lunes, 30 de julio de 2012

Hola fondo sur, el viaje contagioso


dp11Dentro de la colección de viajes “Dando Pata”, de la Editorial Baile de Sol, se ha publicado recientemente Hola fondo sur, de Daniel Ortiz Peñate. El libro recoge el periplo novelado de Andy Tirzo, alter ego del autor, en un largo y esclarecedor viaje por diferentes países sudamericanos.
Con un manejo extraordianario de la narración,Ortiz nos permite acompañar a su joven y dudoso héroe por los paisajes que van marcando su visión del mundo. A su paso, personajes de todo tipo le orientan y desorientan del modo más humano y visceral.
Para quienes lo lean, este libro supondrá, sin duda, un revulsivo, un replanteamiento vital sobre la necesidad de explorar, de arriesgar, de conocer, de saltar del sillón y coger la mochila –aunque sólo lo hagamos de manera simbólica- para lanzarnos a la vida como quien no tiene nada que perder.
Hola fondo sur es una novela de viajes sí, pero además encierra toda una filosofía sobre el conocimiento de uno mismo y de los demás, es un tratado de compresión y respeto hacia quienes viven de forma diferente y también un reconocimiento, alejado de la falsa modestia, de nuestras propias dudas y los miedos que nos aquejan.
Un relato apasionado, a ratos emocionante y a ratos melancólico, nos descubre la verdadera esencia del viaje, así las experiencias de Andy Tirzo son las experiencias de quien está dispuesto a buscarse y, lo que requiere aún más valor, a encontrarse.

domingo, 29 de julio de 2012

'Stoner' de John Williams





‘Stoner’ de John Williams se podría resumir como “la vida es una mierda y al final te mueres”. Tampoco es que pase nada trágico. En realidad prácticamente no pasa nada: un hombre procedente de un entorno rural se va a estudiar a la universidad, se convierte en profesor universitario, se casa, tiene una hija, una amante y, al final, se muere. Nada trágico. Aunque probablemente llevar una existencia infeliz y vacía de sentido también se pueda calificar de trágico. Es una novela que nunca carga las tintas, pero que está empapada de tristeza. Nunca lo dice abiertamente, pero parece claro que lo que quiere transmitir es que no sólo la vida del protagonista es fútil sino que, de hecho, todas las vidas lo son. Me han gustado muchas cosas de esta novela, pero supongo que la que más es que ha sido capaz de hurgarme en las entrañas y contagiarme esa tristeza tan sutil pero a la vez tan abrumadora.

William Stoner es el hijo único de unos padres granjeros, sabe lo que es trabajar duramente pero sabe que es lo que le ha tocado y no lo cuestiona, hasta que un día el padre le dice que va a ir a la universidad a estudiar agricultura porque la tierra cada vez produce menos y le han dicho que ahora se han inventado cosas nuevas que podrían ayudarles. Stoner no se plantea si tiene ganas de ir a la universidad o no, simplemente lo acepta porque lo ha dicho su padre. En primer curso hay una asignatura obligatoria de literatura, es la que le cuesta más a Stoner, él toma apuntes febrilmente, estudia hasta caer rendido, pero aún así no entiende qué es lo que quiere el profesor que él haga. Hasta que un día el profesor, en medio de una clase, se dirige directamente a él para preguntarle qué cree que Shakespeare nos quiere decir en uno de sus sonetos; Stoner intenta recitar algo que ha leído u oído en alguna de las clases, pero el profesor pierde la paciencia y lo hace callar porque está harto de oír bobadas. Y es así como empieza todo.

Es a partir de ahí (de una clase de literatura) que Stoner toma conciencia de su individualidad, de que es un ser que puede pensar por sí mismo, formarse opiniones propias e incluso tener sentimientos. Pero también es a partir de ahí que empieza a sentirse solo, a anhelar algo más y a sentirse infeliz porque no es capaz de conseguirlo. Stoner se olvida de la agricultura y, sin decir nada a casa, se matricula sólo de asignaturas de literatura y humanidades. A partir de entonces Stoner lee mucho y llegamos al tópico de que los libros son sus únicos amigos. Es a partir de los libros que él aprende a amar y a vivir, sin haber amado ni vivido realmente. Pero, cuando vuelve a casa, se da cuenta de que cada vez se va alejando más de sus padres, pero paradójicamente cuánto más se aleja de ellos, más afecto siente por ellos. Y toda esta parte es realmente magnífica.

Pero también me ha gustado cómo apunta la mediocridad y la mezquindad que hay en la vida académica, cómo describe la incomunicación y el odio que se puede establecer en un matrimonio que se acaba convirtiendo en un campo de batalla, lo tópicas que son las relaciones extramatrimoniales por más que uno intente que no lo sean, y tantas otras cosas. Es una novela muy rica y, aunque se ambiente en la primera mitad del siglo XX, terriblemente actual. Y tampoco puedo dejar de mencionar lo bien construidos que están los personajes. Tanto el protagonista, como su mujer, su amante y su hija, son personas tímidas e infelices, pero cada cual lo es a su manera particular y propia. No creo que nunca haya leído una obra que describa tan bien a los tímidos como ésta. 

