, la vaca. No es novedad hacer poemas a una vaca, pero tampoco es tan común, y éste algo tiene que me atrapa. Página 66: “El desierto no es para cobardes”, poema donde la arena avanza en círculos concéntricos hacia la sed, o algo así, luego de que “libro de arena el corazón se desmorona”. Avanzo entre poetas: un juarense que habla de cantinas y carne asada, una mujer coahuilense logra evocar la experiencia gozosa de la niña que detiene sus nueve años inmersa en un lago, durante minutos, mientras observa a los peces. La poeta se llama Claudia Luna Fuentes. Llego a Enrique Cortazar y releo algunos de sus poemas de mojados. Y luego Gabriel Trujillo... pero ellos son poetas muy conocidos y me apetecen más las novedades. La chihuahuense Isabel Medrano sólo aporta un poema, pero me gusta, y más el final asonantado: “Doce milenios faltan para construir / La ciudad nueva / Donde las palabras ya no sean desiertos / Sino lunas plenas”.
            En mi recorrido, disfruto versos que hablan de Tom Waits; otros hay de franco testimonio, notas rojas, versos-música norteña. También están los del exilio, el poema “Mi abuelo”, de José Ángel Leyva, de reposada nostalgia. Pero, ¿cómo se ordena el material de 64 poetas, que suman cientos de poemas? Pues le sigue Julián Herbert, con uno que dice: “nunca te enamores de 1 kilo / de carne molida” y tiene versos clave: “Nunca te enamores / del soneto de otro. / Nunca te enamores de las medias azules, / de las medias azules debajo de las media, / de la carne del muslo...” Prefiero su “Don Juan derrotado”. Adelante en el orden alfabético, me encuentro (o me reencuentro) con Marco Antonio Jiménez, cuyo último libro no disfruté tanto como sus primeras publicaciones, pero aquí, a partir de la página 289, ofrece una pieza digna de sus mejores tiempos. “Yonke” es una de las piezas maestras que justifican haber viajado por 150 hojas de variada fortuna. El texto se divide en nueve secciones breves de unas cuantas líneas como éstas: “El despojo erigió sus templos en la arena / quiso eternizar en la planicie su vasta / propensión al infortunio...”. Le sigue a este trabajo “Tolvanera”, que refrenda de una buena vez a Jiménez como una de las voces que retratan este norte nuestro con mayor acierto y maestría. Por la letra “M” transitamos a través del regio Margarito Cuéllar, por Mariana Martínez Esténs, pero es imposible comentarlos a todos, así que decido detenerme un poco en Omar Pimienta, con “La caída de las torres”: “Te fuiste cuando se cayeron las torres [...] cuando se asentó el polvo ya no estabas aquí”. Más allá, el interesante verso largo, conversacional de Roberto Castillo con “Cebolla silvestre”, y el cierre del poema donde alguien cuenta cómo “Todo, todo, todo lo he soportado sin quejarme en esta pinche vida / sin embargo, ahora yo les vengo a declarar mi inconformidad / por estar lejos de aquella hermosísima mujer que tiene alas de seda, / un corazón de ópalo de fuego, su sexo con aroma de mil gardenias / y una cama que es una cálida nave humedecida por la luz de la luna”.
            En fin, me ha sido grata la presencia de Rosina Conde, la osadía casi ingenua de Miguel Ángel Chávez, que pasaron por las ventanillas de mi viaje como se ve a viejos conocidos cuando llegas a otra ciudad.
            En cuanto a las ausencias: esencial de las antologías es su naturalísimo límite. Tan lejos de Dios... es tanto o más inclusiva que otras y propicia la aparición de textos y autores poco difundidos. La impresión general que me queda es que los poetas maduros, en general, son los mejores, pues pudieron seguir en la creación literaria por los buenos frutos cosechados. Con excepciones, claro. También hay algunos jóvenes que empieza a repuntar, y hay que bienvenirlos. Con reservas.
            Creo que este libro enriquece el acervo literario de la región y es un aporte valioso de Uberto Stabile, que agradezco a nombre de los lectores fronterizos y en el mío propio. 


* Información obtenida en “El blog de Roge” (www.blogseitb.com/rogeblasco/2011/02/18). Consultado el 22 de octubre de 2011.

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