El nuevo poemario de Iñaki Echarte Vidarte, “Optimístico”, es uno de esos libros que, si lo dejas encima de la mesilla, te susurra, y no te deja dormir. Se trata de una colección de poesía romántica gay: profunda y emotiva, no se esconde tras la puerta de ningún armario ni juega al despiste con ambigüedades ni juegos de palabras.
Iñaki Echarte (Pamplona, 1977) pertenece a la generación de escritores jóvenes españoles: con 36 años de edad, cuenta en su haber con dos poemarios y una colección de relatos, además de colaboraciones en media docena de publicaciones. Forma parte del círculo abierto de literatos que desde hace un buen puñado de años integran autores como Vicente Muñoz Álvarez, David González, José Ángel Barrueco, Karmelo C. Iribarren y muchos otros.
La insinuación
Como decíamos, ni los poemas ni las intenciones de Echarte se ocultan tras eufemismos artificiales y vacuos. Y aunque son atrevidos, no resultan invasivos: es una poesía que sugiere, como yéndose por las ramas, como haciéndose la loca… pero a la vez, desafiante.
Esta delicadeza tan intensa resulta muy inspiradora: el poemario incluye ilustraciones de Ángel Secades –esbozos de retratos masculinos en su totalidad–, pero si el lector posee la más mínima inclinación artística, es probable que sienta la necesidad de realizar sus propios dibujos mientras lee (quizá lo haga en los espacios en blanco de las páginas del libro, quizá lo haga a lápiz…)
Son poemas que se leen dos veces: la primera vez con el sabor de la sorpresa, la segunda con el del deleite, por puro instinto hedonista.
Aspectos formales
Todos los poemas de “Optimístico” están en minúsculas y no incluyen signos de puntuación. No es una propuesta que entusiasme a los incondicionales de la RAE, pero desde aquí queremos romper una lanza a su favor, por dos motivos:
Primero, porque esta opción siempre será preferible al otro extremo, a saber: libros de poemas con puntuación de más, y/o (mucho peor) cargados de mayúsculas innecesarias al inicio de cada nuevo verso. Segundo, porque los poemas están escritos con el suficiente cuidado como para que el lector “adivine” por sí mismo los ritmos y pausas en los lugares donde son necesarias. Por tanto, aunque no sea la opción ideal, no resulta incómoda a la vista.
Sin ningún ánimo de enmendar la plana al autor (sino más bien como aviso para posibles futuros lectores) la identificación de uno mismo en los poemas de Iñaki es altamente probable, de modo que (quizá), mientras lo lee, uno puede llegar a corregirlos de forma que se asemejen un poco más, o para que sean definitivamente iguales al modo en que sonaban en su cabeza antes aún de haberlos leído por primera vez… A veces, con la poesía, suceden estas cosas.
Algunos apuntes y sugerencias
Iñaki extrae el dolor ajeno, quizá sin ser consciente, por lo que podríamos definir la lectura de sus poemas como catártica. Creemos firmemente que el potencial de este poeta es muy alto, y que trabajando más en sus poemas podría alcanzar unos resultados brillantes. En ocasiones tiende hacia la corriente minimalista que lamentablemente está, poco a poco, convirtiéndose en la nueva seña de identidad de la poesía española joven que más vende. Y creemos que esto es un error, y que esa poesía es, ¿cómo decirlo? Un poco menos poesía.
Se trata de textos que pecan de crípticos, que se sintetizan y simplifican exageradamente, de modo que pierden su posible esencia inicial y se presentan vacíos de contenido: dejan de ser poemas para convertirse en simples juegos de palabras, fáciles e infantiles. ¿En qué se convierte un poema cuando deja de poseer riqueza lingüística, cuando no hace trabajar a la mente del lector, cuando éste no necesita concentrarse y evadirse para extraer toda la riqueza que el poeta ha almacenado en el texto? Poesía, desde luego, eso no es.
Sin embargo, como decíamos, Iñaki posee el potencial suficiente como para superar los límites (tan bajos) de esta corriente pseudo-poética. Solamente (se trata de una sugerencia) debería permitir que los caballos se desbocasen para lograr mayor calidad literaria. Y así, un libro estupendo como “Optimístico” podría ser el trampolín para dar paso a otro mucho más maduro y completo.
Influencias
Para terminar, un dato que aporta mucha información acerca de las lecturas que guían a Iñaki: los autores que cita en su libro. En “Optimístico” desfilan gigantes literarios como Luis Cernuda y Jaime Gil de Biedma.
Y, aunque no lo cite, la literatura de David González (San Andrés de los Tacones, 1964) parece palpitar de alguna forma entre las páginas de este libro. Por ejemplo, existen paralelismos, o al menos, ritmos comparables, entre el poema de Iñaki “por el presente documento / prescindo de forma voluntaria / de las vísceras del cerebro del corazón…” (p. 64) e “Iluminación” de David González (publicado en “No hay tiempo para libros”, Origami, 2012, pág. 72): “llamo a declarar en este poema / a todos los que estaban de cuerpo presente, / a eso de las nueve de la mañana, / otro domingo más, / en el piso de arriba de la sal…”
O también, y sobre todo, entre el poema de David “My generation” (en el mismo libro citado, pág. 57): “rellena esquelas / como crucigramas: / y cuando en los entierros / o en los funerales diluvia: / my generation / se pone gafas de sol: / espejos: negros: / así nadie nota / que no ha derramado / una triste lágrima…”, y el poema de Iñaki que compartimos aquí, como despedida, y que se encuentra en la página 27 de “Optimístico”:
en este país
todo el mundo
miente
engaña
falsea
disfraza
tima
tergiversa
simula
aparenta
exagera
tapa
encubre
disimula
(llámalo como quieras)
hasta mi abuela
que es una señora
de provincias
miente
en este país
todo el mundo
miente
engaña
falsea
disfraza
tima
tergiversa
simula
aparenta
exagera
tapa
encubre
disimula
(llámalo como quieras)
hasta mi abuela
que es una señora
de provincias
miente
en este país
No hay comentarios:
Publicar un comentario