sábado, 28 de julio de 2012

Stoner y Hopper



Ha querido el destino que a la vez que leía Stoner, de John Williams, viera la magnifica exposición de Hopper en el Museo Thyssen. Y no puedo dejar de pensar, ver, o mejor dicho, sentir, la gran similitud entre las dos creaciones, es más, Stoner bien podría haber sido uno de los personajes de un cuadro de Hopper, incluso no se si he estado imaginándome todo el tiempo a Stoner como la imagen de Hopper en el Autorretrato que vemos al comienzo de la exposición. Un hombre austero, seco, algo triste, solitario, cuya mirada pasa de largo porque nada tiene que ver contigo, con ese sombrero de fieltro elegante pero tan común, una camisa azul oscuro con corbata, pero que bien podría haber estado abotonada al cuello, chaqueta negra, boca contenida, haciendo un esfuerzo por esta ahí, pensando, todo pasa por su interior, como en Soner, y nada sale fuera. La vida pasa desgraciada sin que él haga nada por cambiarla, indiferente a su suerte, fiel a sus principios hasta la muerte. También pienso que Stoner podría haber sido el hombre sentado en la silla mirando al infinito, a la nada, en Four Lane Road. Anclado a esa silla al atardecer, el vacío ante él, resignación, entrega, pero todo en la mirada, sus anhelos, sus recuerdos, todo lo tenemos que imaginar en el cuadro y, sin embargo, lo sabemos en la novela. O, mejor, el hombre profundamente triste y derrotado de Cape Code Evening, con una mujer al lado que mira de refilón, sin nada que decirle, sin un ápice de amor ya, si alguna vez lo hubo, la hierba seca, el bosque azul, solo el Collie, en el centro del cuadro, nos recuerda la vida.Stoner, como los personajes de Hopper, nunca sale de su mundo, vive inmerso en él sin que las pocas personas que le rodean, incluso le quieren, puedan hacer algo por él. Y a él le da igual. Encuentra en los libros, en la literatura, el único universo real para él, lo único que merece la pena, y, mientras, apenas vive.


http://que-leemos.blogspot.com.es/2012/07/stroner-y-hopper.html

jueves, 26 de julio de 2012

El viaje del idiota - Miguel Paz Cabanas


Afrontaba la que ha sido mi primera lectura conjunta con una mezcla de emoción e incertidumbre y he de reconocer que la experiencia me está gustando. Poder conocer lo que otros compañeros blogueros opinan sobre el mismo libro es una experiencia excitante y enriquecedora, de la que estoy disfrutando. Pero antes de empezar con mis impresiones me gustaría agradecer a Mari Carmen, del blog Adictos a los libros, por su organización y a la editorial Baile de Sol por proporcionarme el ejemplar.


Ficha técnica


Título: El viaje del idiota
Autor: Miguel Paz Cabanas
Año: 2010
Editorial: Baile Del Sol
Encuadernación: Rústica con solapa
PVP: 12,48 €
ISBN(13): 9788415019121
Páginas: 174
Género: Narrativa


Opinión



Me gusta empezar mis reseñas con la sinopsis del libro del cual voy a opinar, normalmente con la que la editorial incluye en la contraportada del mismo, para que el lector sepa de qué va la historia y, si le agrada, siga leyendo mis impresiones. Pero en esta ocasión no pondré la descripción que nos ofrece Baile del sol ya que más que una síntesis me parece un resumen del libro, deja poco espacio a la sorpresa y eso no me gusta, prefiero una sinopsis que sugiera a una que me cuente qué me voy a encontrar en sus páginas hasta prácticamente el final. 

Si empezamos precisamente por ahí, por el final, diré que es quizá el único pero que le pongo al libro. Un final algo ambiguo que no cierra completamente las tramas. Pero comencemos por el principio...

Qué podemos pensar de una persona que se nos presenta así: "Tengo cuarenta años y un coche con dos airbags". Pues quizá no nos equivocamos si pensamos que si en esta frase se resumen todos los logros que ha conseguido en la vida, vaya vida más triste. Santiago trabaja en un sector tan poco atractivo y gratificante como el de las pompas fúnebres, es separado y tiene una hija adolescente, Luisa, con la que no tiene muy buena relación. Con esta panorama familiar, decide llevarse a su hija  de vacaciones a la costa con el ánimo de congraciarse con ella y estrechar lazos. Pero las cosas van a ser más complicadas de lo que él pensaba. Lo que en principio iba a ser un viaje redentor en el que reconciliarse con su hija,  se va tornando en una sucesión de situaciones un tanto rocambolescas y surrealistas que convertirán estos días en un viaje existencial en el que poder reconciliarse con la vida.

Durante las páginas del libro Santiago nos narra en tono melancólico, pero sin perder un punto irónico e incluso humorístico en ocasiones, lo que ha sido de su existencia. La vida no ha discurrido como él esperaba y se encuentra en un punto en el que es difícil reconducirla. Para arreglar algunas cosas quizá ya sea demasiado tarde. Demasiado tarde con su hija, demasiado tarde con su mujer, demasiado tarde con su hermana, demasiado tarde con su trabajo... 


 "Luisa es tu última oportunidad, sí, la oportunidad de no acabar solo en la vida"

Con un estilo directo pero rico en connotaciones, Miguel Paz Cabanas, ha creado una radiografía de un hombre al que vemos desnudo, con sus miserias y virtudes, con sus fracasos y sus aciertos, con sus miedos y sus inseguridades. Un hombre que se encuentra perdido, como la vaca Teresa que vaga sola por el medio oeste americano, e intenta coger el que, quizá sea su último tren, hacia la salvación. Pero la salvación no es fácil y durante este "viaje" tendrá que cerrar viejas heridas ayudado por su padre, que se suicidó dejando confundido a su hijo y con el que ahora chatea desde el más allá, o enfrentarse a personajes de dudosa moral, como el inquietante contable de varios clubes de alterne y su misterioso asistente personal.

Si hay algo que me ha gustado de El viaje del idiota, además del dibujo que el autor hace del protagonista, ha sido su preclaridad a la hora de tratar el tema de la familia. En todas las familias hay secretos o temas de los que no se hablan. Los problemas con los hijos adolescentes son también algo a lo que cualquier padre debe hacer frente en mayor o menor medida llegado el momento. A todos nos ha fastidiado alguna vez nuestra madre metiéndose en cosas que no le incumbían. Las relaciones con la familia política también son un tanto complicadas en ciertas ocasiones. Todo estos problemas cotidianos se reflejan en el libro y todo se reduce a una falta de comunicación. Si normalmente es cierto el refrán que dice "hablando se entiende la gente" en el caso de la familia es aún más cierto si cabe. Los silencios entre hermanos, hijos o padres llegan convertirse en una carga demasiado pesada de soportar. En la tarea de llenar esos silencios Santiago contará con la ayuda desde el más allá de su padre y quizá así logre sentirse más libre. 

"absolutamente todo lo que hacemos, y sobre todo lo que dejamos de hacer, 
posee su repercusión, deja su huella indeleble en la vida".

El viaje del idiota es, en conclusión, el de esa gente que va por la vida sin importarle lo más mínimo los demás, esos que giran la cara para no ver las cosas y hacen como que no existen, los que se niegan a ver la realidad y no la enfrentan. Esas personas que miran hacia atrás y no ven nada por lo que merezca la pena vivir.

La ceniza que avanza de Juan R. Tramunt


miércoles, 25 de julio de 2012

El viaje del idiota, de Miguel Paz Cabanas




Es mi primera participación en una lectura conjunta y he de decir que es un incentivo más para promocionar la lectura, máxime si se trata de difundir la obra de un autor nacional, como este es el caso. Esta vez la convocatoria corre a cargo de Mari Carmen, la administradora del blog Adictos a los libros.



Sinopsis:

Santiago es un empleado de pompas fúnebres, separado, que a sus cuarenta años solo tiene un coche con dos airbag y una familia que le considera un fracasado irrecuperable. Inicia un viaje con el que pretende reconciliarse con su hija, que terminará arrojándose en brazos de su familia política. Todo lo que le va a ocurrir tendrá un aire surreal, pero también un ámbito grotesco o fatídico. El único aliciente de su vida es un chateo con su padre que cada vez irá adquiriendo un tono más delirante y profundo. Tratará de encontrar su pasado pero lo que conseguirá será meterse en un sórdido club, dedicado a robar incunables, traficar con pistolas y a la trata de blancas.

Opinión personal:

 La portada no es que sea un gran acierto, pues esa silueta no nos dice, en principio, nada. Luego está la cama y una maleta sobre ella. Ambas cosas enmarcadas en un cuadro. ¿Indicará la silueta que el protagonista puede ser cualquiera de nosotros?. Pues quizás sí, porque lo que le pasó a él le puede haber ocurrido a cualquiera en su lugar. Los hechos se suceden en una España en crisis y, tal y como hace nuestro protagonista, aunque se vaya de vacaciones, hay que buscar lo más económico, independientemente de que el destino sea una zona turística muy concurrida, que bien pudiera ser la costa levantina.

« — No digo idioteces —me defiendo— ¿Por qué decís que suelto idioteces?. Creo que soy generoso. Te he dado a elegir la mitad del viaje. La otra mitad la organizo yo. Al fin y al cabo soy el que pone el dinero» (pág 26).

Santiago es un hombre de cuarenta años, relaciones públicas de una empresa de pompas fúnebres. Lo único que tiene en esta vida es un coche con dos airbag. Su familia lo tiene por un idiota y por un fracasado pero él no lo ve así. Estaba casado con Miriam, de la que se divorció y con la que mantiene no muy buenas relaciones y tiene una hija, Luisa, que reparte sus vacaciones entre ambos, con una actitud díscola como la mayoría de los jóvenes de su edad.

Los personajes que tendrán alguna relación en la vida de Santiago están bien trazados por el autor y nos podemos dar una idea de cómo son: Su aspecto físico, condición social, las ideas, pensamientos y formas de actuar de cada uno, de los que de alguno de ellos se llevará alguna sorpresa. Así, vemos cómo su madre conserva, en ciertas expresiones y forma de pensar, rasgos de haber pasado por un colegio de monjas y él nos recuerda cómo diferenciaba a sus dos hijos en la manera de vestirlos para que Santiago, cuando era un niño, no ensombreciera la belleza de su hermana Sonia, quien le rebelará  un secreto  que solo conocía su padre; su cuñada Montse, a la que no soporta y tiene por pija. La vida de ricachona que lleva, con su chalet, su velero, sus palcos VIP en los eventos a los que asiste, provocan un rechazo entre ellos que dará lugar a algún incidente e influirán en el alejamiento definitivo de su hija.

Ya en la ciudad donde pasa sus vacaciones con su hija iremos conociendo a personajes secundarios de lo más variopinto, algunos con un pasado un tanto oscuro o metidos de lleno en el mundo del hampa, como Iván, con sus rasgos típicos de los países del este europeo y que había entrado clandestinamente en el país, del que poco a poco iremos conociendo su historia y cómo va creciendo su amistad con Santiago, que a toda costa quiere librar a la novia de éste del puticlub en el que le hacen trabajar a la fuerza. Esto le acarreará serios problemas con Santiago Pavesi, un gordo con fama de pertenecer a los bajos fondos y que ayudado por su sabueso Samuel Caravia, está involucrado en negocios ilegales. Un mafioso total. Y, por último, aparecerán las dos mujeres que le alegrarán un poco su existencia en ese mundo que tanto le daba la espalda y del que llevaba golpes, tanto morales como físicos: Sagrario, la casera, en cuya pensión se hospedará después tras decidir prolongar sus vacaciones y ser despedido por la empresa, y la amiga de esta, Puri.

El viaje del idiota es una novela que me sorprende desde las primeras páginas. La narración es fluida, de fácil lectura y con un lenguaje muy de nuestros días, con algunos tacos incluidos. ¿Quién no suelta alguno de vez en cuando?. A lo largo del relato Santiago nos dará su opinión sobre lo que ve y pasa a su alrededor. En ocasiones, incluso, sus pensamientos rayan en lo filosófico y es muy dado a emplear citas que iremos viendo a lo largo del relato, como alguna de personalidades célebres, caso de Martín Luther King o referencias a  películas, escritores o compositores. 

Hay momentos en los que el lector se encontrará con noticias que provocan alguna sonrisa, como las que irán apareciendo sobre la famosa vaca Teresa o la mención continua a la gota fría que se avecina. Se encontrará metido en líos que él mismo se busca pues vemos que tiene el defecto de no saber parar a tiempo.

Miguel Paz Cabanas nos trae una obra que, como bien se nos advierte en el prólogo de la novela, firmado por Alberto R. Torices, conmovedora, incisiva, descacharrante y que, a medida que transcurre la historia, primero nos hará reír, después pensar y por último llorar, pues logra que empaticemos con el protagonista. Lo que más me gustó de ella es el supuesto diálogo, vía chat, con su padre, que se suicidó. Diálogo en el que cada vez irán profundizando más sobre las cosas mundanas. Un padre que en vida fue lo que llamamos un «buen elemento» y del que siempre desconfió su mujer, pues suponía que aprovechaba su clínica veterinaria para liarse con las clientas.

El viaje del idiota es, sin duda, una novela que recomiendo para su lectura con la que pasaremos un momento entretenido pero que también nos hará meditar.

El autor:


Miguel Paz Cabanas, nacido en Sestao, residen en León desde 1988. Ejerce como articulista en el Diario de León en la sección «Contracorriente». Su obra abarca el ensayo, el relato y el artículo periodístico. Ha recibido  en los tres campos literarios que trabaja varios premios. Cuenta con relatos publicados en más de veinte antologías. En 2004 publicó Cuentos crueles para leer tumbado en la cama, de Ediciones Leteo.

Título: El viaje del idiota

Autor. Miguel Paz Cabanas
Prólogo: Alberto R. Torices
Ilustración cubierta: Julia D. Velásquez
Editorial: Baile del Sol, 2010
ISBN: 9788415019121
Nº Páginas: 174

lunes, 23 de julio de 2012

LUIS MIGUEL RABANAL (De amores que van y vienen)

De amores que van y vienen tú encima yo debajo tú arriba yo payaso
De amores que siempre vienen (M. NICIEZA)



LMR se ha liberado del cuerpo pero nota como le pesa el alma y en esa pérdida ha ganado luz. Hace un tiempo me envió generosamente su poemario Lugares que imprimí y encuaderné con dos grapas. Se editó el 6 de julio de 2011 y ese es el final, porque el principio del tiempo para el que escribe poesía es siempre impreciso y siempre es doloroso. Lugares, es un testamento con veintidós poemas en el que hay un cuerpo que se va deshaciendo y un espíritu que va tomando forma, solo se ve si centras mucho tu atención, si te concentras, si eres capaz de perder el dolor, el peso, el calor, la humedad, la adicción, la sed y entras en ese estado en el que reposan los africanos mientras esperan el tren, mientras esperan que se llene el autobús para un viaje largo, o cuando esperan en el mercado que alguien compre su producto.
 
Y el viaje empieza en Montecorral, sin moverte, como una columna de piedra dentro de un jardín, y con la espalda cubierta de líquenes, pero entre esa maleza puedes recordar, puedes ver y sabes que ese, ya es un territorio onírico, el terreno que une la memoria de LMR, una memoria que también tiene mucha niebla.
Y el viaje es Olleir, un lugar que ya no existe y es tan real en la imaginación del poeta como lo es la memoria de un álbum, un lugar en el que los cuentos antiguos caen a tu paso como losas de pizarra

No mirabas atrás no fuera a ser
que el tiempo incumpliese contigo
su acomodo o que la noche te tizne
la palma de las manos
con un hollín sucinto
semejante a la desolación.

Escritura precisa, a veces te arranca dentelladas de carne y otras falsamente suave, todo lo suave que puede ser una cuchilla de afeitar sobre el cuello, mientras suplica y te  culpa de un dolor “Dime que no fue en balde,/ una estación tras otra sin el cielo/ auzl y sin el olor de las lilas, dime/ que fuiste tu quien suplía el afecto/ con manos destrozadas por el desdén y la cal.” Y otras muchas veces quieres y no sabes por qué esos paisajes, esos recuerdos encierran forcas, peligros, palabras espeluznantes, trapos viejos para abandonar, lástima y arañazos constantes, manteniendo en todo una cordura inexplicable, la cordura que solo puede producir el amor.

Con esta poesía no puedes tener prisa y no puedes fallar, hay que resignarse y esperar a que te abra esa puerta (en la que muchas veces esperas sin resultado, como un huérfano helado de frío), por la que hay que entrar a un mundo que unas veces es accesible y otras muchas imposible, un mundo vedado, como los cotos de caza muy vigilados, de donde es difícil entrar y difícil salir, sin arañarse.

“Resulta enojoso acordarse de ti/ por la noche, cuando no/ puedes respirar.

Hoy estoy de nuevo con el último libro de este poeta leonés, que vive dentro de una piedra blanda, inerte, que respira y duele, que ha ido esculpiéndose en versos, de dentro a fuera, como se esculpieron las montañas, desde tan adentro que no sabes calibrar la profundidad de esa sima, pero notas la llamada. El último libro se titula Música para torpes, lo forman veintiún poemas y a ellos se asoma de nuevo un paisaje y una nostalgia parecidos y parecido es este otro Montecorral que aquí aparece.

Este es un libro más complejo, encierra otros pesares y esa sima que antes parecía tan profunda ahora es insondable, siempre y cuando, tu mismo lo seas porque de repente el hermetismo se hace líquido, como un manantial en medio de un bosque, como una confesión. Pero el tono cambia, como se cambia de humor y de repente ajusta el paso de rosca y a alguien le ajusta cuentas, unas cuentas muy personales,

“Los dos coincidimos en que era
un estupendo susto la vida”

o quizá me equivoco y es esa voz femenina la que le está ajustando al poeta las cuentas, unas cuentas de las que nadie sale bien parado, o son todos contra todos, como un sin dios, como un puto torbellino que te atropella y te hace volar lejos de todos y de todo.

Es verdad que hay caminos que no conducen
a ningún territorio transitable y posible”

Ninguno y todos, todos estos terrenos terminan manchándome los zapatos, tengo que dejar pasar el tiempo y volver a leer este ramo de lirios del valle, antes de que sea demasiado viejo para aprender.

Me gustan palabras como almagre, gatiñas, desnevios, un salguero caído, ferrerina, collar de agavanzas, ñubero, y también Olleir versus Riello.

Una cosa más: de la memoria que dejan estas frases, bebemos durante años los escritores estériles de novelas, los que creemos saber algo y nos ponemos en el lugar de nuestros personajes y perdonamos, culpables y vanidosos, como el más culpable de los hijos de puta. Perdonadme, pero el camarada no sale ya de casa, ahora tiene que seguir leyendo dieciocho libros más de este poeta que se llama Luis Miguel Rabanal

 MusicaParaTorpes
Ediciones de Baile del Sol (2012)
colección poesía
cubierta: Ramón Buzón

domingo, 22 de julio de 2012

'El viaje del idiota', de Miguel Paz Cabanas



"La vida es un cuento 
contado por un idiota, 
lleno de ruido y furia, 
que nada significa"

Macbeth (Acto V), William Shakespeare

Después de algunas lecturas conjuntas un tanto decepcionantes, la lectura de El viaje del idiota, de Miguel Paz Cabanas, novela elegida por Mari Carmen del blog Adictos a los libros para su primera lectura conjunta, me ha reconciliado con ellas.  

No nos encontraremos aquí la pseudo-heroína de familia bien, tan de moda, que parece jugar a ser rebelde viajando a algún lugar exótico y a quien la vida sonríe en cada una de las iniciativas que emprende- reconozco estar un poco saturada de este molde. Todo lo contrario. En El viaje del idiota recorreremos el viaje existencial que emprende Santiago, cuarentón separado y empleado de pompas fúnebres que lleva la palabra "perdedor" escrita en la frente.   

Aprovechando las vacaciones de verano, Santiago decide hacer un viaje con Luisa, su hija adolescente, a la costa. Iremos conociendo entonces la difícil relación que tiene con ella, la tensión con su ex, el desprecio lleno de hipocresía que produce en su rica y exitosa familia política... A una edad en la que ya debería tener control sobre su propia vida, tener claro su presente y su futuro, haberse ganado el respeto y afecto de su familia y amigos, Santiago se encuentra solo, tremendamente solo, y fracasado. Esa soledad se ve, sin embargo, paliada en algún modo por las visitas de su padre, que chatea con él con cierta frecuencia, lo cual no sería un problema si su padre no hubiese fallecido un año antes...  

Miguel Paz Cabanas
En este viaje Santiago se enfrentará a situaciones surrealistas, descubrirá algún secreto familiar, conocerá a personajes envueltos en sórdidos ambientes y logrará, quizá por primera vez, tomar las riendas y decidir sobre su existencia, sobre lo que quiere y debe hacer; se siente verdaderamente libre. Pero esto le hará correr ciertos riegos...
"Ése ha sido, en el fondo, el resumen de mi existencia: hacer, exactamente, lo contrario de lo que me parecía digno." 
Nos invita Miguel Paz Cabanas a realizar un viaje de contrastes: de indecisiones y valentía, de un mundo de lujo y de pobreza, de vidas aparentemente plenas y otras sin sentido, de sueño y realidad, de vida y muerte... Un viaje relatado con un lenguaje directo y claro pero rico en matices y detalles que crea imágenes originales. La narración, además, va creciendo en interés hasta un final, que cierra el viaje, asombroso  y un tanto enigmático.

He leído alguna reseña en la que se calificaba esta novela de decepcionante por no haber provocado la risa, por no haber resultado la historia hilarante que se esperaba. Esperar la carcajada de un libro como este, sobre la madurez y el reconocimiento de uno mismo, con una visión del mundo descorazonadora, se presenta tan absurdo como pretender una comedia de la pluma de Faulkner. Una cita de este autor, por cierto, inicia esta novela.
"Como un idiota incurable vendría al mundo, que había olvidado la primavera."
La paga de los soldados, William Faulkner

jueves, 19 de julio de 2012

Si nos encontramos de nuevo


Si nos encontramos de nuevo. Ana María Pereira. Editorial Baile del Sol. 154 pp. 12 €.

Tal vez sea posible amar a una mujer por un libro, por un poema subrayado, una película en blanco y negro, una casa, una mirada de un hombre cuando habla de ella, la forma en que su perro la espera.  
Byrne se alejó de la ventana entreabierta y se sentó en la cama. Miró en derredor sintiéndose un poco perdido. Era víspera de Navidad y había comenzado a nevar dos días antes. El árbol en Trafalgar Square, las luces en las calles, un frío áspero  que entraba por la casa; sobre la mesa de trabajo la botella de whisky y el vaso, dos libros de Iris Murdoch, The Good Apprentice y Nuns and Soldiers, un cenicero y una pitillera castaña. El ático era del tamaño de la casa, el techo era un poco bajo pero entraba mucha luz, dos ventanas daban al jardín, otras dos a la calle. En uno de los extremos estaba la cama, cubierta por el edredón azul, la mesa de noche y un armario con un espejo, en el otro una mesa de trabajo y una estantería, un viejo sofá de cuero negro donde le gustaba acostarse a leer, a fumar o a mirar el techo, algunas reproducciones de cuadros que compraba en la Tate. Una puerta de madera comunicaba con el cuarto de baño. Era uno de los espacios más agradables en los que había vivido, y había vivido en muchos, si abría una de las ventanas de la calle, los sonidos de la animación de New Row, los cafés, los restaurantes, las discotecas, los vendedores de castañas, si abría una de las otras, la vista de las traseras de los edificios y debajo el jardín cubierto de nieve, los árboles, los arbusto y la caseta al fondo. A él le gustaba el silencio de aquella casa donde no vivía nadie más, aunque a veces tuviera la impresión de sentir una presencia, la impresión era tan fuerte que lo hacía moverse en la penumbra de los pasillos, levantar los ojos del periódico mientras desayunaba en la mesa de la cocina. La cocina era una de las estancias que usaba en la planta baja, era amplia, acogedora y tenía una puerta y una ventana que daban al jardín; se veían ramas secas en el alféizar que tal vez fuesen lilas, si aún fuese primavera así sería bonito sentir el olor de las flores mezclado con el frío que entraba por la ventana abierta. 
Se levantaba siempre temprano, incluso cuando había bebido demasiado la noche anterior, era un viejo hábito de los tiempos de Oxford, salía aún adormilado a comprar los periódicos y pan fresco, preparaba café en la cocina, se sentaba a la mesa cubierta con un mantel de cuadros rojos y blancos que le hacía recordar los cuadros de Bonnard, desayunaba y hojeaba los periódicos, después daba un paseo hasta el río, buscaba un banco cuando no estaba lloviendo, una cafetería cuando lo estaba, y leía un poco. Estaba releyendo todos los libros de Iris, por un orden muy personal. Había comenzado con The Time of Angels, que ya había releído entretanto, era uno de los mas importantes, después había seguido con An Accidental Man y The Philosopher´s Pupil, dos libros relacionados entre sí. Comía algo en un pub y regresaba a casa antes de las dos de la tarde, escribía un poco sentado a la mesa de la cocina, con la ventana abierta, y después se acostaba en el sofá de la buhardilla y seguía leyendo, hasta las siete aproximadamente. Entonces salía a cenar y a tomar unas copas, se encontraba con unos amigos, volvía muy tarde. 
Byrne iba muchas veces a la National Gallery a ver los cuadros preferidos de Iris: Muerte de Acteón, Baco y Ariadna, Noli me Tangere, de Tiziano; Venús, Cupido y la Locura y el Tiempo, de Bronzino; Hendrickje Bañándose en el Río, de Rembrandt, Las Hijas del Pintor Cazando Mariposas de Thomas Gainsborough, El Bautismo de Cristo de Piero en el sótano. Y estaban Andrea del Sarto, y Turner. El domingo por la mañana iba a la Tate a ver los esbozos de Turner o a la Tate Modern para ver los Bonnard y los Mondrian; no sabía lo que pensaba sobre Mondrian. Y, de vez en cuando, iba en peregrinación a visitar el retrato de ella en la Portrait Gallery, ambos tenían nombres de mensajeros y ojos muy azules, ambos buscaban algo, tenía el presentimiento de que buscaban lo mismo, de que ella había estado muy cerca. 

miércoles, 18 de julio de 2012

LA AGENDA DEL NÓMADA

FRANCISCO BASALLOTE

Acarca de "Cuadernos y notas de viaje (1988-2009" de Coriolano González.



Coriolano González


Coriolano González (Santa Cruz de Tenerife, 1965), constituyente de la denominada “poesía de los noventa”, es un referente de la nueva poesía canaria , poeta en un mundo hecho de perplejidades en el que la memoria trama la urdimbre de interrogaciones existenciales sobre el hombre y la tierra que habita, plena de hondos matices sensoriales , en los que la luz y el paisaje aparecen transidos de plasticidad, incorporando al poema la presencia activa de la naturaleza, como espacio intensamente vivido. Y que lleva esa presencia de la naturaleza a la escritura de ese pequeño poema japonés, el haiku, del que Coriolano González es un perfecto maestro o haijin, como demuestra su inclusión en los más prestigiosas Antologías del haiku en España. 

Pero este amor por la naturaleza tiene otra vertiente en él, la del obsesivo nómada que hace del camino objeto de su poética, elaborando a su través una sintética conjunción de emociones y paisaje, de intimidad y espacios descubiertos, con la perseverancia del descubridor de experiencias y la paciencia del escritor que se escucha a si mismo en las distintas latitudes donde le ha llevado su vocación de nómada, llegando a decir en “Notas de Florencia y Venecia”, que “Realmente, no importa hacia dónde se dirija el viaje/ Solo persigo la sensación de lo nuevo, de lo distinto.”, la más clara definición de la búsqueda.

Llena está la Literatura de crónicas y cuadernos de bitácoras, desde el Éxodo o La Odisea, hasta Sepulcro en Tarquinia de Antonio Colinas o Viajero en el desierto de Manuel Jurado, pasando indudablemente por el Antonio Machado de Campos de Castilla o Soledades. A esa pléyade se une Coriolano González con este libro que no es sino una Antología de sus Cuadernos de viajes, doce poemarios escritos desde 1998 a 2009, que discurren desde “El largo camino de regreso al sur”, de 1988, hasta “Notas de Florencia y Venecia. (In reparo)” de julio de 2009, pasando por el “Cuaderno irlandés” o el “Cuaderno de Estambul”.

Como síntesis del libro, el primer y el último poema que forman el alfa y el omega de esta Antología y al mismo tiempo una magnífica definición de su poética: Abre el libro el primer poema de “El largo camino de regreso al sur”, “Si tú me dices ven lo dejo todo”, y en él leemos a modo de axioma fundamental:

“No hay más desierto que tu cuerpo,
 No hay más oasis que tu boca…”

Y desde esa afirmación hasta el poema final, “Octavo día.Venecia in repparo”:

“…Nada quedará de los instantes que quise
retener inútilmente
porque todo es efímero
y la belleza duele
y duele comprender que solo
permanece el olvido:”

Solo hay una constante búsqueda y los hallazgos correspondientes: En “Anochecer en Lisboa”, dirá:

“Mientras la ciudad duerme,
descubro que te querré hasta que muera
y que mis labios temblarán
cada vez que te bese…”

En “Dublín. Baile Atha Cliath” descubre que,

“… el fantasma de Joyce
sigue partiendo cada mañana
de la Torre de Martello.”

Y en el “Túmulo de la reina Maeve” dirá:

“Quien erigió tu tumba
supo que siempre la contemplaríamos
en la distancia.
La muerte, a veces, señala
el principio de los caminos.”

Mientras que en el “Harén del Palacio de Topkapi” siente la dulce música:

“… Cálido rincón para nuestros juegos amorosos.
Celestial melodía que impida
que el grito del eunuco castrado
enturbie nuestra pasión.”

 o gozará del misterio y de la paz de Creta, en “Kournás. Creta”:

“… Melocotones en el lago Kournás
y aceitunas amargas
en una vieja taberna del pueblo.

Paz lenta y solitaria”

Una búsqueda en el espacio y en el tiempo que le hace exclamar en Florencia: “Cuesta imaginar que Bruneleschi paseara por estas calles…”, como creyendo imposible que algo tan bello como es el mundo que se comparte en el instante con el ser querido pudiera haber pertenecido a otros; sentimiento no de exclusividad, no, es la emoción del instante trascendido en la pertenencia unívoca , en el goce sensual de un mundo aprisionado en esta Antología que ratifica la calidad poética de este poeta tinerfeño que pasea por Europa entre el asombro y la búsqueda de su propia verdad.

lunes, 16 de julio de 2012

Nada es como tendría que haber sido


MÚSICA PARA TORPES Luis Miguel Rabanal Baile del Sol, Tenerife, 2012. 54 páginas.

josé enrique martínez 15/07/2012
En sus libros anteriores, Mortajas(2009) y Fantasía del cuerpo postrado (2010), el dolor, la soledad, la tristeza y la muerte impregnaban los poemas; Luis Miguel Rabanal publicó después Lugares (2011) con dos características: un tú como máscara del yo y el regreso imaginario hacia los lugares de la infancia, el mítico Olleir (Riello, lugar de nacimiento del poeta).
En el nuevo poemario, Música para torpes, reaparece la segunda persona a la que van dirigidas las palabras, «ese necio personaje que se asemeja tanto a ti y apenas eres tú». Ese personaje es el doble o desdoble del poeta, que lo mira en el espejo como reflejo de sí mismo. La poesía de Rabanal en Música para torpes es una poesía ensimismada, centrada en sí mismo como personaje y como persona, en «el cuerpo lisiado que resulta ser el tuyo y acaso lo sea»; la presencia constante del cuerpo doliente es una característica inevitable de su poesía, así como el ámbito de soledad en que recuerda y sufre. La referencia a la enfermedad, los fármacos y el dolor son lógicas en esta poesía.
Tampoco puede faltar, aunque sea parcamente, la evocación de Olleir, evocación de lo que nunca ya será, pero que sigue alimentando la memoria, el dolor de la pérdida y la alegría del retorno imaginario a los juegos en Montecorral. Pero, en el polo opuesto, también sirve para constatar, con melancólica desesperanza, que «nada es como tendría que haber sido». La melancolía proviene de la conciencia del tiempo y sus desastres; el tiempo, «un viejo camión de la limpieza» que si «nos traslada a un pulcrísimo paraje», acaba dejándonos tirados «a las puertas del hospital sin nombre». «En Olleir la memoria se agría», escribe el poeta: el pasado hace daño, como lo hacen también los otros en el recuerdo.
Este poemario de Rabanal exige atención, detenimiento, relectura. ¿Qué significa, por ejemplo, que «la mañana resplandece y hay muchachas / para espiar desde otro mundo, el que aprisionas / a diario escurrido entre los dedos»? La elusión de la anécdota que está detrás extiende una bruma sobre el poema. Acaso se deba a que «las palabras nos descubren el pesar / que nos aterra» y que el espejo «no refleja sino la sombra / de una sombra que bien podría asemejarse / a esto que ahora podría ser que somos». Quiero añadir que el poemario consta de 21 piezas, con 33 versos cada una: 693 versos en total. No sé si la regularidad numérica esconde mayor significado.

domingo, 15 de julio de 2012

Stoner en La Biblioteca Imaginaria


Williams Stoner es un profesor que trabaja en la Universidad de Missouri, lugar en el que también ha pasado su época de estudiante. Proviene de una familia humilde, con unos padres que procuran su bienestar pero no saben demostrarle afecto. Casado muy pronto con Edith, pasa de vivir solo en la facultad a formar un hogar con una mujer a la que apenas conoce. En un intento por encontrar la felicidad junto a su esposa, nace Grace, su única hija.
En vista de su fracaso familiar, Stoner se refugia en lo que se convierte en su pasión vital: la enseñanza. El trato con sus alumnos, con sus compañeros de trabajo (con alguno de los cuales también surgirán problemas), harán que el personaje vaya intentando hacer una versión mejor de sí mismo.
Su reflexión final es la reflexión que podría hacerse cualquier ser humano aunque las circunstancias de su vida fuesen diferentes. Ha tenido una vida normal y corriente, una existencia anodina y se dice << ¿Y qué esperabas?>>. Es quizás una de las preguntas clave que nos hacemos ¿qué esperamos de la vida? ¿Acaso Stoner deseaba algo más, deseaba ser recordado por sus alumnos como un buen profesor, ser querido y respetado por su esposa, tener una relación de cariño y afecto con su hija? ¿Acaso esperaba ser recordado por alguien, como profesor, como esposo, como padre, como amante…?
Stoner es simplemente la historia de un profesor. Es la historia de un ser humano como podríamos ser cualquiera de nosotros. Con una vida sencilla, un trabajo, una familia, su biografía no nos cuenta nada extraordinario y a la vez nos muestra lo común al ser humano: los anhelos de una persona por ser feliz, el amor a su profesión y a la superación personal, el descubrimiento de normas y comportamientos como meras convenciones sociales…Su vida no será recordada, ni guardada en la memoria de nadie porque es la vida de todos.
María Carrascosa

Título: Stoner
Autor: John Williams
Traducción: Antonio Díez Fernández
Editorial: Ediciones Baile del Sol
Págs: 244
Precio: 15 €

sábado, 14 de julio de 2012

STONER. John Williams




He aquí al escritor John Williams (1922-1994) que con pocas obras llegadas desde su singular santuario, continúa conquistando, merecidamente, laureles y parabienes. Hágase la luz una vez más.
Un detonante: sentir el hálito maligno de la Primera Guerra Mundial y lo que arrastra con ella. Otro detonante: perder a un amigo y compañero de la universidad por causa de esa guerra. Un tercer detonante: sentir que peligra la relación con su mujer y que esta, con artimañas propias de una relación aparentemente gastada, socava la relación de afecto y confianza que mantiene William Stoner con su hija. Y así, poco a poco, hasta que sentimos muy dentro la explosión final, una explosión abierta, de múltiples voces dentro de uno, de dudas que nos quedan sobrevolando como las que martirizan a Stoner en ese medio tan sospechoso, tan fugaz, como es el mundo de la universidad y la férrea rapacidad que en su interior se mueve disfrazada de armonía y de buen tono. Eso, queramos o no, nos afecta ¿Por qué nos afecta? Pues porque Stoner, amante confeso de los libros, fiel al verdadero magisterio de la palabra, del saber conducir para llegar hasta el manantial y beber en la pureza y luego transmitirla, espigar la mejor semilla, el sentido de todo y de nada (de cuando en cuando orbita sobre sus recuerdos primeros la imagen de su amigo David Masters y lo que este pensaba de todo y de nada), se empeña en seguir aun cuando percibe enemigos muy sutiles como el jefe de departamento Lomax, las fatigosas garras de la burocracia, las estrategias del mundo docente (siempre al acecho) el qué y por qué defiende lo que defiende si al final... Al final no se sabe (y el fantasma de su amigo David Masters fustigándolo) pues lo recuerda cuando alguien se alista para la guerra y ya duda si regresará, la guerra, de nuevo la guerra, la Segunda Guerra Mundial. El vacío y la fragilidad que va minando, peldaño a peldaño, su razón y sus sentimientos hasta que ya no le es posible desentenderse del desastroso viaje que le aguarda. Pero antes de irse del todo sus alumnos donan a la Universidad de Missouri, en el departamento de inglés, un libro en honor de su querido colega Stoner. Como si pretendieran que el recuerdo de su querido profesor Stoner fuera un símbolo que lo continuara y eso mismo impidiera que se esfumara para siempre. ¿Y ha tardado tanto Stoner en llegar hasta nosotros? ¿Tanta ceguera durante tanto tiempo?
Stoner es una novela muy cabalmente elogiada por críticos y escritores de solvente y puntual buen hacer. No sentí que decayera en ningún momento ni su ritmo ni la poesía vital, y de cierto corte filosófico que protegía con habilidad ese ritmo. Y hasta podemos llegar a imaginar más de Stoner por lo que cuenta silenciando el narrador omnisciente, que por las mismas trampas en las que Stoner se ve prisionero desde que se alejó de su modesto hogar para labrarse una carrera en la universidad. Armoniosa, bien hilvanada en sus capítulos, dura sin menoscabar la piedad, sincera sin hacer que se nos resienta su amargura. Parafraseando al título de un conocido escritor barcelonés, Stoner no se acaba nunca. Entren en ella y vivirán en paz sin olvidar la guerra.
Ubaldo R. Olivero


Título: Stoner
Autor: John Williams
Traducción: Antonio Díez Fernández
Editorial: Ediciones Baile del Sol
Págs: 244
Precio: 15 €